Capítulo II: Agua
"…Cómo quieres ser mi amiga
Si por ti daría la vida …"
Agua fragments by Jarabe de Palo
-Ben-
Rey suspiraba dormida. Se removía en la cama, suavemente, pero no me soltó. Eso, a mi ego, le hizo de maravilla.
Sabía que no podía estar alejado de ella.
Pasé la noche observando sus párpados, bordeados de pestañas de un color castaño obscuro, curvadas en las puntas, ligeramente arqueadas hacia el techo. Su cabello caía sobre la almohada formando una especie de olas en el satín violeta. Su piel estaba ligeramente bronceada, no blanca, sino más bien del color de la crema, ligeramente dorada, que era la tentación de cualquiera.
-Si Huxley se atreve a tocarla…-
Perdí conexión con la realidad. El olor de su cuello era adictivo.
Las imágenes de su cuerpo desnudo, montándome, comenzaron a sustraerme y, aunándose a su aroma, a la suavidad de sus dedos en la pequeñez extraña e incongruente de sus manos, todas las sensaciones se intensificaron.
"… Razón y piel, difícil mezcla,
Agua y sed, serio problema …"
Maldita sea. Su sensualidad lo hacía todo tan difícil.
Mi mano se deslizó bajo el edredón y la cobija debajo de éste, acariciando toda la extensión de mi entrepierna, masajeando mi miembro. El calor de las piernas suaves y torneadas de Rey abrasaba mi mano. Yo luchaba en vano por no soltar mi sexo y controlarme. Sus labios entreabiertos, gruesos y jugosos, su nariz curiosamente cuadrada al frente e inclinada ligeramente sobre la almohada, los pómulos suaves que delineaban unas pequeñas ojeras bajo sus dulces y enormes ojos acaramelados… Me perdí.
Me contuve. Tanto como pude.
Pero no pude contenerme más.
Me acomodé en la cama, acercándome a sus labios. Aspiré su aliento, fresco aún de pasta dental. Ella no se movió ni pareció dar muestras de despertar.
Dije: "Rey", murmurando, intentando decirle, aunque fuera sólo con mi mente, que estaba allí. Que había vuelto.
Que nunca más volvería a sufrir.
Que nada le haría daño de nuevo.
Que nunca volvería a permitir que muriera.
"… Cómo quieres ser mi amiga
Si por ti me perdería
Si confundo tus caricias
Por camelo si me mimas…"
De pronto, mi hermana abrió los ojos.
Mis labios rozaban los suyos.
-Rey-
Hablaba con mi hermano. En ese sueño, Ben hablaba conmigo de forma natural, con soltura, como si toda la vida hubiera estado esperando hablar conmigo.
Me hacía sentir tan feliz que tuviera tanta confianza en mí.
En dos segundos, el sueño se distorsionó. Mi hermano ya no parecía mi hermano. Es decir… Su rostro, serio e inexpresivo, incluso sonreía ligeramente. Yo veía cómo se acercaba a mi rostro y me besaba en los labios con naturalidad, pero me dejaba atrás en el lugar donde él y yo habíamos terminado de…
Sentí el calor subir a mis mejillas y ponerse rojas.
En ese sueño, Ben y yo habíamos hecho el amor.
Las imágenes envolvían mi cerebro, mientras yo observaba cada acción en tercera persona, como una extraña película muda en que más que escuchar los sonidos, podía percibirlos, olerlos, sentirlos, experimentarlos, y dejarme estremecer por ellos.
Ben, en mi sueño, parecía tan autosuficiente, tan capaz, tan rudo, tan fuerte. Creí incluso que, tal vez era alguien más, pero no. Era mi hermano, mi gemelo. Siempre creí que no era una coincidencia en ningún sentido que hubiéramos nacido juntos. Pero tampoco en mi mente la idea tenía que ver nada con la realidad.
Sus manos me acariciaban. Me hacía sentir tan feliz. Me hacía sentir viva.
"… Pasión y ley, difícil mezcla,
Agua y sed, serio problema..."
Me acariciaba el cuello, besándolo despacio, pasando despacio su lengua sobre toda la delgada piel de mi pecho. Yo jadeaba y movía la cadera hacia él, que me penetraba con suavidad, como deleitándose en el vaivén que yo era incapaz de ignorar. Su mano rozó mi cuello levemente y su lengua se deslizó, húmeda y caliente por mi cuello, que se arqueaba hacia atrás ansioso. Entonces su otra mano apretó mi pecho y sus labios se deleitaron en los míos con deseo. Me mordió el labio inferior y bajó su rostro a mi pecho. Mordía mi pezón juguetonamente, diciendo cosas que no lograba leer de sus labios, haciéndome reír y jadear al mismo tiempo, sonriendo de lado ligeramente. No había duda. Ésa es la inusual sonrisa de Ben.
¿Por qué sentía tanto deseo?
Me encantaba.
Ya no era otra persona. Era yo. Sus ojos obscuros y penetrantes me sonreían y me deseaban.
El rostro del capitán Huxley se hundió completamente en las sombras y dio paso al de mi hermano.
"… Cuando uno tiene sed
Pero el agua no está cerca,
Cuando uno quiere beber
Pero el agua no está cerca …"
Mi hermano.
Ben.
Era como si hubiera despertado de pronto, abrumada por la belleza sin igual de la estructura de su rostro blanco, su piel suave y sus carnosos labios que se entreabrían lamiendo la piel delgada de mi pezón derecho, duro, que parecía reclamar más y más atención conforme iba succionándolo. Su mano se deslizó entre mis piernas y sus dedos separaron mi sexo y se internaron en él, masajéandolo con dulzura pero al mismo tiempo con desesperación, en círculos, para luego internarse en mi entrada estrecha, que se humedecía. Mi cadera se movía con una inercia que no sabía siquiera que pudiera existir, dejándole penetrarme, tocarme, rasgar con sus dedos mi profundidad.
Pronto me escuchaba ya gemir, jadear, reír, hablar. Los músculos en el cuerpo de Ben eran hermosos y perfectos, se apretaba y me acariciaba con ellos, restregándose contra mí al hablar, diciendo que me amaba sin importar nada.
Parecía un recuerdo y no un sueño.
Sentí su contacto rozar mis labios. Eran los suyos.
Me moví hacía él, ansiosa, con ganas de que no se detuviera jamás.
Bajé mi mano y acaricié su sexo sobre la ropa. Se quedó quieto un segundo, pero jadeó y parecía tan excitado que me sentí poderosa, libre.
Parecía tan deseoso que mi mano se deslizó por un lado del bóxer y masajeó su miembro de arriba abajo, tocando la piel de la base y luego deslizándola hacia abajo, pues mi hermano no tenía la circuncisión.
Mi hermano.
"… Qué hacer, tú lo sabes,
Conservar la distancia …"
Abrí los ojos entonces.
Ben estaba besándome.
Sus labios tímidos rozaron los míos y sus ojos me miraban, absortos, por lo que, unos segundos, Ben no reaccionó al hecho de ver mis ojos abiertos.
¿Por qué, hermano, tus labios se sentían tan bien?
Él no supo qué hacer. Yo me sentí incapaz de alejarlo. Es mi hermano. Yo amo a mi hermano.
Ben es la persona más importante en mi mundo.
"… Renunciar a lo natural,
Y dejar que el agua corra …"
Quiso separarse y descubrí su mano tocando su propio sexo.
Ben se contenía de hacerme daño.
Lo abracé tanto como pude, apretándolo contra mi cuerpo, con una extraña mezcla de sorpresa, miedo, confusión y algo muy parecido a la culpabilidad, que sabía bien era otra cosa.
Certeza.
La fatalidad nos perseguiría si la noche continuaba, prolongándose una y otra vez transformándose en años felices a puerta cerrada, sí, pero también en resentimiento evidente y socialmente inaceptable.
Apretándolo, lo besé.
Nunca antes, en toda mi vida, me había sentido así.
Otra vez las imágenes desbordaron mi cabeza, embotándola.
Y un nombre vino a mi cabeza.
Rey Solo Organa, Segundo General, Líder de Escuadrón de pilotos de la Resistencia, padawan del Maestro Luke Skywalker.
Ben me miró y se alejó un segundo.
"… Cómo quieres ser mi amiga
Cuando esta carta recibas,
Un mensaje hay entre líneas,
Cómo quieres ser mi amiga …"
- Rey… Perdóname… No llores… - Se acercó y enjugó mis lágrimas. Su lengua entonces lamió mi mejilla con timidez y su gesto me hizo sonreír. Después de un segundo, lo miré fijamente.
A través de aquel nombre resonando en mi mente, una serie de imágenes me inundaron, imágenes que me habrían hecho reír y llorar y que no podía ignorar. La imagen de mi muerte en brazos de Ben me llenó de pena, porque parecía haber sufrido indeciblemente.
- Ben… Sé que… Morí en tus brazos.
En vez de impresionarse, asintió.
Hacía tanto tiempo que no hablábamos, que no estábamos en aquella época, que sonreí, feliz, abrumada de emoción.
Había vuelto a la vida… En sus brazos, del mismo modo en que había muerto una vez en ellos.
Sonrió.
Su voz profunda, grave, ensordecedora, me emocionó hasta el llanto.
"Te he amado durante tanto tiempo que no sabía cómo decírtelo. No he podido parar".