Bueno ... después de una aplastante victoria del sí frente al no por un 7-0 ... aquí les dejo la continuación !
Espero que disfruten la lectura ... tal vez este capítulo no sea lo que esperaban pero eventualmente se resolverá ... prometido
No olviden tomarse 2 minutitos extra para dejarme una review por favoooor!
Royal definitivamente era un perro con suerte porque, no solo había tenido el privilegio de compartir tanto el sofá como la cama de Kate, sino que había logrado encontrar un hogar y una amiga, no de su tamaño, pero al menos de su especie.
En otra ocasión cualquiera después de lo sucedido con Rick, la detective habría pasado una mala noche, recriminándose su cobardía y anhelando a la vez que añorando la presencia del escritor a su lado. Pero su acompañante canino se había encargado de distraer sus pensamientos de la autoflagelación y la autocompasión haciéndola sentir mucho más liviana y relajada de lo que había –incluso- aspirado a estar recientemente.
Pero el caso estaba cerrado, Royal con su nueva familia, Rick tenía de regreso a Alexis y Kate, bueno Kate estaba de nuevo sola en casa sintiendo aun el fantasma de la caricia de él sobre su mano. Si era sincera consigo misma, se sentía mucho más a gusto en ese departamento que en el antiguo, era más espacioso, más luminoso … podría decir que la nueva-vieja Kate que había resurgido con la llegada de Castle a su vida, se podía ver plasmada en el lugar elegido para establecer su residencia. Pero en momentos como ese, que con cada día que pasaba se hacían más y más frecuentes, el lugar se reducía ante sus ojos a unas meras paredes y techo bajo el cual guarecerse, privado de la alegría y el calor de hogar que la antigua Kate no parecía necesitar en su vida y que la Kate del presente solo lograba sentir cuando el susodicho escritor merodeaba por los alrededores.
Recientemente le había tomado gusto a visitar el loft, en cuanto traspasaba la puerta, podía sentirse la presencia de Rick irradiando el lugar, incluso si este no se encontraba en él. Estando ahí, podía sentirse cómo el aura de calidez y luminosidad del recinto lo contagiaba a uno poco a poco. Era, sin duda, el lugar más acogedor en el que había estado desde la muerte de Johanna; y estaba segura de que el escritor era capaz de impregnar de ese ambiente cualquier sitio en el que se encontrara, de hecho, estaba convencida de que el propio Rick era la personificación misma de esta tibieza reconfortante que envolvía cada milímetro de su hogar. Y eso era precisamente lo que ella quería, no, lo que ella necesitaba en ese preciso momento en su vida: un hogar encarnado en cuyo seno pudiese relajarse, dejar de aparentar, bajar sus barreras, ser ella misma y no sentirse vulnerable por ello sino todo lo contrario, protegida. Él era lo que ella necesitaba en su vida, lo sabía, lo llevaba sabiendo desde hacía algún tiempo ya, ahora solo necesitaba asentarlo y actuar en consecuencia para convertirlo en una realidad. Mientras tanto, tendría que conformarse con un baño caliente a la luz de las velas y la imagen de el escritor rodeándola en su abrazo que, si cerraba los ojos, su imaginación podía brindarle fácilmente.
La mañana siguiente fue tranquila. Demasiado tranquila para su gusto ya que, a falta de caso nuevo en el que trabajar, Rick había optado por permanecer escribiendo en casa y, aunque en otro tiempo se habría negado a confesárselo a sí misma, Kate lo extrañaba horrores. Podía parecer una estupidez ya que lo había visto por última vez hacía unas pocas horas, pero la realidad era que echaba de menos la presencia de Castle, sus bromas, la inquietante manera que tenía de mirarla fijamente, sus alocadas teorías, sus apuestas con los chicos a sus espaldas … se había vuelto adicta a la forma en que sus comentarios de niño de nueve años la sacaban de quicio al mismo tiempo que dibujaban una sonrisa en su rostro … y a su sonrisa , a eso también se había vuelto adicta, a esas sonrisas radiantes que se reflejaban en sus ojos al mirarla y que parecían estar reservadas para ella; cuando la miraba así, tenía que hacer acopio de todo su autocontrol y más aún para lograr mantenerse en su sitio y contener el impulso de acariciar esos labios seductores que le pedían a gritos que los atrapara entre los propios.
La voz de Espo pronunciando su nombre la sacó de su dulce ensoñación- Beckett, ¿estás bien?
-Sí, claro. ¿Por qué no habría de estarlo?
-Tu teléfono lleva un rato sonando y pareces no oírlo, traté de avisarte dos veces y tampoco reaccionaste …
-Ehh, sí, sí, el teléfono. No te preocupes Javi, todo está bien.
Y esa llamada era la que había estado esperando todo el día, enfrascada en ese tedioso y solitario papeleo. Esa voz al otro lado del teléfono que la informaba de la dirección en la que se encontraba el cadáver cuya muerte debían investigar, era la excusa perfecta para llamar a Rick. En varias ocasiones esa mañana, había tratado de encontrar una razón para hacerlo ir a la 12 o, al menos, llamarlo y charlar un rato con él, pero todas las ideas habían sido rechazadas por falta de solidez, en todos los escenarios posibles, se hacía flagrantemente patente que el motivo de la llamada no era ni más ni menos que su necesidad de estar en contacto con él; y el ego del escritor no necesitaba en absoluto incentivo alguno.
-¡Detective Beckett! –se oyó la voz de Castle al segundo tono- ¡No puedo creer que ya me extrañes! ¿Algún motivo en especial para llamarme o simplemente querías escuchar mi dulce voz? –bromeó Rick, tal vez por pura casualidad, tal vez percibiendo inconscientemente los pensamientos de ella.
-¡No sueñes, Castle! –contestó Kate, pasado el momento de asombro- Tenemos un caso. Sé que estas escribiendo pero te aviso por si necesitas un respiro o algo de inspiración.
-Sabes perfectamente que la inspiración no la obtengo de los casos, detective –la provocó.
-Bueno, si quieres y tienes tiempo pásate, te mando la dirección en un mensaje. Nos vemos –lo interrumpió Kate antes de perderse en ese tira y afloja que se había vuelto costumbre en ellos y cortó la llamada.
Cuando regresaba a la comisaría habiendo dejado a Lanie terminando de examinar el cuerpo en la escena, Kate sintió la decepción tomar posesión de ella, se había esforzado por conservar la esperanza de que el escritor se apareciera, pero ahora, mientras manejaba su coche, se sintió tonta y frustrada, ni en sus tiempos de adolescente se había sentido así hacia un hombre. Había estado enamorada en varias ocasiones anteriores, incluso había experimentado durante varios años un amor platónico por su mentor, pero nunca había sentido tan fuerte esa necesidad emocional de tenerlos cerca. Claro que Rick realmente había cambiado su vida, le había devuelto la luz, la alegría, las ganas de ser alguien además de la mejor detective de homicidios … él la había sacado del hoyo espiralado y sin fondo en el que estaba profundizando incesantemente. Él le hacía bien a su vida y su presencia en ella se había convertido, casi sin que se diera cuenta, en una necesidad primaria para Kate.
Tal vez había sido demasiado seca con él, probablemente, si le hubiera seguido el juego, él ahora estaría ahí con ella haciendo del trayecto hacia la 12 un momento inolvidable, como todos los que pasaba con él aunque aparentemente fueran fútiles. Pero desde la otra noche en su departamento, algo había cambiado en ella, esa parte de sí misma que se negaba a ver la realidad de sus sentimientos hacia el escritor había, finalmente, abierto los ojos, y ella ya no se sentía capaz de bromear de aquella manera con él sin sentir que se exponía. Le había costado tanto aceptar lo que el escritor significaba realmente para ella que se sentía sumamente frustrada al darse cuenta que esa aceptación, lejos de acercarla a él, interponía una cierta incomodidad entre ambos. Definitivamente necesitaba un consejo y, sin lugar a dudas, la persona indicada para dárselo era Lanie.
-¿Te dice una noche de chicas hoy a las 8? –preguntó en cuanto su amiga descolgó el teléfono.
-¿Una noche de chicas? ¿Esta todo bien, Kate? –preguntó a su vez la forense, habiendo ya notado a la detective algo ausente apenas unos minutos atrás, en la escena del crimen.
-Sí, todo perfecto. Solo se me ocurrió que unas copas y una pizza en casa no nos vendrían nada mal, hace mucho que no nos reunimos … pero si tienes otros planes … -añadió, sintiéndose de repente insegura sobre si realmente era oportuno pedirle consejo a Lanie.
-No digas tonterías, cariño, para ti siempre tengo tiempo. Para eso están las amigas ¿no? Nos vemos en tu casa a las 8 en punto, ya me contarás qué es eso que te está perturbando –concluyó finalizando acto seguido la llamada provocando que Kate sacudiera la cabeza sonriente. Si había alguien en el mundo a quien le era casi imposible ocultarle algo era a Lanie, parecía como si su estado emocional fuera un libro abierto para ella.
Veredicto? Qué les pareció? Merece la pena la lectura?