Disclaimer: Fairy Tail no me pertenece.

Advertencias: algo de OoC... Pues ya, Gray está definitivamente algo OoC.

[Aporte para la Graylu Love Fest]

Título: Propuesta vaga.

Día 0: Bragas - Ropa interior.

Rated: M.

Words: 1,724.


Sin tapujos


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Ese era uno de aquellos que presidía ser de los peores. La tarde anterior había recibido la mirada inesperada de Cana en la puerta de su casa que venía con un par —o lo que parecían miles— de botellas de alcohol, según para celebrar que ya era mayor de edad. Lo que se volvía realmente irónico siendo que su amiga tenía la misma edad que Lisanna, Natsu, Gray... Y que ella.

Suspiró con algo parecido a cansancio, o fastidio, ni lo tenía claro con el dolor de cabeza que se cargaba. Por eso, decidió que ni se acercaría al gremio. Y por otro lado, daba gracias a que no hubiera pensado por ningún motivo en estar ahí todavía cuando despertara. Era una ebria, pero no por eso menos inteligente. Lucy mejor que nadie lo sabía, o creía saberlo al menos.

Aún así agradecía que le hubiera ido con esa sorpresa un día luego de su original cumpleaños, dado que hubiera sido un verdadero problema emborracharse en el gremio. Sobre todo porque no solía hacerlo, y porque intentaban mantener el lugar en buen estado, o tenían la decencia algunos de pensar aunque fuera un poco en ello a pesar de que más tarde lo olvidaran. Por supuesto el maestro tampoco decía mucho hasta que le llegaban cartas del Consejo o destruían algo.

De todos modos ese día no habría mucho que hacer, no por su parte, por lo que podría quedarse a dormir hasta que se le pasara la resaca. Por suerte Natsu no llegó en ningún momento, lo que significaba que podría descansar hasta que decidiera aparecerse con sus bochinches de niño exagerado.

Así, al menos hasta mediodía, Lucy durmió como un lirón. Por otro lado, no concebía cómo con resaca y todo despertado cerca de las nueve de la mañana...

...

Cuando eran como las dos de la tarde, con Lucy dormida y la tranquilidad del piso en completo silencio, resonó algo que la hizo levantar de un salto. No porque fuera tan ligera de sueño, sino porque había sido un ruido realmente fuerte, que sólo Natsu y Erza podrían ser capaces de ignorarlo para seguir manteniendo su relación con la cama. Con las sábanas por debajo del pecho, Lucy miró a todos lados dentro de su habitación. La luz del Sol entraba por su ventana, molestándole un poco a la vista claro, pero eso no evitó que siguiera en lo suyo de encontrar qué había sido lo que provocó tal ruido.

Por un momento se vio rogando porque no fuera Natsu. Que el chico no era muy diferente de un ladrón cuando se trataba de su apartamento, con el único problema que era todo lo bullicioso que el mundo lamentaría de probar.

—¿Natsu? —preguntó, sin embargo el silencio permaneció.

Muy extrañada, Lucy cogió las sábanas de su cama y las apartó de su regazo para poder ponerse de pie. Acto seguido no se preocupó por nada más y caminó hasta la puerta. Una vez en la sala, vestida con su ropa de ayer aún porque por la mañana la pereza y todo lo demás no la habían dejado ponerse algo más decente que su arrugada falda y blusa de ayer; volvió a mirar a todos lados.

Finalmente encontró lo que buscaba y no supo si llevarse una mano sobre la piel de su pecho que guardaba sus costillas, intentando no coger un infarto, o si reírse por ver al chico tirado en el suelo tal como había caído, justo frente a su ventana. Él pareció notar el movimiento y volteó la cabeza, tan desparramado como Lucy no lo había visto antes. Entonces lo vio enrojecer levemente, por la vergüenza seguramente de que le pillara de esa manera, pero de todos modos él terminó por sonreírle y alzar la mano de alguna manera, sólo para saludarla.

—Hola, Lucy.

—¿Quién eres tú y qué has hecho con Gray? —entrecerró los ojos.

El chico pareció bastante extrañado, hasta que la rubia sonrió y rió por la situación.

—Pues nada, ya sabes, sólo le enseñaba a asaltar una casa con segundo piso —dijo al tiempo que se levantaba, enderezándose. Una vez de pie se estiró y segundos después bajó los brazos con una exhalación casi de alivio.

—No puedo decir nada más a aparte de que haces un horrible trabajo.

—Era mejor que hablar con Natsu.

Lucy sonrió.

—Aunque que yo recordara tú también entrabas por mi ventana antes. ¿O te recuerdo esa vez que te lancé el frasco de shampoo a la cara porque entraste a mi baño? ¿Tal vez esas veces que me aparecía en la sala y tú mágicamente te encontrabas sentado leyendo o viendo algo de mi librero? ¿Y cuando leías mi...?

Gray la interrumpió.

—Hablas demasiado, ¿te lo han dicho alguna vez? Yo no venía para que me echaras en cara las veces que te he dado cuasi infartos —le dijo—. De todos modos no creo superar a Natsu, y a él no le dices nada.

—Es mi mejor amigo... y ya estoy acostumbrada a su horrible cara —sonrió.

De la misma forma, Gray acabó sonriendo de lado, también.

Luego de un momento de silencio en el que ni él ni Lucy se movieron de sus posiciones en la sala, ella decidió que eso no iba a llevar nada a ningún lado. Así que como no había comido, mínimo le preguntó si quería algo de comer. De esa manera ella no comía sola, tampoco, aunque no fuese algo que la complicara.

—No, no te preocupes, ya comeré luego. Además yo venía por una cosa en particular.

Lucy notó al instante su cambio de expresión, que si bien la diferencia no era mucho, sus ojos se encontraban algo distintos, lo que le causaba una cierta curiosidad con respecto a por qué había ido ahí, específicamente.

—¿Algo en particular? ¿Qué? —inquirió.

—Antes de decirlo. ¿Ayer te encontrabas bien? —entrecerró los ojos a espera de la respuesta.

Y a penas le dijo eso, la chica comenzó a estar realmente paranoica. ¿Qué demonios había hecho? ¿Cómo le pudo decir o hacer algo a Gray si no estaba en su casa, si se supone que ella no había salido de esta? ¿Por qué no recordaba nada de nada?

—No lo creo, Gray. Así que dime qué pasó de una buena vez —pidió realmente preocupada.

Él inmediatamente llevó una de sus manos al bolsillo de su chaqueta, para luego sacar algo en su puño, era de un color claro y estaba descolocando profundamente a Lucy. Luego, Gray lo soltó pero como tenía una parte colgando de su dedo, se estiró casi por completo, mostrando sin más preámbulos lo que era.

Unas putas bragas.

Y no es que Lucy tuviera ropa exclusiva ni nada, pero conocía bastante bien sus cosas. Además de que, ¿por qué ir donde ella a decirle eso si no estuviera seguro?

Eran sus bragas.

¿Pero por qué las tenía Gray? Eso todavía no le entraba en la cabeza, ¿cómo era eso siquiera posible?

—Ayer una flecha casi me mata mientras salía del baño de mi casa —comenzó—. ¿Conoces a alguien que las use y que más encima estas puedan desaparecer de la nada, como si se fueran con su dueño?

Eso era definitivamente vergonzoso, pero aún no podía saber si realmente de ella. Lo que fuese para evitarse el bochorno, incluso decirle que no y se las quedara. El verdadero problema es que era una de sus favoritas...

—No puedes saber si son mías realmente o no —se cruzó de brazos.

—¿Segura? Porque creo que dijiste que no creías haber estado muy bien ayer —hizo como que lo pensaba, todavía con la pantie colgando de su dedo—. ¡Eso! ¿Y si me cuentas qué fue lo que pasó ayer?

—Nada.

—Tu cara no dice eso.

Lucy volteó la cabeza y lo miró de reojo por un segundo, entonces notó que sonreía.

Y unos segundos más en que sus miradas conectaban...

—¡V-vale! —se rindió con las mejillas algo sonrojadas— C-Cana vino ayer, según para celebrar mi mayoría de edad y pues...

—Oh, ya veo —rió—, creo que lo tengo claro.

Él se acercó a Lucy, logrando que ésta tragara en seco sabedora de que no podía escapar de las consecuencias de sus locuras estando ebria. En serio, que nunca más se dejaba llevar por Cana. Con esa sonrisa en la cara, Gray puso su dedo con bragas y todo entre su cuerpo y el de ella, casi parecía estar pensando en algo que le divertía un montón.

—Pero sabes que... ¿los niños y los ebrios siempre dicen la verdad? —alzó levemente una ceja— Y esto se podría considerar prácticamente... una propuesta bastante... ¿Cómo se dice?... Ah, sí, indecente. ¿Recuerdas los libros de Erza?

Si Lucy estaba sonrojada, ahora estaba al rojo vivo y fácil se podría hacer un huevo o calentar unos malvaviscos en su rostro.

—E-estarás imaginando cosas.

—Puede ser —aceptó, asintiendo—. Aunque guárdame un secreto... —susurró— De alguna forma espero que no. Así que dime, ¿es mentira?

No se iba a engañar, siempre había encontrado a Gray bastante guapo y además era atento con ella. Si tuviera que elegir a alguien sería Gray, considerado, la hacía reír muchas veces y podía hablar muchas cosas con él. Casi no se estaría pisando la cola en ese momento de no ser porque era muy vergonzosa, a pesar de que pareciera todo lo contrario. Al menos ahora no era tanto como antes, en la actualidad esos temas se le hacían bastante ligeros.

Pero una cosa era que fuera un tema ligero que ya no le avergonzara tanto, y otra que Gray comenzara a insinuarle cosas como esas —aunque ella fuera la causante y más encima estando fuera de sus cabales.

—Lucy...

—Gray, estaba tomada —fue lo único con lo que pudo excusarse.

¡Ni siquiera sabía qué la habría llevado a tal cosa! Hasta que por un momento recordó a Cana, claro.

Oh, ¿cómo no lo pensó antes?

—Entonces...

—No creo que...

—¿Y si yo te lo pido? —preguntó de repente, tomándola por sorpresa— ¿Cuál sería tu respuesta si yo te lo preguntara?

Luego de eso, sabía que no le quedaba de otra más que contestar lo que quería saber. ¿Pero qué era lo correcto? ¿Y si más tarde se terminaba arrepintiendo?

Sobre todo porque no recordaba haber tratado antes con ese Gray.