Disclaimer: Los personajes pertenecen a Akira Toriyama. Esta historia es una traducción del fanfic Make a Wish, escrito por aria710. Los créditos van a la verdadera autora.

Nota de la autora: Hola, espero que no me odien mucho. Me gustaría decir que este capítulo es mucho más feliz y satisfactorio, pero no lo es. Esta historia es sólo el principio, y empiezo a creer que esta 'secuela' que estoy escribiendo no es tanto una secuela, sino una segunda parte. Y no se preocupen, esta historia es como una bebé para mi, y jamás la dejaría incompleta. La universidad es una perra, y es el final del semestre por aquí, así que me tomará un poco de tiempo actualizar, pero prometo que lo haré. Espero que este 'epílogo' aclare muchas dudas. Sin más que decir: Gracias a todos. No puedo expresar correctamente mi agradecimiento a todas las personas que han leído, comentado y seguido este fic hasta el final. Ustedes son mi inspiración para seguir escribiendo.


Capítulo 17

De regreso a casa

La chica cayó sobre su trasero en el terreno blando y arenoso, el aire era fresco y cálido, coloreando de inmediato sus mejillas de un tono rojizo. "¿Qué… qué demonios…"

-¡Bulma!

Fue sofocada de repente por un niño vestido de color naranja brillante. Su cabello oscuro tenía picos que salían en todas las direcciones, y Bulma sintió un intenso dolor en sus músculos debido al enérgico abrazo.

-Goku, ¿eres tú?

-¡Bulma! ¡Estás a salvo! ¡Lo hicimos! ¡Las esferas del dragón funcionaron! –Goku rió alegremente, manteniendo su abrazo mortal.

La mente de la chica seguía nublada. "¿Esto es real? ¿Estoy en la Tierra?" No tenía ningún sentido. Estaba a punto de desactivar el localizador. Estaba en Karbos. Junto a Vegeta. Pero sus ojos azules solo podían ver al pequeño niño abrazándola.

-Err… sí, funcionó, pequeñín. Pero, ¿te molestaría dejarme ir? ¡Te has vuelto demasiado fuerte!

-Jaja –Goku aflojó su agarre sobre el pecho de Bulma, rascándose la cabeza con aire de culpabilidad-. ¡Es porque he estado entrenando con el Maestro Roshi!

La chica estrechó los ojos.

-¡Ese pervertido! Espero que solamente te haya enseñado a luchar, Goku.

-Bueno, eso creo. ¿Por qué no se lo preguntas? Estamos en su isla.

Fue entonces cuando la chica notó la claridad del ambiente; el sol brillaba libremente, sin ser opacado por la rojiza atmosfera. Ya no se encontraba en Karbos, en medio del espacio, en algún lejano y desconocido lugar del universo. Era irreal. Tomó la arena de la playa en sus manos, dejando a los granos dividirse y caer a través de sus dedos. El océano era hermoso, claro y brillante. Bulma observó las olas chocar contra la orilla una y otra vez, hundiéndola en un letargo ilusorio. "Vegeta…"

-¿No viste a alguien más? –Bulma contenía su aliento, sin darse cuenta de lo que preguntaba.

-¿Alguien más? –Preguntó Goku-. ¿A qué te refieres?

-No lo sé… solo pensé que podría haber otro chico aquí con nosotros.

Ella sabía que eso era imposible. Ellos no pensarían en Vegeta… ¡ni siquiera sabían quién era. "Está solo de nuevo." Ese pensamiento rompió su corazón. Ella no podía volver a mirar a Goku, su cola le recordaba demasiado al chico que había abandonado. "¿Estará vivo?" Jeice podría haberlo encontrado. Lo estuvo esperando un largo rato, o al menos había parecido un largo rato. Bulma podía ser muy impaciente a veces. Podrían haber transcurrido solo 10 minutos pero, ¿y si fue más que eso? La repentina oscuridad que la rodeó mientras era transportada de vuelta a su mundo había distorsionado un poco sus pensamientos. ¿Y si había pasado un largo tiempo? ¿Y si Vegeta estaba muerto?

Goku sonrió repentinamente y la tomó de la mano.

-¡Oh, ya entiendo! –El niño la llevó alrededor de la Kame House-. ¡Él está por aquí!

Los ojos de Bulma se agrandaron con pura emoción. "¿Vegeta está aquí? ¿Pero cómo?" Su mente analizó las posibilidades. "Tal vez el Dios Dragón respetó mi promesa hacia él… ¡o tal vez mi anterior deseo alteró el de Goku y nos trajo a ambos aquí!" La chica sonrió. Eso parecía bastante plausible. Ella había pedido estar con su hombre perfecto, y si alguien hubiera deseado su regreso a la Tierra tendría sentido que…

-¡Yamcha! –Exclamó Goku-. ¡Yamcha! ¿Por qué te escondes? Sabías que Bulma vendría –el niño se rascó la cabeza-. Vaya, qué raro. Él estaba tan emocionado de pedir tu regreso.

Bulma intentó ocultar su decepción, mostrándose interesada.

-¿En serio?

-Sí. ¡Estábamos entrenando para este gran torneo! Algo así como Budokten…

Se escucharon suaves pasos, mientras otro niño se acercaba. Llevaba el mismo uniforme que Goku, con el kanji de kame escrito en el pecho. Tenía la cabeza afeitada, y Bulma pudo distinguir seis pequeñas marcas de quemadura en su frente.

-El Tenkaichi Budokai, idiota –corrigió él.

-¡Eso es! –Asintió Goku-. ¡El torneo mundial de las artes marciales! ¡Fue increíble! ¡Yamcha estuvo allí, y también Krilin y un tipo realmente fuerte llamado Jackie Chun que logró vencerme, pero el torneo tuvo que ser retrasado por alguna razón, ya que este monstruo enorme apareció de la nada y destruyó la arena!

El otro niño se estremeció ligeramente y suspiró.

-Realmente eres torpe, ¿lo sabías?

La chica notó la reacción del otro niño, y sus ojos se enfocaron en la cola de Goku.

-¿Había luna llena? –preguntó ella.

-Sí, así que ya lo sabes… -el niño volvió a mirar a Goku-. Goku dijo que podría ser el mismo monstruo que asesinó a su abuelo, así que no debemos hablar de ello –dijo él, tendiendo la mano hacia ella-. Soy Krilin, por cierto.

-Yo soy Bulma.

-Sí, sí, lo sé –replicó el niño-. Aquel tipo no dejaba de hablar de ti, y de quejarse sobre cuándo podría volver a verte.

Bulma suspiró con repugnancia.

-¡Ese Maestro Roshi es un baboso! ¡Sé que Oolong fue demasiado lejos con sus chistes cuando estuvimos en la Montaña de Fuego! ¡Uf!

-No se refería al Maestro Roshi –pronunció una voz de repente.

La voz era familiar, y ella inmediatamente volvió la mirada para encontrarse con Yamcha, su largo cabello ahora cortado, enmarcando su rostro de manera agradable.

-¿Yamcha?

-Hola, Bulma -el chico tomó una profunda respiración antes de dar otro paso hacia ella. Su boca se abrió para decir algo más, pero el pobre hombre parecía incapaz de pronunciar palabra. Fue entonces cuando Puar, el pequeño gato azul, voló desde su espalda, tosiendo un poco para sacar a Yamcha de su trance. El bandido tragó saliva y continuó-. Yo… um, me alegra verte de nuevo.

Goku agarró la camisa de Bulma, tirando suavemente.

-Él estaba muy preocupado por ti, Bulma. Dijo que debíamos usar tu radar para encontrar las esferas del dragón y pedir tu regreso.

La chica sintió la ira desatarse en su cuerpo.

-¡Así que tú tenías mi radar! ¡Rayos, Goku! Estaba muy preocupada. Me tomó una eternidad hacer esa cosa, y tú lo tomaste sin permiso.

-Lo siento, Bulma. Pero de verdad quería encontrar a mi abuelito de nuevo, después de que el dragón cumpliera tu deseo.

Bulma suspiró. "Qué niño tan ingenuo." El joven Saiyajin realmente pensaba que su abuelo era la esfera de cuatro estrellas.

-Bueno, de todos modos no lo necesitaba en el lugar a donde fui.

-¿A dónde fuiste, Bulma? –preguntó Yamcha, pareciendo encontrar su voz de nuevo.

Ella no estaba acostumbrada a escuchar su nombre tan a menudo. Bulma. Bulma. Bulma. Sus pensamientos seguían volviendo a Vegeta, su cabello y ojos negros, su innecesaria obsesión de llamarla 'chica' o 'muchacha', reservando su nombre para situaciones en que realmente significara algo. En aquella pequeña isla, situada en uno de los lugares más cálidos el planeta, ella sentía frío. Extrañaba su calor, su energía, su fuego. "Vegeta… te has ido, ¿cierto?"

-¿Bulma?

Allí estaba de nuevo. Desde el suelo volvió a mirar a Yamcha, sus ojos oscuros contenían una rara cantidad de preocupación. El ladrón del desierto, aparentemente ahora convertido en peleador aficionado, era un chico muy extraño. Los había perseguido por kilómetros y kilómetros, intentando robarles las esferas del dragón, y cuando al fin logró conseguirlas, ¡había usado su deseo para traerla de vuelta! "¿Qué era exactamente lo que pensaba pedir originalmente?" La chica sonrió después de un momento.

-Me gusta tu pelo –susurró ella.

Él lo había mencionado justo antes de que Goku usara el Kamehameha para salir de aquella prisión, recordó ella. Sus deseos eran tan similares, tan increíblemente superficiales, pero había parecido lo más importante para ella en ese instante. Se preguntó qué pediría Vegeta si tuviera la oportunidad. ¿Ser más fuerte que Freezer? ¿Su libertad? Pero ella se había abstenido de hablarle sobre las esferas. Eso seguramente lo hubiera llenado de vergüenza y frustración. Él había trabajado duro para sobrevivir, trabajado sin descanso para volverse más fuerte, ¿y de qué serviría todo ese esfuerzo si pudieras simplemente pedirlo en un instante? El obstinado príncipe no habría estado contento con eso. Se hubiera visto tentado, pero completamente avergonzado de intentar tomar el camino fácil.

La chica lamentaba su decisión ahora. Tal vez si le hubiera contado todo, él habría decidido regresar a la Tierra con ella mucho más pronto. Podrían haberse evitado la mayor parte de aquel fiasco, y habrían podido estar juntos en ese instante.

-Gracias, Bulma. Escuché… um, que a las chicas les gusta el cabello corto ahora. El tuyo luce excelente también. Me gusta largo…

Bulma logró soltar una pequeña sonrisa ante sus palabras, pero su estómago se sentía enfermo, torcido con nauseas inoportunas. Rápidamente apartó la vista de Yamcha y se volvió hacia Goku.

-Deben ponerme al día en todo. ¿Lograron escapar del Emperador Pilaf?

Krilin levantó una ceja.

-¿Quién?

-Sí, lo hicimos. ¡El monstruo gigante apareció y destruyó su castillo! –respondió Goku con tono triunfante, como si en el fondo supiera que él había sido el que lo hizo.

"¿Es en serio?" Bulma recordó su deseo de que el Oozaru le enseñara una lección a Pilaf. Ella echó una mirada a Yamcha, cuyo rostro palideció de inmediato con el recuerdo.

Goku continuó, haciendo caso omiso a las expresiones y miradas extrañas de los que lo rodeaban.

-Y después de eso fui a entrenar con el Maestro Roshi para el torneo. Allí conocí a Krilin y a Launch, a quien probablemente debas conocer en otro momento ya que acabó de estornudar hace poco. Luego viajamos a la ciudad, en donde me encontré con Yamcha de nuevo. Él estuvo entrenando todo este tiempo para encontrar las esferas del dragón y traerte de vuelta.

-¿Es eso cierto? –Bulma sonrió al ver el ligero sonrojo en el rostro de Yamcha. Era difícil no pensar en Vegeta. Demonios, quería pensar en él, pero eso la hacía sentir mareada. Los pensamientos sobre él sólo traían insoportables sentimientos de culpabilidad. Ella lo había abandonado sin saberlo, y no podía hacer nada al respecto sin poner en peligro su planeta. La chica bajó la cabeza, intentando esconder la expresión de tristeza en su rostro-. Eso fue muy dulce de tu parte, Yamcha.

El adolescente se acercó a ella, con demasiada timidez como para mirarla a la cara.

-Me di cuenta… que me ayudaste a cumplir mi deseo –dijo el chico-. Cuando estábamos en el castillo de Pilaf, no tuve miedo de estar cerca de ti… al menos no tanto como en ocasiones anteriores. Yo… quería agradecerte.

-¿Arruinando mi deseo? –acusó Bulma en broma. Había arruinado su tiempo con Vegeta, y para ser sincera, estaba muy enfadada por eso. Pero Yamcha sólo había estado preocupado por ella. Todos simplemente habían querido ayudarla. Pero aún así, no podía evitar sentirse traicionada-. Gracias, Yamcha -logró pronunciar ella, a pesar de que no se sentía agradecida en lo absoluto.

-¡Déjame terminar! –Exclamó Goku, agitando sus manos-. Entonces, Yamcha preguntó si sabía en dónde habías conseguido el radar del dragón. Y por supuesto, no lo sabía, pero le dije que yo lo tenía y que deseaba encontrar a mi abuelito después del torneo. Y después del ataque del monstruo gigante, les tomó tres meses reconstruir la arena para que Jackie Chun y yo pudiéramos terminar nuestra pelea. ¡Y durante ese tiempo encontramos todas las esferas! Fue muy fácil con la nube voladora. El Maestro Roshi había dicho que debíamos pedir la reconstrucción de la luna, pero tan pronto como Yamcha le dijo que íbamos a desear tu regreso se puso muy contento.

"Claro que sí, viejo pervertido."

-Ya le conseguimos una chica –dijo Goku rascando su cabeza-. No entiendo para qué necesitaría otra. Eso no tiene sentido.

Krilin suspiró y palmeó a su amigo en la espalda.

-Goku, si algún día tienes hijos, eso realmente sería un milagro.

-¿Hijos? Krilin, la gente no puede tener hijos así simplemente –respondió Goku, en tono completamente serio.

Su amigo entrecerró los ojos con exasperación.

-Entonces, ¿de dónde crees que vienen los niños, Goku?

-¡Pues de cielo, por supuesto! –Tanto Yamcha como Krilin parecían demasiado aturdidos para hablar-. Al menos eso fue lo que dijo mi abuelito cuando le pregunté de donde había venido. ¡Dijo que un día caí del cielo y él me recogió!

"¿Debería decirle que es un Saiyajin?" Se preguntó Bulma. Pero, ¿cómo empezaría a explicar algo como eso? Ah, hola Goku, conocí a tu príncipe hace poco. Sí, a tu príncipe. Eres un Saiyajin, ¿no lo sabías? ¿Qué es un Saiyajin? Oh, es sólo una raza guerrera extraterrestre prácticamente extinta. Conocí también a tu hermano mayor. ¿Por qué estás aquí? Pues, originalmente fuiste enviado aquí para matarnos.

Eso no sonaba muy convincente.

-Ugh –gruñó Krilin-. No es de extrañar que seas tan tonto. Es probable que hayas aterrizado de cabeza.

-¡Oye! Es fue muy malo –replicó Goku, su cola sacudiéndose en ligera ira.

-Lo siento, Goku, pero es cierto. Olvídate de tener hijos. De seguro nadie se casaría contigo.

-¿Casarse? ¡Ah, te refieres a esa comida de la que me habló Milk!

El calvo muchacho miró a su amigo con desesperación y luego le dio una palmada.

-Volvamos a la casa, Goku.

-¿Qué? ¿Acaso el Maestro Roshi tiene esa comida dentro?

Krilin empujó a su amigo con él, suspirando todo el camino hasta la puerta de la Kame House. Dejaron a Yamcha y Bulma solos, únicamente con los cangrejos y peces haciéndoles compañía. Puar había entrado a la casa por la ventana, luego de que Yamcha le hizo una señal.

-¿Recibiste tu deseo? –preguntó Yamcha de repente, tartamudeando mucho menos.

-No.

La repuesta salió de su boca antes de que ella pudiera pensar. No había conseguido el novio perfecto. Había sido enviada a un mundo completamente diferente al suyo, ¿y para qué? ¿Para conocer y querer a este príncipe, solo para que luego sea arrancado cruelmente de su vida? No había ninguna posibilidad de verlo de nuevo, incluso si estuviera vivo. "Tiene que estar vivo." El chico estaba a millones de kilómetros, años luz o universos lejos de ella. No importaba cuánto exactamente. Estaba atrapado allí y ella no podía volver. "Tal vez pueda desear que sea transportado aquí."

Pero descartó esa idea rápidamente. ¿Cómo haría funcionar algo así? Vegeta, el terco e iracundo príncipe, ¿iba a ser qué? ¿Su huésped? ¿Su novio? Él no encajaba en este pequeño mundo, no mientras Freezer aún lo perseguía como un fantasma. "Si es que todavía está con vida." E incluso si ella pudiera traerlo aquí, Freezer podría perseguirlo. Raditz y Nappa sabían que ella era de la Tierra, ¿cierto? Y la chica no confiaba en ellos. No… traerlo hasta allí sería muy peligroso. Y volver a estar juntos parecía imposible.

Trataría de olvidar ese incidente, lo tomaría como una casualidad cósmica de algo que no estaba destinado a ser.

-Lo siento. De haber sabido que lo estabas pasando mal, hubiera deseado tu regreso cuanto antes –dijo Yamcha de repente. Ella lo sintió acercarse por detrás, sus ojos negros sobre ella. Él era un luchador. Al igual que Vegeta. Era un bandido, lleno de peligro y aventura.

Ella amaba las aventuras, ¿no?

-Hubieras pedido mi regreso de todos modos –Bulma se volteó de repente, tomando a Yamcha por sorpresa. Ella trataba de distraer su mente, poniendo sus manos en sus caderas y observándolo con una expresión de molestia.

-Bulma…

Su torpeza la hizo reír.

-Querías verme de nuevo desesperadamente, ¿cierto? Aunque no puedo culparte –ella sonrió con arrogancia.

Yamcha se limitó a ruborizarse.

-Tú eres… algo especial, un enigma. Creo que jamás entenderé a las mujeres.

-Permíteme ayudarte –dijo Bulma, ofreciéndole su mano. El chico la miró con curiosidad antes de tomarla, conteniendo la respiración e intentando no perder el conocimiento. La chica habló con suavidad-. Digo, eso sería…

Conveniente. Simple. Fácil.

Esas fueron las palabras que deseaba decir. Sin complicaciones. Sencillo y cotidiano. Todo lo que Vegeta y ella no habían sido. La sonrisa de Bulma se borró, el recuerdo del príncipe la dejó sin palabras.

Yamcha asintió, mordiéndose el labio, demasiado sorprendido como para hablar. Su agarre en la mano de Bulma se apretó, sacando a la chica de su trance.

-Podemos entrar si quieres. Me gustaría ver a Oolong –dijo ella, sonriendo ligeramente.

-Me alegro… de que estés aquí, Bulma.

Ella se sonrojó un poco ante las palabras de Yamcha, dejando a su mente comenzar a olvidar, a pesar de que eso parecía imposible en ese momento. Bulma estaba de vuelta en su propio mundo, ese simple y pequeño mundo en donde la gente no deseaba libertad o poder ilimitado. Su hogar. En donde diminutos emperadores podrían intentar dominarlo, pero eran demasiado ingenuos como para representar un verdadero peligro. En donde ningún villano deseaba asesinar a toda la población, para convertirlo luego en un spa o centro turístico, todo por simple entretenimiento. Aquí, los niños querían encontrar a sus abuelitos. Los chicos querían superar sus fobias y hablar con chicas, no huir de sus jefes despiadados. Y las chicas querían conseguir novios perfectos, un deseo completamente imposible.


Nota de la traductora: Como dijo la autora: la universidad es una perra. Sin embargo, finalmente estamos aquí. Espero hayan disfrutado leyendo esta historia, tanto como yo disfruté traduciéndola. Difícilmente podría encontrar un pasatiempo más gratificante. Sólo quiero anunciar que empezaré a traducir la secuela tan pronto como me sea posible. Espero entonces encontrarnos de nuevo por aquí. Nos leemos luego y buena suerte en todos sus proyectos.