Nota del Autor: No hay ataques a personajes, y no hay ninguna pareja obvia más allá de unas cuantas referencias de fondo para establecer algo. El canon se desvía a partir del final del último libro, así que no concuerda con el epílogo. He intentado extraer la mayor parte de referencias desde el Harry Potter Lexicon, pero mantuve un poco del fanon, principalmente la idea de barreras mágicas y un par de hechizos. Hay unos pocos hechizos que inventé yo, junto con varias fechas de nacimiento que no fueron entregadas en el canon. Si he metido la pata en alguna parte, me disculpo de antemano. Hay unos cuantos OC de soporte para representar el mundo mágico, pero ninguno que aparezca con frecuencia. He seguido el canon de Pottermore en que los padres de James Potter fueron Fleamont y Euphemia, pero no mantuve el resto. Como en el canon, la historia esta escrita limitándose a la tercera persona, solamente con el punto de vista de Harry (con la excepción del epílogo). Esto incluye sus despistes y conclusiones erradas.
La historia se encuentra terminada y cercana a las 133k palabras. Posteada aquí y en AO3 (ambas bajo el seudónimo holdmybeer).
La clasificación es para temas adultos (es decir asesinatos y referencias a crímenes de mortífagos, y entre otras cosas violación), pero no hay violencia gráfica ni sexo. Harry es un Señor Oscuro en nombre más que en acciones, cuando menos en sus inicios, pero perturba un nido de avispones y tiene que lidiar con las consecuencias.
Contiene una pocas, muy pocas, citas del canon. Principalmente trocitos de diálogos de Voldemort. Cuando aparezcan, será en itálica, y deberían notarse claramente de acuerdo al contexto.
Y, como nota final, en forma deliberada no escribí el Juramento Inquebrantable. Mi fraseología legal no se siente a la par del desafío.
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"LA SUMA DE LAS PARTES"
Título Original: "The Sum of Their Parts"
Autor: holdmybeer
Traducido con permiso del autor por BlazeVein.
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((1))
Harry podría señalar el momento exacto en que el Ministerio fue demasiado lejos.
Él podía vivir con el acoso y las no-tan-calladas expectativas de que él se convertiría en un títere del Ministerio o en una pieza viviente de la propaganda de los Aurores. Él podría vivir con las demandas apenas escondidas de que él y Ron y Hermione debían regresar a Hogwarts para cursar un séptimo año apropiado y demostrarles a todos que todo estaba bien, de nuevo en paz y prosperidad. Inclusive él podría vivir con los periodistas siguiéndolo, con los fans y los enemigos, y la gente demandando por qué no había terminado con eso más rápido, terminado mucho más pronto, terminado antes de que sus seres queridos murieran, o que sus negocios se incendiaran, o que alguien los emplazara bajo el Cruciatus, o cualquier cosa que los hiciera decidirse a que ser serviles con Voldemort no se encontraba después de todo dentro de sus mejores intereses.
El momento en que el Ministerio volcó su atención hacia los licántropos y los vampiros y los gigantes (porque ellos eran Oscuros y *obviamente* partidarios de Voldemort), Harry supo que no podía permitírsele que continuara.
Harry no sabía si Teddy Lupin era un hombre lobo, y no le importaba un pepino. Remus Lupin habría tenido sus debilidades, pero había sido un buen hombre, y Harry haría cualquier cosa con su ahora considerable poder para mantener a lo último que quedaba de su familia a salvo.
El Ministerio tendría que ser detenido. Ni siquiera El-Hombre-Que-Venció contaba con el poder de hacer eso, pero Harry nunca había permitido que una cosa mínima como esa se interpusiera en su camino.
Fue esa mañana a inicios de septiembre en Grimmauld Place, cuando Harry se puso de pie en silencio, hizo a un lado la publicación ofensiva del Profeta Diario, y dejó la cocina para hacer estallar en pedazos una docena de estatuas conjuradas, cuando él se dio cuenta que Voldemort había ganado después de todo.
Harry Potter no podía cambiar el mundo mágico. Dumbledore no podía cambiar el mundo mágico. Ni siquiera el maldito Lucius Malfoy en su mejor momento político apenas podía evitar que el Ministro y el Wizengamot hicieran algo estúpido en el momento que les diera la espalda. Voldemort sólo logró quedar a cargo debido a la maldita incompetencia y cobardía por parte de sus oponentes, y no por algo que Malfoy hubiera hecho.
«No hay bien ni mal, sólo poder y aquellos demasiado débiles para buscarlo.»(1)
Ya no había fragmento de Voldemort que le ofreciera traer a sus padres de vuelta. No eran necesarios. Harry tenía un ahijado que proteger, y había visto demasiadas buenas personas morir para permitir que se aprobara ese tipo de idiotez racista.
El mayor factor para el cambio en el mundo mágico europeo en sesenta años había sido un Señor Oscuro.
Malos cambios, cierto, pero habían sido cambios, lo que era más de lo que había visto que nadie más consiguiera.
No Dumbledore. No Malfoy. No una fila de Ministros de Magia incompetentes.
Voldemort. Grindelwald.
Si eso mantendría a salvo a Teddy Lupin, entonces Harry con mucho gusto sumaría Potter a esa lista.
Hermione lo supo el momento en que lo vio. Después de su año viviendo juntos como fugitivos, él no pensaba que fuera capaz de nuevo de guardar un secreto de ella; Hermione lo conocía demasiado bien para eso.
Apenas hubo puesto pie en la sala de Grimmauld Place, con Ron detrás de ella, cuando frunció el ceño en su forma tan propia de Hermione y luego suspiró. No fueron las estatuas destruidas, ya que él las había desvanecido de nuevo, aunque no apostaría que de alguna manera también supiera acerca de estas.
Las defensas de privacidad que fluyeron de su varita eran instintivos para todos ellos esos días, y Ron ni siquiera parpadeó. Otro año como máximo y Hermione sería capaz de conjurarlas sin hablar, al igual que Harry había convertido en un arte la barrera silenciosa reforzada sobre la pintura de Walburga Black.
―¿El Profeta? ―preguntó ella.
―El Profeta, el Wizengamot, en realidad, todo el mundo mágico de Gran Bretaña ―replicó Harry encogiéndose de hombros―. ¿Té? Acabo de hacer una tetera.
Hermione frunció de nuevo la frente, pero permitió el cambio de tema―. Sí, por favor. Sin embargo no pienses que te vas a librar sin dar una explicación.
―Nunca ―concordó Harry con afecto. Un hechizo bien practicado y un movimiento de su varita enviaron tetera, tazas, y platillos junto con un paquete de galletas flotando por el aire en un desfile desde abajo en la cocina, subiendo las escaleras hasta la mesa pequeña. Todavía se sentía como una indulgencia el ser capaz de utilizar abiertamente la magia y para algo tan trivial―. ¿Ron?
―Como no creerías ―Ron se dejó caer desgarbadamente sobre el viejo diván con la naturalidad de alguien que ha hecho suyo antes un lugar incontables veces―. He estado ayudando a papá con La Madriguera toda la mañana. Mamá. . .
Su voz se apagó. Ninguno de ellos necesitaba una explicación. Molly Weasley no había tomado bien la muerte de su hijo, y George casi se había retirado del resto del mundo.
―Si puedo ser de ayuda ...―ofreció Harry en voz baja.
Ron meneó la cabeza―. Eso quisiera ―recogió una taza de la fila oscilante y se la quedó mirando por un momento―. Es agradable contar con este lugar. Todavía tengo mordeduras de Doxy de esa caja de tapices en el ático, pero es un lugar donde . . . que no es mi casa, ¿sabes? No tengo que preocuparme aquí por decir algo estúpido. Imagino que se pondrá mejor en casa con el tiempo, pero...
Harry probablemente no lo entendía tan bien como debiera, pero podía igual sentir empatia.
―Aquí cuentas con un lugar, amigo. Tan seguido y por el tiempo que quieras quedarte. Yo todavía no he podido acostumbrarme al silencio cuando estoy solo ―le dio una mirada a Hermione―. Y eso va para los dos. Si La Madriguera se vuelve demasiado.
Ron le dirigió una sonrisa cansada. Hermione se estiró y le dio un apretoncito en la mano en gratitud silenciosa.
Quedaron en un cómodo silencio. Harry tomó la tetera y una taza de la fila oscilante de utensilios de cocina y procedió a servir té a Hermione. Ron recogió un plato y las galletas, y los siguientes minutos se llenaron con el sonido de porcelana contra porcelana, té siendo servido, y el rasguido del papel que envolvía las galletas.
Harry para entonces lo consideraba un ritual. Tenía la hora ya calculada, y normalmente tenía el agua hirviendo para cuando sus amigos llegaban desde la Madriguera.
Los dos se veían tan cansados como Harry se sentía por esos días. Todos los Weasley estaba lidiando con la pérdida de Fred, y si bien Hermione había elegido dejar a sus padres en Australia, los dos sabían que la decisión aún la mantenía despierta algunas noches.
«Ellos son felices ―había dicho ella cuando regresó tal como había partido: sola―. Nunca antes lo fueron. Yo no puedo... yo ahora soy una Bruja. Ellos nunca se sintieron cómodos conmigo. No puedo arrebatarles a ellos de nuevo esa felicidad.»
Y quizás no podía, quizás era la decisión correcta, pero su fatiga todavía era visible, y Harry no conseguía recordar la última vez que alguno de ellos fuera verdaderamente feliz.
Neville se encontraba ahora en Hogwarts, con el castillo restaurado en su mayor parte y preparado para los estudiantes. Al igual que Ginny, y Luna, y la mayoría de los otros. Harry esperaba que ellos estuvieran manejándolo mejor que él.
El silencio se extendió.
Por fin, Hermione bajó su taza.
―Estás a punto de hacer algo increíblemente insensato ―ella le dijo sin rodeos―. Conozco esa expresión. Habla.
―La única fuente real de cambios en el mundo mágico en el último siglo han sido dos Señores Oscuros. Malos cambios ―añadió Harry antes de que Hermione lo hiciera―, pero fueron cambios.
―¡Cambios horribles, Harry! ―estalló Hermione con enojo―. ¡Grindelwald fue directamente responsable de la Segunda Guerra Mundial! ¡Voldemort hubiera continuado donde él lo dejó, ya había comenzado con los campos de exterminio!
Harry inhaló aire lentamente―. Lo sé. Créeme, lo sé. Ellos fueron los bastardos más viles y malévolos en siglos, pero no todos los Señores Oscuros lo fueron. El Ministerio en forma rutinaria cataloga a cualquiera que vaya en contra suya como Oscuro. La Historia se encuentra escrita por los vencedores. Herwald el Traicionero fue un Señor Oscuro nacido-de-muggles que se dice trajo el conocimiento de la creación de Inferi a Gran Bretaña, pero la biblioteca de los Black tiene libros cincuenta años más viejos que él que mencionan el proceso en repugnante detalle. Su causa fue los derechos igualitarios para los nacidos de muggles. Eso es todo. Él falló, fue juzgado y ejecutado por alta traición, y los derechos de los nacidos de muggles retrocedieron un siglo.
―Uno pensaría que "Señor Oscuro" hubiera sido suficiente sin todo ese asunto de alta traición ―murmuró Ron―. No era mucho Señor Oscuro sin embargo luchando por los derechos de los nacidos de muggles, ¿no es así?
Hermione lucía un poco pálida―. El castigo tradicional para un hombre convicto por alta traición era ser colgado, arrastrado y descuartizado. "Señor Oscuro" significaba que ellos podían primero desprenderlo de su magia. Existen ... ilustraciones. Yo también leí ese libro, Harry.
Ron se veía un poco asqueado. Harry no lo culpaba.
Hermione enderezó los hombros y le dio una mirada afilada a Harry―. La mayoría de ellos fueron malvados. Les llaman Señores Oscuros por una razón.
―Pero no todos ―discutió Harry―. Si él hubiera tenido éxito, probablemente ahora lo conoceríamos como un héroe a la par con Dumbledore. Él fracasó, y la historia fue escrita por alguien más. Si Voldemort hubiese ganado, hubiera hecho que Dumbledore fuera el malo... oh, cierto, probablemente no hubiera podido hacer que lo llamaran un Señor Oscuro, pero definitivamente lo hubiera convertido en un enemigo de todo lo mágico en cada libro de historia que saliera. Por trabajar en contra de los pobres, inocentes y honrados sangre puras, alentando que los sangre sucia corrientes robaran la magia de sus superiores ofreciéndoles una educación...
―¡Eso no fue lo que sucedió! ―siseó Hermione.
―¿Quién lo recordaría después de treinta años de adoctrinamiento de Voldemort? ―espetó Harry en respuesta―. Eso hubiera sido lo que Malfoy y cualquier otro Director mortífago en Hogwarts hubiera hecho, y tu lo sabes.
Los ojos de Hermione se estrecharon en una mirada rabiosa―. ¿Así que ahora Grindelwald es una pobre víctima incomprendida de la propaganda política?
―No. Grindelwald fue un aspirante a dictador con delirios de dominación mundial, pero si eso es lo que conllevará el mantener a Teddy a salvo, entonces el maldito mundo mágico lo tiene bien merecido.
―¡Tu no puedes apoderarte sencillamente del mundo mágico!
―¡Bueno, tampoco puedo permitir que sigan de este modo! Mira ese condenado proyecto de ley acerca de los hombres lobos. ¿Y que pasaría si conseguimos ganar una excepción para Teddy? ¿Quién sería su próximo blanco? ¿Hagrid por ser mitad gigante? ¿Fleur por ser parte Veela? Ah, ya sé, ¡el profesor Flitwick por tener un tataratatarabuelo goblin!
―¿Y que sucederá cuando el mundo mágico se oponga? ¿Vas a amenazar al Profeta y al Quibbler? ¿Vas a cazar a los disidentes para que "cambien su parecer"? ¿Quién va a evitar que te conviertas en otro Tom Riddle?
Ron, quien apenas había conseguido seguir esta discusión fragmentada, metió un―. ¡La puta madre! ―y fue testamento al estado mental de Hermione que ella no lo reprendió.
Bajo los ojos de sus dos mejores amigos, Harry sintió que su rabia se desvanecía tan rápido como había llegado―. Las dos únicas personas que han estado ahí a pesar de todo ―dijo con mucha suavidad.
El silencio fue pesado y espeso con la tensión. Ni Harry ni Ron se atrevieron a hablar y hasta la actitud furibunda de Hermione disminuyó levemente.
―¿Y tu escucharías?
Ella no estaba convencida, pero estaba dispuesta a escucharlo. Harry también reconocía esa expresión. Era de legítima preocupación. Tom Riddle al final se encontraba tremendamente demente, y Grindelwald ayudó a gatillar una Guerra Mundial, pero los dos en cierto punto creyeron estar haciendo lo correcto. La magia oscura era adictiva, y el poder era aun peor.
―Yo haré un Juramento Inquebrantable. Juraré parar en el momento que digas que me he pasado de la raya.
Hermione se quedó paralizada por un momento. Ron solamente se les quedó mirando con los ojos muy abiertos a los dos mientras esta discusión inarticulada se tornaba seria a morir, pero Harry solamente tenía ojos para la reacción de Hermione. Era a ella a quien él necesitaba convencer, ella era la única quien podía verlo ganando o fallando antes de siquiera intentarlo, y si era un Juramento lo que se necesitaba para tenerla a bordo con este plan, entonces él lo ofrecería con mucho gusto.
―Llevará un tiempo el escribirlo ―dijo ella por fin. No era todavía una aceptación sino una disposición a considerarlo.
―Por lo menos cuatro pies de pergamino, probablemente, para cubrir todos los resquicios posibles ―concordó Harry con una pequeña sonrisa irónica.
―Voy a necesitar la biblioteca Black.
―Lo que quieras ―prometió Harry.
―¿Hermione? ―Ron frunció el ceño, y Hermione suspiró, un poco cansada, pero en mayor parte con resignación.
―Al parecer vamos a fabricar a un Señor Oscuro.
Ron no estaba convencido. Hermione, a pesar de su consentimiento, todavía tenía el ceño arrugado. Harry se lo esperaba. Ambos también conocían por experiencia que Harry era tan terco como una mula y casi imposible de disuadir de cualquier curso de acción en que estuviera decidido. Se trataba, lo sabía con una sensación pesada de culpabilidad, sólo de ganar por cansancio. Ellos lo seguirían, como siempre lo era con ellos tres, a pesar de discusiones y rabia y todo lo demás, y un día probablemente eso conseguiría matarlos.
Su idea era estúpida, peligrosa, y los metería en montones de problemas en el mejor de los casos y los mataría en el peor, ¿pero como sería eso diferente del resto de lo que habían pasado desde que comenzaran en Hogwarts?
Hermione no había apreciado este argumento.
―En Hogwarts no tuvimos una opción ―discutió ella―. ¡Estábamos peleando contra Voldemort!
―Y ahora estamos luchando contra el tipo de sociedad que creó a Voldemort en primer lugar ―concordó Harry―. Dime que estas feliz con como se han conducido los juicios de los mortífagos. Dime que parece que no seguirán cometiendo los mismos errores una y otra vez.
Hermione no contestó. Ron tan sólo suspiró.
―Papá dice que ellos no pueden ir detrás de todos. Eso destriparía al Ministerio. Hay un montón de personas que no fueron mortífagos, pero que les siguieron la corriente para conservar sus empleos o proteger a sus familias ―se escuchó su enojo y amargura, nada como el Ron que Harry conociera por siete años, pero ellos lo comprendían―. Nosotros luchamos y sangramos y morimos, para que ellos pudieran mantener sus cabezas gachas por unos pocos meses y continuaran como sin nada hubiera cambiado; tal como lo hubieran hecho si Voldemort hubiera ganado. Malditos Slytherin.
―Slytherin tenía ambición ―discrepó Harry―. Estos son como Colagusano. Cobardes sin carácter que acuden al mayor matón del parque de juegos en busca de protección, sin importarles que deban besarle la túnica a un loco o matar a unos cuantos nacidos de muggles en el camino.
―Tu intercediste por Narcissa Malfoy ―dijo Hermione despacio―. Y también por Draco y Lucius, aunque fuera con renuencia.
Harry guardó silencio un momento―. Yo pagué mi deuda de vida ―no era del todo que estuviera de acuerdo. Ni tampoco en desacuerdo―. Ella le mintió a Voldemort en mi favor. Lo hizo con el deseo de mantener a su hijo a salvo, pero aun así le mintió a Voldemort y me salvó la vida al hacerlo. El Horcrux ya no estaba. Yo no hubiera sobrevivido otra Maldición Asesina.
―Por lo menos eso le costó a Malfoy un montón de oro ―masculló Ron.
Harry hizo una mueca―. Lo tendrán de vuelta bastante pronto, incluso con las multas. Pero los demorará por un rato.
―¡La puta madre!
―¡Ron!
―¡Es verdad! ―Ron se puso en pie para pasearse, lleno de rabia y energía incontrolable―. Ellos no estaban dispuestos a creer en esa excusa del Imperius dos veces, pero Malfoy consiguió igual librarse de ello porque inventó una historia triste sobre la familia, y Harry se vio forzado a apoyarlo, y luego le arrojó oro al Wizengamot hasta que ellos estuvieron de acuerdo. Un montón de mortífagos consiguió escapar completamente, y ni siquiera conocemos quienes eran la mitad de las fuerzas de Voldemort. ¡La mayoría de ellos probablemente ni siquiera estaban marcados!
Un año antes, Hermione les hubiera recordado que eso era mejor que dejar que inocentes fueran enviados a Azkaban, esto hubiera traído memorias dolorosas de Sirius, y todos habrían terminado gritándose unos a otros.
Estos días ellos eran más sabios, todos ellos. Conocían que tópicos evitar, conocían cuando algo no valía la pena, y lo más importante, quizás, todos sabían que los otros también lo sabían.
―Lucius Malfoy intentó matarnos, a todos nosotros, en uno u otro momento. A Ginny y a mi en nuestro segundo año, a todos nosotros cuando irrumpimos en el Ministerio, y eso ni siquiera tomando en cuanta cuando empezó en verdad la guerra. Y él va a caminar en libertad y mantendrá un perfil bajo por unos meses, y después comenzará todo de nuevo. Sólo porque el mundo mágico quiere que todo esto termine de una vez y no quiere abrir viejas heridas ―y si Harry sonaba un pelin amargado, personalmente sentía que tenía plenas razones para ello―. Desafortunadamente, él es demasiado inteligente para dejarse atrapar de nuevo así. Probablemente se haya librado de todo lo incriminador que tuviera. Buena suerte en el futuro tratando de culparlo por algo.
―¿Existe alguna posibilidad de que el hurón nos deba algo a nosotros por salvar su trasero patético del Fuego Demoníaco?
Harry resopló―. Ya quisiera.
―Si, eso fue lo que pensé ―dijo Ron deprimido―. Pero hubiese sido excelente.
Hermione tan sólo suspiró y Ron y Harry la miraron, su discusión olvidada―. El que los juicios de los mortífagos parezcan injustos no es una razón valida para volverse un Señor Oscuro intentando arreglarlo.
―No ―Harry estuvo de acuerdo―. Pero si eso puede evitar que estemos combatiendo a otro Voldemort dentro de quince años, entonces es bastante bueno para mi.
Hermione no lo aprobó. Harry estaba acostumbrado a eso para ahora.
~oOo~
―No habrá marcha atrás ―intentó Hermione de nuevo, algunos días más tarde―. Un Señor Oscuro no puede simplemente cambiar de parecer y decidir retirarse en paz. Siempre serás un blanco.
―Ya lo sé ―Harry estuvo de acuerdo―. Pero además soy el Hombre-Que-Venció y el Aniquilador de Voldemort. Nunca se me permitiría retirarme en paz de todos modos. El Ministerio me quiere como un Auror domesticado, y cualquier mago pretendiente a Oscuro por ahí vendrá por mí para hacerse de un nombre.
―No ha existido un Señor Oscuro en toda la historia conocida que haya muerto de viejo.
Harry frunció el ceño―. ¿No está ese … Arsenic? Ese ruso de hace un par de siglos atrás.
―El Señor Oscuro Arsenij se pudrió en una prisión en Rusia por veintiséis años antes de morir ―siseó Hermione―. ¡Eso no es morirse de viejo!
―Técnicamente Grindelwald casi murió de edad avanzada ―señaló Harry―. Él tenía como ciento quince años.
―Y pasó cincuenta y tres de ellos en Nurmengard antes de ser asesinado por Voldemort, indefenso en su celda.
―Verdad, esa parte fue una mierda ―concordó Harry―. Sin embargo, algunos de ellos vivieron bastante tiempo.
―¡Hasta que alguien los mató! ―Hermione no parecía apreciar la actitud displicente de Harry con respecto a su futuro―. Si no eran sus enemigos, eran sus seguidores quienes los traicionaron. ¡Muchos de ellos murieron debido a maleficios *especialmente diseñados* para matarlos, para asegurarse que no hubiera un contramaleficio conocido!
―Voldemort debería haberse fijado en eso. No tuvo mucha suerte con la Maldición Asesina.
―¡Harry!
Harry suspiró―. Hermione, ¿tu piensas en realidad que alguna vez yo haya tenido chance de morir tranquilamente de viejo? ¿Importa si ese hechizo proviene de la varita de un Auror o de un mago oscuro?
Hermione tragó en seco―. Me importa a mi.
Harry sintió que algo se retorcía en su pecho y se paró de su sillón, cruzó la habitación y se arrodilló junto a Hermione. Los dedos de ella se entrelazaron apretadamente con los suyos en el momento que su mano tocó la de ella dejándole saber lo mucho que se encontraba afectada por sus argumentos.
Ellos se quedaron así sencillamente mientras los minutos pasaban. Luego Hermione hizo un sonido suave.
―No quiero tener que detenerte.
―Lo sé ―dijo Harry en voz baja―. Y no vas a tener que hacerlo. Podemos encontrar a algún otro que sostenga el Juramento. Nosotros podemos descubrir otra manera de hacerlo a prueba de fallas. Lo que tu quieras.
―No ―Hermione inhaló de manera convulsiva―. No. No quiero hacerlo, pero debemos hacerlo, y si tu haces que tenga que usarlo, nunca te lo vamos a perdonar.
Y ella nunca tampoco se perdonaría a sí misma, Harry lo sabía sin que debiera decirse en voz alta.
―Antes de eso me rendiría.
―¿A una sentencia de por vida en Azkaban? ―preguntó Hermione en voz baja―. ¿Al Beso? ¿O al Velo, ahora que ellos están tratando de remover los dementores? ¿O lo suficiente para terminar tu mismo el trabajo?
Harry no respondió. Él no estaba seguro de cual sería su respuesta.
.
.
―¿Cómo puedes hacer ésto? ―inquirió Hermione, un par de días después―. Solamente somos tres, cada uno con seis años de dudosa educación en Hogwarts a nuestro nombre, y un año de cacería de Horcruxes para complementarlos. ¿Qué cosa podríamos esperar poder hacer contra el Ministerio? ¿Contra siglos de racismo institucional?
―No lo sé ―Harry suspiró―. Aprender lo que pueda. Intentar darles una voz, de algún modo, a los licántropos, a los nacidos de muggle, y a quienes son en parte no-humanos y al resto. Forzar al Ministerio a escucharlos de algún modo. Cazar a los mortífagos restantes y a los simpatizantes de Voldemort sin marcar; eso podría conseguir librarnos de buena parte de los peores miembros del Wizengamot.
Hermione guardó silencio un largo rato. Probablemente asumía que él pretendía entregar a esas personas a los Aurores. Harry estaba bastante seguro que ese no era el momento adecuado para corregirla―. ¿Y después?
―No lo sé ―se echó para atrás en el sofá y miró la madera oscurecida del techo sobre ellos, vieja y manchada por un siglo o más de magia oscura―. Pero no he pensado mucho en ello. Asumí que estaría muerto o para entonces habría salido a la luz pública que era un Señor Oscuro.
―Harry ―su nombre era poco más que un suspiro en los labios de ella.
―Mi infancia fue una mierda ―dijo Harry con suavidad―, el mundo mágico no fue mejor. Deberíamos estar allá afuera, celebrando y yendo a citas románticas y siendo estúpidos, no sobresaltándonos por ruidos de Aparición y despertando gritando de pesadillas. Si esto puede mantener a Teddy a salvo, entonces esto es lo que voy a hacer.
―Podría explotarte en la cara. Espectacularmente ―advirtió Hermione.
―Este mes ellos votarán las leyes sobre licántropos. Aunque no puedan hacerlas aprobar, lo intentarán de nuevo, con familias como Malfoy y Parkinson y Nott en el Wizengamot, y ellos seguirán intentándolo hasta que tengan éxito.
―¿Y tu crees que abatirlos resolvería lo de la ley?
―Tal vez ―Harry se encogió de hombros―. O tal vez el Ministerio estará demasiado ocupado conmigo para hacer de ese tipo de idiotez una prioridad.
Hermione no se vio especialmente complacida con esto. Harry supuso que podría haber encontrado una forma mejor de decirlo.
~oOo~
Hermione no fue la única quien trató de convencerlo de desistir. También lo hizo Ron.
―¿Estás seguro que esto sale solamente de ti? ―preguntó la tarde siguiente, cuando los argumentos de Hermione no habían conducido a nada―. Y no ...―se voz se apagó y realizó un gesto complicado con las manos probablemente haciendo referencia a Voldemort y sus Horcruxes.
―Estoy bastante seguro ―asintió Harry―. Pero, claro, si tuviera un pedacito de Voldemort todavía atorado dentro de mi, probablemente no lo sabría.
Hermione se removió intranquila―. ¿Has intentado hablar en pársel desde... desde la Batalla?
―Una vez ―Harry vaciló―. Luna encontró una serpiente en el Bosque y me hizo intentarlo. Bueno, lo sugirió. Creo que ella se decepcionó un poco, para ser honesto. Yo... ahora se siente diferente. Ella dijo que no lo hablé, y yo le creo. Para mi solía escucharse como inglés. Ahora *sé* que hablo en inglés. No puedo explicar la diferencia, pero existe.
Todavia no sabía como sentirse al respecto. Un alivio abrumador, en su mayor parte, pero en alguna parte, escondida en lo más profundo que casi no conseguía reconocerla, también existía una traza de pesar. La muerte había valido la pena para deshacerse del pedazo de Voldemort atrapado dentro de él; la idea de esa cosa todavía le daba pesadillas. Pero el pársel era . . . diferente. Harry odiaba la reacción del mundo mágico a la habilidad, pero le había gustado hablar con serpientes, y todavía sentía debilidad por la boa constrictor que conociera en el zoológico tanto tiempo atrás.
Algo de esta vacilación hizo que Hermione arrugara la frente―. ¿Harry?
―A veces lo echo de menos ―admitió él en voz baja―. No el pedazo de Voldemort, sino el pársel. Ya no lo hablo más, pero comprendí la mayoría de lo que hablaba la serpiente de Luna. Pero buena parte de ello se ha ido.
Hermione quedó en silencio por un rato―. El profesor Dumbledore comprendía pársel ―dijo ella por fin―. Sólo que no podía hablarlo. Tendría sentido que tu conocimiento del lenguaje permaneciera, aun cuando ya no poseas la magia para hablarlo.
Harry se preguntó brevemente que más de Voldemort habría permanecido atrás antes de hacer a un lado el pensamiento violentamente. No era algo en lo que quisiera pensar, y definitivamente no era algo que quisiera traer a colación. El Horcrux había desaparecido. Comparado con eso, muy poco importaba.
.
.
Ellos se reunieron con frecuencia, casi todos los días, pero por lo menos tenían buenas razones para esos encuentros. Nadie cuestionaba la razón de que el *Trío Dorado* de Gryffindor pasara tanto tiempo juntos. Harry odiaba ese nombre, odiaba hasta al último idiota que alternadamente o bien lo elogiaba y lo maldecía a él -a ellos- dependiendo del día de la semana, pero en este caso cuando menos servia de algo.
Por supuesto que ellos pasaban tiempo juntos. Ellos eran héroes de guerra, veteranos, y si bien era extraño que ninguno de ellos regresara a Hogwarts con el resto de sus compañeros, también era comprensible. Los Weasley habían perdido a uno de los suyos, después de todo, y Ron era un hijo tan devoto que había renunciado a hacer su séptimo año de forma adecuada para ayudar a su padre y su familia a reconstruir. Y Harry, estaba restaurando un trozo de la herencia del mundo mágico a su antigua gloria; el Profeta había publicado un artículo de dos páginas acerca de eso en los días faltos de noticias.
Él trabajaba en Grimmauld para tener algo que hacer, algo con lo cual distraerse, pero eso no era lo que nadie deseaba escuchar.
Nadie mencionaba mucho a Hermione. Al parecer, ni el ser una heroína de guerra podía hacer interesante a una nacida de muggles como para escribir de ella, a menos que estuviese involucrada en algún escándalo, de no ser por una breve mención de que ellos tres planeaban tomar sus EXTASIS en Navidad con el resto de estudiantes que recibia educación en sus casas, y unos pocos artículos que la ligaban romanticamente a Ron.
Cuando menos todos sus nombres habían sido deletreados correctamente. Harry consideraba eso una pequeña bendición.
Una bendición aun mayor era el hecho de que Rita Skeeter todavía se comportaba. Ella continuaba desafiando sus límites, pero las amenazas de denuncia de Hermione todavía parecían sujetarla de hacer algo demasiado perjudicial. Harry no tenía ninguna ilusión de que esto pudiera durar, pero por ahora evitaba el reinado de su pluma ácida.
Parte del tiempo lo pasaban juntos intentando hacer de Grimmauld un lugar habitable. La propiedad había recibido daños durante la guerra y ellos trabajaban en eso lentamente, una habitación después de otra. Kreacher habría resultado de ayuda, pero el elfo se había suicidado en los días siguientes a la caída final de Voldemort. Harry descubrió su cuerpo frente al retrato de Walburga, y adiós muy buenas.
Parte del tiempo lo pasaban haciendo listas. A Hermione podría no gustarle lo que Harry tenía planeado, pero le seguía la corriente con renuencia, y eso significaba que su mente analítica trabajaba implacablemente en los problemas que podrían enfrentar. Había listas, Harry lo sabía, listas largas y detalladas con medidas de brutal eficiencia en seguridad, y aquellas listas crecían más largas cada día.
―Vas a necesitar aprender Oclumancia ―le dijo Hermione bruscamente una tarde tranquila, después que ellos libraran una batalla menor con cierta entidad de mal carácter con demasiados dientes que vivía en una cortina―. A falta de demencia, esa es la única cosa que mantendrá tu secreto. Los antídotos al veritaserum y Encantamientos de Memoria llevan mucha preparación para arriesgarse, y ambos pueden ser descubiertos con un examen.
Recuerdos de *lecciones* con Snape, de Voldemort dentro de su cabeza, de pesadillas y visiones. Harry asintió―. Yo descubriré una manera ―ellos contaban con toda la biblioteca Black a su disposición. En alguna parte alguien debía haber escrito algo al respecto. Si alguien necesitaba una forma de evadir el interrogatorio con veritaserum, era sin duda la familia Black. Los Black o los Malfoy, y Harry no iba a acudir a éstos por ninguna clase de ayuda.
Hermione vaciló―. Si haces ésto, tendrás un día que combatir contra amigos. Más tarde o más temprano, alguien descubrirá lo que estás haciendo y los Aurores vendrán detrás de ti.
Ella ya no estaba hablando de Oclumancia, pero Harry había crecido acostumbrado a cambios repentinos de tema y la siguió con facilidad. No era la primera vez que una discusión acerca de una cosa u otra se iba por otro carril en otro intento más por hacerlo cambiar de opinión.
―Lo sé.
―Ron ya no esta muy interesado en ser Auror, pero él no estaba solo. Susan Bones es probable que se una el próximo año. Y debe haber otros. Estudiantes del E.D. Gente con la que luchamos lado a lado.
―Lo sé.
Hermione apretó los labios―. ¿Y cuándo ellos vengan detrás de ti? ¿Cuando sus órdenes sean capturar o matar a cualquier costo? ¿Serás capaz de lanzarles maldiciones de vuelta? ¿A gente que se enfrentó a Voldemort por ti?
―Probablemente no ―admitió Harry―. Pero no excluye métodos no-letales. Sólo un Señor Oscuro muy estúpido confía en la Maldición Asesina después que ha fallado dos veces.
―¡Harry!
―¿Qué quieres que te diga? No, no voy a tener problemas lanzándoles maldiciones hasta reventar a los colaboradores de Voldemort en la fuerza de Aurores. No, no voy a ser capaz de hacerle lo mismo a la gente que me importa. No, probablemente no voy a ser capaz de lastimar deliberadamente a Susan o Neville o a Ginny, a menos que ellos los amenacen a ti o a Ron.
Hermione lo observó por largos segundos.
―Eso puede hacer que te maten algún día.
―Lo sé.
Ella suspiró―. Resultarás ser un Señor Oscuro malísimo, Harry.
Él sonrió torcidamente―. Lo sé.
―Idiota ―Hermione aspiró hondo―. De acuerdo. Oclumancia.
―Descubriré una manera ―se repitió―. Lo solucionaré.
―*Nosotros* lo solucionaremos ―lo corrigió Hermione con suavidad―. Estamos juntos en esto.
De algún modo, él había conseguido convencer a Hermione Granger de algo. Ni siquiera estaba seguro de como.
~oOo~
A fines de septiembre, las regulaciones propuestas acerca de los hombres-lobo se votaron y fueron rechazadas. Existían muchos estudiantes antiguos y presentes en Hogwarts que recordaban a Remus como el único buen profesor de Defensa que tuvieron, y quienes estuvieron más que dispuestos a ayudar en la campaña contra la actual idiotez del Wizengamot.
Las regulaciones fueron expuestas y ridiculizadas en la corte de la opinión pública a través del uso liberal de cartas sentidas, artículos lagrimógenos, y fotos cuidadosamente escogidas de Teddy Lupin, Hijo de un Hombre-lobo, siendo de lo más adorable.
Teddy estaba a salvo (Teddy y Bill), pero Harry sabía que esto se trataba solamente de un respiro en los procedimientos legales. Eventualmente, lo intentarían de nuevo, con licántropos o vampiros o algo completamente diferente, y finalmente fallarían en descubrir un niño símbolo suficientemente adorado para contrarrestarlos.
El Ministerio se encontraba lamiendo sus heridas y le llevaría un tiempo antes de que pudiera arriesgarse de nuevo, pero Harry dudaba que tuvieran más de medio año. Ellos querrían actuar mientras la memoria de la guerra estuviera todavía fresca. Por ahora el Ministerio de Magia estaba tratando de hacerse de buena voluntad a través de cualquier gesto barato que pudiera.
No por primera vez, Harry deseó que el Ministerio hubiera resultado reducido a cenizas, pero por una vez él estaba comenzando a hacer algo al respecto.
~oOo~
Con el voto acerca de los licántropos fuera del camino, Harry volcó su frustración en algo más productivo: la renovación de Grimmauld Place. Por el momento esa era principalmente su única tarea, con la ayuda de Ron y Hermione, pero no le molestaba. Kreacher hubiera sido de ayuda, pero en cuanto a Harry concernía, un poco de trabajo extra era un precio pequeño a pagar por verse libre del elfo doméstico enajenado.
Las primeras cosas de su lista ya estaban listas, pero todavía había meses de trabajo por delante. Una de las cosas que la encabezaban era la decoración. Las cabezas de elfos domésticos, las decoraciones tétricas que persistían por todas partes, y, lo más importante, los retratos.
Todos los retratos de la familia Black, excepto uno, fueron removidos con facilidad. Solamente les llevó unas pocas horas el envolverlos en algunas de las cortinas viejas y horribles y trasladarlos hasta el ático a gritar sus protestas contra la indignidad de ese tratamiento donde no molestaran a los ocupantes vivos. Los retratos los habían ignorado por meses. A Harry con franqueza no le importaba que algunos de esos retratos fueron familiares lejanos si ese era el tipo de personas que habían sido.
El único retrato que quedaba era el de Walburga Black, oculto por las cortinas de terciopelo raídas, mantenida en silencio bajo el más poderoso Silencio conseguido entre ellos tres. Ninguna cosa que hiciera la Orden había ayudado. Nada de lo que conjuraran Dumbledore y Sirius hizo nada por sacarla.
Ahora, armados con una lista detallada de hechizos usados en la construcción y expansión de La Madriguera, estaban listos para intentarlo de nuevo con métodos significativamente más violentos.
Ron, quien había ayudado a su padre con La Madriguera durante el verano y a George con la tienda en Callejón Diagon, conocía los hechizos como el dorso de su mano. Estos fluían de su varita en explosiones de violeta y azul y un blanco cegador que danzaba a través de las paredes y se desvanecía entre las grietas.
―La fashada no es de soporte ―concluyó Ron finalmente―. Tenemos cerca de una yarda a cada lado antes de que se ponga problemático. Detrás hay refuerzos. Si nos libramos de la primera pulgada o dos, debería bastar. Un poco de escombros del patio de atrás lo parchará después.
―Te cedemos los honores. Cuentas con la experiencia con los puntos más finos de la tarea, compañero ―dijo Harry―. Hermione, ¿quieres el retrato o los hechizos de refuerzo?
Hermione pensó en ellos con los labios fruncidos―. El retrato ―decidió por fin―. Los hechizos de reforzamiento pueden robustecerse si ella intenta algo, y tu puedes hacer eso mucho más rápido que yo.
Harry asintió―. ¿Dos pulgadas de profundidad? ―preguntó.
―Eso debería hacerse cargo del Encantamiento de Adherencia ―concordó Ron.
Harry se concentró en la muralla, intentó imaginar en su mente las capas de material, la profundidad del yeso y los ladrillos, y cuando obtuvo la impresión más clara posible, alzó la varita.
―¡Contineo!
Una bola púrpura de luz golpeó la muralla y se esparció como una nube de polvo fino, después pareció filtrarse a través del papel mural.
Ron esperó un momento y después también alzó su varita.
―¡Adrado! ―dijo incisivo.
La muralla alrededor del retrato se movió como en ondas pequeñas. Comenzaron en el borde exterior de la parte que Ron había hecho su objetivo y se desvanecieron debajo del marco. Entonces, con un crujido fuerte, el enlucido se desmoronó y la pintura cayó en medio de una nube de escombros.
―¡Locomotor retrato!
Hermione lo atrapó antes de que cayera al piso y por un momento quedó allí flotando, todavía cubierto por las cortinas viejas y con una capa espesa de enlucido y papel mural pegados en la parte de atrás. Luego, casi con reluctancia, flotó en frente de Hermione mientras ella lo guiaba hasta el patio trasero y fuera de Grimmauld Place.
Ron desvaneció los escombros y terminó los últimos hechizos para mantener la muralla en una sola pieza hasta que ellos estuvieran listos para arreglarla. Después Harry con cautela soltó los hechizos de reforzamiento.
La muralla siguió en pie como se suponía. Ron tomó aire con alivio.
―No sé como lo hace papá. Merlín, me lleva un tremendo esfuerzo el concentrarme en un pedazo de muralla, y él hizo un cobertizo entero en un fin de semana.
Con una última mirada al hoyo dejado en la muralla, los dos siguieron a Hermione afuera.
Ellos la descubrieron en la parte de atrás del pequeño patio, con la varita apuntada al retrato. Un momento después Harry comprendió la razón. Expuesta a la luz del sol, la pintura parecía extraer el calor veraniego del aire y lanzar sombras a través del jardín. Nunca lo había notado adentro, con Grimmauld Place siendo ya plenamente Oscuro y sombrío, pero afuera, en la luz brillante del sol y el aire limpio, esto era evidente.
―¿Fuego Demoníaco, colmillo de Basilisco, o Maldición Asesina? ―preguntó Harry, sólo bromeando a medias.
Los tres se quedaron mirando fijamente la pintura por un rato más. Las sombras de algún modo parecían más oscuras.
Ron tragó en seco―. Voy por el colmillo.
―Yo levantaré las protecciones de contención ―asintió Hermione.
Ellos se movieron con presteza, con la largo práctica de un equipo. Para cuando Ron regresó con uno de los colmillos que habían conseguido salvar, las protecciones estaba erigidas y tanto Harry como Hermione tenían sus varitas apuntadas al centro del retrato.
―¿Qué...?
―El pasto empezó a marchitarse ―dijo Hermione con voz ronca―. Y esto se hizo más lento cuando levantamos las protecciones.
―¿Quieres tener el honor, compañero? ―preguntó Harry―. ¿Por todos esos insultos contra traidores de sangre?
Los ojos de Ron se achicaron y se dirigió hacia el retrato―. ¿Estás seguro?
Harry asintió―. Por Sirius y los insultos y cada momento miserable que pasamos en su compañía. Si el veneno de basilisco fue bastante bueno para Voldemort, ella debe sentirse honrada de compartir el mismo destino que un fragmento de su alma.
Ron apretó con fuerza el colmillo y cruzó la distancia que lo separaba de la pintura. Las protecciones titilaron cuando él pasó y Harry vio que él se estremecía. Algo oscuro se asomó a la luz del sol, pero ya Ron lo había visto también. Antes de que Harry gritara una advertencia, Ron apretó los dientes y perforó la pintura y los restos de atrás con el colmillo.
El mundo se quedó detenido.
Un grito femenino, enloquecido, cortó el aire, rompiendo a través de la parte silenciadora de las protecciones. Las barreras mágicas Black se extendieron como Fuego Demoníaco en la mente de Harry por un segundo atroz, y después se dejaron caer sobre la abominación en la pintura. Ron se tambaleó en medio de una contorsión, humo oscuro se elevó en el aire para luego implosionar, luego dio la vuelta y huyó más allá de las barreras mágicas. Ron tenía los ojos desorbitados y estaba tembloroso.
―Esa cosa era un Horcrux. Ella tenía un jodido Horcrux. Nosotros dormimos en la misma casa con un Horcrux. Toda la jodida Orden veia esa pintura todo el tiempo. ¿Cómo es que nadie lo sabía?
Hermione estaba mortalmente pálida―. Dos. Nosotros dormimos en la misma casa con dos Horcruxes. El relicario y esa pintura.
―Por lo menos ―dijo Harry en voz baja, con su varita todavía apuntada a los restos humeantes de la pintura. Las protecciones Black todavía vibraban con el exceso de energía alrededor de ellos, y la sensación estaba haciendo que Harry también se sintiera agitado―. Por lo menos dos. Esta es la Casa Black. ¿Cómo sabemos si no hay más de esas cosas?
Como uno, se voltearon a mirar a Grimmauld Place, alzándose alta y oscura, ominosa.
―La puta madre ―dijo Ron enronquecido―. No es de extrañar que Kreacher haya estado loco como una cabra.
Y Sirius, Harry añadió mentalmente, aunque nunca lo diría en voz alta. Sirius había pasado mucho tiempo alrededor del Horcrux de su madre, y ya se encontraba dañado por Azkaban. Nunca tuvo oportunidad.
―¿Las defensas mágicas reaccionaron? ―inquirió Hermione dándole una mirada a Harry.
―No hasta que Ron la apuñaló.
Hermione se mordió el labio inferior mientras miraba fijamente la casa―. Así que hasta que nosotros la atacamos, las defensas pensaban que el Horcrux pertenecía aquí. Nosotros vamos a necesitar revisar cosa por cosa para estar seguros. La pura biblioteca...
Se quedaron en silencio. Luego Harry cuadró los hombros―. Supongo que descubrí un nuevo pasatiempo.
Él era el regente de la Casa de los Black y su ahijado no iba a andar un día en Grimmauld Place para encontrarse con un Horcrux. No mientras Harry estuviera vivo para evitarlo.
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Dos hechizos y un cubo de escombros de la pila creciente de desechos en el patio fue todo lo que llevó arreglar la muralla. El papel mural todavía sustentaba un hoyo, pero ellos de todos maneras iban a necesitar reemplazarlo. De preferencia con algo que no se viera como comprado en los años 30's.
Harry sabía que Grimmauld Place nunca sería luminosa y había hecho las paces con eso. Un poco menos de polvo y decoraciones opresivas conformarian una enorme mejoría eso sí.
―¿Almorzamos? ―dijo Ron eventualmente cuando ya era pasado el mediodía. Hasta él no tenía demasiado apetito después del Horcrux.
El estómago de Harry gruñó al pensar en comida, y Hermione les dirigió una mirada de afectuosa exasperación.
―Muchachos.
―Hey. Tengo pan y algo de sobras de ayer ―ofreció Harry―. También cerveza de mantequilla. Puedo cocinar algo, pero eso tomaría un tiempo. ¿O podríamos intentar suerte en El Caldero?
―Lo que quedó de ayer esta bien ―decidió Ron. Quedaba sin decir que ninguno de ellos deseaba enfrentar un gentío y la atención que inevitablemente atraerían.
Harry abrió la puerta a la cocina, y se detuvo tan abruptamente que Ron casi chocó con él.
―Oye, compañero...
―Hay una puerta.
―¿Qué? ―Hermione se abrió paso entre ellos y se detuvo justo adentro de la cocina, mirando también fijamente la pared opuesta a la entrada.
La muralla y la puerta de madera oscura que no habían estado ahí cuando tomaron el té esa mañana.
Los tres intercambiaron una mirada, y tres varitas aparecieron en perfecta sincronización. Harry y Ron mantuvieron la puerta a la vista mientras Hermione conjuraba cada hechizo de detección que ella conocía hasta que finalmente bajó su varita.
―Nada ―dijo ella―. Nada de maleficios que pueda detectar, nada de trampas, tan sólo el eco de algún hechizo u otro que ha comenzado a desvanecerse.
―¿Podrían haber estado atados al retrato de alguna manera? ―preguntó Harry.
―Es lo más probable ―estuvo ella de acuerdo―. Eso … no sé que clase de hechizo lo mantenía oculto, pero debe haber estado atado a la destrucción del retrato. Es demasiada coincidencia.
Ron dio un paso hacia adelante.
―Ron...
―Tan sólo un vistazo ―dijo Ron―. Tu dijiste que la puerta era segura. Tan sólo voy a abrirla, ver que hay allí.
Hermione no se vio feliz, pero no objetó, y ambos mantuvieron sus varitas apuntadas a la puerta mientras Ron agarraba la manilla y la movía con un suave sonido.
Hicieron una pausa. Después Harry y Hermione se unieron a Ron con precaución mientras él jalaba la manilla.
La puerta se abrió sin hacer sonido. Se encontraba en lo alto de una escalera estrecha y sinuosa, pero los peldaños gastados se desvanecían en una oscuridad como tinta que tragaba la luz brillante de la cocina.
El trío se miró entre ellos, después Ron sostuvo en alto su varita.
―¡Lumos!
La oscuridad retrocedió de forma perezosa, casi como si estuviera viva. Harry dio un paso cauteloso hacia adelante, con su varita preparada, mientras Hermione atascaba la puerta detrás de ellos. Ninguno de ellos iba a confiar en algo que había sido escondido por un Horcrux.
―¿Harry? ―preguntó ella.
―Las protecciones no me dicen nada ―replicó Harry. Tan sólo la suave presencia leve de viejas protecciones con los primeros susurros de una personalidad. Lo que fuera que había acá abajo, las protecciones no lo consideraban algo hostil. Pero claro, hasta ahora se habían encontrado ya con dos Horcruxes que las protecciones no consideraban hostiles, tampoco, así que no sabía lo útil que podría ser esa información. Las protecciones mágicas Black eran demasiado amistosas con la magia oscura como para ser demasiado útiles.
La escalera se veía vieja, pero estable. Los peldaños eran de madera, oscurecidos por la edad, pero se veían sólidos y no crujieron cuando Harry dio un paso precavido para descender.
Un Lumos murmurado encendió su varita y él continuó hacia abajo antes de perder el valor. El sonido de pasos algo más pesados detrás suyo le reveló la presencia de Ron, y luego, finalmente, un bufido de Hermione antes de seguirlo también.
Se sentía confortablemente familiar, lo suficiente para que Harry sonriera.
―Pensé que ya habíamos desistido de meternos en lugares peligrosos, mohosos y Oscuros después que Voldermort por fin estirara la pata.
―¡Harry! ―Hermione se escuchó algo escandalizada, y no del todo en forma seria. Ron se echó a reír.
Por un momento se sintió de nuevo *normal*, antes de Voldemort, antes de Fred, de Cedric, y Remus y Tonks. Por un momento algo en él se relajó un poco.
Luego su Lumos iluminó el cuarto debajo de ellos en pleno y Harry fue jalado de regreso al mundo real.
El sótano había sido claramente expandido de manera mágica más allá de la razón y parecía como el lugar de descanso final de siglos o más de cachivaches. Pilas de libros viejos que parecían mantenerse en equilibrio gracias solamente a la magia, y una miriada de cofres y cajas contras las murallas de un laberinto claustrofóbico. La cabeza decapitada de un elfo doméstico de piel grisácea estaba sobre un escritorio de aspecto antiguo, mientras jarras antiguas y botellas de ingredientes de pociones amenazaban desparramarse de una caja vieja. Muchas botellas presentaban un color café lodoso y en una de ellas había lo que parecían ser huesos de dedos asomándose entre lama.
Harry contuvo su bilis abajo y tomó nota de buscar hechizos de limpieza. Posiblemente además un elfo doméstico. De hecho un elfo doméstico parecía una buena idea en ese mismo momento.
El piso era de piedra desnuda. El sonido de sus pasos era absorbido por el desorden, y las torres acumuladas enviaron un escalofrío de intranquilidad por la espalda de Harry. Sobre el suelo, empequeñecido por el desastre, podría ser muy fácil perderse, aun en esta habitación relativamente pequeña. Los senderos entre los montones de basura eran apenas los suficientemente grandes para que pasara un humano, y Harry sospechaba que únicamente los elfos domésticos habían puesto pie allí.
No había polvo por ninguna parte, pero el olor del aire estancado y de libros viejos y Merlín sabría que más pesaba en el aire mientras ellos se movían cautelosamente cruzándolo. Ninguno de ellos se atrevió a usar un Encantamiento de Cabeza de Burbuja. Si había algo tóxico allí después de tanto tiempo, el olor sería la primera y única advertencia.
Harry empujó con su varita una piel de aspecto desagradable... un abrigo o túnica… o cosa. Un pedazo de piel cayó hasta el suelo dejando un pedazo pelado detrás. Se preguntó si la familia Black de hecho habría botado *algo* alguna vez, esto es, además de a miembros decepcionantes de la familia.
―Este libro es de la biblioteca ―dijo Hermione unos montones más tarde. Su voz se escuchaba como amortiguada por una tela, como oprimida por la pesadez de magia estancada―. Lo reconozco. Fue uno de los libros que la señora Weasley iba a botar. Hasta el daño en la cubierta de atrás es el mismo. Kreacher debe haberlo escondido. La mayoría en esta pila tiene el escudo de armas de los Black sobre ellos.
―¡Maldición! ¡Por aquí! ―gritó Ron desde un poco más allá. Hermione dejó caer el libro y estuvo medio paso detrás de Harry, las varitas prontas mientras corrían hacia la voz de Ron tan rápido como podían en el laberinto de cachivaches.
Lo descubrieron al otro lado de una muralla de baúles, varios de los cuales tenían túnicas saliéndose por la tapa. Por un momento Harry no vio nada sino la muralla en frente de Ron, después divisó lo que hizo que su amigo gritara llamándolos.
A sus pies, cubierto por un cerrojo que bloqueaba unas gruesas barras de hierro estaba otra escalera, tan estrecha y sinuosa como la primera. Y, a través de la espesa oscuridad debajo, apenas visibles bajo la luz brillante del Lumos de Ron se veían cadenas oxidadas.
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Diez minutos más tarde y aplicados un número de fuertes hechizos de cerradura, los descubrió en la habitación vieja de Sirius con una botella de whisky de fuego y tres vasos grandes.
Ron había bebido en seco su primer vaso sin miramientos y ya tenía bien avanzado el segundo antes de que hablara.
―La familia de Sirius estaba loca ―sus dedos dejaron de temblar después del primer vaso, pero aún se notaba trastornado―. ¿Crees que haya cadáveres allá abajo?
Las manos de Hermione, ya blancas de apretar tanto su vaso, se apretaron todavía más―. La casa estuvo vacía por... por mucho tiempo. No creo que Kreacher haya alimentado a alguien allá abajo a menos que su ama se lo ordenara, y Walburga Black nunca lo haría. Si hubo alguien allá abajo ya debe haberse convertido en esqueleto. Momificado quizás, si el aire allá abajo fuera... ―su voz se apagó y tomó un largo trago de whisky. El rubor provocado por el licor apenas regresó un poco de color a sus mejillas pálidas―. O bien Kreacher pudo haber dispuesto de ellos ―añadió sin fuerza.
Harry vació su propio vaso antes que pudiera pensar mucho en las imágenes que esto trajo. Todavia temblaba mientras se sirvió el siguiente.
―Yo digo que nos embriaguemos completamente y lidiemos más tarde con ello.
Dos consentimientos que se escuchaban desazonados se unieron a su sugerencia.
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NdT(1): "There is no good and evil, there is only power and those too weak to seek it." (Profesor Quirrell en Harry Potter y la Piedra Filosofal)
Nota del Traductor: Encontré este interesante fic el otro día, no es muy largo y esta terminado, para alivio de muchos. Si alguien desea recomendarme algún fanfic para traducirlo, o sencillamente disfrutarlo, es bienvenido. Dividí el capitulo original a la mitad, porque me era más fácil ponerlo asi.
El link original se encuentra en mi perfil, y entre mis favoritos.
Gracias por leer.
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Harry Potter, personajes y su mundo © de J.K. Rowling y varias otras compañías. Fanfiction sin fines de lucro, ni pretensiones de infringir derechos de reproducción, realizado sólo con fines de entretención. La trama y personajes originales pertenecen al autor del fanfic.