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"LA SUMA DE LAS PARTES"

Autor: holdmybeer

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((21))

Harry durmió en forma miserable. A Hermione, por su aspecto, le fue igual. Ninguno se atrevió a usar pócima SinSueño dos noches seguidas. Sus ojos inyectados en sangre se veían parecidos a los de Harry en el espejo esa mañana, y los círculos oscuros bajo éstos no hacían nada por ayudar su aspecto trasnochado.

Una corta noche de sueño preocupado también le había dado a esa semilla de plan oportunidad amplia de crecer y florecer, y Hermione lo conocía lo bastante como para decir que algo estaba tramando. Ella tuvo la decencia de esperar hasta después de un almuerzo apurado seguido por dos frascos de pócima vigorizante para confrontarlo al respecto.

―Tienes un plan. Y no va a gustarme.

Harry tan sólo sujetó su mano. Hermione lo aceptó y con un crujido agudo él los Apareció en el Escondite, tomando gran cuidado de no despartirlos en el proceso. Incluso entonces él sintió el tirón agudo en el momento que Desapareció, el aumento en la tensión sobre el vínculo que se rehusaba a ceder siquiera por un segundo. Sabía que solamente un momento de falta de atención y hubiera terminado despartido en el Ministerio.

Hermione apenas se tambaleó. Ambos estaban acostumbrados a la Aparición Doble para ahora. Harry la soltó y dio unos pocos pasos hacia adelante. Luego sacó su varita y conjuró un hechizo sin palabras.

El Fuego Demoníaco flameó a la vida, desde una chispa a un infierno en un latir. Se elevó sobre ellos en forma de un monstruoso basilisco, mucho más grande que la criatura que Harry encarara en la Cámara de los Secretos tanto tiempo atrás. El hechizo aprovechó la oportunidad para atacar, pero Harry aplastó el intento con brutalidad. Por un momento se quedaron empatados así, la voluntad de Harry en contra de la magia malévola. Entonces el basilisco enseñó sus colmillos en un gruñido silencioso y bajó su cabeza hasta el suelo.

Podría haber dormido mal, pero si fuera posible su manejo sobre el hechizo era todavía más brutal por ello. Una salida para cada poco de magia intranquila que apenas había podido mantener bajo control desde el arresto de Ron.

Hermione observó, con los ojos muy abiertos y en silencio. Harry se dio cuenta de repente que esta era la primera vez que ella veía lo hábil que se había vuelto en hacer ese hechizo.

―Con la Varita de Saúco... si no la hubiese destruido, quizás hubiese bastado para inclinar la balanza en nuestro favor. Se supone que era imbatible, pero eso no ayudó ni a Grindelwald ni a Voldemort y ni siquiera a Dumbledore al final. Era una cosa malévola e insidiosa, pero el único hechizo para la que la utilicé... ni siquiera mi varita de acebo hubiera podido equiparársele. Yo podría haber tomado el mundo con esa cosa bajo mi mando. Por lo menos hizo un buen trabajo convenciéndome de ello.

Hermione se dio vuelta para mirarlo, a punto de hablar. Después volvió a mirar el Fuego Demoníaco y permaneció en silencio.

―Supongo que esto depende de la inteligencia del Juramento. ¿Comprenderá mis intenciones y me matará antes de poder conjurar el hechizo? ―Harry continuó cuando Hermione no habló―. No podemos abrirnos paso peleando hasta Ron, todos están de acuerdo con eso. La única manera de apoderarnos del Ministerio es si somos dueños de la mayor parte de éste, o si contamos con el favor del Ministro. Shacklebolt no puede ser sobornado, pero puede razonarse con él. Ron, ileso y a salvo, o la completa aniquilación del Ministerio y de todos los que están dentro de éste. Tengo la intención de hacer que el hechizo sea lo suficiente poderoso como como consumir el Ministerio incluso sin necesidad de ser alimentado continuamente por mi magia. Si pierdo dominio de este en ese estadio podría matarnos a todos. Nosotros dos estaríamos demasiado cerca para tener tiempo de escapar. Ron estaría atrapado en su celda. Una vez conjurado, nada lo detendría hasta que fuera contenido por la fuerza o se agotara la magia. No con mi muerte. No con la pérdida de mi magia. ¿Y si existe la posibilidad genuina de que mi hechizo pudiera llegar a matarte a ti o a Ron , y sera demasiado tarde para detenerlo una vez que yo lo haya conjurado, me detendrá el Juramento de realizarlo en primer lugar?

―No, si yo te permito hacerlo ―Hermione ni siquiera tuvo que pensar en la respuesta. Pero claro, ellos habían pasado mucho tiempo en hacer el Juramento de la forma adecuada. Ella no sería Hermione si no hubiese considerado cada posibilidad―. El Ministerio tiene defensas extremadamente fuertes. Yo… hasta con la cantidad de magia que alimentes el hechizo, se extinguirá contra las barreras, eso pienso. Quemará el Ministerio hasta dejar solamente cenizas, pero terminará antes de pasar las barreras. Creo.

El basilisco le gruñó de nuevo a Harry, una inteligencia maliciosa ardiendo en sus ojos. Una orden igual de aguda lo llevó de nuevo al suelo. Un segundo de distracción sería suficiente para perder el control, un segundo de una concentración menos que perfecta … Harry comprendía porque el Fuego Demoníaco tenía una reputación tan horripilante. Comprendía exactamente porque éste mataba a su conjurador la mayoría de las veces. La fuerza detrás del hechizo era abrumadora, una muralla de furia pura y cruda que picaba sin piedad sobre su mente. Solamente sus experiencias con la posesión de Voldemort y el Imperius le habían visto sobrevivir su primer intento de hacer el hechizo.

―Si te llegas a equivocar vas a iniciar otro Gran Incendio de Londres. Si las barreras no consiguen contenerlo... con el Fuego Demoníaco siendo más que un fuego ordinario... ―ella no terminó la oración.

Cien mil muertos si todo fallaba. Quizás más. Hasta el último de ellos debido a su magia. Muchos más de las que Voldemort había causado durante sus dos reinados. Menos, tal vez, que Grindelwald, pero ese hombre había tenido el respaldo de una guerra mundial. Menos que Grindelwald no era una gran comparación.

―Lo sé.

Hermione se quedó mirando el basilisco por largo tiempo. Lo que fuera que pasaba por su mente no lo compartió―. Tu pretendes chantajear al Ministerio. Estas apostando a que nadie te atacará al verte. La mayoría de los Aurores podría ser inteligente para no hacerlo, pero no todos lo serán ―ella tragó saliva―. Necesitarás tener toda tu concentración en el hechizo. Sabes lo que sucedió en la Mansión Nott cuando dividiste tu atención entre el Fuego Demoníaco y tu escudo. Yo no puedo sostener un Protego Horribilis para protegerme a mi misma, mucho menos uno lo bastante grande para protegernos a ambos.

―Te pediría que te quedaras en casa si pensara que me escucharías ―admitió Harry.

―Eso harías ―Hermione suspiró―. Puedo hacer un escudo físico para cubrirnos a ambos. Tiempo suficiente, espero, para que alguien actúe en forma racional y cesen los ataques. ¿Lo sabe Ron?

―No se lo he mencionado todavía. Quería ver primero lo que tu pensabas.

Hermione asintió―. ¿Los otros?

―No ―Harry ya lo había meditado―. No es un asalto frontal. Tan sólo necesitamos mantener nuestra posición el bastante tiempo para conseguir la atención de los Aurores y de Shacklebolt. Más gente significa más distracciones ―más gente para defendernos uno al otro, pero más gente que puede salir herida o muerta también. Más gente que podría morir si él se equivocaba―. Saldremos todos de ahí, o ninguno de nosotros lo hará. No puedo detenerte, pero puedo ordenarles a los otros que se mantengan apartados. Si ellos esperan de mi que actúe la parte de un Lord, será mejor que estén dispuestos también a aceptar sus órdenes.

Hermione de nuevo quedó en silencio.

―Yo hablaré con Ron. Necesitamos estar seguros de que toda nuestra gente este fuera de allí. Necesitamos advertir al señor Weasley. También a Susan y Anthony. Y Percy. Necesitamos pensar en cada ángulo.

―No iba a cargar ahora mismo ―objetó Harry a medias y obtuvo una mirada significativa por sus esfuerzos.

―Sí, eso ibas a hacer ―Hermione inhaló para centrarse―. Me siento tan afectada como tu por el vínculo, Harry. Necesitamos asegurarnos de que todo se encuentre cubierto. Sé que tenemos un plazo límite. Sólo … hoy es demasiado pronto, moriremos si nos precipitamos así.

―Mañana entonces ―no era una pregunta, no en realidad. Ron estaba quedándose sin tiempo, y Harry podía sentir la misma tensión sobre sí. El temperamento y la imprudencia y las visiones de fuego y venganza que nunca se iban. Harry era testarudo, pero había entendido desde el momento en que sintió la plena fuerza del vínculo por primera vez que esto lo iría desgastando, en forma lenta e implacable. Era sólo cosa de cuan trastornado se encontrara en el momento que cediera.

Halloween. Para mejor o peor, todo parecía regresar a ese día. Y si él fallaba, parecía apropiado que terminara en el mismo día que todo comenzó. El día de la muerte de sus padres, el día del trol que había forjado su amistad, y el día de su Juramento.

―No tenemos mucho de donde elegir, ¿no es así? ―concordó Hermione calladamente―. Yo... yo necesito pensar en esto. Pero...

Su voz se desvaneció, pero Harry lo comprendió muy bien. Aun cuando la idea hubiera sido aborrecible para ella hace tres días atrás. Ahora, sin embargo, con Ron en manos del Ministerio, con el vínculo royéndolos cada momento que estaban despiertos... el mundo parecía muy diferente y mucho, mucho más desolado que antes.

~oOo~

[¿Halloween, compañero?] Preguntó Ron esa tarde. Harry casi podía sentir la mueca a través del vínculo, aunque el sentimiento predominante era un cansancio hasta la médula y los ecos apagados de un dolor de cabeza embotador.

[¿Cuándo más? Ya conoces mi suerte,] respondió Harry con ironía.

Cansada diversión por parte de Ron. Unos hilos más oscuros y pesados de extenuación se filtraron en esos pocos momentos de distracción antes de que Harry sintiera que Ron los cortara brutalmente.

[Nunca pensé que echaría de menos tanto el dormir.] Un latido. Después dos. [Es un plan de mierda, pero es el mejor que tenemos. En el peor de los casos, echamos abajo el Ministerio y ellos no consiguen la satisfacción de esa farsa de juicio. Yo puedo vivir con eso.]

Desafortunada elección de palabras, quizás, pero ninguno de ellos lo mencionó. Harry tan sólo asintió aunque Ron no podía verlo y sintió que el peso sobre sus hombros se aligeraba un tanto.

~oOo~

―Vas a necesitar no encontrarte de turno mañana ―le dijo Harry a Susan con franqueza cuando ella llegó temprano esa noche. Hermione ya había hablado con Anthony a través del vínculo, y con Arthur Weasley por medio de George. Harry quería hablar con Susan en persona. Ella quien era más probable que presentara objeciones a su plan.

―No puedo ―respondió Susan con igual de franqueza―. Si tu atacas y me encuentro enferma misteriosamente ese día, eso sería demasiado sospechoso. Ya me encuentro sobre suelo inestable , siendo una antigua estudiante que estuve en el E.D. que dirigía el Señor Oscuro Potter. No seré de mucho uso para nadie si eso sucede.

La paciencia de Harry, de alguna forma impredecible en el mejor de los casos y gastada hasta lo indecible desde la captura de Ron, escogió ese momento para estallar. Algo detrás de ellos se despedazó con un crujido agudo de vidrios.

―¡Voy a negociar la liberación de Ron con el uso de Fuego Demoníaco en vivo! ¡Perdona si no me interesa en lo más mínimo lo sospechosa que sería tu ausencia!

La mandíbula de Susan se apretó en una señal familiar de determinación testaruda. Discutir con un Hufflepuff era como tratar de echar abajo las puertas del Gran Salón con un condenado Lumos.

Harry tomó aire. Controló su impaciencia. Lo intentó de nuevo.

―Tu eres la última Bones. Hermione y yo... saldremos caminando de allí con Ron, nosotros tres o ninguno.

―Inclúyete en eso ―la determinación obstinada no desapareció―. Yo soy la última Bones, cierto. Tu eres el último Potter. Si yo quiero arriesgar el terminar con mi linaje familiar, ¡entonces ese es mi condenado derecho!

Harry quiso discutir que eso era diferente, pero no pudo encontrar una forma de expresarlo que no fuera a devolvérsele. El momento de pausa fue suficiente para que Susan cargara de nuevo.

―Tu sabes que tengo razón.

―Eso no quiere decir que tenga que gustarme ―y si se escuchaba un poco petulante, ella fue lo bastante amable para no mencionarlo.

Susan sonrió, un poco triste, pero más que nada cansada―. Y esa es la razón por la que te seguimos.

~oOo~

―Entonces ―murmuró Neville cuando ellos se sentaron en la sala de estar esa noche más tarde, ellos dos solos― no habrá Sexteto del Ministerio esta vez.

Neville tenía un vaso de whisky de fuego, Harry se apegó al té. Ellos no podían permitirse el tomar más riesgos de los necesarios, no ahora, y aunque el vínculo con Ron seguía en su mayor parte silencioso, Harry quería tener su mente lo más clara posible. Si bien no podía hacer nada más por ahora, por lo menos eso si.

El temblor en su mano había regresado, por la tensión de sus músculos y sobre el vínculo. La cara que le miraba desde el espejo le recordaba en forma incómoda a Bellatrix Lestrange en su momento más desquiciado. Su cabello, indomable en el mejor de los casos, ahora parecía un nido de ratas, y aunque sus ojos no se equiparaban al rojo sobrenatural de los de Voldemort, su mirada inyectada de sangre se le aproximaba.

Neville, siendo el hombre educado que era, no había hecho comentarios al respecto.

―No. Ginny no es parte de esto, y no voy a involucrar a Luna, no ahora. No puedo quitarle eso a Ginny también.

―¿Y yo?

Neville, quien había estado allí a pesar de todo. Neville, quien se había acomodado esa tarde con una botella de whisky de fuego y varios frascos de pócima vigorizante y calmadamente les dejo saber que él haría guardia con ellos esa noche mientras dormían por turnos bajo los efectos de la pócima SinSueño.

Neville, quien en pleno conocimiento había ido con él a enfrentarse a mortífagos y con Voldemort mismo en el Departamento de Misterios a la edad de quince años.

Harry se quedó en silencio largo rato mientras intentaba encontrar una manera de explicarse bien. Pensar con claridad le llevaba una considerable cantidad incómoda de esfuerzo.

―Nosotros tres … nos iremos juntos, todos nosotros, o nadie lo hará. Iría solo si pensara que Hermione me dejaría ―de nuevo hizo una pausa tratando de hallar las palabras que hicieran sentido a Neville―. No puedo detener a Susan, es su trabajo y su derecho, pero puedo detenerte a ti. Tu no tienes que hacer nada dentro del Ministerio, y eres el único futuro de la sangre Longbottom. Yo ya he terminado con suficientes familias.

La expresión de Neville se endureció―. Eso no me detendría.

Harry encontró sus ojos, testarudos, determinados, orgullosos, y tan Gryffindor, y no cedió una pulgada―. Te ordeno que te quedes.

Neville no habló, ni siquiera se movió. Después sonrió con algo de tristeza―. Debería haberme esperado algo así, ¿verdad? ―un latido. Después su postura se aflojó un poco y bajó la cabeza brevemente, en forma deliberada―. Como sea su voluntad, mi Lord.

Algo se asentó en forma pesada en el pecho de Harry, alivio y temor y el peso aplastante de la responsabilidad. Por primera vez él no objetó el titulo―. Gracias.

El silencio continuó. Neville rellenó su vaso y Harry aprovechó también la oportunidad para servirse otra taza de té. Varios minutos más tarde, cuando su té se hubo enfriado un poco, Harry extrajo un pergamino sellado de uno de los bolsillos de su túnica y se lo entregó a Neville.

―Si nuestra suerte se acaba . . . el estudio jurídico de Augustus Brookstanton aquí en Londres es el albacea de mi testamento. Ellos cuentan con una copia, y también hay una en mi bóveda en Constantinopla. Esta es la mía.

Los ojos de Neville habían ido al pergamino, pero volvieron a Harry ante su explicación―. George...

―...no va con nosotros, pero él querrá vengarse si todo se va al infierno. Por Ron, aunque no fuera por nada más.

Neville suspiró, pero aceptó el rollo―. Eso haría él. No me obligues a abrir esto, Potter.

―Trataré de no hacerlo ―otra larga pausa de silencio. Harry terminó casi todo su té antes de hablar de nuevo―. Fue actualizado en mayo. Fleur me hizo el padrino de Victoire, y yo quise añadir un fideicomiso para ella. Nosotros lo mantuvimos en secreto. Las únicas personas que lo saben son sus padres y Gabrielle, su madrina.

―Y, por supuesto, Ron y Hermione ―Harry se encogió de hombros. Eso estaba implícito―. No estoy lo bastante ebrio en caso de que esta pase a ser una charla llorosa de corazón-a-corazón. Para eso me debes al menos otra botella.

Eso obtuvo una carcajada genuina de Harry―. No habrá charla llorosa de corazón-a-corazón. Pero puedes contar con esa botella. Pienso que te la estoy debiendo todavía por Nagini.

Neville rellenó de nuevo su vaso antes de levantarlo―. ¿Mata la serpiente?

Era un brindis en que Harry no podía quedarse atrás. Él alzó su taza en respuesta―. Mata la serpiente

~oOo~

Hermione reapareció a la una esa noche, alerta y despierta después de siete horas de sueño inducido por poción. Aun así no se veía mucho mejor que Harry. Él aceptó la botella de poción purpura de su mano y se retiró a su cama, dejando a Hermione con Neville en silenciosa compañía.

Siete horas más tarde, con la cabeza mucho más despejada de lo que podría esperarse, Harry encogió el retrato de Dorea Potter y se Apareció en la residencia de los Tonks.

Andrómeda lo recibió en el pasillo de entrada. Era descortés el Aparecerse al interior, pero ambos sabían que Harry no podía exactamente aparecerse ahora en público sin contar con un disfraz por esos días.

―¿Harry? ―un poco sorprendida, un poco suspicaz, probablemente más debido a su apariencia física que por su visita.

Harry le entregó el retrato―. Es para Teddy. No quedan muchos con sangre Black alrededor, y todavía menos los que queremos cerca de él, pero si tu estas de acuerdo, quiero que tenga la oportunidad de conocerla cuando sea mayor.

Andrómeda aceptó el retrato, pero no apartó la mirada de él―. Estas a punto de hacer algo increíblemente arriesgado para traer de regreso a Ron.

―Sí ―no existía razón para mentir.

―No esperas sobrevivir.

Harry vaciló―. Sé que me estoy arriesgando. Creo que eso es una posibilidad.

Andrómeda guardó silencio. Después, muy despacio, ella asintió―. Intenta permanecer con vida. Me gustaría que mi nieto conservara a su padrino.

―Lo intentaré.

Eso era todo lo que podía prometer. Andrómeda lo comprendió.

~oOo~

Ellos habían acordado encontrarse en la Mansión Longbottom, la cual -a diferencia de Grimmauld y las casas de seguridad- estaba conectada al Flú. Neville y Hermione ya estaban esperándolo cuando él llegó, así como, para su sorpresa, George.

Neville se veía un poco cansado y algo menos alerta de lo normal. Las pócimas vigorizantes sólo servían hasta cierto punto, razón por la cual Harry y Hermione no habían querido arriesgarse. Neville estaría perfectamente a salvo , sin embargo, lejos del Ministerio.

George lo tomó del brazo y lo sujetó con fuerza.

―Hazlos pagar.

Ellos no habían compartido ningún detalle acerca del tratamiento de Ron, nada sino lo básico, pero George no era estúpido. Él había visto los efectos en ellos dos y podía imaginarse vivamente como estaba Ron.

Harry no preguntó porque no se encontraba en su tienda. Había un tiempo para mantener las apariencias y un punto donde eso ya no importaba. Dudaba que George pudiera pasar ni remotamente por el mismo de siempre. Harry ciertamente dudaba que él lo estaría en su lugar. Neville planeaba regresar a Grimmauld , y era obvio que George planeaba quedarse con él.

"Esperando por noticias" quedaba sin decir. De una u otra forma.

George lo soltó y apretó el brazo de Hermione de igual manera. Neville se acercó más.

Por un momento se quedaron allí, ninguno sin estar seguro de que decir. Al final, Neville se movió y le dio un abrazo fiero y apretado y lo soltó antes de que Harry pudiera responder.

―George tiene la idea correcta ―la voz de Neville se escuchaba un poco ronca y completamente inflexible―. Hazlos pagar.

Después fue hacia Hermione y le dio un abrazo un poco más largo y un poco menos feroz.

Al final, se alejó de la chimenea junto con George, y Hermione tomó aire para centrarse―. ¿Todo bien, entonces?

Todo lo que pudo sentir de ella fue una determinación intensa, obstinada y orgullosa, y Harry la amó por ello. Él envió un breve ramalazo de amor y confianza y seguridad tanto a ella como a Ron, y después cortó ambos enlaces tan completamente como pudo dadas las circunstancias en que se encontraban.

Él confiaba en que Hermione cuidaría su espalda y el vínculo con Ron. Ellos no podían permitirse distracciones, nada debía romper su concentración una vez que el hechizo fuese conjurado. El caos del Atrio ya sería bastante con lo que lidiar.

Harry cubrió su mente con memorias de su tiempo en el Escondite, de Teddy, de su vínculo y la pura maravilla de tener una familia. Luego alzó su varita y conjuró su Patronus.

Prongs saltó en existencia y danzó unos pocos pasos a través del piso sobre cascos brillantes antes de voltearse a mirar a Harry―. Kingsley Shacklebolt ―instruyó―. Ministro Shacklebolt, acabo de llegar al Atrio. Considere que es en el mejor interés de la inminente sobrevivencia de su Ministerio que se reúna conmigo aquí.

Prongs sacudió su cabeza y se desvaneció en un borrón a través de la muralla. Harry recogió una pizca de polvos de Flú y la lanzó a la chimenea.

―¡Ministerio de Magia, el Atrio!

Las llamas se tornaron verdes con el surgir de la magia, y él se volteó hacia Hermione y le extendió su mano.

―¿Juntos? ―le preguntó.

―Juntos ―dijo ella, tomándole la mano.

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Llevó largos segundos antes de que alguien los reconociera. Alguien llegando por Flú en medio de la mañana era algo común después de todo, y apenas ameritaba una segunda mirada.

Ellos no se habían molestado en disfrazarse, lo que significaba nada de glamoures que alertaran a los Aurores tampoco.

Harry empleó esos pocos segundos preciosos en atravesar el Atrio para acercarse a la Fuente de los Hermanos Mágicos, con Hermione a su lado, para conseguir un buen vistazo de la gente a su alrededor.

Seguridad a un lado, adelante las puertas doradas -abiertas de par en par- , y Aurores justo adentro de aquellas puertas. Chimeneas a cada costado, la Fuente detrás de ellos, y la entrada de visitantes en el costado más alejado. Había gente suficiente para ser una multitud, pero no las bastantes para que se considerara abarrotado. Y había un reportero acechando cerca de las puertas doradas. Harry no reconoció al hombre, pero tenía un fotógrafo con él y pluma y papel sobresalían de un bolsillo grande. Quizás esperando obtener una primicia. El Ministerio tenía a Ron y eso hacía del lugar un blanco probable cuando Harry actuara. Era un lugar estúpido para encontrarse, pero nadie nunca había acusado a los reporteros del Profeta de ser personas tremendamente cautas.

Si el lugar entero no se incendiaba por el Fuego Demoníaco, Harry suponía que el hombre obtendría la historia que buscaba y probablemente hasta unas aun más valiosas primeras fotos de Harry después de convertirse en un Señor Oscuro. Después de dos días de presión inmisericorde desde el vínculo, él incluso se veía como uno.

Uno de los Aurores lo miro a los ojos y varias cosas sucedieron a la vez. Fuego nació a la vida sobre la mano de Harry justo mientras los ojos del hombre se agrandaban al reconocerlo. Después un escudo sólido de bronce encajó en su lugar en frente de ellos cortesía de Hermione, y Harry respiró vida sobre su hechizo de Fuego Demoníaco. Vida, magia, y dos largos días de furia, miedo, y estrés constante desde su vínculo.

Un Colacuerno se elevó detrás de ellos como un muro de fuego con el rugir de magia Oscura infernal, y el Atrio se convirtió en un caos.

Un barrido de su cola cortó limpio a través de las chimeneas en un lado para cortar las salidas. Una feroz explosión de fuego incineró las chimeneas del otro lado deteniendo cualquier arribo. Dos magos que habían estado esperando allí murieron instantáneamente. Un tercero consiguió dar unos pocos pasos antes de gritar y ser atrapado también por el infierno. Luego, con casi una inquina deliberada, el dragón apoyó una pata masiva sobre la Fuente y redujo las estatuas a menos que cenizas.

Todo el asunto llevó menos de diez segundos.

Alguien gritó. El primer aluvión de hechizos se estrelló contra el escudo de Hermione con una violencia que no dejaba duda que alguien estaba jugando en serio y no comprendía la mecánica del Fuego Demoníaco.

El dragón rugió y ahogó los ruidos de los gritos y carreras, de los hechizos y la destrucción, y su cuello se extendió en forma larga antinatural para alcanzar a los más cercanos en el gentío que escapaba. Harry sintió más que vio la muerte de la primera bruja que engulló, pero antes de que pudiera lanzarse en persecución del resto un vicioso recordatorio de la magia de Harry lo mantuvo restringido.

Varios hechizos más impactaron el escudo, y esta vez Harry pudo ver el daño sobre éste, así como el desgaste en Hermione. Los Aurores no iban a detenerse, no ahora, no cuando se encontraban inmersos en un lucha-y-huye para ver razón, no cuando tenían un Fuego Demoníaco real echándoseles encima, pero esa era la razón por la cual Harry había enviado su Patronus.

Antes de que la tercera oleada de hechizos golpeara, su apuesta rindió fruto.

¡Alto!

La voz de Kingsley Shacklebolt cortó a través del Atrio, respaldada por magia poderosa y protecciones aun más poderosas. La acción se detuvo. Nadie se movió. Escudos alzados, hechizos cortados a medio camino mientras el campo de batalla llegaba a un alto, solamente el siseo agudo y malévolo del Fuego Demoníaco de Harry permaneció, elevándose detrás suyo en la forma de un Colacuerno monstruoso a un paso de la libertad.

El hechizo lo sabía. Harry lo sabía. Shacklebolt lo sabía en su mayor parte también, aunque Harry no estaba seguro si los Aurores lo entendían.

Decía mucho del poder puro y dominante de las protecciones del Ministerio bajo el comando de Shacklebolt que la gente empavorecida se hubieran también detenido. Inseguros, claramente asustados, pero ya no moviéndose. Ya no intentando huir. Harry podía sentir aquellas mismas barreras cayendo también sobre él, dejándose notar aun a través de la abrumadora presencia de su hechizo de Fuego Demoníaco.

Una mirada a Hermione la vio dispersar su escudo, demasiado dañado para permanecer en pie mucho más tiempo. Ella se mantuvo lista para conjurar uno nuevo en un instante.

Shacklebolt sostuvo en forma lenta sus manos vacías en el aire asegurándose de que Harry no lo tomara como un ataque. El hombre nunca había sido fácil de leer, pero la cautela era ahora evidente. No era miedo, no por completo, pero mayor cautela de la que Harry le viera antes.

La primera vez, tal vez, que el hombre había pensado seriamente en la Profecía, más allá de eso de que Harry debía matar a Voldemort.

El *igual* del Señor Oscuro.

Harry mantuvo la mayor parte de su atención sobre el Fuego Demoníaco detrás suyo, pero su control era lo bastante fuerte para poder enfocar algo de su atención en otras cosas. Cosas como el Ministro de Magia y el ejército pequeño a su lado.

El Colacuerno infernal se elevó detrás de él, sus alas extendidas, y Harry se enderezó junto con ello. Unos pocos de los Aurores se removieron con inquietud, pero la orden de Shacklebolt se mantuvo.

Por largo rato ellos simplemente se observaron el uno al otro, Harry obteniendo una idea del poder detrás de las defensas y Shacklebolt obteniendo la medida de la criatura que sus Aurores en forma inadvertida habían traído a su puerta.

El Ministro fue el primero en romper el silencio.

―Lord Potter. Me sorprendió recibir su mensaje ―no *Harry*, no había sido sólo *Harry* por mucho tiempo, pero él sabía que significaba algo que tampoco fuera sólo *Potter*.

―Ministro Shacklebolt ―Harry mantuvo su voz neutral―. Usted tiene a uno de mis amigos. Lo queremos de vuelta.

Para crédito de Shacklebolt, no cedió de inmediato. Fudge lo hubiera hecho. Shacklebolt no tenía esa clase especial de falta de carácter que era el rasgo característico de la mayoría de los funcionarios del Ministerio que Harry había conocido.

―El Ministerio no negocia con Señores Oscuros.

―Debe ser una nueva política desde Voldemort, entonces.

Los estremecimientos y jadeos ahogados de la multitud ante el nombre fueron claros. Unos pocos de los Aurores se estremecieron junto con ellos. Harry apenas se contuvo de demostrar su disgusto, aunque no dudaba que la mirada decepcionada de Shacklebolt a esos Aurores dejaba claro el punto bastante bien.

Ligero movimiento a un costado captó su mirada. Uno de los Aurores estaba moviéndose lentamente hacia la muralla, casi escondido entre la multitud ansiosa. El Colacuerno volteó su cabeza abruptamente y enseñó sus colmillos masivos en su dirección y el hombre se detuvo de inmediato. Había un número de tallas a lo largo de las murallas del Atrio y a través del Ministerio. Algunas eran decoraciones. Algunas eran parte de las defensas. Algunas, como Harry sabía por Susan, podían gatillar la alarma a través de todo el Ministerio si se activaban de la forma adecuada.

Harry regresó de nuevo su atención a Shacklebolt, confiando en Hermione para cuidar su espalda mientras él lidiaba con el Auror―. No recomiendo sonar la alarma. Una evacuación ... bueno, alguien podría entrar en pánico y dispararme.

Su tono suave unido al aspecto de alguien que apenas ha descansado en dos días causó mayor impresión de lo que podría haber sido la rabia.

Shacklebolt lo observó con ojos indescifrables. Le dio una mirada al hombre que todavía era objeto de la atención del Fuego Demoníaco, después realizó un pequeño gesto. El Auror se quedo quieto por un momento antes de parecer desinflarse un poco y retroceder varios pasos hacia el centro del Atrio. Harry no dudaba que existían otras maneras de evacuar el edificio, pero honestamente no le importaba mucho la gente de allí. Solamente la pérdida del edificio del Ministerio sería incomprensiblemente enorme para el mundo mágico. Siglos de historia. Siglos de registros e información. Se necesitarían décadas para reconstruir y mucho más tiempo para recrear lo perdido.

―Es arriesgado, jugar con Fuego Demoníaco.

Los labios de Harry se curvaron levemente. No era una expresión agradable―. Quizás. Supongo mejor esperemos entonces que no me distraiga. Sé que descubrieron la Marca en el hombro de Ron. Estoy seguro que puede imaginar lo *despojante* que ha sido estar separado forzosamente de este modo. Apenas hemos dormido en dos días.

El Colacuerno curvó una garra en forma parcial alrededor de Harry con fingida posesividad, tan cerca que podía sentir el calor abrasador contra su piel. Oyó las alas moverse y las vio aparecer con el rabillo del ojo curvándose alrededor suyo y de Hermione en una semi-cúpula ardiente.

El hechizo jaló sobre su magia pidiendo más poder. Harry se lo entregó.

El Colacuerno ardió más brillante y más alto, el siseo malévolo del fuego se tornó en un rugido bajo y profundo, y esta vez hasta el Auror del rango más bajo pareció comprender la importancia del cuidadoso control del Fuego Demoníaco. Varios dieron un paso atrás, la mayoría con sus varitas alzadas, por todo lo que esto les podría servir en el caso que Harry perdiera el control. Nadie parecía siquiera considerar conjurar el siguiente hechizo en contra de ellos, ya no.

Esto tomó ahora mayor concentración y poder de voluntad, pero nada que Harry no tuviera. Era diferente tenerlo tan estrechamente controlado sin la destrucción de defensas mágicas o de mansiones o enemigos como salida a su furia. Esto necesitaba la misma clase de voluntad testaruda que el rechazar el Imperius de Voldemort, y Harry tenía eso con creces.

Shacklebolt no se inmutó. Harry se habría decepcionado de haberlo hecho.

―Si pierdes el control de ese hechizo, arderán junto con nosotros. Ustedes tres.

Harry se encogió de hombros―. Mejor que un dementor o el Velo, supongo. Tendré la satisfacción de llevarme conmigo a todo el Ministerio además.

―Arthur Weasley...

―...fue advertido de que no viniera a trabajar hoy, y Percy con él ―terminó Harry. Una calma se asentó, extraña unión de la adrenalina y la anticipación de la batalla sumados a una calmada claridad poco natural―. Hay solamente dos personas que me importan hoy en el Ministerio y ambos enfrentan Azkaban por ponerse de mi lado.

La atención de Shacklebolt se tornó hacia Hermione, escudada por una inmensa ala ardiente. Ella contestó antes de que él pudiera preguntar.

―Hasta el final, Ministro ―sombría y determinada, y Harry no se merecía amigos como ellos, ni en cien años.

―Si él pierde el control, quemará la mitad de Londres antes de que ellos consigan contenerlo.

Harry no necesitaba mirar para saber que ella lucía una familiar expresión a medias testaruda y a medias resignada, la que hacía claro que ella no estaba de acuerdo con Harry, pero que igual lo respaldaría sin importar que.

―Lo más probable es que sólo el Ministerio ―corrigió ella―. Con las barreras de este lugar, el hechizo se consumiría a sí mismo antes de que llegara al lado muggle.

―¿Y si te equivocas?

―El Ministerio apenas se ha preocupado por los muggles antes ―una rabia amarga, oscura y ardiente que dejaba claro que ella le daba poca validez a ese argumento en particular. Ellos ya habían tenido esa discusión, no es que nadie más necesitara saberlo.

Shacklebolt pareció acordar que aquello era una causa perdida. Miró de nuevo a Harry y su hechizo apenas contenido―. ¿Cómo sabemos que no dejarás simplemente que el hechizo corra libre en el momento que tenga de regreso al señor Weasley?

―No lo sabe ―Harry no sintió placer en las palabras sin entonación y las reacciones que causaron, por lo menos no mucho―. Va a tener que esperar que la revocación de las restricciones de las criaturas sea suficiente para contener mi mano.

Shacklebolt lo observó, probablemente buscando alguna señal de que Harry no estuviera siendo tan mortalmente serio. Luego hizo un leve gesto hacia dos de sus guardias Aurores―. Traigan aquí a Ronald Weasley. Vivo, ileso y a salvo. Vayan.

Los hombres obedecieron de inmediato. Nadie más osó moverse.

Harry confiaba en que Hermione mantendría a Ron al tanto de todo lo sucedido. Ninguno de ellos quería arriesgar el dividir su atención más de lo que ya estaba.

Un silencio incómodo se asentó sobre el Atrio. Shacklebolt lucio notablemente calmado encarando a un Señor Oscuro posiblemente inestable con un Fuego Demoníaco apenas contenido como su respaldo. Lo suficientemente calmado para que Harry apenas contuviera la urgencia de alimentar el hechizo con un poco más de poder, por si acaso.

―Me sorprende ver que estas dispuesto a arriesgar tantas vidas inocentes.

―Supongo que estaría menos inclinado de hacerlo si solamente más que unos pocos representantes hubieran luchado junto con nosotros y no hubieran dejado a niños de escuela que se enfrentaran a Voldemort.

El estremecimiento de la multitud ante el nombre esta vez se esperaba. Harry lo ignoró.

―La razón la tiene el más fuerte, Ministro. Simplemente estoy usando las tácticas del Ministerio como las aprendí en Hogwarts.

―¿Bajo Albus Dumbledore? Lo encuentro difícil de creer ―la voz de Shacklebolt podría confundirse con curiosidad ociosa. Conociendo lo mucho que el Ministro admiraba al antiguo Director, Harry estaba genuinamente impresionado. El hombre era lo bastante listo para saber que la desaprobación no serviría de nada tampoco.

[Ellos acaban de llegar a Ron.]

Harry no indicó que hubiera escuchado el mensaje de Hermione , y cada poco de tensión y calma antinatural permanecieron en su cuerpo. Ni siquiera se permitió tener esperanza, o el bajar su guardia y caer bajo su propio Fuego Demoníaco o el hechizo de un Auror.

―Bajo Umbridge ―corrigió Harry―. Todavía tengo las cicatrices de su deliciosa pluma de sangre como recordatorio de esa lección. Bajo el Wizengamot, que ha probado con frecuencia que no hay ningún problema que no se pueda resolver con la cantidad correcta de influencia y oro , ya sea juicios perdidos, perdones convenientes, o leyes personalizadas. No me haga comenzar con la campaña de Fudge en mi contra tampoco.

Ojos oscuros lo observaron sin vacilar―. ¿Condenarías a muchos por los crímenes de unos pocos? ¿La mayor parte de los cuales ya no están en el gobierno?

―¡La mitad de los cuales ya no están en el gobierno porque *yo los maté*! ―el temperamento de Harry estalló y el Colacuerno respondió con un rugido de flamas.

Varitas se levantaron bruscamente. La multitud retrocedió, apenas en control debido a las barreras mágicas y el control de Shacklebolt.

La ira se fue tan rápido como había llegado. Harry miró desafiante a Shacklebolt―. Te estas preguntando si las defensas del Ministerio pueden terminar con mi hechizo antes de que este sea tu fin.

―El pensamiento cruzó mi mente ―el hombre admitió con facilidad―. Decidí que las consecuencias del fracaso son demasiado grandes para arriesgarse.

―Por ahora.

―Por ahora ―concordó Shacklebolt. Quedaba tácito que si Harry probaba ser demasiado volátil, esa elección podría llegar a cambiar.

Harry asintió, aceptándolo―. No tengo ningún sentimentalismo mágico, Ministro. Terminaré con tantos linajes sanguíneos como sea necesario. Esto lo haré por Ron. Yo haría lo mismo por Hermione, o Teddy, o cualquier otra persona a la que llamara familia. No quiero ser el sucesor de Voldemort, pero lo haré si tengo que hacerlo.

La multitud se apartó para crear un camino antes de que Shacklebolt pudiera responder. Los dos Aurores aparecieron con Ron entre ellos. Harry no se atrevió a apartar la mirada del Ministro, pero escuchó el pequeño sonido de angustia de Hermione y vio que Ron tropezaba dos veces con el rabillo del ojo.

Un pequeño gesto de Shacklebolt detuvo a los dos Aurores cuando llegaron a mitad de camino. Hermione, por un acuerdo tácito, cruzó el resto de la distancia hasta Ron y se aferró a él, en forma breve y feroz, sin prestar atención a su audiencia. Una cadena de magia, algunos de media docena de hechizos de largo siguieron para detectar y remover cualquier intento de rastrear, controlar, o de alguna manera influir sobre su amigo.

Después ella retrocedió de nuevo, varita presta y un escudo en los labios.

―Vas a querer bajar la restricción contra Aparición ―comentó Harry cuando Shacklebolt permaneció en silencio.

El silencio se extendió. Luego, por fin, el hombre asintió y Harry sintió que las barreras se relajaban una fracción.

Un vistazo a Hermione y Ron y ellos se habían ido. Hermione Desapareciéndolos a ambos hacia Grimmauld.

Harry se quedó. Por más que deseaba que el Ministerio se quemara, no iba a Desaparecerse y dejar que el Fuego Demoníaco reinara libremente. No con Susan en algún lugar del edificio. Quizás esto había sido un intento de ella por mantener sus colegas a salvo. Quizás un día él se lo preguntaría.

Vio a varios Aurores que se removían; con intranquilidad o por un impulso repentino ahora que quedaba solamente él con quien lidiar, no estaba seguro. Pero definitivamente era momento de marcharse.

Aferró el hechizo aun mientras sostenía en su mente la imagen de Grimmauld. Él tendría que destruir el hechizo lo bastante rápido como para poder Desaparecerse antes de que alguien pudiera detenerlo, pero el Colacuerno lucharía en su contra a cada paso del camino.

Él asintió una vez hacia Shacklebolt, agarró toda la fuerza del hechizo, y lo derribó con cada trozo de fuerza de voluntad que poseía.

El Colacuerno chirrió, un sonido inhumano de azufre agitándose, y arremetió contra Harry. Se desmenuzó en cenizas y se desvaneció antes de que llegara siquiera a tocarlo.

Oyó a los Aurores moverse, oyó los gritos y las primeras sílabas de hechizos, y luego se hubo ido con un crac de Desaparición. Reapareció en Grimmauld y se tambaleó como siempre lo hacia cuando estaba cansado o distraído, y luego sintió la presencia de *hogar* y levantó la mirada para encontrar a Ron y Hermione aferrados fuertemente uno al otro.

Hermione lucía cansada, pero ilesa, con lágrimas dejando líneas oscuras que bajaban en el tizne de sus mejillas. Ron se veía como si hubiese peleado tres encuentros con un boggart y perdido. Ellos aun así era la mejor maldita vista que Harry había visto en todo el año.

Harry se les unió en su abrazo antes de estar consciente de ello, arrastrado en un abrazo apretado de cruda desesperación.

―No puedo creer que haya funcionado ―exhaló Hermione―. Merlín, no puedo creer que haya funcionado.

El agarre de Ron aumentó una fracción―. Nunca lo dudé ni un segundo ―si su voz era algo ronca y un poco inestable, bueno, nadie tenía que mencionarlo.

Harry sólo permaneció en silencio y disfrutando de la presencia de ellos dos allí con él, de ambos vínculos donde se suponía que debían estar y que la tensión por fin, por fin se había relajado.

Su apuesta había funcionado, pero dudaba que fuera tan eficaz si tuviera que volver a usarla.

Para cambiar el mundo mágico él necesitaba que el Ministerio cediera. Para dominar el Ministerio necesitaba poseer una buena sección de este y contar con el oído del Ministro.

El Ministerio ardería. No hoy. Ni mañana. Pero pronto. Ellos arderían, hasta el último de ellos, porque si esta era la única manera de evitar que ellos fueran de nuevo detrás de Ron y Hermione, entonces eso era lo que él haría.

Quemarlo todo, purgarlo hasta los mismos fundamentos, y reconstruirlo desde la nada sobre sus cenizas. Si el Ministro no podía controlar al Wizengamot, entonces el Wizengamot cedería. Por Fuego Demoníaco, chantaje, o lealtad, no le importaba en especial cual.

Su mano izquierda descansaba sobre el cuello de Hermione, enredada en su cabello. Su mano derecha apretaba con fuerza el hombro de Ron, un silenciosa confirmación de que estaba aquí, que ellos lo tenían de vuelta para siempre.

―Ellos arderán ―juró calladamente―. Hasta el último de ellos arderá por esto.

La respiración de Hermione se interrumpió. Después su abrazo se apretó y ella alzó la vista para encontrar su mirada, testaruda y furiosa y desafiante a través de ojos inyectados en sangre y piel gris-ceniza.

―Ellos arderán ―concordó ella.

―... hasta el último de ellos ―concluyó Ron, en voz baja y enronquecida―. Hasta el último de ellos.

Neville se encontraba en algún lugar detrás de ellos, así como la sensación de la magia de George, pero por ahora todo lo que importaba eran Ron y Hermione y el vínculo que finalmente se había aliviado.

Un Señor Oscuro necesitaba oro, y magia, y seguidores.

Tal vez era hora de aceptar algunas de esas peticiones apenas veladas de jurarle su alianza.

~oOo~

EPILOGO:

8 AÑOS MÁS TARDE

Minerva McGonagall se apoyó atrás en su silla en su oficina privada con un suspiro de cansancio. Las cartas de Hogwarts para los cursos que regresaban hacia mucho tiempo que habían sido delegados a Filius Flitwick siendo el Subdirector. Minerva seguía insistiendo en supervisar ella misma las cartas a los primeros años. A solas, en el silencio de su oficina, sin el comentario constante de los muchos retratos de la oficina de la Directora.

A ella le gustaba tener una idea de sus nuevos estudiantes, para sentir ese pequeño deleite ante cada nombre de un nacido de muggle: otro niño que presentar a la magnificencia de la magia, otro niño que ver crecer, buscar su camino y enfrentarse al mundo más allá; y el tener la oportunidad de ver las direcciones. El caso de Potter les había enseñado eso por lo menos.

Ahora las cartas de Hogwarts habían salido, todas excepto una.

§

Edward R. Lupin

El cuarto de invitados junto a la biblioteca

Residencia de Verano Delacour

Fréjus

Francia

§

Ella se había sentido un poco descontenta con la dirección (¿qué niño de once años en su mundo no estaría en su hogar el día de la llegada de su carta de Hogwarts?) Eso no se hacía, no en un día tan importante; pero esa no era la razón de que ella la hubiese apartado.

Ella sabía que este día llegaría, y aun ahora todavía vacilaba. No era su padre el hombre lobo el problema. Ellos tenían cuatro estudiantes licántropos, así como dos parte-vampiros y varios otros de sangre mezclada, y todos ellos eran una delicia para enseñar y causaban poco más problema que cualquier otro estudiante.

Su padrino, sin embargo...

Alguien golpeó una vez a la puerta en forma brusca. La puerta antigua se abrió y Filius Flitwick ingresó sin esperar una respuesta. Él parecía saber exactamente lo que encontraría al dar una mirada a la carta sobre su escritorio, y después le dirigió una mirada aguda.

―Serías una tonta un negarle un lugar ―le dijo Flitwick sin rodeos. No se molestó siquiera en mencionar el nombre Lupin, lo que eliminó las dudas que ella podría haber tenido de que su visita fuera una coincidencia―. Beauxbatons ya le envió una carta. Con la mayor de Fleur Weasley que debería empezar allí dentro de dos años, él no lo pensaría dos veces antes de aceptar.

Los labios de Minerva se apretaron―. Me sorprende escuchar que nuestros estimados colegas franceses han comenzado a reclutar sus estudiantes en Inglaterra.

Flitwick resopló―. Solamente a uno. Piensa como una Slytherin, Minerva. Él es un bien valioso.

―¡Él es un futuro estudiante! ¡No una mercancía!

Flitwick hizo un pequeño gesto displicente claramente no importándole demasiado―. Estudiante, entonces. Un estudiante bajo la protección de un Señor Oscuro. La presencia de Lupin les compra siete años de protección. Esto le importa menos a Beauxbatons quizás, ya que Potter no tiene designios sobre nada en el extranjero hasta ahora, pero el hecho persiste. Potter lo sabe, yo lo sé; y dependiendo de cuanto como Black fue criado ese niño, hasta Lupin probablemente lo sabe.

El recordatorio hizo que las palabras se asentaran con mayor amargura en Minerva. Ella siempre había estado orgullosa de llamar a Remus Lupin un Gryffindor. Nymphadora Tonks había sido una Hufflepuff, pero su coraje y devoción habían sido incuestionables. Una Gryffindor de corazón, le gustaba pensar a Minerva. En un mundo idóneo, su hijo debería haber ido a Gryffindor. Tal vez incluso a Hufflepuff, como su madre. En vez de eso, el joven Teddy Lupin tenía más probabilidades de ser un candidato a Slytherin … o Ravenclaw. Después de todo, su profesor de Encantamientos no hacia ningún secreto de sus simpatías políticas más desagradables.

―Hogwarts se puso en pie contra Voldemort. Y también lo hará en contra de Potter.

―Eso hizo ―estuvo de acuerdo Flitwick―, y Hogwarts cayó, y Potter lo sabe. Él quiere que Lupin tenga la opción; él ya hubiera venido por Hogwarts si no fuera así. Envía la carta. Espera que él acepte. Y si eres muy afortunada, y el muchacho tiene una muchísima mejor experiencia aquí que Potter mismo, tal vez Potter decidirá en siete años que tiene problemas más urgentes demandando su atención.

Los labios de Minerva se crisparon en desagrado―. ¿Y si no? ¿Nos inclinaremos ante los caprichos de otro Señor Oscuro? ¿Quisieras tomar el puesto de Director como uno de sus incondicionales? ¿Regresar las Artes Oscuras al plan de estudios? ¿Traer de nuevo los Imperdonables como castigo? ¿Ver a aquellos que él desaprueba reducidos a estudiantes inferiores ; aquellos cuyos linajes familiares todavía no yacen muertos por su mano?

Flitwick resopló―. ¿Deberíamos empezar a referirnos a él como El-Que-No-Debe-Ser-Tampoco-Nombrado también? No te hagas la tonta. Difícilmente quiere a Hogwarts como un caldo de cultivo para una nueva generación de mortífagos. Él quiere ver el colegio tan excelente como se supone que debe ser. El colegio que le prometieron a los once años y que nosotros fallamos tan rotundamente de cumplir.

La gata interna de Minerva siseó en el fondo de su mente, furiosa con el insulto a su colegio. Su ser más racional dirigió una mirada helada a su Subdirector.

―Difícilmente una tonta por no confiar en la palabra de un Señor Oscuro. Criaturas malditas, medio enloquecidas por las Artes Oscuras. Esa será su ruina, como la de todos los de su clase. Voldemort cayó. Grindelwald cayó. Así como , también, caerá Potter.

―Por cierto que lo hicieron. Ante Potter y Dumbledore respectivamente. ¿Quién lo desafiara entonces? Había dos niños de la Profecía, Minerva. Uno reina ahora como el Señor Oscuro de Gran Bretaña. El otro es su voz y voluntad en el Wizengamot, y uno de los de su mayor confianza. Longbottom juraría su alianza a la memoria de Voldemort antes de volverse contra Potter. ¿Granger? ¿Bones? ¿Thomas? ¿Weasley … alguno de su familia?

Minerva no respondió. Ella no necesitaba hacerlo. Los más cercanos a Potter eran tan devotos como lo habían sido los primeros partidarios de Voldemort, más allá de toda sensatez o razón. El resto... nadie presente ese día había olvidado la visión de un mago despojado de su magia en Callejón Diagon por intentar traicionar a Potter. Los alaridos todavía seguían apareciendo en las pesadillas de Minerva a veces.

Potter asesinaba, con tanta facilidad y descuido como Voldemort lo había hecho. Los peores entre sus víctimas, sin embargo, eran aquellos a quienes parecía preferir dejar vivos, sujetos a un número de hechizos horrendos que solamente podían ser productos de una mente Black. Incluso entonces, Flitwick solidarizó con su causa. Se había sentido como una traición la primera vez que ella se enteró. Todavía lo sentía así la mayoría de los días.

La expresión de Flitwick se suavizó un poco, luciendo un poco más desalentado, un poco más fatigado―. Nosotros enviamos a niños a pelear nuestras guerras. Esperábamos que un niño venciera a Voldemort. Este es nuestro pago justo.

Demasiados recuerdos de muerte todavía atormentaban las pesadillas de Minerva para que ella pudiera argumentar con demasiada dureza contra esto. No cuando una cantidad de esos recuerdos eran de estudiantes asesinados, abatidos sin remordimiento, algunos de ellos demasiado jóvenes para estar luchando en lo absoluto.

―La Orden luchó. ¡Nosotros lo *intentamos*, Filius!

―Lo hicimos ―estuvo de acuerdo él―, y al final eso no fue suficiente. Varios antiguos estudiantes dos años por encima y por debajo de él no ocultan su lealtad. Un número mucho mayor es por lo menos simpatizante de su causa, por cualquier número de razones. Y, tan insidioso como lo fue Voldemort en su momento más convincente, esas convicciones se han expandido. Diez años cuando mucho, y verás al primero de sus incondicionales solicitando puesto de profesor aquí. El Wizengamot es ya sea leal, comprado, aterrorizado para obedecer, o simplemente muerto. Solamente la decisión de Shacklebolt de purgar el Ministerio de elementos ofensivos antes de que Potter tomara medidas para hacerlo, le ha impedido caer tan profundamente bajo su control como el Wizengamot. Susan Bones esta en línea para convertirse en la Jefe de Aurores con el tiempo -la misma Susan Bones que proclamó su lealtad a Potter en el Wizengamot- , y nadie es lo bastante tonto para discutir porque ella es una Auror excelente, y su presencia podría muy bien ponerlos bajo la protección de Potter además. Solamente Hogwarts permanece intacto. Diez años, y el primero de la prole de los Longbottom llegará a la edad de entrar a Hogwarts. Si Potter no actúa, el mismo Longbottom muy bien podría hacerlo , y con las bendiciones de su Señor.

Otra carta como la de Lupin, Minerva lo sabía. Otra decisión que hacer en una década en el futuro, mucho más cerca de lo que sonaba, y por un número de los años siguientes. Alice Longbottom sería simplemente la primera de una larga lista de estudiantes problemáticos y , a diferencia de Lupin, era poco probable que Beauxbatons fuera una alternativa aceptable para ella o su familia.

Algunos días estaba agradecida de que Albus no hubiera vivido para verlo. Algunos días se preguntaba cuan distinto habría sido si Potter no hubiese sido el más fuerte de su clase que quedara en pie. Si él no hubiese sobrevivido su segunda Maldición Asesina.

Flitwick vaciló―. Él es más Grindelwald que Voldemort. Eso es todo lo que podemos pedir. Envía la carta. Espera que el muchacho acepte.

Minerva miró la dirección una última vez. Luego llamó a la lechuza de la correspondencia que había estado esperando en lo alto de un estante y le entregó la carta.

―Edward Lupin ―le dijo ella―. Él esta en Francia. Descansa antes de regresar.

Un cabeceo y un potente golpe de alas y la lechuza se había ido, a través de la ventana abierta hacia el cielo brillante más allá.

Tal vez en siete años el mundo sería diferente. Hasta entonces ella trataría a Lupin como a cualquier otro estudiante. No como al ahijado de Potter, ni como el hijo de uno de sus estudiantes favoritos, sino simplemente como a otro estudiante.

Si él se parecía a su padrino, probablemente apreciaría esa gentileza.

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N/T: He editado todos los capítulos , esperando mejorar el formato y algunos detalles. Muchas gracias a todos.

Oh, y Elrick, muchos saludos a los de la Orden Severusiana ;) recuerdo con mucho cariño a muchos de alli.

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Harry Potter, personajes y su mundo © de J.K. Rowling y varias otras compañías. Fanfiction sin fines de lucro, ni pretensiones de infringir derechos de reproducción, realizado sólo con fines de entretención. La trama y personajes originales pertenecen al autor del fanfic.