Chapter 5

-Pov Riza-

No ha pasado mucho tiempo desde mi reconciliación con Roy , y del escándalo que causé en la oficina. Por supuesto TODO el edificio se enteró de lo sucedido, y por consiguiente también de la relación que tengo con mi jefe. No fui muy discreta, lo admito, pero no pude evitar no hacer nada para que esa zorra tratara de robarse a mi hombre.

Cuando regresé a trabajar, escuché muchas versiones y comentarios respecto al tema.

Bien hecho. La pusiste en su lugar.

Debiste haber sido más discreta.

¿Desde cuando sales con el jefe?

Te sacaste la lotería. ¿Cuál es tu secreto?

Eso y más he estado escuchando las últimas semanas. Bien dice el dicho: "Pueblo pequeño, infierno grande." Ja! El que dijo eso nunca ha trabajado en una empresa. Es un chisme que no quieren pasarlo de moda.

—¿Esa es toda la correspondencia que llegó?—pregunto a la recepcionista, mientras reviso los remitentes.

—Si, señorita. La mayoría son del día de hoy.

—María, ya hablamos de esto, nos conocemos desde hace mucho, solo dime Riza.

—Tienes razón. Aunque no durará mucho, ya que pronto tendré que decirte "Señora". —comenta con picardía.

—Creo que mejor puedes seguir con "señorita".

—¿Qué tal van los preparativos?

—Todo bien. Mi hermana se encarga de ayudarme, en sus tiempos libres. Aunque tiene trabajo y la universidad, no deja de supervisar. Puede ser la mujer maravilla, a veces.

María soltó una carcajada. Nos conocemos desde la universidad, fue una coincidencia trabajar en la misma compañía.

Mi celular vibra, indicando un mensaje nuevo.

"Ven a la azotea. Tenemos que ensayar para la boda."

Roy

Sonrío para mí misma, tomo el correo y subo a mi piso. Es la única entrada a la azotea. Abandono el correo en la oficina de Roy, subo por las escaleras un piso más y llego a la puerta, solo hay dos llaves de esta, una la tiene Roy y la otra es mía.

Lo encontré de espaldas admirando la vista de la ciudad desde lo alto. Me acerqué despacio admirándolo a él, allí de pie ataviado en un traje color índigo, espalda ancha y, aun por encima del traje, se notaba el cuerpo trabajado.

Todos tienen razón. Me saqué la lotería con este hombre. Aunque no hice nada.

Posé mi mano en su hombro, para llamar su atención. Pero Roy fue más rápido, y en dos segundos me tuvo entre él y el muro. Sin poder decir nada, ya que mis labios estaban sellados con los suyos. Enrollé mis brazos en su cuello, profundizando más el contacto, mientras él me sujetaba de la cintura con firmeza. Aunque sus manos no tardaron mucho en tomar un rumbo hacia abajo, apretando mi trasero en el proceso. Solté un gemido por la impresión, separándome de sus labios.

—¡Quieres calmarte!

—Íbamos bien. No interrumpas el ensayo, Riza.

—¿Esto es un ensayo? ¿Cómo para que parte de la boda?

—El beso al final de la ceremonia. Tenemos que ensayarlo para que sea perfecto. —explicó volviendo a iniciar el beso.—Creo que tendremos que practicarlo todos los días, cada hora, hasta el día de la boda.—con cada palabra que pronunciaba, un beso venía acompañado con él.

¡Este hombre en efecto quiere matarme!

—Y para después de la boda, ¿Ya no habrá más ensayos?—cuestioné dejándome llevar por sus labios embriagantes.

—Eso me recuerda que también tenemos que practicar para la luna de miel, pero para eso podemos ensayar en la noche.

—Esa idea me agrada mucho más.

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—O sea, ¿Tú te estás escuchando?—le pregunto comenzando a encolerizarme.

Luego de nuestro momento romántico en la azotea, ahora me encuentro discutiendo con mi futuro esposo. Estoy segura de que nuestra discusión se escucha en el piso de abajo, y el que sigue, tal vez.

—Es algo muy natural, es normal que debas molestarte.

— ¡No estoy molesta!

—Entonces, ¿Por qué gritas?

—¡Por que tú no estás escuchándome!

—Wow, wow, tranquilos.—dice Edward, saliendo del ascensor.

Roy y yo comenzamos a contar el problema, pero al mismo tiempo.

— ¡Basta! A la oficina. —ordenó. Los tres ingresamos dentro de esta. —Riza, tú primero.

—Ok, Roy estaba comentándome sobre la despedida de soltero que tendrá, me preguntó: "¿Estás de acuerdo con ello?" y yo simplemente respondí: "Estás en todo tu derecho de hacerla." Y luego empezó a decir que si estoy molesta, y no estoy molesta. ¡Pero sigue y sigue diciendo que me molesta que tenga una fiesta de despedida!

— ¡Y sé que lo estás! ¿Qué mujer en su sano juicio no sé molesta por que su prometido va a tener una despedida de soltero? Todo el mundo sabe lo que ocurren en dichas fiestas.

Edward soltó un sonoro suspiro.

— ¡¿Disculpa?!—Solté boquiabierta.—Yo no acabo de escuchar, lo que claramente dijiste, y entendí.—dije riendo. Esto era una completa estupidez. —¿Podrías dejarme a solas con mi prometido?

—De acuerdo, pero no te conviertas en viuda antes de tiempo. —bromeó saliendo de oficina.

Le puse doble seguro a la puerta, no quería interrupciones. Volteé para encarar a mi novio, pero en lugar de eso tiré de su corbata arrastrándolo hasta el sillón grande, le empujé sin nada de delicadeza para que se sentara.

—¡¿Riz, qué...

—Cierra la boca.—dije fríamente, cerrando las persianas. Estamos en un décimo piso, sin más edificios altos a nuestro alrededor al menos 5 kilómetros, pero quería crear un ambiente... especial.

—Pero, amorcito...

—Cállate. —desconecté el teléfono fijo, apagué mi celular, y el suyo. Dejé las luces tenues para poder ver.

Me acerqué caminando lentamente hasta el sofá amplio, sin apartar mi mirada de la suya. Roy se veía nervioso, sudaba como un sospechoso de crimen, y yo soy la policía que lo interrogará.

—Tú y yo, vamos a aclarar algunas cosas. —Me subí ahorcadas sobre mi ahora sorprendido prometido.—Y tus respuestas decidirán si tenemos sexo justo ahora, o no. ¿Quedó claro?

Roy asintió con la cabeza solamente. Reprimí mi risa al verlo respirar lentamente. Comencé a abrir mi vestido, desabotonando lentamente cada botón. Por suerte mi vestido era una extensión de botones hasta el final, y se ajustaba a mi cintura con dos cintas anudadas de la misma tela. Poco a poco se podía empezar a ver mi escote.

—Escucha, cielo. Entiendo que quieras una despedida de soltero, no voy a molestarme por eso, es normal. —detuve mi acción, para jugar con su corbata un rato.—Entiendo que quieres ir a un club a beber con tus amigos, tal vez vean bailarinas semi-desnudas que quieran estar sobre ti y terminar de desnudarse frente a ti. Justo como yo lo hago ahora. ¿No crees?

Mi voz era una mezcla de ser tierna y traviesa al mismo tiempo. Roy solo asentía sin dejar de mirar mi cuerpo de arriba a bajo. Sé que estaba fascinado por la lencería que usaba hoy. Desaté la corbata por completo arrojándola a un lado. Comencé a desabotonar su camisa, lentamente a propósito, causando que su manzana de Adám reaccionara al subir y bajar, tragando en seco.

—Por mi esta bien que vayas de fiesta, te prometo que no me molestaré, cariño. —digo sin cambiar mi tono de voz, iniciando un camino de besos desde su clavícula, bajando por torso, y de regreso. Ya empezaba a suspirar. Acaricié su cabello un poco, tiré de este para que me viera a los ojos. —Pero... Si llegas a tener relaciones sexuales, o siquiera ponerle un dedo encima a cualquier otra mujer, puedes dar por terminado nuestro compromiso y nuestra relación. ¿Te quedó claro, amorcito?

—Si. —dijo a penas audible. Terminé de quitarme el vestido, dejándolo de lado, junto con su camisa que ya logré quitarla del camino. Quedando yo en ropa interior, y él sin nada de la cintura para arriba.

—Júramelo.

—Te lo juro, mi amor. Eres la única para mí, lo juro.

—Lo sé.

Sonreí, entrelazando sus manos con las mías, moviéndome ligeramente sobre su miembro aun oculto en sus pantalones. Lo solté colocando sus manos en mi cintura, mientras aflojé su cinturón y desabroché los pantalones para liberar un poco la presión.

Puedo ser mala a veces, pero no puedo evitarlo. Amo ver su expresión con cada una de mis acciones.

—Ok, me complacieron tus respuestas. Así que, es hora de complacerte a ti.—digo desasiéndome de mi brasier, quedando expuesta ante sus azules ojos que me devoran.

Atacó mis labios en primer lugar, moviendo sus manos por todo mi cuerpo, como si no pudiera decidir que tocar primero así que acaricia todo al mismo tiempo. Libera mi boca para bajar por mi cuello hasta llegar a mis senos, donde se toma el tiempo de besar, lamer y chupar. Solté un sonoro gemido, mis pechos son muy sensibles, y Roy lo sabe. Sonrío por su desespero por querer devorarme entera. Sé que mi "amenaza" funcionó, mi prometido aprendió que no puede estar lejos de mi, y que si mete la pata, podría perderme.

Roy no es un tonto.

—¡Aah!—me estremecí al sentir un dedo invadiendo mi interior.

Metí mis manos entre nosotros, liberando su erección, acariciándola de arriba a bajo. Volvió sus labios a los míos en otro beso intensamente rudo, amo cuando se comporta así, es más excitante. Me hizo elevarme un poco, para introducir su duro miembro en mi interior lentamente. Ahogué un gemido, apretando sus hombros con mis manos, la sensación de estar llenándome me excita aun más.

Incliné mi cabeza hacía atrás cuando llegó a lo más profundo de mi ser. Aprovechó el acceso visible que tiene de mi clavícula, para mordisquearla y besarla. Mi respiración se volvió irregular, pero eso no detuvo mi obligación. Comencé a moverme lentamente de arriba y abajo, sus manos se aferraron a mis caderas, pero dejándome marcar el ritmo a mi.

Ante todo, las damas primero.

—¡Aah! ¡Ugh! Profundo... ¡Mhn!

—Eres mía, preciosa.—dijo repartiendo besos por donde tuviera oportunidad.

Modifiqué el ritmo con más rapidez. Nunca había sido yo la que tomaba la iniciativa de tener sexo en la oficina, pero debo admitir que hacerlo aquí es muy excitante. Los jadeos de Roy salían con más frecuencia, incluyendo mis gemidos. El ansiado éxtasis se acerca, y el ritmo se acelera.

—¡Aahh! Si... ¡Mhn!

—Ugh... Te amo.

—Yo también... ¡Ah! Te amo.

Me abracé a mi novio cuando mi clímax llegó al fin, pero él me hizo cabalgarlo unos segundos más hasta llegar al suyo, derramándose dentro de mi.

Ambos detestamos usar preservativos, lo dejo acabar dentro por que estoy tomando píldoras y llevo el control de mis ciclos de ovulación, de no ser así no lo dejaría acercarse a mi hasta no salir del riesgo de embarazo. Ahora no.

Descansamos abrazados, esperando regular nuestras respiraciones. Roy me elevó un poco, para salir de mi interior, volviendo a quedar abrazado a mi. Aun ahorcadas sobre él, me separo un poco para comenzar a vestirme, teniendo siempre sobre mi su mirada que me enloquece. Cuando logro terminar de vestirme, me recuesto en el sofá sin levantarme siquiera, esperando a que mis piernas recuperen movilidad. Estar en esa posición, te deja las piernas entumecidas.

—¿Estás bien, cariño?—me pregunta viéndome de pie, mientras se arregla la camisa.

—Mejor que bien.—sonrío con tranquilidad. Necesitaba esa sesión de sexo.

—Si quieres, puedes hablar con Edward para que te diga lo que haremos este fin de semana, para que estés más tranquila. Él es quién está organizando la despedida de soltero. —dijo anudando su corbata.

—Mientras tú cumplas con tú parte del trato, no tengo de que preocuparme.—digo poniéndome de pie finalmente.—Puedes divertirte.

—Eres la mujer perfecta para mi.—dijo besando mis labios, rodeando sus brazos en mi cintura.

—Debo irme, Winry debe estar esperándome.—digo separándome para encender mi celular, y ver aparecer 20 llamadas perdidas y 17 mensajes de texto.—Te veo en la noche.

—¿A dónde irán?—pregunta cuando yo estoy en la puerta.

—Ahm sólo... a planear mi despedida de soltera. Te amo, adiós. —dije cerrando la puerta rápidamente de un portazo.

—¡Riza!

Reí, acelerando el paso hacía el ascensor, logrando entrar antes de que se cerraran las puertas metálicas.

¡Por fin! Lo dejé con la palabra en la boca, como él hace conmigo siempre.

—Ay mi amor, no te imaginas lo que te espera.