Hice este escrito al ver la poca participación que tienen dos de los Jinetes en particular: Arcángel y Psylocke. Y, dado que Arcángel es mi Jinete favorito y últimamente lo shipeo con Psylocke, de repente esto salió.
Cuando los cadáveres de aquellos mutantes cayeron al suelo, por fin pudo sentir paz.
Bueno, no paz. Dudaba que en algún momento la pudiese sentir realmente. No había sentido paz desde su primera victoria en una pelea en jaula en Berlín. Y desde que Apocalipsis le había dado sus alas ahora solo podía sentir vigor. Pero se sentía sereno, como quien se siente superior a un oponente antes de que la batalla comience y termina dicha batalla sin dejar de sentirse así.
Había conseguido vengarse, por supuesto. Apocalipsis no perdonaba a sus enemigos. Aquel miserable demonio (¿Wagner, se llamaba?) había muerto siendo cortado por sus alas. Primero le había disparado sus dagas de acero. Hace apenas unos días había descubierto que estas tenían propiedades venenosas. Habían dejado al engendro paralizado mientras el usaba las puntas de sus alas para cortar limpiamente la cola de aquel que lo había humillado quemando una de sus alas. Siempre había sido un creyente del "ojo por ojo". Cada vez que alguien conseguía impactarle un golpe en la jaula él le devolvía otro.
Lo vio desangrarse, estremeciéndose por la progresiva pérdida de sangre hasta que se aburrió. Aquella muerte era demasiado aburrida y él no era una persona paciente. Levantó una de sus alas para colocarla sobre el cuello del demonio. Le cortó la cabeza de un tajo.
En medio de aquel placer sanguinario se dio cuenta de que alguien lo estaba mirando.
Psylocke.
Por un segundo se sintió orgulloso de que ella lo viese así. Ella lo había visto más de una vez peleando contra otros mutantes. Sometiéndolos hasta que la multitud estuviese satisfecha. Incluso matándolos si la derrota no era suficiente para los sádicos de turno. Había visto lo fuerte que era. Por eso la sorpresa había sido mayor cuando el que ahora era un cadáver decapitado había conseguido quemarle las alas. De entre todo el ruido de la multitud pudo oír su exclamación de sorpresa al ver como la red eléctrica lastimaba una de sus alas.
Ahora recordaba con vergüenza cuando ella había venido con Apocalipsis a verlo cuando ahogaba sus penas en alcohol. Había visto a un ángel caído de la gloria. Todo porque aquel demonio había tenido un poco de suerte.
Pero le había traído la oportunidad de renacer. Renacer, no como un ángel.
Un Arcángel.
La transformación había sido dolorosa. Las alas de acero divino eliminando a sus, ahora insignificantes, alas lisiadas, se abrieron paso a través de su piel, permitiéndole renacer.
Todo gracias a ella. Ella que había visto su potencial incluso cuando cayó en el ring. Ella que le había traído ante aquel Dios entre mutantes. Aquella...
Aquella a la que amaba.
O tal vez no era amor. Sentía algo por ella, pero bien podía ser apego. Había tenido una vida dura y solo ella lo había comprendido. Viendo más allá del Ángel de la Muerte al que aspiraba a convertirse en el ring y en el que se había convertido finalmente.
Aún recordaba cuando se conocieron...