Disclaimer: Los personajes pertenecen a Akira Toriyama. Esta historia es una traducción del fanfic Aftershocks, escrito por aria710. Los créditos van a la verdadera autora.

De verdad planeaba y deseaba publicar este capítulo mucho antes, pero muchas cosas se interpusieron. Odio no tener el tiempo suficiente para dedicarle a esta historia, pero no puedo ignorar mis otras responsabilidades. Así que me disculpo. Lo bueno es que pronto vendrán las vacaciones de navidad, y tendré un poco más de tiempo :) Sin más, disfruten el capítulo.


Capítulo 2

Mentiras y verdades

-Sigo creyendo que debimos haber ido a la Tierra nosotros mismos, Vegeta.

Él ignoró las quejas de su subordinado. No había necesidad de hacer un viaje tan excesivamente largo. Doce meses sentado en una nave espacial no era su idea de aprovechar el tiempo, tiempo que podría usar para entrenar o exterminar mundos. Raditz tenía la suerte de tener un modelo de nave más reciente que el resto de ellos, por lo que podía acortar su viaje a solo un mes de ida y otro de regreso. Vegeta cruzó los brazos sobre su pecho, su barbilla ligeramente alzada mientras la cápsula espacial se abría en el puerto de aterrizaje.

Había sido un gran cambio, mudarse de la estación espacial a una ubicación más permanente en uno de los planetas de Freezer. Estaban a solo un mes de distancia de Namekusei desde aquí, de ese inútil planeta verde con tres soles habitado por esos Namekuseijin amantes de la paz. Era un planeta tan pequeño que fue considerado sin valor para Freezer y la Organización interplanetaria de Comercio. "Ahora todo lo que necesito es una excusa para irme." Pensó el príncipe.

Hubo una ligera fuga de gas mientras la cápsula se abría, y Raditz dio un paso afuera, cargando en sus brazos a un pequeño niño de extraño atuendo amarillo.

-¿Qué demonios es eso, Raditz? –el tono de Vegeta estaba lleno de frustración-. ¡Pensé que ibas a recoger a Kakarotto, no a un niño inútil!

Raditz no dijo nada, pero volteó al niño, sujetándolo por el cuello de su ropa. La peluda cola marrón se deslizó detrás de él, y los ojos de Vegeta se estrecharon.

-Un Saiyajin… pero ¿cómo?

-Mi hermano procreó con una terrícola –Raditz acunó al niño sobre su hombro, mirando la expresión de asco de su príncipe con confusión-. Seguramente puede entender la atracción, Príncipe Vegeta.

Vegeta simplemente gruñó en respuesta.

-Así que la perra está viva, ¿verdad? –Dijo Nappa, mientras se acercaba y examinaba la cola del muchacho-. ¿El niño es de ella?

Los oscuros ojos de Vegeta miraron inmediatamente al otro Saiyajin.

-¿Qué estás insinuando? –preguntó.

-Ella conocía a Kakarotto, ¿cierto? Y tenía experiencia seduciendo Saiyajins. No me sorprendería –respondió el hombre.

Un gruñido de posesión estalló en el pecho del príncipe.

-Deja de decir idioteces, Nappa. No se parece nada a ella.

-De hecho, eso podría tener sentido –dijo Raditz, mirando a su sobrino-. Ella estaba dispuesta a hacer el trato para asegurar su protección. Y luego corrió hacia mi hermano tan pronto regresé a la nave. ¿Tengo entendido que así es como se comportan las parejas? –El joven Saiyajin miró a Nappa esperando una confirmación, pero el hombre calvo solo gruñó, sin intención de revelar más información.

"Idiotas."Pensó Vegeta, agarrando al chico. El niño de cuatro años parecía estar en estado catatónico, los efectos de la hibernación aún sintiéndose en su pequeño cuerpo.

-No huele nada como ella.

-Huele como Saiyajin, Vegeta. El olor es abrumador. Y han pasado más de diez años desde la última vez que la viste, ¿cómo recordarías su olor?

Vegeta arrojó al niño de vuelta a los brazos de Raditz, y se volvió hacia el viejo Saiyajin.

-No dudes de mí, Nappa. El niño no huele a ella, pero… -dejó la información correr por su cabeza. La chica y Kakarotto se conocían desde que eran jóvenes, y ella incluso había hablado en su favor en varias ocasiones, protegiéndolo de los comentarios de Vegeta… si no recordaba mal. "¿A quién le importa esa perra estúpida de todas formas?" El príncipe miró al niño con una extraña sensación de asco-. ¿En dónde planeas tener al mocoso?

-Es mi sobrino, Vegeta –Raditz se rascó la cabeza, su largo cabello enredándose en sus ásperas manos-. Pensaba mantenerlo en mi habitación y ocuparme de su entrenamiento.

-Bien –respondió el príncipe, contento de que el mocoso no deba quedarse con él-. ¿Cómo fue que convenciste a Freezer para que te dejara ir a la Tierra de todos modos? –Vegeta necesitaba acumular las excusas que iba a decir al extraterrestre.

-De la misma manera en que logré ser asignado a trabajar con ustedes dos –el joven Saiyajin se encogió de hombros-. Maté a todos mis compañeros y me fui.

Era cierto que el Saiyajin de tercera clase había sido considerado de mala suerte por un tiempo. Las constantes palizas que había recibido de Zarbon por no recuperar su "preciado cargamento" le habían otorgado a Raditz experiencias cercanas a la muerte durante años, y junto a ellas un gran aumento en su poder de pelea. Su poder era casi tan fuerte como el de Nappa ahora, algo que el Príncipe Saiyajin había considerado imposible. De ninguna manera pensó que un soldado de tercera clase podría llegar a tener un nivel cercano al de un Saiyajin de élite. Pero Raditz había demostrado su error de una manera extraña. Se le asignaron misiones con los otros débiles lacayos de Freezer, solo para reportar las accidentales muertes de cada uno de ellos. Era una rara manera de conseguir su objetivo de trabajar con el príncipe Saiyajin, pero Vegeta tuvo que admitir que funcionó perfectamente. "Tal vez Freezer estaba pensando que con su mala suerte, yo moriría también."

Todavía era el mono mascota favorito del monstruo, tal vez incluso más que antes. Hace 12 años había vuelto a la estación como un loco, un completo salvaje. No había misión suficientemente peligrosa, ni mundo suficientemente desafiante que no destruiría lentamente. Raditz había dicho que la chica lo dejó aún más vacío, pero Nappa no estuvo de acuerdo y afirmó que simplemente había terminado su último rito de paso hacia un Saiyajin de edad adulta. No era tradicional para un varón Saiyajin matar a su pareja, oh no, pero de acuerdo con Nappa, en esta versión perversa de la cultura Saiyajin, era la única manera de crecer de verdad.

Los Saiyajin no se unen por amor. Se unen y se aparean por oportunidad y evolución. Los más fuertes se juntan con los más fuertes, los débiles con los débiles, todo para el beneficio de un material genético definitivo. Así fue como empezó. Así fue como consiguieron el actual sistema de jerarquía Saiyajin formado por castas de élite y clases inferiores. El linaje real fue impulsado por una raza especial de Saiyajin de élite, fundado por años de selección natural y oportunidad. Hubo un breve periodo en que los Saiyajin se volvieron completamente monógamos, pero Nappa afirmaba que aquellos tiempos estaban muertos, enterrados junto a las grandes ciudades y palacios de su raza. Muerto a manos de Freezer.

Bulma había cumplido su trabajo de mantenerlo ocupado en sus momentos más hormonales. Y cuando dejó de ser de utilidad, él se deshizo de ella, como se esperaba. La oportunidad se había ido, el objetivo había terminado. Oportunidades futuras surgieron durante los próximos 12 años, y él las tomó, al principio con vacilación y necesitando ser convencido por Nappa, pero ahora más descaradamente. Ellas nunca necesitaron ser obligadas. La especie femenina se lanzaba fácilmente a sus brazos por alguna razón retorcida. Se tomaban precauciones para evitar la reproducción, en la forma de una simple pastilla. Todos los soldados de Freezer las llevaban, y a todos se les ordenaba usarlas. Se convirtió en rutina, sin sentido, sin emociones. Y Vegeta no lo deseaba diferente.

Había intentado convencerse del falso recuerdo, pero la noticia que trajo Raditz forzó la verdad de vuelta en su cerebro. Él nunca se había deshecho de Bulma, a pesar de que había intentado convencer a Nappa y a Raditz de que fue él quien le ordenó marcharse. Pero la verdad era que ella simplemente desapareció. "Así está mejor."

Vegeta había perdido el camino cuando estuvo con ella, olvidado su propósito de vida de mandar a Freezer a las profundidades del infierno. Pero, ¿quién diría que su fuga podría ser la respuesta que estuvo buscando todo este tiempo?

-Mantén al chico a salvo, Raditz. Es tu hijo ahora, ¿entendido? Dirás que embarazaste a alguna mujer sin valor en una de tus misiones y que esta fue tu recompensa –dijo Vegeta, mirando al niño dormido más cuidadosamente-. ¿Cómo se llama el mocoso?

-Kakarotto lo llamó Gohan, aunque no es un nombre apropiado para un Saiyajin.

-Déjalo así –ambos Saiyajin se vieron sorprendidos ante el comentario de Vegeta-. Eso demuestra que no sabíamos de él hasta hace poco. Lo encontrarán sospechoso si tiene nombre de Saiyajin.

Raditz asintió.

-Sí, Vegeta –dijo él, empezando a marcharse hacia sus aposentos, pero luego se dio vuelta-. ¿Quieres que te avise cuando despierte, Vegeta? Él podría tener más información sobre las esferas del dragón.

Aunque dudaba del conocimiento que un niño tan pequeño podría tener sobre eso, Vegeta asintió. Necesitaba más aclaraciones, y dudaba que Raditz hubiera sido lo suficientemente inteligente para recolectar más de Bulma. "La muchacha…" Sus pensamientos volvieron a ella. Su cabello recogido en una cola, sus vestidos cortos con su nombre escrito, y su dulce e inocente sonrisa. Ella lo había dejado solo tan repentinamente. ¿Cómo fue que Raditz la encontró tan fácilmente en su pequeña excursión a la Tierra? ¿Cómo diablos consiguió ella regresar allí en primer lugar?

Había una parte de él que contaría los días hasta verla de nuevo, admitió el príncipe. La observaría acercarse a él con impaciencia, sus extraños ojos azules mirándolo con sorpresa, sus suaves labios sonriendo ingenuamente. Él sabía que quería ver su rostro otra vez, su flexible cuerpo y delicado cabello. Estaba seguro que deseaba oír su voz pronunciando su nombre, ya sea en un susurro suave o en un apresurado grito de terror. De lo que no estaba seguro, era de cómo iba a matarla.


La chica se acercó de mala gana a la pequeña casa, tratando borrar la mancha de sangre en su blusa azul. Con un leve movimiento, volteó su cabeza para mirar a Krilin, que llevaba a Goku cuidadosamente sobre su hombro. Bulma había querido llevarlo directamente al hospital de la Capital de Oeste, pero Krilin mencionó que Milk podría negarse a dicho tratamiento. Había señalado que Goku probablemente nunca había ido al doctor, no con la manera en la que fue criado, y ahora que sabían que era algún tipo de alienígena, quién sabe lo que los médicos podrían encontrar o hacer con él.

-Esta es una idea estúpida, Krilin. Tengo médicos privados, ¿sabes? –Dijo la chica, sintiendo su preocupación por Goku convertirse en enojo, mientras observaba la puerta con recelo-. Se va a enfadar mucho al verlo tan lastimado.

-No creo que se preocupe mucho por Goku cuando le digas sobre Gohan.

Ella tragó saliva. Bulma prometió que ella sería quien le cuente a la Sra. Son sobre el secuestro de su hijo. La chica levantó su mano sobre la puerta de madera, tocando suavemente y rezando para que Milk no sea la experta en artes marciales que solía ser.

Krilin gruñó ante la falta de respuesta, reacomodando al hombre inconsciente en su espalda.

-Tal vez deberíamos ir con el Maestro Karin y pedirle algunas semillas del ermitaño.

-Bueno, tú puedes volar hasta allí, supongo. ¡Esa estúpida nube no me deja subirme! –Bulma tragó saliva e inmediatamente bajó la voz cuando la puerta comenzó a abrirse, revelando a Milk, con su cabello negro recogido y llevando ropas tradicionales.

La joven mujer miró a Bulma con sorpresa, antes de fijarse en su blusa sangrienta.

-¿Bulma? ¿Qué sucedió? –Sus ojos oscuros se llenaron de furia al notar el cuerpo inmóvil de Goku en el hombro de Krilin-. ¡¿Qué pasó con mi marido?!

Su voz era aterradora, pero Bulma mantuvo la calma. Ella creció junto a los mejores luchadores del mundo. De ninguna manera se acobardaría frente a Milk.

-Milk, tenemos mucho que contarte… si tan solo pudiéramos…

-¡Oh, claro que no! –Exclamó ella, levantando una mano, haciendo a Bulma y Krilin retroceder un paso-. Sabía que esta reunión era una mala idea. Gohan va a ser un investigador, no un peleador. ¡Debería estar estudiando! ¡No quiero verlo involucrado en sus ridículas aventuras!

Bulma sintió la necesidad de recordar a Milk que la única razón por la que había conocido a su esposo fue por sus "ridículas aventuras", pero decidió tragarse sus palabras. Si alguien apareciera de repente en su puerta con el cuerpo sangriento y lastimado de Yamcha, dudaba que ella reaccionaría de diferente manera. Aunque, tomando en cuenta lo que ese idiota había hecho, tal vez hubiera saltado de felicidad y regalado una medalla a Raditz.

-Si pudiéramos entrar y calmarnos, Milk, te lo explicaremos todo. Goku de verdad necesita un doctor.

-¡Está bien, tráelo! ¿Dónde está Gohan? –La mujer salió de su casa, pasó de largo junto a su marido inconsciente y echó un vistazo alrededor del Monte Paoz-. ¿Gohan? –ella se llevó una mano a la boca para enfocar su voz, pero al ver que su hijo no estaba a la vista, sintió un escalofrío en todo su cuerpo. Su mandíbula se apretó con ansiedad, mientras se daba la vuelta para encarar a Bulma-. ¡En dónde está mi pequeño!

Ella quedó un poco sorprendida con lo rápido que la mujer se olvidó del estado de Goku. "Creo que Goku es un imán para los problemas." Bulma dejó escapar un suspiro, preparándose para el sermón que vendría de la otra mujer una vez se enterara de lo que sucedió. Krilin temblaba detrás de ella, y finalmente habló con voz tambaleante.

-Yo… llevaré a Goku al hospital –dijó él, antes de alzar el vuelo llevando a Goku en su espalda, y dejando solas a las dos mujeres.

"Me pregunto si a mi padre se le ocurrirá enviar a alguien a buscarme aquí." Bulma no tenía duda de que Milk la mataría cuando le contara todo, como cualquier otra madre, supuso ella. La científica de cabello azul nunca tuvo la intención de tener hijos propios, no con su horario de trabajo y su falta de responsabilidad. Los niños eran ruidosos, desordenados y requerían mucho trabajo. Ella aún era joven, y necesitaba de tiempo para vivir, salir y divertirse. Le asustaba un poco pensar que Milk era cuatro años menor que ella. La mujer de cabello oscuro actuaba mucho más madura, parada allí con su conservador atuendo, gritándole como madre neurótica.

-¡Será mejor que no esté entrenando con ese tal Maestro Roshi! ¡Mi padre y mi esposo ya son peleadores! ¡Mi hijo va a crecer para convertirse en un ciudadano respetable, ¿me escuchas Bulma Briefs?!

La paciencia de Bulma se estaba agotando.

-¡Milk, cálmate! ¡Él no está entrenando con nadie! –dijo ella, cubriendo su boca con su mano al darse cuenta que de hecho no podía estar segura de eso, y que la verdad era en realidad mucho peor.

-¿No? –la voz de Milk se tornó apagada y ella parecía completamente confundida-. Entonces… ¿en dónde está? Por favor dime que está bien, Bulma. No le sucedió nada, ¿verdad?

Fue entonces cuando Bulma se dio cuenta que los exasperantes gritos y regaños de Milk, se debían simplemente a que ella estaba realmente preocupara por su único hijo. La imagen del pequeño niño de cabello negro, golpeando el interior del cristal de la nave espacial hizo a Bulma encogerse con incomodidad. Las lágrimas del niño habían brotado de sus ojos con fluidez, como gotas de lluvia sobre las hojas de otoño. Era tan pequeño, y estaba tan asustado. Y Bulma prácticamente había firmado su sacrificio.

-Él está… -ella se preguntó cómo debería empezar. "Fue secuestrado por un extraterrestre. Tu marido es un extraterrestre. Pero no te preocupes, conocí a ese hombre por unos minutos hace 12 años. Confía en mí, Milk. No soy tan irresponsable como dicen"-. Está… bien.

Milk realmente no esperaba una respuesta diferente, pero necesitaba más información.

-Entonces, ¿en dónde está?

-En la Corporación Cápsula –murmuró Bulma-, con mi padre. Acabamos de empezar un… nuevo programa de becas para niños. Gohan parecía tan brillante que inmediatamente lo envié a una entrevista con los representantes. Si todo marcha bien, será inscrito directamente en nuestro programa educativo para infantes –la mentira sonaba increíblemente ridícula, pero la chica continuó-. Tiene cerca de 18 meses de duración. Pero si termina el programa, Gohan tendrá garantizada la admisión a cualquier escuela de educación superior en el mundo.

18 meses parecía tiempo suficiente para recuperar al niño y tal vez enseñarle un poco de algebra para impresionar a su mamá. "Por favor, que no sea tan cabeza hueca como su padre." Bulma escaneó la última parte de su mentira, buscando algún tipo de incoherencia.

-Es un muy buen programa, Milk. Por supuesto, esto significará que no podrás contactarlo por un tiempo… es algo así como una estrategia para evitar las distracciones. Todavía puedo llamar a mi padre si no deseas que Gohan sea inscrito –ella sacó su teléfono celular, pero sus dedos temblaban mientras esperaba la reacción de la mujer-. ¿Qué dices?

Bulma casi lanza un grito ante el abrazo repentino, y su teléfono cayó al suelo, estrellándose contra una roca mientras la batería salía volando. Los brazos de Milk la exprimían en un fuerte abrazo, y ella parpadeó sintiendo lágrimas mojadas caer sobre su hombro.

-¡Oh, gracias, Bulma! –La joven mujer sollozaba entre palabras-. Es muy difícil encontrar una buena escuela por aquí, y con mi perezoso marido, no puedo darme el mujo de contratar un tutor para Gohan.

Una vez más, su estúpida lengua tuvo el deseo de recordarle a Milk que el niño tenía apenas cuatro años de edad, pero Bulma la mordió.

-No te preocupes por eso. Es un niño muy inteligente –dijo ella, palmeado suavemente la espalda de Milk-. ¿Qué te parece si llamo a Krilin y averiguamos a qué hospital llevó a Goku?

La mujer levantó la cabeza ante la mención de su marido.

-¿Qué fue lo que sucedió, Bulma? Pensé que tal vez los chicos entrenarían entre ellos, pero Goku no debería haber quedado tan lastimado. ¿Acaso se peleó con Piccolo?

Bulma sacudió la cabeza.

-Creo que sería mejor que tu marido te lo explique, Milk –ella le dio una sonrisa tranquilizadora, al ver el gesto de preocupación formarse en el rostro de la otra mujer-. Pero, ¡no te preocupes! Goku siempre tuvo la cabeza dura. ¡Se pondrá bien! Llamaré a Krilin en este momento y podremos tomar un avión hacia allí.

Lentamente, se soltó del agarre de Milk, quien luego secó sus lágrimas y volvió a su casa para tomar su bolso. Ante la ausencia de la mujer, Bulma suspiró de alivio y recogió su teléfono. Rápidamente dejó un mensaje para Krilin, quien aún se encontraba en vuelo, explicando su mentira y diciéndole por cuál médico debería preguntar cuando llegue al hospital.


Vegeta levantó una ceja, profundamente molesto ante la repentina entrada de Raditz a su habitación. La puerta de metal soltó un crujido cuando el alto Saiyajin se apoyó en ella, jadeando y luciendo completamente mortificado.

-¿Qué quieres, Raditz? –Vegeta detuvo sus flexiones de pecho, enderezando su espalda-. Creo que puedes sobrevivir sin estar en mi presencia por una hora.

-Ha, ha, Vegeta. Es sobre el niño.

Vegeta gruñó, sintiéndose increíblemente aburrido en vez de curioso.

-¿Qué hay de él?

-No se quiere callar.

-Pues arráncale la lengua.

Raditz inmediatamente se puso a la defensiva.

-¡Es mi sobrino, Vegeta!

Ante eso, el Príncipe Saiyajin se puso de pie, cruzando sus brazos sobre su pecho.

-Lo dices como si eso importara.

-Claro que importa –respondió Raditz-. Él es uno de los últimos de nuestra especie. No quiero abandonarlo tan fácilmente. Podría ser útil para nosotros en el futuro.

El futuro. ¿Qué futuro exactamente? El príncipe había resentido el hecho de que Raditz hubiera traído al mocoso a este lugar. ¿Cómo podría pensar que estar bajo el tortuoso mando de Freezer sería beneficioso para el muchacho? El hombre era más idiota de lo que pensaba. Vegeta dudaba que Raditz sólo hubiera traído al niño como una moneda de cambio, como el contrato que necesitaban para asegurarse que se apoderarían del dispositivo Namekuseijin.

Raditz afirmó que ella las había llamado esferas del dragón. "Qué nombre tan ridículo." Su mente inicialmente se había llenado con retorcidas y repugnantes imágenes de genitales de reptil, pero el pensamiento no duró mucho. La chica había afirmado que fue gracias a esos objetos que logró escapar. Esa fue la razón por la que lo había abandonado hace doce años, dejándolo bajo la inmutable ira de Zarbon, y de vuelta en las frías y crueles garras de Freezer. Era un dolor en su corazón que había reprimido hace mucho tiempo. Nappa afirmaba que la experiencia le había hecho bien. Él estaba entrenando más, asesinando más, disfrutando del fugaz e inmensurable momento de la derrota de un enemigo. Eso, decía el viejo Saiyajin, era la única mierda que importaba en la vida. Las mujeres inútiles eran solo eso. Inútiles.

Su repentina aparición, sin embargo, había aflorado en él una creciente curiosidad, principalmente por dos razones. La primera era que, si ella decía la verdad, entonces estas bolas de Namekusei eran la clave para obtener algo que realmente deseaba: inmortalidad. Podrían concederle la oportunidad de derrotar a Freezer, la libertad que había deseado desde que era un niño. Podría recuperar el orgullo de su raza. Finalmente estaría libre para ser el príncipe que siempre ha sido, sin ningún asqueroso alienígena interponiéndose en su camino. El universo caería de rodillas a sus pies.

Esto no le había mencionado a Nappa, por supuesto. No podía confiar en la lealtad del calvo Saiyajin, ni siquiera hacia su príncipe. Él podría fácilmente cotillearle todo al lagarto demoniaco, si la recompensa otorgada era suficiente. Vegeta pensaba que Raditz estaría más dispuesto a ayudarlo en sus planes. Cuando supo que la destrucción del Planeta Vegeta había sido a manos del propio Freezer, el Saiyajin de tercera clase se había vuelto cada vez más rebelde. No había mostrado claras faltas de respeto e insubordinación, pero hubo múltiples ocasiones en que Raditz había superado y cumplido misiones en las que ni siquiera debía haber sobrevivido. Solo para frotárselo en la cara del demonio frío, para mostrarle que no era fácil deshacerse de un Saiyajin. Además, estaba eso de que había matado a todos sus compañeros. Ese tipo de suerte no era fácil de ignorar.

La ira de Raditz era apasionada, ardiendo con la furia de un joven Saiyajin. Pero el idiota era demasiado descuidado. El príncipe no pensaba contarle todos los detalles sobre su plan. Todo lo que necesitaba saber era que Freezer iba a morir y puede que él tome parte en su muerte algún día. Y el día parecía estar cada vez más cerca. Vegeta había obtenido las coordenadas de la Tierra para que Raditz pudiera ir a recoger a su hermano menor, perdido hace mucho tiempo, con la promesa de que no volaría el planeta en pedazos o comenzaría una matanza desenfrenada. Eso, sin embargo, fue un completo fracaso. En lugar de volver con un guerrero, Raditz había traído a su príncipe un infante. Un mestizo niño cobarde. El fracaso total de la misión, hizo a Vegeta tener que suprimir el deseo de darle al soldado una buena paliza.

La segunda razón era un poco más personal, un sabor muy diferente de venganza. El vacío sentimiento de abandono y traición durante esa torpe e increíblemente idiota fase de su vida, le hacía anhelar sangre. La sangre de ella. Él no era de los que se dejaban manipular, le enfurecía haber sido engañado como un niño al que le ofrecían dulces. Freezer lo había convertido en un esclavo, y esa criatura llamada Bulma no lo había tratado diferente. Ella se había ganado su confianza por su propia supervivencia, prometiéndole lo único que deseaba más que nada, solo para arrebatarlo de sus manos justo cuando comenzaba a confiar plenamente en ella. Pero la confianza era algo aprendido por los débiles y olvidado por los fuertes. Él no podía permitirse cometer un error tan atroz de nuevo. "Fueron mis malditas hormonas adolescentes."

-Hablaré con el muchacho –exclamó Vegeta fríamente, mientras se colocaba su armadura blanca-. Es posible que sí sepa algo de las esferas del dragón, además, debe aprender a respetar a su príncipe –dijo la última parte con determinación, antes de seguir a Raditz hasta su aposento.

Vio al niño lloriqueando en una esquina, su cola envuelta a su alrededor como una peluda manta de seguridad. Su atuendo lo confundía, usaba una túnica amarilla y pantalón verde con una ridícula combinación de rayas rojas en la parte delantera. Los vibrantes colores contrastaban crudamente con las limpias paredes blancas del dormitorio. Vegeta dio un pequeño paso hacia delante, y el muchacho inmediatamente se estremeció, escondiendo la cabeza entre sus brazos. El Príncipe Saiyajin sonrió satisfecho. "Al menos sabe a quién temer."

Pero el miedo era una señal de debilidad. Necesitaba ser succionado fuera de él, como el veneno de una herida fresca.

-Levántate.

El niño se limitó a seguir temblando ante esa voz profunda y resonante. Vegeta no soportaba los lloriqueos. Agarró al niño por la cola, ganándose un desgarrador grito de terror.

-¡CÁLLATE!

El pequeño niño se mordió el labio, pero sus lágrimas seguían acumulándose, amenazando con caer en cualquier momento.

Vegeta estaba satisfecho con el silencio forzado, por ahora. Arrojó al niño en la cama de Raditz, y éste se encogió de inmediato, arrastrando sus rodillas contra su pecho. El príncipe caminó por la habitación, con los brazos cruzados y la oscura mirada enfocada en el Saiyajin mestizo.

-Te darás cuenta que gritar y llorar por tu débil madre no te llevará a ningún lado, muchacho.

El pequeño levantó la cabeza, sus lágrimas fluyendo ligeramente.

-… ¿En dónde está mi papá?

-Tu padre es una desgracia para la raza Saiyajin, por lo que sé –exclamó Vegeta en tono de burla-. Me importa una mierda en dónde está. Estamos aquí para enseñarte la verdadera naturaleza de tu herencia, para liberar tu completo potencial –dijo él, deteniéndose frente al niño-. Tu sangre impura no será excusa. Trabajarás duro. Escucharás mis palabras y las de Raditz como si fueran leyes, ¿entiendes, muchacho? No debes desobedecernos o traicionarnos, o me haré cargo personalmente de que tu preciado papá no pueda ver tu cara de nuevo –el príncipe mostró sus colmillos-. ¿Ha quedado claro?

Gohan, aunque nervioso y petrificado, logró asentir con su cabeza en ligera dignidad. Sus pequeñas y pálidas manos, se mantenían torpemente en su rostro, mientras trataba de limpiar un enorme pedazo de moco amarillo de su nariz.

-Sí, señor.

La sonrisa de Vegeta creció ante el respeto fácilmente obtenido.

-Bien. Si tienes alguna pregunta, hazla ahora.

-… ¿El hombre malo lastimó a mi familia?

Vegeta miró a Raditz, que se rascaba la cabeza, casi con aire de culpabilidad. "Patético."

-Ese hombre malo es tu familia. Así que será mejor que te acostumbres de una puta vez –el niño se encogió ante aquel lenguaje, y Vegeta entrecerró los ojos, pensando en qué tan sobreprotegido debía ser este mocoso-. ¿Qué edad tienes, muchacho?

-Así… -él levantó cuatro dedos y se detuvo, anticipando los cumplidos que la gente normalmente le hacía de su habilidad para contar. Pero Vegeta apenas parpadeó.

"Yo era sólo un año mayor cuando mi planeta fue destruido." Echó un vistazo a Raditz, quien había sido incluso más joven. Este niño había tenido la suerte de crecer cuatro años en paz en su planeta. Ahora, perdería esa inocencia sobreprotegida en el planeta de Freezer. Aquí, se convertiría en un verdadero luchador.

-¿Algo más?

El niño volvió a resoplar, el pedazo amarillo de moco colgando de su nariz de manera más evidente. Esto molestó a Vegeta a más no poder, y rápidamente se dirigió al tocador negro de Raditz, sacando un par de calzoncillos y entregándoselos al mestizo Saiyajin.

-Usa esto.

-… Gracias.

-Hum –Vegeta ignoró el ligero murmullo de quejas del otro soldado.

Gohan sonó su nariz profusamente, y luego miró a Vegeta con los ojos bien abiertos.

-¿Quién es usted, señor?

-Tu príncipe –Vegeta sonrió ante la reacción del niño. Gohan lo miraba, con la boca abierta en puro asombro, y él continuó-. Ahora, vas a responder mis preguntas, muchacho.

-Sí, señor príncipe.

Vegeta se inclinó, apoyando las manos en sus rodillas, mientras se ponía al mismo nivel del niño.

-¿Qué sabes sobre las esferas del dragón?