No soy la dueña de los personajes que aquí aparecen, estos pertenecen a Mitsurō Kubo y Sayo Yamamoto. Como advertencia solo les digo que esto es YAOI .
Todo review es agradecido y será respondido de forma privada a no ser se sea anónimo, esos solo los agradeceré con el alma pues definitivamente me sacan sonrisas.
1er Patinaje.
La luna se escondía detrás de las nubes en un pequeño pueblo de Japón donde un niño se mantenía sentado frente al televisor de la que no solo era su casa, sino también el negocio familiar, había terminado justo sus deberes para poder ver a la más grande estrella que podía existir, no era broma que el patinaje artístico le parecía lo más hermoso del mundo, y admitía que toda esa belleza podía ser explicada solo con una de las presentaciones de él, Victor Nikiforov.
Justo en ese momento en el que el ruso expresaba con suaves y agraciados movimientos de su cuerpo sobre el hielo, una historia que lograba que su corazón latiera con fuerza, Yuri Katsuki un niño de doce años, comenzaba a asociar el termino de belleza con el apellido y nombre de un joven ruso, unos años mayor que él y a confundirse al mismo tiempo, ¿Por qué era tan perfecto? ¿Por qué simplemente era tan hermoso?, un hombre no debía ser así ¿así eran los rusos? La belleza de ellos ¿siempre superaba a la de una mujer?, un giro triple en el aire arranco del niño que comenzaba a ser un chico, un suspiro embelesado mientras su madre le dejaba sobre la mesa un tazón de Katsudon, el aroma cálido inundo sus pulmones mientras tomaba de forma distraída sus palillos, jurándose a sí mismo que alguna vez en su vida estaría en la misma pista que su gran ídolo, podría trabajar día y noche, entrenar en la pista de hielo del lugar y ensayar en el estudio para así algún día poder decir que patinaba bajo el mismo techo que lo hacía su gran ídolo, en ese entonces, mientras tomaba un trozo de carne de cerdo no sabía lo que el destino le depararía mas adelante.
Varios años adelante, a la edad e veintitrés años, después de mucho entrenamiento, de subidas y bajadas, había terminado derrotado, regresando a su hogar en Japón, con los ánimos abajo, vencido y derrotado, sin muchas ganas de inventar escusas absurdas que no venían al caso, nada justificaba sus insulsos errores, nada, había podido ver a Victor pero aun así ese fugaz momento había sido eclipsado al darse cuenta que no estaba a su altura, que no merecía que el otro supiera siquiera de su existencia.
Llegar a casa para ser recibido como un héroe fue una de las peores cosas que pudo pasar, el apoyo incondicional de su familia y conocidos solo eran para él, un amargo recordatorio de su lamentable actuación, de la forma tan penosa como después de un error, siguió otro y otro y otro y ahora con varios kilos de más mientras se encerraba en su habitación solo podía pensar en que su carrera dentro del patinaje artístico seguro debía terminar, ¿Qué caso tenía seguir entrenando duramente si al final solo necesitaba auto sabotearse para terminar en un lastimero lugar dentro de la tabla de puntos?¿porque le pedían que volviera cuando no podía superar los nervios y terminaba equivocándose en cosas tan básicas?.¿Valía la pena seguir escapando para entrenar aun cuando siempre obtenía tan pésimos resultados ¡Incluso se había mudado a Detroit para entrenar! ¡¿Era esto su máximo potencial?!
Suspiro justo después de dejarse caer sobre las mantas, cerrando sus ojos y haciéndose un ovillo sobre la cama mientras continuaba repasando una y otra vez la coreografía que debía saberse a la perfección pero que aun después de varias presentaciones, había fallado una y otra vez.
¿Qué caso tenía todo ahora?¿Por qué seguía repitiéndose en su cabeza una y otra vez esa coreografía?¡Se supone que su cuerpo debía estar agotado, que debía haber caído dormido! Cierta era que al mostrarle la imitación de una de las rutinas de Víctor a su amiga de la infancia, esa noche, le había salido mucho mejor de lo que esperaba, pero aun así, aun con las nuevas palabras de aliento se sentía vacío, inconforme ¿no era todo aquello fruto de la amistad? ´¿incluso de la lastima por ver como se esforzaba sin tener resultados que importaran? Ni si quiera podía decidirse, decía que no se sentía apto y aun así practicaba, decía que ya no estaba deprimido y ahí estaba, envuelto entre sus sabanas, formando una especie de capullo sintiendo pena una vez más por el mismo.
Contrajo más su cuerpo, empuñando ambas manos a la altura de su pecho, otra vez ese nudo en la garganta y ese incontrolable deseo de llorar le quemaba los ojos, era absurdo y patético, ¡Incluso le había hablado a su madre después de saber sus puntos y había terminado llorando!¿Cuándo dejaría de comportarse como un débil chiquillo y comenzaría a verse como un hombre de su edad?...entonces comenzó a llorar, tratando de ahogar sus lastimeros sonidos mientras las lágrimas corrían por sus mejillas, en verdad…era alguien penoso.
Poco a poco el sueño se apiado de él y lo envolvió en un cansado sopor, arrullándose con sus propios sonidos mientras el clima afuera comenzaba a enfriarse sin que él lo notara realmente, pronto la bruma del sueño le adormeció le formateo la memoria, dejando en su cabeza un confortable espacio en blanco, dejándolo descansar por varios minutos…
Entonces en su cabeza resonó la voz del ruso llamándolo, una y otra vez, sus sueños se apiadaban de él y le mostraban a un Víctor elegantemente ataviado, extendiendo hacia él una de sus manos, mientras se mantenía erguido sobre sus patines en un hermoso lago congelado, como seguro debía haber miles en su natal Rusia, decía su nombre y movía los dedos de su mano incitándole a moverse mientras la música de fondo comenzaba a sonar, siendo esto el inicio de su última rutina, aquella que él mismo se atrevió a ensayar y a imitar, la gracia, la elegancia con la que Víctor patinaba sobre el hielo era la habitual, salvo que esta vez eran enmarcado por un hermoso paisaje natural, logrando que Yuri no pudiera evitar levantarse de donde había estado para comenzar a caminar lentamente hacia la pista natural de hielo, cada movimiento de Víctor era hermoso, sin duda había personas que nacían con dones y otros con gracia, Víctor era bendecido con ambos, la rutina no le quitaba tanto el aliento como lo habían los ojos azules que en un par de segundos se topaban con los propios, era casi como ver un majestuoso cisne danzando con los vientos invernales, en sus oídos resonaba "Quédate a mi lado" mientras sus ojos acariciaban las piernas largas y las caderas del ruso, al tiempo que sus movimientos hacían danzar sus cabellos claros que solo acentuaban sus largas y tupidas pestañas, no podía detenerse, su cuerpo seguía moviéndose aun cuando sabía que no merecía tocar el mismo hielo que el otro acariciaba con sus patines, pero pronto Yuri llego al helado lago y aun sin patines camino lentamente hasta donde el otro, al punto de llegar a la mitad de la pista y poder observar más vivamente como el otro se movía alrededor suyo, robándole el aliento, mientras expulsaba de su boca el aire cálido de su aliento, se sentía agitado, acalorado en medio del frio invernal, como si la sola presencia del otro pudiera provocar en su cuerpo la calidez suficiente para encenderle desde adentro, Yuri reconoció el sentimiento de inmediato y se apuró a mover su abrigo hacia abajo, era algo natural desde su adolescencia que ver las rutinas de Víctor o recordarlas en privado le provocaran la misma reacción que tiene un joven de su edad al ver una película para adultos, sin embargo era distinto cuando lo sentía tan cerca como en ese momento, incluso aun sin conocerlo juro que ese aroma que de pronto llego a sus fosas nasales debía pertenecer solo a Víctor, el juego de manos y piernas antes del triple Lutz le estremeció de pies a cabeza, provocado que la piel se le erizara, con la suavidad de la marea vio a Víctor ejecutar un triple flip , antes de acercarse a él, pronunciar su nombre suavemente y alejarse con el rostro entristecido, invitándolo a que le siguiera, a que no dejará de moverse , un cuádruple toe loop, seguido de un triple toe loop llevaron a sus oídos el choque de los patines contra el hielo de tal forma que hicieron un eco maravilloso en compañía de la música en sus oídos, cerrando de forma perfecta y armoniosa con una pirueta combinada, con la mirada el cielo y el cuerpo agitado, sin siquiera verlo, Yuri supo que por alguna extraña razón lo invitaba a acercarse, ahora que estaba parado.
Pero Yuri no podía moverse, sus ojos volvían a traicionarle y viajaban por la larga figura del otro, no entendía, simplemente no comprendía como un hombre podía ser tan tentador y tan atrayente, casi podría jurar que el otro poseía algún tipo de magia oculta o exudada algún tipo de droga que lo llevaba a un estado de embriaguez casi instantánea, entonces Víctor se cansó de esperarle y volvió sus ojos azules hacia él para deslizarse suavemente sobre el hielo hacia Yuri, llegando a estar a escasos centímetros levanto la mano hasta que sus largos y finos dedos tocaran su barbilla, y fue entonces que sin siquiera esperarlo paso, algo en su sangre termino de bullir peligrosamente hasta explotar al tiempo que el otro le sonreía y le guiñaba un ojo.
Entonces despertó, con el rostro sonrojado y los anteojos mal acomodados por haberse dormido con ellos, pero esa no era la parte más problemática, lo más vergonzoso de aquello es que le había vuelto a suceder, la humedad en su ropa interior le indicaron que antes de irse a correr tendría que hacerse cargo el mismo de limpiarlos para evitarse la pena de que alguien más se enterara que a sus años seguía teniendo problemas de sueños que para Yuri entraban en la clasificación de húmedos, sin embargo aquella noche el sueño se había sentido demasiado real, casi se había creído aquella necesidad que ese Víctor tenía de llamarlo e incitarlo, ahora no podía rendirse, él no era de los que se rendían y tal vez aquel hermoso sueño le indicaba que aún tenía potencial que explotar, solo necesitaba ponerse en forma una vez más, se lo propuso, lo intentaría, una vez más, trataría… y tal vez así el Víctor que habitaba en sus sueños lo premiaba con otro de sus suaves toques.
No sabía lo que le esperaba, pues poco tiempo paso cuando se enteró de que las niñas de Yu-chan le habían filmado y de que este video se había viralizado por el internet, logrando que medio mundo se escandalizara y se agitara a su alrededor, pronto Yuri era una noticia a nivel internacional por las redes sociales dentro del mundo del patinaje artístico y aun cuando este mismo se creyó a salvo apagando su celular, la revolución llego a su vida de la misma manera en que una nevada llego al pueblo, sin avisar, bella y arrasadora, de pronto estaba corriendo por los pasillos del negocio familiar sin poder creer lo que su padre había dicho de manera indirecta, su corazón había dejado de latir y se había , al mismo tiempo, revolucionado cuando aquel poodle color café apareció, diciéndole a gritos, sin hablar realmente, que era propiedad del ser más perfecto y hermoso del mundo, fue eso, fue exactamente eso lo que provoco que su cuerpo se moviera y terminara corriendo hacia el baño común que tenían al exterior, no lo creía, simplemente era imposible, y aun así estaba agitado y excitado a la vez , no supo cuántas cosas tiro, ni con cuantas personas choco, no cumplió con los requisitos ni las reglas del baño, solo se apuró hasta el exterior, llegando justo ante la imagen de aquel etéreo ser humano que se levantó, dejando a la vista su perfecto cuerpo de dios griego, esculpido a mano por los mismo ángeles o tal vez por el mismo diablo.
Entonces esa hermosa y desnuda persona abrió sus labios y con la natural y arrolladora presencia que solo Víctor podía tener, levanto su mano hacía el, como en el sueño y se auto proclamo su nuevo entrenador, aquello debía ser un sueño otra vez, aunque jamás se lo había imaginado desnudo, de pronto se encontraba gritando a todo pulmón luchando internamente por no tener un ataque cardiaco, morir desangrado o el peor de los casos, que se notara el problema que comenzaba a levantarse en sus , benditos ahora, pantalones holgados.
Víctor sin duda era un genio que no dejaba de sorprenderlo.