Los Elfos vigilan.
Severus Snape mastica tan lentamente que Kreacher piensa que el almuerzo bien le podría servir de cena, y así dejar de consumir tantos productos de su Amo como el ave de rapiña que su nariz enfatiza que es.
Maldito sangre manchada, por lo menos es Slytherin y amigo del Antiguo Amo.
Merlín. Como echa de menos al Antiguo Amo.
Kreacher respira profundamente y mira al Amo actual dormir en el sillón, ajeno a la presencia de ambos.
Con el ceño más fruncido de lo habitual examina al pocionista sin disimulo, es evidente que espera a alguien y hace tiempo de la manera más sutil que se le ocurre.
Kreacher opina que si ese es el doble espía del que depende el destino de la guerra, el Viejo debería tener un segundo plan. Espera que lo tenga. O no. No está seguro de lo que quiere.
Quizá unas gachas.
Snape baja la mirada apenas unos milímetros y profundiza su propio ceño, una mueca perfecta de quien ha pasado mucho tiempo en esa casa y además quiere demostrar su propio carácter inconscientemente hacia todos los presentes.
Kreacher conoce ese rostro como la casa de los Amos.
Kreacher ha visto evolucionar esos gestos desde que Severus Snape tiene diez años.
Kreacher entiende. Hoy también va a llegar ella, y por primera vez el mago cede y la espera.
Ella es Ravenclaw. Rara. Sangrepura. Bastarda.
Bastarda de un Carter, así que castaña ceniza como corresponde, al igual que sus ojos.
Podría ser peor.
Ella siempre les obsequia con una sonrisa de lado, irónica y al tiempo sincera, da igual que al volver de la misión se esté desangrando o esté hechizada por algún confundus.
Solo a Kreacher le acaricia en sus orejas puntiagudas.
Aunque al Narizotas es a quien sirve té y le da conversación, a pesar de que el Narizotas se resista y refunfuñe con que solo sabe parlotear y discutir sobre libros como… Kreacher hace memoria. Como una sabihonda snob. Eso. A Kreacher le molesta que ella pueda hablar con el Narizotas de cualquier tema. Pero le molesta más que ella se esfuerce tanto en que el Narizotas conteste. Al Narizotas también le molestaba al principio. O al menos lo fingía.
Debería dejar de llamarle Narizotas. Al Antiguo Amo no le gustaría.
Al Antiguo Amo no le gustarían muchas cosas, pero el que ella estuviera con el sangre manchada le encantaría. El Antiguo Amo era así. También el Antiguo Amo le acariciaba las orejas.
Siente la presencia del mortífago en su mente y decide molestarlo un rato.
Solo ella se sienta al lado de Snape en las reuniones.
Solo ella le llama Severus, aunque él finja que le moleste.
Solo ella le mira preocupada por si se excede o ha sido herido de más.
Solo ella se enfada cuando insultan al mago oscuro. La pared sigue hundida del golpe de Alastor Moody por la última vez.
Kreacher sabe.
Kreacher sabe muchas cosas.
Bueno, espero que os entretenga esta pequeña historia. Tengo más ideas sobre esta pareja, pero como no estoy segura voy probando y así me corregís, que nunca sé cuando falto a la personalidad de personajes tan complejos como Snape. Complejos y maravillosos. Y sensu... Ya me callo.
Los elfos domésticos me divierten soberanamente, no he podido evitar esto...
Os deseo empanadillas de gachas. Así, por leerlo.