Descargo de responsabilidad: ® Sherlock es propiedad de Steven Moffat, Mark Gatis y la BBC. Los personajes originales son del genial Sir Arthur Conan Doyle.


La llamada


Era el juego perfecto. La máxima tortura, la última puerta a abrir en el atormentado corazón de su hermano.

Eurus Holmes dio las instrucciones precisas, y el teléfono comenzó a sonar.

La tensión se sentía en el ambiente a medida que los segundos pasaban y Molly Hooper ignoraba la llamada. Si seguía sin contestar el tiempo se acabaría y ella terminaría muerta.

—¿Qué hace?

—Prepara té —respondió Mycroft, resaltando lo obvio.

—¿Pero por qué no contesta? —se preguntó Sherlock, confundido por las claras evasivas de ella.

—Tú nunca contestas —apuntó Mycroft.

—Sí, pero soy yo quien la está llamando.

Finalmente, el buzón cayó, con un mensaje característico del pésimo humor de Molly.

Hola, esta Molly hablando desde la morgui. Deja tu mensaje.

Euros intentó de nuevo. Molly la ignoró de nuevo.

—Demonios, contesta —urgió John, tenso.

Como si milagrosamente lo hubiera escuchado, Molly dejó lo que estaba haciendo, y exasperada, y tomó la llamada.

—Hola, Sherlock —su voz se escuchaba débil, apagada—. ¿Es urgente? Porque no estoy teniendo un buen día…

Sherlock se apresuró a responder.

—Molly, quiero que hagas algo muy fácil por mi sin preguntarme nada.

Molly suspiró, irritada.

—Dios, ¿es uno de tus estupidos juegos?

—No es un juego, esto es serio.

—No estoy en el laboratorio.

—No hablo de eso.

Molly empezaba a impacientarse. Realmente no estaba de humor para estas cosas.

Sherlock dudó en responderle, cuando Molly se ponía así daba más miedo que mami Holmes cuando se enojaba.

—Sherlock, ¿qué pasa, qué es lo que quieres?

Euros activó el video pregrabado de Moriarty, haciendo ese irritante ruidito. Un sutil recordatorio de que debía mover el trasero y apurarse si no quería que Molly terminara en la morgui.

—Molly, por favor, sin preguntar por qué, di las siguientes palabras.

—¿Qué palabras? —Molly levantó una ceja. Ahora la había picado la curiosidad.

—"Te amo".

Hubo una pausa de un segundo. John y Mycroft contuvieron el aliento, y Euros se inclinó hacia adelante, expectante.

—Ok.

¿Qué?

—¿Qué? —repitieron Mycroft y John al unísono.

"¿Qué?" quiso expresar Euros, pero mantuvo la compostura como el buen piscopata indiferente que se esperaba que fuera.

Eso no era lo que se suponía que dijera. ¡Se suponía que ella lo mandara al diablo para que él, el que nunca rogaba nada a nadie, le suplicara que le obedeciera!

—Pero dilo tú primero.

Su tono de voz ahora era más suave, incluso juguetón.

—¿Qué?

—Dilo tú primero.

A Euros no le gustaba el rumbo que estaban tomando las cosas. Eso parecía una de esas llamadas asquerosamente ñoñas donde las parejas pasaban media hora diciendo "cuelga tú" "no, cuelga tú".

Sherlock sonrió. En serio, el hombre sonrió, con suavidad, y cerró sus ojos brevemente antes de abrirlos y…

—Te amo.

—Awww, yo también te amo.

El cronómetro se detuvo, la llamada terminó, y nadie más que Sherlock lograba entender lo que acababa de pasar.

—¿Qué? —cuestionó Sherlock al ver las caras que lo miraban con asombro.

John se quedó mudo. Mycroft se desmayó. A Euros le dio un ataque.

Sherlock rodó los ojos y miró hacia la pantalla, donde aún podía verse Molly tomando té tranquilamente como si nada hubiera pasado.

—Te dije que debíamos decirles.


Y fue así como inició la tercera guerra mundial del fandom.


Eso último pueden tomarlo como parte de la historia o no. It's up to you!

La idea, por desgracia, no es mía. Vi en tumblr un breve diálogo sherlolly de humor donde el juego termina cuando Molly le dice que lo ama apenas se lo pide. xD

—Fanfiction, 04 de febrero de 2016.