Aquí esta el tercer y ultimo capitulo que subo hoy, la otra semana -seguro- subo uno o dos más, aún no sé. ¡Gracias por leer!

Como se apaga la luz

Después de acercarme lentamente a donde se columpiaba Rose, mi pequeña, mi bebé, me siento junto a ella.

Una tensión incomoda se acumula entre los dos.

—Ehh, ¿Señor Weasley?- dice ella en un susurro y yo la volteo a ver con el ceño fruncido, ¿Por qué me llama señor?- ¿podría empujarme para que yo tome impulso y me pueda balancear?

—Rose, por supuesto princesa, pero dime papá.

Me levanto y me coloco detrás de ella, empiezo a empujarla mientras ella ríe, tiene la risa más maravillosa de todo el mundo, muggle o mágico instantáneamente hace que yo ría también.

Me siento en el columpio pero ella termina de mecerse.

— ¿Es así?- susurra.

— ¿Qué es así pequeña?- le respondo aún con una sonrisa.

—Tener un padre- mi corazón iba tan rápido como una Snitch. Dolorosamente rápido.

No supe que responder pero me prometí algo, mi pequeña iba a tener el mejor padre de todos los tiempos, y yo iba a empezar por llevarla a casa, no podíamos estar más tiempo separados, decidí comprar una casa, donde pudiésemos estar ambos.

Pero mi mente no pudo detener el pensamiento de que Hermione viviera conmigo también, a pesar de todo.

—Princesa, ¿Qué te parece ir a ver casas para vivir?

Estoy viendo como Rose se ríe estando con Ron y me siento culpable de haberlos separado, de haber sido la persona que los mantuviera en polos opuestos cuando claramente están hechos para estar juntos, porque después de todo, Rose es idéntica a su padre.

Enmendare las cosas, porque me llamo Hermione Jean Granger.

Mientras mi mente maquina un horario para apartar algunos días para que ellos salgan, no me doy cuenta de que Ron trae a Rose en brazos, está dormida del cansancio y de nuevo soy la peor madre del mundo al no darme cuenta que mi hija tenia sueño, así que me regaño mentalmente por dos razones; la primera es no estar tan al pendiente de Rose últimamente y la segunda es encontrar a Ron especialmente encantador con Rose en sus brazos.

No soy consciente de que he llorado hasta que veo la pregunta silenciosa que Ron me hace con la mirada y instantáneamente me limpio la cara de las lagrimas pero los restos siguen ahí y no solo yo me di cuenta, puedo ver que Ronald también lo noto, pero solo asiente con la cabeza y continua acercándose.

Conforme se acerca me pongo de pie y extiendo los brazos esperando a que ponga a Rose a llenar el espacio, especialmente creado para ella.

—No, la llevo yo Herm.

Solo me da tiempo para asentir y señalar con la cabeza que me siga.

Vamos caminando hasta un callejón donde es seguro transportarnos, escucho los pasos de Ron detrás mío y mis oídos pueden percibir cada aliento que sale de sus labios, por primera vez desde hace mucho tiempo su respiración esta acompasada a la mía. Lo noto con más claridad cuando me pone una mano sobre el hombro para aparecernos.

Aparecimos a una calle de la mía y continuamos caminando mientras mis nervios crecen al acercarnos a casa.

Abro la cerradura con las llaves y lo invito a pasar a casa.

— ¿Papá? ¿Mamá?- Mi cara se ve marcada con un signo de preocupación mientras veo a Ronald.

—Lo más probable es que hayan salido, Hermione- y allí estaba, mi nombre, completo, no Herm ni Mione, un recordatorio constante de el error que cometí entre los dos y una duda surca mi mente ¿será irreparable?

—Bueno, en todo caso, el cuarto de Rose queda subiendo las escaleras, la segunda puerta a la derecha, por si le quieres dar las buenas noches, yo siempre puedo ir mas tarde

Instintivamente veo como baja la mirada hacia la cara de Rose y una sonrisa aparece en sus labios.

—Claro.

Lo veo subir y me dirijo a la maquina contestadora de mis padres.

Presiono el primer botón, el que indica el "play".

"¿Herm? Querida, ¿estás en casa?"

"Bien, supongo que no estás, tu padre y yo fuimos a cenar, me alegra inmensamente que Rose este bien, luego tendré una conversación seria con ella, en fin, tu padre dice que necesito desestresarme, ya sabes cómo es Hugo, te amo"

Apago la maquina, supongo que no vendrán hasta tarde, veo como Ron baja las escaleras aún sonriendo.

Doy el primer paso.

— ¿Quieres una taza de café? Supongo que tenemos mucho de lo cual hablar y me gustaría que esta vez fuera un poco más calmado- lo intento decir con confianza pero no puedo evitar pensar en que es posible que terminemos tirándonos el líquido caliente a la cara.

—Claro, pero te puedo cambiar el ca… ¿como era?

Una risa se escapa de mis labios.

—Café, Ronald, después de tantos años de escucharme hablar de él y aun no sabes el nombre.

Hace una mueca.

—Es una palabra complicada.

Luego ambos reímos.

Capto con el rabillo del ojo una mancha roja y me volteo a ver que es Rose mientras Ron sigue la dirección de mi mirada para ver a una Rose, despeinada aun con su ropa puesta mientras sonríe, radiantemente.

—Buenas noches, mamá ¿me puedes hacer leche achocolatada?

—Claro princesa.

Voltee a ver a Ron con una clara incógnita marcada en la cara.

—Me gustaría eso también Herm- dijo con la mirada clavada en Rose.

—Claro

Estuvimos tomando chocolate hasta que se hizo tarde. Demasiado tarde para que Rose se durmiera pero era la primera vez que veía a su padre y yo no le iba a negar más tiempo. Hasta que recordé la escuela del día de mañana.

—Rose, vamos a acostarte a dormir.

Nos levantamos y Ron venía detrás nuestro mientras conversaba con Rose sobre Quidditch y eso de alguna manera no me molesto en lo absoluto.

— ¿Así que los Chudley Cannons son el mejor equipo de Gran Bretaña?- Rose decía.

-Bueno, creo que tu tío Harry discutiría eso, pero por supuesto que son el mejor quipo, apréndelo Rosie.

Solté una risa incontenible.

—Vamos, dejen de hablar de eso.

Me dirigí con Rose de la mano hacia el cuarto mientras ella le daba la otra a Ron, pude ver su sonrisa y apuesto a que se podría escuchar su risa hasta Hogwarts.

Mientras yo cambiaba de ropa a Rose, Ron acomodaba la cama para que pudiera ir a dormir.

Nos sentamos uno a cada lado de la cama.

—Mamá ¿me contaras un cuento?

—Eh, Rose si no te molesta me gustaría contarte un cuento que me contaban cuando estaba pequeño, quiero que mi primer cuento sea el primero que yo te cuente.

—Claro papá eso sería maravilloso- dijo Rose maravillada ante la idea de compartir algo más con su padre.

Ron empezó el relato;

En lo alto de una colina descansaba un castillo enorme, de un rey bondadoso.

El rey siempre se preocupo por sus súbditos, sin embargo no poseía magia.

Como era un rey tan bueno un día uno de sus súbditos, el cual si era mago, le dio un regalo.

Un huevo de dragón y le dijo que lo cuidara muy bien.

Y el rey así lo hizo, por muchos años el dragón fue el mejor amigo del rey.

Y el dragón prometió cuidar a toda la familia del rey y honrarla.

Pero al tiempo el rey murió y con el tiempo el castillo creció mientras le añadían más habitaciones hasta que el dragón quedo en lo profundo del castillo donde nadie lo visitaba.

Hasta el día en que llego una niña, hermosa, descendiente del rey. Muchas generaciones después.

La niña quedo maravillada de tal criatura y todas las tardes fue a visitar al dragón hasta que un día no llego, su padre la obligo a casarse con un viejo rey de otro reino y la envió lejos sin saber que se había enamorado del dragón.

El dragón enfermo de tristeza al saber que nunca más vería a su princesa.

Un día llego una niña idéntica a su princesa, con los mismos ojos que ella tenía.

Y el dragón la vio maravillado, y con su último aliento le otorgo el poder de la magia por haberle dado el mejor regalo de todos, el recuerdo de su princesa.

La niña subió feliz hasta donde se encontraba su madre quien al ver como los ojos de su hija habían cambiado se sorprendió.

Ahora los ojos de la niña eran iguales a los del dragón con el que jugaba antes de casarse con un viejo rey de un reino lejano.

Rose descansaba la cabeza sobre el brazo de Ron quien estaba acostado en la cama junto a Rose y yo solo los veía maravillada.

—Ron esa historia fue hermosa- Le dije y él se puso rojo hasta las orejas.

Se desacomodo el cabello.

—Sí, bueno, espero le haya gustado lo poco que escucho de ella.

—Por supuesto que si le gusto- respondí con una sonrisa.

Ambos le dimos un beso en la frente y mejilla a Rose y le susurramos un te amo, cargado de amor, apagamos la luz y dejamos la lámpara encendida

Salimos del cuarto sin estar dispuestos a despedirnos y Ron cerró la puerta y vi como sus ojos se llenaban de lágrimas no derramadas y tenía una mirada que rápidamente identifique como orgullo.

Bajamos a la sala…