Escribir un final es describir el cierre de un ciclo. En la vida real sólo la muerte marca un "punto y final", el resto son "punto y seguido" y "punto y aparte". Creo que el final de Bleach (de parte de Tite Kubo) marcó un "punto y final", por lo menos para mi. Decidí no seguir leyendo nada más referente a Bleach y que tuviera la colaboración de Kubo.

En relación con este fic, yo considero que es un "punto y seguido", ya que para mi la vida continúa, no se detiene (a menos que estemos muertos) ni existe un "todos felices comiendo perdices". El matrimonio es una nueva batalla, la familia es una nueva aventura. Espero que les guste este epílogo.

Disclaimer: Los personajes de Bleach son propiedad de Tite Kubo, quien ha decepcionado a parte de sus seguidores, pero no puedo negar que nos ha regalado algunos personajes inolvidables.

Actualización 07-04-17


Epílogo.

Vida que da vida

Luego de casi dos siglos de existencia, mis recuerdos siguen claros. En mis primeros años la miseria, la muerte y crueldad hicieron su aparición pero no determinaron mi destino. Aun no entiendo la razón, pero siempre fui alguien alegre, una pequeña luchadora como decía mi abuelita Chie. Siempre di gracias por estar viva, incluso después de saber que realmente estaba muerta.

Una de las primeras cosas que aprendí estando sola, era que en la unión estaba la fuerza. Una frase muy rebuscada si se quiere decir, pero que estaba siempre vigente sin importar el tiempo o el mundo donde se viviera. Renji fue para mí durante muchos años mi primera ilusión, aquel con el cual podría tener mi anhelada familia. Jamás lo amé como se debe amar a un hombre, pero en mi época esas cosas del amor verdadero no eran necesarias, sólo importaba mantenerse con una familia. Y -aunque suene cruel de mi parte- Renji era mi boleto a esa familia.

En la academia, mis perspectivas cambiaron. Le vi de otra manera, pude percibir en él a un joven atractivo y fuerte. Lo sé… siempre he repetido que no necesito ser protegida por nadie, pero al momento de pensar en tener un hogar y descendencia, también se piensa en que el padre pueda ser capaz de proteger a la prole. No me malinterpreten, era práctica; le quería como a mi mejor amigo, casi como a un hermano y por ello no sería ningún sacrificio estar a su lado.

Todo eso antes de enterarme de la verdad más amarga que podía existir: no podía tener hijos porque estaba muerta. Perdón si sueno repetitiva. Mis perspectivas cambiaron en esos años.

No creía en el amor a primera vista, y sigo sin creerlo. Descubrir que estaba estúpidamente enamorada de Shiba Kaien me llevó bastante tiempo. Me encontraba entre la negación absoluta y el remordimiento de conciencia. Él fue ese pacible viento que empujaba mi barcaza cuando estaba a la deriva.

Mientras en la mansión Kuchiki sólo recibía desdén e indiferencia, mi estancia en el Treceavo escuadrón estaba llena de un arco iris de ricos matices. Fui tan feliz allí que por eso mi primogénito lleva el nombre de mi antiguo capitán: Jūshirō, Kurosaki Jūshirō. Gracias a ese pequeño de cabellos negros y ojos cafés fue que pude comenzar a eliminar, por completo, elementos de mi tonta lista Cosas que nunca podré hacer porque estoy muerta. Ahora tenía una familia, tenía un hijo y le amaba sobre todas las cosas.

Reconocer que amaba a Ichigo fue el resultado de muchas batallas contra la negatividad y las cerradas tradiciones en la sociedad de Almas. Le quería, y una vez que afronté esa realidad las cosas se hicieron más sencillas. No existían más restricciones para estar juntos.

Se convirtió en el sol que iluminaba mis días y daba calor a mi alma, hasta que pasó a ser el segundo hombre de mi vida en el momento que nació Shiro.

Su posición en el ranking bajó cuando nació Ichiro dos años después. Mi pequeño príncipe de ojos azules y cabello negro (los morenos estábamos al mando del clan Kurosaki); y finalmente, cuando pensábamos que ya estábamos completos en nuestra familia, llegaron mis hermosas princesas Oyuki, y Saori. Son tan dulces como su tía Yuzu, pero a la vez fuertes valerosas como Karin. Ambas son idénticas, tanto que la única persona que parece reconocer quien es quien es Ichigo, según me afirma que es por el enorme parecido con su madre Masaki.

Aunque, el sesenta por ciento de las veces no pueda diferenciarlas, no me importa. Para mí son perfectas. Todos mis hijos son perfectos.

Pero me estoy adelantando, ¿no lo creen así? Aún no les cuesto como fue que llegue a ser Kurosaki Rukia. Muy sencillo, el día que regresé a la Sociedad de Almas a tomar cargo de mi nueva posición como capitana del Treceavo escuadrón, ya mi hermano mayor había entregado todas las invitaciones para mi boda con Ichigo. De los otros "pequeños detalles" (sobre todo del gigai) se encargaron Urahara y el señor Isshin. Ya se imaginarán de qué manera.

FIN