OK, NO ACTUALIZO DESDE HACE MILENIOS, pero no es mi culpa :') La escuela me consumió más rápido que un cigarrillo, e incluso la próxima semana tengo cuatro pruebas. Por eso me apuré para terminar rápido esto.
Para que se hagan una idea de lo difícil que me es xd Me llevo mi primera materia y tengo que levantar otras tres.
Lo bueno es que termino las clases el 30 de noviembre, y si tengo suerte solo tendré que sacar una materia en diciembre. Luego de eso serán vacaciones y me tendrán enterita para actualizar.
Literalmente no pude dejar de escuchar las canciones del musical de "Dear Evan Hansen" mientras editaba. So Big/So Small a veces me hace pensar en ciertos personajes que… Eh, ya verán en una de las escenas cerca del final.
Este fic, al igual que "Curse of Roses", está basado en un rol con mi diosa (COFCOFMISAKICOFCOF) por ello mismo están (Cómo dije) dedicados a ella y verán varios fragmentos que ella escribió tal cual… Excepto los prólogos e introducciones. Esos son 100% míos. (?)
Por ello mismo… ¡CRÉDITO A ELLA TAMBIÉN, POR AYUDARME! ¿Esto cuenta como fic hecho en equipo? Ni idea, solo sé que sin ella no lo hubiera desarrollado tanto (Mezclamos ideas de cada quien.) y se lo debo 3 Mil gracias y pásense por sus fics ¡Ella es mil veces mejor que yo!
¿Eh? ¿Que si haré el mismo anuncio en todos los capítulos? Claro que lo haré. No pararé de recordarle que esto es gracias a ella :v
Cabe a aclarar… Hoy tendremos mucha wea emotiva, y hay un pequeño detalle que voy a aclarar al final del capítulo Xd No tengo mucho más que decir. Solo que disfruten. Es largo para compensar mi falta, ah.
Edit 04/11/19: Alchile ¿No había publicado este capítulo aquí ya? Soy de lo peor x'D Este... A la chica que comentó, no te preocupes, tu review es respondido en el siguiente capítulo.
Bien… Ahora debería relajarme, no pensar… Sí, eso está bien.
Era lo más sensato que podía hacer luego de tantas decepciones. Y por supuesto, lo de relajarse no incluía volver al infierno (Manera indirecta de referirse al salón donde patearon su corazón hasta hacerlo añicos contra una pared de concreto que se derrumbaría sobre el mismo) pero Satanick lo estaba arrastrando y le insistía en que le haría bien hablar con su subordinada y comer algo de pastel.
Una solución muy simple que posiblemente no haría efecto si Licorice llegaba a estar presente en el salón y tenía la mala suerte de topárselo. Ugh, de solo imaginarse semejante atrocidad los pies se le clavaban en el suelo como anclas.
Su compañero por su parte, seguía tirándole del brazo para llevarlo con él. –¡No seas gallina y ven! ¡Nada mejor que ahogar penas que con comida! ¡Ya luego pensaré en algo mejor, aquí vendrás conmigo!
-¿No podemos quedarnos aquí? –Mangoneó con un tono entre frustrado y suplicante. En serio no quería volver ahí.
-¡No, no podemos! Si tu miedo es ver a nuestro retoño… Descuida. Él se fue ¿Recuerdas? –Se alzó de hombros, aliviado de haber calmado lo suficiente a Ivlis como para que dejara de usar sus pies como yunque y se dejara guiar mientras iba limpiando el resto de lágrimas de sus ojos para quitar cualquier sospecha de encima. –No te preocupes por algún momento incómodo, concentrémonos en la comida que trajeron a este tonto vals.
Ivlis suspiró esbozando para sí mismo una sonrisa calmada. Su lado más racional le decía que era mejor escuchar al diablo y hacerle caso, y miren que eso es rarísimo. Había estado deprimido desde hace tanto tiempo que le urgía algo de felicidad para variar, incluso si esa felicidad consistía en echarle un comentario malicioso para picarlo y distraerse.
-Con razón subiste de peso, no haces más que pensar en comida. –Comentó para reírse solo, arriesgándose a recibir un buen y merecido zape. No lo recibió tan solo porque Satanick de por sí el diablo de Pitch Black se sentía bien consigo después de la paliza verbal a Siralos, y no hizo más que reírse por lo bajo. Pudo haber respondido de alguna manera ingeniosa, pero el escenario con el que ambos se toparon al volver al salón le cortó el habla.
No estaba mejor que como lo habían dejado. Desde mesas y sillas tiradas hasta pastel por todos lados, y por supuesto, Justim consolando a Vicers en una esquina junto a otros ángeles. Con solo observar las cosas destrozadas y mirarse uno al otro en busca de respuestas, supieron que se habían perdido de algo muy bueno.
-Nos perdimos de la tercera guerra mundial... –Susurró Ivlis, a lo cual Satanick asintió mientras iban avanzando hasta las chicas.
Medouco los notó acercarse así que volteó hacia ellos con una expresión aliviada, posiblemente porque Ivlis se veía bien incluso después del problema incógnito. –¡Señor Diablo! ¡Señor Ivlis! ¡Qué bueno que volvieron! ¡Estábamos preocupadas! –Oh, cierto… También resulta que con todo el alboroto que el trío de dioses había generado, la pobre y tímida Gorgona había temido que el par de diablos se viera involucrado. –Hubo un enorme desastre mientras no estaban presentes. –Soltó, captando toda la atención del par.
-¡Sí! ¡Los señores dioses no dejaban de pelear y destruían todo a su paso! Todos los ignoraban pero… -Señaló a un costado hacia un berrinchudo Kcalb que lamentaba masculinamente la pérdida de su preciado pastel. Al parecer, el trío de dioses terminó por empujar la mesa en donde residía este, provocando su trágica caída hacia cierto desafortunado invitado cubierto de pastel; Vicers. –El señor Justim en verdad se enojó... Y se los llevó de aquí. –Explicó vagamente, señalando a un sollozante Vicers, que era ayudado por unas apenadas Sol y Olive para quitarse los restos de pastel en lo que Justim buscaba calmarlo. No había que ser muy listo para saber que nadie quería estar en los zapatos del trío de dioses estúpidos que se atrevió a provocar tan horrible accidente a Vicers.
Ivlis no tardó nada en procesarlo como para decir lo siguiente. –¿Dices que me perdí de Siralos siendo golpeado como saco de boxeo y Justim regañándolo? –Al ver a la pequeña Crea asentir, no se contuvo en maldecir su puta suerte. –¡Por un demonio! ¡Dime que al menos lo grabaron! ¡Es inconcebible que YO me haya perdido de esa mierda! –Sí, sí, había tenido su oportunidad cuando estaban afuera pero… ¡Entiéndanlo! ¡Estaba deprimido y muy ocupado explicando su historia a Satanick como para prestarles atención!
-Perdernos esto no tiene perdón alguno... ¡WAHH! ¡YO QUERÍA VER ESTO! –Deshonor para sí mismo, para su familia y sus conejos. –¡Wah! Yo quiero copia! ¡Yo quiero copia de eso! –Así es, Satanick se creía capaz de proyectarlo en la próxima reunión de dioses y diablos solo para reírse; además de garantizarse su entretenimiento en el próximo viernes de películas.
-Siralos hasta lloraba cuando Elux le hacía llaves. Fue algo genial. –Añadió Poemi. –Tengo todo grabado, HD y a color. Aceptaré dar copias bajo un considerable precio. –Aseguró casi con un saludo militar y un brillo malicioso en sus ojos. Tal vez lograría sacarle a Satanick alguno que otro innovador juguete de tortura. Últimamente sentía la necesidad de renovar su repertorio para con Emalf y aún seguía molesta por lo de esta mañana. Si aquel marica no le reponía su teléfono y el jugo, se encargaría de no dejarlo caminar por una semana.
Ivlis no tardó en hablar de nuevo. –¡¿LO HIZO LLORAR?! ¡POEMI, TENGO QUE VER ESA CINTA! ¡TENGO QUE VERLA! –Ver al dios del sol llorando valía oro, no solo porque lo odiara, sino porque nadie había logrado algo así nunca en la vida. En cuanto a Fumus… Ahora Satanick era su amigo, tenía el derecho a detestarlo ¿No? Hasta sentía pena de los pobres ángeles que lo tenían que servir. –¡Yo pido la original! ¡Soy el que más odia a ese travesti, merezco la original! –De cualquier modo sabía que Poemi se la daría. Ella gozaba más gastar el espacio en la memoria de sus cámaras para grabar sus torturas a Emalf e inspirarse para otras… Lo sabía porque una vez colocó el video equivocado en el televisor. Imágenes que nunca borraría de su cabeza.
Satanick no se quedaba muy atrás. –Ay... ¡Te daré un látigo; tres esposas y toda una dotación de dulces si me das copia de eso! ¡TENGO QUE VERLO! ¡ES PARA... UNA TAREA! –Ni loco perdía oportunidad de ver como se partía su madre entre los dioses y el bonito desenlace en donde Justim los mandaba al carajo.
-¡Claro, papi! ¡El original será tuyo! –Garantizó poco antes de también cerrar un trato con el diablo de orbes violetas. Iba a necesitar las esposas y el látigo para cuando atrapara a Emalf y lo castigara. Aún estaba molesta por el teléfono roto. –Y tú… Acepto el trato. Fue un placer hacer negocios.
-¡Ya tenemos material para la siguiente reunión! –Festejó sin recato, el diablo de Pitch Black.
-¡Debiste verlo, papi! ¡Esa tal Elux sabe unos movimientos dignos de lucha libre! ¡Le rompió la nariz al viejo sádico e hizo llorar al viejo travesti! –Sin duda los dioses eran inmortales, o de lo contrario no hubieran sobrevivido ni al regaño descomunal que el dios de dioses les dio al detenerlos. –¡Lo más divertido fue cuando el señor Justim se los llevó de las orejas! ¡Fue muy gracioso!
-¿Elux sabe pelear?... Y yo que pensé que solo servía para acosar a Reficul y comportarse como la versión femenina pero menos desagradable de ese vejete. –Ver a Elux era como ver a su padre con otra paleta de colores y una sonrisa de psicópata, además de tener una actitud más agradable que este. No estaba diciendo que le agradaba la Diosa, no le perdonaba el querer separar a sus dos amigas, pero reconocía odiarla menos que a Siralos.
-La señorita Sol llegó a mencionar que a la diosa Elux le gusta ver las luchas. –Mencionó Medouco. Probablemente la lucha libre era uno de los pocos pasatiempos además de acosar a su diablesa y alistarse para sus tontos coqueteos.
-¡Oh, eso es verdad! ¿Uh...? –La castaña pudo haber continuado hablando, pero casi le da algo al visualizar a SU mascota/novio sin lentes y ante tantas personas. -Emalfsh... –Masculló con notoria ira ¡No era justo! ¡Solo ella debía ser su cara y ojos de pasiva! ¡¿Qué rayos estaba pasando?! ¡¿Y por qué hablaba tan cerca de Etihw?!
En cuanto a dicho demonio, agradeció agitando la mano de la diosa, antes de soltarla al sentir un escalofrío. Sentía que algo no estaba bien, y tenía algo que ver con Poemi mirándolo de esa manera sádica por su falta de gafas.
Siento que corro riesgo de ser violado.
Sudó en frío decidiendo que lo mejor sería retirarse y volver a donde Licorice lo esperaba. No quería toparse con su novia, no después de lo de hoy y ahora que estaba sin sus lentes.
-¡En fin! Al menos algo bueno salió hoy, ¿No, cucaracha? Ese viejo y el travesti ni debieron verla venir- ¡ARGHH! –Ya ni pudo terminar de hablar para cuándo una lanza de luz le atravesó la cabeza, tumbándolo de golpe al mismo tiempo que Ivlis se hacía a un lado chillando del susto. En un principio creyó que se había tratado de su hijo, sin embargo al enfocar mejor su vista, se sorprendió al igual que los presentes al comprobar que todo fue causa de cierto ángel de esponjoso cabello rubio y ojos permanentemente cerrados, acompañada de la fiel subordinada de Ivlis. –¿Q-Qué...? Alto... Tú eres...
-Igls Unth, hermana mayor de Ivlis. Por tu voz te reconozco como el diablo de Pitch Black. Me han contado mucho sobre ti y... Considera esto como un saludo a todo lo que planeo hacerte por los problemas y pesares que mi hermano paso por ti. –Saludó cordialmente y con un tono tan dulce y calmado que podía dar mucho miedo. Durante todo este rato, la genio peli naranja se la había pasado poniéndola al día con todo lo que se había perdido sobre el de mechas rojas en todos estos siglos; permitiéndose así tener muy en claro como planeaba recibir al de orbes violetas. Si, era obvio de quién había heredado Licorice sus peligrosas lanzas de luz y ese aire sobreprotectoramente sádico.
-O-Ok... U-Un placer... –Sollozó por lo bajo. Justo cuando creía que estaría temporalmente a salvo de terminar como brocheta, el destino le mostraba que no sería así. Bah... Le gustó soñar. –La familia de la cucaracha está loca. –Balbuceó por lo bajo mientras aprovechaba el momento conmovedor y fraternal que saldría de esta situación para mantenerse lejos. No quería terminar como alfiletero hoy; y algo le decía que Ivlis estaría en mejores manos para animarlo. Él ya sobraba. Mejor, solo quería descansar de esa banda de lunáticos y buscar forma de analizar y entender todo ese drama que seguía generándole dudas pero... Cierto parloteo de los anfitriones robó su atención. –¿D-Despedida de soltero...? –Ya estuvo que no creía salir vivo hoy.
-Dejando eso de lado. –El ángel prefirió ignorar a Satanick de ahora en más, aspiró hondo y trató de ubicar a Ivlis, aún con aspecto apenado. Aún no estaba segura de cómo hablarle pero lucía feliz. –Ivlis... Ha pasado tiempo, hermano...Te he extrañado mucho. –Sentía que podría llorar de nuevo. La emoción era tal que hasta había olvidado que fue abandonada a su suerte hace tan solo un rato.
Ivlis no estaba mejor, apenas terminaba de procesar que por la apariencia de las lanzas pensó lo peor creyendo que se trataba de su hijo y debía encararlo otra vez, hasta que esa suave voz femenina lo sacó de su pánico para que levantara la mirada y se encontrara con a imponente imagen de su hermana mayor sujetando otras dos lanzas mientras se mostraba molesta.
En este momento no sabía si sentirse mal por su nuevo amigo o llorar como condenado y abrazarse al ángel. Después de todo lo que había estado pasando en su vida y lo tanto que la había extrañado y pensado, no lo veía como una mala opción, hasta podría ser una linda forma de saludar a Igls. Quedaría como un marica, pero al fin y al cabo que no le quedaba dignidad y las palabras de la rubia de por si habían logrado que se soltara en llanto y corriera a abrazarla.
-I-Iglis… ¡IIIIGLS! –Sí, se veía como un marica tal como había imaginado, pero estaba feliz de verla y por fin poder abrazarla luego de siglos y siglos lejos.
-¡IVLIIIIS! –Ella tampoco se contuvo en abrazarlo con fuerza mientras se largaba a llorar como si no hubiera mañana ¡Lo había extrañado tanto! ¡Tenerlo al fin entre sus brazos era todo un sueño hecho realidad!
-¡Bwaaah! ¡Igls! ¡Hermana! ¡Estás aquí! ¡Te extrañé mucho! –Después verificaría el estado de Satanick, ahora solo quería sentirse un niño pequeño entre los brazos de su hermana. –¡Creí que no te vería de nuevo! ¡Pasaron tantas cosas y…! ¡BWAHHH! ¡IGLS!
-¡Si! ¡Estoy aquí! ¡Y tú también! ¡Contigo! ¡Conmigo! –Probablemente en medio de tan sollozante y hermoso momento al fin era evidente cuanto se parecían, llorando en medio de aquella alegría que ambos habían anhelado por tanto tiempo. Era tan feliz que no había forma de medirlo o explicarlo. -¡Te extrañe mucho! ¡Bwwaahhh! ¡De verdad estoy contigo!
No importaba cuan raros o ridículos ahora pudieran lucir por el repentino mar de lágrimas que estaban causando. Era el reencuentro más bello que ambos podrían ofrecer.
-¡No volveré a irme por nada! ¡Lo prometo! Ay… ¡Ivlis! ¡Creí que nunca podría abrazarte de nuevo, hermanito! –Como si los años no hubieran hecho efecto, el profundo cariño que se guardaban aún seguía allí; y esta vez ya no lo descuidarían de nuevo.
-¡Por favor no lo hagas, no quiero que te vayas! ¡Bwaahh! ¡Igls! –Juraba que los estaban mirando raro, pero le valía madres, este era uno de los mejores momentos de su miserable vida hasta ahora y quería disfrutarlo aunque estuviese llorando como un niño. Había extrañado demasiado al ángel, había deseado su consuelo y protección desde hace tanto que volverla a encontrar en uno de los momentos más dolorosos de su vida era un alivio y un milagro.
A diferencia de lo que la rubia podría haber llegado a creer, nunca le tuvo rencor por nada, siempre la recordó como la dulce y tierna hermana mayor que fue para él… Jamás la vio como una subordinada de ese cretino, ella era más que eso y era ofensivo referirse a ella usando a Siralos en la misma oración. Estaban tan felices que ignoraban por completo que a un metro de distancia Satanick discutía a gritos con Kcalb por un tema delicado: La despedida de soltero a la cual querían que fueran.
-¡Oye! ¡A nosotros no nos metan! ¡Ustedes lo organizan, ustedes participan!
-¡Tú no tendrás nada que hacer y eres el padre! ¡Yo no debería ir, soy el suegro!
-¡Pues te equivocas, tengo planes! ¡Mis conejitos no se alimentan solos!
-¡Conejos tu madre!
-¿Señor Diablo...? –La Gorgona se extrañó un poco al notar al de orbes violetas sin ánimo por participar, pero no dijo más. Supuso que solo estaba cansado, y en parte le alegraba. Con algo de suerte su amo tal vez se encontraría con la señora Lil. Medouco se incluía en la lista de aquellos que aún creía que sus señores podrían volver.
-¡Yo ayudaré al amo a cuidar a sus conejos! –Exclamó divertida la niña, siguiéndole el juego al adulto e ignorando el resto del ambiente. Qué más daba, todo esto le estaba divirtiendo mucho, y una parte de ella se sentía conmovida al ver al par de hermanos reencontrarse tan tiernamente, era como ver un programa de televisión.
-Estás aquí... No es un sueño... De verdad estás aquí. –Murmuró aún llorosa, mientras acariciaba sus mejillas, igual de húmedas que las propias. -N-No llores... M-Me harás llorar de nuevo... ¡Oh, esto es un sueño hecho realidad! –Ya no importaba lo malo que pudo pasar, estaba con su amado hermano después de tantos años. Esa felicidad nadie se la robaría.
-L-lo siento… Es la emoción… Y muchos sentimientos acumulados… -Suspiró dejando que la mayor lo ayudara a limpiar sus lágrimas y a calmarse un poco. Estaba demasiado feliz como para expresarlo. Había tanto que quería hablar con ella y tantas dudas en su cabeza. –P-pero… ¿Cómo es que estás aquí?... Pensé que Siralos no quería que te acercaras a mí. –Conocía a Igls, era obediente y sumisa aunque no deseara las órdenes de su superior, por lo que verla desobedecer una de sus órdenes más específicas se le hacía muy raro.
-S-sí...También estoy emocionada... –Sonrió con dulzura mientras terminaba por calmarse. Era tan feliz que ni hubiera recordado lo del abandono a su suerte hasta que escuchó la pregunta del de mechas rojas, poniéndola algo nerviosa. –B-bueno...Verás... –No sabía cómo explicárselo sin alterarlo; no le gustaba enojar a Ivlis, aun cuando ni siquiera era su culpa.
-Oh, eso… Yo puedo explicarlo. –Intervino Rieta, mientras se acercaba a ambos hermanos con una nerviosa sonrisa. No sabía cómo podría reaccionar su amo al escuchar lo siguiente. –Él se fue hace un rato… Básicamente dejó a la señorita Igls para que regresara por su propia cuenta. Aunque eso no será posible debido a que… Usted sabe… Está ciega y… ¿S-señor Ivlis? –Oh, cuando su jefe adquiría esos detalles en sus mechones no era buena señal, además de que no se confiaba de su sonrisa forzada y temblorosa.
-Dices que… ¿La dejó a su suerte? ¿Eso? ¿Qué dejó a su propia hija en una reunión llena de extraños, en otro mundo que apenas conoce, ciega y sin nadie que la ayude a regresar? ¡¿ESO TRATAS DE DECIRME?! –Seh, Igls no era la única ahí que podía comportarse como una loca sobre protectora. –¡DIME QUE SIGUE AQUÍ, TENGO MUCHO QUE DECIRLE Y QUIZÁS ARRANCARLE LA PUTA CABEZA Y METÉRSELA POR DONDE NO DAN SUS SOLES! ¡ME AGUANTÉ SUS PUTOS INSULTOS ALLÁ AFUERA PERO ESTO ES INTOLERABLE!
Igls agradeció la ayuda de Rieta para explicar todo el asunto, aunque por los gritos furiosos del diablo supo que evitar su enojo era imposible. Suspiró y lo dejó desahogarse hasta que creyó conveniente calmarlo haciéndolo darse cuenta de que estaba llamando mucho la atención con su escándalo, y que si seguía así podría incendiar algo, apenas con una sutil palmadita en el hombro.
-Ya... Tranquilo. Estoy bien ahora. La señorita Rieta me encontró y ayudó mucho, descuida. Es más, si no fuera por ella creo que hasta me habrían pisado. Todo está bien ahora. –Sonrió con total calma, sin demostrar el pánico que minutos atrás la invadió al saberse abandonada. La genio había sabido como tranquilizarla en su desesperación y ahora, era capaz de ver algo bueno después de todo. –Al menos, gracias a esto al fin pude volver a hablar contigo ¡Estoy feliz! –Ya no le importaba nada más que eso: Estar con su hermano y recuperar el tiempo perdido.
Ivlis, ante las palabras de su hermana solo podía tomar aire y tratar de bajar la intensidad del color rojo en su cabello. –No, Ivlis… Paz interior… Siralos ya sufrió MENOS DE LO QUE MERECE pero sufrió… Cálmate… Piensa en cosas bonitas… Tienes a tu hermana… Todo es bello, todo está bien. –Respiró hondo, sin captar la risa de su subordinada e hija del medio. A veces daba risa más que miedo en este estado y hasta él lo sabía.
-Bien, tienes razón… Me alegra que por fin podamos vernos. –Seguía molesto, pero tenía que admitir que gracias a este descuido del dios del sol, Igls había vuelto a él. –Ya que ese vejete se fue a la mierda, supongo que puedes quedarte en casa. O más bien en la casa de Satanick, aunque técnicamente es mía también. –El desgraciado lo había obligado hace años a vivir con él y su familia en su castillo, no podía simplemente negar que ahora en parte era su casa. –¡OYE, SATANICK! ¡MI HERMANA VA A QUEDARSE EN CASA! ¡¿TE IMPORTA?! ¡OK, GRACIAS! –No esperaba una respuesta suya, solo quería que estuviera al tanto.
-Ah, sí. Claro, no hay pro- ¡Espera! ¡¿Qué?! –El diablo de Pitch Black se puso pálido de solo imaginar lo que sería tener al hermoso ángel viviendo bajo el mismo techo. Ya se veía en su futuro como alfiletero en cada esquina que se la encontrase por accidente. -Ay... Haha... Ha... –Ya ni en su casa estaría seguro. Primero Licorice y ahora Igls. Estaba empezando a considerar que tan difícil resultaría el sugerir a la cucaracha su independencia a futuro.
No. No lo iba a echar ni nada porque reconocía que era su culpa haberlo llevado a su hogar y no podía simplemente dejarlo en la calle ahora, pero debía comenzar a pensar en tácticas para salir ileso. Como la regla de solo empalarlo tres veces por día, cual preferiría comentarle a Ivlis después de que terminara de hablar con su hermana.
-Será maravilloso tenerte en casa, Igls ¡Siéntete libre de hacer lo que quieras!
-¡Oh, me encantará vivir con ustedes! –Le llenaba de emoción de solo imaginarlo. Al fin estaba con su hermano, podría tener amigos, piyamadas, charlas, todo con lo que habría soñado en su vida y que no pudo gozar hasta ahora. –¡Cuéntame hermano! ¡Quiero saber de tu boca todo lo que me perdí! –Si bien las chicas ya la pusieron al día, deseaba oírlo También de Ivlis. Necesitaba sus charlas de hermanos.
-¡Podemos hacerlo en casa, señorita Igls! ¡Suena maravilloso! ¡Podremos tener piyamadas, charlas de chicas, y quizás eso ayude a que el señor Ivlis sea más presentable! –No juzgaba la apariencia de su señor, es solo que desde la decaída que desarrolló los últimos años él empezó a andar la mayoría del tiempo en bata, sin su traje usual escolar y saco… Eso sí, la bufanda no se la quitaba ni para dormir.
-¡Sí! ¡Noche de mujeres! ¡Al fin sabré que es eso! ¡Y las piyamadas! ¡Y todo! –Chilló totalmente emocionada en lo que cada palabra de Rieta solo la hacían ansiar aún más el momento. Lo más cercano que vivió de una piyamada era cuando aún era pequeña y podía compartir cuarto con Ivlis en su infancia, pero nada más. Ya quería planear la primera, aunque a él se le veía más consternado por un comentario de su subordinada.
-Pero qué… ¡Rieta! ¡Lo dices como si me vistiera como un ermitaño! ¡Deja de andar diciendo esas cosas! –Se quejó, casi tapándole los oídos a su hermana, no necesitaba que Rieta empezara a regar cosas privadas sobre él. Aunque por la sonrisa burlona de esta y su mirada pícara hacia un costado suponía que su orgullo no iba a salir ileso de esta. –…Rieta, hablo en serio… Rieta, no… ¡No! ¡No le enseñarás tu álbum! ¡Lo prometiste!
-Crucé los dedos… Ups. –Al fin tenía a alguien con quien mirar sus viejas fotografías sorpresa y comentarlas. Ivlis no lo hacía porque según él exponía su vida privada, pero ¡A la mierda! ¡Igls era su hermana, tenía que enseñarle cada momento embarazoso y chistoso de su vida! Confiaba en que después de esto tendrían más confianza uno en el otro y menos formalidades. –¿Le gustaría ver también los videos que tengo de cuando el señor Ivlis se cayó por las escaleras y atrapó a Poemi de milagro?
-¡RIETA! ¡No harás eso! ¡I-Igls no quiere! ¡N-No está de acuerdo! ¡¿Verdad?!
-Dímelo todo~ ¡Es mi deber y obligación saber cada detalle! –Exclamó, mandando por el tubo la calma del diablo de fuego. Hey, como su hermana mayor era casi un derecho estar informada de cada momento embarazoso de Ivlis. Su alma y corazón se lo exigían. –Hermano... Respeto tu privacidad al no presionarte por saber demasiado ¡Pero reafirmo mi autoridad como hermana alfa descubriendo cada foto y video gracioso de ti junto a Rieta de todos modos! –Ah no. Ahora que sabía de la existencia de todo ese material, ni loca lo dejaba pasar
-¡IGLS, POR FAVOR! –No se la creía ¿Ahora ella también salió con eso de "Hermana alfa"? Y él que había creído que eso era cosa de niños. Bueno, al menos le recordaba a los viejos tiempos, lindos y viejos tiempos.
-La dignidad de papi sufrirá hoy. –Comentó con una sonrisa divertida, Poemi, al ver a su padre chillar por cada alegación o comentario de Rieta y su tía.
-Tu padre nunca tuvo tal cosa en primer lugar, como tampoco buen gusto de ropa. –Susurró, Satanick, aún a riesgo de ser empalado o lo que fuera. Solo quería seguir riéndose de esto antes de abrir el portal para al fin ir a casa, lo necesitaba luego de tanto drama.
Igls solo se detuvo a soltar algunas risitas mientras apoyaba su mano en el hombro de su hermano para calmarlo. –Tranquilo, Ivlis. Si te ayuda a sentirte mejor, puedes contarles de esa única vez que intente cocinar algo, ¿Recuerdas?
-Oh, esa vez… -Ese recuerdo vivía fresco en su memoria.
No fue buena idea que los dejaran solos más de dos horas, que el hambre les aquejara y que la idea de solo tomar galletas de la alacena no les apeteciera. Igls nunca había tenido dones culinarios, y él era el menor, así que ese día no fue más que un espectador de como su hermana trataba de hacer… Lo que sea que tratara de hacer. En realidad nunca le quedó claro y no intervino porque su rol de hermano menor le hacía creer en que nada saldría mal, pero ella solo mezcló cosas al azar del refrigerador e incendió la cocina por querer cocinar usando el brillo de sus ojos. Siralos los había regañado horrible esa vez, quizás sería el único bue recuerdo que guardaría de ese viejo.
-Yo personalmente creo que fue mala idea que usaras tus ojos para eso… -En aquel momento Igls no tenía ni idea de que tan poderoso y fuerte era su poder, pero él fue testigo de eso cuando la cocina casi explotaba. –¿No te molesta hablar de ello?
-A mí no me apena recordarlo, hasta me pareció gracioso. –Cabe destacar que ella no podía ver el incendio que causó ni la cosa amorfa y de color indefinido que llamó 'panecillos'; aunque sí recordó el regaño descomunal que recibió al final de todo; junto a la prohibición absoluta de volver a poner un pie en la cocina a menos que solo fuera para tomar cosas de allí. –Y sobre eso… No fue tan malo... ¿O sí? –Tenía recuerdos vagos de explosiones, un fuerte aroma a humo, su hermano gritando por fuego y jalándola junto a sus panecillos lejos de la cocina.
-¿Solo malo? –Fue un completo caos.
-Tal vez si fue mala idea... Pero en mi defensa, yo no sabía que mis ojos hicieran eso. –Siempre se habían limitado a pedirle que no los abriera. No fue hasta ese día que al fin entendió el verdadero motivo. -B-bueno ¡El lado amable es que pude ver la cocina!... Mini-segundos antes de destruirla, pero ya es mucho más de lo que nunca he podido ver de nuevo. Y el regaño de padre no fue t-tan malo, creo que los probó, pero tampoco dijo nada.
Ella ignoraba que sus "panecillos" fueron un peligro mayor que el mismo incendio que provocó, y que casi le cuesta la inmortalidad a su dios pero... ¡Nah! ¡Detalles! Detalles que la dulce y bien intencionada ángel no necesitaba saber.
-Solo no puedo cocinar y ya. ¡Aunque aún quiero aprender! –Sus ojos habían sido diseñados para combate, no para una vida diaria. Pero en su mundo realmente no había con quien medir eso en batalla, así que solo quedaba como amplio conocimiento y habilidad memorizados –Y… Eso me recuerda… ¡Ivlis! ¡Nunca me dijiste a que sabía lo que preparé! ¡Malvado! –Nadie nunca se lo dijo de hecho, aunque estaba segura al creer que al menos su hermano no mintió al decir que los probó. Y por algún motivo luego de ello recordaba el sonido de algo azotando al suelo.
-Oh… Eso… Uh… -Una risa nerviosa salió de su boca al recordar eso. Su fe ciega no era solo hacia Siralos, sino también a su hermana, por lo que muy confiado, ingenuo e inocente no dudó en probar de los "panecillos" de la rubia. Por Vicers… Aun lo recordaba. Habían sido tan catastróficamente malos que le sorprendió no haber muerto de intoxicación a pesar de ser un diablo inmortal. Lo bueno es que el golpe que se dio al desmayarse del asco logró hacer que no tuviese que soportar ese sabor en su boca. Comparado a esos panecillos del demonio… Otros traumas con Satanick no parecían tan malos. –Eran… Fuera de este mundo. –Sí, y a él casi se lo llevaban consigo.
-¡¿En serio?! ¡Ay! ¡Prometo esforzarme por aprender aunque no pueda ver, Ivlis! ¡Quiero aprender a preparar más cosas deliciosas para ustedes! –Chilló emocionada, sin poder ver la expresión del de mechas rojas, quién probablemente aún no estaba seguro si dejarla hacer eso sería seguro para los seres vivos (incluyéndolo). –¡Prometo esforzarme para que sean deliciosos como los de ese día! -exclamó sin notar que eso en realidad estaba asustando de muerte al pobre.
-Si van a hacerlo que no sea en mi cocina, por favor. –Rogó el diablo de Pitch Black, en lo que abría el portal para volver. Necesitaba un descanso, y eso significaba que nadie incendiaría su casa en su guardia, ni siquiera la tierna hermana de la cucaracha.
-Descuide, señorita Igls. Estaré encantada de ayudarle. –Añadió Rieta, totalmente confiada y falta de miedo. Su amo solo había exagerado un poco ¿No? Eso quería creer.
-Uhn… Esto será muy interesante. Amo nuestra familia. –Le comentó la castaña a su padre con un codazo en el brazo, en lo que este solo se limitaba a reír nerviosamente al ver como su subordinada solo emocionaba más al ángel con sus promesas culinarias.
-Ruega para que no muera a manos de los cupcakes de Igls, princesa.
(…)
La noche finalmente pintaba el inframundo de negrura y estrellas, los demonios se encontraban en sus casas o haciendo sus paseos nocturnos habituales, en cuanto a la familia de flamas, el diablo de aquel mundo y su par de subordinadas ellos ya estaban en el castillo disfrutando lo que quedara del día como cualquier persona haría.
Una tarde de videos graciosos y caseros entre la cena.
-¡Está llorando, por dios! ¡Mira su cara! ¡Rieta, mira su cara!
Resumiendo, la llegada había sido ciertamente bonita y pacífica luego de tanto andar por ahí. Una charla con su hermana, hija y amigos mientras bebían café y hablaban del pasado entre bromas como si no hubiese sido tan malo como lo había vivido. Entre todo eso, había logrado olvidar su miseria y dolor, lo agradecía mucho, tal como esperaba… Igls al llegar a su vida una vez más podría mejorarla.
Aunque le gustaba ese aire amistoso entre ellos, le divirtió ver a Satanick esquivando lanzazos y retractándose de sus comentarios burlones. En cuanto a lo que pasó después de que Poemi decidiera mostrarles la cinta de la pelea mientras improvisaban la cena… Bueno, se podría decir que este era el mejor momento de su vida.
-¡Elux le está rompiendo la madre, no jodas! ¡Jajajaja! ¡Esto vale oro!
Rieta por el otro lado, estaba casi igual que su señor, pero no peor. No, porque él y Satanick estaban ahogándose y juraba que el último casi se caía sobre la mesa debido a un palmazo de Ivlis en su espalda y ni siquiera pareció notarlo. Solo siguieron riéndose. –¡Mira! ¡La cara de Fumus! ¡No puedo, ayuda!
-¡OH POR VICERS! ¡Los está haciendo pulpa! ¡ESA SI ES UNA LLAVE! –El diablo de Pitch Black gritaba a la par de emoción de Ivlis, disfrutando como nunca creyó posible el ver como a ese vanidoso travesti y al viejo decrépito aquella diosa de género indefinido les rompía todos los huesos con movimientos dignos de un luchador profesional. -¡Auch! ¡ESO DEBIÓ DOLER! ¡SE LO MERECE! ¡SE LO MERECE! ¡MIRALO! ¡SUPLICAN CLEMENCIA Y ELLA NO DA PIEDAD! ¡ESTO ES ÉPICO!
Elux era molesta y hasta un maestro en incomodar a otros lo admitía, pero el verla hacer mierda a Fumus había logrado que ya no le molestara tanto. Hasta deseaba aprender esos movimientos.
Este día al fin mostró su lado bueno para él. Nada mejor que haber cenado y tener de postre palomitas dulces mientras se daba el lujo de ver como la diosa de ojos cian rompía la espalda de Siralos y le volaba los dientes a Fumus.
-¡JAMÁS CREÍ QUE ELUX PODRÍA SER TAN GENIAL ADEMÁS DE UNA PUTA ACOSADORA! –El de mechones rojos ya no sabía qué era mejor. O ver a Siralos llorando mientras se jalaban todos del cabello y se quebraban los huesos, o el simple hecho de que los mayores hijos de puta que existían se estuviesen dañando entre ellos como unos animales estúpidos.
-¡Amo las noches de películas! –Exclamó Poemi mientras disfrutaba de las palomitas junto a Crea y toda esa obra maestra violenta era disfrutada. Lástima que ni su hermano ni mascota estaban allí, les habría gustado ver esto.
El ángel de luz solo sonreía mientras escuchaba las reacciones del resto al igual que el video. Se notaba que esa tal Elux tomaba muy en serio sus coqueteos hacia su diablo, y la supuesta interrupción del otro par de dioses debía ser pagada con MUCHO dolor. Además, si Rieta la pasaba bien como escuchaba, no debería haber algún problema.
-¡Los lentes! ¡Le mandó a volar los lentes! –Mentiría si dijera que ella no estaba disfrutando el video casi tanto como su amo y el otro diablo. Ver sufrir a Siralos era algo que no pasaba muy seguido y valía mucho como para desperdiciarlo.
-Esto es hermoso, es arte, es maravilloso. Hay que llevar una copia de este video a la próxima reunión por favor. –Propuso Satanick. Necesitaba ver las caras del resto mientras proyectaban ante todos la peor golpiza de sus inmortales vidas.
Ivlis respondió en seguida sin dudar. –Créeme… La llevaremos a la próxima y los humillaremos tanto como sea posible… Lo juro por mis cuernos. –Realmente necesitaba ver a su estúpido padre tratando de defenderse de las risas de los demás compañeros. Entre tantos, no podría excusarse. –¡Esto no tiene precio! Ay… Ya recordé lo que era la buena vida. –Ese maldito video ya le había hecho olvidar cada desgracia que se metía en su vida. Era bueno descansar de ello de vez en cuando… ¿Hace cuánto que no lo intentaba?
Claro, si lo pensaba bien… Faltaban Licorice y Emalf… Pero al menos dos personas estaban presentes para compensar esa falta por ahora. Y además… Ya había decidido esforzarse en no pensar más en su hijo por ahora.
Rieta suspiró limpiándose una lágrima de la risa. –Oh dios… Poemi, valió la pena que lo grabaras. –Comentó cuando el film llegó a su fin y los diablos aún se quedaban risueños en sus sitios mientras ella quitaba la cinta.
-Lo sé, lo sé ¡Qué bueno que llevé la cámara! –Rió divertida la castaña. Nunca se hubiera perdonado el no grabar un acontecimiento tan único y milagroso. Este video sería recordado por siglos y heriría el orgullo de los dioses por toda su eternidad. –¡Emalfsh y Licorish deben verlo también! –Esto la animó tanto que casi olvidaba lo del teléfono.
-No lo dudo, es decir… ¡Qué espectáculo! ¡Aunque hubiese sido gracioso ver al señor Ivlis uniéndose a la pelea!
-¡Cierto! ¡Papi también debió de darle sus pataditas al viejo! ¡Quizás hasta le hubieras arrancado una extensión como trofeo de guerra! –Rieta e Ivlis soltaron una leve risa al ver a Poemi hacer unos exagerados movimientos de pelea. El último no lo negaba, aquello habría sido tentador.
-Satanick no me hubiese dejado. Según él, no quiere que le manche su ropa de diva. –Alegó señalándolo con un gesto fastidiado fingido.
-¡Hey! ¡Costó mucho encontrarte algo decente que te quedase para que lo llenes sangre de travesti! ¡Agradece que no te dejé ir con tus trapos de vago! –El diablo de Pitch Black chilló a su defensa (Y de la forma menos heterosexual posible); ahorrándose toda explicación del momento emo que el de mechones rojizos pasó para que se perdieran de tal espectáculo.
-Pffff, eres un exagerado. –No le había escuchado decir algo parecido, pero eso fue lo entendido en sus advertencias de "Ese traje vale más que tus escamas, así que si lo manchas no morirás de depresión, sino por el golpe que te daré." Al recordar aquello, sonrió maliciosamente para sí mismo, y luego miró hacia su hermana mayor con falsa expresión dolida. –Ah, y dijo que me haría pedazos… Ya sabes… Lo usual… ¡Pobre de mí! ¡Aún soy la pobre víctima de este malvado hombre!
Apenas vislumbró las oscuras intenciones que cargaban esos últimos comentarios, Satanick maldijo haberle tenido consideración ¡Él siendo tan buen amigo y la cucaracha lanzándolo a una hoguera!
-¡Tú...! –Sin embargo no tuvo mucho tiempo de reprocharle que no era cierto, pues la voz imponente de Igls lo congeló momentáneamente en su asiento.
-Así que... ¿Eso dijo...? –Siseó mientras su modo de "hermana mayor sobreprotectora" entraba en acción y una lanza nacía en sus manos con Satanick como próximo blanco. Aún no le perdonaba, y quizás nunca lo haría, todo lo que sabía que le hizo pasar a su pobre y dulce hermano menor. Lo justo era cobrárselas ¿No? –Descuida Ivlis, seguro puedo convencerlo para que eso no se repita nunca más.
-¡SOLO DIJE LA VERDAD! ¡Eres Kcalb en rojo! ¡Necesitas comprar ropa decente y que no apeste a viejo o guardado! ¡Hasta vi polillas! ¡No mames! –Chilló obstinadamente, aunque eso solo garantizaría más lanzas hacia su cabeza. Pero no pudo evitarlo. Su híper desarrollado sentido del buen vestir le impedía ignorar el pésimo gusto de Ivlis.
-¡Lo recuerdo muy bien! Según tú yo no sé vestir más que como anciano… Uh, es una pena… Esperaba que fueses más amable conmigo. –El diablo de fuego continuó echándole más leña al fuego, haciendo caso omiso a las quejas del diablo de Pitch Black y sus alegaciones de "traición" ¡Él no estaba traicionándolo en lo absoluto! Solo era una mini venganza, lo merecía después de todo lo que había tenido que pasar con él ¡Al lado de eso, Igls molesta no era más que una caricia! ¿De qué se quejaba? Además, ella ya se había descargado lo suficiente antes de volver a casa, ni que lo fuera a matar.
-¡Eres un hijo de Siralos!
-¡No me digas así! ¡Me ofendes! ¡Igls, me ofende! –Parecía un niño mimado dejándose palmear así por su hermana mayor, pero le valía madres, estaba muy feliz.
-No llores más, Ivlis. Yo le haré tragarse sus palabras ¿Sí? –Aseguró con un tono más suave palmeando cariñosamente la cabeza de Ivlis, mientras su mano libre ya apuntaba el primer proyectil. Que no la subestimaran por no ver, el estúpido parloteo de Satanick delataba su ubicación.
-Gracias, hermana mayor, tú siempre tan buena. –Ocultó su sonrisa maligna apenas vio a Satanick siendo atacado. Sí, llámenlo cruel, pero las palmadas en su cabeza y el buen trato de su hermana lo tentaban demasiado.
-¿Q-qué? ¡Espera! ¡Fue sacado de contexto! ¡No dije eso! –Trató de retroceder en su asiento mientras trataba de usar a Crea de escudo. –¡Piedad! Tengo una loli y no merece ver más sangre! –Absurda excusa, pero no lo juzguen. Entró en pánico. La hermana de Ivlis estaba chiflada.
-No sé qué sucede ¡Pero es divertido, señor Diablo! –Rió la niña, acompañando al mismo Ivlis. Esto si no tenía precio.
-¿Usas a la loli de escudo? ¡Qué cobarde, Satanick! ¡Me decepcionas! ¡Yo nunca usaría a mi hija de escudo!... De hecho, ella es la que usa a otros ¿Cierto, princesa? –Alegó Ivlis, abrazado cómodamente a la cintura de su hermana, quien estaba de pie aun palmeándole la cabeza. Sí, estaba disfrutando mucho esto.
-¡Cierto, papi! Especialmente a la bashura de Emalfsh ¡Es torpe pero muy resistente gracias a la gran Poemi! –Rió en respuesta y ya con cámara en mano. Ni loca se perdería una escena de violencia; además, aún tenía espacio en la memoria para un corto más.
-Velo de esta manera, el usar a otros de escudos suele ser costumbre de familia. En tu caso solo es cobardía. –Se volvió a burlar con su mirada dorada aun expresando maldad.
-¡NO ME IMPORTAN LAS COSTUMBRES DE TU FAMILIA DE LOCOS! ¡Además! ¡Crea fue creada para hacerme feliz! Y me hará muy feliz si evita que me sigan empalando… ¡Y TÚ USABAS A LICORICE, NO JODAS!... Bueno, él se interponía solo y me empalaba a propia voluntad... ¡PERO ESE NO ES EL PUNTO! –Chilló en defensa y sin intenciones de soltar a Crea. Ella era el seguro para no quedar en tan mal estado como podría ser.
-¡No usaba a Licorice! ¡Estás mal! ¡Él solito venía a patearte el culo! Y… Ay… ¡NO ME LO MENCIONES, HIJO DE TU PUTA MADRE! –Se quejó cubriéndose los oídos como un niño. Hey, que la estuviese pasando bien no significaba que lo de hoy lo hubiese superado o que haya dejado de dolerle tanto. No quería hablar de ese asunto, al menos no con él… Y mucho menos gritando como maniáticos frente a los demás.
-Señor diablo, lamento tener que hacer esto. Pero Ivlis tiene razón, no puede usar a Crea como escudo. –Le reprochó la sirvienta de cabellera viva antes de quitarle a la robot de las manos para alejarla a una distancia segura con ella. –Además debe hacerse responsable de sus actos.
-¡¿Q-Qué?! ¡Medouco! –Chilló al verse en semejante traición que ahora mismo le costaría diez o más lanzas atravesándole el cráneo. Tragó grueso, incluso sin poder abrir los ojos sentía que algo le perforaba y ese algo provenía del ángel de luz que preparaba sus ataques.
-Ahora que no te ocultas tras una niña… Será más justo.
-¡E-Eh! ¡Espera, espera, espera! ¡W-WAHHH!
Y así empezó un tiro al blanco, uno que la familia había estado esperando ver desde hace un largo rato, con unos años de retraso… Pero sin dejar de ser muy divertido, claro que no para el pobre del diablo de Pitch Black que usaba cada cosa a su alcance para evitar las lanzas, incluso uno de los platos vacíos de la mesa.
-¡Dale en la cara, Igls! ¡De eso vive! –Animó entusiasmada la genio, mientras Poemi empezaba a grabar como resultaba esto. No se oponía a este tipo de violencia ¡Era justa! Y además le encantaba ver a Igls en acción, era genial, muy ágil y de buena puntería incluso para ser ciega.
-A la orden. –Canturreó en respuesta. Honestamente, más que parecer una venganza, ya comenzaba a parecerle divertido, y las porras de la genio junto a las risas de su hermano solo alimentaban más esa diversión.
-¡Ahhh! ¡Mierda! –Ok… Una lanza casi le da en un cuerno y otro en aquello que lo definía como hombre entre tanto intento por esquivar. –¡KYAHH! ¡Ahí no! ¡Mi dignidad! ¡No te rías, cucaracha! ¡¿Así me pagas el súper discurso que le di al travesti por ti?! ¡Traición!
-¡No es traición! ¡Me la debes! ¡No creo que soportarme borracho haya superado mis años de trauma! –No pensaba dejar de reír, no todos los días veía a Satanick siendo empalado… Por su hermana claro. Esto jamás lo olvidaría. –¡Igls, me está llamando traidor!
-Tranquilo, hermanito. -seguía palmeando con su mano libre los cabellos de este mientras con la otra aún seguía su "tiro al blanco" hacia el diablo de orbes violetas. Como hermana mayor, protegería hasta de las ofensas a su lindo y adorable hermano que llevaba siglos sin ver. –Hihihi. Es un placer ayudarte, Ivlis.
En cuanto al pobre diablo de Pitch Black, siguió retrocediendo hasta que al esquivar una última lanza, solo terminó cayendo de su asiento de espaldas al suelo. –Auch...
Eso fue patético en tal forma que si no fuera él mismo, también se estaría riendo.
-¡Hihihi! ¡El señor diablo se cayó! ¡El señor diablo se cayó! –Chillaba entre inocentes risotadas la robot, ignorando por completo el aire homicida que hubo hasta hace unos segundos antes de esa cómica caída.
Satanick no se molestó en responder a las pequeñas burlas de Crea, solo porque era la única a la cual técnicamente no le guardaría rencor por ello. Bufó por lo bajo hasta que al levantar un poco la cabeza vio a alguien cerca del pasillo. Ese vestido negro de detalles pomposos, esa larga cabellera rosa con peculiares mechones en forma de ala de murciélago, se trataba de su esposa.
La sorpresa fue tal que hasta olvidó que segundos atrás iban a empalarlo. Era muy temprano, Lil solía regresar mucho más tarde… De donde sea que vaya. No esperaba esto, pero no se quejaba.
Ivlis no tardó en notar la presencia de Lil, por lo cual se dirigió a su hermana haciéndola bajar suavemente el brazo que sostenía una de sus lanzas listas para atacar. –Creo que después podrás seguir dándole una lección, sis… -No quería arruinarle esto a Satanick. Ivlis solo era la mitad de malo… No era tan hijo de Siralos. Además, su pequeña venganza amistosa podría esperar. –¿Y si mejor te enseñamos tu cuarto? Al menos para que puedas acomodarte.
-Uhn... Si tú lo dices. –Aceptó con calma mientras desaparecía la última lanza y volvía su atención a Ivlis. Cuando este mencionó lo de su nueva habitación no ocultó su emoción. –¡Eso me encantaría! –Sonrió alegre mientras daba un leve estiramiento. En serio necesitaba recostarse en una cama luego de andar de aquí para allá todo el día.
Medouco observó a la pareja reuniéndose y luego al par de hermanos y sonrió con calidez. No acostumbraba a ver tanto cariño en el castillo normalmente. –Vamos, Crea. Ya es algo tarde y tenemos que descansar para mañana. –Habló a la adolescente que no tardó en acurrucarse en sus brazos, mientras también cumplía con el plan de dejar solos a sus amos ¿Para qué negarlo? Ella también creía que su jefe sería mucho más feliz si arreglaba las cosas con su esposa. –Buenas noches a ustedes cuatro. Dejé todo en su cuarto para su cómoda estadía, señorita Igls –Susurró por lo bajo antes de entregarle sus llaves al ángel. Oficialmente ya vivía allí.
-¡Oh! ¡Muchas gracias! –Estaba algo agotada y debía comenzar a acostumbrarse a saber dónde estaba todo; comenzar por su cuarto parecía buena idea. Tal vez mañana pediría una guía rápida a Rieta si tenía tiempo.
Y mientras el par de hermanos se retiraba junto a la genio y la demonio menor, el diablo de Pitch Black llamaba a su esposa, agitando su mano aun estando tendido en el suelo, quien lo estuvo buscando y no se percató hasta que le llamó.
-¿Uh? ¡Mon ami! –Apenas escuchó que el diablo la llamaba, se acercó siendo ignorante de la mini pelea que hubo, las lanzas que estaban clavadas en ciertos lugares de la sala y que su esposo estuviese de espaldas al suelo. De todos modos no le extrañaba, nada le sorprendía viniendo de él.
-¡Lil! ¡Te perdiste la noche de películas! ¡Hubo de todo! ¡Locos, golpes y le rompieron su madre a Fumus! ¿Puedes creerlo? –¿Seguía molesto por lo de abandonarlo con la cucaracha? No realmente, se lo perdonaba solo porque de no ser por ello no estaría siendo más social, pero sí se contenía para preguntarle por qué no fue al ensayo y a que se debía su llegada no tardía. Sería MUY raro de su parte.
-¡Suena muy divertido, Satanick! Qué pena que me perdí de todo. Estuve un poco ocupada consiguiendo algunas cosas. Díganle a Licorice si lo ven que lamento no haber podido asistir. –Había planeado ir hasta que la llamaron para dar consejos sexuales ¡No podía dejar varados a esos clientes! Además, aprovechó esa salida para buscar un buen regalo de bodas y un lindo vestido para mañana.
-Jujuju! ¡Descuida! Hay un video de la mejor parte y yo le haré llegar el mensaje~ -Si no lo empalaban, claro. Últimamente su hijo estaba tan hormonal como Ivlis; ya nadie podía negar el parentesco de ambos. Aunque, de igual modo dudaba que Licorice se hubiese molestado por la falta de la súcubo. Pasaron tantas cosas que probablemente ni siquiera lo llegó a notar. Bueno, al menos él mismo, si extrañó a la pelirrosa. Ningún evento era lo mismo sin sus chistes subidos de tono. Pero confiaba en que no faltaría a la boda.
…La boda ¡Ay! ¡La estúpida boda! ¡Ivlis! ¡Licorice! Casi olvidaba el drama en todo esto.
Suspiró. Definitivamente le urgía un trago de algo.
-¡Fufufufu!~ ¡Me muero por ver el video! Estoy libre desde hoy hasta en una semana, así que podremos verlo cuando quieras. –Como la tía y buena maestra de Licorice debía asistir en la boda y entregarle un buen regalo para la luna de miel. Se sentía orgullosa de haber enseñado bien ¡Su hijastro no era virgen! Aunque… Le dolía no poder usar su información con Glasses y saber que de todos modos no serviría de nada. –Por cierto. –Recordó de repente. –Maekami me comentó algo sobre que deben pagarle muebles rotos y bebidas. No se preocupen por eso, yo misma me encargué. –Era lo menos que podía hacer después de dejar abandonado a su marido y permitir que le causaran traumas irreparables.
La verdad, resolver el problema con su subordinado no fue un problema, solo tuvo que charlar con él y ofrecerle una cita arreglada con alguien que le llamase la atención… Aunque tuvo que pagarle muchos de los muebles y bebidas… ¡Pero no fue nada que ella no pudiese pagar! Le bajaban el precio solo por ser la querida y amorosa jefa Lil.
-¿Uh? ¿De verdad? ¡Perfecto! ¡Gracias! Eres la mejor~ –Sabía que podía contar con Lil. Ella nunca le fallaba y ahora le garantizaba menos conflictos con Maekami… Y con cualquier otro demonio, claro.
-De nada, ah y… ¡Justo venía a prepararme un café! ¡Necesito algo de energía y no hay hombres cerca que quieran dármela de otra manera! ¿Quieres café también? Aunque tendrás que levantarte, no puedes beberlo así o se te derramará en toda la cara, fufufufu.
-¿Un café? Me encantaría y descuida~ ¡Cuidaré mi hermosa cara! –Rio antes de intentar levantarse, solo para descubrir que quedaban ellos dos en el lugar. Cosa muy curiosa.
Bah. No importaba, a lo que iba.
-No hay de qué, mon amour. El café siempre me sube el ánimo cuando estoy cansada. –La súcubo ni había notado que los dejaron solos, lo había pasado por alto al suponer que Ivlis tendría cosas que hacer con su rubia hermana. Mejor para ella, no tenía que interrumpir preguntando si podía robarse a Satanick por un rato. Había vuelto algo cansada de sus clases sexuales con novatos, no por ellos, sino porque quedaba muy lejos y el castillo quedaba en un sitio demasiado alto como para no agotarse subiendo. Menos mal que se mantenía en forma y el sexo ayudaba, de lo contrario pudo haber sudado ¡Qué espanto!
Sin tardar mucho más, se dirigieron a la cocina, donde continuaron su charla a un rumbo más… Lejos del café.
-¡Oye, Lil! ¿Lo quieres con o sin crema? Yo puedo darte toda la que desees~ -Comentó él, adelantándose para sujetar la cafetera con una sonrisa ladina.
-¿Mh? ¡Pues, con crema obvio! ¡Sabes que me gusta, es muy dulce! ¡Taaaan deliciosa y cremosa!~ -Rio buscándose una taza sin apartar su pícara mirada de encima. No era exactamente a lo que venía, suponía que su esposo aún estaba ocupado y por lo que había escuchado de los rumores de varios invitados al vals… El pobre se llevó varios golpes de Igls, así que debía estar cansado. Por lo que sus propuestas indirectas y sus bromas de doble sentido le habían sorprendido un poco, pero no demasiado… No dejaba de ser Satanick. De pensar en ello en un segundo la taza acabó en la mesa ¡Al diablo el café! Conocía una fuente de energía mucho mejor y él mismo se lo estaba diciendo indirectamente hasta con la mirada.
-Fufufu~ Lo sé~ Lo sé~ Muy dulce y cremosa~ Tal y como nos encanta~ -ronroneó mientras hacía algunos ademanes al buscar lo necesario para preparar la dichosa bebida, aunque el camino de la charla le indicaba que no iban a beberlo de igual modo. –¿O tal vez prefieras que yo te dé algo de mi energía? Fufufufu~ Sabes que puedo llenarte de ella cada vez que quieras ¿O no? Jujujuju~ Y créeme, aunque este mal que yo lo diga, es energía de muuuuy alta calidad~ Fufufu~ -Rió divertidamente.
Medio gay o no, este tipo de comentarios siempre estaban presentes para la bella súcubo, e iban más en serio de lo que aparentaba o cualquiera creería. Si Lil de verdad lo requería, el diablo le brindaría toda la energía que necesitase cuando sea. Y eso era dejando de lado cualquier conflicto o lo que sea que aún hubiera entre ambos. Aún no sabía cómo llamarlo, pero daba igual.
-¡Fufufufu! ¡Eres muy gentil, chéri! –Se acercó jugueteando con uno de sus mechones azabaches. Ya que él insistía… No le vendría mal diversión, aunque fuese temprano comparado a otras ocasiones.
-¡Por supuesto! ¡Si yo soy todo un caballero! –Sonrió al verse tan apegado a su sensual esposa mientras mandaban a la verga el estúpido café. Con o sin él iban a pasarla muy bien y sin dormir. Después de todo ¿Hace cuánto que no se prestaban un poco de atención? Demasiado, demasiado rato. No por nada hasta sus demás sentidos de dejaban embriagar tanto por la súcubo, aunque no habían comenzado nada aun.
-Pobre hombre, no la has pasado muy bien últimamente… Mereces algo de atención y divertirte ¿Verdad que sí? Fufufufufu~
-Sí... ¡Pobre de mí! No me han dejado de maltratar a pesar de lo bien que me porté hoy ¡Ay! ¡Incluso tú me dejaste solito con ese loco! Pero... Yo sé que Lil es muy, muy, muy buena conmigo y me lo va a compensar~ fufufufu~ -Fingió el tono más lastimero que podía mientras la rodeaba de la cintura lentamente. Como si inconscientemente deseara evitar que lo dejara de nuevo.
-¡Y me siento muy apenada por ello, mon amour! Fui una súcubo muy mala a pesar de que fuiste muy bueno… Oh, lo correcto es compensarte y quizás dejar que después me castigues ¡Fufufufufu!~ -Acarició su mejilla disfrutando tanto como de su tono coqueto como su suave abrazo. Hace mucho tiempo que se veían más seguido, era extraño considerando que Ivlis tenía la costumbre de "darle" lo que quería, pero lo relacionaba más al bajo estado de ánimo del mismo y algo de la consideración de su esposo ¿No era acaso un encanto? Nunca desaprovechaba estas oportunidades, no señor. Aunque esta vez lo hacía por algo más que simple energía. –Claro que lo soy, te daré lo que mereces después de haber sido un diablo tan bueno~
No contuvo su perversa y juguetona risa, esa repentina emoción tan encantadora y digna del de orbes violetas le daba desde ternura hasta ego. Nadie más que él se emocionaba tanto de verla en esa forma. No necesitaba que le suplicara, aunque admitía que sus sensuales tonos de voz y traviesos dedos en su espalda la ansiaban bastante.
-¡Sí, quiero un premio! Más si viene de ti~ -Oh sí. Iba a recuperar algo de su espíritu esta noche y se olvidaría del mundo. Tanto estrés iba acabar con él.
-¿Y qué tal si…? Si ves a Lilit por esta noche. –Propuso juguetonamente, sintiéndose satisfecha al notar que había causado la reacción que quería.
-¿E-En serio me dejarás ver a Lilith? ¡Masoquista...! ¡¿Puede ser masoquista?! Vamos, Lil. –Comenzó a juguetear con los botones traseros de su vestido, suplicando a su oído tan seductoramente como solo él sabía. –Quiero que seas malita conmigo un rato~ Haré todo lo que pidas en la semana si me revives por esta noche~ fufufu~ -Ya le urgía algo del maltrato que si le gustaba, aunque la pelirrosa sabía dar ese equilibro entre caricias y latigazos que lo volvía loco. –¿Qué dices, hermosa? ¿Te lleno de energías y me destrozas deliciosamente por un rato? Fufufu~
-Fufufu~ Todo lo que mi sexy esposo quiera. Tendremos delicioso y excitante dolor esta noche, compré látigos y mordazas nuevas que quiero probar~ Oh, sí, y seré tan buena que no tendrás un premio sino dos… ¡El otro te lo daré mañana si es que logro despertarme después de tanta diversión! ¡Fufufufu!~ -Se levantaría de todos modos… No pensaba que el dinero que gastó en algodón rosa y su tiempo aprendiendo costura se fuese a la basura.
Relamió sus labios coquetamente casi tirando de su camisa para acercarlo atrevidamente con un brillo de malicia. Ah, sí… Definitivamente ningún cliente o amante pasajero podría igualarse a Satanick, no por nada era su esposo.
Sin perder más el tiempo, en un dos por tres adquirió su forma masculina, ni prestando atención al incremento de altura, solo riendo estrepitosamente a la vez que su esposo se dejaba llevar por la emoción y lo cargaba entre sus brazos para llevarlo al cuarto entre besos.
Hoy pensaban divertirse mucho hasta al amanecer, más les valía a los demás no despertarles temprano.
En cuanto a Ivlis, mientras la pareja se arreglaba entre coqueteos, él había estado guiando a su hermana junto a su hija y subordinada por los pasillos, buscando el cuarto que le correspondía.
-Estamos de suerte. Creo que te tocó cerca de nosotros, así que si necesitas algo podrás despertarnos si quieres. –Entre la caminata no pudo evitar visualizar a la genio y la demonio alzándole el pulgar de forma silenciosa, como felicitándole por recobrar la cercanía con su hermana. Solo rio por lo bajo concentrándose en Igls, ellas exageraban. –Lamento si te incomoda el ambiente, este castillo es un poco… Peculiar. –Sudó en frío al notar que pasaban cerca de una de las salas de tortura y trató de apurar el paso.
Joder, aun le daban escalofríos hasta los extraños cuadros de los pasillos. Igls tenía suerte de no poder ver ciertas cosas.
-¿Uh? Está bien. Lo tendré en cuenta. –Respondió dulcemente y siguiendo sus pasos de cerca. La verdad, no se imaginaba cuán grande e inmenso podría ser el Castillo de Pitch Black, como tampoco el contenido "artístico e inmobiliario" de este, pero ya más adelante tendría oportunidad de conocerlo a detalle. –Y no te preocupes hermano. No creo que tarde en acostumbrarme, solo debo conocer el lugar para no perderme y eso... No puedo ver de igual modo, así que tan diferente no me siento ¡Aunque tu compañía mejora todo! -Rio dulcemente. Estaba siendo sincera, lo había echado tanto de menos. En el mundo de los soles casi siempre estaba sola y callada.
-A papi le irá muy bien desde ahora. –Susurró Poemi a Rieta mientras la charla seguía por el pasillo. Nada mejor para devolverle su ánimo que la tierna ángel de luz.
-Si alguno de aquí te llega a molestar también puedes decírmelo, ya no soy un inferior por ley desde ayer así que… Tengo permiso de golpear a quien se me dé la gana. –Siguió explicando, lo disfrutaría mucho de ahora en más, al menos hasta que consiguiera pronto otro sitio donde vivir.
-¿Uh? Tranquilo ¡Recuerda que tu hermana mayor sabe cuidarse muy bien! Tengo más experiencia en ello de lo que crees, hermanito. –Agradecía su preocupación, pero no quería molestarlo tanto ni era una damisela en peligro. Tal vez donde solía vivir no habían peligros reales a su persona, pero sabía muy bien como espantar seres pesados y desagradables.
Su hermano también se perdió de algunas cosas suyas por los años separados, pero luego lo pondría al día. Ella respetaba siempre y cuando también le respetasen. Pero...eso no importaba en este momento. Por ahora solo se dejaría guiar por su hermano, totalmente atenta a sus palabras
-Perdón, pero sabes que de todos modos me preocupo por mi hermana mayor. Tanto como para decirte también, Licorice y Emalf tal vez no lleguen hasta la madrugada, así que es posible que estén ebrios y te despierten con su alboroto. –No fue hasta que pasó un segundo que cayó en cuenta de lo dicho. Bien hecho, Ivlis, eres un idiota. Justo cuando más quería evitar mencionarlo para no contestar las preguntas de su hermana al respecto.
-¿Tan tarde...? ¿Están festejando algo? –Tanteó inocentemente. La verdad, Igls ni estaba muy segura de a que se debía todo eso del ensayo y demás, su padre no le dijo mucho y la verdad ella estaba feliz de asistir tan solo por darse el gusto de socializar un poco, e incluso ilusionarse con ver a Ivlis.
-H-haha… S-sí… ¿N-no te dije? Se casa mañana y… D-despedida de soltero y eso… T-tú sabes… -Mejor se golpeaba con algo, ni sabía para qué hablaba.
-¿C-Casarse? Oh por Justim ¡No lo sabía! –Por lo que Rieta le pudo explicar Licorice era el hijo menor de su hermano, el menor y con ya cuarenta años o más.
Sin duda sí que los años volaban peligrosamente; literalmente tuvo sobrinos y se perdió su infancia y niñez. Se sentía horrible por ello, casi tanto como enterarse que al día siguiente habría una boda y no tenía nada listo.
-¡D-Debo felicitarlo cuando lo vea! ...O lo encuentre ¡Tú ya me entiendes! ¡W-wahh! ¿Por qué nadie me dijo nada? ¡N-No tengo regalo! ¡No tengo ropa para una boda... Suponiendo que pueda ir, claro. Quedarme en casa tampoco me molestaría, no quiero incomodar... P-pero... –La ficha terminaba por caerse encima luego de pensarlo mejor. –N-No tengo nada, de hecho. M-mis cosas... –Todas estaban aún en su viejo mundo; y dudaba mucho poder regresar por ellas alguna vez. Estaba por llorar de nuevo, estaba entrando en pánico otra vez. –¡¿Q-qué voy a hacer?!
-U-uh… Igls, cálmate… No te precipites. Licorice siempre quiso conocerte, pero no es tu culpa, acabas de llegar y te acabas de enterar, entenderá si no le regalas nada o… -Maldijo haber hablado. Había olvidado cuan formal resultaba ser Igls a veces y su afán por acomodarse bien a cualquier situación o no ser una descortés. Era lindo y atento, pero combinado con su miedo a críticas familiares no era bueno. –Tranquila… Rieta, Poemi o Lil deben tener algo que puedan prestarte, o podemos ir de compras mañana. La boda es al anochecer, tenemos tiempo.
-¿D-De verdad lo crees...? –Tanteó nerviosamente en lo que comenzaba a juguetear con uno de los rizos de su cabello a causa de sus propios nervios. La familia de Ivlis había sido tan atenta y amable en recibirla... No deseaba representar ningún problema o descortesía para con ellos en todo lo posible. –C-cierto... L-lo siento, a veces pierdo un poco la cabeza... H-hahaha...
-¡No te preocupes, tía! ¡Mañana podremos probarte toda la ropa que gustes! –Chilló emocionada la demonio castaña. Esto de comprarle ropa al hermoso ángel sería muy divertido. –Aunque... uhn... Uhn... ¿Cómo se verá tía con la ropa de Rieta...? –Se preguntó por lo bajo e ignorando la reacción que sus palabras provocaron en su padre y la genio.
-¿E-Eh? ¡Poemi! ¿Qué cosas dices? –Cuestionó muy nerviosa la genio, sin entender a qué se debía esa duda tan rara.
-¡Solo era una duda! ¡Ya mañana lo veremos! ¡Descansen todos!~ -Se despidió entusiasmada antes de ir hasta donde solía ser su cuarto para descansar. Al parecer todo seguía tal cual lo dejó, incluso sus clavos bien guardados.
Rieta por su parte suspiró agotada y se dirigió a su amo para hacer una pequeña reverencia en señal de despedida. –Duerman bien los dos. –Ella también estaba agotada, así que no iría a otro sitio que no fuese su cuarto.
-Buenas noches, Rieta. –Se despidieron a la vez, ligeramente sorprendidos por ello, pero sin darles mucha importancia.
-Uhn... Lamento molestarlos tanto. –Balbuceó una vez que terminaron de reír por lo anterior, mientras ingresaba con la ayuda de su hermano a la que sería su alcoba desde ahora. –P-Prometo compensárselos alguna vez ¡Ya sé! ¡Les haré un postre! –Propuso, olvidando su pésimo talento culinario, aunque al menos cada palabra u acción suya venía cargada con todo el cariño posible.
-E-Eh, en serio, no te preocupes tanto, Igls. –Insistió nerviosamente mientras la dejaba pasar primero. Ella era muy dulce, pero seguía firme en su decisión a no morir intoxicado.
Al entrar, echó una rápida mirada, bueno… Era espacioso y consideraba que el color del cuarto no sería un problema, después de todo ella no podía ver. Eso sí, se aseguró de agitar un poco los almohadones de la cama por si tenían polvo.
-Espero que te sientas muy cómoda aquí, hermana… No es tan cálido como en el mundo de flamas o soles, pero yo me acostumbré y creo que también podrás. –Había pensado en mudarse de nuevo allí, era libre ahora. Pero… De alguna manera, sentía que era incapaz, y que lo único que le quedaba de su buena vida eran los recuerdos que veía al caminar por los pasillos del castillo.
Sí, en su mayoría había pasado por cosas malas, pero sólo se dedicaba a repasar lindos momentos. Además, no quería molestar a su hija ahora que llevaba una… Extraña vida de pareja.
-¡Oh! No te preocupes. Creo que ya me estoy acostumbrando un poco a esto. Además, estar con ustedes me da toda la calidez que necesito. –Tal vez aquí no era tan cálido como acostumbrada, pero era infinitamente compensado con la alegría de recuperar a su hermanito y formar parte de su dulce familia. –Así que... El pequeño se casa ¿No? Wow... Siento que me perdí de mucho. Mis demás sobrinos también ya estarán grandecitos y haciendo su vida, supongo... –El sentimiento que le generaba haberse perdido tanto era abrasador, pero no se resistía a la idea de ponerse al día con algunas charlas fraternales que tanta falta le hicieron todo este tiempo.
Ivlis salió de sus propios pensamientos ante aquel comentario, sentándose junto a su hermana sobre la cama. Esperaba que llegaran muchas preguntas de su parte, solo que… Seguía siendo melancólico pensar en las respuestas.
-Bueno… Poemi se mudó con Emalf al mundo de flamas, viven en el castillo y… No sabría decirte si están casados o no, su relación es… Extraña… Y no pisaron el altar todavía. –Nunca indagó mucho en el tema, al fin y al cabo ambos lucían muy felices y plenos así como estaban. –Adauchi… N-no lo veo desde hace mucho, pero supongo que sale con alguien, eso me ha contado Emalf… Rieta sigue soltera y sigue viviendo aquí conmigo. Tú sabes, mi mejor amiga siempre fiel. Y Licorice… -Tomó aire para disimular el tono quebrado. –Supongo que se irá de casa apenas se case mañana.
-Uh... Ya veo. ¿Y tú, hermano? –Curioseaba mientras escuchaba atenta al dejarse caer sobre su nueva cama. Le sorprendía y alegraba oír que todos sus sobrinos encontraron el amor y tenían a alguien que les correspondiera, aunque le apenaba que no fuera lo mismo con Rieta y su hermano. Bueno... Eran tan dulces y adorables, no dudaba que encontrarían a la persona adecuada.
-¿Y-yo? Uh… Soltero, soltero toda la vida. El travesti dejó de interesarme desde hace décadas, prefiero a alguien que no me haga dudar de mi sexualidad. –Se alzó de hombros con una expresión desinteresada. Era increíble cómo desde que superó a Siralos ya no pensaba más en él. Casi hasta se había olvidado de su existencia hasta que lo volvió a ver en la práctica del vals.
Se sentía bien ya no temer a su mirada desaprobatoria o a sus palabras venenosas. Se prometía a sí mismo hacer una lista de burlas para la próxima vez que lo viese y enseñara el video de su pequeño pleito a todos los demás diablos y dioses.
-Oh... ¡Es bueno oír eso hermano! –Sonrió incorporándose para sentarse con las piernas cruzadas al enterarse de aquello, por lo que no dudó en comenzar a peinar con sus dedos los suaves mechones gris y rojos de sus cabellos.
A Ivlis le sorprendió ligeramente las atenciones de su hermana, pero no le molestó y simplemente se dejó hacer con suma comodidad. Había extrañado el más mínimo detalle de Igls, incluyendo sus caricias y jugueteos en su cabello que lograban relajarle. Estaba algo tenso desde lo de hoy. A pesar de haberse divertido con su hija y amigos en la tarde, nada le quitaba el sabor amargo de la boca. Igls tal vez lo haría… Esperaba que sí, el ángel era de lo más dulce.
Ella había sido la primera en notar los avances románticamente homosexuales e incestuosos del joven diablo; no le habían afectado en realidad; pero luego del destierro, aunque sonase cruel, ansió por mucho que este lo haya superado con tal de que ello pudiera disminuir un poco el dolor que suponía él pasaba en aquel entonces.
Ivlis merecía enamorarse pero... De alguien que no lo lastimara.
-Y... ¿Hay alguien nuevo y especial ahora? –Picó un poco el tema, sonando igual que una chiquilla emocionada por algún chisme. Adoraba esto, le recordaba a varios momentos de confidencia en su niñez. Nada mejor que hablar de todo con su hermanito mientras él se dejaba trenzar el cabello.
Él intentaba no ponerse nervioso o esquivo con sus preguntas. El tema lo hacía ponerse muy bipolar, no le hacía muy feliz pues le recordaba cuanto habían crecido sus hijos y su apestosa suerte en el amor, a la vez que pensaba en esos momentos en que su dulce enamoramiento lo hizo muy feliz y lo llenó de ilusiones.
Hablarlo era peligroso, nunca sabía si lloraría pensando en el rechazo o se alegraría enumerando cada detalle que adoraba de su amado. Pero… Igls lo comentaba con un tono tan juguetón y curioso que no podía permitirse dejarla sin respuestas. Era su hermana, podía confiar en ella.
-Bueno… Ahora que lo mencionas sí hay alguien… -Jugueteó con sus dedos nerviosamente, agradeciendo que Igls no pudiese mirarlo y notar su expresión afligida.
-Hihihi ¡Por tu tono puedo suponer que es alguien maravilloso!
-¿Eh?... S-sí, él es maravilloso… Es tierno, amable, educado… Es un caballero, un gran hombre. Siempre ha estado pendiente de mí, él estuvo cuidándome siempre de los abusos, jamás me dejó solo… Y ha intentado de todo para hacerme feliz de cualquier manera. Él tiene… Tiene esa mirada que cuando la ves no puedes pensar en el resto del mundo y te dice "Todo está bien ahora". –Era tan dulce recordarlo, el solo hacerlo dibujaba una leve sonrisa en su rostro, hasta que la realidad regresaba. –Oh… Igls. No tienes ni idea de lo mucho que lo amo. Pero… No tengo oportunidad con él. La perdí hace mucho tiempo, y él ahora es feliz con alguien más.
Tenía que decirlo, oír a su hermano hablar con tal afecto y devoción era un deleite para sus oídos ¿Hace cuánto que no oía a Ivlis tan ilusionado? ¿Tan feliz? Dolía tanto enterarse de su propia boca que esta ilusión ya no tenía futuro.
-Ivlis... –Casi por impulso, no se contuvo en abrazarlo en un burdo intento por dar consuelo. No era muy buena en esto ni conocía el tema a fondo, pero quería al menos demostrarle que estaría a su lado pase lo que pase.
Ivlis ni siquiera había prestado atención hasta ese inesperado abrazo lo hizo reaccionar y las palabras del dulce ángel hicieron a sus labios temblar mientras se contenía para no lanzarse a sus brazos a llorar, aunque… No duró demasiado.
-Igls… -Se aferró a ella como cuando era un niño, como si hubiesen vuelto de repente a esos años de felicidad donde no tenía que soportar tantos problemas en su vida, dónde todo era más fácil.
De esos días no le quedaban más que recuerdos… Y agraciadamente Igls, la cual había necesitado tanto este tiempo. Sentía una extraña mezcla de melancolía, amargura y felicidad. Por un lado, tenerla otra vez para que aliviara su dolor, o para simplemente poder hablarle como antes le llenaba de dicha, pero ella había llegado en una etapa no muy feliz de su vida y era frustrante no poder disfrutar tanto su presencia como deseara.
Igls era tan amable y dulce… Esperaba superar esto rápido para centrarse en no arruinar ningún momento a su lado con su tristeza.
-No te preocupes. Pase lo que pase, sé que te llegará tu final feliz en el amor también. Tú más que nadie merece ser amado. –Aseguró, acurrucándolo entre sus brazos y alas con ternura, como si aún fueran niños. No podría asegurar ni prometer mucho, pero creía que tarde o temprano el destino sería justo con el diablo de las flamas y le devolvería su felicidad.
-¿Y qué hay de ti, Igls?... ¿Debo amenazar a alguien para que cuide de mi hermana mayor? –Trató de despejar la atención de sus problemas, ahora que lo pensaba… Había estado tanto tiempo lejos que no sabía si Igls tenía alguna persona especial por ahí, aunque conociendo a Siralos… No dejaría que nadie se le acercara. Él había pasado por lo mismo, ya hasta había llegado a pensar que él trataba de juntarlo con su hermana con tanto rechazo a conocer gente nueva.
-¿Uh? ¿Yo? ...Bueno, no hay mucho que decir... Definamos que... En cuanto al romance soy solo una cegatona ermitaña~ -Canturreó entre bromas y sin dar mucha importancia. La verdad, nunca había sido flechada; ni antes ni ahora; y dudaba que sucediera pronto. Tampoco es que realmente ello le afectase mucho, aunque estuviera seducida con la idea del amor que los cuentos infantiles vendían.
-H-haha, sigues con el chiste de tu ceguedad… -En parte le aliviaba, pero le extrañaba un poco que con la belleza y virtud del ángel no haya pescado a ningún otro. –¿Entonces ningún pretendiente?
-Hubo regalos y cortejos pero... No estuve interesada. –Nunca pudo socializar mucho gracias a su padre de igual modo, por lo que ya de por sí le costaba hacer amigos, más aún iniciar un romance.
Su propio padre espantaba toda posibilidad con sus alegatos sobre que nadie sería digno, y con el paso del tiempo, ella misma comenzó a negarse a la idea por la simple incomodidad que los excesivos halagos y regalos le provocaban, así como la tristeza que la embargaba en sus ratos de soledad.
Su propia cobardía terminó por apartarla de toda oportunidad, siempre asustada de cometer un error y recibir un castigo... Hasta que al fin concluyó que tal vez su destino era ser solterona. No lo veía tan mal, en especial ahora que al menos tenía amigos y a su hermano a su lado.
-Oh… Ya veo… -Seguro hubiese disfrutado echarlos él mismo, qué pena que no estuvo ahí. –Déjame adivinar… Te regalaban girasoles en vez de crisantemos amarillos ¿Cierto? –Aquello era un error muy típico para los que no conocían a Igls, hasta Siralos llegó a confundirse con eso.
-Sí... Ninguno fue capaz de acertar a mis flores preferidas, aunque los girasoles eran bonitos. Y me recordaban a ti. –Tal vez ese era el motivo por el cual ya no quiso más regalos de ese estilo, pensar en su hermano siempre lograba hacerla llorar, por lo que generaba momentos incómodos con sus "admiradores". Por no mencionar que era un problema ocultar estas visitas y obsequios de su padre, no deseaba meter a nadie en problemas. –Una vez hasta quisieron regalarme dientes de león pero... Bueno, no podía ver como lucían y... Cuando quise olerlos... Ehn... En resumen no dejé de estornudar por días, h-haha... ha...
Un motivo más para empezar a ocultarse cuando estaba a solas. Deseaba hacer amigos y conocer personas, pero tanto regalos y halagos eran demasiado para su tímida persona, esas flores iban a darle algo y el vacío que generaba la falta de su hermano no ayudaba. Estaba inmensamente feliz por al fin estar llenando ese vacío con el afecto del diablo de Flame World, lo necesitaba demasiado.
-¿Uh? Bueno, ya me tienes aquí para alejar esas flores. –No le hacía mucha gracia el tema de los pretendientes. No es que no quisiera que su hermana encontrara el amor, simplemente ya no tenía una visión muy confiada sobre los ángeles de la tierra del sol. A decir verdad, Siralos nunca le dejó hablar con ellos, por lo que tenía libertad de imaginar a los típicos Dones Juanes de siempre.
Ah no, esos tontos no se merecían a su hermana.
-Bueno, ahora lo sabes. Tu hermana será una linda y solitaria patata~ Aunque la idea no me importa... ¡Mejor! ¡Más tiempo para pasarla con ustedes y tal vez cuidar los futuros nietos-sobrinitos que mis sobrinos podrían dar! –Esa idea deleitaba su inocente corazón. Ni siquiera podía asegurar que tipo de personas le atraían como para seguir pensando en una pareja.
-Bueno… No creo que no merezcas ser feliz con alguien, pero no me molestaría que seas una patata soltera por mucho tiempo… ¡Más atención para mí! –Chilló alegremente de la nada, apretando su abrazo con cariño. Le haría mucho bien tener a su rayo de sol otra vez en su vida.
-¡Hihihi! A mí tampoco me importaría dedicar mis mimos solo a ti por largo tiempo~
-Me parece perfecto. Necesito el amor de mi hermana. –Necesitaba mimos, ay, Rieta se los daba a veces pero no tenía mucho tiempo libre y Poemi se la pasaba con Emalf. Quería más cariño, mejor si era del ángel mimoso y de cabello esponjosito. –Eso sí, sigo creyendo que es una pena que alguien como tú no tenga a la persona indicada aun.
-Uhn… No importa. Dicen que el amor no lo es todo. –Murmuró, algo adormilada sobre la cabeza del diablo. Tal vez tenían razón, quién sabe.
-Sí… Supongo… -No pensó demasiado en ello por más dudoso que quedara. Percatarse del sueño del ángel le bastó para soltar una suave risa y apartarse un poco para dejarle recostarse cómodamente y arroparla cuidadosamente acomodando sus mechones y alas. –Mejor descansa, hermana… Mañana tendremos un día algo movido, conseguiremos algo bonito para que uses, ya verás. –Sonrió cálidamente besando su frente. Al menos hoy había terminado bien su día, no importa cuánto divagara ante sus propias palabras.
-Uhn... Está bien. Gracias por recibirme y dejarme quedar. –-Debían recuperar su tiempo perdido, era lo que más anhelaba entre sus risas adormiladas y mirada cansina mientras se dejaba arropar por el de mechas rojas. Hermosos recuerdos de infancia que podía revivir.
-¿Mh?... No hay problema, Igls. Es todo un placer que te quedes con nosotros. –Nunca sería una molestia para él, así hubiese poco espacio en la casa siempre la recibiría con los brazos abiertos.
-¿Sabes? –Susurró, tomando su mano suavemente por un instante. –Una parte de mí teme que esto solo sea un sueño... Pero, la calidez de mi hermano me ayuda a creer que todo esto es verdad. –Murmuró por un segundo, antes de reír algo apenada. –P-Perdón... Creo que me estoy poniendo cursi.
Ivlis apretó cariñosamente su mano, enternecido profundamente de sus palabras. Había esperado tanto un momento como aquel… Aliviaba su reciente dolor, la había extrañado tanto… Internamente, deseaba que esto tampoco fuese un sueño.
-N-no, está bien… Es casi lo que yo pensaba.
-Me alegra. Buenas noches, Ivlis. Ten dulces sueños y descansa. –Deseó con total dulzura antes de comenzar a rendirse al sueño. Fue un día ajetreado y lleno de múltiples emociones, merecía un receso.
-Buenas noches, Igls. –No se fue sino hasta unos segundos después en los que la sintió pacíficamente dormida que apartó algunos de sus cabellos rubios de su rostro en una cariñosa caricia de "Buenas noches" y se retiró arrimando la puerta.
Quién lo diría. Este día de mierda no resultó ser tan malo al final. Aunque…
…Pero qué… Ay, no puede ser. Este par de puercos.
Bufó al escuchar a lo lejos todavía las voces risueñas del otro diablo y su esposa. Mínimo esperaba de ellos que al menos lo dejaran dormir. Aunque… Un café le vendría bien, se le estaba antojando uno y siempre es bueno incluso de madrugada… Si es que ese par de locos no le habían hecho algo.
Como llegue a encontrar algo sospechoso en la cocina los denuncio.
No estaba del todo seguro de que así sería, pero se guardaría el beneficio de la duda. Mientras nadie lo interrumpiese no se quejaba.
Sin embargo no sería así.
Así que... Es aquí...
Tragó grueso mientras miraba la puerta de entrada al Castillo. Luego de mucho rato caminando y cuidando no caer costa abajo con el par de ebrios al fin estaban en su destino, aunque no le apetecía la idea de entrar.
-No quiero entrar... Maldito viejo ¿Por qué YO tengo que estar haciendo esto? –Casi le parecía una burla absurda del destino. Tantos años bien lejos de su padre y cuidando no volver a verlo para que al final terminara arrastrando a dos borrachos deprimidos hasta él. –Ah... Bien. Que sea rápido.
Con algo de suerte puede que todos estén dormidos y solo debiera dejarlos sobre algún sofá de la sala, o de eso intentaba convencerse para no echar a volar su imaginación y traumarse con aquellos "sonidos" de dudosa procedencia y significado que hacían eco hasta allí.
-Por favor, por favor... Quiero salir virgen de aquí... –Sollozó masculinamente mientras intentaba abrir la estúpida puerta.
Laurentia ocultó una risita cubriéndose la boca con las mangas de su kimono.
Desde que se habían decidido a seguir a Adauchi, no había parado de sonreír emocionada. No venía desde hace mucho tiempo, eso la hacía idear que quizá podría visitar a su hermana más tarde y ver qué era de su vida. Suspiró tratando de quitarse la melancolía, la extrañaba tanto… Aunque estaba más entretenida en observar a Adauchi tratando de no fallar en caminar cuesta arriba con el par de borrachos adormilados. Eso alejaba la tristeza de cualquiera.
Para Ver Million, visualizar toda la travesía de su novio cargando a aquel simpático par sin duda le había hecho la noche. Debía reconocer que creyó que no lograría llegar hasta la cima sin caer un par de veces, pero él había superado sus expectativas. Y en cuanto al mundo... Bueno, seguía tan sombrío como recordaba. Al menos eso les ayudaba a ella y Laurentia a ocultarse mejor.
-Shomosh… El trío… Letalsh… Agh… Ia mish ojitosh she quieren sherrar… -Licorice se había rendido del sueño hace tanto rato, ignorando los extraños balbuceos de Emalf y las quejas del mercenario. El mundo de los sueños resultaba mucho más entretenido, pero Emalf seguía con algo de energía.
Le ayudaba el no haberse metido en la pelea de ambos hermanos y darse una mini siesta en el bar, pero si su cuerpo era honesto… Solo quería un lugar donde acostarse y dormir. Ni prestó atención a los lamentos de su amigo sin cuernos, solo bostezó cuando entraron y la luz de la luna en el cielo dejó de molestarlo, siendo reemplazada por la oscuridad del salón.
Ni él ni Adauchi fueron conscientes de que por el espacio de la puerta antes de que esta cerrara, se escabulleron las chicas y se escondieron cerca de algunos muebles de un pasillo cercano. La oscuridad las ayudaba. Ah, Oscuridad… Oh Vicers, nunca se había sentido tan aliviado de regresar al castillo de Pitch Black después de abandonarlo hace años. Tampoco le importaban mucho los sonidos que hacían eco en la casa y reconocía perfectamente, estaba tan cansado que los dejó pasar por alto mientras Adauchi los arrastraba como pudiera a los sofás de la sala y los acomodaba como pudiera, con tal de irse rápido.
-¡Argh! ¡Viejo, solo cállate! –Chilló mientras los iba arrastrando al interior de aquel castillo. Apenas lograba ver por dónde iba, evitando tirar cosas a su paso y luchando por ignorar cada raro sonido que retumbaba por los solitarios y oscuros pasillos del hogar del diablo de Pitch Black World.
Maldita sea, ¿Por qué tenían que quedarse en un lugar tan aterrador como este?
A la próxima, cuidaría no comprometerse en tratar con el par de borrachos de nuevo, su salud mental lo apreciaría.
-Buenash noshesh… Ay… -Balbuceó el demonio de gafas, por fin acomodado a medias… Porque estaba que se caía de costado, pero cómodo al fin y al cabo.
Licorice se quejó apenas un poco desde el instante en el que su cuerpo pudo relajarse totalmente sobre aquel mueble. Irónicamente le fue imposible extenderse por completo sobre el sofá, puesto que sus pies terminaban colgando. Aunque en el momento de la verdad realmente ya no importó, por lo que solo se acurrucó como algún gato sobre los cojines, ya perdido entre un profundo sueño y ajeno a todo.
-Tks... Juro que esta me las cobraré caro. Ni crean que se los dejaré pasar así nomás –Mascullaba él por lo bajo en lo que terminaba de finalmente acomodarlos sobre algún sofá a cada uno, asegurándose de que no se cayeran o algo peor. Bien, solo terminaba con esto y ya podía largarse, con algo de suerte nadie lo había visto u oído aún.
Eso quiso creer al menos, porque no resultó como quería. Ya que, cuando alcanzó a escuchar el sonido de la puerta y murmullos ebrios desde la cocina, Ivlis dejó el café a un lado de la mesa.
Bien, esperaba que Licorice y Emalf regresaran tarde pero… No había mucho que le sorprendiera, conociendo a su familia aseguraba que no eran resistentes al alcohol.
¿En serio vinieron arrastrándose por su cuenta?... Por Vicers.
Estaba listo para regañar a Emalf por no haberse quedado sobrio como el mayor entre ambos, pero al abandonar la cocina y acercarse a la sala el ver una silueta en la oscuridad lo alertó un poco. Consideró atacarlo, seguía sin fiarse de los habitantes de Pitch Black World, pero… A ver… ¿Cuántos demonios conocía que no tuvieran cuernos? ¿Y por qué diablos entró al castillo así como si nada?
-¿Uh? ¿Ese no será...? -Aún desde su escondite, Ver no tardó en divisar al diablo que ya había descubierto a su compañero. Por un segundo había creído que debería interferir por si lo atacaba, pero... En cuanto creyó percatarse de la identidad de aquella persona, no pudo más que aguardar en silencio y con sorpresa lo que aquella inesperada reunión significaría. Al parecer, Vendetto aún tenía algo pendiente aquí.
-¿Quién es?... Si no responde tendré que usar medidas extremas, mejor date la vuelta. –No mentía, aunque por su tono tembloroso se aseguraba que quería convencerse de que podría ser en quien estaba pensando. Pero… No, no era posible ¿Cierto?
Adauchi se quedó helado apenas le escuchó.
¡Mierda, mierda, mierda! Justo cuando creyó que podía escapar de allí sin más inconvenientes, tuvo que terminar por oír y reconocer claramente aquel tono de gallina cabeza hueca mal disimulado. Oh, por Vicers; aún después de tanto siglos y seguía incapaz de olvidar la voz del diablo de Flame World.
Consideró por un instante la opción de fingir demencia y huir cuanto antes de su presencia pero... Como le dijo, no tenía miedo. Ni había un motivo para ello. ¡Vamos, solo era su viejo! A quién no vio en siglos, pero eso ya no importaba. Seguía idéntico a como lo recordaba, al menos en aspecto, ya que aunque tratase de ignorarlo, sentía que había algo diferente al antes; pero optaba por aludirlo a la sorpresa que debió ser encontrárselo en tan extraña situación. En serio... Emalf y Licorice se la pagarían algún día.
-Responde, podría atacarte ahora mismo si quisiera. –Estuvo a punto de hacerlo darse vuelta del hombro, pero él le ganó por unos segundos. Incluso con tanta oscuridad, la poca luz que entraba desde la ventana le ayudaba a distinguir bien de quien se trataba.
No, seguro estaba alucinando, el café debía estar rancio ¿Cierto? ¿Cierto…? Vamos, Ivlis, con tu hermana ya fue suficiente milagro, esto no podía estar pasando ¿Verdad? No lo sabía bien, la forma en la que él desviaba su mirada con un gesto molesto lo delataba.
-¿Adauchi…? –No fue capaz de decir otra cosa además de eso por un instante. Al devolverle la mirada respondiendo a su nombre supo que era él.
-Tan ruidoso... –Se quejó en su primer intento por verlo, aunque desviando ligeramente la mirada. ¡Oh, por todos los...! ¡Que dejara de mirarlo así! Ya el enano y poste de luz le hizo revivir suficientes recuerdos y nostalgia como para que ahora el mismo Ivlis provocara lo mismo. No, no se sentiría culpable por nada, ni antes ni ahora. El idiota se lo buscó, él mismo no hizo nada malo. –Me sorprende que aún te acuerdes de mi nombre luego de... Tantos siglos. –Habló, cuando al fin logró mantenerle la mirada. Incluso con toda esa oscuridad le era difícil, habían demasiados sentimientos estallando dentro de sí, pero su orgullo aún no estaba dispuesto a ceder.
-Realmente… Eres tú… -Perdió completamente el habla al tenerlo de frente.
Habían pasado tantos años… Sí, durante mucho tiempo había creído que la mínima esperanza de encontrarlo era nula, que su hijo ya seguramente estaba demasiado lejos como para eso… Pero estaba ahí, y no sabía qué pensar o decir. Sería sincero, últimamente había sufrido tantos cambios de humor con todo el asunto de la boda y el repentino encuentro con Igls, que por un segundo pensó que tendría un descanso… Y ahora, sentía como con solo volver a ver sus ojos carmín en esa mirada esquiva la melancolía intoxicaba sus pensamientos.
Aun con tantos años, aun sin importar qué tanto pudiese detestarle… Jamás se había pensado en poder odiarlo. Por un demonio, él era su hijo, y a pesar de que había escapado sin decir nada y tras una discusión no podía culparlo por nada.
-He... Tal vez aún no eres tan cabeza hueca... -Admitió levemente, aunque lejos de hacerlo sonar como un halago, solo era un pobre intento de no terminar hundidos en un silencio incomodo; la insistente mirada de Ivlis era demasiado. No le importaba si de esto luego venían regaños o reclamos, solo quería dijera algo, lo que sea.
El problema, a Ivlis no le era incómodo el silencio, se había perdido en sus pensamientos para encontrar las palabras adecuadas.
Vicers… Esto era tan inesperado que se sentía ridículo de alguna forma ¿Qué le dices a tu hijo que no ves desde hace años y al cual abofeteaste la última vez que viste? El tiempo pasaría y lo perdería, lo supo cuando se hartó de tener su mirada encima. Pero no… No, no pensaba dejar esta oportunidad. Incluso si a él le importaba un carajo, tenía qué decírselo.
-S-si solo te quedarás mirándome como idiota, voy a irme. Q-quiero decir, iba a irme de igual modo. Solo vine a dejar a este par de idiotas aquí, aunque ni tengo idea de por qué tuve que traerlos aquí... Ni me importa ¡Argh! –Toda esa actitud en el diablo de mechas rojas lo estaba desesperando en exceso pero... Fue capaz de guardar silencio en cuanto Ivlis pudo reaccionar para interrumpir sus tontas quejas de la forma más inesperada que nunca imaginó posible.
-¡Espera!... U-un segundo. -Se abstuvo de preguntar al respecto de su accionar al traer al par de ebrios, eso no importaba ahora. –Puedes irte después si quieres pero… Antes de que lo hagas y quizás no quieras verme otra vez… Quería decirte que lo siento. –Bajó fugazmente la mirada ¿Vergüenza? ¿Pena? Más que eso, era el no querer afrontar su mirada de desprecio, aunque al contrario, era una de sorpresa.
Había guardado aquello por años. Ni su odio podría callarlo ahora. Ya había perdido a uno de sus hijos… De una manera distinta, por no hablar a tiempo, no lo volvería a hacer.
Si bien, había hecho el ligero ademan de largarse finalmente, al creer que su padre solo se le quedaría viendo cual idiota, o incluso esperando a reaccionar por si este terminaba soltándole algún monólogo o regaño luego de siglos de ausencia; el escuchar lo que verdaderamente él deseaba decirle lo dejó completamente atónito.
-¿Q-Qué...? ¿Qué has dicho...?
-T-Tú me escuchaste, lo siento. Lamento la manera en la que me he comportado contigo, fui… Fui un pésimo padre… Nunca te di el trato que merecías realmente y… ¡Tenías razón! ¡¿Sí?! ¡Tú tenías toda la razón pero jamás pude decírtelo incluso después de todo lo que tuve que pasar para por fin darme cuenta!... Fui un imbécil, tenías razón… Tenías razón… No pensé en ese momento en que estaba mendigando el cariño de alguien que no lo valía y…
Levantó la mirada hacia él, su falta re sentimiento en su expresión no lo afectaba, así era mejor… Sí, quizás. No buscaba darle pena o lástima, ni mucho menos humillarse, estaba siendo sincero, simple y llanamente sincero. No le importaba si después de esto Adauchi lo recordaba como un patético o todo lo que quisiera, pero no quería dejar las cosas así.
-Y… No pensé en mi familia, no pensé en que… En que mi estupidez podría alejar a alguien que amaba. Lo siento, de verdad, lo siento… No solo por haberte golpeado, sino por los años en los que no fui justo contigo. N-no me perdones si no quieres… Pero tenía que decírtelo alguna vez. Simplemente eso… S-si lo que quieres ahora es irte, adelante, no voy a detenerte, ya no lo haré. –Finalizó, sintiéndose de alguna forma menos pesado, pero algo tenso por el incómodo silencio que vino después.
Adauchi simplemente no pudo decir palabra.
A pesar de los años que habían terminado por transcurrir desde aquel fatídico día en el cual su relación padre e hijo se fue por el caño, había vivido creyendo fervientemente que el diablo de Flame World le guardaría rencor por haber desertado de aquella forma tan altanera y repentina.
No hubo palabras o acciones, ni siquiera de Emalf o de Poemi que lo hicieran pensar lo contrario, por lo que estar presenciando aquella disculpa era más de lo que esperaba saber manejar.
-¿T-tú de verdad estás...? –No daba crédito a nada de lo que oía. Estaba listo y mentalizado para responder a regaños o reclamos, no una disculpa de la cual jamás guardó algún tipo de fE para que se hiciera realidad. No podía verse a sí mismo ahora, pero seguramente su expresión debía ser indescriptible.
No tenía idea de que decir o hacer; tantos siglos imaginando aquel momento como algo totalmente diferente a lo que la realidad le hizo conocer; prácticamente toda una vida escapando de algo que pudo haberse dado un punto final pacífico desde hace tanto... ¿Valía la pena haberlo pospuesto hasta ahora? Quien sabe... El "hubiera" ya no existía, pero si la dolorosa incertidumbre de ser incapaz de pensar con claridad mientras en su mente retumbaba una y otra vez todo aquello... El recuerdo del día en que escapó, la disculpa que finalmente había recibido luego de ya haber perdido la fe y el deseo de oírla.
¿Qué se supone que debía decir? ¿Qué se supone que debía sentir? ¿Qué... Debía hacer ahora? No sabía la respuesta a ello, por lo que solo pudo llevar su mano a su propio rostro, en reflejo al doloroso recuerdo que azotaba su mente y que, sin que nadie aún lo notara, comenzaba a humedecer su vista. Esto era...tan frustrante.
-Luego de todo... ¿De verdad es esto... todo lo que me dirás...? ¡¿De verdad eres tan cabeza hueca?!
A primera instancia, cualquiera que los oyera pensaría que esto solo sería un reclamo lleno de resentimientos, pero esa idea estaba lejos de ser verdad.
-¡Tú...! Todo este maldito tiempo he esperado solo a una cosa de tu parte... ¡Y aun así no logro terminar de disfrutarlo! ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué...tú...?!
De verdad había llegado a fantasear con la idea de que alguna vez podría pararse frente a su padre solo para decir "Te lo dije" y jactarse de ello, había soñado que alguna vez se deleitaría con oírlo disculparse por aquel estúpido golpe, del cual el motivo dolió más que el mismo golpe. Había llegado a desear internamente toda esta situación a pesar de siempre evadir cualquier posible encuentro con Ivlis.
Así de indeciso e inmaduro se había comportado por años en los que su propio orgullo se debatía entre lo que realmente deseaba del diablo de Flame World. Pero ahora que al fin lo obtenía, no lo estaba gozando; por el contrario... Dolía. Dolía verlo disculparse, a pesar de saber que merecía oírlo hacer eso. Le hería ser consciente de que algo tan simple como la falta de una disculpa los mantuvo lejos por siglos ¿Era insuficiente? No ¿Estaba insatisfecho? Sí, y no tenía idea del por qué, solo quería gritarle, zarandearlo, reclamarle... A pesar de no saber exactamente sobre qué.
Ivlis no pudo hacer más que quedarse en completo silencio al empezar a ser objeto de los extraños reclamos de su hijo. No llegaba a comprender del todo su sentir… Si lo odiaba, si le estaba llamando estúpido por pensar que podría resolver todo con una mísera disculpa, o cualquier otra cosa.
Su hijo siempre fue impredecible en casi todo y se culpaba bastante de no poder conocerlo tan bien como a sus demás hijos como para entender mínimamente qué trataba de decir con todo esto. Lo veía tan… Molesto, pero usaba un tono frustrado que lo dejaba dudando. Para qué mentir, se sentía muy tonto por el pasado, no dejaba de pensar que era algo irreparable e imperdonable, pero ahora todo estaba en manos de Adauchi. Si lo mandaba a la mierda, si aceptaba pero se iba… Todo era posible.
-Yo... ¡De verdad quería verte así, disculpándote y admitiendo que YO tuve la razón!... Pero aun así... Ahora... Yo... –Todas esas emociones eran mucho más de lo que se permitía manejar. Antes de darse cuenta, ya no estaba solo ahí parado, sino que se dirigía a Ivlis, con aparentes intenciones de golpearlo mientras continuaba despotricándolo a gritos y berrinches. –¡Argh! ¡Todo es tu culpa! ¡Eres exasperante, insufrible, eres un completo...!
El diablo de Flame World cerró los ojos extendiendo los brazos apenas lo vio dirigirse hacia sí, como demostrando que si lo que quería era un desquite y golpearlo pues… No se lo impediría. Sin embargo, ya mentalizado para la paliza se vio grandemente sorprendido. Pues en un acto completamente inesperado, su brazo si bien se alzó; listo tal vez para asestarlo contra el diablo; no fue hasta segundos después que ambos fueron conscientes de que solo había terminado por rodear repentinamente el torso de este, repitiendo la acción con su otro brazo segundos después, a la vez que escondía su rostro y se aferraba con fuerza en un desesperado abrazo.
-¡Idiota! ¡E-Eso lo que eres, viejo cabeza hueca! –Continuaba sus extraños reclamos, aun cuando su voz ya se había quebrado y las lágrimas forzaron a gran parte de su orgullo a marcharse
¿Seguía muy molesto con su padre? Sí, pero por otros motivos que quizás solo dentro del orgulloso pensar del demonio tenía sentido.
-N-no... ¡No se supone que dijeras eso ahora! ¡S-se supone que ibas a regañar y soltar tus estupideces o algo así! N-no disculparte ¡Tu...! ¡Estoy feliz, estoy furioso! ¡Y todo por ti, cabeza hueca...! ¡N-no es justo! Yo debía solo irme, no estar así... Pero... Ahora no puedo... Y es tu culpa.
Dentro del adolorido pero aliviado corazón de Adauchi puede que todo hubiera sido más fácil si Ivlis solo hubiera actuado como un idiota, emocionalmente estaba más preparado para ello, pero... Bueno, con su padre ya nada podía ser fácil ¿No?
-A-Adauchi… -No tenía palabras para ese momento, no sabía cómo reaccionar, sus manos temblaban y sus brazos se iban doblando lentamente mientras seguía tratando de procesar aquello. Solo pudo sonreír a la vez que de sus mejillas también empezaban a deslizarse borbotones de lágrimas y rápidamente correspondió ese irreal e inesperado abrazo mientras se dejaba llevar por el llanto de su hijo mayor. –¡L-lo sé…! ¡S-Soy un idiota! ¡Soy un e-estúpido…! ¡T-Tenías razón!
Una parte de él no dejaba de pensar que estaba alucinando con esto. Tantos años lejos… Creyendo que jamás podría recuperarlo, o siquiera volver a verlo. Pero ahí estaba, y por una causa ridícula y tonta ahora estaban abrazándose llorando y diciendo puras incoherencias. Ivlis apretó su agarre casi riendo entre sus lágrimas ¿Sus propios errores habían regresado a su vida a las dos personas que más había extrañado? Era raro pensarlo de esa forma.
-¡Te regaño… s-si quieres…! ¡P-Pero estoy muy feliz como para hacerlo…! ¡H-hijo… Adauchi…! ¡T-te extrañe tanto…! ¡N-no sabía que fue de ti, si estabas a salvo o donde estabas! ¡Pensé que no te vería de nuevo y…! ¡B-bwahh! ¡Adauchi!
No se vio herido por los insultos del demonio sin cuernos, sabía bien que en esas palabras se escondían otro tipo de mensajes. Puede que quisiera sentirse menos vulnerable con ello, pero ahora no podía ver a su hijo no como un adulto, sino como aquel adolecente tan impulsivo pero amado que fue y siempre sería. Se estaba comportando como un llorón ahora, pero no podía evitarlo, quizás eso caracterizaba a su familia… Eran todos unos llorones salvo su hija.
-T-todo es culpa del... Poste de luz... Yo ni siquiera debí haber venido aquí... Ugh... –Balbuceaba entre lágrimas y maldiciones contra el par de borrachos; aunque puede que en algún futuro les agradeciera por permitirle esta experiencia.
Ya no parecía que frente a Ivlis se encontrara el mismo chiquillo mercenario que escapó tanto tiempo atrás, entre rebeldía y un orgullo malherido, solo era un chico que si bien tuvo razón en todo, había echado de menos a su progenitor; detalle del cual solo pudo darse cuenta luego de revivir algunos recuerdos a causa de los lloriqueos de su propio hermano menor. Tal vez lo llorón era contagioso o hereditario, quién sabe; no le importaba, solo estaba dejando salir lo que había guardado dentro de sí por tantos años.
-H-haha… P-pero lo hiciste… Y estoy feliz por ello…
-¡C-cállate! ¡No digas nada, idiota...! ¡No quiero oír! Ugh... Y-ya no quiero... –Sollozó, ya sin fuerzas para seguir resistiéndose al mar de emociones que lo abrumaban y hacían estremecer entre los brazos de su padre. No necesitaba seguir oyéndolo para comprenderlo, ya no deseaba seguir con las disculpas y recuerdos dolorosos, ahora sobraban. –E-Eres inútil incluso en esto, demonios... N-no has cambiado en lo absoluto... Reír o llorar... Ambos iban bien con su insólita y casi ridícula situación, y ni aun así alcanzaba para expresar todo lo que estaba experimentando en aquellos instantes. –Y-Yo creí que no te vería jamás...
Una mezcla de nostalgia y alivio lo envolvía, calmando lentamente sus ansias y lágrimas. De verdad, hasta hacía solo unas horas vivía con la firme idea de nunca volver a estar delante del diablo de Flame World... Y ahora estaban abrazados y lloriqueando incoherencias. Al menos por unos cortos instantes pudo renunciar a su tonto orgullo y disfrutar de aquella calidez silenciosa que logró otorgarle aquel gesto familiar que sin proponérselo, llenó cierto vacío existente dentro sí desde hacía tanto. Al fin podía decir que estaba completo... El único asunto pendiente de su inmadura juventud al fin había sido saldado.
-G-Gyaaah… Q-qué conmovedor… -Lloriqueó Laurentia, abrazada a su amiga. Oh por Vicers. Vendetto les había dicho en ocasionales veces que había peleado con su padre y que era un cabeza hueca, pero no había creído que el asunto sería más profundo y dramático de lo que esperaba… ¡Y que el desgraciado ni siquiera se llamara Vendetto realmente! Todo esto las había dejado tensas, a ella y a su compañera en su momento ¿Qué se supone que debiese ocurrir ahora? ¿Realmente el demonio sin cuernos se iría así como así? Bueno… Era su decisión, su familia, no se metería en el asunto.
Incluso se habían resignado a que sacara su lado tsundere a la luz, pero el abrazo entre ambos le decía lo contrario.
-Ow… ¿Te das cuenta, Ver? Tienes un suegro y lo vimos. –Dijo risueña. Tal vez después de esto… Tendría el deleite de ver a Adauchi presentando a Ver con el diablo de fuego.
-Uhn… Sí, y parece que es alguien cool. –Sonrió un poco ante la adorable imagen que inesperadamente se formaba ante ellas. Si era sincera, estabuvo algo preocupada de que toda esta oportunidad fuera desperdiciada por Vendetto, pues ella más que nadie sospechaba sobre lo que el rubio quizás anhelaba para darle punto y final a todo... Era maravilloso comprobar que todo había resultado aún mejor de lo que jamás vieron venir. Un momento simplemente conmovedor. –Bien hecho, tonto. –Susurró por lo bajo mientras trataban de oír mejor. Esto era mejor que cualquier programa de radio y chismes.
Padre e hijo respiraron más calmadamente al pasar de unos segundos en los que se mantuvieron silenciosos, dejando que el abrazo hablara por sí mismo antes de que Ivlis se separara suavemente y tímidamente ayudara a Adauchi a limpiarse las lágrimas, aunque quisiera evitarlo.
-Jamás dejé de quererte, hijo… Lo sabes ¿Verdad? –Oh, vamos, se estaba poniendo muy cursi, pero eso estaba fuera de su control. Ni siquiera le preocupaba recibir los chillidos tsunderes del rubio, sabía que él era así.
-¿U-uh? ¡W-wahh! ¡N-no te pongas cursi, viejo! –Así de poco duró su momento de madurez, hasta que empezó a secarse torpemente sus propias lágrimas, evitando cuanto pudiera ser ayudado. ¡Vamos! Quería conservar la poca dignidad que le quedaba después de tan patética escena; casi estaba agradecido que solo el par de "brutos durmientes" estuviera presente.
-A-Ah, perdón. Así soy yo con tus hermanos. –Se disculpó entre una risa nerviosa, encontrando aquella reacción de lo más tierna. Además, no estaba mintiendo, él siempre fue así de meloso y cursi con sus hijos.
-¡P-Pues evita eso conmigo! ¡Soy un adulto, estoy grandecito para esas cosas! –Volvió a quejarse escandalosamente, aunque admitía que con los abrazos estaba bien.
Ivlis se alzó de hombros notablemente enternecido con eso. –Bien, bien. Entiendo, es solo que estoy sentimental hoy, tú sabes. A-ay… Y yo que pensé que con tu tía de vuelta había tenido mucho. –Rio nerviosamente, menudo espectáculo habían hecho como para estar acompañados solo de un par de ebrios dormidos y… Ahora que se fijaba dos intrusas a las cuales señaló con una sonrisa. –Uhn… ¿Venías con compañía y yo no me enteré? Qué grosero eres, hijo. –Ay, estaba tan feliz que ni eso le molestaba.
¿Uh? ¿Acaba de decir "tía"? N-no me digas que se refiere a...
-¿Eh? Oye ¡¿De qué estás…?! –No había terminado de preguntar por la mención de su tía para cuando el inocente comentario de Ivlis lo descolocó por completo. –¿Eh? ¿Compañía? Pero si yo no... Espera, n-no puede ser. –Pero su desconcierto solo aumentó al igual que su palidez en cuanto cayó en cuenta de quienes se trataban. No... ¡No! ¡Ellas no! ¿Acaso lo habían seguido? ¡¿Desde hace cuánto?! ¡¿Lo acababan de ver y oír todo?! –¡¿USTEDES?! ¡¿Q-Qué hacen aquí?! ¡No! ¡¿Por qué están aquí?! –Ya podía ir despidiéndose de su intento de imagen de macho ¿No se supone que lo dejaron a su suerte con eso de traer al par de lelos al Castillo de Pitch Black World? ¡Traición!
-Vamos, no tengan miedo, no voy a hacerles daño. –Animó Ivlis, al percatarse de que con tanto griterío el par de chicas no se veía muy intencionado a salir de su escondite.
-Uhn… ¡Hola! –Exclamó Laurentia a la par de su amiga, apenas vieron oportunidad de salir de su escondite. No esperaba que fueran descubiertas, pero la actitud amistosa del padre de su amigo indicaba que no había problema con ello, saliendo del rincón para acercarse rápido a padre e hijo y hacer una sutil reverencia para mostrar respeto, antes mirando a Adauchi con malicia.
-Perdone que hayamos visto todo, no somos espías, solo las niñeras de este zopenco. –Explicó Ver, ignorando la reacción que le provocó a su novio. –
-Ah, ustedes deben ser amigas de Adauchi. –Sonrió amistoso, aunque no había supuesto que Ver era una chica hasta que prestó atención a su figura y su voz. Le recordaba… a Rosaliya, pero no demasiado. –Yo soy Ivlis, el diablo de Flame World. Es un placer conocerlas.
-Es un gran placer por fin conocerlo, señor Ivlis. –Saludó educadamente Laurentia, ignorando los intentos mudos de su compañero por callarla. –Soy Laurentia, no sabía que usted también vivía aquí… No lo he visto en mi vida.
-Para mí también es un placer conocerlo, soy Ver Million. Colega y novia de Vendetto, lo que... lo convierte en mi suegro. Es un honor, señor diablo de Flame World. –Se presentó calmadamente e ignorando los gestos desesperados y mudos del rubio por convencerlas de callarse. ¡Ah, no! Esta era una oportunidad de oro. –Vendetto casi no habla de su familia, que bueno que se dio la oportunidad de encontrarnos finalmente. De hecho... Ni sabíamos que se había cambiado el nombre. –Oh si, se cobraría ese secreto al rubio de algún modo u otro. Más le valía temer desde ya.
En medio de la presentación de ambas, Ivlis no pudo evitar sorprenderse bastante y mirar a su hijo, quien por cierto estaba tratando de disimular inocencia haciéndose el que no sabía nada, buscando alguna explicación.
-¿Vendetto…? ¿Novia…? ¡Te fugas por unos siglos y me pierdo que te hiciste un nombre falso y conseguiste una novia! Diablos, Adauchi, me haces sentir un padre peor que Siralos. –Sin embargo, poco duró su falso enojo. –Bueno, me hace feliz que al menos hayas podido hacer buenas amigas y que encontrara a una chica tan… Genial. No sabía que te iban de ese tipo, Adauchi. –Oh, sí, sus reacciones cuando lo avergonzaban solo lo hacían más dichoso ¡Ahora que conocía a su nuera pensaba hacer lo que esos años no pudo…! Avergonzar a su hijo.
No importaba cuantos malabares tratara de hacer, ninguna de las chicas lucía muy interesada en hacerle caso a Adauchi. No le gustaba el rumbo al que amenazaba ir la charla y menos con el brillo malicioso que vislumbraba en ambas.
-¡Soy un mercenario, cambiar de nombre era muy necesario y…! ¡M-mi vida amorosa no es asunto de nadie! –Chilló, tratando de lucir relajado sin gran éxito. La verdad detrás de todo era que el asunto de "Vendetto" solo fue una cortina de humo para dificultarle aún más a Ivlis el encontrarlo; y... Bueno, lo de Ver solo lo sabía Emalf, no lo juzguen. –¡Además no estás en posición de juzgar mis gustos! –Aún recordaba los días en que lo vio llorar por un travesti, él estaba en su derecho por babear por una tomboy que le hizo dudar en su sexualidad.
Laurentia se carcajeó entre tanta discusión, más que nada porque había algo que debía comentar. –Hasta tu padre notó que Ver es mujer.
-¡LAURENTIA, CÁLLATE! –Le gritó el mercenario, con las intenciones de cubrirle la boca.
-Oh, es verdad… ¿Por qué no eres como él, Vendetto? –Se quejó falsamente la demonio de las flores, riendo internamente por cada chillido de su pareja.
-Perdonen a mi hijo, él no suele notar cosas... "Obvias" cuando tiene que diferenciar. –Hizo énfasis en la palabra "obvias" haciendo un gesto sobre su propio pecho para indicar lo obvio. Vamos, que con ese detallito ya era bastante claro que Ver era mujer.
-Ah, no se preocupe. Es tan mojigato que no lo culpo por no haber mirado. –Se burló ella. En serio estaba disfrutando esto.
-Yo aún no puedo creer que nos haya ocultado que su padre era un diablo. –Se quejó Laurentia, casi dándole un zape al mencionado. Casi, porque Ver se lo dio en su lugar ¡Vaya manera de contarles de su vida! Vendetto había mencionado que su padre era un tonto cabeza hueca, pero a sus ojos solo era un señor bastante amable que quería mucho a su hijo. Ay, tan bonitos ellos.
-Yo no puedo creer que mi hijo haya tenido niñeras gratuitas.
-No se preocupe. Salvar el trasero de Vendetto ya es rutinario. –Ver hizo un gesto relajado aún con los chillidos de su novio, halagada al notar que su suegro tomaba bien su relación. No era el mal tipo que el demonio sin cuernos solía mencionar.
-Estoy agradecido de que alguien haya podido domar a esta bestia salvaje. –Comentó palmeando suavemente los cabellos del pobre demonio. Ay, se pasaba.
-Domarlo fue sencillo, se nota que fue bien educado antes de conocerlo, aunque sus arrebatos de ira digan otra cosa -Sí. Humillar a Adauchi estaba siendo muy divertido.
-Los estoy escuchando ¡¿Saben?! –Chillaba el aludido, mientras hacía un gesto para evitar que palmearan su cabeza ¡Ya no era un niño, por Vicers! –¡No soy un bebé! ¡Puedo cuidarme yo solo! –Ya era un adulto responsable, hasta comenzaba a planear pedirle mano a su novia... Aunque aún no pasara de solo planearlo, claro está. Pero ese no era el punto.
-Esas vendas en tu brazo no dicen lo mismo. –Contrarió su novia. Porque él a veces resultaba un peligro para sí mismo. –Ni la otra vez que caíste de unas escaleras... Ni cuando tu propia arma casi te hiere... Ni cuando…
-¡Ok, ok! ¡Ya entendí! –Se preguntaba que mierda debía hacer para que se callaran y se largaran.
-¿Vendas?... Recién las noté. –Ivlis reía por cada comentario de Ver ¡Dios santo! ¡¿Su hijo había heredado su tremenda torpeza acaso?! No sabía si sentirse orgulloso de sus genes o sentir pena por el pobre al tener que conllevar con un defecto como ese. Bueno, quizás tenía su resistencia al daño físico, quién sabe.
Aw, ella sí sabe cómo cuidar de su novio.
Qué lindo, le recordaban a Froze y Yosafire o su hija y Emalf ¿Era idea suya o últimamente las chicas eran más machas que los hombres? La revolución femenina quizá.
-Qué maleducado soy. Gracias por traer a mi hijo y subordinado y de paso vigilar que mi bebé no se cayera por la colina ¿Quieren café? Me urge saber qué estuvo haciendo mi rebelde sin causa estos años.
-¡No! ¡No quieren café y ya no íbamos! ¡Auch! –De verdad se estaba esforzando por escapar con la poca dignidad que le quedaba intacta, pero el zape de su novia junto a los reclamos de Laurentia ya le avisaban que nada sucedería como él deseaba. –¡¿Y eso por qué fue?!
-Por ocultarnos tantas cosas, además de que ahora estás siendo un grosero. –Regañó por lo bajo. No lo demostraba, pero la falta de confianza del demonio resultaba hiriente luego de tantos siglos juntos ¿No que eran un equipo? Bueno, no iba a darle muchas vueltas al asunto ni a los posibles motivos de Adauchi, aunque consideraban que soportar unas horas más de amenas charlas junto a Ivlis era un precio justo por el excesivo secretismo.
Además ¿Cómo negarse a quedarse un rato? Ahora tenían a alguien que no les escondería información importante sobre su amigo.
-Y, señor Ivlis. Muchas gracias, será un placer. –Respondió con firmeza a la par de Laurentia. Un café vendría excelentemente bien luego del viaje que se dieron para llegar hasta allí.
-¡Sí, gracias!
-Y sabe… Hay MUCHO por contarle. No se imagina cuánto. –Iba a ser una larga noche para el demonio sin cuernos.
-Oh, bueno… Conmigo aquí les aseguro que no esconderé ni un solo secreto de Adauchi ¡Lo siento, querido! ¡Pero debo castigarte de alguna manera por abandonar a tu padre estos años! –Alzó una ceja interesado mientras les guiaba hasta la cocina para hacer el dichoso café. –Y ya que me lo dicen… ¿Mucho? Suena interesante… Las escucho.
-¿Ves, Vendetto? ¡Al fin alguien reconoce mi esfuerzo por salvarte el trasero! –Sonrió ladina en lo que su novio chillaba en su defensa. No es que el pobre fuera taaaan torpe en realidad, pero ambos sabían que la mayoría de las veces en las cuales este terminaba en un problema innecesario, era por su deseo de demostrar cuan macho era e impresionarla... Lástima que le saliera tan mal. –Oh... Eso suena perfecto. Nosotras morimos por conocer a Vendetto más a fondo. –Este era el inicio de la relación nuera/yerno más hermosa de todas.
-¿Q-qué? –Adauchi comenzó a sudar frío. Esto no le gustaba. –¡N-no! ¡Esperen! ¡No se atrevan, traidores! ¡PIEDAD...! –Oficialmente iba a salir de aquel lugar sin ninguna pizca de su dignidad.
Al final solo frotó su cabeza mientras los seguía tristemente a la cocina. Por los balbuceos y risillas que alcanzaba a entender del trío, era un hecho de que se pusieron de acuerdo para seguir poniéndolo en vergüenza algún largo rato más.
-Vicers... Mátame, por favor... –En serio, le harían un favor.
Sin embargo, si bien desde el inicio de toda esa rara conversación el par de chicas se encargó de avergonzarlo de todas las formas posibles contando sus vidas desde que comenzaron a trabajar como mercenarios, supuso que tarde o temprano le tocaría preguntar sobre que fue de su viejo en todos estos siglos. Después de todo a pesar de estar en contacto con su hermana y Emalf nunca solía preguntar por este, pero... Nunca creyó que oír la respuesta del diablo le dolería hasta las lágrimas.
-Y básicamente ese es el resumen de mi vida desde que te fuiste. –Concluyó el aludido como si nada, con la misma sonrisa tranquila con la cual empezó su relato.
Con todo el tema de haber estado lejos por años, era normal que su hijo le preguntara sobre lo que pasó con él en ese tiempo y el porqué de estar ahora mismo en este castillo en vez del suyo. Si bien se incomodó un poco al tener que explicarse, terminó haciéndolo detalladamente.
Su vida se escuchaba cada vez más mierda cuando la contaba, aunque él ya no podía hacer nada por cambiarlo, no valía la pena llorar. Eso sí, no se esperaba que después de su relato tanto Adauchi como Laurentia empezaran a lagrimear.
-¡W-wahhh! ¡N-no jodas! ¡Yo quería que te cayera un yunque en la cabeza, p-pero tampoco me pasó de verga! ¡Bwwahhh! ¡Estúpido! ¡¿Cómo es posible que te metieras en tantos problemas?! ¡El destino te da con palos con clavos! ¡Ya te pareces a Lobco, no mames!
Vamos, que siempre supo que andar de idiota dándolo todo solo por un travesti le traería problemas a Ivlis, pero la vida ya parecía tenerlo como su puta perra. No le daban ni un respiro al pobre ¡Joder! Odiaría admitirlo pero... Ay, ya comprendía un poco mejor a lo que Licorice se refería.
-Uh… Yo sabía que mi vida era trágica, pero no pensé que fuese para tanto. –Su hijo lloraba como Satanick después de sus telenovelas, eso sí que era nuevo. Ahora consideraba vender la historia de su vida a la televisión, harían llorar a las masas. –¿Yunque? Ahora que lo mencionas creo que él una vez usó uno conmigo pero… ¡O-oye, no te alteres! ¡No llores! –Bien, no sabía ni para qué comentaba eso, solo empeoraba el llanto de Adauchi… El lado amable, le enternecía su reacción ¡Significaba que al fin y al cabo sí se preocupaba por él aunque lo negara! Aw, cosita… Su hijo era un tsundere adorable.
-¡¿Que hizo qué?! –Ok. Con cada palabra que salía de los labios de su padre, solo lograba sentirse más y más miserable por él ¡Joder! ¡El karma ya se había pasado verga con el pobre! Fue un poco cabeza hueca, pero tampoco era para tanto. –¡Y no estoy llorando! S-solo... Tus d-desgracias me irritan los ojos... Ugh... –¡Vamos, Adauchi! No sigas matando al macho, no frente a Ver.
-En mi defensa y para responder, me metí en problemas porque era joven estúpido e inmaduro. Y eso no defiende mi postura, pero ya entenderás por donde voy.
-N-no niego que tu estupidez lo merecía ¡Pero ya es pasarse! ¡Te volviste la perra de la vida! ¡Bwahh...! ¡N-ni me explico cómo sigues cuerdo o vivo! –Él mismo se imaginaba que de haber vivido las mismas situaciones, seguramente ya se hubiera atado la soga al cuello. Puede que nunca se lo dijera en voz alta pero... Ahora lo veía con más claridad, su padre podía ser más fuerte de lo que aparentaba; más allá de lo sentimental que pudiera ponerse.
-¿Perra de la vida? –Murmuró por lo bajo extrañándose tanto por ese extraño apodo como los llantos del rubio. Su vida no era tan mala… ¿Cierto? Aunque las reacciones de los demás le daban a entender que sí, y no sabía si sentirse halagado por la preocupación o muy patético. –Cuerdo… Vivo… Erh… El mérito es de tu hermano y Rieta. Solo eso diré. –Se alzó de hombros, ya no había caso en llorar por so tormento pasado, era bueno saberlo, pero no creía merecer tanto reconocimiento por ello… Solo hizo lo que debió hace años; Madurar.
-¡Su vida es tan triste, señor papá de Vendetto! ¡¿Cómo es que sigue tan feliz?! –Lloriqueó Laurentia. Ella era sensible también y ver a su amigo llorar también le afectó un poco ¡¿Por qué la vida era tan cruel?!
Ivlis sudó en frío ante tanto tono alterado en esas preguntas. No le agradaba recordar ciertas cosas de su vida, cierto, pero se la aguantaba porque había prometido ser sincero con su hijo sobre su vida mientras él no estuvo.
-Bueno… Tuve bastantes problemas y eso, pero desde que decidí dejar de ser un sufrido y madurar un poco las cosas han sido mejores para mí. –Sonrió calmado acercando unas servilletas a Adauchi. –He dejado de pensar en Siralos, Etihw, Kcalb, Reficul y yo nos hemos reconciliado, mi familia me ha sustentado mucho para que no decaiga y… Recientemente Satanick se ha vuelto mi amigo o algo por el estilo, Igls ha vuelto y Adauchi también… Así que estoy bastante bien, no hay motivos para sentirme miserable. Estoy mucho mejor que hasta hace unos años. –Si descartaba la única razón de su tristeza, podía decir que todo era perfecto. –Así que no te preocupes, hijo, tu padre es resistente y siempre se levanta a pesar de todo, no por nada me dicen cucaracha.
-No intentes justificar ese tonto apodo que aquel idiota te puso. Ugh... Juro que cuando lo vea lo voy a hacer pulpa. –Aceptó a pesar de todo la servilleta, comenzando a calmarse un poco. Demonios, lloró en una noche lo que no lloró en años.
-Hey, no justifico nada de lo que pasé por él, simplemente pienso que es un apodo irónico… En cuanto a tus deseos homicidas, adelante, no soy quien para pararte si quieres cargártelo como Licorice hace. –Era cruel estar entregando tanto a Satanick, pero… ¡Hey! Se lo buscaba por no considerar que después de tanto daño su familia querría cobrárselas como era merecido. Él la estaba pasando bien ahora, despertaría de buen humor mañana ¿Para qué sentirse mal? Además… Le era divertido ver a sus familiares haciendo ceviche al diablo de Pitch Black.
-Aunque intentaras detenerme, sabemos que no te hubiera hecho caso. –Un brillo deseoso de sangre morada se impregnó en sus ojos apenas lo pronunció. Le importaba un rábano si el condenado ese era el diablo escalofriante de aquel mundo igual de tétrico, lo convertiría en jalea al amanecer. Nadie bulleaba a su padre así y merecía vivir. –Bueno, al menos y-ya no eres tan cabeza hueca.
-Es mi apodo, no lo gastes.
-Su fortaleza es verdad admirable, señor. –Comentó Ver, con bastante impresión. Esta era la verdadera fuerza ¿No? Aquella que lograba poder superarlo todo con el apoyo real de quienes si importan. Llegó a conocer pocas personas así y le alegraba poder decir que aquella era una característica de la que gozaban padre e hijo. Ya sabía de donde salió la perseverancia del rubio.
-No es la gran cosa, créeme. Solo es cuestión de saber qué personas dejar atrás. –Aseguró. No había ciencia en ello para él más que eso. El tema de la autoestima… Bueno, eso estaba progresando al menos, paso a paso.
-Ow… ¡De ahí heredaste tu terquedad, inmadurez y perseverancia, Vendetto! –Dijo Laurentia, alegremente, cortando entonces el rollo dramático del mencionado.
-¡HEY! ¡¿Y eso que significa, Laurentia?! –Ya ni sabía si debía sentirse halagado u ofendido; la risilla del par no lo ayudaba.
-Uh… Podría decirse que sí, algunos de mis hijos siempre heredan esos aspectos de mí… Excepto el cabello, Adauchi heredó el rubio de su tía, solo que no lo tiene esponjoso… Hey, no te verías mal con el cabello como Igls ¿No crees?
Ver perdió la mirada en su novio por unos segundos, tratando de imaginarlo. –Uh... Un Adauchi esponjocito... ¿Cómo sería eso? –Sentía que sería completamente feliz si alguna vez lograba ver algo así de adorable. –Tan pomposo...
-¡Eso sería tan tierno!
-¡Ver, no imagines cosas raras! ¡Y tú cállate Laurentia! ¡Ya no me miren así! ¡Nunca me verán con un afro! ¡Me reuso! ¡Me niego! –Ni loco se permitiría humillar aún más de esa forma, aún si solo era una suposición imaginaria. –¡Soy un macho, no quiero lucir tierno!
-Un macho que necesita dormir con una manta, cabe destacar... –Comentó la demonio con un tono de lo más relajado mientras se deleitaba en observa al rostro del aludido teñirse en carmín. Oh sí, dulce venganza por guardarle tantos secretos. Ya estaba satisfecha con eso. Y francamente, no es como si para los 4 presentes fuera un gran secreto.
-¿Eh? ¿Aún duerme con su manta? ¡Con razón no la encontré cuando se fue! –Las quejas del demonio eran música para sus oídos. Ni hablar de todo lo que Ver Million le comentaba.
Laurentia suspiró de sorpresa ante tal descubrimiento indirecto –¿Mantita? ¡¿Esa manta la usaba de bebé?! –Esto se ponía cada vez más y más interesante ¡Ya estuvo que amaba al padre de Vendetto! No perdería esta oportunidad única de desenterrar más secretos.
-¡A-AHHH! ¡PROMETISTE NUNCA DECIR NADA! ¡VER! ¡¿WHY?! –Delatado por su novia y su propio padre... El dolor, la traición, hermano. –¡W-wahh! ¡Laurentia, deja de preguntar! –¿No podían cortar con lo de la tonta manta? Ya se estaba cansando de ser objeto de burlas.
-Ay, aun lo recuerdo. Él la usaba siempre que lo arrullaba, de hecho le seguí cantando para dormir hasta los… Uhn… No recuerdo, pero quizá uno o dos años antes de que entrara en la adolescencia.
-¡VIEJO, DEJA DE EXPONERME! ¡MI DIGNIDAD! –Todos parecían haberse puesto de acuerdo en reírse en su cara... Y lo peor, no podía defenderse mucho puesto que todo lo que el diablo decía era verdad. Sí, así es, antes de ser un rebelde él era igual de mimado y pegote que Licorice y Poemi.
-Todo este tema me hace recordar… ¡Tantos años y no me traes nietos! ¿En serio, Adauchi? ¡Mínimo debiste mostrarme el anillo de bodas! –Que no se note que a pesar de todo le veía el lado amable. Que eso aún no haya ocurrido significaba que estaría presente cuando eso ocurriera.
-¿E-ehh? ¿N-nietos? ¿A-anillos? ¡WAHHH! ¡NO ME PRESIONES ASÍ! TE LA ACABO DE PRESENTAR ¡¿NO?! ¡CONFORMATE CON ESO HOY! ¡Y AHORA, CAMBIO DE TEMA! ¡CAMBIO DE TEMA! –Chilló, cerrándole la boca al adulto por unos instantes. No lo culpen, estaba chapado a la antigua. Y siendo sincero, ya lo había pensado... Pero aún no reunía todo el valor. Ver Million era demasiado genial, no quería decepcionarla.
-Pues... Aún no le hemos contado de lo que pasó en el reino del mar. –Comentó Ver Million al aire, siguiéndole la corriente a su novio, quien suspiraba aliviado en lo que iba hablando. Le había causado suma gracia su reacción por el tema anterior, aunque en el fondo también agradecía cambiar de tema. Su relación era rara, lenta pero real; no dudaba que ese momento llegaría, pero dejaría al rubio encargarse. Él quería demostrar que era el macho ¿No?
-Reino del… Un minuto, creo que escuché sobre eso de parte de Rieta. A ustedes se los cargó una bruja… ¿No será de casualidad la tal Wadanohara de la que Chlomaki habla, o sí? –Vamos, que no existen muchas brujas del mar. A él personalmente le aterrorizaban todas las brujas sin excepción, así que no se burlaría sobre el tema.
-Oh, sí. Es ella. De hecho, es una amiga mía. –Recordó ella. La extrañaba bastante y no la veía desde que le presentaron a Minami.
-De todos de hecho, luego del final de aquel trabajo –Adauchi se encogió de hombros. Ya no le guardaba rencor a la joven bruja ni a sus familiares; solo había sido un trabajo en donde por casualidad de la vida, les pagaron por enfrentarlos. Nunca fue personal. –Por Vicers, nunca vuelvo a subestimar a una loli... Aunque fue bueno que ganara. Ese desteñido que nos contrató era escalofriante. –Nunca terminaron por caerle muy bien los habitantes del mar de la muerte.
-Directamente no se subestima a las brujas, hijo. –Agregó nerviosamente. –Me gustaría que me contaran más sobre eso.
-¡Oh sí, señor padre de Vendetto! ¡Fue tan genial! ¡Verá, Ver, Adauchi y yo recibimos la oportunidad de trabajar por mucho dinero y…!
El relato continuó por un rato más, entre una Laurentia empedernida por contar la mayor parte y un par de demonios que le daban la razón, corregían o soltaban comentarios. En todo ese tiempo sus párpados cada vez se sentían más pesados, y las ganas por bostezar eran más difíciles de contener.
Ivlis calló un segundo una pequeña risa que soltó al llegar el final del relato, enternecido por cómo Laurentia hablaba sobre la bruja del mar, al notarla frotar su ojo, a Ver bostezando y Adauchi apoyando su cabeza sobre su mano y el codo sobre la mesa para no caerse del sueño.
-Hem… Algo me dice que un trío de demonios tiene sueño. –No los culpaba, era de madrugada. –¿Tienen dónde quedarse esta noche? O… ¿Al menos saben cómo volver al mundo en donde estaban?
-¿Uh? ¿Con sueño? No... ¿Cómo crees...? –Adauchi bostezó, los efectos de todo el alcohol de la fiesta y su larga travesía hasta aquí al parecer al fin cobraban factura. –Y pues... Ya que lo mencionas, no tenemos como ir a casa a estas horas. –Era muy tarde, estaban en un mundo muy peligroso y estaban muertos del cansancio. Ya hasta comenzaba a agradecer la presencia de las chicas, no le hubiera gustado quedar varado y solitario.
-El portal... Está muy oscuro para buscarlo y... No creo que Chlomaki nos ayude ahora... Y no podemos arriesgar tu trasero, Vendetto. –Añadió Ver. Seguramente la aludida ya se encontraba en su hogar, dándose arrumacos con su cocodrilo.
-¡¿Por qué solo yo correría riesgo?! -No lo quería demostrar, pero luego de oír todo sobre la estadía de Ivlis en Pitch Black World, su pánico hacia ser violado y torturado por algún descuido había crecido.
-En ese caso, será un placer que se queden. Permitan que les lleve a unas habitaciones, no puedo dejarlos a su suerte en un mundo como este. –Dijo Ivlis tranquilamente al levantarse y dejar todas las tazas en el lavabo. No era su intención asustarlos ni nada, pero ni él mismo confiaba en algunos habitantes de ese mundo, no después de todos los violadores y sádicos que tuvo el horror de conocer… Ay, no quería ser el responsable de que su hijo acabara embarazado o algo peor.
-¿Uh? ¿Seguro que podemos quedarnos? –No querían causarle más problemas a su suegro, pero el cansancio les podía y su insistencia era muy persuasiva.
-Pero por supuesto que sí. Dudo que sean molestia, hay espacio de sobra para tres más. Por la seguridad de todos, mejor se quedan aquí. Y aunque así no fuera el caso, están cansados ¿Verdad? Yo mañana debo levantarme temprano para alistarme, y si Adauchi termina haciéndolo también deberá prepararse desde ya, durmiendo lo necesario. O sea… ¡Sí! ¡Que no se diga más! ¡Dormirán aquí! –No tenía tantas esperanzas de que Adauchi asistiera a la boda, pero quizás habría posibilidad. Uno nunca sabe, si se lo pedía a Licorice tal vez podría.
Ver Million suspiró aliviada. –Vaya... Se lo agradecemos. Vendetto, tu padre es genial.
-Sí, sí, sí. No se lo digan tan seguido o se lo creerá.
-¡Qué malo eres, Vendetto! ¡Yo creo que lo es! –Contradijo Laurentia mientras se levantaba para seguirlos. Le urgía dormir mucho después de una noche tan salvaje. Además… Si mañana quería ver a su hermana necesitaría estar bien descansada. –Aquí es peligroso después de todo. Y eso que viví aquí.
-Opino igual... Es un alivio que nos esté ayudando. –Comentó Ver al de mechas rojas. Si bien una de sus compañeras provenía de allí, reconocían que recorrer aquel mundo, con el cansancio actual y a esas horas, no era muy buena idea. Eran mercenarios, pero tampoco se arrojaban al peligro estúpidamente; no querían terminar como Lobco o algo peor.
-U-uhn… No es nada. De verdad. –El diablo hizo un gesto de restarle importancia, aunque le había parecido muy tierno de parte de su nuera y Laurentia.
Adauchi bostezó ligeramente mientras se disponían a seguir al diablo, dirigiéndoles sin pensarlo una mirada de reojo al par de borrachos de la sala. –¿Y qué hay de los "bellos durmientes"? ¿Se quedaran ahí? –Emalf ya estaba totalmente acurrucado en la alfombra, mientras la mitad de las piernas de Licorice sobresalían del sofá, en el cual no lucía muy cómodo. Desventajas de ser un poste de luz.
Interesado al escuchar la pregunta y mirar también a ambos chicos dormitando en el sofá y la alfombra, Ivlis lo pensó detenidamente. Aunque no deseaba despertarlos, debía admitir que se harían daño en la espalda si dormían de esa manera… Bueno, estaban muy dormidos, no había peligro en que despertaran después de tanta borrachera ¿Cierto?
-Descuida, los llevaré a sus habitaciones yo mismo. No será problema. –Hizo un gesto, continuando con la guía hasta que finalmente llegó a las habitaciones que estaba buscando.
-¿Uh...? ¿Seguro que podrás tú solo? –Se ofrecería, pero estaba tan tambaleante, que lo más seguro es que terminaría aplastado si ayudaba a cargar con el par.
Él sonrió ligeramente por la preocupación y palmeó su cabeza mientras las chicas iban entrando a sus habitaciones. Adauchi era adorable cuando demostraba interés de esa manera sutil. –No te preocupes, puedo solo. Ustedes vayan a dormir… ¿No querrás una canción de cuna para eso, Adauchi? –Picó burlón, risueño cuando obtuvo la reacción que esperaba.
-Oh, si tú lo di... ¡No! ¡No necesito una canción de cuna! ¡Viejo, hijo de...! –Ok, tenía que decirlo. Era bonito regresar a los viejos tiempos.
-Oh vamos, solo estoy jugando. –No podía resistirse a molestarlo si reaccionaba de esa forma. –Bueno… Estos son sus cuartos. Son todos iguales así que siéntanse con libertad de escoger el que quieran. Y… Adauchi, en serio ¿De verdad no quieres la canción de cuna?
-¡YA TE DIJE QUE NO, CARAJO!
-¡Aw, yo quisiera oírlo alguna vez! –Se quejó Laurentia, hasta que recibió la mirada enfadada de su amigo. –¡Digo, me voy a dormir! ¡Buenas noches, chicos y señor padre de Vendetto! ¡Gracias! –Chilló cerrando la puerta de su cuarto, dejando entonces solos a padre e hijo… Y Ver, claro.
-¡N-no soy un niño de papá! ¡E-esos son Poemi y Licorice! –Se quejó hacia su compañera en vano, puesto que había atravesado la puerta antes de que le gritara. Se estaban dando demasiado el gusto de molestarlo y no era justo; eran tres contra uno y francamente, ese apodo iba más con cierto incestuoso que conocía. Con todo lo que había oído y aprendido de su hermano menor hoy, le sorprendía que al parecer Ivlis no se había dado cuenta aún de "esa verdad". Rodó los ojos de solo pensarlo. Bah, en algo debía seguir siendo un cabeza hueca ¿No?
-Oh, cielos… Buenas noches a todos. –Fue despidiéndose somnolientamente la otra demonio entre una risa en lo que ingresaba a la habitación asignada. Bien, una cama muy cómoda luego de una muy larga noche, no había premio mejor.
-Descansa, Ver... –Sonrió a su novia antes de dirigirse a su propia habitación, hasta que la puerta de la habitación de Laurentia se abrió repentinamente solo para que ella se asomara.
-Solo quería decir que ustedes dos son adorables.
-¡¿S-sigues aquí?! ¡Vete a dormir, tonta! –Gruñó al borde de sacarse un zapato y lanzárselo a la cabeza por metiche. Oh, por Vicers. Laurentia no tenía remedio alguno.
-¡Adiós! –Volvió a despedirse ella, entrando a su cuarto entre risitas.
Ivlis rio por lo bajo apenas las chicas se fueron. Eran simpáticas, no cabía duda que no había demonios más capacitados y confiables para cuidar del trasero de su hijo que ellas.-Uh… Ellas son agradables. Hiciste buenas amistades. –Le comentó con el tono más sincero y genuino que tenía. Fuera bromas al respecto, estaba feliz de que su hijo haya tenido buena compañía mientras no estaba en casa.
-Supongo… Y, oye, antes de que me vaya a dormir ¿Seguro de que no quieres ayuda para llevar a esos dos a su cuarto?
-Ya te lo dije, podré con eso. –Volvió a asegurar, todavía enternecido por esa preocupación.
-¿Uh? Si tú lo dices... –No quiso insistir demasiado, no es como si ahora su vena fraternal se activara o algo así; además de que el sueño ya lo tenía algo mareado.
-Bueno… Es mejor que te deje dormir, así que… Buenas noches, hijo. –Casi pareció que solo lo saludaría así, pero en realidad solo esperó a que se descuidara para abrazarlo unos segundos. Aun no procesaba del todo que estuviera ahí, lo cual solo ayudaba a incrementar su emoción cada segundo. Dioses, así no podría dormir.
-¿Uh? Sí, buenas… -Iba a despedirse tranquilamente, pero su inesperado gesto lo dejó mudo por aquellos cortos instantes. Daba igual, no lo hubiera detenido de cualquier modo, esto se sentía bien y cálidamente familiar, lo había tanto echado de menos todos estos años.
-Fue bueno verte de nuevo. Descansa, te amo.
-Fue bueno estar aquí. Yo... ¡B-buenas noches! –Terminó por balbucear torpemente, separándose para evitar un beso en la frente o algo así, antes de al fin estar seguro en su cuarto, suspirando con pesadez antes de echarse en la cama.
Su rostro aún ardía, puede que por su orgullo reclamándole, pero ya a solas no había porque seguir negando lo obvio
-Extrañaba esto. –Murmuró al palmear su propia cabeza por un segundo, recordando el gesto del diablo en lo que el sueño lo iba venciendo. Fue una gran noche que no olvidaría jamás.
Ivlis se había quedado ligeramente sorprendido ante semejante rapidez de parte de Adauchi para entrar al cuarto, pero no se sintió evitado, por el contrario, le resultó tierno que todavía conservara parte de su orgullo hasta para evitar un gesto.
Es que… Se notaba que solo era su pena aflorando.
Suspiró con resignación cuando su siguiente objetivo fue visualizado ante sus ojos al bajar las escaleras hasta la sala; El par de ebrios. –Tenían que quedarse dormidos ¿Eh?...
Se dijo a sí mismo, esforzándose en levantar a Emalf cargándolo como princesa. Era ligero, así que no hubo mucho problema en subir las escaleras con él, dejarlo en su cama, arroparlo y quitarle las gafas para dejarlas en la mesa de noche.
-Ay tú… A veces parece que sigues siendo niñero.
No evitó palmearle suave y cariñosamente la cabeza antes de ir a por su siguiente borracho. A partir de aquí era un tema complicado.
-Si estuvieras despierto creo que tampoco podría regañarte… -Admitió cuando, al acercarse al sofá, sus manos rozaron el rostro caliente y enrojecido de su hijo, comprobando en seguida que la causa de esa somnolencia no era ni más ni menos que sueño combinado con alcohol. Y por más que deseara reclamar por ello, debía repetirse lo mismo una y otra vez masajeándose las sienes.
No es un niño, Ivlis… Es un adulto. No puedes seguir con eso.
Trató de levantarlo, aunque solo pudo llevarlo de los hombros debido a lo complicado de cargarlo como hizo con Emalf. Si de por sí llevarlo a piso plano era difícil, no se imaginó lo difícil que sería subirlo por las escaleras sin que se le cayera.
Mierda, pesa una tonelada ¿Cómo puede ser tan delgado?
Al llegar al cuarto, suspiró de alivio como nunca antes, pues tanto recorrido con una carga tan pesada le había hecho mierda los brazos, las piernas y los hombros. Ahora solo lo dejaría en su cama y trataría de olvidar este episodio corto, pero no contaba con lo que ocurriría segundos después de que tratase de acercarse para besar su frente como despedida nocturna.
Pues… Es cierto que ni con todo el movimiento que se necesitó para ser semi cargado hasta su cuarto fue posible que despertara. Los cítricos en su cuerpo ya lo habían sedado por completo, despedía un curioso aroma a naranjitas frescas y pesaba como un plomo andante.
Toda esa mezcla de melancolía y jugo habían bastado para mantenerlo dormido hasta la mañana siguiente, aunque ello no significara que no se removiera para encontrar su punto cómodo, cosa que halló solo en el inesperado e involuntario abrazo con el cual terminó atrapando al diablo de Flame World apenas este se acercó.
Era imposible saber si fue consecuencia del beso de buenas noches, la propia inquietud del joven diablo o simple forma de la vida en burlarse de ambos, pero el asunto era que con todo su peso y fuerza había terminado acurrucándose en Ivlis, como si de algún peluche se tratase; y por su profundo sueño, no parecía dar señales de soltarlo muy pronto.
Ivlis chilló apenas terminó apresado de esa forma. No sabía si su mala suerte tomaba fuerza ahora o qué, pero estaba atrapado y ni aunque se esforzara lograba soltarse.
Forzó, entre sus maldiciones entre dientes, contra él, pero el desgraciado lo abrazaba muy fuerte y todo fue en vano. –Esto no me puede estar pasando a mí. –Ya parecía demasiada buena suerte el haber encontrado a su hermana e hijo mayor. –Sin duda alguna, soy la perra de la vida. Mierda, suelta, suelta. –Mascullaba con la esperanza de poder aflojar su agarre y deslizarse entre sus brazos para escapar, pero a cada intento solo lograba que lo apretara más y él se frustrara a tal grado de querer maldecir a gritos, cosa que… No creía prudente, ya que alertaría a más de a uno y quizás despertaría a su hijo, obligándose a confrontarlo.
Aunque… Para qué mentir. Seguro que estaba tan ebrio que no despertaría ni aunque un elefante pasara por al lado.
-El karma parece odiarme. –Suspiró casi decepcionado de sí mismo, al tiempo que decidía acomodarse mejor. Si así es como iba a pasar la noche pues entonces que fuese cómodamente.
No es que quisiera evitar toda la vida a Licorice, pero realmente no se sentía tan seguro de sí mismo al estar cerca de él luego de lo ocurrido en la reunión. Era… Extraño y contradictorio… Se sentía indefenso y vulnerable, pero a la vez lo mermaba esa sensación ya olvidada de protección y seguridad.
Justo cuando más buscaba olvidar todo esto, el destino volvía a ponerle estas trampas para recordarle cuanto adoraba estar entre los brazos del joven diablo, despertando de nuevo el palpitar veloz de su corazón y el rubor que esos sentimientos hirientes provocaban. Sí, tal vez consideraba estúpido emocionarse de un accidente como este, sabiendo que consciente no lo haría y recordando todo lo mencionado aquel día… Pero inevitablemente sonrió acurrucándose y se dejó vencer por el cansancio, la comodidad, la calidez del cuerpo ajeno y el sonido pacífico y sedante de sus latidos y respiración calmada.
-Descansa… mi dulce regaliz. –Quizás… Una última noche a su lado no sería tan malo ¿No? Él no tenía por qué saberlo, después de todo.
Además… No podía quejarse del todo de su día. Pues tras ese doloroso rechazo había encontrado lo que tanto había anhelado tras muchos años; su familia completa.
Vale, lo que quería aclarar es que cuando escribí esto no estaba enterada de que Adauchi es como se llama realmente Vendetto, y que… Vendetto simplemente es la traducción que hicieron en Wadanohara. Yo siempre pensé que era un nombre falso de Adauchi :c Sorry por eso.
Igual, me gusta ese Head Canon de que se puso un nombre falso para que no lo encontraran, pero por tenerle cariño a Ivlis decidió elegir uno que significara lo mismo (Ambos nombres se traducen al español como "Venganza", salvo que Adauchi es en Japonés y Vendetto es en italiano, y le cambian la a del final por una o.
Bien, eso es todo por hoy. Ojalá pueda verlos el próximo mes. Cuídense mucho, mami Dulce los ama. Gracias por leer ;;;;
¡Besos!