En una silenciosa noche, una oscura figura caminaba a su destino, lleno de oscuras intenciones.

"Hoy será el día." "Hoy será el día." Dicha figura murmuraba para sí, una y otra vez.

"Hahahahahakya-!" La espeluznante risa tuvo un abrupto fin.

"Debo guardar silencio, no puedo arruinar esto." La silueta cubierta de sombras se susurro a sí mismo.

No podía fallar en su misión, en esta noche de luna llena los requisitos se habían cumplido, los astros se habían alineado, la suerte hoy estaba de su lado.

Antes de el amanecer él será un hombre libre, libre para poder amar a su único amor.

¡Ah!, tan sólo pensar en ella le hacía sonreír. Él será un hombre nuevo, libre de aquella... cosa, aquel ser vil que merodeaba en aquella casa, aquella casa a la cual hoy se dirigía, hoy él iba a destruir a ese ser.

Él sacudió la cabeza, despejando sus pensamientos. No era tiempo para pensar en ello, aún no.

Él observó de manera sorprendida que había llegado a su destino.

Sus pensamientos le habían distraído lo suficiente. Prometió no dejar que suceda de nuevo, ella no se lo perdonaría, no le perdonaría fallar, él sabía que ella lo amaba al igual que él la amaba.

'Hoy será el día', ' o mejor dicho la noche.' se corrigió a si mismo, con esto, la misteriosa figura saltó el muro que le impedía continuar su avance.

La misteriosa figura se dirigió hacia su destino, un destino que cambiará la vida de todos los que le rodean.


En las penumbras de la residencia Tendo, acechaba un malévolo ser, lleno de codicia y perversión.

El aire mismo era pesado, una pútrida aura pulsaste envolvía la habitación.

El lugar en cual se encontraba dicho ser, parecía un lugar que no era de este mundo, el espacio mismo se retorcía ante la energía vil que emanaba de aquel ser, las paredes emitían un mal olor, un olor vil que no pertenecía a este mundo. En el suelo de dicho lugar, se encontraban un montón de objetos majestuosos, algunos emitían un brillo dorado, otros era simples pendientes y objetos de valor, en cambio habían otros más extraños, los cuales emitían voces, exigiendo ser usados, exigiendo reverencia, otros en cambio susurraban palabras dulces y tentadoras.

Nada de esto importaba para el único ser que se encontraba allí, quien ignoró las dulces voces, ignoró las ordenes que dichos artefactos daban, tal era el poder de este ser que su aura putrefacta invadía a la de estos artefactos, pronto las dulces palabras, el brillo prístino, el aura majestuosa, las ordenes impetuosas, todo había cesado ante el peso de la vil aura de este ser.

Si hubiera algún testigo de esto, sin duda estaría sorprendido, sin palabras incluso. Afortunadamente, no había nadie además del pequeño ser en tan oscuro lugar.

El pequeño ser rebuscaba entre los objetos misteriosos.

"Demasiado drástico."

"Demasiado simple." Él descartó varios objetos de manera descuidada, cosa que hubiera enojado a una matriarca amazona, pues tales objetos no tenía valor monetario, eran artículos únicos, y con un gran valor histórico, algunos medían su vida en siglos.

Nada de esto importaba para el anciano maestro de arte marciales.

"¡Nada!" Exclamó Happosai, "No está aquí." continuó el creador del todo vale.

Convenientemente para esta historia, Happosai recordó.

Con un agil movimiento nacido de siglos de dedicación al arte, Happosai sacó una llave de un bolsillo de su pequeño Gi, el cual se encontraba hecho trizas, testimonio de una fiera lucha.

En las manos de Happosai se encontraba una pequeña llave de plata, se dirigió hacía su lugar secreto, su lugar donde se encontraban sus más preciadas pertenencias, objetos aún más valiosos que dos mil años de historia Amazona, incluso más valiosos que todos los objetos mágicos que se encontraban dispersos en su habitación.

Happosai abrió con rapidez la cerradura que le separaba de sus más valiosos bienes. Ante los ojos del anciano maestro se encontraban su colección más importante de ropa intima femenina.

Los ojos de Happosai brillaban con lagrimas contenidas, su vista reposó ante una braga negra, con reverencia tomó dicho objeto en sus manos, y lo acarició contra su rostro.

¡No!, no era una colección regular de ropa intima, era su colección más valiosa por algo, oculto en las prendas se encontraban otros artículos.

La mano derecha de Happosai rebuscó entre el montón de ropa intima. La búsqueda de Happosai rindió frutos.

Los ojos del anciano artista marcial brillaron, contemplando el maravilloso orbe brillante. Estaba rodeando por un marco dorado, que cambiaba constantemente su color de verde a azul, de azul a amarillo, de amarillo a rojo, y de rojo nuevamente a verde.

"Te encontré." Susurró Happosai, mirando profundamente el orbe misterioso. Nubes de colores se arremolinaban en su interior, cambiando sus colores con cada vez más rapidez. Los ojos de Happosai se agrandaron cuando las nubes que obstruía su visión desaparecieron, permitiendo le ver por medio del orbe. Un sin fin de imágenes se arremolinaron en el orbe.

El bautizo de Tauro, con las aguas malditas de Jusenkyo. Happosai sonrió ante la imagen de Taro.

Su encierro a manos de sus discipulos, su primer encuentro con Cologne, el nacimiento de su escuela de artes marciales, su primer encuentro con ropa intima, su primer amor.

Happosai sacudió la cabeza, disipando la tentación de usar ese objeto en sí mismo.

Happosai se acercó a la salida de su habitación, tenía algo que hacer después de todo.

Con el Orbe Del Arrepentimiento bajo mi poder, nadie me impedirá darle una lección a ese mocoso.

"Te enseñaré chiquillo, te arrepentirás de haberte negado a aprender bajo mi tutela." Poco sabía Happosai que él también terminaría arrepintiéndose de sus palabras.


En los oscuros pasillos de la casa Tendo, se encontraba una misteriosa figura merodeando, mientras tanto en una de las habitaciones se encontraba un ser perverso maquinando un plan malvado y egoísta. Era una madrugada común y corriente para los habitantes de esta casa.

Mu-Su buscó la habitación donde dormía su más odiado enemigo, con una mano sostenía sus lentes, normalmente se olvidaba de usarlos, pero hoy eso no era algo que se podía permitir. El futuro de su vida junto a Xian-pu, los hijos que tendrían en un futuro, las posibilidades de una vida feliz junto a ella, todo ello pesaba sobre sus hombros.

Con su otra mano sostenía una daga, que emitía una presencia majestuosa, era un tesoro sagrado de las Amazonas, el usar el objeto místico que se decía había sido bañado con la sangre de Saffron, el Semidiós.

Al usuario de dicha arma le proporcionaba la capacidad de penetrar y destruir cualquier armadura, sin importar la naturaleza de la misma.

Se decía que la daga había sido bendecida por la mismísima diosa Artemisa, otorgándole la capacidad de golpe certero, sin importar como se use siempre ocasionará un gran daño.

Dicho objeto iba a poner fin a la vida de Saotome, un pequeño corte, sin importar la diferencia entre sus habilidades, su daga acabará con la vida de Ranma.

Mu-Su descartó las consecuencias de su futura acción, después de acabar con la vida de Saotome, Xian-Pu y él serían felices. Que sus acciones muy probablemente le cueste la vida, ante las mano de la Matriarca, y que tal vez Xian-Pu no quiera nada con él, aún sin Ranma en el medio, nada de esto fue pensado por Mu-su. Después de todo la causa por la cual luchaba era justa, hacía todo por el amor que le tenía a Xian, él sabía que la Diosa Artemisa sonreía le bendecía.

El joven con oscuras intenciones llegó a su destino. Ante el se encontraba la habitación de su odiado enemigo. Ofreciendo una rápida oración a la diosa, se dirigió hacía su destino.

La puerta no fue un desafió para el joven Mu-Su, quien se dirigió con precaución hacía la oscura habitación, silenciosamente cerró la puerta detrás de él.

Mu-Su maldijo suavemente, la habitación estaba demasiado oscura.

Su vista no era la mejor, y en esta ocasión no podía permitirse cometer ningún error.

Afortunadamente tenía consigo una caja de fósforos. Con mucho cuidado, evitando hacer ruido encendió los fósforos.

La leve fuente de luz invadió la visión de Mu-su, afortunadamente para él, Ambos Ranma y Genma tenían un sueño bastante pesado, nada menos que una estampida de elefantes podía perturbar el sueño de esos dos.

Mu-su se acercó lentamente al Futon que reposaba en una esquina de la habitación.

Mu-Su levantó la Daga Sagrada - Colmillo de Hydra - preparado para dar su golpe final, un golpe que terminaría la vida de su enemigo.

La mano de Mu-Su descendió con rapidez y precisión sobre el pecho de Ranma.

Ranma sintió la intención asesina en su sueño, e intento esquivar, pero fue demasiado tarde, las propiedades mágicas de la daga no se lo permitió.

Colmillo de Hydra se hundió en el pecho de Ranma, cortando carne, hueso por igual.

Los ojos de Rama se retorcieron en agonía, intentó atacar a Mu-Su pero sus brazos no tenían la fuerza suficiente, las uñas de Ranma se hundían en la carne de Mu-su, los ojos de Ranma brillaban con dolor y rabia.

Inmisericorde, Mu-Su continuó hundiendo la daga en su carne expuesta.

Pronto la lucha de Ranma llegó a su fin.

Mu-Su se alzó victorioso sobre la figura sin vida de su enemigo.

...

...

...

Así debía suceder, eso había planeado Mu-Su.

Afortunadamente para Ranma, él no estaba en este momento en la habitación.

Mu-Su detuvo la estocada que planeaba acabar con la vida de su rival, al ver que quien dormía en el futon no era Ranma, si no su padre, Genma.

El joven chino maldijo su suerte.

¡Oh, cuan injusta era la vida!, ¡La diosa me ha abandonado!

Esos eran algunos de los pensamientos que pasaban por la cabeza del joven Mu-Su.

Sin embargo un pequeño ruido, casi imperceptible, interrumpió sus pensamientos.

Mu-su observó la puerta abrirse lentamente, de manera ominosa.

En un breve instante, Mu-su preparó la daga, midió la trayectoria, y calculó la fuerza necesaria para acabar con la vida de su rival.

Mu-Su lanzó la daga, la daga voló con precisión a su objetivo, en una trayectoria impecable.

Mu-su derramo un par de lagrimas, nunca antes había usado un arma con tal precisión.

El arma conectó con su objetivo, el cual gritó sorprendido.

"¡Ah!"


Happosai se dirgía feliz a la habitación de su discípulo rebelde.

Después de lo que él le haría, Ranma no tendría problema de entrenar bajo su tutela, de hecho Ranma rogaría para que el fuera su maestro. Happosai le enseñaría todos los secretos de robar ropa interior.

Happosai se estremeció de placer, pensando en toda la diversión que tendría con Ranma-chan.

Happosai consideró entrar por la ventana de la habitación de Ranma, pero lo descarto.

Suavemente abrió la puerta corrediza, tomando especial cuidado a no hacer ruido, no quería tener otra lucha con el chico, no de nuevo.

Acunando sobre su pecho el objeto mágico con el que castigaría a Ranma.

Happosai sintió una intención asesina, y sintió un proyectil acercándose a él a altas velocidades.

"¡!", Sorprendido ante la audacia de Ranma, esquivo, sin embargo para su consternación, el arma le siguió.

Happosai continuó esquivando, cada vez por un más estrecho margen, la daga parecía tener vida propia.

Inevitablemente la daga conectó con su objetivo, el objeto que portaba Happosai - Destructor de Sueños - fue hecho trizas.

La daga cayó al suelo inerte, convertida una vez más en un simple objeto.

Ante la mirada atónita de Mu-Su, una nube de polvo místico envolvió a Happosai, la aura de Happosai disipó las partículas de magia. Happosai dejó caer el agrietado Orbe Del Arrepentimiento, de sus grietas se escapaba un extraño liquido.

"¡Tú, imbécil has roto mi tesoro!" Grito Happosai, enojado arremetió a gran velocidad contra el maestro de armas ocultas.

Mu-Su trató de esquivar, sin embargo la diferencia de habilidad entre ellos era abismal.

Una fuerte serie de golpes cayeron sobre el cuerpo de Mu-su, de los cuales no pudo evitar alguno.

"P-pe-Ekkkkg" El joven chino intentó pedir disculpas, un brutal golpe en su mandíbula le impidió continuar sus patéticas excusas.

Para gran alarma de Mu-su el asalto de Happosai continuaba, sin signos de detenerse, además Happosai continuaba emitiendo un brillo perturbador, él no le estaba escuchando, y tenía el presentimiento que no lo haría sin importar que haría.

Mu-Su rebuscó en sus bolsillos con su técnica especial, buscando un arma adecuada, pero nada funcionaba contra Happosai, las cadenas no detenían a Happosai, los cuchillos eran esquivados, las espada eran aplastadas, los mazos eran hechos añicos.

Mu-su pensó en usar explosivos, pero decidió no hacerlo. Una sabia decisión pues el mismo se vería afectado si usaba explosivos, estaban demasiado cerca y en un espacio cerrado.

El estado contemplativo de el joven chino fue interrumpido por un especialmente duro golpe en su plexo solar.

"Unghhhhhh." Mu-su no pudo evitar gemir de dolor.

Para mala fortuna del joven chino, su expresión de dolor motivó a Happosai a continuar su incesante asalto.

Mu-Su supo que el anciano pervertido no se detendría, la fuerza de sus golpes subía en intensidad.

Mu-Su trató de tomar represalias con la poca energía que le quedaba, pronto sus lamentables esfuerzos probaron ser insuficientes.

Y por primera vez Mu-Su vio claramente, como si de una epifanía se tratase, Mu-Su supo que moriría esa noche a manos de Happosai.

Mu-Su cerró los ojos, aceptando su destino con amarga resignación.

El joven chino no espero mucho, pronto una patada le envió volando por una de las ya frágiles paredes de la propiedad Tendo, producto de su extendida lucha.

Mu-Su salió volando por unos cuantos metros, dejando tras de sí una estala de polvo y astillas de madera.

El pretendiente de Xian-Pu aterrizó cerca del estanque Koy, golpeando su cabeza con una de las piedras que rodeaba dicho estanque.

Mu-Su se retorció ante el dolor que sufría.

Para su sorpresa seguía vivo, ¿Por cuánto tiempo continuará esto así?, era una pregunta amarga que rondaba por la casa del joven artista marcial.

Mu-Su escuchó entre su bruma de dolor una serie de pasos que se acercaban. Hoy es el día de su muerte, él no podía hacer nada para impedirlo...

El moriría aquí en la derrota, habiendo fracasado su misión. Mu-Su lamentó no pode ver a su amada Xian-Pu, una vez más.

Xian-pu. Pensar en ella traía fuerzas al joven amazona, ¿Acaso moriría así? ¿Sin poder verle una vez más?

¡No!, pensó. Tenía que ir a verla, una ultima vez.

Ante la mirada sorprendida de Happosai, Mu-Su intento levantarse, aun cuando sus huesos protestaban, sus ligamentos se quejaban, y sus músculos palpitantes.

Después de varios intentos Mu-su se levantó, estaba encorvado, su túnica blanca ya no lo era, estaba empapada de sangre, sus lentes yacían rotos, de su frente fluía sangre.

Con pies inestables, y visión borrosa, continuó su camino, nada de esto impidió su avance.

"¡M.C...KE-" Mu-Su creyó escuchar la voz de Happosai, su audición ya no funcionaba bien, supuso.

Para mala fortuna de Mu-Su, este leve momento de distracción le hizo perder control de sus extremidades debilitadas.

"Ughhhh." Mu-su cayó al suelo, para su frustración sus exterminadores ya no funcionaban bien, esta leve caída había sido suficiente para impedir su avance.

"¡Ha...per...!"

"¡A,...la." El joven chino escuchó una voz, supuso era Happosai.

Mu-su sabía que no lo lograría, cada segundo que pasaba se debilitaba más, pronto moriría,sin poder verla.

Mu-Su lloró ante la injusticia de todo, se lamentó de su debilidad, maldijo a la diosa.

El frío de la muerte le envolvía lentamente, inmisericorde.

Pasos se acercaron hacía el joven artista marcial.

"¡Im...Col..." Una figura se alzaba sobre el caído Mu-su, sus palabras cayeron en oídos sordos.

De pronto, Mu-su sintió una calidez envolverle, como si de un cálido manto se tratase.

La calidez hizo disminuir parcialmente su dolor. Mu-su supuso que se trataba de sus ancestros que le recibían, bañándole en su calor.

Mu-Su abrió los ojos, más allá de la bruma constante de dolor que le aquejaba, Mu-su miró dos esferas azules, teñidas de preocupación.

Lentamente forzó a su vista a enfocarse, sus ojos protestaban ante el esfuerzo. Él pudo discernir que eran dos ojos.

El dueño de ese par de ojos le sonrió. "I...o"

El continuo esfuerzo le hizo caer inconsciente, 'Que hermosos' Fue su ultimo pensamiento acerca de aquellos ojos.


Ranma estaba teniendo un mal día, o mejor dicho, una pésima noche. Esto no era nada nuevo para el joven prodigio, sin embargo, cada día había sido peor que el anterior para él desde aquél fatídico día.

Flash Back.

Era un día como cualquier otro para familia Tendo-Saotome, esto implica que los dos protagonistas de este 'Romance' se encontraban discutiendo a gritos.

"I-idiota."

"Marimacho."

"¡Medio Hombre!"

"¡Pecho plano!" A medida que continuaba la discusión que pondría verde de envidia a niños de Kinder, los otros habitantes de la Casa Tendo ignoraban a estos dos, acostumbrados a la extraña muestra de 'afecto'.

Nabiki contó internamente, calculando cuando tardaría su hermana en explotar de amor y enviar volando a su prometido, creando un nuevo agujero en el techo en el proceso.

'5'

"¡Ha!, Eres tan lenta como un gorila, y la mitad de inteligente." Dijo Ranma con una gran sonrisa, en su frente lucía una vena brotada delatando su verdadero estado de animo, el tema de su maldición era bastante delicado para él.

'4'

".." Akane disparó una mirada de advertencia a Ranma, mirada a la que él, o mejor dicho ella ignoraría.

'3'

"¡Incluso yo tengo más pecho que tú!" Ranma se burló señalando a su protuberante pecho.

"2"

"..." Akane empezó a emitir un aura roja, manifestación física de su enojo.

"1"

"¡Ranma imbéc-" Akane preparó su mazo de confianza, lista para acertar el golpe definitivo en su prometido.

'0'

"Akane, debemos irnos o se no nos hará tarde." Nabiki interrumpió el ritual diario de la pareja, salvando a Ranma de un viaje por todo Tokio, cortesía de su hermana.

Akane asintió levemente decepcionada, su aura desvaneciéndose mientras asentía.

Nabiki dirigió una mirada a Ranma, dándole a entender que esto no le saldrá gratis.

"Vamos imbécil." Habló Akane dirigiéndose a su prometido.

"Sí, sí ya voy." Ranma les siguió. "Marimacho...", Ranma murmuró.

"¿Qué dijiste?, idiota" Preguntó Akane enojada.

"¡Nada, no dije nada!" Exclamó, "¿O es que ahora también escuchas cosas?" Ranma añadió.

Nabiki suspiró exasperada ante la situación.

'Hoy será un mal día.' Pensó Nabiki sintiendo el inició de un nuevo dolor de cabeza.


Para sorpresa de Nabiki, sus predicciones resultaron estar equivocadas. Nada había sucedido en su camino a Furinkan, bueno, nada fuera de lo 'normal.' De hecho todo había marchado demasiado bien, sin ningún loco artista marcial buscando venganza, tampoco un príncipe de tierras lejanas con intenciones de secuestrar a su hermana, ninguna prometida excesivamente afectuosa, nada, ni siquiera Kuno había aparecido.

Era un día caluroso, el cantar de las cigarras anunciaba el inicio del verano.

La altas temperaturas y el encierro en las aulas de clases era algo casi sofocante. Tener que estudiar bajo estas circunstancias era algo inhumano, eso es lo que pensaban los alumnos de Furinkan, menos Nabiki, quién se encontraba cerca de la piscina, sentada bajo la sombra de una sombrilla de playa, tomando una bebida helada, bajo la mirada envidiosa de muchos de sus compañeros.

"Ne, Ranma-kun." Nabiki llamó a su cuñado, Ranma.

"¿Qué?", preguntó Ranma, irritado ante su situación actual.

"Deberías apresurarte, o no tendrás tiempo para hacer lo demás." Dijo Nabiki, guiñándole un ojo.

Ranma captó la amenaza implícita de Nabiki, irritándolo aún más pero decidió callar. Dirigiendo una ultima mirada de rabia a Nabiki, continuó con lo que estaba haciendo.

Ranma llenó su espátula de cemento, y procedió a continuar su trabajo de albañilería en la piscina, que actualmente se encontraba fuera de funcionamiento, cortesía de una de sus múltiples peleas con el Director Kuno.

La actividad de albañilería le era relajante a Ranma, le distraía de sus problemas cotidianos, el sentimiento de satisfacción al crear algo con sus manos era similar al de dominar una técnica de artes marciales.

La irritación de Ranma no era producto de su actual actividad, la fuente de su molestia era Nabiki, ella le había forzado a trabajar para pagar el daño que había recibido el Dojo, este era una de la larga listas de tarea que ella le había encargado, para pagar su supuesta deuda, Ranma sospechaba que el dinero que él ganaría y había ganado no será usado para reparar el Dojo, además la culpable de la destrucción había sido ella, pero no, él tendría que pagarle igual, aún sin haber hecho nada.

Además, ella también planeaba un gran grupo de actividades que él tenía que realizar durante todo el día, las cuales variaban desde actividades físicas, hasta sesiones de fotos. Era como estar de nuevo comprometido con ella, Pensó Ranma con disgusto.

Nabiki le había dicho que si él fallaba en cumplir con alguna de sus absurdas actividades, su deuda subiría todavía más, pues según Nabiki, ella perdería la confianza de sus clientes, afectando así actividades comerciales futuras, y por ello él tendría que pagar.

Ranma estaba increíblemente molesto con ella, al haber organizado actividades que ella sabía que él no podía realizar, como salir a una cita con Kuno, o pasar una noche en la mansión Kuno, cenando con Kodachi.

Ranma suspiró resignado, no había caso en pensar en ello ahora, no podía hacerle nada a ella, su moral no se lo permitía, por mucho que ella se lo mereciera.

"Ne, Ranma-kun." Nabiki le llamó otra vez.

Ranma desvió su mirada de su actividad actual, irritado. "¿Ahora que quieres?"

"Deberías haber terminado hace más de diez minutos, estoy decepcionada." Nabiki djo con decepción fingida.

Este comentario hizo brotar un vena en la frente de Ranma, sin embargo este no dijo nada.

Ante el silencio de Ranma, Nabiki continuó hablando. "Por tu tardanza, tu deuda subió en 1.000 Yenes." Dijo ella de manera apenada, aunque en sus ojos el brillo de la codicia la delataba.

Ranma nunca había deseado golpear tanto a alguien, Sin embargo, Ranma se conformó con mirar con resentimiento ardiente a Nabiki.

"¡Oh!, no me mires de esa forma tan intensa, Ranma-kun." Habló Nabiki evitando su mirada apenada.

Otra vena surgió en la frente de Ranma. El chico de la trenza se conformó con morderse la lengua, evitando así el torrente de insultos que amenazaban por salir de su boca.

Dirigiendo una ultima mirada a Nabiki, Ranma se propuso a continuar su forzado trabajo.

"¿Qué pensaría mi Hermana?, Sé que eres un hombre joven, pero deberías controlarte." Ante el silencio de Ranma, Nabiki continuó provocando al hijo de Genma.

Eventualmente las burlas y provocaciones de Nabiki cesaron, otorgándole así un poco de paz al chico de la trenza.

Los momentos de paz, y tranquilidad en la vida de Rannma eran de corta duración, y casi inexistentes. Pronto un grito se hizo eco en los terrenos de Furinkan, interrumpiendo su momento.

"!Aghhhhh, suéltame!" El dueño de la voz exigió.

Ranma decidió ignorar el pequeño drama que se desarrollaba en el interior de Furinkan, optando por continuar su labor.

"Ne, Ranma-kun." Nabiki le llamó le llamó con un tono de voz inocente.

Ranma la ignoró sabiendo que era otra artimaña por parte de Nabiki, ella le cobraría cada minuto de más, Nabiki quería sacarle aún más dinero. Ranma estaba convencido, por esta razón la ignoró.

Pronto sonidos de golpes se escuchaban de el interior de un aula de Furinkan, sin embargo la lucha fue breve.

Nada de esto impediría a Ranma continuar con su labor, excepto las siguiente palabras de Nabiki. "Deberías apresurarte, Ranma-kun."

Ranma le lanzó a Nabiki la mirada más sucia y llena de rabia de toda su vida. "Si no estuvieras molestando, ya habría terminado" Ranma culpó a Nabiki. Si sus palabras intimidaron a Nabiki, no lo demostró.

"Deberías apresurarte." Nabiki repitió, Ranma abrió la boca con intenciones de discutir, sin embargo Nabiki no se lo permitió, interrumpiéndole.

"Mi hermana podría necesitar tu ayuda, Ranma-kun."

"¿Que querría de mi Kasumi?" Ranma le preguntó incrédulo.

"Hablo de Akane, tu prometida." Nabiki le respondió.

Ranma respiró profundo, preparando uno de sus mecanismos de auto-defensa, la negación. Si Genma se enteraba que Ranma había admitido su compromiso, le forzaría a casarse, otra vez.

"Secuestraron a Akane, deberías darte prisa, Ranma-kun." Nabiki le alentó de manera dulce.

Ranma suspiró, cansado. "¿Cuántas veces van ya?" Se pregunto a sí mismo.

"En esta semana con esta serían cinco." Nabiki amablemente le respondió.

Ranma se levantó dispuesto a buscar pistas del paradero de su prometida.

Las palabras de Nabiki detuvieron en seco a Ranma. "Son 4.000 Yenes." Ella anunció.

"¿Qué?" Pregunto Ranma, esperando estar equivocado.

"Me debes 4.000 Yenes por la información." Ella le dijo sonriendo.

Ranma sacudió la cabeza molesto, decidió ir en busca de su prometida.

"No te preocupes, lo agregaré a tu deuda."

Ranma saltó en dirección a una de las ventanas de Furinkan, no soportando más estar cerca de Nabiki.


La sensación del cálido viento del verano, la calidez que irradiaba del sol, bañaba a los residentes de Nerima con una sensación de serenidad, que pronto sería interrumpida.

La perturbación se acercaba a velocidades sorprendentes, saltando por los tejados con gran habilidad, producto de años de experiencia en esta peculiar forma de transporte, en su espalda reposaba otra figura.

Una de estas 'Perturbaciones' era Tendo Akane, Hija menor de Soun Tendo, quien se encontraba siendo llevada en la espalda de Ranma, su prometido.

Akane disfrutaba su actual situación, a pesar de sus anteriores protestas ante su actual método de transporte. La velocidad con la que saltaba Ranma, la agilidad con la que maniobraba en los tejados, Ranma avanzaba con confianza sin detenerse, era sorprendente.

Ranma era bueno, demasiado bueno en artes marciales, Akane lo sabía, sabía de su dedicación hacía las artes marciales, su ardiente pasión ante los desafíos, su obstinación ante admitir la derrota, su desagrado ante su maldición. Akane conocía bien a Ranma, durante los casi dos años que tenían viviendo bajo el mismo techo, Akane había llegado a conocer bien a Ranma, y después de tanto tiempo, Akane podía admitirlo. Ella amaba a Ranma, ella quería estar más tiempo junto a él, quería poder salir a citas, quería poder demostrarle su afecto. Tristemente para ella, las muestras de afecto entre ellos eran lejanas entre sí, y de corta duración, por ello, Akane disfrutaba lo cortos momentos de paz junto a él.

Akane se encontró disfrutando sus cortos momentos de romance, para su vergüenza, la mayoría de estos cortos momentos de cercanía nacían después de un peculiar acontecimiento, uno de ellos era ser raptada, y en el fondo Akane anticipaba la cercanía que traía dichos eventos. Esa mentalidad fue fortalecida hace unos meses, ella había sido raptada por una tribu de seres alados, aventura que casi había terminado en una boda entre ellos.

Para frustración de Akane, muchos de esos momentos estaban desapareciendo, cada vez más distantes y breves, cuando sucedían incluso carecían del impacto que les caracterizaban.

Artistas marciales de todo el mundo viajaban a Nerima, buscando desafiar a Ranma, mucho de estos recién llegados optaron por secuestrar a una de sus prometidas, resultando en una eventual batalla contra Ranma.

La situación había llegado a tal extremo, que los artistas marciales de Nerima se habían sumado a este nuevo reto, buscando fama al derrotar a Ranma. Hasta ahora Ranma no había perdido contra ninguno de sus retadores.

Akane atesoraba los momentos de cercanía que nacieron de las dificultades que habían pasado juntos, volver a juntos después de su viaje a Ryugenzawa, el abrazo que compartieron luego de Mt. Horai, la confesión de Ranma en Jusenkyou, habían sido momentos de cercanía entre ellos.

Akane pronto se dio cuenta que Ranma había empezado a tratar estos secuestros como retos, retos de artes marciales, donde su retador - El secuestrador - trataba de alejarse con algo de valor para él, Ranma perdía si no podía 'liberar' a su prometida, Ranma ganaba si daba con el paradero de su retador, derrotándolo.

Pronto para Ranma, los cada vez más comunes raptos de prometidas, habían perdido el impacto que antes les caracterizaban, el secuestro de Akane ya no significa un riesgo para su compromiso, no significa un riesgo para la vida de ella. Para Ranma no eran más que una nueva forma de retarle, demonios, hace poco tiempo habían intentado secuestrar a Kasumi, el pobre aspirante había recibido una paliza digna de Happosai, por una muchedumbre de artistas marciales rabiosos.

Sin embargo, esto no le impedía a Akane disfrutar estos cortos momentos de tranquilidad junto a Ranma, estar cerca de él, apoyarse en su espalda, disfrutar la calidez que emanaba de él, en silencio Akane pensaba en como podían acercarse más.

Dando un ultimo salto, Ranma dirigió su cuerpo hacía su destino, El Dojo Tendo.

"Akane." Ranma le llamó con suavidad, interrumpiendo los pensamientos de Akane.

"Dime." Respondió ella.

"Pensé que estabas dormida." Ranma habló levemente sorprendido, al escuchar su prometida hablar.

"¿Por qué?" Preguntó ella con curiosidad.

"Estuviste muy tranquila, aún cuando normalmente te quejas."

"I-idiota, me distraje eso es todo." Protestó ella sonrojada.

"Akane."

"¿Ahora que quieres?"

"Deberías bajarte."

"¡!" Akane bajó la mirada irritada, para su sorpresa Ranma se había detenido, estaban frente a su casa.

Akane saltó lejos de Ranma, como si este estuviera ardiendo en llamas.

"¡Ves, estabas dormida!" proclamó Ranma con una sonrisa victoriosa.

"¡No estaba dormida, idiota!" Akane se defendió de las acusaciones de Ranma, sin embargo sus palabras fueron ignoradas por Ranma, quien la miraba con una sonrisa en el rostro, Akane conocía bien esa sonrisa irritante, era la misma sonrisa con la cual provocaba a su oponente, retándole.

"Imbécil." La sonrisa surtió efecto, olvidando sus anteriores pensamientos Akane cayó en su viejo patrón de insultos.

"Marima-" Las palabras de Ranma fueron interrumpidas de manera abrupta, por la aparición de la hermana mayor de Akane, Kasumi.

Kasumi les sonrió de forma maternal, parando así su absurda discusión con una mirada expectante. El par de estudiantes de Furinkan intercambiaron miradas, incómodos.

Para grata sorpresa de Akane, Ranma rompió el silenció.

"Disculpa, Akane." Ranma se disculpó evitando la mirada, sin embargo sus palabras no habían terminado allí, él continuó. "No debí haberme burlado de ti." Sus palabras sonaban sinceras.

Akane asintió asombrada, ante el progreso de Ranma, bajo la tutela de Kasumi, quien estaba inculcándole modales, y sentido común.

Ante la mirada de Kasumi, Akane preparó su disculpa.

"Después de todo no tienes la culpa de haberte dormido, fue rudo de mi parte." Ranma agregó con un tono serio, sonando realmente culpable.

Akane apretó los dientes, y su puño tembló ante la abierta provocación de Ranma. Sintió un fuerte impulso de golpear a su prometido, sin embargo, bajo la mirada de Kasumi se sentía cohibida. Pronto las llamas de su enojo se habían apagado, dejando tan solo el deseo de venganza.

"Perdona, Ranma." Akane se disculpó, aunque en su mente juró vengarse, le cocinaría durante varios días, buscando venganza.

Kasumi asintió complacida, ignorante a las intenciones de su hermana, o la mirada burlona que Ranma dirigía a su hermana.

"Llegaron justo a tiempo." Kasumi anunció, atrayendo la atención de los futuros herederos del Dojo Tendo.

Kasumi viendo que tenía su atención, les sonrío. "Cociné pastel de arándanos." Anunció triunfante, disfrutando el cambió de animo de los dos adolescentes.

Ranma caminó dentro de la casa Tendo, anticipación pintaba su rostro.


Estaba muriendo, el dolor punzante en su estomago, el ardor inmisericorde que asaltaba sus viseras, el leve ardor febril que aquejaba su cuerpo, sus manos estabas frías al tacto, era un hecho, estaba muriendo o eso pensaba Ranma.

¿Quien era el culpable?, pues fue una de sus prometidas.

Ranma caminó lentamente, él tenía un destino, su cuerpo protestaba, sin embargo él se forzó a continuar.

Pronto estuvo frente la puerta que le separaba de su destino, un destino que tenía que cumplir sin importar las consecuencias, tenía que hacerlo antes que su cuerpo cediera ante su dolor, pronto él no podría aguantar más, por eso Ranma se apresuró.

Ranma abrió la puerta con sus entumecidas manos.

Ranma tenía ganas gritar de alegría, pero sus pulmones adoloridos no se lo permitirían.

Había podido hacerlo, sus inestables pies le habían traído a su destino.

Ranma reposó sus llorosos ojos en ella, con renovada fuerza se acercó a ella.

Sus rodillas no soportaron más su peso, esto no impidió el avance de Ranma, quien se acercó arrastrándose, anhelando la cercanía de ella.

Ranma la tocó con delicadeza, temiendo ensuciarla con sus manos.

Dispuesto a hacerlo, aunque le costara la vida, Ranma actuó. Sin ceremonias, Ranma acercó su rostro hacía ella, y actuó.

Ranma vomitó.

Vomitó en la letrina.

Después de lo que había parecido una eternidad, Ranma se levantó con pies inestables. Para sorpresa de este, sus pies no podían aguantar su peso, así que optó por sentarse.

Ranma contempló en silencio su miserable estado, producto de las habilidades culinarias de Akane.

Había sido un día relativamente normal, luchó contra el viejo pervertido, Nabiki y sus artimañas mezquinas, secuestro y eventual rescate de Akane, todo había marchado bien, bueno, hasta que Akane se le ocurrió 'agradecerle' por su ayuda, cocinando.

Para Ranma había sido una experiencia espantosa, pues juraba que esta vez había cocinado peor que de costumbre, el olor había sido suficiente para noquear a Genma.

Akane había anunciado que cocinaría como agradecimiento a Ranma, excusa que aprovechó Soun y Genma, para forzarle a comer, alegando que era una 'muestra de amor' de su prometida, y por lo tanto él debía comérsela toda. Las estúpidas ideas de sus padres y Akane, le habían costado caro a Ranma, su estado actual era prueba de ello.

Quejándose ante la injusticia de todo, Ranma escuchó atentamente a los sonidos que resonaban por toda la casa Tendo. Afortunadamente para él, los sonidos no provenían de la habitación de Akane, como había pensado. En cambio, los sonidos se originaban de su habitación.

'Ryoga, eres un imbécil.', Ranma acusó a su rival, que siempre aparecía en el peor momento.

El ruido constante era prueba de una batalla constante entre dos o más personas, Ranma decidió no intervenir. Con esperanzas que se marcharan, si él los ignoraba. Ranma sabía que era un mal habito, o eso le había dicho Kasumi. Ranma había intentado acabar con este mal habito, tristemente fracasó con resultados contraproducentes.

Ranma sabía que ella tenía razón, él hacía mal en ignorar sus problemas - Prometidas, Rivales, etcétera - con la esperanza que estos desaparecieran, cansados de esta persecución inútil, para su mala fortuna fue todo lo contrarío, sus prometidas forzaron aún más sus osados avances, temiendo perderle, y por consecuencia sus rivales le atacaban con más ferocidad, temiendo perder a sus 'amores.'

Ranma meditó en busca de una posible solución a sus problemas, al igual que ya lo había hecho antes. Sin embargo, sus ideas seguían siendo las mismas que había pensado.

'Debo elegir un compromiso sobre los demás.' La respuesta vino a él rápidamente, sin embargo Ranma la descartó con una mueca, después de todo eso había tenido el efecto opuesto. Después de la boda fallida, sus pretendientes reiniciaron la búsqueda por su afecto con mayor ahínco, pues ellas creían que la favorecida era Akane.

'Romper todos los compromisos.' Tan solo pensarlo le daba un escalofrío, Ranma no quería imaginar que haría Nodoka ante este escenario, Ranma tenía confianza de poder evadir la katana de Nodoka, sin embargo, é no quería llegar a esos extremos.

'¿Debería casarme con todas?.' Ranma sintió un pequeño hilo de sangre que salía de nariz. Él no podría sobrevivir ante la cocina de Akane, las pociones mágicas de Shampoo, La espátula gigante de Ukyo, y los venenos de Kodachi. Ranma descartó esa tonta idea.

'No puedo romper todos los compromisos, ni puedo honrarlos todos.' Ranma concluyó. '¿Entonces que puedo hacer?' Ranam sabía la respuesta, 'Nada, no puedo hacer nada.' Pensó amargamente, pues era la misma respuesta con la que siempre había dado, para él nunca hubo otra opción, estaba destinado a vivir de esta forma. Y para su sorpresa.

Ranma era una persona simple, él era feliz si entrenaba todos los días, comía tres veces al día, y además siempre tenía un nuevo desafío por parte de algún practicante de artes marciales. Ranma no odiaba su situación, él no odiaba a Nerima, ¿Cómo podría?, si gracias a ella había aprendido un montón de estilos de artes marciales, adaptándolos a su estilo propio.

Ranma quería que las cosas se mantuvieran como estaban, sin embargo, él sabía de lo injusto que sería para los demás, ¿Acaso Akane merecía vivir de esa forma?, Por supuesto que no, ninguna de ellas merecía esto, era injusto.

Por Akane, él cambiará su situación.

Ranma levantó la mirada, irritado ante el contaste molesto ruido.

¡CRAAAAC!

Ranma hizo una mueca ante el fuerte golpe, que sacudió toda la casa.

"Es suficiente." Se dijo, dispuesto a intervenir.

Ranma se levantó con facilidad, atrás quedaron los dolores que le aquejaban hace unos minutos. Ranma camino con pasos firmes, dirgiéndose a la fuente del ruído.

En unos pocos instantes Ranma había llegado a su habitación, el lugar de donde se había originado el ruido. Para gran tensión del muchacho, el ruido había desaparecido, siendo sustituido por un silencio perturbador.

Ranma observó la habitación que compartía con Genma, buscando pistas que le podrían indicar el paradero de sus asaltantes.

Los ojos de Ranma se engrandecieron ante el daño que había sufrido su habitación, había un montón de armas clavadas por todo el piso y suelo de la habitación, su morral, el cual le había acompañado por todo su viaje, estaba hecho trizas, su ropa había sufrido el mismo destino. En una de las paredes había un gran agujero, o mejor dicho, ya no era pared, tan sólo un hueco con bordes de madera. Ah, por cierto, un panda estaba durmiendo plácidamente en la habitación.

Ranma continuó caminando, dispuesto a hacerles pagar con una paliza, o tal vez dos.

"¡Agh!, Ranma se quejó, pues un objeto filoso se había clavado en su pie.

Ranma bajó la mirada, buscando el objeto infractor. La oscuridad le dificultó su trabajo, sin embargo Ranma venció. Con un movimiento rápido Ranma desalojó de su pie el objeto invasor, salpicando de sangre el suelo y manchando su mano en el proceso.

Ranma hizo una mueca de desagrado, la pequeña daga de aspecto ornamental, que se había hundido en su pie, le había hecho daño.

Ranma dejó en suelo la daga, dispuesto a seguir se búsqueda. Sin embargo, algo llamó la atención del joven artista marcial.

En el oscuro suelo de su habitación, junto a un montón de armas dispersas, se encontraba un pequeño objeto redondo, el objeto parecía fuera de lugar entre tantas armas, y objetos contundentes, que provocó la curiosidad de Ranma.

Estaba roto, en el centro del objeto había una grieta, de la cual escapaba un liquido traslucido.

Ranma terminó de observar el objeto, juzgándolo como basura inútil.

Para sorpresa de Ranma, el orbe, repentinamente empezó a emitir una tenue luz roja.

El orbe emitía calor, envolviendo en un manto cálido. Esto no era la más sorprende de las cualidades del orbe mágico. Imágenes de lugares, fragancias, e inclusos sabores asaltaron los sentidos de Ranma.

Ranma trató de soltar el Orbe Del Arrepentimiento, sus esfuerzos resultaron ser inútiles, la magia del artefacto se lo impidió, ahora que había sido activado no permitiría que su presa escapar.

El Orbe 'sabía' que su magia estaba desapareciendo, producto del daño que había sufrido su núcleo, comprometiendo así su existencia, sin embargo había sido activado, alguien había activado su viejo mecanismo, el orbe tendría que usar su magia restante para asegurar el cumplimiento del contrato, tal y cómo había sido programado.

Ranma aumentó la presión que aplicaba con sus manos sobre el orbe. Mientras tanto el orbe aumentaba la intensidad de sus ilusiones, por cada instante que pasaba sus ilusiones se hacían un poco más fuertes, los aromas eran vividos, y los colores estaban brillantes llenos de vida.

Eventualmente, la batalla de voluntad llegó a su fin. El orbe cedió, en su superficie relucían grietas.

Ranma miró al orbe, victorioso, retándole a continuar. Para deleite de Ranma el Orbe Del Arrepentimiento se mantuvo inmóvil.

Ranma se dispuso a destrozar el objeto mágico que reposaba en su mano. La voz de alguien le detuvo.

"Ranma."

Ranma casi saltó sorprendido que había alguien más en la habitación - Genma no cuenta. - Ranma giro, buscando con la mirada la persona que le había sorprendido, él no demoro en encontrarla.

Ranma sintió un escalofrío recorrer su cuerpo, en frente de él se encontraba Akane. Esto no sería nada sorprendente, pues ellos vivían bajo el mismo techo, encontrarse con ella era algo común.

Lo que había sorprendido a Ranma era el actual estado de Akane. Ella lucía un ligero maquillaje en su rostro, peinada de forma tradicional, y con un leve rubor en sus mejillas.

Lucía hermosa. Ranma admitió. Esta no fue la causa de la reacción anterior de Ranma.

Akane vestía un largo vestido blanco, con hermosas decoraciones, en sus reposaba un ramo de flores del cual Ranma no podía despegar la mirada, incrédulo.

Ranma reconocía aquel vestido, era el mismo vestido que Akane había usado durante el intento de boda. Ranma sintió un mar de preguntas arremolinarse en su cabeza.

'¿Por qué Akane estaba vestida de esa forma?', se preguntó.

¡Ella quiere intentar casarse otra vez!, Ranma concluyó nervioso.

Ranma intercambió miradas con Akane.

Ranma fue el primero en romper contacto visual, evitando la mirada de Akane.

"¿Q-qué haces vestida de esa forma?", Ranma decidió hacerse el tonto.

"¿Tío Genma no te dijo?" Akane le preguntó.

Maldiciendo a su padre, Ranma volteó buscando con su mirada a Genma, dispuesto a sacar las respuestas de su viejo panda.

Para sorpresa de Ranma, su padre ya no estaba en la habitación, en su lugar había un pequeño escritorio, en el cual reposaban varios libros.

Ante los sorprendidos ojos de Ranma, la habitación cambió ante sus ojos, atrás quedo la habitación espartana, el suelo en el que antes habían estado clavadas un montón de armas, como si de la obra de un maníaco se tratase, había sido remplazado por un cálido piso de madera.

Ranma había sido incapaz de notarlo inmediatamente, pero la iluminación de la habitación había cambiado.

El sol bañaba la figura de Akane, quien le estaba mirando.

Ranma bajó la mirada.

Ranma se sorprendió ante la vista que le recibió. Su camisa roja y pantalones negros habían sido sustituidos por algo más, ahora él vestía un traje formal blanco, que hacían juego con sus pantalones igualmente blancos. Sin embargo, esto no fue lo que sorprendió a Ranma. Lo que sorprendió a Ranma fue algo más ordinario, en sus mano izquierda sostenía un pequeño objeto, el cual brillaba suavemente.

"Papá junto a tío Genma organizaron esto." Akane le informó, sin embargo la atención de Ranma estaba en otro lugar.

Ranma entendió. Entendió que esto no era más que un recuerdo, la Akane a quien él le había estado hablando era una ilusión, producto de el objeto magia que estaba en sus manos.

Ranma reanudó sus intentos para romper el orbe.

El orbe empezó a brillar con intensidad cegadora, Ranma ignoró esto y continuó apretando al orbe, que era más resistente de lo que aparentaba.

El brillo cegador pronto cesó, siendo remplazado por silencio, silencio que era roto por un suave llanto de angustia.

Ranma abrió sus ojos, curioso a su pesar a cerca de la fuente del llanto. A pesar de lo cercano que sonaba el llanto, Ranma no pudo encontrar su origen.

Ranma decidió ignorar los lamentos que escuchaba, bajo su mirada dispuesto a romper el objeto maldito.

En sus manos ya no había orbe alguno, en cambio estaba el frío cuerpo de Akane.

En ese momento Ranma reconoció a quien le pertenecían los lamentos, el dueño del llanto de origen desconocido era él.

Era él quien lloraba, quien lamentaba la perdida, quien maldecía su falta de habilidad.

Ranma sintió el dolor de la perdida, trató de evitarlo, diciéndose que no era más que una ilusión.

Ranma apretó los dientes, tratando de evitar la avalancha de emociones que le invadían, eran falsas, lo sabía.

Ranma utilizó el alma de hielo en un desesperado intento para calmarse, las emociones caóticas poco a poco desaparecieron.

Ranma posó su fría mirada una vez más en sus manos, el cuerpo de Akane había desaparecido, siendo reemplazada por el orbe. Ranma rompió el Orbe del Arrepentimiento, sin ceremonias lo apretó entre sus dos manos, ante el quejido metálico que emitía, los olores que generaba, los sonidos que oía, sin importarle lo que hiciera el orbe, Ranma lo rompió en pedazos.

Piezas de metal volaron en todas direcciones, algunas piezas se alojaron en la piel de Ranma, quien ignoró el leve dolor.

Las ilusiones desaparecían ante los ojos de Ranma, las montañas de Byankala, el olor de humo que le impregnaba, su quemado cuerpo producto del fuego de Saffron, incluso el orbe desapareció.

Ante el mundo de ilusiones que se desmoronaba ante sus ojos. Ranma cerró los ojos, cansado tanto emocional como físicamente, ignorante al hecho que había activado la maldición del Orbe.


Notas del Autor :

Estoy muy feliz por haber terminado este 'prologo', el cual había estimado no superaría las 1.000 letras. ¡Cuán equivocado estaba!

Tengo un montón de ideas la cual me gustaría escribir en esta historia, un montón de interacciones, un montón de escenas que quiero escribir, espero poder trasmitir la alegría que siento con mi escritura.

¡Ah!, por cierto.

¡Feliz Navidad!