Si, decidí subir los Extras.
Finalmente me decidí a dejar libres algunos de los extras. Este en particular fue el único que sobrevivió a mi gran pérdida (Creía que mis hermanos los borraron pero no, fue otra cosa, y tengo que averiguar "qué" fue lo que ocurrió), junto con otro que he estado rescribiendo, el Número 3 de mis Extras. El número dos tiene Spoilers, una gran cantidad de ellos, así que no pienso sacarlo aún.
En cuanto al siguiente capítulo de "Una Nueva Oportunidad, Un nuevo Comienzo" aún está en proceso (No he comenzado, estoy preocupado por reponer lo perdido… y creo que voy bastante lento).
Este capítulo es el que todos tienen la oportunidad de leer en "Los Dos Inciales".
Espero que lo disfruten n.n
El profesor veía a ambos chicos salir de la habitación. No pudo evitar soltar un suspiro lleno de melancolía. Recordaba como si fuera ayer cuando los cinco de ellos solían jugar a atraparse entre ellos en los terrenos de su laboratorio…
El profesor solo sacudió su cabeza antes de dirigirse a una puerta que se encontraba a uno de los lados del podio.
Al menos, se ahorró el trabajo de tener que contactar con un servicio de limpieza para ordenar el desastre que estaba seguro que Green y Red dejarían al comenzar un combate allí mismo.
La puerta daba a un pasillo de un blanco pulcro. Las paredes parecían estar hechas de mármol liso, y las baldosas del piso eran de cerámica blanca. No había ningún diseño en específico. Solo estaba hecho para la simpleza y para mostrar lo pulcro de su trabajo.
Había varias puertas en el pasillo. Cada uno con una transparente ventanilla que dejaba ver su contenido.
Salas llenas de Pokéballs con Pokémon en su interior, salas llenas de probetas extrañas, salas de Primeros Auxilios, salas con dormitorios, salas llenos de medicamentos, pequeñas bibliotecas…
El laboratorio del Profesor Oak era bastante variado y preparado para cualquier ocasión. Incluso tenía un subterráneo con provisiones en caso de alguna catástrofe a gran escala…
Al fin y al cabo, aunque los tiempos habían cambiado, el continente aún tenía una relación de "pocos amigos" con el exterior. Si llegasen a un punto en el que las relaciones diplomáticas con los otros continentes fueran cortadas, era seguro que estallaría una guerra incomparable a las del pasado… Y eso tal vez, no estaba demasiado lejos.
El profesor llegó a la última habitación del Laboratorio. Su sala personal.
De entre sus ropas retiró una tarjeta magnética especializada, con la cual abrió la puerta hacia su sala.
Había tres investigadores en su interior.
Al verlos… El profesor solo pudo fruncir el ceño, antes de soltar un suspiro.
-Jessica, James, Frederick, ¿Qué se supone que hacen ustedes en mi sala personal?...
Al oír la voz del profesor, los tres jóvenes investigadores se habían paralizado del miedo. Dándose vuelta lentamente hacia él. Incluso James susurraba como un Sutra "Si no lo ves no es error, si no lo vez no es error, si no lo ves…"
Los tres jóvenes tenían alrededor de 20 años. Eran dos chicos y una chica.
La chica tenía el cabello de un color magenta peinado de una forma… vistosa. Ojos azules, una piel blanca notoriamente maquillada y unos labios rojos por el intenso labial. La chica era notoriamente esbelta. Tenía un cuerpo escultural, diferente al que Delia tenía. Era un cuerpo más voluptuoso, uno que podría provocar impulsos y deseos en un hombre cualquiera… pero la chica no emitía esa atmósfera de coquetería y sensualidad, lo que mataba ese deseo en el acto, o sólo no lo provocaba. De hecho, tenía una personalidad tímida e introvertida.
El otro era un chico alto de cabello azul (ligeramente lila) de ojos verde esmeralda. Una piel con un ligero bronceado y un mechón de su cabello sobresalían y le daban una apariencia extrañamente apuesta. Si el empezara a hablar de una forma llena de romanticismo y con una voz grave, el profesor estaba seguro que podría enamorar a una inmensidad de chicas. Pero al igual que la otra chica, su personalidad introvertida y nerviosa parecía desperdiciar su físico.
Y por último, un chico de cabello castaño y piel morena. Se veía bastante musculoso y robusto, pero era un investigador empeñado en su trabajo. Aunque tenía cierta afición por la música, escuchando a una banda cuyo nombre significaba "Reina" en Unovano, llegando a dejar desatendido incluso su trabajo por la música…
Era un grupo variopinto, pero todos tenían una característica en especial. Los tres de ellos respetaban al profesor Oak, y también le temían cuando se cabreaba…
Y es por eso, que los tres de ellos se hallaban petrificados del susto, y se negaban a voltearse del todo (Aunque por alguna razón inexplicable, el Sutra de James se repetía a pesar de que su boca no se movía… verdaderamente perturbador.).
-¿Y bien?
El profesor los instó a hablar, con un tono ligeramente molesto. Los tres reaccionaron a ello, volteándose de golpe y agitando las manos, notoriamente nerviosos (Aunque ver a alguien como Frederick, tan alto, bronceado y musculoso haciendo eso era un espectáculo surrealista).
-P-Pues verá, Je-Jefecito… –James trató de explicarle, con un notorio temblor en su voz. –Un so-sonido e-extraño lle-llegó de la ha-habitación y… y-yo con Je-Jessie y Frederick vi-vinimos a investigar y…
-¿Y? –Dijo el profesor, con un rostro serio… Aunque no podía negar que disfrutaba de ver las reacciones de sus subordinados, quienes estaban empapados de sudor frío.
-L-Le llegó un m-mensaje, Je-jefazo de la-la vidaza. –Dijo James, dándole al final un extraño título.
-*suspiro* Pueden retirarse. –Dijo el profesor Oak notoriamente cansado, a pesar de lo divertido que estaba en su interior.
-¡E-Entendido! –Los tres dieron una especie de saludo militar antes de retirarse caminando de forma rígida, como una muñeca oxidada tratando de imitar una marcha militar.
El profesor Oak no pudo evitar suspirar antes de dirigirse a su propia PC.
Eso tres chicos eran los hombres de confianza del Profesor Oak. Jessie, James y Frederick. Aun por lo poco confiable que parezcan ser, además de tomar en la mayoría de los casos decisiones notoriamente absurdas e ilógicas, eran personas amables y confiables, al menos lo suficiente como para que él les tenga bastante estima y confianza.
Si no fuera así, él nunca los hubiese contratado ese día, hace 10 años…
El profesor sacudió su cabeza mientras abría su bandeja de entrada en su correo.
Uno que otro anuncio de las compañías Devon y Sylph tapaba la pantalla. El profesor trató de borrar el spam en su PC, pero… él era un científico, no un experto en computación. De alguna forma, casi deshabilita los Firewalls y las defensas contra robo de información de su PC.
Si no fuera por Jessie, tal vez todos los datos en su PC habrían sido robados hace tiempo…
Sus pensamientos fueron repentinamente cortados cuando vio el mensaje y su procedencia.
Escuela de Entrenadores, Mele-mele, Alola
Al ver la dirección, dos figuras aparecieron en su cabeza. Una de ellas era la de su primo casi idéntico, exceptuando por su mal gusto por la ropa, su piel morena y su largo cabello. La otra, era la de un joven profesor de la misma generación de Sycamore, con un cuerpo bronceado y fornido, además de una barba estilizada en una perilla.
-¿Por qué Samson y Kukui me habrán enviado un mensaje?
Sin poder pensar en una razón, el profesor hace lo mejor que se debería hacer en esta situación (Y lo que debería haber hecho en un principio), y abre el mensaje.
A medida que lee el mensaje, su expresión cambia notablemente a medida que avanza en la lectura. Asombro, Sorpresa, Ira, Alegría, Dicha… hasta que finalmente terminó de leer el mensaje.
El silencio inundó la sala personal del profesor Oak durante unos minutos, hasta que…
-jajaja... jajaja.. ja ¡jajajajajajajajajajaj! ¡JAJAJAJAJAJA!
El profesor empezó a reír fuertemente. Incluso fue tal la intensidad de su risa que no pudo evitar caer al piso, rodando mientras lágrimas producto de la risa brotaban y rodaban por la comisura de sus ojos.
Fue tal la fuerza de su risa que
-¡Jefe!
-¡Jefecito!
-¡Jefazo!
Tres personas entraron por la puerta al mismo tiempo, perdiendo al mismo tiempo el equilibrio y cayendo de lleno al piso.
-¿Que ocurre, Jefecito? –Preguntó Jessie notoriamente preocupada. Ella estaba acostumbrada a ver a su jefe riendo, pero esta risa llena de una intensidad inhumana era por mucho muy diferente a lo que estaba acostumbrada a ver con el Profesor Oak
-¿Deberíamos llamar a Delia?
-Tal vez deberíamos contactar con un Asilo
Detrás de ella, James y Frederick susurraban en voz baja, pero ella los ignoró completamente.
La risa del profesor finalmente se controló, pero este aún seguía bastante alegre, y parecía capaz de ponerse a reír nuevamente en cualquier momento.
-¿Qué ocurre? Jaja, ja –El profesor Oak repitió la pregunta de Jessie. –No mucho, la verdad. Sólo que desde ahora, las cosas para ese par-No, para todo Kanto, se van a volver muy interesantes.
-¿eh? –El trio ladeó su cabeza, mostrando su incomprensión a las palabras del profesor, a lo que este se limitó a decir "no es nada" entre risas.
El trío se disponía a salir de la habitación, pero de improviso el profesor al levantarse del piso llamó a uno de ellos.
-James, ven conmigo. –Ordenó el profesor.
-¡S-sí, jefazo! –Respondió el mencionado elevando su voz, mientras (otra vez) daba un rígido saludo militar antes de acercarse.
Samuel Oak y su subordinado se acercaron al PC. En él, se veía la imagen de varios chicos. Una chica morena peliverde, una chica de tez blanca y cabello azul, un chico de piel oscura y cabello negro con mechones rojos, un chico blanco y rechoncho de cabello anaranjado y una chica con una piel extremadamente blanca y de cabello rubio.
-¿Ves a estos chicos? –dijo retóricamente el profesor a James, quien asintió esperando las instrucciones de su benefactor. –Necesito que vayas a buscarlos a Carmín, y trates de hacer que se unan a ellos en su viaje.
El profesor minimizó la pantalla de la Bandeja de Entrada, para abrir un archivo, donde se veían otros cinco chicos, siendo dos de ellos Green y Red.
-Quiero que hagas que se encuentren "accidentalmente" y acompañen a mis Holders en su viaje por Kanto hasta la Liga Pokémon. En cuanto a cual se encontrará con cual… lo dejaré a tu criterio.
-¡E-Entendido! –Dijo nerviosamente su subordinado.
James se disponía a salir de la sala, pero se detuvo de improviso.
-…D-¿De verdad lo dejará a mi criterio, Jefecito? –Dijo James, con un poco de intriga y nervios en su voz.
El profesor veía venir esa pregunta. Tanto James como Jessie habían tenido malas vivencias en su pasado, logrando que ambos tuvieran una baja autoestima y problemas con su personalidad. Si él no hubiese aparecido en ese entonces, ¿Quizás a que grupo se hubiesen terminado metiendo? Sólo sabía que en ese entonces era probable que ambos chicos hubiesen caído en las manos de alguna organización criminal, ya sea sufriendo o uniéndose a ella.
No pudo evitar esbozar una cálida sonrisa, como aquellas a las que le dirigía a Red y a Green.
-Por supuesto, James. –Dijo el profesor. –Aparte de tener un gran cariño y amabilidad hacia los Pokémon, uno de los puntos buenos que nadie puede negar de ti, es que eres sorprendentemente bueno a la hora de leer a las personas y evaluarlas. Además, tu criterio a la hora de tomar decisiones es el mejor de los tres… No, yo me incluyo también. De los cuatro.
Ante las palabras del profesor Oak, James no pudo aguantar la sorpresa y felicidad. Su boca se había abierto en una especie de ¿Sonrisa? Mientras que parecía ser capaz de ponerse a llorar allí mismo por la emoción.
-Solamente hay algo que debes tomar en cuenta, James. –El profesor dijo, sacando de su estupor a James. El profesor levantó su dedo índice. –Primero. Ellos no deben saber que tú los estas acercando y guiando a ellos.
-¡Entendido, Jefazo! –Dijo James, rebozando confianza.
-Segundo. –El profesor alzó ahora el dedo anular. –Sólo debes juntarlos haciendo parejas de dos. Uno de Kanto y uno de Alola, ¿entiendes?
-¡Entendido! –Repitió James, con su usual saludo militar rígido.
-Bien, puedes marcharte. –Terminó el profesor Oak.
James se marchaba de la habitación, sin poder reprimir su sonrisa llena de alegría y emoción, cuando una duda surgió en su cabeza, duda que no pensó dos veces en exponer al aire.
.Jefazo… ¿Cuándo parto a Carmín?
El profesor Oak alzó la comisura de sus labios, formando una sonrisa maliciosa. –Ahora mismo.
-¿Eh? –James soltó sin querer.
-No te esfuerces en ir a buscar tu equipaje. Ya no hay tiempo.
-¿Eh?
-Deberías empezar a correr, ¿no crees, James? Ya es muy tarde… Si no te apresuras, la terminal de buses en Ciudad Verde cerrará pronto… y entonces tendrás que correr hacia Carmín.
-…. –James parecía haber sido petrificado. Hasta que…
-¡NOOOOOO! ¡NOS VEMOS, JEFECITO!
James parecía haber desaparecido de un momento a otro mientras una intensa capa de polvo se había levantado. La voz de James se hacía cada vez más lejana, mientras que su figura desaparecía entre los pasillos…
El profesor no pudo evitar reírse. En primer lugar, incluso en este Pueblo tenían un Terminal de buses, que llevaba hacia pueblo Carmín. Además, tanto el Terminal de Ciudad Verde como Pueblo Paleta cerraban a Medianoche, y faltaba todavía mucho tiempo para ello.
Más tarde, le enviaría a Jessie para que le lleve al chico su equipaje y le acompañe… Y le entregara sus Pokémon, que estaba seguro que había olvidado de nuevo.
El profesor miró por la ventana de su sala personal.
Hoy, Green y Red comenzaban su viaje.
Hoy, esos Eevee consiguieron los mejores dueños que podían haber tenido.
Hoy, el proyecto que él, Samson y Kukui hace un año en Navidad habían planificado había sido puesto en marcha.
Hoy era el comienzo de muchas cosas, todas puestas en marcha.
A veces, el profesor sentía como si los engranajes del destino estuvieran congelados. Pero hoy, por alguna razón, sentía como que aquellos engranajes detenidos hace años nuevamente eran puestos en marcha.
Samuel deseaba volver a ser joven como sus nietos, y disfrutar lo que vendría desde ahora.
Pues hoy, era el inicio de una aventura
Mientras tanto…
Un Gengar y un Weaville caminaban tranquilamente por las calles de Pueblo Paleta.
Aunque ver a ambos Pokémon caminando despreocupadamente por las calles de cualquier lugar y sin su entrenador era algo bizarro de ver para la gente, nadie parecía reparar en ellos.
Aunque para ser sinceros, no había nadie en primer lugar.
[Malasadas, Malasadas, la, la, la]
El Gengar cantaba una extraña canción, mientras se llevaba a la boca una Malasada.
-… –El Weaville a su lado miraba con una cansada expresión al Gengar.
Pero antes de poder morder la Malasada…
-¡LOO SIENTOOOOO!
Un hombre de cabello azul y una larga bata corría a toda velocidad dejando detrás de sí un rastro de humo, polvo y tierra levantada.
La velocidad a la que iba, ni siquiera un Tauros podía alcanzarla. Un ser humano alcanzando esa velocidad… era realmente ilógico y extraño.
Pero lo más extraño… es que le quitó la Malasada de la mano al Gengar, mientras no se detenía en ningún momento…
-[…]
El Gengar estaba congelado. No reaccionaba, como si fuese una estatua.
Hasta que…
-[¡NOOOO! ¡MI MALASADA!]
El Gengar cayó arrodillado, llorando y gritando exageradamente. A pesar de que no había nadie que los viera, a pesar de que incluso si así fuera nadie los vería, ella no puedo evitar sentir vergüenza ajena por culpa de ese estúpido Gengar.
El Gengar dejó de llorar. Sus ojos estaban rojos por la irritación y con una mirada llena de rencor.
-[Olvídate de Rojito, ¡VOY A PERSEGUIR Y MATAR A ESE BASTARDO!]
El día de hoy sería bastante agitado…