Disclamer: No poseo los derechos de The Legend of Zelda


Capítulo 1: Línea Unificada


Orígen


Cientos de cadáveres de aliados y enemigos yacían a su alrededor pero Hylia tan solo tenía una cosa en mente. Debía reunirse cuanto antes con aquel ser que había despertado sentimientos desconocidos en su interior.

El Heraldo de la Muerte había sido sellado en la Tierra del Presidio y los humanos vivirían en el cielo, protegidos por una barrera de nubes. Aún quedaban muchas cosas que hacer y solucionar pero ya habría tiempo para ello.

Hylia tenía heridas por todo su cuerpo, su sangre manchaba su hasta hace unos días blancos ropajes y estaba muy cansada. Aun así, siguió caminando entre el mar de cuerpos hasta que por fin encontró lo que tanto buscaba.

Allí, ante ella, se encontraba el inerte cuerpo del Héroe elegido.

-…Link-susurró dolorida mientras se agachaba y lo recogía en sus brazos.

Acarició su rostro con cuidado mientras lágrimas salían de sus ojos sin que pudiese hacer nada para evitarlo.

Estaba frío. Beso sus labios, a pesar de que ya eran incapaces de trasmitirle nada de ese amor que sintieron el uno por el otro. Sus preciosos ojos celestes ya no emitían luz alguna. Su alma había abandonado su cuerpo hace mucho

-No es justo, no es justo…-Hylia repitió aquellas palabras una y otra vez, como si fuesen un mantra-. Después de todo lo que los dioses te hemos hecho sufrir…Merecías vivir, merecías conocer la felicidad…

Al lado de la diosa apareció una mujer alta, de pelo blanco y mirada firme.

-…Mi señora-dijo Impa con voz rota al verla en aquel estado. Hylia apenas captó su presencia, toda su atención estaba dirigida a su amado.

Los recuerdos fueron apareciendo lentamente en la mente de Hylia. Recuerdos de cuando conoció al héroe hace un año. Desde el primer momento le pareció ver algo diferente en él. Algo que le hacía destacar entre los demás.

ooOoo

A ella siempre le habían interesado los seres no divinos. Aun así, la mayoría de ellos le parecían igual y realmente no sabía mucho sobre ellos y sus vidas. El ser elegida como mensajera de los dioses fue la oportunidad perfecta para poder satisfacer su curiosidad. Jamás pensó que estar entre ellos la cambiaría tanto.

Link, aquel era el nombre de la persona con la que descubrió un amor diferente al que sentía por sus hermanas y compañeros dioses. Amor, un bello sentimiento que la hacía sentirse como el ser más importante del universo. Estaba segura de que Din le diría que aquello no eran más que tonterías pero ella no lo veía de esa forma.

Al principio ella y Link no se llevaban muy bien ya que el joven Héroe no parecía confiar mucho en los dioses y tenía mucha ira dentro. Además de lo difícil que era hacerle hablar.

-Me gustaría haceros una pregunta, Héroe-le dijo Hylia una vez.

Link asintió con la cabeza, dándole permiso.

-¿Por qué habéis aceptado ayudar a vuestros compañeros de armas tan fácilmente? Ninguno dudo en traicionaros cuando lord Dagianis os calumnio y encerró.

-Voy a seros sincero, mi señora. Al principio pensé seriamente en eliminarlos a todos-confesó Link dejándola sorprendida-. Pero fue en ese momento cuando me di cuenta de cuan bajo había caído mi alma. Mi reino, mi gente…Si hiciese daño a mis compañeros nadie podría protegerlos. Las personas somos débiles y fáciles de manipular, ya no los culpo por dejarse engañar por Dagianis. Mientras todos puedan ser felices no me importa tener que sufrir. No tengo familia ni amigos. Proteger a los demás a costa de mi vida es lo único que puedo hacer.

-Sois extraño-dijo Hylia sonriendo levemente. Link la miró mientras arqueaba una ceja-. Cualquier otro se habría sumido en la venganza y el dolor, pero vos seguís hacia delante sin mirar atrás ni un instante. Incluso sois capaz de perdonar a vuestros enemigos. Nunca pensé que tendría como compañero a alguien tan admirable.

Link se sonrojó ligeramente ante ese comentario.

-¿Os sucede algo?-preguntó Hylia al ver el rojo que cubría su rostro.

-No, mi señora-respondió Link rápidamente.

-Estáis rojo, ¿quizás hablar tanto os ha sentado mal?

-E-estoy perfectamente, mi señora-dijo Link, sorprendido de cuan inocente podía llegar a ser la diosa.

ooOoo

-¡Héroe!, ¿habéis visto lo bello que es el crepúsculo?-exclamó la diosa.

Link la miró sonriendo. Ya llevaban dos meses viviendo juntos, en habitaciones separadas, y le fascinaba ver como la Hylia se comportaba como una niña. Todo la sorprendía y siempre quería saber más sobre lo que veía.

-No es necesario que me sigáis llamando Héroe, mi señora-le dijo mientras se sentaban juntos en la pradera, contemplando el horizonte-. Prefiero que me llaméis por mi nombre.

-¿Y eso?

-No me siento cómodo cuando me llamáis así-dijo Link muy serio-. Yo... no me considero un héroe. Me he pasado años encarcelado y he tenido muchos pensamientos oscuros. Mi alma está demasiado manchada.

Hylia lo miró durante un rato y para sorpresa de Link puso una mano encima de la suya.

-Estáis muy equivocado-le dijo muy seria, sin notar el pulso acelerado del guerrero-. Un héroe no es alguien perfecto que jamás comete fallos. Un héroe es alguien que a pesar de todo lo que ha sufrido, sigue manteniendo su fuerza de voluntad y su esperanza. Alguien que puede derrumbarse ante las pruebas que le ponen los dioses pero aun así se levanta y las supera. Tú eres un héroe, Link.

Link se quedó mirando aquel bello rostro que por alguna razón le llenaba de felicidad. Sus palabras hacían que el fuego de su alma, el cual creía extinto, se volviese más intenso.

-…Gracias, mi señora-dijo finalmente. Hylia, sin soltarle la mano, sonrió aún más. Link pensó que jamás había visto una sonrisa tan hermosa.

-Link, podéis llamarme Hylia-dijo ella-. Cuando decís "mi señora" me hacéis sentirme muy vieja.

-Si mal no recuerdo sois muy vieja, desde el punto de vista de mi raza.

Un aura amenazadora cubrió el cuerpo de Hylia en ese momento.

-¿Qué habéis dicho?

-¡N-nada, mi seño-…digo, Hylia!

La diosa se rió al ver la cara de puro terror que había puesto Link. Al poco rato él también acabó por reírse.

ooOoo

Hylia no sabía que la felicidad pudiese ser algo tan maravilloso. Sentía que su vida se llenaba de color y que todo adquiría un nuevo sentido. Apenas podía contener las ganas de llorar de pura alegría. Link la había besado.

Siete meses habían necesitado para darse cuenta de que sentían algo el uno por el otro. Algo más profundo que el mero compañerismo o la amistad.

Hacía tan solo tres días Link y ella habían cenado juntos cerca de un lago. Allí, el tiempo se había detenido para ambos. Al principio, habían hablado de anécdotas y curiosidades de sus vidas. Hasta que poco a poco, sin darse cuenta, habían acortado el espacio entre ellos y se habían besado.

Tras separarse, Link se había asustado y se había arrodillado ante ella implorando su perdón. Cuál sería su sorpresa cuando Hylia cogió su rostro entre sus manos y lo volvió a besar. Para ella era una experiencia nueva que quería seguir compartiendo con Link, su héroe, la persona de la cual se había enamorado.

ooOoo

-¡Hylia!, ¡¿acaso has perdido la cabeza?!-exclamó Din, diosa del Poder-. ¡Lo que quieres hacer es una locura!

-No, locura sería seguir viviendo con este terrible dolor que siento en mi pecho-respondió ella muy seria.

-Los otros dioses no te lo permitirán, ¡no seas idiota y recapacita por favor!-insistió Din.

-Ya he tomado una decisión, hermana-replicó Hylia-. Pienso renunciar a mi inmortalidad y me reencarnaré junto a él.

-No, no lo harás-la amenazó Din mientras aumentaba su aura-. Sabía que vivir entre ellos durante tanto tiempo no sería bueno.

-¿Vas a detenerme?-preguntó Hylia aumentando su aura también.

-Sí. Espero que no me guardes rencor por lo que voy a hacerte, te juro que es por tu bien.

-Lo mismo digo.

Por alguna razón, Din tembló ligeramente al contemplar el aura de Hylia.

-¿Q-qué es esta sensación?-pensó algo sorprendida, aunque lo disimuló muy bien-. Su poder es mucho mayor que antes…

-Eso es debido a que sus sentimientos le han otorgado un fuerza que los dioses solemos ignorar-le explicó Nayru, quien parecía haberle leído la mente a Din.

-¿Cómo es eso posible?-preguntó Farore, mientras miraba con curiosidad la disputa entre sus hermanas.

-Su amor por ese humano la ha vuelto…más humana, valga la redundancia-respondió Nayru. Incluso ella, la diosa de la Sabiduría, parecía tener dificultades para explicarse mejor-. Los humanos se vuelven más fuertes cuanto mayor es su deseo por proteger a alguien o algo. En este caso, Hylia quiere proteger su lazo con Link al querer deshacerse de su divinidad.

-¡No digas tonterías!-rugió Din furiosa, su aura llameante aumentando por momentos-. Nayru, ¿sabes lo que le harán los otros si oyen tus palabras? ¡Hylia, olvida de una vez a ese humano! Renacerá de nuevo y tendrá una vida feliz, ¡¿qué más quieres?!

-Estar con él-fue la respuesta de Hylia. Su aura dorada emitió una luz que sería cegadora para cualquiera que no fuese un ser divino.

Antes de que liberasen sus poderes la una sobre la otra, Farore se interpuso entre ambas usando su propio cuerpo como barrera.

-¡Basta! ¿Es qué habéis perdido el juicio?

-Sí, Hylia ha perdido el juicio por completo-le espetó Din-. ¿Tanto vale ese tal Link como para dejarlo todo por él?

-El día que conozcas el amor como lo he hecho yo, serás capaz de responder tú misma a esa pregunta-dijo Hylia.

-Sé cómo te sientes, hermanita-le dijo Farore en un tono conciliador-. Pero debes pensarlo bien. Antes te he dicho que voy a permitir a Link reencarnarse. Tendrá otra oportunidad para ser feliz en la vida, pero lo que tú quieres hacer… ¿No crees que es demasiado drástico?

-¡Así se habla, Farore!-dijo Din muy satisfecha.

-Aunque si te soy sincera al final acabaré por ayudarte en esta locura. No me importa tener que tocarles las narices a varios dioses. Link también me caía muy bien a mí.

-¡Farore!-gritó Din, escandalizada por las palabras de su hermana.

-…Gracias Farore-dijo Hylia. Sus ojos mostraban una fuerza y determinación que jamás habían visto antes en ella.

Nayru se acercó a Hylia y puso una mano sobre su hombro.

-Tal vez haya una manera de cumplir tu deseo sin que los demás dioses sospechen-le dijo.

-Nayru, ¿en serio serías capaz de ir contra los demás?-preguntó Farore sorprendida mientras una traviese sonrisa aparecía en su rostro-. ¡Cuánto valor! ¡Contad conmigo para lo que sea!

Hylia miró a sus dos hermanas y por primera vez desde la muerte de Link, sonrío.

-¿Y tú, que vas a hacer Din?-le preguntó Hylia-. No me importa si le cuentas esto a alguien, pero por favor, no les digas que Nayru y Farore me han ayudado.

-A mí no me importa que lo digas-dijo Farore encogiéndose de hombros. Nayru tuvo que aguantarse las ganas de golpearse la frente ante la actitud de su hermana.

-No sé si es la diosa del Valor o de la estupidez-pensó desolada.

Din miró a sus hermanas con estupor. No podía creerse lo que estaba oyendo.

-De Farore me lo podía esperar pero ¿tú, Nayru?, ¿desde cuándo eres así?

-Siempre precipitándote en tus conclusiones, Din-suspiró Nayru-. No lo hago solo por Hylia. Por si lo has olvidado, la Trifuerza no puede ser usada por los dioses. Si nuestra hermanita pierde su divinidad será capaz de acceder a ese poder y protegerlo, junto al héroe claro está.

Al ver la, algo siniestra, sonrisa de Nayru, Hylia se dio cuenta de un detalle importante.

-Pero hay algo más, ¿verdad?-le dijo Hylia-. Farore me contó que manipularía el alma de Link para que pudiese reencarnarse, sin embargo ni tú ni Din le llevasteis la contraria. ¿Por qué?

-Porque encontrar a una persona de corazón noble y puro en cada nueva era sería demasiado complicado-replicó Farore con gesto aburrido-. Fue Nayru quien me sugirió lo de la reencarnación. Din no se opuso porque Nayru le dio unos cien motivos por lo que aquello era buena idea.

-Ya veo-dijo Hylia pensativa. Sabía que a Nayru le encantaba probar su inteligencia manipulando a otros dioses y a veces a demonios. No podía evitarlo y hasta ahora Farore, Din y ella eran de las pocas capaces de ver a través de su inocente sonrisa. Eso sí, Nayru jamás haría algo que dañase a sus hermanas.

-Je, vaya con Nayru…siempre pensando en todo-dijo Din suspirando-. Manipular a los dioses, quitarle la divinidad a Hylia, darle la habilidad de reencarnarse a un Héroe…Mentiría si dijese que todo esto no me emociona en lo absoluto. ¡De acuerdo, trío de idiotas, os ayudaré!

-Gracias, Din-dijo Hylia con lágrimas en los ojos-. Gracias a todas.

-No nos las des todavía-replicó Din-. Esta es la peor idea que has tenido en toda tu existencia. Espero que realmente merezca la pena.

Las cuatro se dieron finalmente un fuerte abrazo. Eran hermanas y se apoyarían las unas a las otras pasase lo que pasase.

ooOoo

Hylia tuvo que atar muchos cabos sueltos y dejarlo todo preparado para cuando ella y Link renaciesen. No fue fácil pero el saber que estaría junto a su amado le dio las fuerzas que necesitaba. Su fiel servidora Impa fue de gran ayuda a la hora de realizar aquellas tareas.

-Tu alma y la del héroe formaron un poderoso lazo rojo cuando vuestros cuerpos se unieron-dijo Nayru. Hylia se sonrojó un poco pero siguió prestando atención-. Generalmente los lazos así no suelen desaparecer ni con la muerte de uno o ambos individuos pero vuestro caso es excepcional. Por eso bendeciremos ese lazo con nuestros poderes. De esa forma nadie ni nada podrá romperlo.

-Aun así deberás tener mucho cuidado-le advirtió Din-. Si los otros dioses se enteran estoy segura de que harán lo impensable para que haya vidas en las cuales no podías ser felices, por muy fuerte que sea vuestro amor.

-No la preocupes tanto, Din-dijo Farore mientras acariciaba la cabeza de Hylia-. Tu solo disfruta de poder reunirte con él. ¡Ah!, y que no se te olvide salvar el mundo de paso.

-Muchas gracias, a todas-dijo Hylia a sus hermanas-. Jamás podré agradeceros lo suficiente todo lo que habéis hecho por mí.

-Cualquier cosa por mi hermana favorita-rió Nayru.

Hylia cerró entonces los ojos mientras tenía su último pensamiento como diosa.

-Link, pronto estaremos juntos.


Skyward Sword


-¡Humano, me has vencido! Tu fuerza es increíble... Te felicito... Pero te lo advierto... Esto no acaba aquí. Yo... te condeno... La maldición de los demonios... te perseguirá para siempre en un círculo sin fin. ¡No lo olvides! ¡La nuestra será una lucha eterna! Ustedes, los poseedores de la sangre de la Diosa y el alma del Héroe... nunca escaparán a este ciclo interminable al que yo los condeno. Mi odio resurgirá y los perseguirá una y otra vez. ¡Esta batalla seguirá por toda la eternidad!

Fue un milagro que Link se despertase sin gritar. Su cuerpo estaba bañado en sudor y su respiración era agitada. Tras mirar a su alrededor y darse cuenta de que estaba en su habitación se tranquilizó. A su lado dormía profundamente su esposa.

Antes no era así pero últimamente Zelda dormía más que él, lo cual ya era decir. Mejor, bastante tenía con todo lo que había sufrido a manos de Grahim y su amo, el Heraldo de la Muerte. Link no quería añadirle sus pesadillas a su lista de preocupaciones.

Con algo de esfuerzo y sin hacer ruidos se levantó de la cama y salió a pasear. Ante él, había una hermosa pradera que se extendía hasta más allá de lo que sus ojos eran capaces de ver.

No sabía cuánto tiempo estuvo mirando el horizonte pero pudo notar la presencia de Zelda a sus espaldas.

-¿Te encuentras bien?-le preguntó Zelda mientras le abrazaba e intercambiaban un beso corto pero cariñoso.

-¿Por qué no iba a estarlo?-preguntó Link fingiendo desconocimiento.

-Sé que últimamente tienes pesadillas-dijo Zelda muy triste-. Y me duele que no quieras compartirlas conmigo.

-Cariño…Tener preocupaciones es lo último que necesitas ahora mismo-dijo Link acariciándole la cabeza.

-Somos un equipo, ¿recuerdas?-dijo Zelda mirándole a los ojos-. Y prometimos estar juntos en todo, tanto en lo bueno como en lo malo.

-Lo sé-dijo Link suavemente-. Pero no quiero que te pase nada.

-¿Por qué iba a pasarme algo?-preguntó confusa-. El Heraldo y Grahim ya no están, somos libres Link.

Link se separó de ella y le dio la espalda.

-¿Link?

-¿Recuerdas las últimas palabras del Heraldo?-preguntó el Héroe de repente. Un escalofrío recorrido el cuerpo de Zelda.

-Sí…

-Tengo miedo, tengo miedo de que esa maldición nos persiga por siempre-confesó Link-. Yo, al contrario que tú, no tengo recuerdos de mi vida pasada. No sé cuánto tuviste que sufrir pero si todo lo que sacrificaste cuando…morí.

-Lo sé, cariño-dijo Zelda acercándose a él-. Y quiero que sepas que no me arrepiento de las decisiones que tomé. Nunca podría.

-¿Estamos condenados a reencarnar y pasar por un gran sufrimiento siempre?-preguntó Link con tristeza-. ¿Estoy condenado a volver a nacer sin recuerdos de mi anterior vida?... ¿Sin recuerdos de ti?

Zelda le cogió del brazo izquierdo y le obligó a darse la vuelta. Sin previo aviso cogió el rostro de Link entre sus manos y le besó. Fue un beso profundo y largo en el cual le transmitió todo su amor por él.

El joven Héroe no tardó en corresponderla con el mismo fervor. Finalmente, se separaron unos milímetros debido a la falta de aire.

-La maldición ya existía antes de que tú y yo nos conociésemos en nuestras vidas pasadas. El bien y el mal siempre han estado en conflicto, la única diferencia es que ahora somos tú y yo quienes representamos a las fuerzas del bien-Zelda unió su frente con la de Link-. Lo que tú y yo tenemos jamás desaparecerá por más siglos que pasen. Siempre estaremos juntos, ¿vale?

Link no pudo evitar reírse un poco al ver la gran convicción que había en los ojos de su esposa.

-Siento ser tan estúpido-se disculpó Link.

-Fay diría que tu estupidez ha aumentado en un cien por cien o algo así-rió Zelda.

-Seguramente-afirmó Link. Ambos rieron al recordar al espíritu de la Espada Divina.

-Zelda, te prometo que no volveré a dudar-dijo Link muy serio-. No sé qué nos deparará el futuro pero estoy seguro de que juntos lograremos vencer cualquier adversidad.

-¿Es que hay algo que una diosa y un héroe no puedan hacer juntos?-preguntó ella con una sonrisa pícara en su rostro, la cual se transformó en una expresión de shock absoluto mientras se llevaba una mano a la tripa.

-¡Zelda, cariño!, ¿qué te pasa?-preguntó Link cogiéndola en brazos y depositándola con cuidado en el suelo. El Héroe se asustó al ver que su esposa no respondía y tenía los ojos cerrados.

-…Link-dijo finalmente Zelda mientras lo miraba con una cara de felicidad que el joven nunca había visto-. El bebé…me ha dado una patata.


The Minish Cap


-¡Jiaah!-gritó Link mientras lanzaba un poderoso tajo horizontal. Su rival intentó detenerle con su escudo, pero la fuerza de Link fue demasiada y cayó fuera del campo de batalla. El público rugió ante la fuerza demostrada por el joven de ropajes verdes.

-¡Proclamo a Link vencedor absoluto del Torneo de Lucha!-exclamó el árbitro. Muchos aplaudieron mientras que otros observaban incrédulos lo sucedido.

Link había vencido a más de veinte caballeros en una tarde y ni siquiera parecía cansado. Eso sin contar que de todos los participantes del torneo él era el único adolescente.

-Sabía que mi nieto tenía potencial-dijo su abuelo Smith muy emocionado.

-Sin duda muy pronto el alumno superará al maestro-afirmó Tesshin, maestro de la escuela de esgrima.

Link ayudó a su rival a levantarse y luego se inclinó ante el público y ante el rey Rey Daphness y su hija, la princesa Zelda. La chica le saludó desde lejos, lo cual hizo que el corazón de Link diese un vuelco. No sabía por qué, pero desde hace un tiempo cada vez que veía a su amiga de la infancia sentía como si un millar de mariposas estuviesen revoloteando por su estómago.

Cuando llegó la ceremonia para premiar al campeón Link se puso algo nervioso. A él no le solían gustar aquel tipo de cosas.

-Ezero se enfadaría si supiese que aún me pone nervioso estar delante tanta gente-pensó Link con nostalgia.

Link subió unas escaleras decoradas con una alfombra roja. Arriba del todo le esperaba el rey y la princesa. Al acercarse, todos sus nervios se disiparon al ver a su amiga. Su cálida sonrisa hizo que casi se olvidase de a que había ido allí.

-Link, nieto de Smith, destructor de Vaati, salvador de Hyrule y ahora campeón del Torneo de Lucha-dijo el rey, haciendo que Link se sonrojase un poco-. Como sabrás, el premio por ganar este torneo era dinero y poder ser parte del ejército de Hyrule. Sin embargo, desde que eras un niño has demostrado un nivel superior al de cualquiera de mis soldados. Dime que es lo que deseas y te lo concederé.

Todos se quedaron mudos. Lo que el rey hacía era algo muy inusual.

Link ni siquiera miró a Zelda. Si lo hacía sabía que ambos se partirían de risa. Fingiendo que todo aquello le pillaba por sorpresa Link miró fijamente al rey a los ojos.

-Majestad, no deseo dinero ni un puesto elevado en vuestro ejercito-respondió el joven-. Solo deseo poder ser el guardaespaldas de vuestra hija, la princesa Zelda.

ooOoo

-¿Has visto la cara que han puesto todos?-rió Zelda. La fiesta había terminado hacía pocas horas. Los único que quedaban por las calles eran los borrachos y lo que no podían moverse debido a la borrachera.

-Por un momento pensé que tu padre me iba a matar-dijo Link algo asustado. Él y Zelda estaban sentados en el balcón de su habitación en el castillo. Por suerte, ni el rey ni el secretario Impa sabían que los dos amigos llevaban unos años reuniéndose allí.

-Mi padre nunca te haría daño-dijo Zelda-. Te quiere mucho, sobre todo después de lo que hiciste por Hyrule y por mí.

Era cierto. Al principio la cara del rey había adquirido numerosas tonalidades y expresiones pero al final había sonreído a Link y le había dicho.

-¡Por supuesto que acepto que seas el guardián de mi hija!-exclamó con alegría-. No creo que exista alguien más capaz que tú para protegerla.

-¡Perfecto!-pensó Zelda mientras le guiñaba un ojo a Link.

Zelda se sentó a su lado y apoyó su cabeza en el hombro de Link. Este no intentó apartarla. Aunque fingía que no era así, le encantaba cuando la princesa hacía aquello.

-Link, ¿echas de menos a Ezero?

-¿Por qué lo preguntas?

-Es que a veces te veo mirando con tristeza el gorro que te regaló antes de irse.

-¿Por qué iba a echar de menos a alguien gruñón, malhablado, cabezota y sin una pizca de paciencia?-preguntó él. Zelda alzó la vista y posó una mano en su mejilla derecha.

-No pasa nada porque lo eches de menos. El portal hacía el mundo minish se abre cada cien años y seguramente... no volveremos a verlo.

Link miró a Zelda y lentamente la abrazó. Ella correspondió enseguida su abrazo. Por alguna razón, cada año sentía que quería estar más y más cerca de su amigo. El estar con él llenaba el hueco que sentía a veces en su corazón.

-Hoy, durante el torneo, he recordado lo que pasó hace cinco años-confesó Link, su voz era pagada-. Si, lo echo de menos. Gracias a él pude descubrir un maravilloso mundo y conocer a seres de todo tipo. Sin embargo, aquello fue cuando tú estabas convertida en piedra. La próxima vez que vaya a un lugar tan mágico, me gustaría que tu estuviese a mi lado.

Zelda se separó de él y lo miró con una expresión que mezclaba alegría y sorpresa.

-A mí también me gustaría poder acompañarte, Link.

-Bueno, ahora que soy tu guardián eres tú quien decide a donde ir, princesa-dijo Link con una amplia sonrisa.

-Mientras tú estés a mi lado no me importa el destino que deba elegir, Héroe-respondió ella.

Aquella noche, solo las estrellas y la luna fueron testigos de cómo el hilo rojo que los unía desde tiempos ancestrales, comenzaba a ser más y más visible.


Four Swords


Ser dividido en cuatro no era una experiencia agradable. Tu consciencia desaparecía como tal. Se repartía entre cuatro personas que eran idénticas a ti pero solo conservaban uno de tus rasgos como personalidad principal. Ya fuese la inteligencia, la ira, el orgullo o el optimismo.

Sí, gracias a que se había divido en cuatro y con la ayuda de Zelda, había podido vencer a Vaati. Aun así no deseaba volver a repetir semejante experiencia en su vida.

-Link, ¿es verdad que quieres formar un escuadrón personal?-le preguntó Zelda algo sorprendida-. Con lo que te gustaba trabajar solo.

-Mi última aventura, me enseño que no está mal confiar en alguien más aparte de ti mismo cuando estas en medio de una batalla-confesó Link.

-Parece que la magia de la Espada Cuádruple si sirvió de algo-rió Zelda-. Me alegra ver que ya no eres tan contrario a la idea del trabajo en equipo.

Los dos iban cogidos de la mano mientras paseaban tranquilamente por la Ciudadela. Ya habían visitado varias tiendas e incluso un circo que había llegado hace poco.

Cuanto más avanzaba el día más podía notar Zelda que Link parecía muy nervioso por algo.

-Zelda, ¿quieres que vayamos a comer algo?-le preguntó Link de repente. Su rostro era más serio de lo normal.

-…Vale-respondió ella. ¿Estaría bien Link? Sabía que si se lo preguntaba directamente se cerraría en banda y sería imposible sacarle la verdad, por lo que decidió tener paciencia.

Para su sorpresa, Link la sacó de la Ciudadela y la llevó hasta la pradera. Los guardias que vigilaban los portones no parecían preocupados ni hicieron nada por detener a Link. Aquello extrañó bastante a Zelda.

Al llegar a una zona cercana a un río, Zelda vió sorprendida como había un mantel en el suelo y encima comida servida en varios platos junto a varios cubiertos. Había hadas revoloteando por el lugar, dándole un aspecto mágico a la escena.

Zelda no pudo evitar llevarse las manos a la boca.

-¿Esto lo has preparado tú?-le preguntó emocionada. Link se sonrojó un poco y se rascó la nuca con algo de nerviosismo.

-Bueno, digamos que he tenido ayuda-contestó él.

-¿El gran Héroe de Hyrule pidiendo ayuda a otras personas?-preguntó Zelda bromeando.

-Ya te he dicho que he cambiado…-Link se puso aún más rojo.

-Lo sé, y no sabes cuánto me alegro por eso-dijo Zelda a la vez que lo abrazaba pillándole por sorpresa-. Será mejor que les des las gracias a todo los que te han ayudado, a los guardias de la entrada a la Ciudadela también.

-¿T-te has dado cuenta?-preguntó Link atónito. Zelda simplemente sonrió y se sentó para disfrutar del picnic.

Tras una hora comiendo y hablando de varias anécdotas divertidas, Link se puso delante de Zelda y le cogió de las manos.

-… ¿Link?-Zelda esta roja y no sabía porque pero sentía que algo importante iba a suceder.

-Zelda, tú y yo hemos sido amigos desde que teníamos cinco años-dijo Link con firmeza y cariño-. Con el tiempo nuestra amistad ha evolucionado y gracias a las diosas puedo decir que tengo a la novia más bondadosa y hermosa de Hyrule.

El corazón de Zelda iba a mil por hora. ¿Acaso Link estaba…?

-Después de lo de Vaati me di cuenta de que si te perdía mi vida no tendría sentido alguno, por eso un año después reuní el valor para empezar a cortejarte-continuó diciendo el Héroe. Soltó una de las manos de Zelda y sacó una cajita de su bolsillo-. Y por eso ahora, tres años después, te pido que seas mi compañera de equipo en la aventura más grande de mi vida…Zelda, ¿quieres casarte conmi-?

Sin darle tiempo a terminar la princesa se abalanzó sobre él mientras repetía la palabra "sí" de forma constante como si de un mantra se tratase. Sin duda aquel iba a ser un día memorable en la historia de sus vidas.


Ocarina of Time


OoT: Línea del Héroe Adulto

-Gracias Link…Adiós. Recupera tus años perdidos…Disfruta de la vida que se te fue arrebatada-esas fueron las últimas palabras de Zelda al Héroe del Tiempo cuando usó la ocarina para enviarlo de vuelta a su línea temporal.

Zelda se había prometido no llorar. Pero era difícil no hacerlo cuando la persona con la que habías compartido tantas cosas desaparecía para siempre de tu vida.

-No debo seguir pensando en eso-se dijo a sí misma-. Debo ver el lado bueno de las cosas, tal y como Impa me enseñó.

Link sería feliz en su línea temporal, ni Hyrule ni nadie sufriría siete años bajo el yugo de Ganondorf. Y en esta línea temporal las siguientes generaciones conocerían la libertad.

Zelda sabía lo que haría a partir de ahora. Restauraría su reino y compensaría a su gente por estar siete años viviendo en una pesadilla. Luego gobernaría Hyrule y la llevaría a una nueva era dorada. Para mantener el linaje real se casaría con algún noble, al cual compararía todo el rato con Link. Un noble al cual jamás llegaría a amar de verdad. Un noble con el cual compartiría cama hasta que hubiese un heredero al trono. Entonces ambos dormirían en habitaciones diferentes el resto de sus vidas, siendo como mucho amigos.

Zelda sonrió levemente. Ella no sería feliz pero los demás sí. Con eso bastaba.

-Puede que esta línea temporal no sea ideal pero conseguiremos que Hyrule vuelva a ser grande de nuevo-dijo Zelda intentando animarse.

Sin embargo, sus pasos se detuvieron al darse cuenta de algo muy importante.

-Línea temporal…Línea temporal...-murmuró agitada.

Si había enviado a Link a su línea temporal, junto a su Zelda y a su Hyrule…Eso significaba, ¿qué en esta línea temporal también había un Link?

-Tiene sentido-pensó Zelda llevándose una mano a la boca mientras intentaba razonar con aquellas nuevas ideas y teorías-. Debe de haber un Link, un Link que no es un héroe ni porta la Trifuerza del Valor…Aquí, en mi Hyrule o en algún otro lugar.

Una amplia sonrisa comenzó a formarse en el rostro de la princesa. Puede que estuviese equivocada y en caso de que no, puede que su Link no fuese un joven amable, noble y responsable. Puede que estuviese buscando en ese Link a alguien que ya no existía en aquel mundo.

Había muchas variables y factores en aquel problema, aun así no podía ni pensaba rendirse. Algo en su interior le decía que tras haber sacrificado su rango, su identidad, su salud y su propia alma, merecía ser feliz. Algo le decía que debía ser como el Héroe elegido y dejar el raciocinio a un lado en este caso. Por una vez en su vida iba a seguir los designios de su corazón.

-Link-dijo mirando al azulada cielo-. No sé cómo serás ni si podremos ser amigos o quizás algo más…Pero juro que si existes en este mundo, te encontraré.


OoT: Línea del Héroe Niño

-Gracias, muchas gracias Link-dijo Zelda sollozando mientras abrazaba a su amigo.

Tras el retorno de Link a su línea temporal, este había ido al castillo de Hyrule. Al principio con temor, pues no sabía si la princesa Zelda le conocería.

Su alegría fue mayúscula cuando vio que Zelda, por algún extraño motivo poseía los recuerdos de la otra línea temporal. Sabía quién era él.

Entre los dos convencieron al rey de que Ganondorf tan solo buscaba apropiarse de Hyrule y la Trifuerza. Al final el rey decidió investigar aquello y después de varias semanas se demostró que tenían razón.

Ahora el rey gerudo estaba encarcelado a la espera de un juicio. Las gerudo le habían abandonado y puesto que el resto de razas ya no confiaban en ellas, se estaban marchando de Hyrule.

-Me alegro de haber impedido que Ganondorf se saliese con la suya-dijo Link al separarse de Zelda. Entonces sacó un objeto de su bolsillo-. Toma, esta es tu ocarina, me ha servido de mucho.

-No, es mejor que te la quedes tú-replicó Zelda con una dulce sonrisa en sus labios-. Algo me dice que la vas a necesitar.

Link asintió con la cabeza y se quedó con la ocarina.

-¿Ahora qué vas a hacer?-le preguntó con curiosidad Zelda.

-Quiero ir en busca de Navi.

-¿Tú hada? ¡Es verdad, no la he visto por ninguna parte!-exclamó Zelda al darse cuenta-. Creía que siempre te acompañaba.

-Ha desaparecido-dijo Link con voz triste.

-… ¿Y eso?

-No lo sé-confesó Link preocupado-. Desapareció justo cuando regrese al Templo del Tiempo. Tengo que encontrarla y saber si está bien.

-Te entiendo-dijo Zelda-. Solo te pido que tengas mucho cuidado durante tu búsqueda. Por desgracia, Ganondorf no es la única fuerza maligna de este mundo.

-Soy el Héroe elegido, ¿recuerdas? Soy invencible-le dijo bromeando-. Te prometo que volveré junto a ti sano y a salvo.

Zelda se sonrojó ante sus palabras.

-¿Es una promesa?-le preguntó con timidez.

-¡Por supuesto!

-Entonces, no importa cuánto tardes Link. Yo siempre te estaré esperando.

-Cuando vuelva, podemos escaparnos por la Ciudadela-dijo Link en un tono travieso-. También te enseñaré mi hogar, el bosque Kokiri.

-Será un placer poder ver dónde se crió el mayor héroe de toda Hyrule-dijo Zelda de forma muy sincera, haciendo que el rostro de Link se volviese rojo como un tomate. Aquello solo provocó que Zelda se riese.

-¡N-no tiene gracia!-dijo Link fingiendo estar furioso.

Los dos se pasaron todo el día juntos, disfrutando de la fuerte amistad que les unía. Ninguno se dio cuenta de cómo Impa los vigilaba desde lejos, observando con sus sabios ojos rojizos como aquella amistad tenía potencial para convertirse en algo más con el paso de los años.


OoT: Línea del Fracaso

Ganon se carcajeó mientras veía como Zelda lloraba y abrazaba el cuerpo inerte del héroe.

-D-despierta por f-favor-susurró entre sollozos Zelda-. ¡Link!

-¡Ja, ja, ja!, ¡de nada te servirán tus lágrimas, princesa!-gritó Ganon con cinismo-. ¡Con ese estúpido fuera de juego y con la Trifuerza en mi poder no solo Hyrule, si no el mundo entero será mío! ¡Tu padre, tu reino y tu héroe, todos han caído ante mí!

Fue un error por su parte el decir eso. Zelda alzó la vista y por primera vez en su vida, Ganon tuvo miedo. Los ojos y el aura de la adolescente brillaban con una fuerza sin igual.

-¡P-pero si ya no tienes la Trifuerza de la Sabiduría!-rugió Ganon confuso.

-Has cometido el error de subestimarme, Ganon-dijo Zelda con frialdad. Ya no parecía la misma princesa hyliana de siempre.

-¡N-no! ¡No es posible!-rugió Ganon asustado-. T-tu alma y tu aura son como la de…

-¡¿Una diosa?!-gritó Zelda furiosa mientras su aura se intensificaba tanto que Ganon tuvo que apartar la vista-. ¡Sabios de Hyrule, prestadme vuestro poder!

Unos portales aparecieron alrededor de Zelda y de ellos salieron Saria, Darunia, Ruto, Rauru, Nabooru e Impa. Zelda se había conectado telepáticamente con ellos por lo que ya sabían la tragedia ocurrida.

-¡Link!-gritaron Saria y Ruto entre lágrimas, al ver el cadáver del Héroe elegido.

-Por las diosas…-murmuró Rauru horrorizado.

-Hermano…-susurró Darunia muy dolido.

-¡Concentraros!-les regañó Impa-. ¡Cuando hayamos acabado con Ganon lloraremos su muerte!

A pesar de sus palabras todos pudieron ver que la sheikah estaba haciendo esfuerzos por no mirar al cadáver de Link. La sheikah lo había conocido cuando era un niño y lo había entrenado cuando lo volvió a ver ya como un adulto. Para ella se había convertido en un amigo y aprendiz.

-¡Ganon!-exclamó Nabooru furiosa-. ¿No te bastaba con ser un tirano, engañar a tu pueblo y esclavizar Hyrule? ¡¿Hasta dónde llegará tu asquerosa ambición?!

Ganon recuperó de nuevo el valor y se rió de la Sabia del Espíritu.

-¡Nabooru, maldita traidora!-le espetó la bestia-. Podrías haber sido mi reina pero el destino decidió que fueses mi enemiga. A ti te mataré la última y de la forma más tortuosa y cruel que se me ocurra.

-No, no lo harás-la voz carente de emociones de Zelda produjo escalofríos en todos los presentes, sobretodo en Ganon-. No volverás a hacer daño a nadie más. ¡Ten encerraré en el mismísimo infierno, Ganon!

Zelda alzó los brazos y numerosas cadenas doradas aparecieron en el aire. Cadenas de diferentes colores salieron a la fuerza del cuerpo de los otros sabios, quienes se retorcieron de dolor pero no flaquearon. Aquel dolor no era nada comparado con el sacrifico realizado por Link.

Las cadenas envolvieron a un sorprendido Ganon, quien tuvo que soltar sus espadas al ver que eran inservibles contra aquellas cosas.

-¡E-estúpidos!, ¿en serio creéis que los siete tenéis el poder suficiente como para aprisionarme?-se mofó Ganon mientras usaba sus enormes zarpas para deshacerse de las cadenas-. ¡Sin el patético Héroe elegido no sois nada! ¡Moriréis ahogados en vuestra propia sangre al igual que él!

No debió haber dicho eso. Los ojos de Zelda emitieron entonces un fuerte brillo. El número de cadenas y su fuerza aumentó de tal forma que Ganon se vió preso en cuestión de segundos, mientras tanto un enorme portal se abría a sus espaldas.

-¡No creas que has ganado, princesa!-rugió Ganon mientras era arrastrado hacia el portal-. ¡Poseo la Trifuerza completa y cuando salga de aquí convertiré tu reino en un páramo infestado de demonios! ¡Tú y la tierra de Hyrule no seréis más que leyendas para las futuras generaciones!

Zelda cayó al suelo justo cuando Ganon desapareció por el portal.

-¡Princesa!, ¿estáis bien?-le preguntó Impa muy preocupada.

-Llévame con Link, por favor-murmuró ella. Apenas le quedaban fuerzas para moverse. Impa asintió con la cabeza y cumplió sus deseos.

Una vez estuvo cerca del héroe acarició su rostro con cuidado. Por alguna extraña razón, sintió que ya había vivido algo parecido.

-Princesa, ¿qué es lo que debemos hacer?-preguntó Impa. Los otros sabios esperaban también instrucciones de Zelda.

-D-debemos detener…a Ganon, cueste lo que c-cueste-dijo tras reunir algo de fuerza. Su piel estaba muy pálida y respiraba con dificultad. Sus cansados párpados no se cerraban por pura fuerza de voluntad.

-¿Cómo?-replicó Rauru-. Nuestro poder apenas ha servido para contenerle. Ahora que posee la Trifuerza completa es prácticamente imparable.

-Todavía…no ha pedido… un d-deseo.

-¿Y si lo hace mientras está encerrado? ¿Cómo vamos a detenerle?-preguntó Ruto angustiada-. Sin Link no hay nada que hacer…

-¡No podemos perder la esperanza! ¡Debemos vengar al hermano Link!-dijo Darunia muy serio.

-Tienes razón-afirmó Impa-. No permitiremos que ni Ganon ni sus demonios pisen nuestra tierra sagrada. Reuniremos un ejército.

-¿Y después qué?-le espetó Nabooru-. No tenemos Héroe elegido y por lo tanto tampoco Espada Maestra. Y sin la Trifuerza estamos perdidos del todo.

-¿Y qué sugieres, qué nos rindamos sin más?-le preguntó Impa enfadada.

-Tal vez lárganos de Hyrule sería lo mejor.

-¿Eso es lo que hacéis las gerudo, obedecer a un tirano o huir cuando las cosas se ponen feas?

-No permitiré que te burles de mi y mis hermanas, maldita sheikah-dijo Nabooru acercándose mucho a Impa-. Al contrario que tu clan nosotras no nos escondemos entre las sombras. Atacamos siempre de frente.

-Pues ahora mismo no pareces muy dispuesta a atacar a Ganon "de frente".

-¡Basta!-gritó Saria sorprendiendo a todos. Nunca la habían visto así, tan deprimida, triste y decaída-. Link ha muerto. Por respeto a él y a su sacrificio, discutid en otro momento y lugar, por favor...

Las dos sabias se miraron entre sí, ambas avergonzadas con el comportamiento exhibido.

-…Lo siento, no debería haber perdido los nervios tan fácilmente-dijo Nabooru a Impa.

-No, soy yo quien debe pedir disculpas por mis palabras. Todo esto...nos ha superado-dijo Impa suspirando.

-N-no perdáis la e-esperanza-dijo Zelda de repente. Su mirada seguía fija en Link-. Aunque pidas un deseo, la Trifuerza solo cumplirá el deseo que realmente se esconde en tu corazón. Pero ese deseo siempre es a cambio de algo-les explicó Zelda-. Ganondorf quiere poder absoluto. A cambio, su aspecto se irá deformando con el tiempo hasta convertirse en una poderosa bestia sin recuerdos ni voluntad propia. Su único pensamiento será la destrucción de todo y de todos con tal de ser el más poderoso.

-Su libertad, su personalidad y su alma a cambio de poder-dijo Nabooru pensativa-. Ese cerdo se lo tiene merecido.

-Princesa, ¿cómo sabéis todo eso?-preguntó Rauru maravillado por la información otorgada por Zelda.

-Ellas…me lo dijeron.

-¿Ellas?

Zelda no respondió y dirigió su cansada mirada a Impa.

-Aún hay parientes lejanos míos por el mundo, Impa. Debes encontrarlos para que el linaje real no se pierda. Para que yo pueda volver a este mundo, necesitaré a alguien que posea la sangre de la familia real de Hyrule.

-¿Qué estáis diciendo, princesa?-preguntó Impa confusa y preocupada al mismo tiempo. Algo en las palabras de Zelda le transmitía muy malas vibraciones.

-Os doy las gracias a todos por haberme ayudado a mí y a Link. Seguid vuestros instintos para vencer en las guerras que se avecinan. Vuestros descendientes serán claves en la victoria de Hyrule-dijo Zelda mirando a los seis sabios. Estos escuchaban sus palabras sin comprenderlas del todo. Aun así ninguno osó interrumpirla-. Adiós, ha sido un placer ser vuestra princesa, a pesar de haberos fallado a todos...

Con esas últimas palabras, el alma de Zelda abandonó su cuerpo para reunirse con el alma de Link en el reino sagrado. A la espera de su siguiente reencarnación.