Disclamer: No poseo los derechos de The Legend of Zelda

Nota del Autor: En principio esta historia iba a tener seis capítulos pero la review de Soda 570 me dio una idea. Así que antes del capítulo siete, que será el último, os traigo este interludio.


Capítulo 6 (Interludio): ¿Amor correspondido?

Durante numerosas eras, Zelda no ha sido la única mujer que se ha fijado en el legendario Héroe elegido por las Diosas, en el portador de la legendaria Trifuerza del Valor, en el campeón de Hylia, en definitiva, en Link. Pero, ¿cuál y cómo fue la relación de estas mujeres con Link?


Saria (Ocarina of Time)


Madre, amiga, hermana, primer amor…Había tantas posibles palabras con las que los demás solían describir mi relación con Link...Nunca sabré si alguna de ellas fue cierta. Así que diré lo que sé.

Yo fui la primera kokiri que lo encontró a los pies del Gran Árbol Deku, junto al cadáver de su madre biológica. Yo fui la que lo cuidó desde que era un indefenso bebé. Yo fui la que le enseñó a escuchar la voz del bosque y la de sus habitantes. Yo fui la que lo animó cuando Mido y los demás se burlaban de él. Yo fui quién le regaló una ocarina y le enseñó a tocarla. Yo fui quien lo vio por última vez…

Siempre creí que mi vida sería igual a la del resto de los kokiri. Escondida en aquel bosque al que llamábamos paraíso. Siempre protegida por la bendición del Gran Árbol Deku. Viviendo feliz en medio de la naturaleza sin enfermar, envejecer, morir o pasar hambre. Ni siquiera los Skull kid suponían un problema grave, tan solo eran una molestia menor.

Me sentía vacía. Seguramente era la única kokiri que se preguntaba si nuestras vidas poseían algún sentido, o simplemente vivíamos por vivir. Incluso los animales parecían tener más propósitos en su vida pues buscaban reproducirse para la perduración de sus especies. Nosotros, al ser prácticamente inmortales y tener cuerpos de niños no precisábamos de eso.

Hyrule no nos necesitaba, nuestra especie no iba a desaparecer, el bosque era protegido por la magia del Gran Árbol Deku así qué… ¿para qué existíamos? No íbamos a cambiar el mundo ni nada parecido. Si nos extinguiésemos nada cambiaría.

Cada vez que tenía una duda existencial me acordaba de Link, el mayor regalo que nos pudo haber dado la diosa Farore.

Hay tantas cosas que quería hacer—se lamentaba todas las noches cuando era pequeño—. ¿No puedo quedarme despierto un poco más?

No Link, ya has hecho mucho por hoy, ahora debes descansar.

P-pero…

Link—le decía con voz firme—. Si no descansas bien mañana no tendrás energías para jugar.

Entonces, Link apretaba los labios en señal de disgusto, aunque enseguida se le pasaba.

¿Puedes quedarte conmigo hasta que me duerma?—me solía pedir.

Eso no tienes ni que preguntármelo—le respondía con una sonrisa mientras le acariciaba la cabeza.

Yo soy de las pocas personas que recuerdan haber vivido en aquel fatídico futuro gobernado por Ganondorf. ¿Cómo podría olvidar lo que sentí cuando se despertó en mí el poder de la Sabia de los bosques? Aquella sensación de estar conectada a toda la creación, de sentir que era parte de algo más grande…Jamás podría olvidarlo.

Link era todo un hombre cuando vino a rescatarme en aquel futuro distópico. Casi no lo reconocí. En el exterior parecía fuerte, valiente y mucho más inteligente…Todo un Héroe.

Sin embargo, yo supe ver más allá de aquella máscara que portaba. Supe ver todo el dolor que sentía por no haber detenido a Ganondorf cuando era un niño, el dolor por no haber podido salvar a Hyrule mucho antes. Su rápido paso a la adultez no ayudó a que sus dudas se disipasen, solo las aumentó.

Hice todo lo posible por aliviar su culpa y dolor pero ni Navi ni yo éramos las indicadas para esa tarea. Enseguida vi que solo una persona podría romper la coraza que aprisionaba su corazón. Zelda.

No sabía cómo sentirme. ¿Celosa?, ¿angustiada?, ¿aliviada?, ¿alegre por qué los ojos de Link brillasen por otra persona que no era yo? Sinceramente, incluso ahora tengo dudas sobre como sentirme pues ni yo misma sé cómo era realmente mi relación con Link.

El sabio del Bosque de cual yo era recipiente me proporcionó algo más que poderes. Me dio la capacidad de ver más allá. Pude ver fragmentos de vidas pasadas, vidas pasadas de Link…y Zelda.

Nunca supe si los demás sabios también tuvieron esa experiencia pues no consideré que el apocalipsis fuese el momento más oportuno para hablar de esos temas. Aun así, pude comprender mejor el porqué de aquella sutil atracción entre Link y Zelda.

Cuando todo volvió a la normalidad, me sentí algo apenada pues ya no tenía poderes ni me sentía conectada a la creación. Un pequeño precio por la felicidad de Hyrule.

Volví a ver a Link poco tiempo después. Aquel niño nunca estaba quieto y ya quería partir en otra misión, en busca de su amiga Navi. Me entristeció ver que en su cinto portaba a ocarina de Zelda en vez de la mía. Otro recordatorio de que fuese lo que fuese que sintiese por Link, debía dejarlo pasar.

Yo soy una kokiri y el un hyliano. Nuestras razas no deben mezclarse más de lo necesario. A parte de que juntos no tendríamos ningún futuro… ¿Cuál futuro? Sigo sin saberlo con certeza.

Con el tiempo volví a acostumbrarme a la rutina. Mientras tanto y como siempre, el mundo siguió avanzando. La boda de Link, la posterior guerra contra los aliados de Ganondorf y la muerte de Link…

Aquel fue un momento de mi vida que me gustaría olvidar a toda costa. El cuerpo de la persona a la que más quería, ensangrentado, tirado en mitad del bosque Perdido y con una armadura dorada cubriéndolo por completo.

Estaba segura de que había peleado valientemente y hasta el final. Así de cabezota era él. Nunca huía, nunca daba la espalda ni a sus problemas ni a sus amigos.

Mientras sostenía su cabeza entre mis pequeños brazos, no pude evitar recordar. Su infancia, sus travesuras, su alegría, su tenacidad, su amor hacia Hyrule, su amor hacia ella…

— ¿S-Saria?…—fueron sus palabras mientras abría su ojo izquierdo, pues el derecho lo había perdido durante la batalla.

—Ssssh, tranquilo, estoy aquí—le contesté en voz baja—. No pienso dejarte solo.

Una débil sonrisa se formó en su pálido rostro. Los dos sabíamos que no tenía salvación. Había perdido demasiada sangre y no había nadie cerca con la magia suficiente como para salvarlo.

—Hay tant-tas c-cosas que debía hacer—se lamentó—…Tantas personas a las que debo ayudar. ¿N-no puedo seguir vivo un poco más?

—N-no Link, ya has hecho mucho por Hyrule, ahora debes descansar—respondí entre lágrimas que ya no podía contener.

—P-pero…

—L-Link—dije con voz temblorosa—. Si no descansas bien no tendrás energías para pelear en tu siguiente v-vida.

Entonces, la débil sonrisa de Link se ensanchó un poco más al comprender y aceptar mis palabras.

— ¿P-puedes quedarte conmigo… hasta que me duerma?—me pidió mientras agarraba mi mano.

—Eso no tienes ni que preguntármelo—le respondí con una sonrisa mientras le acariciaba el rostro.


Malon (Ocarina of Time)


¿Quién sería aquel chico de verde capaz de domar a la indómita Epona? Eso fue lo que se preguntó Malon cuando conoció a Link por primera vez.

Malon no tardó en interesarse por ese niño tan misterioso que portaba un espada y escudo a medida. Link, ese era su nombre. Siempre estaba de viaje o en la Ciudadela. Por alguna razón mantenía amistad con la princesa Zelda. Quizás se debía a que había destapado un complot contra el reino por parte del rey gerudo, Ganondorf.

Link, siempre que podía, venía a visitarla con Epona y le tocaba alguna bella canción con su ocarina. Después la ayudaba con las tareas del rancho, pues su padre se pasaba el día durmiendo y su tío se había largado para montar un negocio de venta de jarrones.

Cuando terminaban las tareas Link le contaba las aventuras que había vivido y un par de anécdotas. Malon escuchaba siempre atentamente y con una sonrisa en su rostro. Sonrisa que se borraba levemente cuando Link mencionaba a la princesa Zelda.

Con el pasar de los años los demás habitantes de Hyrule bromeaban con ella diciéndole que muy pronto Link comenzaría a cortejarla. Malon quería reír por no llorar. Si los demás fuesen más atentos se darían cuenta del brillo que iluminaba los ojos de Link cada vez que estaba con Zelda o hablaba de ella.

Si Zelda estaba delante es como si el resto del mundo no existiese para el joven caballero. Todos sus viajes, todo su entrenamiento y todos los estudios que realizaba, era más que obvio a quién quería impresionar.

Mucho antes de que Link fuese general del ejército, los rumores sobre un romance secreto entre él y la princesa ya habían llegado a oídos de toda Hyrule. Fue por esa época que Link le presentó formalmente ante Zelda.

Malon tuvo que admitir que la princesa parecía la encarnación de una diosa. No solo eso, también era inteligente, amable y muy cercana con aquellos de rango inferior. Si Malon se sintió mal en su presencia no fue por su culpa. Algunos podrían agregar que la princesa era demasiado perfecta, pero Malon sabía que Link nunca se fijaría en una persona perfecta.

Zelda era a veces muy impaciente, solía discutir con Link cuando este se ponía muy cabezota, cuando estaban los tres solos comía como si le fuese la vida en ello y tenía un terror casi cómico hacia los ratones. Fueron esos detalles y muchos más los que hicieron que Malon y ella se fuesen volviendo cada vez más cercanas, hasta e punto de poder considerarse, amigas.

Amistad…una palabra tan bonita, pero a la vez tan dolorosa. Malon lo sabía, sabía que amistad era lo único que iba obtener de Link mientras Zelda estuviese en su vida. Llorar no iba a solucionar nada. Así que, a pesar de saber la respuesta, le confesó a Link sus sentimientos. El golpe fue doloroso, pero esperable. Por suerte su amistad no se vio enturbiada por aquel suceso.

Finalmente, Malon aceptó que hay cosas que no se pueden cambiar. Aceptó ir a la gala del castillo cuando anunciaron su compromiso, aceptó ser la dama de honor de Zelda cuando se lo pidieron, aceptó ver como se besaban tras terminar la boda, aceptó ver como paseaban juntos de la mano y se miraban como si estuviesen destinados a estar juntos por siempre.

Unos años más tarde, estalló la guerra. Fue encarnizada. Muchas vidas se perdieron. Aun así, Hyrule ganó. El rey gerudo fue ejecutado más tarde o eso es lo que Malon oyó, sinceramente, le daba igual pues lo único que le importaba era poder llorar la muerte de Link.

Nadie había encontrado su cuerpo como para asegurar que estaba muerto, pero decían que se había adentrado en el bosque Prohibido para detener a unas brujas. Nunca volvió de allí.

Zelda la visitó un tiempo después. Se podía notar su embarazo. Al menos Link se había ido dejando algo de él en este mundo. Malon consoló a su amiga. No lloró hasta que Zelda estuvo lejos del rancho.

Entre lágrimas pensó que, si Link se hubiese aceptado sus sentimientos y se hubiesen casado, aun estaría vivo… ¿A quién quería engañar? Aunque fuese un granjero Link no habría dudado en salir a defender Hyrule y sus habitantes con su vida. Así era él. Por eso lo quería tanto.

A Malon tan solo le quedaba aceptar que hay cosas que no se pueden cambiar por más que uno insista. Link tenía un destino que cumplir y al parecer alguien a quien amar tanto como para casarse con ella. Cuanto antes lo aceptase, antes se iría ese inmenso dolor que sentía en su pecho…O eso es lo que deseaba creer.


Ruto (Ocarina of Time)


— ¡Cásate conmigo!

—Ruto…Ya te he dicho por milésima vez que no puedo. Voy a casarme con Zelda, acept-

— ¡¿Qué tiene ella que no tenga yo?!

—…No es cuestión de tener o no tener. Simplemente estoy enamorado de ella.

—Pues desenamórate.

—…Eso no funciona así.

— ¡Bah!, no sabes lo que te pierdes. Podrías haber sido el próximo rey zora. Ahora que no soy la Sabia del Agua nada impedía nuestra unión.

—Lo sie-

— ¡No quiero oír tus excusas! ¡Largo de mi vista!


Midna (Twilight Princess)


—Midna…

El rey de Hyrule estaba sentado en el suelo de una de las mazmorras del Castillo. En el lugar en el cual conoció a una mujer muy especial. Su compañera, su maestra y su mejor amiga. Sin ella seguiría transformado en un lobo, encerrado o muerto. Hyrule habría caído hace mucho a manos del tirano de las sombras y el rey gerudo.

Link comenzó a recordar. En aquel momento creía que Midna era una diablesa a la cual acababa de vender su alma para poder huir de allí y encontrar a sus amigos. Pero gracias a ella conoció la libertad, conoció otros lugares de Hyrule, conoció su destino y sobretodo, conoció a Zelda.

Puede que Midna fuese una diablesa pero en este caso venderle su alma había merecido totalmente la pena. Sin ella, él y su reino estarían sumidos en las sombras para toda la eternidad.

Su actitud a veces diabólica, juguetona y mandona le habían sacado de quicio en un principio, hasta que se dio cuenta de que era parte de su encanto. Además, con el paso del tiempo Midna se fue volviendo más amable y e incluso más cercana. Lo bastante como para que se contasen secretos entre ellos.

Gracias a Midna pudo derrotar al rey Bublin, a Zant y a Ganondorf. Gracias a Midna pudo ser el Héroe del Crepúsculo. Gracias a Midna…Jamás olvidaría el día en el cual la vio marcharse tras romper el Espejo del Crepúsculo, separando para siempre ambos mundos.

Link... Yo...Nos vemos...

Link no era ingenuo, al menos no ahora. Por fin podía reconocer en la mirada de Midna lo que ella sentía en realidad. Era la misma mirada que Zelda le dirigía a él todos los días.

Si no hubieses roto el espejo… ¿habría correspondido tus sentimientos?—se preguntó Link en voz baja. Esa fue siempre su duda, pues de la amistad al amor hay un largo trecho y además, nunca considero como interés romántico a Midna hasta que vio su verdadera forma. Lo cual fue durante muy poco tiempo.

Hace mucho tiempo, cuando ni siquiera existía el cosmos, la luz y la oscuridad se dividieron. Desde entonces ambos se han enfrentado, buscando erradicarse el uno al otro-le contó Midna hace años.

Cierto—corroboró Zelda—. La luz y la oscuridad son las dos caras de una misma moneda. Deben convivir juntas pero nunca mezclarse. El tiempo en el que fueron uno ya pasó…

¿Tan seguras estáis de que nunca volverán a unirse?—preguntó Link confuso y algo desalentado.

Zelda y Midna se miraron entre sí y luego a Link.

Mientras las personas tengamos libertad para tomar decisiones, nunca será posible la unión entre luz y oscuridad—dijo Zelda.

Y tal vez sea mejor así—dijo Midna con una sonrisa traviesa—. La vida sería muy aburrida si todos tomásemos siempre las mismas decisiones y nunca nos equivocásemos.

—Me pregunto qué dirías si hubieses estado el día de mi boda—dijo Link con una pequeña sonrisa.

Por algún extraño motivo, sentía que su amiga, desde donde estuviese, había bendecido su unión con Zelda. Aun así, le hubiese gustado verla una última vez. Que no se hubiese ido de esa forma tan…abrupta para siempre de su vida.

—Supongo que hay cosas que no se pueden evitar…

Ji, ji, ji, ji. Vaya, me alegra ver que no sigues siendo aquel niño tonto y poco hablador. Tal vez sí que te ha venido bien "juntarte" tanto con Zelda, ¿eh lobito?

Link se dio la vuelta rápidamente pero no vio nada. Todo seguía igual de calmado. Por unos instantes había creído oír la voz de Midna…pero eso era imposible.

—Papi, ¿qué haces aquí?

Link alzó la vista y vio a una niña pequeña, de cabello largo y oscuro que resaltaban sus ojos azules cristalino.

—Midna, ¿cuantas veces te he dicho que no debes bajar a las mazmorras?—le regañó Link—. ¿Y dónde está tu niñera?

—La he despistado—respondió con una sonrisa traviesa.

Link dio un suspiro antes de echarse a reír. Después se levantó y abrazó a su hija.

—Mi pequeña "diablilla"—susurró mientras acariciaba su cabeza—. Volvamos con tu madre antes de que empiece a preocuparse.

Mientras caminaban Midna le pidió que le contase un cuento.

—Después de cenar y si te portas bien—le respondió Link con cariño. A su hija le encantaba oír las historias y leyendas de Hyrule. Su entusiasmo por conocer la cultura literaria de su reino siempre sorprendía a Link—. ¿Y qué historia quieres oír esta vez?

— ¡La princesa del Crepúsculo!—exclamó Midna ilusionada.


Ilia (Twilight Princess)


—… ¿E-en serio quieres que sea su madrina?—preguntó Ilia muy nerviosa—. P-pero si es la princesa…

—Tanto para Zelda como para mí sería un gran honor—le aseguró Link con una sonrisa.

Ilia siempre creyó que su vida estaba decidida desde el momento que nació. Crecería en Ordon. Cuidaría de Epona y de los niños. Ayudaría su padre y con el tiempo le sustituiría como alcalde de Ordon. Y finalmente, se casaría con Link, su amigo de la infancia y el único hyliano del pueblo.

Link y ella eran los únicos adolescentes del pueblo a parte de Fado, por lo que era lógico que acabasen juntos. En momentos así Ilia recordaba una frase que le dijo Zelda hace tiempo.

Si quieres hacer que los dioses se rían solo debes contarles tus planes.

Cuanta verdad. El crepúsculo le quitó todo, sus sueños, a los niños, a Epona, su futuro, su hogar, sus memorias y su matrimonio con Link.

Aun así no todo fue malo. Pudo ver mundo, pudo descubrir más cosas de sí misma y al final pudo regresar junto a su pueblo. Ahora era amiga de los reyes de Hyrule, tenía una familia y era alcaldesa de Ordon. Sus planes habían cambiado bastante pero era feliz y hacía feliz a los demás. Eso era lo más importante.

—Los otros nobles… ¿no se sentirán ofendidos de que una campesina sea la madrina de la princesa Midna?—preguntó Ilia muy preocupada. Lo último que necesitaba era tener a un grupo de soldados invadiendo Ordon.

—Tranquila, Zelda y yo les hemos dejado muy claro lo que le ocurrirá a cualquiera que ose hacer daño a una muy preciada amiga de la familia real—los ojos de Link emitieron un leve brillo pero fue tan rápido que Ilia creyó habérselo imaginado.

—Me quitas un gran peso de encima—respondió Ilia aliviada—. Entonces será un honor ser la madrina de vuestra hija. Tan solo espero estar a la altura.

—Tú siempre has estado a la altura, Ilia—le dijo Link con cariño—. Solo debes hacer lo mismo que hacías cuando todos éramos más jóvenes.

— ¿Y qué es lo que hacía mi buen rey?

—Ser muy mandona, algo gruñona y muy posesiva con Epona.

— ¡Link!

El rey de Hyrule rió mientras escapaba de su amiga, quien lo perseguía dispuesta a darle una lección.

A lo lejos la escolta personal del rey observaba la escena con bastante tranquilidad mientras descansaban sentados en la verde hierba.


Din (Oracle of Seasons)


Din era como un fuego danzante. Hipnotizante, llena de pasión, de fuerza y capaz de elevar el entusiasmo de todo aquel que la contemplase. Como era lógico, todos los hylianos y humanos se acercaban a ella, esperando poder dominarla.

Pero el fuego no puede ser dominado. El fuego puede ser tu aliado pero si lo provocas puede causar tu destrucción. Quizás por eso todos se contentaban con observarla y poder estar cerca de ella.

Aunque, sí que hubo alguien que si domino el corazón de fuego de la bailarina de Holodrum. Por fuera parecía un hyliano común pero Din pudo ver el alma de un lobo escondido en su interior.

Seductoramente, de forma insinuante, fue atrayendo al lobo. El lobo se acercó con curiosidad al fuego, pues su luz y calor eran demasiados atrapantes. Aun así, todos sabían que los lobos huyen del fuego, es como un instinto natural.

Aquel lobo no era un perro, no estaba domesticado, no tenía miedo del fuego pero lo respetaba lo suficiente como para saber que podía acabar consumido por sus llamas. Por eso el lobo se alejó, hasta que encontró una flor en mitad de un campo de flores.

Era una rosa que se erguía orgullosa entre sus congéneres. Su belleza destacaba tanto que ensombrecía a las otras flores y atraía a numerosos caballeros y nobles. Más sus espinas los alejaba a todos al instante. A todos, menos al lobo.

El fuego observó con cierta envidia, como la rosa aceptaba al lobo. Juntos, se cuidaban el uno al otro y se profesaban un amor que iba más allá del entendimiento. Por unos instantes, la ira del fuego fue tal que estuvo a punto de quemar a la rosa. Pero no lo hizo, pues jamás se perdonaría cometer semejante error.

El fuego no estaba solo, pues el agua y el viento eran sus compañeros. Ellos le hicieron ver que su destino era otro. Que su misión era otra.

Din tan solo pudo observar y observar, mientras danzaba, mientras el fuego de su corazón se apagaba un poco, al saber que el lobo había elegido a la rosa antes que a ella.


Marin (Link´s Awakening)


Hay un lugar al que debo volver a toda costa…Alguien me está esperando.

Esas fueron las palabras que hicieron que Marin comprendiese mejor la motivación de Link.

¿Ella era producto del sueño de un dios? ¿Era el reflejo de la mujer con la cual debía regresar el Héroe a toda costa? ¿O era ambos? Fuese cual fuese la respuesta, lo que tenía claro es que no era real.

Y si no era real, ¿por qué su corazón latía tan fuerte y rápido cada vez que lo veía?, ¿por qué se quedaba sin respiración cada vez que estaban juntos?, ¿por qué le dolía ver que él seguía hacia delante, sin pensar en las consecuencias que sus actos traerían?

Breve, así se pudo describir el romance que tuvieron ella y Link. Ni siquiera sabía con certeza si Link había correspondido de verdad sus sentimientos alguna vez. Pues en momentos de intimidad, aunque no tanta intimidad como ella hubiese deseado, siempre había un nombre que salía a relucir…Zelda.

Link había despertado al dios de la isla. Todo su mundo desaparecía en una niebla blanca y mortal. Sus habitantes no estaban preocupaos en absoluto. No tenían emociones, no eran como "ella".

Marin, ¿si pudieses pedir un deseo, cuál sería?—le preguntó Link una vez.

Volar—respondió ella sin pensar—. Volar para poder escapar de aquí, para poder ver mundo.

Para poder ir con él. Aunque aquello nunca llegó a confesárselo.

ooOoo

Varios años más tarde…

— ¿Aun te arrepientes de la decisión que tomaste, Link?—preguntó Zelda con suavidad.

—Cada día de mi vida—confesó el rey tras dar un suspiro—. Y sé que no debería. No eran reales…ninguno de ellos lo eran.

—Tal vez para el resto del mundo, pero si para ti—dijo Zelda mirándole con cariño a los ojos.

—Lo peor de todo es me recordaban a personas que ya había conocido en Hyrule.

—Hum… Tal vez tú subconsciente era tan fuerte que influyo en el sueño del Pez del Viento, por eso todos ellos se parecían a personas que conocías—le explicó Zelda.

—Tal vez…

Tras eso estuvieron conversando un rato más hasta que decidieron volver al castillo.

De repente, un ave blanca pasó volando y sus alas reflejaron durante unos segundos el brillo de la luna. El ave blanca desapareció tan rápido como había aparecido.

Link se quedó paralizado por unos instantes, creyendo que todo había sido una ilusión puesto que el ave le había parecido una gaviota. No había gaviotas en esa zona de Hyrule.

— ¿Qué es lo que has visto?—preguntó Zelda con curiosidad al ver la nostálgica mirada de su marido.

—Nada…—respondió él con tranquilidad tras echar un último vistazo al cielo—. Tan solo una conexión con mi pasado.


Mipha (Breath of the Wild)


Querido Link,

Si estás leyendo esta carta significará que he muerto y no he podido decirte yo misma su contenido.

Durante varios días he estado teniendo pesadillas, pesadillas relacionadas con…Ganon. Tal vez sean solo eso, pesadillas, pero tengo el presentimiento de que hay algo más…

Hace tiempo, cuando la fe en los dioses era más grande que nunca teníamos oráculos y profetas capaces de descifrar nuestros destinos. Temo que nuestra falta de fe actual sea nuestra caída…

Pero no quiero desperdiciar tu tiempo con esos temas. Quiero que mis últimas palabras te inspiren a continuar viviendo en caso de que yo…En caso de que yo no esté a tu lado.

Te he vista crecer desde que eras un travieso y alocado niño hasta un valiente y alocado caballero. A pesar de tu talento y de todo lo que has logrado sigues buscando la aprobación de tu padre, del rey y de la princesa. Te aseguro que ya las tienes.

Link, eres lo mejor que le ha ocurrido a Hyrule. El poder conocerte y ser tu amiga ha sido algo tan maravilloso que no tengo palabras para describirlo…Miento, sí que las tengo.

Te amo.

Dos palabras tan simples pero a la vez tan complicadas de pronunciar…Sé que lo que sientes por mí es amistad, no trates de negarlo pues he visto como miras a la princesa. Es increíble que os llevéis tan bien cuando hace unos meses tan solo querías estar lo más lejos posible el uno del otro.

Aun así, si tuviese más tiempo y más valor lucharía por tu amor. Nunca podrías ser rey de los Zora y seguramente muchos del consejo te rechazarían pero estaríamos juntos.

Tal vez me estoy haciendo ilusiones pues te conozco y sé que serías capaz de rechazarme con tal de no crear un cisma en mi pueblo. Así de noble eres, siempre anteponiendo las necesidades de los demás a las tuyas.

Sin embargo déjame darte un consejo. Si alguna vez sientes que has encontrado a alguien sin el cual no podrías vivir, no lo dudes, sé egoísta por una vez en tu vida. No cometas el error de ser un cobarde…como yo.

Link, no llores mi muerte. Estoy segura de que sea como sea, luche hasta el final, por mi familia, por mi pueblo, por mi reino, por mis ideales…y sobre todo por ti. Vive tu vida como si no fuese a haber un mañana y no te arrepientas de tus decisiones.

Si existe una vida más allá de la muerte, y estoy segura de que es así, te estaré cuidando desde allí. Hasta que llegue el momento de vernos de nuevo, y espero que sea cuando tu cabello este blanco como la nieve y tus hijos sean tan nobles y valientes como tú.

Hasta siempre, caballero de Hyrule y de mi corazón.

Con todo mi amor, Mipha.


Pay (Breath of the Wild)


—Pay… ¿estás bien?—me preguntó Link. Yo estaba tan nerviosa que apenas podía escuchar bien sus palabras.

—S-sí-respondí lo más rápido que pude.

Había venido hasta la aldea de Hatelia para darle un mensaje a mi tía-abuela Prunia. Esa era mi única misión. Pero no había podido evitar desviarme para ver a Link. ¿Quién podía culparme por hacer algo que cualquiera en mi situación hubiese hecho?

Link me miraba fijamente, esperando a que dijese algo. Era tan amable y tan guapo… ¡Concéntrate!

Mi abuela Impa me había dicho que Link le había dicho que pronto realizaría su misión más importante y peligrosa. Iba a salvar a la princesa de las leyendas, Zelda.

Al parecer ya había recuperado todas sus memorias, al menos las principales. Así que esta era mi única oportunidad de decirle lo que sentía por él. No podía seguir dudando. Al fin y al cabo, ¿quién sabe cuándo volvería a encontrarme con alguien como él?

—Hum…Pay… ¿Tienes algo que decirme?—preguntó Link. ¡Oh, no! Estaba impacientándose por culpa de mi indecisión. ¡Debía decir algo rápidamente antes de que se hartase y se largase!

—Y-y-y-y-y-yo…—las palabras no me salían. No había sentido tanta vergüenza desde que mi abuela le dijo a Link donde tengo un lunar. Aquel pensamiento solo emporó las cosas para mí.

Podía sentir como mi rostro se ponía rojo cual tomate. Mi respiración aumentaba por momentos y mi corazón parecía a punto de salirse de mí, para que negarlo, nada modesto pecho.

— ¿Pay?—Link parecía preocupado y se acercó a mí poniendo una mano sobre mi hombro.

¡Me estaba tocando, me estaba tocando! Aquello fue demasiado para mí y caí al suelo. Todo se puso negro y solo pude oír la voz de Link llamándome desesperadamente.

Cuando desperté lo hice en el laboratorio de mi tía-abuela Prunia. Ella y su ayudante me contaron que llevaba un día entero desmayada. Link se había ido hace mucho…Y yo había perdido la oportunidad de mi vida.


Cya/Lana (Hyrule Warriors)


Soledad. ¿Alguien puede realmente comprender el significado completo de esa palabra? Lo dudo, al menos que haya pasado por lo mismo que yo.

Durante generaciones, he tenido una única misión. Velar por el equilibrio de la Trifuerza. Esa fue la tarea que me encomendaron las diosas de Oro. Din, Nayru y Farore. Debería sentirme halagada, y así fue, durante los primeros siglos…

Vivir en un grandioso castillo, con un precioso jardín que cuidar. Observar la historia de todas las razas que habitan Hyrule a lo largo de las eras…Todo eso era un privilegio del que muy pocos podían gozar.

Gracias a mi magia, podía ver a través de las eras y conocer el destino de todo ser viviente, pero siempre sin intervenir. Llegué a ver tantas guerras y destrucción que muchas veces llegué a plantearme el sentido de la vida.

Todas las almas de aquellos seres me parecían iguales, llenas de ambición y deseos casi siempre primitivos…Hasta que lo vi a él. Un alma sin igual, de una pureza que cegaba con tan solo mirarla.

Lo que más me llamó la atención fue que su alma portaba la marca de no una, sino dos diosas. Cuando un dios te hace su elegido deja una especie de "marca" en tu alma. Para que puedas reencarnarte y seguir con tu misión sin importar como sea tu nueva vida.

Mi alma portaba la marca de Din, Nayru y Farore. La de aquel hyliano portaba la marca de Farore…e Hylia. Extraño, la marca de Farore era superficial, lo cual era normal, pero la de Hylia era muy profunda, demasiado.

En esos momentos no le di ninguna importancia a ese detalle pues quería saberlo todo ese hyliano al que todos llamaban Héroe Link. Vi todas sus victorias y derrotas. Hyrule, su hermana, sus amigos, la emoción de la aventura…No importaba el motivo pues siempre estaba dispuesto a arriesgarlo todo por vencer al mal.

Su poder, su valor y su sabiduría…Para mí era la perfección encarnada. Pesadillas, reyes usurpadores, demonios antiguos, hechiceros, brujas, seres del Mundo Oscuro…Nada podía detenerle. Era invencible, y su aspecto físico aunque no imponente, era un manjar ante mis ojos, y por lo que pude observar la mayoría de mujeres pensaba lo mismo.

Cuidado.

Yo…anhelaba a alguien como él a mi lado. Las personas no somos islas, no podemos vivir siglos separados los unos de los otros y aquel encierro "voluntario" comenzaba a matarme lentamente. Link… ¿por qué no podía ser amada por alguien como él?, ¿acaso debía quedarme allí sola para toda la eternidad?

Es nuestra misión, para eso fuimos elegidas.

Aceptando aquel hecho decidí seguir observando a aquel valeroso Héroe. Hasta que un día vi algo que se me había pasado por alto. En todas sus vidas siempre había algo o más bien alguien en común.

Una mujer, una princesa, una reina, una diosa, la hija de un alcalde…No importaba cual fuese su papel pero Hylia siempre estaba a su lado. Solo que en su forma mortal su nombre era Zelda. La "protagonista" de todas las leyendas de Hyrule. La mujer cuya alma parecía estar unida a la de Link por un lazo dorado, el más fuerte de todos.

Están destinados a estar juntos para siempre.

No era justo. ¿Por qué la única alma que captó mi atención estaba unida a la de una diosa? ¿Acaso los dioses no lo tienen todo?, ¿por qué quitarme la poca felicidad que me quedaba?

Él nunca fue nuestro destino.

Destino, ¿qué era el destino? ¿Estar atada a los caprichos de tres diosas que ni siquiera se molestaban en hablarme?

Tranquilízate, Cya, no sabes lo que estás diciendo.

Sí, si lo sé. Por eso empiezo a estar cansada. Cansada de tener que renunciar a todo, De tener que ver como alguien tan valiente como Link arriesga su vida una y otra vez por una mujer que no sabe mantener a salvo su reino. Las leyendas hablan siempre de ella cuando es Link quien hace todo el trabajo. Sin embargo, a él apenas lo mencionan y a veces incluso lo olvidad…

Eso no es cierto. Nada de lo que dices es cierto.

Si lo es. Si Link estuviese conmigo no tendría que pasar por semejante calvario para ser feliz. Yo podría darle todo lo que necesita y más.

Estás caminado por un sendero muy pelig- Mereces conocer el amor.

Así es. Todos tiene un alma gemela, ¿quién dice que Link no es mi alma gemela?

¡Hylia y él están de-! Así es, las diosas te robaron tu libertad y ahora te roban a tu alma gemela, cuanta crueldad…

Por fin alguien parecía comprender como de engañada me sentía. Ideas peligrosas comenzaban a rondar mi mente cada vez que veía a Link. Mi cuerpo ardía por ser tocado por él, por poder besarlo y hac-, ¡no! ¿En qué estoy pensando?, ¡yo no soy así!

Muy bien, ahora debes relaj- ¿No deseas poseerlo y que él te posea? ¿En serio lo amas tanto? No pensé que serías tan cobarde y te rindieses tan fácilmente…Quizás sí que merezcas estar sola…

Y-yo…Yo no quiero estar sola…No quiero estar sola…

No estás sola, me tienes a m-¿No deseas tenerlo a tu lado todas las noches? ¿No deseas ser devorada por el fuego de su pasión? ¿No deseas despertarte cada día con el calor de su cuerpo a su lado?

¡Sí! ¡Claro que lo deseo!, ¿quién no lo haría? Esta vida de servidumbre sin nadie a mi lado no tiene sentido alguno.

Puede ser tuyo.

…¿Cómo?, ¿qué es lo que debo hacer? ¡Dímelo!

Cya, por favor, no l-. Tan solo debes seguir mis órdenes. Hazme caso y él será tuyo para toda la eternidad.

Pero, ¿y Zelda? ¿Cómo podía competir una simple hechicera con la encarnación de una diosa?

Tú eres mejor que ella.

¿Eso es cierto?

Los dioses no son más que criaturas crueles y mentirosas. Marionetistas que usan los hilos del destino para manejaros. Unos os prometieron libre albedrío pero con esos os condenaron a la maldad de vuestros prójimos. Otros os ataron con cadenas llamadas profecías y destino…Al final solo somos sus juguetes, no sus hijos.

Era verdad. Muchos estaban condenados a sufrir a manos de los más poderosos y los dioses no harían nada pues sería "violar" nuestra libertad de elección. Otros como Link y yo, debíamos seguir las órdenes de los dioses y sufrir para proteger un mundo que caía cada vez más en la oscuridad…

¿Y para qué? En cada era el mal volvía una y otra vez y deshacía fácilmente todo lo bueno que se hubiese creado. Era un círculo vicioso y sin sentido alguno. En momentos así me daba cuenta de que nuestras vidas parecían una cruel comedia de la cual disfrutaban y se reían los dioses.

Debes romper el ciclo. Debes buscar el tesoro Dorado. Puedes hacer feliz a Link…y a ti si estás a su lado.

Sí, sería suyo, en cuerpo, mente y espíritu. Para toda la eternidad.

No dejes que nadie ni nada se interponga en tu camino. Elimina cualquier obstáculo.

No hacía falta que me lo dijese. Para mí, eliminar a Zelda, a sus amigos y a su reino era mi máxima prioridad. Sin ellos, el corazón del héroe no tendría nada a lo que aferrarse…Nada, excepto a mi amor. Iba a salvarle de un cruel destino e iba a amarlo con todas mis fuerzas. Jamás se iría de mi lado…Jamás.

Cya…


El siguiente y último capítulo será sobre Breath of the Wild e Hyrule Warriors. El final está cerca.