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FINAL-EPILOGO

PERDER PARA GANAR

No fue hasta que ambos peliplatas salieron que Kagome pudo ver fijamente a la cara a Sesshomaru que aun desde su lugar no dejaba de verla.

-Hay algo que debes de saber... -dijo al fin Kagome.

-Te escucho.

-Antes de que se leyera el testamento –Sesshomaru entrecerró sus ojos –yo…

-Se lo de la carta –le dijo interrumpiéndola, Kagome se petrifico –la encontré debajo del florero del salón favorito de tu padre, no es necesario que me expliques nada porque entiendo todo, yo mismo te dije una vez que sabía a lo que me arriesgaba contigo –Kagome agacho la cabeza –me costó admitirlo pero sé que lo amas –avanzo hasta ella y la sujeto por los hombros, la pelinegra alzo la cabeza cuando este la sujeto por la barbilla –yo también te amo, por eso mismo, estoy dispuesto hacerme a un lado para que seas feliz con él…

-No podemos –se apresuró a decir ella –aún tenemos el problema del testamento de mi padre y no me perdonaría hacerte perder a ti y a tu familia todo lo que han construido, eso sería egoísta de mi parte.

-Dudo mucho que Bankotsu quiera alejarse de ti por un simple papel, yo no lo haría.

-Lo sé, fue por eso que le dije… -se quedó pensativa, formulando las palabras exactas para confesarse –tengo una propuesta que hacerte.

-¿Cuál?

-Casémonos –Sesshomaru abrió mucho sus ojos –dejemos que el testamento fluya, al año podemos divorciarnos y en ese año podrás separar tu empresa de la mía de tal forma que al momento del divorcio Ustedes no se vean afectados.

-Yo también lo pensé así Kagome, pero hay un pequeño detalle con todo esto.

-¿Qué?

-El heredero.

Kagome se llevó las manos al vientre de forma automática, Sesshomaru la siguió con los ojos.

-Referente a eso… existe la posibilidad de que pueda…

-No me digas que… -la vio a ella, después a su vientre y regreso su atención a la pelinegra –tú y yo siempre nos cuidamos, Kag –aquello lo dijo con una tonada de duda –estabas tomando las pastillas…

-Pero no lo hice durante mi estancia en el alquiler con Bankotsu, las olvide y con todo lo que paso no pensé que fueran necesitarlas porque… –se sonrojo de sobremanera al sentirse casi escaneada –él no se dio cuenta, supongo es demasiado distraído como para notarlo –Kagome aspiro hondo antes de continuar –mi periodo aun no llega, se supone que lo haría a finales pero simplemente no viene. Lo que quiero decir es que…

-Probablemente esperas un hijo suyo –completo el peliplata al mismo tiempo que se masajeaba el puente de su nariz con los ojos cerrados -¿él lo sabe?

-No, porque de saberlo él nunca me hubiese…

-Dejado ir… ¿Qué le dijiste entonces?

-Que estaba embarazada de ti –Sesshomaru se froto la cara en señal de desesperación –que lo estaba antes de llegar a la casa.

-Los hombres también sabemos contar, Kagome, si él hace sus cuentas y descubre que ese niño no nace en la fecha que supuestamente…

-No creo que se fije en eso ahora –recordó el rostro de impotencia del moreno al salir de la casa –está más concentrado en saber que lo agarre de tonto.

-¿De verdad estas dispuesta hacer lo que creo que quieres hacer?

-¿Lo estas tú? –se miraron a los ojos.

-El niño llevara mi apellido y lo sabes…

-De eso podríamos encargarnos después –y la verdad era lo que menos le preocupaba ahora –dudo mucho de que Bankotsu me crea si se lo digo ahora.

Hubo unos minutos de silencio

-¿Se lo dirás?

-Sí, lo estoy, claro que sí pero no ahora… sino después de… -el miedo hizo de las suyas al imaginarse la reacción de Bankotsu al saberlo –sinceramente no creo que me vaya a creer.

-Sí es así, si él te llega a rechazar aun después de saber las razones, entonces… -tomo su mano y se la llevó al pecho –déjame reemplazarlo.

IIOIIO

Ya casi iban a cumplirse los nueve malditos meses en los que no supo nada de ellos, ni siquiera de a donde se habían ido de luna de miel, nada, absolutamente nada porque después de su dramática entrada a la mansión, el Señor Inu No Taisho le había corrido, Inuyasha intento contenerlo pero la furia del señor era más que notoria cuando algunos de los invitados empezaron a salir, creando murmuraciones y viéndose forzado abandonar todo contacto con los Taisho, aunque claro, tenía intenciones de buscarla por el mundo de no ser por su serio compromiso con su empresa.

Logro hacer las paces con sus hermanos, Jakotsu fue el primero en pedirle perdón, aunque le costó trabajo poder brindarle el perdón a su tío, que a través de un vidrio no pudo evitar llorar cuando él se lo dijo de frente, después de eso pudo organizarse para seguir asistiendo a la escuela y atender el negocio no obstante conforme pasaba el tiempo se empezaba a resignar de no volver a verla jamás pues se estaba hundiendo en compromiso tras compromiso, todos laborales y sin querer el tema de Kagome iba pasando al olvido, era solamente en las noches en donde la desesperación lo abordaba, paso varios días en vela, indagando, imaginando hasta que se resignó a aceptarlo.

-Señor Yöhei –le llamo la secretaria cuando salía de su oficina, aquel como todos los demás pasaba de las diez de la noche.

-Ahora no Tsubaki, quiero irme a descansar.

-Es que lo busca el detective –sus ojos zafiros se posaron entonces en el hombre de negro que estaba sentando en el sofá.

-¿Qué quiere? –pregunto secamente.

El hombre se levantó, se quitó las gafas y le sonrió de lado.

-Créame señor Yöhei que a mí me agrada menos el presentarme en este lugar –se vieron a los ojos –pero es Usted la última pista que tengo.

-Tengo prisa, así que sea rápido.

-¿Sabe algo de la Señorita Kikyou Nizo? –Bankotsu arqueo ambas cejas, recordando la última vez que la había visto.

-Solo sé que salió en libertad hace unos meses, fue a buscarme a mi departamento –el hombre arrugo la frente -¿Por qué? –indago al intuir lo peor.

-La señorita Nizo nunca salió libre, se escapó de prisión.

-¿Qué?

-Es largo de explicar –comenzó a decirle mientras metía una de sus manos al pantalón –si sabe algo de ella, si vuelve a verla, no dude en llamarme, hemos estado detrás de su pista varias veces –le tendió una pequeña tarjeta con unos números marcados –lo único que sabemos es que abandono el país hace justamente nueve meses y creemos que regresara.

-¿Por qué piensa eso?

-En prisión, no paraba de decir que Usted y el Señor Taisho se las pagarían, creemos que ahora que regresa el señor Sesshomaru a…

-¿Regresara? ¿Cómo lo sabe? ¿Quién le dijo? –el detective sonrió negando con la cabeza.

-No tengo permitido revelarle esa información. Llámeme si sabe algo.

El hombre volvió a colocarse las gafas, se llevó una goma a la boca y sin más salió.

-Pendejo… -susurro Bankotsu cuando desapareció en el elevador.

Pero después de todo, el hombre le había dado la información que tanto había buscado, Sesshomaru regresaría y eso quería decir que también lo haría Kagome, ahora solo tenía que averiguar a donde llegarían.

IIOIIO

-Estaré bien –dijo Kagome al bajar del coche –no es necesario que te quedes.

El hombre dentro del automóvil entrecerró sus ojos.

-No quiero que pierdas esa cena por mi causa, además esto lo pudiste a ver arreglado tú pero no quisiste que…

-Ya te dije que estuve concentrado en otras cosas –contesto Sesshomaru seriamente –le diré al chofer que pase por ti en media hora.

-Que sea en una hora –otra vez estaba el aura tensa –tengo muchas cosas de que hablar con Sango.

-De acuerdo, una hora.

Cerró la puerta, espero a dejar de ver la limusina perderse en el horizonte y se dio la media vuelta, contemplando por unos segundos el local que había debajo del alto edificio, suspiro al ver que todo estaba casi exactamente igual, entonces camino sujetándose su abultado vientre y con la otra el folder con la documentación, estiro su mano para tomar la perilla cuando alguien la sujeto por detrás, cubriendo su boca y retorciéndole el brazo por detrás de su espalda, quiso gritar, pedir auxilio pero sus palabras fueron ahogadas con el pañuelo en su boca, poco a poco todo se volvió negro.

IIOIIO

-Inuyasha… -le llamó cuando al fin contestaron del otro lado.

-¿Quién habla? –pregunto la voz.

-Bankotsu… -hubo un silencio –necesito que…

-No, no puedo hacerlo –respondió antes de que terminara –suficiente tengo con las represarías de mi padre como para agregarme un problema ahora contigo por un tema que ya debía de ser superado.

-Escúchame bien, tarado, necesito saber a qué viene Kagome –la exhalación de Inuyasha le hizo claro que estaba pensándolo –y a donde exactamente van a venir, por favor, necesito hablar con ella.

-¿De qué? –indago -¿La vas a convencer de que sea tu amante? ¡No seas pendejo Bankotsu, espera un hijo de mi hermano!

-No me importa –espetó con fuerza –quiero, necesito hablar con ella. Yo también tengo derecho a despedirme dignamente –hubo un silencio profundo.

-Lo haré por ella –dijo al fin –solo porque en estos días ha estado demasiado apagada, más de lo normal… fue a ver a Sango para que firmara los papeles de la sociedad, quiere invertir en su negocio y…

-Gracias… es todo lo que quería saber…

-¡Oye! ¡Espe…! –pero había cortado la llamada y ahora apretaba el botón del elevador que lo llevaría al estacionamiento.

Apenas estaba saltando de felicidad cuando el sonido de un mensaje cayó en su teléfono, iba a leerlo al no ser porque una llamada entro, dudo de responder porque el teléfono no aparecía solamente la leyenda de: desconocido.

-Yöhei –dijo al responder.

-Mi querido Bankotsu –la voz femenina fue reconocida por el moreno al instante –creí que no ibas a responder.

-¿Qué quieres, Kikyou?

-¡Vaya! Así que me recuerdas… -escucho entonces al fondo un sollozo –tengo aquí conmigo a una invitada especial, que podría ser de tu interés...

-Deja de decir mamadas… -iba a colgar cuando llego a sus oídos otra voz tremendamente familiar.

-Bankotsu… -esa voz era de…

-¿Kagome?

-¡Oh! Vaya, ahora si tengo toda tu atención ¿verdad? –la puertas del elevador se abrían, Bankotsu salió casi disparado como un rayo hacia su coche.

-¿¡Que es lo quieres!? ¿¡Que hiciste, Kikyou!?

-Lo que debí de a ver hecho hace mucho, deshacerme de esta mocosa pendeja… -un miedo frio e infinito lo invadió en lo más recóndito de su ser.

-¡Si le tocas un solo cabello, juro por Kami que…!

-No estás en posición de exigir nada pero si de darme algo.

-Lo que quieras… -subía a su coche y lo encendía -¡Habla, carajo!

-Te lo pediré personalmente –dijo su voz fría –te veo en quince minutos en el bodeguero viejo que está a las afueras de la ciudad –el moreno piso el acelerador a fondo, movió la palanca y comenzó a moverse, sabía perfecto donde era ese lugar –ven solo y no se te ocurra llamar a la policía porque te juro voy a degollar a tu mujercita sin remordimiento alguno –el moreno se aferró al volante con violencia –te mande una foto, solo para que te des cuenta de lo cómoda que está conmigo.

-¿Qué?

La línea muerta retumbo en sus oídos, aprovecho que el semáforo marcaba en rojo para abrir la carpeta de sus mensajes de texto y lo que vio, lo dejo congelado del miedo. Kagome estaba amarrada por las muñecas con una gruesa cadena, sus brazos estaban completamente estirados y rojos pero eso no fue lo preocupante, sino más bien el notar el abultado vientre que reposaba inerte al igual que su portadora pues la larga melena negra cubría su rostro y parte del vestido verde que llevaba puesto.

-¡Carajo! –y sin dudarlo ni un segundo, se saltó el semáforo y acelero.

IIOIIO

Terminaban de cenar, apenas iba a pagar la cuenta cuando su móvil sonó, se sorprendió de sobremanera al leer el nombre de Kagome en él, se supone que se desocuparía en una hora y no antes. Intuyo lo peor y contesto.

-¿Qué sucede, Kagome? –la mujer que lo acompañaba se quedó en su sitio mirándolo fijamente.

-Me gustaría decirte que nada pero la verdad es que si pasa y mucho –Sesshomaru se puso de pie de golpe, esa no era la voz de Kagome, esa era… -sí, así es, soy Kikyou ¿te diviertes con tu compañía?

-¿Qué haces con su teléfono? ¿Dónde está ella?

-Escúchame bien perro fiel, Kagome está conmigo, secuestre unos minutos de su tiempo –el peliplata comenzó a caminar fuera del restaurante sin importar dejar a su compañera en la mesa –nos vemos en el bodeguero viejo que está a las afueras de la ciudad, en quince minutos, si no vienes, si llamas a la policía o se te ocurre venir con alguien más, la mato.

Subió a su coche sin pensarlo dos veces y una vez que escucho la línea muerta, sus opciones se multiplicaron. Tomo su celular una vez más y marco los sin dudarlo.

IIOIIO

Un terrible frío le calo hasta los huesos, pudo reaccionar poco a poco al sentir sus brazos entumecidos, después un flash hizo que recuperara el conocimiento y asustada intento echarse hacia atrás al ver a la mujer que tenía enfrente.

-Kikyou…

-Cállate putita, que tengo que hacer una llamada –Kagome observo a su alrededor, parecían estar en una bodega amplia, todo estaba oscuro así que su rango de visibilidad no era nulo, apenas si pudo distinguir unas cuantas cajas de cartón y un asqueroso olor a humedad, de inmediato quiso llevarse las manos a la nariz pero el movimiento nunca llego porque sus manos estaban amarradas por una gruesa cadena que colgaba en un ancho gancho de metal.

-¿Qué hiciste? –pregunto con un hilo de voz al poder enfocarla sentada frente a ella con un celular en su oreja -¡Déjame ir!

-¡Cállate! –Kikyou se puso de pie, avanzo hasta donde estaba y sin que se lo esperara le soltó un golpe en su mejilla que la hizo ladear su rostro.

-Mi querido Bankotsu –la escucho decir con una voz melosa que le fastidio –creí que no ibas a responder.

Las lágrimas se le soltaron al recordar su estado, ¡Kami! "¿Por qué?" Pensó al bajar su atención hacia su vientre, respiro hondo, intento no perder la calma pero su corazón empezaba a palpitar con más fuerza.

- …tengo aquí conmigo a una invitada especial, que podría ser de tu interés... –dijo Kikyou al acercarse otra vez.

-Bankotsu –murmuro con un hilo de voz.

Lo siguiente que escucho fue una discusión entre los dos pero alcanzo a escuchar el lugar donde ellas estaban, poco a poco sus ojos se acostumbraron a la oscuridad, efectivamente, estaban en una bodega.

-Falta uno –dijo Kikyou al llevarse el teléfono otra vez a la oreja.

Tenía que salir de ahí, debía de buscar una forma, movió la cadena con fuerza al intentar ponerse de pie pero volvió a caer al sentir un fuerte tirón en su bajo vientre.

-No… no lo hagas ahora pequeño.

-Escúchame bien perro fiel, Kagome está conmigo, secuestre unos minutos de su tiempo, nos vemos en el bodeguero viejo que está a las afueras de la ciudad, en quince minutos, si no vienes, si llamas a la policía o se te ocurre venir con alguien más, la mato.

Kagome apenas entendió hacia donde iba el plan de la mujer que ahora prendía una lámpara y le alumbraba la cara cegándola los primeros segundos, se asustó al contemplar su semblante gris, la larga melena que siempre la caracterizo había desaparecido y ahora lo sustituía un corte de cabello demasiado pequeño, casi rapada, el miedo la carcomió cuando los ojos miel de Kikyou se clavaron en ella como un cuchillo.

-¿Por qué haces todo esto? –se atrevió a preguntarle –yo no tengo la culpa de nada… ¡Déjame ir!

-¡Oh! Ahora no te vez, ni te escuchas, tan valiente –Kikyou se recargo en la silla oxidada y saco de su chamarra una navaja que obtuvo toda la atención de Kagome.

-¡Déjame ir! ¡Por favor, Kikyou! Te lo suplico… juro no decir nada a nadie –otro nueva contracción se produjo haciendo caer su cabeza, por ningún motivo quería que Kikyou se diera cuenta, tenía miedo, mucho miedo –Te daré lo que quieras… pídeme lo que quieras… pero por favor... ¡Déjame ir! –la carcajada de Kikyou hizo eco en todo el lugar, Kagome salto del susto.

-Es demasiado tarde, muy tarde putita… -la mujer blanca observaba la navaja, dándole vueltas al filo y entonces se fijó en la embarazada –me quitaste a Bankotsu, te robaste mi libertad y lo peor es que el muy pendejo le sigue siendo fiel a tu recuerdo… aun después de saberte casada, aun después de todo…

-Yo… yo… lo deje, no estoy con él… Kikyou por favor.

-¡CALLATÉ! –grito al levantarse de la silla -¡POR TU MALDITA CULPA LO PERDI TODO! –le encesto un golpe tan fuerte en la cara que Kagome chillo del dolor -¡SI! ¡LLORA! ¡SUPLICAMENTE QUE NO TE MATE! ¡PORQUE QUIERO DELEITARME CUANDO EL BRILLO DE TUS OJOS SE EXTINGA POR COMPLETO!

-Por favor… -suplico Kagome.

-¡DIJE QUE TE CALLARAS! –volvió a golpearla pero esta vez con el puño cerrado, la adrenalina la invadió cuando en sus nudillos quedo el rastro de sangre de su labio roto, Kagome chillo del dolor, movía negativamente la cabeza, bañando su vestido de un bermellón oscuro mientras todos sus cabellos se iban hacia al frente, Kikyou se carcajeo con fuerza.

-Estoy… estoy…

-Estoy, estoy –repitió ella con burla al imitar una voz chillona –sí, pendeja, ya sé que estas embarazada.

Los ojos azules de Kagome se elevaron, repudiando lo vio en ellos: suplica.

-¡NO ME VEAS ASÍ! –repitió el golpe pero esta vez contra su mejilla -¡AQUÍ SE HACE LO QUE YO DIGO, ESTUPIDA!

-Kikyou… por favor.

-Vas a sufrir todo lo que yo pase en prisión, te haré exactamente lo que me hicieron a mí pero multiplicado por diez y empezaremos por esa linda cara –entonces Kikyou la agarro por los cabellos, jalando hacia atrás su cabeza, mostrándole el rostro que ahora bañado en lágrimas, sonrió ampliamente cuando la navaja acaricio la suave piel sin cortarla la deslizo hasta su garganta y ahí se quedó causándole a Kagome un terrible pánico interno.

-Mi hijo… por favor Kikyou… no lo hagas…

-Hasta eso me robaste –azuzo con una voz seca –a mi hijo, también fuiste la responsable de que dejara de vivir.

-Yo no hice nada –replico Kagome al recodar por donde iba el asunto –yo no sabía… si hubiese sabido que Bankotsu.

-El hijo no era de Bankotsu –la ojiazul abrió sus ojos como platos –ni tampoco de Inuyasha si es lo que piensas, era de un cliente del cual no recuerdo su nombre, se me hizo fácil encasquetárselo a Bankotsu porque pensé se apiadaría de mí y me dejaría tenerlo –Kagome se estremeció cuando Kikyou se carcajeo en voz alta -¡Yo solo quería una familia! ¡Quería salir de ese maldito oficio que no me dejaba tranquila! ¡Y lo hubiese conseguido sino hubieras llegado tú!

Y de repente Kikyou paso el filo del cuchillo en el cuello de Kagome, creándole una larga y profunda herida que derramo enseguida la sangre de la muchacha que ahora gritaba a vivo pulmón.

-¡Si, grita, llora! ¡Quiero escucharte gemir del dolor, puta!

-¡KIKYOU! –gritaron dos voces.

Kikyou alzo el rostro al escuchar su nombre y Kagome se soltó a llorar cuando reconoció ambas.

IIOIIO

No fue nada cauto al llegar, tampoco le importo derrapar las llantas en la gravilla y mucho menos dejar los faros encendidos cuando llego al punto pero su frustración alcanzo niveles insospechados cuando noto más de una bodega en el lugar, no sabía por dónde empezar y apenas iba a andar cuando unos nuevos faros lo cegaron por unos instantes, un nuevo coche se estacionaba junto al suyo, al mismo tiempo que una alta silueta bajaba de él, retrocedió al darse cuenta de que ese "alguien" le apuntaba con un arma.

-¿Kikyou? –llamó él.

-¿Bankotsu? –la voz fría y de hiel le revelaron al instante de quien se trataba, la silueta se agacho apagar sus luces y relevo el porte del peliplata que lo miraba con el ceño fruncido -¿Qué haces aquí?

-Vine por Kagome –respondió secamente.

-¿Kikyou también te llamo? –indago al caminar hasta él.

-Sí, me dijo que la viera en este lugar en…

-Quince minutos –a completo Sesshomaru al recorrer el lugar con sus ojos.

-Hay que separarnos –sugiero el moreno –solo así podremos ocupar más terreno porque aquí hay…

Sus palabras fueron ahogadas cuando un grito potente y claro retumbo en todo el lugar, los dos hombres se vieron con miedo y se echaron a correr en la dirección de dónde provino el grito pero Sesshomaru siendo más alto se adelantó hacia la bodega más vieja del fondo, esa que tenía unas dimensiones exageradas, perfecta para ocultar a más de una persona. Bankotsu acelero y pateo la puerta al mismo tiempo que lo hacia el peliplata, los dos penetraron el lugar que solamente era iluminado por una lámpara que ahora tirada en el piso iluminaba a las dos mujeres: una suspendida por una gruesa cadena atada a un gancho de metal y la otra que le apuntaba con una navaja.

-¡KIKYOU! –gritaron los dos al unisonó.

Estallo en furia al ver el débil cuerpo de Kagome, su abultado vientre no mejoraba en nada la imagen que ahora contemplaba y el que Kikyou le estuviera apuntando con un cuchillo empeoraba la situación.

-¡Mira putita! ¡Llegaron tus protectores! –la agarro nuevamente por los cabellos, obligándola alzar la cabeza hacia los nuevos invitados.

Sesshomaru pareció dislocarse un poco cuando el bonito rostro de Kagome mostro claros golpes ahora remarcados en tonos muy rojos y el verla llorar y suplicar hizo nacer en él una bestia interna que demandaba a gritos el cuerpo de la otra mujer que ahora los veía a los dos con furia, Bankotsu por su parte había avanzado con los puños apretados, dispuesto a matarla con sus propias manos cuando Kikyou se echó a reír de nuevo.

-Yo que tú lo pensaba dos veces –y apunto con el arma blanca la garganta de la muchacha sollozante.

-Déjala en paz –ordeno el moreno con los dientes apretados –Kagome no tiene nada que ver en esto.

-¡Cállate, imbécil! –espeto con fuerza Kikyou al mismo tiempo que jalaba más fuerte los cabellos de la muchacha -¡Aquí la que da las ordenes soy yo!

-¿Qué es lo que quieres? –adujo Sesshomaru sin dejar de ver a Kagome -¿Por qué la trajiste a este lugar? –Kikyou volvió a carcajearse.

-Porque esta putita es la debilidad de los dos –ambos hombres apretaron sus puños hasta dejarlos en blanco –porque gracias a Ustedes mi vida se jodio y porque ella es la única que me dará el goce de mi venganza.

-Por favor… -suplico Kagome –me duele.

-¡CALLATE, ZORRA! –y en presencia de ambos Kikyou golpeo con su rodilla la espalda de Kagome, se echó a reír al escuchar su grito de dolor -¡NI SE LES OCURRA! –bramo con fuerza al verlos acercarse, hundiendo un poco más la punta en la garganta de Kagome -¡SI SE MUEVEN, LA MATO!

-¡Habla de un puta vez y di que es lo que quieres, Kikyou! –dijo Bankotsu al sentirse increíblemente impotente ante lo que veía.

-Primero vamos a empezar a sincerarnos –menciono con una calma poco creíble, hasta parecía a ver aflojado el agarre de los cabellos de Kagome cuando los vio fijamente -¿Ya sabes que serás padre, Bankotsu?

El moreno se quedó perplejo "¿Qué había dicho?" todo parecía que Kikyou también lo noto porque se echó a reír con más fuerza.

-Kagome te engaño para que no insistieras en escaparse, era la única forma de alejarte –añadió con fuerza –el hijo que reposa ahora mismo en su vientre –no supo porque pero el ver la mano blanca de Kikyou deslizarse por el vientre de Kagome le provoco un escalofrió mortal y no fue el único porque incluso Sesshomaru había dado un paso al frente mientras que Kagome seguía sollozando amargamente –este pequeño bebé que crece en su interior es tuyo, Bankotsu.

-¿Cómo sabes eso? –demando a saber Sesshomaru.

-Los estuve siguiendo –contesto al recuperar la postura –me entere de todo lo que planearon: de su boda para rescatar a las dos empresas y de la sospecha de embarazo después de salir de esa maldita casa.

-¿Qué? –adujo Bankotsu al girar hacia Sesshomaru, quien no lo veía a él sino a ambas mujeres -¿eso es verdad?

-¡Claro que es verdad! –interrumpió Kikyou –Tanto como que Kagome estaba dispuesta a darle el apellido Taisho a este bebé.

-Por favor –volvió a suplicar Kagome –te lo ruego…

-¡Anda Kagome! ¡Dile a Bankotsu de quien es el hijo que esperas! –Kagome sollozaba, retorciéndose del dolor porque era más que claro que sus brazos comenzaba a dolerle -¡ANDA!

-Si –dijo con un hilo de voz –el hijo que espero… es tuyo, Bankotsu.

-¡Muy bien perrita!

-¡Suéltala! –exigió el moreno, ahora con más derecho que antes.

-Pero si aún no terminamos querido, falta la mejor parte.

De repente se escuchó como el tronar de una bolsa con agua, los tres rostros se giraron hacia Kagome, viajando hasta sus piernas que ahora dejaban escurrir una gran cantidad de líquido.

-Rompió fuente –susurro Sesshomaru –hay que sacarla de aquí.

-No me digas que el pequeño Bankotsu viene en camino –se burló Kikyou al agacharse para contemplar mejor la escena.

-¡SUÉLTALA! –bramo Bankotsu -¡SUÉLTALA Y ME IRE CONTIGO!

Kikyou se quedó en su lugar, quieta y sin habla.

-Es lo que quieres ¿no? –su reacción lo hizo avanzar más, Kikyou lo observaba –huyamos juntos, vámonos los dos, escapemos –el aspecto gris de la mujer adquirió un tono rojizo, sonrió en sus adentros al saberse victorioso.

-¿Es enserio lo que me dices? –quiso saber Kikyou al bajar un poco la navaja -¿De verdad te irías conmigo?

-Si –respondió rápidamente sin dejar de verla.

-¡DUELE! –grito Kagome al mover sus piernas -¡POR FAVOR!

-¡TE DIJE QUE TE CALLARAS! –grito Kikyou al girarse contra Kagome una vez más.

Bankotsu no perdió el tiempo y se abalanzo contra el cuerpo de Kikyou, ambos cayeron hacia atrás y Sesshomaru corrió hasta Kagome intentando levantarla pero siéndole imposible por la condición en la que estaba.

-¡Ya viene! –exclamo Kagome entre lágrimas.

-La ayuda está por llegar… resiste…

Los cuerpos de Bankotsu y Kikyou giraron sobre la tierra, en algún punto pudo quitarle el arma y esta cayó en alguna parte.

-¡SUÉLTAME! –exigió Kikyou cuando los brazos de Bankotsu la abrazaron por detrás -¡SUÉLTAME!

-¡CALMÁTE! –grito Bankotsu.

Pero entonces Kikyou lanzo un cabezazo hacia atrás, golpeando la frente del moreno y haciendo retroceder.

-¡No se muevan! –ordeno al mismo tiempo que sacaba una pistola de sus ropas y apuntaba con ella a Bankotsu y a Sesshomaru que ahora se ponía frente a Kagome sirviéndole de escudo -¡SON UNOS PENDEJOS! ¿DE VERDAD CREYERON QUE ME GANARÍAN? ¿YA VIERON LO QUE CUELGA ARRIBA DE KAGOME? –por inercia ambos hombres se fijaron en el bran barril de hierro que había sobre la cabeza de la muchacha que entre gritos de dolor no dejaba de moverse -¡Eso es acido! ¿Adivinen que pasara cuando toda esa cantidad le caía encima? ¿Qué pasaría si jalo esta palanca? –junto a la silla oxidada había una palanca gris que sin duda era el interruptor del barril.

-¡Deja de comportarte como una desquiciada, Kikyou!

-Es mejor que nos dejes ir ahora porque me asegurare de que tu condena sea peor que la anterior –aseguro Sesshomaru sin moverse de su lugar, Kikyou se echó a reír.

-¿Y tú crees que te tengo miedo? ¡Idiota!

Las sirenas empezaron hacer eco en el lugar, iluminando las sucias ventanas de la bodega con las luces azules y rojas, Kikyou se distrajo bajando un poco el arma y esta vez fue Sesshomaru quien se abalanzo contra de ella.

-¡NO ME TOQUES! –bramo Kikyou al ser sujeta por ambas manos.

Bankotsu corrió hasta Kagome porque sabía que el jaloneo con un arma terminaría mal.

-Bankotsu… -murmuro Kagome por detrás –viene… ya…

Vio como las facciones de ella se ponía rojas, sin duda estaba pujando.

-No, preciosa… espera…

Pero entre el jaloneo un disparo se soltó, los brazos de Kagome cayeron al instante, la bala había dado en las cadenas liberándola de su prisión.

-¡Llévatela! –ordeno Sesshomaru sin dejar de forcejear con la mujer.

-¡NO! –vocifero Kikyou -¡NOOOOOOO!

Bankotsu no lo pensó dos veces, tomo a Kagome entre sus brazos y se echó a correr hacia la puerta pero apenas había avanzado unos metros cuando algo perforo su hombro, un nuevo balazo se había escapado.

-¡Bankotsu! –chillo la pelinegra al sentir como su cuerpo decaía un poco.

-Estoy bien… solo fue un… -no, la verdad es que si le dolía y bastante.

-¡SUÉLTAME! –volvió a gritar Kikyou cuando se liberó de los brazos de Sesshomaru que sin darse cuenta tropezó hacia atrás, jalando ella misma la palanca y cayendo justamente por debajo del barril que ahora se vertía encima de ella.

Un escalofriante grito perforo los oídos de todos, cuando el cuerpo de Kikyou comenzó a derretirse poco a poco, la piel bajaba como mantequilla, mostrando sus huesos, la sangre se esparció y su figura fue disuelta a los pocos instantes, Bankotsu alcanzo a cubrir los ojos de Kagome y Sesshomaru se limitó a voltear hacia otro lado. Kikyou había muerto.

IIOIIO

Después todo se volvió muy confuso, la policía entro a la bodega y justo por detrás los paramédicos.

-¡ALTO! –grito el detective que apuntaba con su arma a Sesshomaru y a Bankotsu.

-¡Deja de decir pendejadas y ayúdanos! –bramo Bankotsu desde su lugar.

-¡YA VIENE! –vocifero Kagome.

Los paramédicos llegaron hasta ellos, la revisaron por encima e inmediatamente le quitaron de las manos el cuerpo de Kagome pasándola a la camilla que llevaban por detrás.

-Está en labor –dijo uno –tiene que ser trasladada ahora.

El detective asintió.

-Bankotsu… -murmuro ella al separarse de él.

-Yo te sigo –respondió caminando por detrás.

-Ustedes no pueden irse hasta que me expliquen que paso aquí –el moreno detuvo su andar al escuchar al detective, no estaba para perder el tiempo en esas estupideces –tenemos un cadáver y una buena historia que me gustaría escuchar en la delegación.

La silueta de Kagome se perdía al salir de la puerta y las sirenas de la ambulancia se encendieron al instante.

-Tengo que ir con ella –dijo Bankotsu con los puños apretados –no pienso quedarme más tiempo fuera de su alcance.

-Señor Yöhei, Usted no es nadie para…

-Déjelo ir –interrumpió Sesshomaru –yo puedo decirle todo lo que paso.

-Él también tiene que declarar, Señor Taisho.

Los ojos dorados chocaron contra los azules zafiros, dándole una señal que solamente ambos entendieron pues Bankotsu asintió y sin pensarlo dos veces salió corriendo.

-¡SEÑOR YÖHEI! –grito el detective.

-Déjelo ir –repitió el peliplata –no ira a ninguna parte que no sea el hospital –el detective se giró a verlo con el ceño fruncido –puede comenzar conmigo.

IIOIIO

Apenas entro al hospital empezó a preguntar por Kagome sin embargo la gran mancha roja en su espalda provoco que un grupo de enfermeras se le acercara.

-No tengo tiempo para eso –musitó al ser jalado hacia los adentros del edificio -¡Escuche!

-Lo que sea que busque puede esperar a que curemos su herida –respondió la enfermera por delante –está perdiendo mucha sangre y si no se atiende puede provocarle una infección. Además no puede entrar a ver a ningún paciente interno porque contaminaría el área, nadie en este hospital le dará el permiso que necesita sino viene adecuadamente.

-¿Qué quiere decir con eso?

-Que va a necesitar una camisa limpia.

Aceptó sin reprochar porque si era lo que necesitaba para verla, lo haría. Se dejó quitar la camisa y tomo asiento en la camilla.

-Voy a tocar alrededor de la herida, necesito que me diga si le duele –el moreno asintió.

-¿Duele aquí? –él negó -¿Y aquí?

-¡KYYYAAAA! –grito de repente -¡TENGA MÁS CUIDADO!

-Shhhhh… que sea guapo no le permite ser grosero, ni gritón –espeto la mujer.

-Entonces haga su trabajo.

-Pues deje de moverse, voy a ponerle un poco de anestesia para sacar la bala porque puedo verla.

Lo siguiente que escucho fue el chocar de los utensilios contra la bandeja de metal que había a un lado, suspiro profundo en su intento por tranquilizar su descontrolada mente.

-Oiga –dijo de repente -¿Usted sabe algo de la mujer embarazada que trajeron en la ambulancia?

-Mmmm ¿te refieres a la que dio a luz de camino aquí?

-¡SÍ! ¡Ella! ¿Sabe cómo están? ¿Todo salió bien? –las dudas lo carcomían poco a poco -¿Sabe si fue niña o niño? –escucho a la enfermera reír.

-Es tu primer hijo –afirmo la mujer sin dejar de hacer su labor.

-Sí –dijo al recordar el abultado vientre de Kagome –lo es.

-Ella me parece que aún está en terapia intensiva y tú bebé en cuneros.

-Pero, están bien ¿verdad?

-Supongo que sí muchacho, aunque aún nos preguntamos porque llegaron así ¿Qué fue lo que paso?

-Es una larga historia, señora.

-Tuviste mucha suerte de que la bala no entrara del todo –Bankotsu se limitó a masajear el puente de su nariz con los ojos cerrados, quería salir de ahí ¡ya! –¡Listo muchacho!–dijo la enfermera al terminar de colocarle una gasa en el hombro -puede que…

Pero el moreno no termino de escuchar porque se marchaba a toda prisa; tomo su camisa del perchero y se la fue abotonando en el camino. Cruzo los pasillos sin importarle las miradas de sorpresa de las enfermeras que lo veían desfilar porque en su mente cruzaba una y otra vez lo que tenía que hacer, entonces llego a la sala de espera y se detuvo en seco al ver a un Doctor salir del pasillo contrario.

-¡Oiga! –le grito al andar detrás de él -¡Usted! –el doctor alzo la cara e hizo una fea mueca al escucharlo gritar.

-Modere su volumen, joven, recuerde que es un hospital.

-Me importa un pito –espeto cuando estuvo cerca de él -¿Dónde está Kagome Higurashi? La trajeron aquí en una ambulancia, quiero verla –el doctor arqueo ambas cejas.

-Me parece que se refiere a Kagome Taisho –Bankotsu oscureció su semblante –se encuentra en terapia intensiva, aun le están curando las heridas.

-¿Y el bebé? –pregunto nervioso -¿Dónde está? ¿Está bien?

-¿Es Usted familiar de la Señora Taisho? –contradijo el sujeto al acomodarse los lentes y verlo de arriaba abajo; las ganas de agarrarlo a golpes picaron en sus manos.

-Soy el padre del bebé –declaro en un siseo –quiero verlo.

-¿Cuál es su nombre?

-Bankotsu Yöhei.

El doctor abrió su carpeta y sonrió con malicia al negar con la cabeza –en los datos de la Señora dice que su esposo es: Sesshomaru Taisho.

-Eso ya lo sé.

-Entonces no puede pasar a verla, solamente los familiares pueden.

-Escúcheme bien…

-¡Bankotsu! –Ambos giraron sus rostros hacia el muchacho que con una bata blanca se acercaba -¿Qué haces aquí?

-Kōga –dijo el moreno.

-Señor Ökami –llamo el doctor –perdone señor, pero este imprudente me dijo que…

-¿Qué pasa? –quiso saber Kōga con los brazos cruzados -¿Por qué estás aquí Yöhei?

-Es lo mismo que quisiera saber yo –contradijo sin dejar de verlo -¿Qué haces con esa bata?

-El señor Ökami es el dueño de este hospital y uno de los mejores médicos en todo Japón –contesto el doctor dejando al moreno con la boca abierta.

-Pero si tú eres jugador de basquetbol… ¿en qué momento te transformaste en médico?

-En mis ratos libres me gusta jugar pero este es en verdad mi oficio –los dos morenos se vieron a los ojos, uno aún impactado y el otro elevando su ego –bien, entonces… dime ¿Qué haces aquí?

-Kagome… ella está aquí –la cara que puso Kōga no le gusto en nada porque inmediatamente destrenzo sus brazos e hizo una mueca de preocupación casi idéntica a la de Sesshomaru.

-¿Qué? ¿Por qué?

-La Señora Taisho ingreso a urgencias por lesiones –contesto el otro doctor –dio a luz camino aquí. Ella se encuentra en terapia intensiva y su bebé en cuneros.

-¿Y porque nadie me dijo nada? –adujo Kōga ahora enojado –Kagome Higurashi es mi prima y… -miro a Bankotsu unos segundos antes de tragarse lo que iba a decir.

-Anda… te reto a que lo digas –provoco Bankotsu.

-Tú cállate –se dio la media vuelta pero antes de poder irse, Bankotsu lo detuvo.

-Déjame verlos –Kōga se quedó congelado –yo soy el padre de ese bebé –algo en los ojos azules del hombre que ahora sujetaba le recordó el brillo de Kagome –por favor.

-Ya le dije a este hombre que solo los familiares pueden pasar a ver a la paciente y él…

-Puedes ver al bebé –el moreno iba a protestar pero Kōga le gano –Kagome aún está en terapia intensiva y no puede ser visitada por nadie hasta que salga de ahí, cámbiate la camisa para poder entrar –el otro asintió –Doctor Byakua, guíe al señor Yöhei hasta el área de cuneros.

-Pero Señor…

-Haz lo que te digo –recalco Kōga antes de marchar.

-¡Cuida esa boca! –exclamo Bankotsu antes de verlo desaparecer, el otro simplemente alzo su brazo en señal de a verlo escuchado.

-Sígame por favor, Señor Yöhei.

Cruzaron varios pasillos hasta tomar el elevador, el sujeto presiono el botón que marcaba el último piso y cuando las puertas se abrieron un bonito olor a bebé inundo sus fosas nasales, algo en él se removió al escuchar varios llantos disparejos.

-El hijo de la Señora Taisho se encuentra al fondo de ese cunero –señalo el ancho vidrio que resplandecía al final –puede verlo a través del vidrio pero si quiere cargarlo tendrá que cambiarse porque no puede entrar así –el moreno asintió caminando a paso lento hacia el lugar –el bebé es él que tiene la cuna marcada con el número 7.

Bankotsu avanzo a paso lento, con el corazón a punto de salírsele por el pecho y claramente nervioso, al fin podría conocerlo o conocerla, ahora no le importaba mucho que fuera porque lo único que su interior quería era estar cerca, entonces se detuvo al llegar, extendió su mano hacia el vidrió y sonrió.

Un pequeño bebé reposaba en su cuna que envuelto en una sábana azul respiraba tranquilo, contagiando a su visitante con su profundo sueño de repente Bankotsu sintió su corazón expandirse cuando el bebé dio un pequeño bostezo sin abrir sus ojos, era un precioso niño, un hijo suyo.

IIOIIO

-¡Hay, ese loser de Bankotsu! –protesto Suikotsu al soltar los cubiertos en el plato -¿Por qué siempre llega tarde cuando tenemos reunión familiar?

-Ah de ser porque tiene mucho trabajo –contesto Renkotsu que sentado en el sofá junto a Ayame apretaba los botones del control del televisor –en estos meses se ha vuelto esclavo de la oficina.

-Sin contar el sinfín de compromisos que se aventó –opino Ginkotsu en la concina.

-Pues yo digo que le hace falta cog… -Mukotsu se quedó con la palabra en la boca cuando Renkotsu se giró a verlo con frialdad -comer… -completo con nervios.

-¡Qué lindo Renky! –añadió Jakotsu con su voz melosa al darse cuenta de la actitud de sus hermanos -¡Eres un sol hermanito!

-¡Ash! –exclamo Suikotsu -¿Acaso no sienten como se les mueren los espermas?

-¿Por qué? –adujo Ayame al girarse hacia los hermanos -¿Qué paso?

Renkotsu los fulminó con la mirada a todos.

-Nada, nada primor… -dijo Jakotsu –es solo que aún no se miden con la presencia femenina en esta casa.

-¡Ah! ¿Nos vamos a la cama, Renky? –inmediatamente el hombre se puso rojo de la cara provocando la carcajada completa de todos los demás.

-Detesto que no conozcas la prudencia, Ayame –dijo Renkotsu al llevarse las manos a la cara.

-Podrías presentármela un día de estos –contesto sin más.

Entonces el celular de Jakotsu sonó, haciéndolos bajar un poco el volumen de su amena risa.

-Es Banky.

-Pues contesta, bruto.

-¡Eres un malito, Suiky! –su hermano se limitó a no verlo -¡Banky! ¿Dónde estás? ¡Te estuvimos esperando toda la…! -los demás hermanos vieron las expresiones faciales de Jakotsu, primero sorprendido, preocupado y al final con una amplia sonrisa.

-¿Qué? –adujo Suikotsu -¿Qué significan todas esas caras que pone?

-Está teniendo un orgasmo telefónico –la respuesta de Ayame los hizo verla con reproche -¿Qué?

-¡Voy para allá! –exclamo de repente y colgando el teléfono entusiasmado -¡Vamos primores! ¡Hay que irnos!

-¿A dónde? –pregunto Renkotsu -¿Qué te dijo Bankotsu?

-¡Que acaba de nacer nuestro primer sobrino! –todos se quedaron viéndose entre sí confundidos, Jakotsu rolo los ojos -¡Hay! ¡Banky acaba de ser papá! ¡Kagome le dio un hijo!

-¿¡QUÉ!? –contestaron todos al mismo tiempo.

-¡ANDANDO, HERMANOS! –grito Jakotsu más entusiasmado que antes -¡HAY QUE CONOCER A ESA LINDURA!

IIOIIO

¿Qué tiempo estuvo contemplándolo? ¿Cuántas veces había puesto cara de idiota cuando el pequeño se removía un poco de su lugar? No lo sabía y tampoco le importaba porque ese diminuto ser humano era producto del inmenso amor que le tenía a su madre, el niño no tenía cabello, aún; además había heredado el color durazno de Kagome y era todo lo que necesitaba para declararlo como el niño más hermoso de la faz de la tierra.

-¡Banky! –le llamo la voz de Jakotsu -¡Banky!

Bankotsu se giró y sonrió cuando sus seis hermanos se acercaban a él, Ayame venía a un lado de Renkotsu ambos tomados de la mano. Lo primero que hizo Jakotsu fue abrazarlo y besarlo en ambas mejillas.

-¡Felicidades hermanito! –entonces se giró hacia el vidrio, mirando a todos los cuneros –no me digas… yo adivinare cuál es…

-Jakotsu, yo creo que…

-¡Es el número 7! –grito de emoción al repagarse más al vidrio -¿verdad, Banky?

-Sí, lo es.

-¡Hay pero que hermosura de niño! –los otros hermanos también se asomaron, rieron al presenciar al primer bebé de su familia –Bueno, ahora solo hay que esperar un año.

-¿Un año? –repitió Renkotsu -¿para qué?

-Pues ¿para que más va ser tonto? para que Kagome vuelva a embarazarse y me regalen a una sobrinita divina. Si este salió chulo, imagen a una niña.

-¿Trajiste la ropa que te pedí?

-Sí, viene en la bolsa que trae Ayame –respondió Jakotsu sin verlo pues estaba atento al pequeño niño.

-¿Cómo llegaron aquí? –pregunto el moreno.

-Nos encontramos a Kōga en la sala de espera –contesto Renkotsu.

-¿Y Kagome? –quiso saber Ayame.

-Sigue en terapia intensiva.

-Hermano –Suikotsu se colaba hacia adelante -¿Qué mierda paso?

Bankotsu tomo aire antes de comenzar a platicar todo. Creando expresiones de sorpresa en Jakotsu y Ayame pero no mucha en sus hermanos quienes seriamente escuchaban.

-¿Qué acaso no conoces algo llamado condones? –pregunto irónicamente Suikotsu.

-No empieces con tus mamadas –amenazo el moreno.

-¡Ya! –silencio Jakotsu –mejor ver a verlo. Anda, tú hijo te espera.

Cuando la enfermera le termino de colocar la bata azul y le coloco en brazos al niño su corazón se detuvo.

-Cárguelo firme –dijo la muchacha antes de salir –no tenga miedo.

Y por segunda ocasión sintió un amor desmedido hacia otro ser, era tan pequeño y frágil que le daba miedo incluso sostenerlo; le sonrió cuando el niño entre abrió sus ojos mostrándole un azul celeste, el pequeño también había heredado el azul de su madre y eso le gustaba. Se convenció de que por nada del mundo los perdería, no ahora, ni nunca.

Después de su primer encuentro con su hijo, casi tuvo que obligar a Kōga a que le permitirá a entrar a ver Kagome quien aún reposaba dormida en la cama, un terrible hueco se le formo en la boca del estómago al imaginarse que hubiera pasado si Kikyou hubiese cumplido su objetivo, suspiro antes de tomar asiento a esperar a que despertara.

IIOIIO

Abrió sus ojos poco a poco, primero intentando fijar las imágenes borrosas y después inclinándose hacia delante pero un mareo la hizo doblegarse.

-No te muevas tan rápido –la voz de Bankotsu a su lado la hizo abrir los ojos de golpe.

-¿Dónde…? –sus ojos entonces se posaron en su vientre desinflamado, recordando de golpe lo que había pasado, iba a gritar cuando…

-Él está bien –se apresuró a decir cuando noto su expresión de horror en la cara –te lo van a traer en unos minutos más.

-¿Él?

-Es niño.

-¡Kami!... ¿tardaran mucho?

Kagome entonces enfoco bien su rostro, sus ojos zafiros la miraban con preocupación pero también con notas de coraje.

-La verdad, Kagome, no sé si estoy enojado o preocupado –la muchacha se sujetó la cabeza, sí, desafortunadamente para ella Bankotsu ya lo sabía todo –ahora, quiero que me expliques ¿porque hiciste todo esto sin decirme nada? ¿Por venganza?

-¡No!

-¿Entonces?

-El testamento de mi padre cambio todo –el moreno tomo asiento junto a su cama –nunca me espere a que fuera a interponer tantas condiciones y luego, la familia de Sesshomaru no tenía la culpa, no podía ser tan egoísta como para…

-¡Pero lo fuiste conmigo! –protestó él con fuerza -¡Mira todo lo que tuvo que pasar! ¿Qué necesidad había de arriesgarlos a los dos de esta forma? ¿Te das cuenta de que estuviste a punto de morir?

-Eso no fue por el testamento de mi padre –arremetió –más bien fueron los errores de tu pasado.

-Nuestro –corrigió –tú también estabas ahí.

-¡Tal vez, sino hubieses sido un verdadero cabrón nada de esto hubiera pasado, Bankotsu! –y ahí estaba la pelea otra vez.

Se vieron a los ojos por pequeños instantes, segundos en donde el moreno se levantó, la sujeto por los hombros y la besó. Kagome correspondió, tanto tiempo separados, meses en los que añoraba todo y cada uno de sus besos que ahora no podía contenerse.

-Quédate conmigo –susurro Bankotsu al separarse –se mi esposa, Kagome.

-Bank…

-Olvídate de lo demás, piensa en nosotros porque yo no estoy dispuesto a permitir que mi hijo tenga un apellido que no le corresponde.

-Pero… mi padre…

-Si ambos luchamos, conquistaremos más allá que lo que tu padre alcanzo.

-¡Permiso! –dijo una voz extra.

El llamado de la enfermera los hizo voltear, en sus brazos traía un pequeño bulto enrollado en una cobija.

-Aquí viene el bebé Taisho… -

Kagome no presto atención porque en ese momento lo tomaba entre sus brazos pero Bankotsu comenzaba a ponerse rojo del coraje.

-Regreso después –dijo nerviosa al notar el ensombrecido rostro del moreno.

Kagome observo al bebé, sus manitas regordetas, sus facciones tan suaves… no pudo evitar llorar.

-Es tan… -besó sus mejillas, sus manos y lo acaricio de arriaba abajo –es idéntico a ti –dijo al fin.

-Yo digo que tiene algo de los dos –opino al volver a verlo –tiene el color de tus ojos.

-¿Cómo lo sabes? –pregunto Kagome sin verlo -¿Lo viste antes de que yo pudiera hacerlo?

-Digamos que tu primito el calenturiento me ayudo.

-¿Kōga?

De repente todo el daño, el dolor y las cicatrices, sanaron entre ellos. Bankotsu tomo una de sus manos, mirándola fijamente a los ojos.

-Seamos una familia –propuso –déjame intentarlo otra vez –pego su frente contra la suya sin dejar de ver al niño entre sus brazos –los amo, Kagome y no quiero perderlos.

Se abrazaron, suspirando hondamente hasta que…

-¡Kagome! –la señora Higurashi entraba a la habitación totalmente colorada, por detrás venía Sesshomaru e Inu No quienes afilaron sus facciones al encontrarlos abrazados -¿Qué estás haciendo con…? ¿Yöhei?

-¿Lo conoces? –indago Kagome al ver su cara.

-Claro que sí, es el hijo de mi difunto amigo Banryuu Yöhei –su madre no dejo de mirarlo –eres la viva imagen de tu padre… -negó entonces –pero eso no importa ahora… ¿Qué haces abrazada con él? ¡Estas casada con Sesshomaru! ¿¡Acaso estas loca!?

-Será su esposa pero es mi mujer –declaro Bankotsu en voz alta –y va siendo hora de que todo esto se arregle de una buena vez.

-¿Qué? –adujo la mujer con los nervios de punta.

-Naomi –llamo Inu No –debes de saber que tú nieto, no es hijo de Sesshomaru –la señora se puso blanca de la impresión –sino de Bankotsu.

-¿¡QUÉ!? –su rostro se giró hacia Kagome que ahora recta enfrentaba por primera vez a su madre.

-Fue un acuerdo entre Kagome y yo –añadió Sesshomaru desde su lugar –siempre fui consciente de los sentimientos de su hija.

-Lo siento madre pero he tomado mi decisión: Quiero estar con Bankotsu.

-¡Tú no puedes hacer eso! –grito con fuerza.

Los ojos del bebé se abrieron de par e inmediatamente después un prolongado llanto se reprodujo, Kagome lo meció pero Bankotsu caminaba a paso firme hasta la mujer que ahora sujetaba por el brazo y arrastraba hasta la puerta.

-¡Oye! ¿¡Pero qué demonios te pasa!?

-¡Largo! –escupió él antes de cerrar la puerta, luego se giró hacia los hombres –es hora de terminar con todo esto.

-Estoy de acuerdo contigo –opino Sesshomaru.

EPÍLOGO

16 AÑOS DESPUÉS…

El sol se filtraba por los pequeños espacios que había entre las cortinas, el canto de las aves y el exquisito olor a flores solo anunciaban la llegada de la primavera; respiró hondo antes de darle vuelta a la página de su periódico.

-¡Padre! –grito la voz de una muchacha que ahora quebraba la perfecta armonía del silencio.

-Hija –murmuro él sin verla, ocultándose detrás del papel pues conocía perfectamente ese tono –se toca antes de entrar –agrego.

-Tío Renkotsu dice que no es necesario cuando te urge –el moreno entonces bajo su lectura, topándose con el mismo color de sus ojos; arqueo ambas cejas –quiero salir hoy por la noche –dijo sin más.

-¿Ah sí? –adujo él en un tono casi sarcástico -¿Y con quién?

-Con Inu –Bankotsu entonces entrecerró sus ojos –Taisho –añadió al reírse de notar su expresión.

-¡Claro! –contesto con sarcasmo –Si quieres también puedes llevarte el coche –los ojos de su hija se iluminaron –y prenderle fuego a la casa… -agrego agriamente –la repuesta es: no, Haru.

Pero su hija lejos de darse por vencida sonrió ampliamente, acomodándose en el silla, planchando los pliegues de su falda y haciendo hacia atrás su larga trenza negra, toda la maldita posición de confianza que él mismo tenía cuando estaba seguro de poder conseguir lo que quería; Haru era una hermosa niña de piel trigueña (o señorita, como decía Jakotsu, aunque para él seguiría siendo su "niña") con las curvas de su madre y eso era lo que más detestaba porque los calientes de sus amigos no dejaban de acosarla y ya había tenido que recurrir alguna que otra medida drástica para que la dejaran en paz, agradecía ahora que su hijo mayor le apoyara porque sinceramente esto se le estaba saliendo de control.

-Mi tío Jaky me conto que madre y tú compartieron el alquiler de una casa muy bonita –Bankotsu apretó los puños, mataría a Jakotsu después de esto –y me dijo que ahí, solitos Ustedes dos…

-¡Llegas temprano o si no le corto los huevos al pendejo ese! ¿Entendiste? –la muchacha se paró de golpe, corrió hasta su padre, le abrazo por el cuello y lo besó bruscamente.

-¡Eres el mejor papi del mundo! –exclamo ella antes de irse.

-¡Y ponte un maldito pantalón! –exigió cuando la trenza de su hija desapareció de su rango -¡Carajo!

Saco de su saco su celular y remarco él jodido número que ahora ya tenía aprendido de memoria, apenas dos timbrazos y la otra voz respondió.

-¿Y ahora qué? –pregunto fastidiado.

-¿Cómo que, ahora que? –el moreno estaba a punto de un colapso nervioso -¿crees que me gusta estarte llamando? ¡No, animal!

-Ya deja de dar largas y dime ¿qué paso ahora?

-Tu jodido hijo que no deja de fregar a mi princesa –la carcajada del otro lado la tomo como un claro desafió –sí, anda, ríete idiota… veremos qué dices cuando le corte los huevos por caliente.

-Eres un dramático, Bankotsu… pero voy a cubrir la mentira un ratito más.

-¿Qué mentira, Inuyasha? –otra risa más -¡Habla, carajo!

-Haru no va a salir con mi hijo –Bankotsu se ponía de pie, temía escuchar aquel nombre –sino con el de tu socio: Sesshomaru. Y te dejo que tenemos una reunión familiar…

La línea muerta solo provoco que sus nervios salieran de control. Salió del despacho a tremendas zancadas y una vez en la sala tomo aire antes de gritar.

-¡Kagome! –vocifero a vivo pulmón -¡Kagome!

-¿Qué te pasa? –el que bajaba por las escaleras no era Kagome sino su otro hijo: Banryuu, de él no había mucho que describir pues era una copia idéntica de su persona con el único detalle en el color de sus ojos y su piel -¿Por qué gritas así?

-¿Dónde está tu madre?

-En su habitación… -el moreno subía de dos en dos las escaleras –pero creo que está en el baño porque…

No, su padre no escucho lo demás porque ahora mismo cruzaba el pasillo. Bankotsu abrió la puerta de golpe, rebuscando la presencia de su esposa.

-Kagome… -llamó.

Nada, absolutamente nada hasta que escucho un pequeño grito provenir del baño, entrecerró sus ojos, tomo la perilla y abrió de golpe. Kagome estaba de espaldas a él.

-¿Me puedes explicar porque no me dijiste que Haru está saliendo con el idiota de…? –se quedó con el nombre atorado en la garganta cuando ella giro, mostrando entre sus manos una varita azul -¿Qué es eso?

Los ojos celestes de Kagome se iluminaron cuando chocaron contra los suyos, una amplia sonrisa se le formo y el moreno no pudo evitar sentir frustración ¿Qué demonios pasaba? Repentinamente su cuerpo se vio envuelto en los brazos de ella.

-Bank… -murmuro ella en su oído.

-¡Ah, no! –exclamo al intentar separarla –no va a funcionar esta vez… siempre que quiero reprocharte algo te las ingenias bien para engatusarme y hacer de esto, una sesión en la cama que…

-Estoy embarazada –los ojos del moreno se abrieron de par en par -¡Estoy embarazada! –grito con fuerza a la vez que saltaba.

-¿Y porque estas tan feliz? –demando a saber -¡Carajo!

-¿Qué? ¿Tú, no?

¡Por Kami! Estaba a punto de tener canas verdes con solo tener dos. No pudo evitar tener pánico pues ya no se sentía tan joven pero al ver a su esposa, tan sonriente y radiante sus dudas se despejaron.

-Por supuesto que sí, mujer.

Se olvidó de los motivos de su búsqueda al besarla como todas las noches lo hacían y adelanto la posesión de su cuerpo unas horas antes, ya después vería la forma de castigar a su hija y a su esposa.

Dieciséis años habían pasado ya desde que Kagome había perdido su empresa, si, al principio fue duro pero su conciencia se tranquilizó cuando Sesshomaru pudo separar la suya de la de los Higurashi aunque lo siguiente que se vino fue aún más pesado; pues entre la venta, el nacimiento de Banryuu y el divorcio, Kagome vivió estresada durante al menos los siguientes cuatro meses, ambos contrajeron matrimonio casi enseguida de a ver firmado el divorcio con Sesshomaru, la madre de Kagome se exilió del escándalo por venir cuando obtuvo la mitad de su dinero porque la otra parte fue usada en la empresa que ahora le hacía competencia a los Taisho; Inuyasha se casó con Rin al año de a ver nacido Banryuu en un intento por distraer las habladurías y Sesshomaru se comprometió con Kagura (la antigua maestra de gimnasia del colegio) dos años después, aunque aún existía en los ojos dorados de ese hombre cierto brillo que aparecía cada que la veía. No podía odiarlo pero si detestarlo.

-Te amo –dijo Kagome cuando se colocó arriba de él completamente desnuda.

Bankotsu sonrió al mismo tiempo que la tomaba por las caderas, entonces, la movió.

No, no había nada de qué preocuparse, Kagome era de él, como él de ella. Y recordó con una amplia sonrisa como su travesía había iniciado por un mugroso alquiler.

FIN.