Al principio solo existía el caos. Fragmentos individuales de energía y sin identidad que luego la hisoria conocería como almas. Ni siquiera se les podía considerar animales a ojos de un observador de este tiempo. Al menos los animales tenían un primitivo sentido del yo. La identidad era algo por completo desconocido para este pobre intento de vida.
Pero con el paso de eones, incluso la falta de consciencia puede desaparecer.
En algún momento antes de que el tiempo pudiera ser medido en tiempos mundanos, un ser consiguió lo imposible: alcanzó consciencia. Se dio cuenta de que tenía sentidos y los usó. La primera acción consciente en todo el Universo fue cuando este ser usó sus ojos.
Ojos.
Tal vez fuera porque fue el primer sentido que usó pero fue en ellos que enfocó su poder. Fue a través de ellos que vio todo el poder, el mismo que después sería conocido como Reiatsu y Reishi y usado por todas las criaturas de los tres mundos. Fue con esos ojos que vio lo que intuyó lo que tanto poder diseminado por el Universo podía hacer.
¿Y que podía hacer?
Podía usarse para formar una existencia física, establecer una forma y una consciencia para las almas que ahora estaban dispersas y fin forma factible a sus ojos y privadas de todo pensamineto.
Podía crear mundos que darles para vivir a esas formas.
Podía crear diversas razas, adaptarlas a una forma física y consistente que respondiera de manera diferente a ese poder que en ese momento componía todo el Universo.
Podía crear mundos que respondieran a la diversidad de esas razas.
Podía hacer posibles los cambios y las evoluciones en las almas, permitiéndoles aspirar a un cambio en sus propias existencias, o permanecer como eran.
Podía dictaminar deberes para esas criaturas, ahora almas con consciencia y forma física, haciéndoles participe activos de ese nuevo sistema.
Podía dedicarse a contemplar todo aquello que había hecho.
Y, cuando ya creía que había planeado todo, vio un último detalle que terminaría de darle forma a ese plan.}
Podía crear un ciclo infinito que le permitiría a las almas vivir por toda la eternidad todas las etapas del estado posible del alma.
Y fue con aquellos ojos que trajo aquellos ocho podía y lo convirtió en una realidad. Y esa acción quedó grabada en sus ojos, aquellos ojos que, al momento de crear el mundo, habían dividido en ocho pupilas, viendo esos futuros que había elegido para el mundo.
Unos cuantos eones después encontró un lugar que le resultaba cómodo en una construcción que hizo para si mismo en el cielo de uno de sus mundos, la Sociedad de Almas. En algún momento vio que las gentes de ese mundo empezaban a mirar su lugar de residencia. Podía ver lo que pensaba con aquellos ojos que, después de dar a luz a ese mundo, se habían quedado con solo cuatro pupilas. Vio que se referían a él por un nombre particular:
Kami.