Fictober 2018
Día 1: Flores
-¿Por qué?-
-¿Por qué, qué?-
-¿Por qué ellos un libro y nosotras una puta rosa?-
Indignada, Gabriela se encontraba de pie señalando a Toy Bonnie que tenía en sus manos un libro sobre musicología, mientras que a su lado, Mangle estaba olfateando con curiosidad una rosa y a la vez evitando que Endo intentara arrancar los pétalos de la flor de un mordisco. Ambos ignoraron por completo a las dos humanas que se encontraban hablando de ellos, y hasta el hecho de que una los señalaba de manera acusadora, cosa que normalmente les ofendía. La más alta de las dos, bufó poniendo los ojos en blanco un segundo, a la vez que se echaba de la cara un mechón de su castaño cabello con el aire expulsado. Se cruzó de brazos con rostro ténuemente fastidiado, alzando una ceja, de paso.
-Ya te dije ayer que, simplemente, es así.- Habló quitándole importancia a sus palabras, demostrándolo con el tono de voz que había usado. La otra, dio un golpe al suelo con el pie, pareciendo un poco irritada por la respuesta tan vaga y simple de su amiga.
-¡Pero no es justo que a ellos les debamos regalar un libro y a nosotras nos regalen una simple y mugre flor!- Insitió, alzando el tono de voz, queriendo que la otra al fin le diera la santa razón.
Todo lo contrario a sus deseos, Nala resopló una vez más, ahora empezando a estar irritada por el comportamiento estúpido de su amiga. Todas las demás se habían contentado con la maldita rosa, ¿Por qué la imbécil esa no podía contentarse también? Los libros que habían dado a sus parejas masculinas estaba claro que la mayoría solo serían leídos por ellas mismas, ya que a ellos estas cosas no les interesaban lo más mínimo, así que podía verse aquello como un auto-regalo de libros.
-Pero es la puta tradición. A ésta época la gente es suficientemente civilizada y progresista para saber que no tienen que seguir la tradición si no quieren, que muchos hombres o hasta las propias féminas regalan libros a sus amigas, familiares o parejas mujeres, así que, ¡DEJA DE QUEJARTE DE UNA PUTA VEZ! ¡SON FLORES, YA ESTÁ, MÍRALA UN RATO, PONLA EN AGUA Y ADIÓS, MUY BUENAS!- Espetó la europea alzando los brazos con creciente molestia, gritando casi a todo pulmón, terminando así con su propia paciencia.
Antes de que Gabriela y Nala se enfrentaran a voces, como era ya una costumbre, Carina alzó la voz para ser escuchada, mirando la flor roja en sus manos, algo indiferente.- A ver, lo de la flor no me parece tan grave, es una tradición antigua y en esa época las flores se relacionaban solo con las mujeres, así que es normal que en su país hagan eso.- Nala estiró los brazos hacia la morena mirando a Gabriela, soltando un "¿ves?" en tono molesto, pero antes de que ésta pudiera darle las gracias, Carina siguió hablando.- Pero, verga, ¿debían poner la rosa? ¿No podían poner las orquídeas, que son mil veces más hermosas?- Dijo moviendo la flor en su mano, cuidando de no clavarse algún pincho del tallo.
Nala, exasperada, soltó una injuria al cielo mirando al techo, apretando los dedos en las palmas de sus manos, frustrada, mientras las demás, que se habían mantenido al margen, captaban cierto interés en la conversación.
-¿Por qué orquídeas, son re-caras comparadas con otras flores, y complicadas de cuidar sin que se te mueran, las malditas.- Dijo Luz mientras se disponía a sentarse y beber un poco de su juguito de naranja. Cuando tragó, volvió a hablar, ya que nadie había abierto la boca.- Si quieren mi opinión, creo que los girasoles serían mejor opción, son más baratitos que las orquídeas y son re-hermosos.- Sonrió felizmente mientras se terminaba su jugo, creyendo que alguien le daría la razón. ¿Cómo no darle la razón? Si los girasoles eran la cosa más hermosa que la naturaleza pudo dar.
-Nadie quiere tu opinión y no digas sandance, es obvio que si hablamos de flores, las más bonitas son los tulipanes. ¿Ustedes están ciegas o qué? Vayan al oftalmólogo.- Movió, con su típico aire de diva, su pelo atado por el calor, sonriendo satisfecha de sus palabras, sacando pecho mientras daba un golpe a su prima en la cabeza para impedir que le contestara.
-¡QUE SE REGALAN ROSAS. RO-SAS. S, ROSAS.- Nala estaba por arrancarse el cabello o, mejor dicho, arrancarles a ellas sus cabellos, porque de ganas no le faltaban.
-¿Pero por qué se quejan de las rosas? Si son bonitas...- La mirada amenazante de Gabriela hizo acojonar a Marceline, quien, no queriendo ser diana del cabezón tozudo de Gabriela, hizo una mueca enfurruñada y se fue con su pareja, que fue recibida de buen grado. Nala iba otra vez a a replicar con la tradición de la festividad, pero Nozomi, viendo sus intenciones se le adelantó, para no oírla más con el puñetero tema.
-Que ya entendimos, ahora estamos hablando de nuestras flores favoritas.- Nala puso un puchero algo apenado, aunque frunció el ceño y se volvió a cruzar de brazos, mirando a otro lado, fingiendo estar ofendida. A Nozomi no le importó, ya la conocía y sabía lo exagerada que era cuando se ponía así.- Pero ustedes tienen flores muy comunes, son hermosas todas, pero me van a decir que se comparan con el lirio oriental rosa. ¿Vieron esa flor? Es preciosísima.- Al momento de decir el nombre de la flor, Nala regresó su vista hacia la albina, con la boca entreabierta de la sorpresa.
-¡Si! ¡Yo también lo creo, son preciosas!- Exclamó con alegría de repente, dejando a Nozomi algo sorprendida por coincidir en gustos sobre flores.
Las demás, sabían qué era un lirio, pero no dicha variedad, así que cada una miró en su móvil cual era esa flor y soltaron a la vez un suave sonido de sorpresa.
-... Bueno, son hermosas sí, pero no se comparan a los girasoles. Que paja ir tan lejos para buscarlas.- Dijo Luz en un intento de hacer notar la belleza de los girasoles, metiéndose chistosamente con esa variedad de lirios.
-Pedazo de estúpida, que la importación existe. Además se cría también aquí y en muchos países que no son de Oriente.- Respondió Nala por todas, poniendo sus manos en su cadera, a lo que Luz sonrió avergonzada por su mal intento de chiste. -Bueno... ¿Volvemos con el tema que nos interesa? ¡Se regalan rosas y punto, el año que viene os compráis la flor que os de la puta gana, pero no lo llaméis Sant Jordi!-
Todos resoplaron y miraron al techo a la vez, cansados de esa absurda e inútil discusión.