Advertencias: Animatrónicos humanizados. Lenguaje obsceno.
Los personajes y la historia de Five Nights at Freddy's pertenecen a Scott Cawthon. Carina, Luz, Gabriela, Nozomi y la trama de esta historia son de mi autoría.
Estaciones
Nunca lo admitiría.
JAMÁS.
Se negaba rotundamente.
Quizá todos lo supieran, lo cual le afligía un poco puesto que no le agradaba demostrar sus sentimientos y mucho menos sus debilidades.
Pero aun así, nadie le escucharía decir el gran cariño que le tenía a esas mocosas.
Su novia era caso aparte. Nozomi era especial, por supuesto; él estaba consciente de que si actuaba con ella con el mismo desprecio que le demostraba a sus amigas, acabaría por perderla. Y Freddy Fazbear era orgulloso, pero no estúpido.
De cualquier manera, aunque fuera para sí mismo, de vez en cuando le gustaba recordar la analogía que había utilizado con las chicas para poder tolerarlas, y así poco a poco tomarles aprecio.
-¡Chicas! –El chillido de Luz penetró sus oídos al punto de hacerlo cerrar los párpados con fuerza.
Chasqueó la lengua, fastidiado. Que las quisiera no significaba que siempre las soportara.
-¡Miren, miren! Compré un nuevo arnés para Lunnie –La morena, entusiasmada, mostró a la menor de sus conejitos con su nueva adquisición-. ¿No es una cuchitura?
En efecto, la conejita naranja vestía un arnés que más que eso parecía un vestido, por los lindos volantes color rosa pastel que sobresalían de éste. Arriba del todo, estaba unido con la tira que sostenía Luz al momento de sacarla a pasear.
-¡Es una monada! –Nozomi se mordió el labio inferior en una mueca de ternura, acercándose inmediatamente para acariciar al nuevo centro de atención.
-¿A que sí? Iba a comprarle uno a Bonnie Jr. pero ella es tomboy y creo que no le gustaría –Afirmó.
-¿Cómo puedes saber que un conejo es tomboy? –Le cuestionó Carina, mirándole como si estuviera loca.
-Mira, no lo sé –Soltó una risita alegre-. Se come los moños que le pongo y se atraganta con las flores del jardín de mi tía. Y sé que los conejos comen flores, pero los otros prefieren otro tipo de plantas. Ella no.
-Simplemente tiene gustos distintos. En la familia no discriminamos por eso –Esta vez intervino Gabriela, manteniendo su distancia con la criatura debido a sus alergias.
-Por supuesto. ¡Los queremos a todos! –Abrazó a sus cinco conejitos con tanto cariño que Freddy tuvo que dejar de ver la escena por miedo a entrar en un coma diabético.
Luz era así, siempre. Era la más alegre de todas, siempre entusiasta, bromista y cálida. A su alrededor todo era risas y felicidad, y aunque él lo detestara, parecía ser que para los humanos eso era una buena cualidad, y él no iba a juzgar los estándares humanos.
(Bueno, sí iba a hacerlo).
Luz era como una flor colorida que nunca se marchitaba. Era natural y espontánea, contagiaba buenas vibras y emoción. Luz era eso, Luz.
Por eso a Freddy no le fue difícil relacionarla con la primavera. Con ella las plantas florecían y la alegría no faltaba.
-Y ya que sabes mucho de los gustos de los conejos, ¿Lunnie es lesbiana o sólo es tomboy? –Cuestionó Carina.
-Cari, tú muy bien deberías saber que la ropa que usas no tiene que ver con tu sexualidad –Le contestó la dueña de los conejos.
-Claro, pero ser tomboy es sólo otra forma de ser travesti, y cuando eres travesti ya estás dentro de la comunidad LGBT, y una vez que estás dentro ya te da igual ser lo que sea.
-Lo dices por experiencia, por supuesto –Dijo la castaña, a lo que Carina sólo le dedicó una sonrisa traviesa.
-Esa eres tú que siempre anda en cosas raras, Carina –Esta vez, intervino la albina, mirándola acusatoriamente.
-¿Y qué pasa? ¿Sabes la cantidad de gente que me ha querido coger? Uno se abre a nuevas experiencias para saber si le gustan. No es mi culpa ser tan hermosa –Se encogió de hombros cerrando los ojos con una sonrisa satisfecha.
-Pero ser promiscua sí lo es –Le acusó Gabriela.
-Pues sí, mala mía –Admitió-; es bien rico y no me arrepiento.
Sí, Carina era el verano en su máximo esplendor. Caliente e intensa en todos los sentidos.
Y aunque para Freddy era cuanto más desagradable, había notado en ella eso que probablemente sólo sus más allegados conocían. Caliente, sí, pero cálida también.
Por muy promiscua (aunque él preferiría llamarla simplemente puta) que fuera, Carina era leal, trabajadora, astuta, una amiga atenta y, aunque no lo pareciera, una excelente pareja. Toy Chica lo confirmaría sin dudarlo ni por un segundo.
Ser graciosa y despreocupada era una característica que todas compartían, pero ella era quien lo demostraba con más frecuencia, constantemente haciendo chistes y alegando que la vida era como era y nadie podía hacer nada al respecto, como una excusa para no hacerse cargo de muchas cosas, que sorprendentemente le servía la gran mayoría de las veces.
Con una actitud siempre coqueta, arreglada y maquillada para toda ocasión, y dispuesta a animar a otros incluso en sus peores días, la personalidad de Carina era un caluroso verano.
-Oigan, ¿y qué vamos a hacer este año para Halloween? Además de celebrar su aniversario –Gabriela se dirigió a Nozomi.
-¿Celebrar eso no te basta?
-Eso lo vas a celebrar tú, ¿a mí qué me importa tu boda?
-Sería innovador festejar un aniversario con disfraces de Halloween –Luz se metió en la conversación, sonriente.
-¿Quién te preguntó? –Y tan rápido como entró, Gabriela la sacó.
-¿Te han dicho que eres cruel? –La albina preguntó, bufando al ver la sonrisa de Gabriela.
-Algunas veces –No se molestó en ocultar su risita, dejando en claro que sus intenciones eran meramente bromistas.
De Gabriela sólo se podía esperar una nueva reacción cada día. En ocasiones era sensible y empática, por supuesto, pero ese atractivo podía ser opacado por su ocasional frialdad para tratar con los demás. Era impredecible, a veces tan animada y otras tan irritable.
No todos aprecian correctamente el otoño, pues hasta cierto punto simbolizaba la muerte, la caída de las hojas un árbol lleno de vida que ahora dejaba sus ramas al descubierto y a la merced del frío que anunciaba la pronta llegada del invierno. ¿Cruel? Quizás, pero sin invierno no había primavera, no había renacer, no había vida. Y sin otoño, sin la partida de las hojas naranjas, no había invierno.
Por eso Gabriela, fría pero no a un nivel insoportable, representaba al otoño para él. Enigmática, a veces complicada, pero tan infravalorada; comúnmente, dejada de lado cuando las personas preferían a su prima, pero aun así haciéndose notar por sus propios medios. Y no es que Freddy fuera muy cercano a ella ni mucho menos, pero claro que sabía reconocer las virtudes que tenía (aunque fueran pocas a su vista), aunque la mayoría no se diera tiempo de conocerlas por pensar que ella sólo era las hojas marchitas que cubrían el suelo durante el otoño.
-"A veces" es poco –Nozomi giró los ojos, dándose la vuelta para comenzar a ignorarla como siempre hacía cuando Gabriela tomaba esa actitud.
Se acercó a Freddy y se sentó a su lado, tomándolo del brazo con un agarre muy suave; esa era su forma sutil de pedir cariño cuando había gente alrededor. Él se acomodó en su asiento y dejó que su novia se recostara de su hombro, sin hacer la más mínima expresión facial.
Estaba fría, como de costumbre.
-Ay, Nozo, no exageres –La castaña siguió, sonriéndole desde su sitio-. A ti sí te trato bien.
-Porque no te conviene tratarme mal.
-Te jodió, Gabriela –La de lentes no se hizo esperar.
-No me jodió, ni siquiera me dejaste responderle –Musitó, cruzándose de brazos.
-Uf, te dejó sin habla, eso sí está cabrón –Terció Carina.
-¿Están viendo que son jalabolas? No me dejaron ni hablar.
-¿Quién te preguntó? –El comentario de Nozomi provocó la risa inmediata de Luz y Carina.
Gabriela frunció el entrecejo, pero al final se encogió de hombros y cedió ante las risas, aceptando su derrota.
Y con eso, Freddy esbozó su primera (y probablemente única) sonrisa del día.
Es que ella no lo aparentaba, pero si quería podía ser tan fría como el hielo.
Tan blanca como la nieve, alta y esbelta, a simple vista podía parecer un ángel, pero cuidado con confiarte y provocarla. Freddy siempre estaba dispuesto a protegerla, pero ella ni lo necesitaba. Ella sola podía hacerte lamentarlo.
Y el tacto suave de su piel le hacía, por primera vez en mucho tiempo, disfrutar del contacto físico, añorarla en su ausencia, necesitarla cuando no estaba con él.
Como en el invierno, cuando el frío cala los huesos y extrañas la compañía de tus seres queridos, soñando con un abrazo que brinde calidez a tu alma solitaria.
Poético, y le sorprendía a sí mismo poder pensar tan bien de un grupo de humanas estúpidas, aunque más le sorprendía que ese grupo de humanas se volvieran parte fundamental de su vida.
De cualquier manera, si nadie se enteraba, estaba bien que de vez en cuando Freddy tuviera pensamiento no relacionados con el asesinato, para variar.
Y que nadie lo pusiera en duda, el invierno era su estación favorita.
TODAVÍA ES DOS DE OCTUBRE, NO ME MATEN POR FA.
Fue difícil hasta cierto punto narrar esto, lo confieso. Freddy es difícil de manejar, y coño, sí, no se me ocurría qué escribir.
Anyway, si les gustó coméntenlo, no sean flojos.
YO ESCRIBÍ ESTO CON FLOJERA.
Sayonara!