"¡Qué día tan productivo!" La peliazul proclamó con una gran sonrisa mientras contaba una faja de billetes. Había logrado exprimirle hasta el último centavo al idiota de Kuno. Lo cual no era ninguna novedad, la única diferencia había sido su método de extracción; apenas una mirada triste y un par de palabras.
El cuerpo de su hermanita tenía sus ventajas, y ella sería una estúpida si no aprovechaba la inusual oportunidad que había tocado su puerta. Nabiki no podía negar que sentía cierta amargura ante lo injusto que era que un par de palabras de Akane pudiera lograr lo mismo que ella con sus mejores chantajes y manipulaciones.
Nabiki también notó como las demás personas tendían a bajar la guardia a su alrededor, pues para ellos ella era la inocente y confiable Akane. Incluso la atención que recibía del sexo opuesto hacían de su situación algo nuevo e intrigante, pues ella a pesar de su belleza no recibía atención del sexo opuesto, pues tenía una -merecida- reputación.
Eran diversos los hombres que competían por la atención de Akane, su atención. Ésto le divertía un poco y una pequeña parte de ella lo disfrutaba, aunque la atención no estuviera realmente dirigida a ella. Que se tratara de hombres atractivos y fuertes lo hacía todavía mejor, era una lastima que no estuvieran dotados de ni un poco de inteligencia.
Kuno era un hombre bastante guapo y adinerado, dos características que normalmente llamaban su atención. Lastima que tuviera más de una tuerca suelta, además que la noción de tener a Kodachi como cuñada y el loco del director como suegro...
Ni hablar. Nabiki amaba con locura al dinero pero habían cosas que incluso ella no estaba dispuesta a hacer.
También estaba el prometido de su hermana, Ranma. Él era un hombre bastante apuesto y honesto, aunque cuando se lo proponía también podía ser arrogante, infantil, terco y estúpido.
"Estúpidas hormonas..." Nabiki masculló con irritación. No tenía tiempo para distraerse en tonterías como los hombres cuando estaba en el cuerpo de la gallina de huevos de oro.
"Me harás una mujer muy rica, hermanita..." Ella susurró con un brillo en sus ojos mientras acariciaba a su fiel cámara.
"Destructor de cocinas."
¿Huh?
Nabiki giró con sorpresa en dirección a la voz. La vista que le recibió no fue alentadora; Shampoo se alzaba orgullosa sobre la ventana de la habitación, dos amenazantes chúi reposaban en cada mano de la peligrosa amazona.
"Shampoo venir saldar cuentas."
Quizás no eran tan buena idea quedarse con el cuerpo de su hermanita...
"¡AAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!"
El horrendo gritó resonó por todo el vecindario, asustando a más de una pobre alma.
El pobre de Ranma casi se cae de la azotea ante el susto.
'¡Esa es la voz de Akane!' Él notó con preocupación antes de saltar del techo, entrando forzosamente por la ventana de Akane, que para su fortuna se encontraba abierta de par en par.
"¡Akane!" Ranma exclamó al entrar, rogando a los cielos que su prometida estuviera presentable, no quería repetir la experiencia de la última vez que Happosai había entrado a espiar a su prometida mientras esta se estaba cambiando... De más está decir que Happosai no fue el único en terminar internado en el hospital.
La peliazul se abalanzó sobre él, utilizándolo como escudo mientras balbuceaba incoherentemente sobre su espalda. Sensación que Ranma disfrutó secretamente.
Él se interpuso entre ella y su atacante, qué para su sorpresa resultó ser Shampoo.
"¿Qué crees que estás haciendo, Shampoo?" Le preguntó peligrosamente. Últimamente las amazonas habían estado bastante tranquilas, poniendo solo el mínimo esfuerzo para intentar 'cortejarlo'.
Su autodeclarada esposa no respondió, dedicándose a devolverle su punzante mirada con una de las suyas.
"Cuando mujeres duelan el hombre aparta."
Ranma chasqueó la lengua, conociendo bien que las palabras de la amazona servirían para despertar el ardiente orgullo de Akane.
"¿Y bien, qué harás?" Él bajó la mirada a su hombro, encontrándose con la mirada nerviosa de Akane. Después de muchas discusiones y peleas había aprendido a respetar el orgullo de artista marcial de su prometida, aunque, claro que estaba dispuesto a aplastar su orgullo si significaba impedir que Akane se lastimara seriamente.
Akane se vio sorprendida ante la pregunta y por un momento un poco... aterrada? Aunque desapareció en un instante, siendo reemplazado por una mirada calculadora y una pequeña sonrisa fría.
"¿Y por qué crees qué querría luchar contigo, Shampoo?" Ella resopló rodando los ojos de manera deliberada. "No tengo nada que ganar al enfrentarte, ni tampoco tienes nada que me interese. Lastima que tú no puedas decir lo mismo, ¿Ne?" Akane dijo con fingida inocencia, mientras acariciaba con su mano la mejilla de Ranma, disfrutando como la amazona se retorcía de furia.
Tratando de ignorar las extrañas sensaciones que estaba despertando su prometida, Ranma se tensó en preparación a un ataque que nunca llegó.
"¡Aagrh!" La amazona soltó un gruñido primal, antes de azotar con furia a la inofensiva pared con una de sus mazas.
"¡¿Tener miedo?! ¡Venir a enfrentar a Shampoo!"
"La única que tiene miedo aquí eres tú. Si no te marchas mi prometido y yo te mostraremos algo que no te gustará ver..."
"¿¡Ak-Akane!?" Para alarma - y secreto deleite - de Ranma ella acercó su rostro al de él con lentitud deliberada, haciéndole sudar con nerviosismo.
"¡Shampoo volver!" La mujer de cabello lavanda gritó con frustración abriendo otro agujero en la pared, dejando una segunda 'puerta' en la habitación de Akane.
Ranma se quedó atontado observando como se desvanecía la silueta de Shampoo en el horizonte, ignoró lo mejor que pudo el cálido aliento de su prometida, qué se encontraba peligrosamente cerca de él.
El artista marcial soltó el aliento que había estado conteniendo. "¿Qué demonios fue eso?" Preguntó.
Ella le obsequió una pequeña sonrisa. "¿A qué te refieres?" Preguntó con un brillo juguetón.
"Desde la mañana has estado actuando de una manera extraña."
"No sé de qué estás hablando, querido." Respondió con fingida inocencia.
"¿Q-querido?!"
"¿Prefieres que te diga 'mi amor'?"
Ranma abrió la boca y de ella no salió nada, se quedó allí abierta sin emitir el más mínimo ruido.
Para su fortuna, alguien intervino despejando así las extrañas emociones que se revolvían en su ser.
"¡¿Qué clase de grito fue ése?!"Genma preguntó mientras observaba el par de agujeros en la pared.
"¡Wahhhhh! ¿¡Quien hizo gritar así a mi bebé?!" El señor Tendo proclamó aguantando las lagrimas con toda su voluntad, de más está decir que no soportó ni un minuto, lo que ocasionó un cambio de especies en Genma.
"¡Pwoo!" El panda bufó malhumorado.
"No fue nada importante. Sólo una gata que no conocía su lugar, ¿ne, Ranma?" La peliazul le aseguró ocultando su irritación. Era decepcionante no poder contar con su padre, quien con toda seguridad se había escondido junto a Genma y sólo se dignaron a aparecer cuando todo ya había pasado.
Ranma aprovechó la distracción y corrió despavorido. No sabía como lidiar con la nueva y extraña actitud de su prometida.
¡¿Qué demonio te está sucediendo, Akane?!
"¡Oh! Qué desastre! Quizás deba preparar un poco de té."
Cierto panda siguió a Kasumi con esperanzas de obtener un bocadillo, o una docena. El panda haló del brazo Soun, con ganas de reanudar la partida de Shouji que hasta hace momentos habían estado disfrutando.
Nabiki observó la habitación y soltó un triste suspiro.
"Tendré que comprar una nueva cámara..." Pronunció con amargura mientras recogía en sus manos los restos de su amada cámara. En ese momento, prometió que tarde o temprano se las cobraría todas a la mujer china.
"¿Estás contenta?"
Allí, parada bajo el marco de la puerta y con los brazos cruzadas estaba su hermana.
"No sé a que te refieres~" Ella respondió morosamente. "Fui atacada por Shampoo. Si Ranma no hubiera venido a mi rescate quien sabe qué hubiera pasado..."
Akane resopló rodando los ojos, posando una mirada llena de disgusto sobre su hermana. "Te vi esta mañana muy contenta con Kuno, ¿sabes lo desagradable que fue verme con ése idiota?" Dijo reprimiendo un escalofrío.
"¿Celosa?"
"No digas tonterías."
"Entonces qué? ¿Qué tiene de malo aprovechar las oportunidades que los tontos me obsequian?"
'Mis fotos...'
La frente de Akane se arrugó con enojo, mientras sus manos se abrían y cerraban en intervalos irregulares.
Era un poco aterrador si Nabiki estaba siendo sincera consigo misma, en especial cuando era su propio cuerpo que la estaba mirando de esa forma.
"Él tenía razón." Akane susurró con incredulidad escrita en su rostro.
¿Hm?
"¿A qué te refieres?"
"Nada que importe, al menos ya no." Dijo con una mueca de desprecio, su mirada brillaba con lagrimas de rabia apenas contenidas. Se negaba a llorar en su presencia, no se iba a humillar más, ya no.
"Mañana iremos a la estúpida tienda." Decidió saliendo de la habitación que en un momento había sido suya. "No quiero que me vean más con miedo y desagrado." Terminó en un susurro casi inaudible mientras salía de la habitación.
Nabiki soltó un suspiro, decidiendo ignorar por el momento la actitud de su hermana. Akane solía enojarse con una facilidad sorprendente, aunque para su suerte tendía a perdonar igual de fácil.
"¿Dónde se supone que voy a dormir?" Ella murmuro de mala gana, observando lo que una vez había sido la habitación de Akane. Dos grandes agujeros adornaban la pared, haciendo imposible que se quedara allí a menos que quisiera pescar un resfriado o algo peor.
Ranma estaba preocupado.
Los extraños cambios de animo de Akane le preocupaban, desde el desinterés por la mañana, a lo extraña que se había puesto frente a Shampoo. Había algo raro en ella, y él no sabía qué podía ser.
'Ehhh, pues lo averiguaré después.' Se encogió de hombros habiendo decidido irse a dormir. Ranma había sido criado por su padre, quien era un experto en aplazar e ignorar las situaciones problemáticas. Además que no sería raro que las cosas con Akane se solucionaran por si solas, siempre había sido así, o eso quería creer.
Ranma se dispuso a dormir, tratando de ignorar los ruidosos ronquidos de panda que resonaban por la habitación.
"Ranma..."
La voz de su prometida se coló en la habitación.
'¿¡Qué está haciendo Akane aquí!?' Pensó con nerviosismo sin atreverse a abrir los ojos. Las visitas nocturnas eran la especialidad de Shampoo.
El sonidos de pies descalzos acercándose a su futon despertó algo parecido a la anticipación en el artista marcial de la trenza.
"¿Estás despierto?" Ella preguntó.
La respiración de Ranma se aceleró imperceptiblemente, habiendo decidido hacerse el 'muerto' con la pequeña esperanza que Akane se marchara. Que tal cosa nunca había funcionado en Shampoo no se le ocurrió.
"Está rendido" Ella susurró suavemente. "Pues mucho mejor así." Concluyó, mientras buscaba el futon extra que Kasumi solía poner en la habitación de los Saotome.
Ella había pensado por un momento en dormir en el dojo antes de descartar esa idea, pues si Shampoo decidía volver...
Ella reprimió un escalofrío, y aunque no se sintiera del todo cómoda en admitirlo era mejor si estaba cerca de Ranma.
"Buenas noches..." Dijo murmurando, antes de acostarse en el recién acomodado futon a unos pocos pasos de Ranma.
Ranma soltó el suspiró que había estado conteniendo, no pudiendo evitar sentirse un poco defraudado...
'Será una noche difícil, eh...'
Cuando llegó la mañana, Akane tal y como lo hacía todos los días, fue a observar a su prometido dormir para eventualmente despertarlo; sin embargo, se encontró un espectáculo inesperado.
La imagen de Ranma y ella pegados el uno al otro mientras dormían.
"Se ven muy bien juntos." Susurró para sí con una sonrisa en su rostro.
Una sonrisa cubierta de celos y amargura.
"Buenos días." Akane dijo con un remedo de sonrisa en dirección a la persona que habitaba su cuerpo. Había pasado a penas dos días desde el 'cambio' y era casi insoportable para ella tener que continuar.
Si todo salía bien hoy sería el día que volvería a su verdadero cuerpo.
Sayuri y Yuka no le verían más con nerviosismo y sus compañeros no le verían más con miedo.
Y Ranma...
"Buenos días." Nabiki masculló reprimiendo un bostezo.
"¿Trajiste el dinero?" Ella preguntó no pudiendo evitar la mueca de desagrado que cruzó por sus facciones al recordar como su hermana lo había obtenido. 'Al menos esta vez el idiota de Kuno sirvió para algo...'
"Sí, sí."
Hoy irían al Brocatel Dorado a saltar cuentas con la estafadora.
"No tengo idea de dónde esté."
"¿¡Qué quieres decir con eso!?" Akane preguntó mientras sostenía por el cuello de su camisa al albañil encargado de las reparaciones en la joyería.
La pobre victima se retorció con nerviosismo tratando de salir del poderoso agarre de la mujer. "Di-dije que no sé dónde está la señora.. Hubo un acci-accidente y estamos reparando el local. ¡Lo siento!" Dijo a punto de romper en lagrimas.
"Uhm~ Y qué accidente..." Nabiki silbó con apreciación al agujero en forma de humano en la fachada. Un accidente a la 'Ranma'.
Akane se sonrojó ante la mirada que recibió de su hermana.
"¡Todo es culpa del tonto de Ranma!"
Nabiki dirigió su mirada en dirección al pobre diablo que estaba casi azul en el agarre de su hermana. "¿Dónde vive la dueña del local?" Preguntó con una mirada depredadora, lista para sacar toda la información -y dinero- que pudiera del albañil.
"No s-sé."
"¿Cuál es su nombre? No mientas o mi hermanita podría ponerse violenta."
El hombre se desmayó no pudiendo soportar más.
Akane suspiró dejándolo caer.
Al parecer regresar a sus cuerpos sería una tarea más difícil de lo que ellas habían creído.
Era una mañana como cualquier otra para Ranma, con solo una pequeña excepción. Nadie le había despertado, tal parece que los baldes de agua fría y el panda irritante se habían tomado un día de descanso.
Él resopló con incredulidad.
"O quizás hoy desperté bastante temprano." Razonó, sintiendose extrañamente renovado. No tardó en notar que cierta chica peliazul no estaba por ningún lugar de la habitación.
Ranma se vistió y se dirigió a tomar un baño matutino. Mientras caminaba por el pasillo, rememoró los eventos de la noche anterior. La extraña actitud de Akane, el ataque de Shampoo y la incursión nocturna.
El artista marcial presentía que las cosas estaban por empeorar.
Quizás viajar a las montañas por un par de semanas no era tan mala idea...
"Pheh~" Ranma soltó un suspiró que no sabia había estado sosteniendo. El día había sido bastante tranquilo para sus estándares, lo que quiere decir que solo había sido golpeado con una mesa de billar y salpicado con agua de cañería una docena de veces.
"¿Qué te pasa pervertido?"
Había celebrado demasiado pronto...
Ranma giró a la defensiva preparado para enfrentar a Akane. Por dentro estaba un poco feliz que su prometida estuviera de vuelta a la 'normalidad'.
"Pues m-?" Él no supo como reaccionar al ver qué quien le había hablado no fue su arisca prometida si no la codiciosa de su cuñada.
"¿Qué tanto miras?" Ella le preguntó sin molestarse en ocultar el enojo que irradiaba de sus poros. No había tenido la suerte de encontrar a la estafadora del anillo, lo que había arruinado su humor.
Se estaba desquitando con él, lo sabía, pero no podía evitarlo.
"¿Qué pasa?" Él le preguntó con cautela.
"No lo sé, dime tú."
Era decepcionante que Ranma, el hombre con quien se suponía compartiría su vida no se hubiera percatado que algo andaba mal, que no se hubiera percatado que ella era Akane, su prometida.
La expresión de Ranma cambió, por un instante se le vio agotado, aburrido, resignado...
"No estoy de ánimos para tus juegos, Nabiki." Él dijo con ardiente irritación, su anterior expresión desapareció en un parpadeo, haciendo que Akane se preguntara si su imaginación le estaba jugando algún truco.
A ella no le gustaba esa mirada, nunca antes él le había mirado de una manera tan distante.
A pesar de sus peleas y discusiones el afecto que Ranma sentía por ella siempre había estado allí, presente, a pesar de sus continuas protestas y negaciones, ella siempre lo podía confirmar con tan sólo una mirada a sus ojos.
Ya no era así. La calidez de su mirada desapareció por completo, la casi imperceptible relajación de sus hombros se había esfumado, incluso la cuasi cariñosa forma en qué pronunciaba su nombre había cambiado, haciéndole recordar a la fuerza que para él, ella no era Akane. ¿Por qué no se podía dar cuenta? ¿Por qué no podía contarle? ¿Por qué ésto le estaba pasando a ella?
"¿Nabiki?"
Ella salió corriendo de la casa, no queriendo que Ranma le continuara viendo así. Y aunque no lo quería admitir, tenía la pequeña esperanza que él corriera tras de ella, como siempre lo había hecho, pues él le quería, y siempre lo demostraba cuando ella lo necesitaba.
Y en éste momento ella realmente lo necesitaba.
¿Eh?
¿Ehhhhhhhh?
'¿Qué demonios acaba de suceder?'
Ranma no tenía la más mínima idea y quizás era mejor así, o al menos ésa fue la conclusión a la que llegó.
Él soltó un suspiró encogiéndose de hombros, mientras se dirigía a la cocina con intenciones de olvidar lo ocurrido distrayéndose con uno de los deliciosos bocadillos de Kasumi.
Excepto que su cuerpo se negaba a responder, sus pies no se despegaban del sitio en que se encontraban.
El artista marcial se mordió el labio con aprehensión, sabiendo bien el motivo de la rebeldía de su cuerpo; Nabiki. Ella había corrido con una expresión llena de miseria, dolor, tormento, amargura, decepción y otro montón de emociones que no pudo identificar. Su conciencia le gritaba que la siguiera, cuando su instinto le decía que se trataba de otro de sus retorcidos esquemas, una farsa más en el enredo de mentiras y medias verdades que componía la vida de Tendo Nabiki. ¿Realmente valía la pena?
"Ah maldición..."
Ranma salió corriendo en la dirección en la que creyó ver a Nabiki correr. Para empezar él nunca había tenido una elección, tan sólo le quedaba correr y orar para que eso no complicara más su enredada situación.
Soy un idiota.
Era una fría tarde, un poco extraño, pues la estación de verano estaba a medio andar.
El parque, aunque repleto de gente, parecía un lugar triste y solitario, pues, la mayoría de niños y adolescentes estaban mucho más interesados en sus teléfonos celulares que en el abandonado tobogán o desolado columpio. A excepción de ella, quien sin saber porqué terminó por detenerse frente a uno de los columpios.
Quizás fue un simple capricho nacido de la nostalgia.
Cuando ella era pequeña solía visitar ese parque, o simplemente se encontraba agotada de la inesperada huida que había realizado hace poco.
'¿Por qué traté a Ranma de esa forma?'
Era chocante no saber siquiera eso, por un momento su enojo, su rabia, todo había parecido tan natural, tan justo... Akane no podía negar que una parte de ella sentía cierto resentimiento ante la situación que afrontaba. Pero aún así...
Esta vez Ranma no era el culpable, él ni siquiera tenía idea de lo que había sucedido.
Y ella, injustamente había descargado sus desagradables emociones en él, como si fuera la cosa más natural.
"Perfecto. y ahora además me siento culpable..."
Así fue como él la encontró.
"Con qué aquí estabas..." Ranma dijo con alivio, su rostro que hasta ahora había estado torcido de la preocupación se relajó.
"¿Qué?." Ella pronunció fingiendo compostura, cosa que le resultó bastante fácil. La aparición de Ranma aunque inesperada -y desconcertante- le generaba cierta esperanza. Era una tonta por sentirse de esa manera, lo sabía, pero no tenía remedio.
Ranma caminó hasta que estuvo frente a ella, su mirada se movía con inquietud, como si temiese mirarle a los ojos, y reconocer los dos pequeños caminos húmedos en el rostro de la mujer.
"Yo..." Ranma abrió la boca antes de cerrarla devuelta, sacudiendo la cabeza y bajando la mirada.
Ella se tensó de manera inconsciente. Quería intervenir pero no tenía el coraje para hacerlo.
Y al parecer Ranma tampoco.
Ranma le dirigió una fugaz mirada. "¿Te sucede algo?" Él negó con la cabeza antes de continuar.
"Estoy seguro que te sucede algo, después de todo tú... no eres así."
"¿A que te refieres con 'así'?"
"A ese comportamiento extraño tuyo. Tú no necesitas de golpes ni patadas para vencer a alguien, con tus palabras bastan... Es una clase de fuerza, de fortaleza que respeto de ti. Eres fuerte."
"..."
"A pesar de ello, hay veces en que la fuerza de una sola persona por muy fuerte que esta sea no es suficiente. En esos casos lo mejor es apoyarse en los demás."
Ranma se sentó en el frío columpio al lado de la mujer que, sin saberlo, era su prometida.
"Y yo estoy aquí, y si por mi depende siempre lo haré." Él sintió que debía continuar pero no lo hizo, simplemente no tenía las palabras para hacerlo.
"¿Por qué?" La vaga pregunta rompió el agradable silencio entre ellos.
Ranma abrió los labios, y la respuesta que salió de ellos le sorprendió incluso a él.
"Somos casi familia, ¿ne?"
Ella amplió los ojos con sorpresa, sorpresa que pronto dio paso a un sentimiento cálido.
"Sí."
La cálida sonrisa que adornaba los labios de Nabiki le aceleró el corazón a Ranma.
Extrañamente, él no se sintió mortificado por ello.
Notas del Autor: Pues me siento apenado por el largo tiempo que me tomo subir este capitulo. Tan solo tengo que asegurarme que no se repita, o al menos intentarlo. El siguiente capitulo será una intermisión, pues aunque quería publicar parte de ella en este capitulo decidí no hacerlo pues desencajaría mucho con la atmósfera que traté de crear.
Avísenme si encuentran cualquier horror ortográfico.