No puedo creer que los musicales me hayan arrastrado pero así fue.

Puede que no actualice muy seguido, en especial porque no he visto todos los musicales de mi lista aun, pero con algo se empieza ¿No?

Qué diablos ¡Disfruten este homosexual oneshot! No puedo decir mucho excepto que es un AU de la historia original.

No servía para relacionarse con nadie, lo sabía desde hace un largo tiempo atrás.

No es que le costara iniciar conversación realmente, tampoco es que no quisiera hacerlo, pero a simple vista Connor Murphy notaba cuando los demás estaban incómodos en su presencia o trataban de evitarlo como si tuviese pegada una peste rara.

Ya ni sabía para qué se esforzaba de salir del agujero en el que se había metido si nadie se molestaba en siquiera darle una maldita mano. Que sí, él mismo sabía que no era una buena persona en lo que entraba en tal categoría, pero lo estaba intentando ¿Sí? Lo hacía paso a paso.

Lo de las drogas… No era fácil, pero se estaba despegando de ellas poco a poco, comenzando por reemplazarlas por algo menos dañino como el tabaco. Ambas cosas eran nocivas, pero en grados diferentes. Tenía que verlo como una escalera ¿Verdad? Si quisiera dar un salto en grande no duraría mucho.

Era… En cierto modo doloroso. No lo de dejar esa adicción que lo hizo pedazos, sino darse cuenta de que era tarde para reparar los lazos rotos de su familia. Ya no había nada que podía hacer o para compensar esos días en los que el efecto de esas porquerías lo volvía un animal agresivo contra otros. Dolía ser consciente de que el que los demás no notaran sus esfuerzos por mejorar fuese su culpa.

Zoe… Zoe jamás lo vería con los mismos ojos de nuevo ¿Cierto?

Y los imbéciles de sus compañeros… Bah, a ellos no podía darles muchos motivos para temerle más allá de su aspecto y rumores que se habían inventado ¿Para qué tratar de agradarles? Si esos idiotas cacareaban de miedo como si fuese a hacer un tiroteo en la escuela un día de estos.

Tsk… Son idiotas.

Suspiró, dejando que el humo chocara suavemente con su cara mientras seguía avanzando entre los árboles con la mirada aun fija en el papel azul ligeramente arrugado, con una dirección de email y ubicación escritos en ella, junto a un saludo.

Se había rendido con las personas hace rato, lo reconocía. Hasta hace unos meses estaba convencido de que todos los de su escuela preferían hacerse a un lado hasta la esquina del salón antes de conversar con él, pero…

"-O-Oye, tú… Eres Connor… ¿Verdad? E-El hermano de Zoe.

-¿Uh? –Sacó la vista de su casillero una vez que guardó adentro un par de libros. Justo ahí en frente estaba un chico, de rostro más curvo que el suyo, pecas salpicadas por sus mejillas y cejas arqueadas en un gesto nervioso. –Sí, supongo… ¿Y tú quién eres?

-S-Soy… Evan… Soy de otro curso, pero vamos al mismo año. Sé a cuál vas porque te he visto y… -Se cortó al instante, como arrepintiéndose de sus palabras. –¡N-No quiero decir que te espíe o algo así! Eso sonó muy mal. Yo solo quería decir que te he visto un par de veces y me pareciste bastante interesante ¡T-Todos somos interesantes, tú sabes! ¡Cada quien tiene sus cosas, su vida, sus problemas! P-Pero en particular… Es decir…

Connor parpadeó un par de veces, tratando de procesar, lo cual le costaba un poco porque el tal Evan se corregía en todo momento y hablaba demasiado rápido como para considerarlo algo normal. Le pareció… Lindo, pero no por se confiaba. Quizá solo estaba aterrado.

-Oye, viejo. Tengo que ir a clases en unos minutos ¿Vas a decirme qué quieres o solo seguirás hablando?

-¡A-Ah! ¡Perdón! –Se crispó, arrugando entre sus dedos y su pecho un papel que hasta ahora no había notado. Su expresión pareció entristecerse, cosa bastante curiosa. –Yo solo…

-¿Sí? –Cerró su casillero, esperando con impaciencia. Normalmente sus compañeros no le hablaban a menos que fuera para fastidiarlo, como ese tipo de lentes con chistes irritantes que, ahora que se fijaba, estaba esperando a unos metros de ellos con la mirada fija en Evan.

Eso le enfureció ¿Ese idiota quería burlarse de él o algo así? Lo parecía, porque la forma en la que Jared forzaba la vista con ansiedad, como si esperara algo, podía creer que estaban confabulados para jugarle una broma.

-Yo… Nada.

Connor frunció el ceño, dignándose en voltear y alejarse rápido. No quería admitirlo, pero se había ilusionado un poco con el inicio de aquella conversación como para admitirlo ¿Para qué engañarse?

Sin embargo, justo cuando estaba dando la vuelta por el pasillo, maquinó algo en su mente y se golpeó la frente. Había olvidado en su casillero el bendito libro que planeaba leer en clases para ignorar la charlatanería de sus compañeros mientras su profesor dormía en plena clase de historia. Por lo que se giró en sus talones y regresó de donde había venido, extrañado de ver a Evan alejándose de su casillero corriendo.

Gruñó, acercándose para abrir bruscamente y que de esa rejilla horizontal de la puerta se cayera un papel doblado, justo a sus pies.

-Pero qué… -Lo levantó, preparándose mentalmente para la siguiente burla estúpida que leería, pero… No para lo que en realidad estaba escrito prolijamente en el papel azul claro. Era el email del tal Evan, y no solo eso, abajo decía algo más.

"Si alguna vez quieres hablar, o crees que podríamos ser cercanos, veámonos en el bosque pasando la autopista junto a la heladería un día de estos. Mis mejores saludos; Evan Hansen."

Hasta el día de hoy no comprendía.

Este tipo… ¿Qué pretende?

No conocía en lo más mínimo a ese sujeto. O sea, sí, así como Evan lo había visto un par de veces según él, Connor también lo recordaba de un par de ocasiones, pero nunca habían cruzado palabra antes, ni siquiera una mirada correspondida. Eran completos desconocidos.

Aquello había sido el día final de clases, por lo cual no tuvo oportunidad de ir al día siguiente a ver a Evan y preguntarle algo al respecto. Sinceramente, no estaba en sus planes acudir o considerarlo, es decir… ¿Por qué? Ese chico estaba muy nervioso como para creer que estaba siendo totalmente honesto, ocultaba algo, lo sabía. Pero como siempre, él no era racional, y estaba aburrido. Así que un día de agosto en que no tenía nada que hacer más que ver el techo de su habitación mientras sus padres estaban fuera y su hermana salía con sus amigas, fijó los ojos en la nota sobre su mesita de noche, que seguía intocable hasta hoy, y escribió un email hacia la dirección de Evan.

"Eh, soy yo, Connor Murphy ¿Te apetece ir a esa salida en el bosque hoy?"

Pero Evan no le había contestado.

Eso le enojó, aunque no demasiado como para preocuparse por el zoquete aquel o acribillarlo a mensajes. Daba igual.

Eso sí, tenía ganas de salir afuera y fumar sin compañía, con o sin Evan. Así que no lo pensó dos veces antes de dejar la casa, en camino a los dichosos bosques, no porque esperara encontrarlo ahí, sino porque le había provocado curiosidad aquel lugar.

Era un sitio muy solitario, o al menos eso suponía a medida que se adentraba entre los árboles, donde las sombras contra la luz del atardecer teñían de un rojo oscuro cada espacio del suelo. Nada mal, aquel chico tenía buen gusto y debía admitirlo, sin embargo seguía pensando que traerlo hasta ahí no había sido más que estrategia para humillarlo, no sabía cómo, pero se hacía una idea luego de tantas películas como Carrie.

Bufó ahuyentando un pensamiento. No, no se sentía triste, solo… ¿Desilusionado? Porque aunque no conociese a Evan y no pudiese dejar de suponer que quería verle la cara de tonto, aun deseaba acercarse a alguien. Quería conocer a alguien que le hiciese sentir que no era invisible, inexistente, alguien que le hiciera sentir como si importara. No importaba quien, o cómo, solo una persona bastaba.

Y solo así… Podría dejar de ver la vieja soga de saltar de su hermana o los medicamentos del baño, pensando que con eso podría dejar todo atrás.

No le quedaba nada, en realidad, solo ese deseo. Pero cada día lucía más distante, al igual que su familia o gente a su alrededor ¿Qué podía hacer? Ojalá desaparecer fuera una opción, nadie lo notaría de todos modos.

Se apoyó contra un árbol por un momento, revisando en sus bolsillos para sacar otro cigarrillo, pero antes de siquiera escuchar el chasquido del encendedor, otro sonido lo congeló ahí mismo.

¿Qué…? ¿Qué demonios?

¿Se estaba volviendo loco, o eso que escuchaba a lo lejos eran sollozos? Agudizó el oído para comprobarlo, y efectivamente así era. Pero ¿Cómo? Juraba por sus benditos libros que este sitio estaba más desolado que él mismo.

Le convenía irse lo más rápido posible, escuchar sollozos en medio de la nada podía ser el comienzo de una película de terror. O tal vez solo estaba exagerando, aunque de cualquier forma le ganaba la curiosidad, y ante cualquier ataque tenía su encendedor a mano.

Esperaba encontrarse algún niño o niña perdida, era lo más lógico que se le ocurría, pero ese llanto tenía un timbre de voz de adolescente. Consideró irse antes de verse envuelto en algún problema, pero antes de eso ya estaba a una distancia que le permitía ver a la fuente de los lamentos.

No podía ser ¿Verdad…? Ese cabello corto y castaño claro, la camiseta en tono azul, esas pecas donde se deslizaban las lágrimas.

-¿Evan…?

El aludido no lo escuchó, había hablado demasiado bajo como para hacerlo. Se frotó los ojos, aun sin creer lo que estaba viendo, y no era el hecho de encontrarse al chico que lo invitó en primer lugar ahí llorando, sino la enorme rama caída a su lado y la forma antinatural en la que estaba doblado su brazo izquierdo.

-Joder, n-no puede ser ¡Evan! –Se puso de rodillas junto a Evan, quien al escuchar su voz hizo el esfuerzo por abrir los ojos y acallar un poco sus sollozos, cosa difícil soportando el insufrible dolor del hueso roto y la caída que… Desgraciadamente no acabó matándolo como había planeado. –T-Tú, imbécil… ¿Puedes mover el brazo? Déjame ver. –Trató de acomodarlo en un estúpido intento de regresar su extremidad a una posición normal, pero el solo tratar le arrancó un corto grito adolorido a Evan.

Maldijo en todos los idiomas conocidos y por conocer ¿En qué estaba pensando ese idiota?

Uno se preguntaría por qué se estaba molestando en ayudar, pero, vamos ¿Acaso era un hijo de puta indiferente? No… Él… Tampoco llegaba a ese nivel, no podía dejarlo ahí, lamentándose. Puede que el mundo no viese sus esfuerzos por volverse una mejor persona, sin embargo eso no importaba ahora mismo.

-M-Mierda, lo siento, lo siento, n-no quise… Evan, maldición ¡Evan! D-Dime que al menos no te estás muriendo ¡Di algo! –Le desesperaba solo escucharlo llorar, le hacía creer lo peor, sin embargo cuando apoyó una de sus manos en sus húmedas mejillas pecosas el chico pareció calmarse un poco, aunque aún respiraba agitadamente tratando de contener el llanto. –P-Puedes levantarte ¿No?

Lo vio intentar y doblegar ante el dolor, así que supuso en ese momento que no le quedaba de otra. Y antes de que el otro chico volviese a sollozar escandalosamente hizo firme su agarre usando ambas manos, obligándolo a verle.

-Evan… Mírame, no entres en pánico, estoy aquí ¿Te acuerdas de mí? Soy Connor. No te dejaré aquí tirado, te llevaré a un hospital. –Ignoró su asentimiento, y se las arregló para acomodar a Evan en sus brazos a modo de "princesa". Pudo haberlo llevado del hombro, pero con solo ver el rostro ajeno deducía que no soportaba el dolor y en cualquier momento caería desmayado ¿Cómo saberlo? Le bastó con fijarse en qué alturas había estado la rama que cayó.

Se sintió bastante estúpido ¿Por eso no le había contestado el email? No podía culparlo, lo había dejado esperando por una respuesta desde hace meses, no tenía la culpa de no haber estado en casa para responder.

En el camino, Evan pareció calmarse cada vez más, y ahora podía ver más claramente sin tantas lágrimas nublándole la vista.

-C-Connor, tú…

-No te esfuerces demasiado, caíste desde muy arriba ¿Estás loco, viejo? ¿Qué clase de loco sube a un árbol sin compañía pretendiendo que no hay riesgos de caer? ¿En qué estabas pensando? –Detuvo el interrogatorio con un bufido. No tenía derecho ¿Qué se creía que era, su madre? No, su trabajo hoy solo era dejarlo a él en un hospital. Ya su madre lo regañaría por ser un imprudente, aunque… Tanta tristeza en sus ojos le hacía pensar que sabía bien lo que estaba haciendo, pero no se atrevió a preguntar nada más. –Yo… Te había mandado un email, esperaba verte aquí aunque… No de esta forma.

Evan se quedó en silencio, lo cual Connor atribuyó a que estaba aún muy aturdido como para decir palabra, y no se equivocaba, la cabeza le dolía tanto que sentía que en unos segundos caería en inconsciencia, pero no pudo permitirse eso sin antes decir.

-M-Me… Tú me e-encontraste…

-¿Ah? Claro, Evan. Fuiste encontrado.

Uff, qué puedo decir. Adoro "Dear Evan Hansen", me hizo llorar como perra cuando lo vi. Siempre me pregunté cómo hubiese sido si nada de lo que Evan contaba fuera mentira :'(

Quería escribir algo diferente así que… Esto salió, espero que les haya gustado.