–¡Jeremy, apresúrate, se nos hace tarde!

–¡Dije que ya voy!

Bufó molesto, rebuscando en el armario. Todavía no daba con el maldito saco que había reservado para esta noche, y se supone que lo había guardado a plena vista para no tener que estar pasando por esto ¡Estúpido! Todos saben que es mejor dejar la ropa sobre la cama para no perderla. No era la primera vez que le pasaba y aparentemente no sería la última.

Clamó victoria al dar con él. Sí estaba a plena vista, pero lo había confundido con su cárdigan habitual, cosa normal porque… Eran del mismo tono de azul.

Sin perder más el tiempo se lo puso, revisando frente al espejo que no se le olvidara nada ¿Se veía bien? Claro que sí. Se acercó al cristal para arreglar mejor su cabello, y finalmente sonrió, listo para hacer aquello que siempre hacía de ahora en más antes de salir.

–Todo sobre mí es maravilloso ¡Todo sobre mí me hace querer vivir!

Eso era todo lo que le faltaba hacer. Sin olvidar su celular, bajó las escaleras, asegurándose de abrazar a su padre antes de salir por la puerta principal, aunque sin querer prolongar mucho la despedida ya que sus amigos lo esperaban afuera.

–Volveremos un poco tarde ¿Te importa? –Le preguntó al adulto, cual hizo un gesto de restar importancia.

–Claro que no, diviértanse. No olviden sacar fotos, creo que a Heidi le gustaría verlas.

–Haré lo posible. –No iba a prometer que lo haría, siempre olvidaba sacar fotos cuando se estaba divirtiendo. –¿Me veo bien? ¿Crees que debería agregar una corbata o algo?

–Yo creo que te ves bien, campeón. –Le sonrió orgulloso, y los dos volvieron a darse un abrazo de despedida. –Te amo, pásala bien, Jeremy.

–También te amo, papá.

No quedó más que dejar que Jeremy saliera, dirigiéndose hacia el auto donde los demás lo esperaban. Jake se había ofrecido a llevarlos a todos y él no quería desperdiciar la oportunidad de que lo llevaran, lástima que tuvo que hacerlos esperar por haberse preparado a último momento.

–¿Qué hacías? ¿Te peinabas las cejas o qué? –Bromeó Rich, ganándose un lindo gesto con el dedo del medio.

Una vez adentro, el auto arrancó y el espacio se llenó de ruido y canciones de radio.

La noche estaba despejada y fresca, las estrellas brillaban en el cielo y todos festejaban en júbilo por el fin del año escolar y de la secundaria. Se dirigían emocionados y felices a la fiesta de graduación.

Un año y medio había pasado desde lo ocurrido, ahora Jeremy tenía 17 y las cosas habían cambiado desde sus 16. Para empezar, había empezado a ir a terapia ¿Lo creen? Resultó ser de mucha ayuda, y aunque como todo proceso de mejora tuvo sus bajos, su vida se había vuelto más plena de lo que imaginaba. Ahora podía disfrutar más los pequeños detalles, respiraba más profundo, sonreía más, lloraba menos, se quería más que ayer.

Con su padre también había mejorado todo. Su relación se había vuelto más estrecha y por fin tenía a un adulto responsable ahí que se preocupara por cómo le iba en el colegio y le diera consejos cuando los necesitara. Estaba tan feliz por ello que hasta lo extrañaba a veces, y no se cansaba de abrazarlo al salir o al llegar a casa, recordándole cuánto lo quería y apreciaba por cuidar de él sin una mujer a su lado—Aunque ahora Paul estaba saliendo con la enfermera que conoció en el hospital, Heidi— y por hacer todo lo posible por darle su apoyo con la terapia.

Su grupo de amigos era grande ahora. Jake, Rich, Christine, Chloe, Brooke, Jenna, Michael… Todos se habían unido mucho desde el incidente en la obra, cosa que no habría creído en el pasado ¿Él y los populares? Parecía tan solo una idea lejana, pero era real. No se quejaba por eso, aunque a veces deseaba que Rich y Brooke no les restregaran por la cara cuánto se amaban y blah blah blah. Eran lindos, y él estaba feliz por su relación, sin embargo no dejaba de ser cansino cuando se ponían cursis.

Tal vez solo tenía algo de celos. Michael y él seguían siendo solo amigos—Algo así—y se habían asegurado de ser sinceros el uno con el otro sobre todo, así fuera doloroso para los dos. Eso sí, al principio dolió como la mierda y creyeron que no llegarían muy lejos, sin embargo a la larga se volvió cada vez más fácil y menos doloroso. Allí estaban ahora, dos amigos apoyándose mutuamente, viendo por su bienestar y el propio como debía ser, amándose libremente y esperando el momento perfecto para ser más que amigos.

Jeremy aprendió a ser más paciente al respecto, se lo debía a Michael y su táctica de premiarlo con un beso por cada vez que fuese a terapia sin falta. El joven Mell sí que sabía cómo avivar su voluntad y hacer que el ir a hablar con la psicóloga por una hora al día fuese deseoso. Pues… Al inicio no lo era, y esos besos lo motivaban, ahora ya no los necesitaba y seguía recibiéndolos sin necesidad de ir.

Quién lo diría, los amigos pueden besarse y seguir siendo amigos.

Básicamente… La vida le sonreía a Jeremy Heere y él le sonreía a la vida.

–¿Creen que alguno de nosotros sea rey o reina? –Se preguntó Christine, una vez bajaron del auto y caminaron por el estacionamiento para llegar a la escuela.

–Jake tiene posibilidad. –Opinó Chloe. –Él ya es todo un rey.

–UuUuUGhHhh, Amor heterosexual, me derrito. –Se burló Michael.

–Dejen algo para los gays. –Añadió la azabache con el mismo tono burlón.

Llegaron un rato después al gimnasio, que era donde se hizo la fiesta. La gente bailaba, charlaba o simplemente bebía ponche cerca de la mesa de comestibles. Algunos incluso estaban compitiendo por ver quién saltaba desde la grada más alta sin morir en el intento y quién bailaba más rápido sin cansarse.

Ellos… Bueno, hicieron todo lo de la lista, al final se vive solo una vez. Jake sobrevivió de pelos a una caída y casi le daba un infarto porque creyó que se había quebrado de nuevo las piernas, Rich arrasó con todos por ver quién bebía más rápido, Christine los deslumbró con su coreografía improvisada, y Jenna los hizo reír con sus comentarios sarcásticos.

Las horas pasaron y al final eso les hizo pensar… Que quedarse toda la noche en la fiesta era aburrido. La música no era lo que deseaban escuchar y tampoco era como si necesitaran tanta gente para celebrar su nueva vida como adultos jóvenes en la universidad. Así que tras un par de canciones decepcionantes más, subieron al auto de Jake y condujeron hasta el parque.

En el auto descargaron sus ansias, poniendo otras canciones que cantaron a pulmón. Jeremy fue lo suficientemente valiente para asomarse de la cintura para arriba por la ventanilla del techo la mayoría del camino, gritando la canción junto a sus amigos, quienes le apoyaban al hacer lo mismo asomándose por las otras ventanillas.

It's you, it's you! It's all for tou! Everything I do! –Cantaban a gritos en el asiento trasero, Jenna, Christine y Michael.

Jake siguió junto a Chloe. Ella estaba sentada sobre su regazo e increíblemente él podía conducir perfectamente de ese modo. –I tell you all the time! Heaven is a place in earth with you! Tell me all the things you wanna do!

I heard that you like the bad girls honey, is that true?! It's better than I ever even knew! –Continuaban Rich y Brooke en el asiento del copiloto.

OH! They say that the world was built for two! –Jeremy seguía, usando todo el aire de sus pulmones para gritar contra el viento de tal forma que la letra no se le escapara y todos lo oyeran. –Only worth living if somebody is loving you! BABY NOW YOU DOOO!

Parecían un grupo de ebrios, pero no les importaba, ellos continuaban cantando hasta el agotamiento hasta llegar al parque. Tenían la fortuna de que esta noche estaba algo vacío, por lo que libremente se acomodaron en un terreno más llano y se recostaron en el césped mirando el cielo, hablando y hablando sin parar hasta que se les acabaran las ideas o se cansaran.

Michael se levantó y fue a buscar algo al auto, volviendo rato después con su estéreo portátil, cual dejó sobre uno de los bancos para luego poner el disco y reproducir.

–Nos merecemos un baile con música decente ahora que somos casi universitarios ¿No les parece?

De más está decir que estuvieron todos de acuerdo y bailaron la mezcla de canciones que, Jeremy reconoció como el regalo adelantado de cumpleaños que recibió a los trece después del catastrófico baile de octavo año.

–Eres una persona ingeniosa, Michael Mell. –Le comentó al ver su sonrisa soberbia cuando se reprodujo "You matter to me" y todos se unieron en pareja para bailar, incluidos ellos.

–Gracias, hago mi mejor esfuerzo por ti. –Respondió guiñando el ojo con picardía, cosa que le hizo reír. –Oye… Por mucho que quisiera bailar… ¿No quieres ir a caminar por ahí?

El pecoso se mostró dubitativo al principio, pero luego volteó hacia sus amigos que se veían muy contentos bailando en pareja, por lo que asintió. –Claro, vamos.

No necesitaron esforzarse mucho para escabullirse. Rich y Brooke se hundían en su amor sin necesidad de estar en un baile, Chloe y Jake fácilmente se distraían el uno con el otro, y Jenna y Christine se veían animadas hablando al tiempo que bailaban. Sin duda alguna ninguno de ellos notaría que se fueron.

Caminaron tomados de la mano por el sendero de piedras, hablaron un poco sobre la universidad a la que querían ir juntos para estudiar programación, sobre lo raro que sería para Jeremy adaptarse a su nueva madrastra y hermanastro, y lo genial que podría ser ir de viaje juntos a Filipinas para que Jeremy conociera en persona al resto de su familia.

Paulatinamente la conversación se terminó, y solo continuaron caminando sin rumbo con los dedos entrelazados y la incomodidad al otro lado del mundo. Tal vez necesitaban silencio, tal vez era que juntos no existía el silencio tenso.

Se detuvieron sobre el puente del estanque y se sentaron con los pies colgando sobre el agua. La luna brillaba sobre el agua, el aire estaba fresco, y la mano de Michael presionando la suya lo confortaba. Entonces lo escuchó hablar, mirando hacia el cielo.

–¿Sabes? El otro día estaba pensando… Lo simple que hubiese sido mi vida si no nos hubiéramos conocido. –Comenzó a decir pensativamente. –Simple… Y aburrida.

–Pensamos igual. –Secundó, apoyando su cabeza sobre el hombro de su amigo.

–Me alegra que nos hayamos conocido, Jeremy. –Sonrió apartándose de él para tomar su otra mano y mirarlo de frente. –No imagino ahora un mundo donde no estés tú conmigo. –Frotó sus nudillos y Jeremy sintió que se derretía. Michael no acostumbraba a ser TAN cursi con él, en especial ahora que intentaban ser solo amigos. –Yo… Quería saber algo ¿Recuerdas lo que te dije luego de la obra? –El pecoso buscó en sus recuerdos y luego asintió, mas en su mirar se denotaba que no estaba muy seguro de a qué se refería en específico. –Que… Quería esperar a que mejoraras y todo eso.

Jeremy dejó caer su mandíbula, no por recordarlo, sino porque si Michael se lo estaba mencionando ahora… Entonces… ¿Quizá…?

Michael parecía nervioso, lo supuso al sentir su temblor cuando le acarició el rostro y se esforzó por mantener sus miradas conectadas. –¿Te acuerdas de eso, Jeremy?

El pecoso asintió mientras sus ojos se aguaban y su corazón gritaba ¿Estaba esto ocurriendo en realidad? –Tú… ¿Aun piensas en eso? Todavía… ¿Te gusto, Michael?

–Claro que no. –Cualquiera hubiese malentendido su respuesta, pero no Jeremy. Él no necesitaba escucharlo, con solo ver el amor en los ojos café de Michael sabía qué es lo que pasaría. –Te amo, Jeremy. Todavía te amo.

–También te amo, Michael. Con todo mi corazón. –Prácticamente lo susurró, incapaz de contener las lágrimas y una sonrisa temblorosa. Michael compartía ese estado, removiendo incómodo su cuerpo pero sin dejar de estar frente a Jeremy.

–Entonces… ¿Qué dices? ¿Dejamos de ser amigos? Y… ¿Nos volvemos boyf-riends?

El de pecas se rio entre lágrimas, rodeando al filipino por el cuello. –He estado esperando tanto para que me lo preguntaras.

Y se besaron. Se besaron, se besaron y se besaron como si el mañana no existiera, como si el mundo a su alrededor se desintegrara por completo, dejándolos a ellos dos flotando entre las estrellas. Se besaron por primera vez siendo más que amigos, declarando así un nuevo comienzo donde estarían juntos por siempre, al igual que en los libros de cuentos de hadas. Hoy Jeremy podía ser la Cenicienta, consiguiendo al príncipe azul luego del baile.

Se besaron, pensando en cada memoria que los unía, reviviendo el dolor, la alegría, la emoción y el amor. Agradecieron al cielo el momento en que se vieron en el jardín de niños y a quien quiera estuviese ahí a arriba, aunque sabían que a nadie más debían agradecer que el uno al otro, por permitirse una oportunidad de cambiar para bien y ser amados.

–Te amo, Jeremy.

–También te amo, Michael.

El corazón de Jeremy brincó nuevamente al volver a juntar sus labios. Sabiendo que este no era el final. Este no era un "Game over", era el inicio de un nuevo nivel, uno que el jugador 1 y el jugador 2 completarían juntos como siempre habían hecho.

Ya habían superado el condenado nivel 9 ¿Quién diría que sería así? Que lo único que se necesitaba para pasarlo era ser más gay.