Era un pequeño parque. Bastante ordinario a decir verdad, daba hasta flojera de describir. O hasta hace poco había sido así, pues en cosa de minutos el parque había sufrido un cambio drástico

Arboles yacían por doquier, arrancados de raíz como si un cruel y enorme niño hubiera jugado con ellos hasta el cansancio. La tierra estaba cubierta de una desagradable sustancia que emitía un extraño olor, restos de múltiples columpios cubrían el fangoso escenario ellos eran las silentes victimas de la irregularidad que habitaba en las sombras del pequeño parque.

En medio de todo el caos se encontraba una temible criatura, o lo que quedaba de ella. Era bípedo, su enorme cola segmentada se retorcía en intervalos indeterminables, su piel era de un color gris pálido.

"Buen trabajo, chicas." Un atractivo joven pronunció con un pequeña sonrisa, observando como la criatura soltaba su último aliento.

"Eh, no es como si hubiera hecho esto por ti ni na-nada..."

"Ohohohoho. Sin duda esta victoria se debe a mis habilidades sin igual."

Kaburi soltó un suspiro exasperado, ocultando una expresión de incomodidad mientras evitaba la mirada.

¿Huh?

Era un evento que Saotome Ranma había presenciado numerosas veces. Los buenos siempre triunfaban y todo eso...

En realidad ese escenario no tenía nada de especial. Era una batalla más contra la oscuridad, un paso más a la victoria en contra de las fuerzas del mal o al menos así debió haber sido.

"¿Quién anda allí?" Kaburi preguntó en dirección a una sospechosa estatua, sintiendo por primera vez una presencia sospechosa en esa área. Le tenía que dar crédito a quien quiera que le observaba, pues había logrado evadir su agudo sentido sobrenatural.

Él no tuvo que voltear para saber que sus compañeras le estaban cubriendo las espaldas en una formación impenetrable. Ellas contaban con su total confianza.

No recibió respuesta.

El joven de ojos punzantes se acercó sin titubeos a la estatua.

Tsunemori Kaburi estaba preparado para encontrarse con cualquier cosa.

O eso creía.


¿Quién anda allí?

Cuando Ranma escuchó esas palabras supo que algo estaba mal. Él no tardó en confirmarlo a al observar la expresión que su mejor amigo estaba dirigiendo en la dirección en la cual él actualmente se estaba ocultando.

Su mirada era abiertamente hostil. Sus ojos eran los de un depredador, una incomprensible criatura moraba en su cuerpo, por un momento Ranma sintió que sería devorado.

"Maldición... ¿Quién fue el idiota que se le ocurrió ponerse a espiar a este tipo?" Murmuró contemplando echarse a correr.

Sacudió la cabeza, despejando esa estúpida idea. Era inconcebible que él pudiera huir de un tipo que combatía abominaciones como pasatiempo, y eso sin contar a las tres 'heroínas'. Huir complicaría aún más su ya precaria situación.

'Ni hablar.' Pensó, maldiciendo su estúpido sentido de aventura, que cada día le exigía más y más.

Kaburi se estaba acercando rápidamente en su dirección, la extensa oscuridad y fangoso pantano no obstaculizaban su avance, con cada paso que daba el corazón de Ranma se aceleraba más y más, como si de un caballo salvaje se tratara.

Las heroínas habían desaparecido en la ominosa oscuridad.

Ranma tragó saliva, endureciendo su determinación.

Los pasos se estaban acercando.

"Debí haberme quedado en mi casa..." Lamentó con un suspiro.

Esa noche, Ranma vio como el escenario por el que había sacrificado tanto, por el que tanto había esperado se desmoronaba frente a su impotente mirada.


Kuonji avanzó en lo que esperaba fuera una trampa. La confianza que tenía en su equipo era total, y sabía que nada le sucedería pues contaba con ellas.

Eso no quiere decir que no estaba en guardia, pues los apóstoles eran por naturaleza seres truculentos de los cuales se podría esperar cualquier cosa.

Por ello, él no se detuvo cuando escuchó un pequeño ruido y observó una silueta asomarse por detrás de los restos de una estatua.

"Woah!"

El que la vil criatura esquivara no fue ninguna sorpresa.

Su apariencia sí lo fue.

"Ra-Ranma?" Kaburi pronunció titubeante, en sus ojos brillaba la luz de la incomprensión.

¿Ilusión?

"¿Acaso conoces a alguien con un rostro igual de hermoso que este?"

Desafortunadamente, su voz era igual que la de su... amigo.

Oculta en la penumbra, Ukyo sintió incredulidad ante la escena. ¿cómo demonios se podía dejar engañar por un truco tan cutre?

La kendoka apretó los labios con fuerza, preparándose para atacar ahora que la criatura parecía estar distraída.

Justo cuando su bokken estaba a punto de conectar, la criatura dirigió su atención a ella.

"¡Qué bonito cosplay! ¿Tú misma lo hiciste?"

Ukyo titubeó por un momento. Ella admitió para si misma que el apóstol frente a ella no era un ser ordinario, pues el que hubiera sido capaz de copiar la desagradable forma de hablar de Ranma requería talento.

Kaburi aclaró su garganta, decidiendo intervenir antes que algo sucediese. "¿Qué haces aquí, Ranma?" Mientras más le escuchaba hablar mayor era su convencimiento que se trataba del verdadero Ranma.

El joven de ojos azules aprovechó la oportunidad y atacó como mejor sabía hacer.

Con sus palabras.

"Eso es lo que yo debería preguntar." Resopló. "Imagínense mi sorpresa al encontrarlos aquí vestidos de esa forma tan peculiar"

"¡No puedes creerle a este ti-!"

Ranma avanzó, invadiendo el espacio personal de Ukyo. Al ver que su arriesgada maniobra había servido para hacerla callar, continuó.

"Jamás me esperé esto de ustedes, chicos." Pronunció con tristeza.

"Todo tiene una e-"

"¡Silencio!" Exigió con una expresión de enojo, aunque por dentro estaba sudando con nerviosismo. "Me encontraba por aquí cuando escuché unos extraños ruidos, cuando llegué todo estaba así. El parque está hecho todo un desastre y ustedes están vestidos en esos cosplay tan cutres... ¡excepto el tuyo, Ucchan!"

Kaburi y las chicas intercambiaron miradas inciertas.

"Ah. También vi como aquélla chica se transformo en esa cosa." Pronunció señalando la agonizante criatura con apariencia reptiliana. "¡Y los vi a ustedes actuando como unos Power Rangers!"

Kaburi soltó un suspiró y empezó a hablar. "Todo empezó hace mileni-"

Ranma tenía otros planes. "¿¡Por qué demonios no me invitaron a su pequeño club de cosplay!?"

"Huh?"

Ranma asintió. "NO soy muy bueno para actuar, pero siempre puedo aprender... Soy bastante bueno con la maquina de cocer, podría diseñar unos trajes muchos mejores que esos." Dijo mirando los estupefactos rostros de sus compañeros, permitiéndose soltar un suspiro. Era una explicación bastante forzada, estaba consciente de ello, pero no se le había ocurrido nada mejor.

'Siganme la corriente por el amor de dios.'

"Continuar ocultando la verdad podría resultar peligroso para Ranma..." Akane susurró a Kaburi, quien tenía una extraña expresión entre resignado y aliviado.

Él observó a sus otras dos compañeras en busca de algo.

Ukyo mostró una expresión conflictiva mientras Kodachi se encogió de hombros, los gestos eran distintos pero parecían comunicar el mismo mensaje; la decisión era suya.

Ranma contuvo el aliento, observando el rostro de su mejor amigo.

"Espero no arrepentirme de esto..." Kaburi murmuró.

'¡Refuten su decisión! ¡Se los suplico, chicas!'

"Por mi está bien. De todas formas, nunca planee mantener esto en secreto." Kodachi intervino.

¡!

"Tenemos que hablar."

'¡No, no tenemos qué!'


Las chicas habían abandonado la escena hace tiempo, dejándonos solos a mí y al protagonista. Kaburi había decidido llevarme a su casa, pues ambos queríamos evitar tener ese tipo de conversación en el fangoso pantano que se había convertido el parque.

"Primero que nada pido que me disculpes por no haberte dicho nada antes. Quiero que sepas que nunca quise involucrarte en esto, Ranma."

La convicción y seguridad que trasmitía el protagonista era sorprendente, y una de las razones por las cuales dudaba tanto en interrumpir su discurso cuando no hacerlo resultaría desastroso para mí.

"Pero si no lo hago te estaría poniendo en peligro, y eso es algo que no voy a permitir."

Tomé entre mis manos la taza de humeante té que me ofreció Kaburi.

"Tendo, Kuonji, Kodachi y yo." Kaburi se detuvo por un momento antes de endurecer su expresión.

"Tenemos habilidades sobrenaturales."

Gasp

Lo sé, lo sé todo, tonto.

Aunque era así no podía decírselo, no a menos que quisiera cavar mi propia tumba. Por lo tanto, me vi forzado a hacer preguntas incrédulas y sonidos de sorpresa para ayudar con la atmósfera de la escena. Era el turno de brillar del protagonista, después de todo.

"Luchamos contra los apóstoles, son criaturas despiadadas que merodean nuestra ciudad."

-El objetivo de los apóstoles es resucitar a su rey para hacerse con nuestro mundo. Como heredero del linaje Tsunemori es mi responsabilidad evitarlo, desde hace milenios mis ancestros han sido los contenedores de un espíritu de gran poder, en el pasado algunos lo consideran un dios. Hoy el Emperador Dorado mora en mí, y la responsabilidad de detener a los apóstoles recae sobre mis hombros."

Hmmm.

Asentí con una expresión estoica mientras saboreaba su té, que para mi sorpresa estaba bastante bueno.

"..."

Bajé mi taza, notando que Kaburi había dejado de hablar. Su anterior expresión de seguridad se había esfumado, dejando atrás una carcasa de inseguridades y dudas.

Ahhh~

'No pongas esa cara, es indigno de un protagonista.'

"No te creo." Pronuncié sin despejar mis ojos de los suyos. Me sorprendí ante la renuencia que sentí al pronunciar mis palabras.

Es mi responsabilidad.

"Eso es lo que me gustaría decir, pero aunque suene bastante loco me encuentro creyendo en tus palabras. He observado varias cosas acerca de ustedes que me parecían bastante extrañas, y... con esto que me explicaste todo tiene un poco más de sentido."

Kaburi soltó un taciturno suspiro, permitiéndose relajarse por un momento antes de soltar la otra bomba.

"A decir verdad, he estado pensando que quizás lo mejor es que mantengamos distancia."

"No seas idiota." Dije, golpeando la mesa con fuerza.

"No es tan simple..."

"¡Sí lo es! ¿Crees que dejaré de ser tú amigo tan sólo por qué tienes un estúpido poder? Eso es solo una faceta de lo quien eres. ¿Y qué si cazas apóstoles, demonios, o cucarachas por las noches? en lo que a mi respecta eres mi mejor amigo y eso no cambiará."

"Ranma..." Kaburi sonrió ligeramente.

A pesar de tener más de año conociendo a Ranma era la primera vez que hablaban de un tema serio, y no dejaba de sorprenderle su amistad incondicional... Era extraño para él, quien nunca había sentido nada parecido en su vida.

"Akane tenía razón. Hablar contigo fue lo mejor... me hacía sentir un poco culpable ocultar esto de ti." Admitió, rascándose la mejilla con incomodidad. Se sentía incierto pues no sabía como comportarse de ahora en adelante.


A partir de aquélla noche mis responsabilidades aumentaron. Ya no puedo ignorar las circunstancias del protagonista y su pequeño harem, ahora, puedo salirme con la mía comentando cosas como '¿Cómo sigues de tu lesión?' o 'Como quisiera poder ser de ayuda...'

Me alegra que mi error no haya resultado en un gran cambio. Mi envolvimiento con la historia principal pudo haber aumentado, pero no creo que Kaburi o compañía intenten forzarme a hacer nada absurdo pues no poseo ninguna habilidad especial.

Aquella noche había jurado que me abstendría de cualquier conducta excesiva, no iba a permitir que mi error se repitiera a pesar que mi sentido de aventura me molestase diariamente.


Las medidas que había implementado el director para incrementar el promedio escolar de Hanabitsu habían resultado ser bastante eficaces. Su creciente reputación como una de las mejores escuelas de Tokyo era una prueba de esto, la expectativa de los maestros, padres y director era algo casi palpable e insoportable para los estudiantes.

Bueno, para la mayoría.

"Zzzzzz~"

El placido ronquido de cierta estudiante resonó por el salón de clases. A más de un compañero de clase le irritaba verla descansando tan plácidamente cuando el resto de mortales se esforzaban por estudiar.

"Por cierto." Su voz era apenas un susurro, por suerte, Ranma contaba con muy buen oído.

¿Hm?

El joven de ojos azules dirigió una mirada expectante a su buen amigo, Kaburi.

"Hay algo que he estado ocultándote." Pronunció con un semblante oscuro, como si tocar el tema por si solo fuera desagradable.

Ranma sudó internamente ante el repentino cambio de atmósfera.

"Si te incomoda no tenemos que hablar de ello, hombre. Todos tenemos derechos a tener nuestros pequeños secretos." Le comentó, guiñando un ojo de manera cómplice.

Kaburi hizo una pequeña mueca. "Es algo de lo que tienes derecho a enterarte, ¿aún así sigues pensado de esa forma?" Soltó con una mirada expectativa.

Ranma tragó saliva, sintiéndose sumamente preocupado por lo que tal cosa pudiera significar. Lo peor era que las palabras de su amigo le habían intrigado bastante, su curiosidad había sido despertada.

Él sacudió su cabeza, despejando sus desorganizados pensamientos. Reuniendo todo su coraje habló. "Entiendo tu preocupación y confió en tu juicio, pero no puedo evitar notar que hablar de ello te incomoda. Esperaré hasta que creas conveniente contarme." Dijo fingiendo un estoicismo que en ese momento no sentía.

"A-ah... Gracias, Ranma." Kaburi respondió después de un momento de silencio.

Ranma soltó un imperceptible suspiró, tratando de ignorar lo arrepentido que se sentía por aplazar la 'gran' revelación.

Le había costado llegar a su actual posición y no estaba dispuesto a arriesgar su escenario siendo descuidado.


La inocente tranquilidad que solo la ignorancia podía crear envolvía a los habitantes de la ciudad de Tokyo, quienes no sabían que tarde o temprano reviviría una perversa criatura milenaria, cuyo único fin era la exterminación de cada ser viviente en nuestro planeta.

La vida diaria en Hanabitsu aún no se había visto afectada. El -secreto- club de aficionados de Kodachi bullía de actividad, rumores de como la fantástica Kuonji había ganado cierto campeonato de Kendo en Kobe resonaban por los pasillos de la institución, y decenas de compañeros solían peregrinar al templo de la familia Tendo, donde cierta sacerdotisa obsequiaba talismanes de la buena suerte a los más adeptos.

Todo estaba bien, bueno, a excepción de Kaburi, quien por alguna razón ha estado actuando extraño.

Desaparecía durante los periodo de descanso. La cantidad de veces que caminamos juntos a casa también ha disminuido. Hay algo extraño con él, eso era algo que podía ver con facilidad.

En un principio pensé que Tsunemori había hecho su elección, y que aprovechaba esos pequeños 'escapes' para conocer en profundidad a la afortunada heroína.

Al final, me desilusioné después de espiar minuciosamente a las heroínas. Su relación con todas ellas continuaba igual de ambivalente.

Existía una terrible posibilidad que no quería siquiera imaginar; y si Kaburi tuviera otro amigo?

De serlo, mi posición se vería amenazada. ¡Sería una materia de vida o muerte! Si aquél chico es más interesante que yo, o investiga con mayor empeño los pasatiempos de mis compañeras hasta el punto que incluso conoce el color de su ropa intima... Tan solo pensarlo me pone la piel de gallina.

¡No hay forma que exista tal degenerado!

Para prevenir tal cosa me había planteado mejorar mis habilidades como amigo, aunque, afortunadamente cuando hablé con Tsunemori acerca del tema me respondió. "No existe un mejor amigo que tú, Ranma."

Era un alivio.

Descartando esa horrible posibilidad tan solo quedaba una causa en la que podía pensar.

'Ha de tener algo que ver con el otro secreto que guarda Tsunemori.'

Si esa resulta ser la razón entonces no hay nada que hacer. Sería estúpido de mi parte inmiscuirme.

Es posible que se trate de algo que ni siquiera las heroínas conozcan. Enterarme antes que ellas sería bastante problemático, sin importar cuan cercanos seamos.

Entiendo, y comprendo mi actual posición.

Aún así no dejaba de sentirme un poco solitario...

Hoy, Kaburi desapareció sin siquiera esperar que el segundo periodo terminara. Abandonó su mochila sobre su escritorio, y entre excusas de un estomago estreñido se esfumó ante las narices del apático Tanaka. Mi intuición me decía que no iba a regresar en todo el día.

Decidí hacerme el listo y escabullirme del salón antes que el tercer periodo comenzara. Caminé sin dirección mientras sopesaba en mi mente que curso de acción tomar con este enigmático escenario. Después de todo, no valía la pena quedarme en el salón si Kaburi no estaba ahí.

El que la siguiente clase fuera Inglés y tuviéramos una prueba para la que olvidé estudiar no tenía nada que ver. !Na' que va!

Mis pies me llevaron por sí solos a la enfermería de la escuela.

La enfermería era una pequeña habitación de color pastel, contaba con solo tres camas y un par de sillas. Era un lugar quieto y silencioso en el extremo izquierdo de Hanabitsu, los salones vecinos eran el club de ciencias y literatura, lo que generaba un agradable silencio. Era un buen lugar para acostarse y pensar, que la enfermera siempre estuviera ausente era un extra.

'Regresaré al salón cuando el tercer periodo termine...' Me prometí a mi mismo. A mi madre no le importaba mis arrebatos de 'delincuente', de hecho, de cierta forma lo aprobaba. En todos mis años no he podido lograr entender su extraña definición de varonil... Y de mi padre mejor ni hablar...

Abrí la puerta de la pequeña habitación, y para mi infortunio ya había alguien dentro.

Alguien estaba usando una de las tres camas.

¡¿Habrá tenido la misma idea que yo!?

No pude ver de quien se trataba, pues las cortinas rodeaban la cama.

'Zzzz'

Trémulos ronquidos se escapaban entre las ligeras cortinas color blanco..

Quizás él o ella si estaba realmente enfermo.

Sería malo despertarle. Caminé lo más silenciosamente que pude por la habitación hasta alcanzar la otra cama, donde quietamente me acosté.

La otra cama no estaba ni siquiera a un metro de distancia. Debo tener cuidado de no hacer ruido. Aunque solo había entrado para pensar así que no debería haber problema.

'Quizás Kaburi está entrenando para mejorar su control sobre sus poderes...'

Miré absortamente al techo de la habitación mientras varios pensamientos morosos invadían mi cerebro. Desde la enfermería podía escuchar a la distancia a mis ruidosos compañeros de clase.

Al parecer, sin darme cuenta, el tercer periodo había terminado y el cuarto periodo, educación física, había comenzado.

Por un momento pensé en unirme hasta que recordé que había olvidado traer el uniforme de gimnasia.

'Por cierto, Kaburi nunca asiste a ese tipo de clases...'

Me encogí de hombros, decidiendo dejar el tema. Mi estadía en la enfermería había aumentando, y lamenté no haber traído conmigo a mi celular.

'No hay remedio...'

Olvidé cerrar las cortinas alrededor de mi cama. Me senté, habiendo decidido remediarlo.

... Entonces... cuando me disponía volver a acostarme noté que había una pequeña hendija en las cortinas de mi vecino.

Mi curiosidad, aquél monstruo que moraba en mi se despertó. Me acerqué sigilosamente, y espié con trepidación por la minúscula abertura.

Lo primero que vi fue el pecho de una mujer. Parecía suave, pero también elástico, eran un par de montañas con muy buena forma.

Quizás, Al no poder dormir bien, se había desabotonado los botones de su blusa. Su generoso escote era visible con facilidad, y a juzgar por su ligera musculatura podía intuir que formaba parte de algún club deportivo.

"Oh-Oh!" No pude evitar musitar, aunque de inmediato me mordí la lengua para evitar que mi traidora voz me dilatara. No pude evitar pensar que si mi madre estuviera viéndome se sentiría orgullosa.

Intenté ver su rostro pero sin importar que angulo usara no logré hacerlo. La abertura era demasiado pequeña para discernir su identidad.

'Sería genial si ella tuviera un rostro lindo...'

Me dispuse a abrir las cortinas de una vez por todas, queriendo ponerle fin a la curiosidad que me invadía.

Hasta que me di cuenta de algo. Me congelé en el ademan de abrir las cortinas, sosteniendo fuertemente sobre mi mano la cortina que cubría la identidad de la bella durmiente

'¿¡Qué demonios estoy haciendo!?' Pensé con un poco de incredulidad ante lo que estuve a punto de hacer. No soy un pervertido, a pesar de la imagen que aveces puedo llegar a dar. Las tonterías que hago con Kaburi son solo eso, tonterías, que surgen más de mi deber auto-impuesto de apoyar al protagonista que de cualquier otra cosa.

O al menos eso había creído. Las hormonas eran un adversario terrible, y bueno, soy un adolescente en la etapa de pubertad. Nadie podría culparme si echo un vistazo, ¿ne?

'Mamá estaría orgullosa...'

"U...n."

Un sonido captó mi atención. Fue un sonido sutilmente erótico, y mi corazón empezó a latir fuertemente. ¿Quién podría culparme?

Está bien si echo un vistazo, verdad? Uno pequeñito, cierto?

Abrí las cortinas un poco más, ampliando ligeramente la gloriosa abertura.

Parece que son igual... no, más grandes que las de Tendo. Lo que no era mucho a decir verdad, pero para mi juvenil libido era más que suficiente.

Ofrecí una rápida oración a Dios por permitirme esta oportunidad.

Coloque mis manos sobre las cortinas y la abrí completamente.

¡!

Repentinamente, su cuerpo se estiró por un momento. Ella frotó sus ojos con el dorso de su mano, y dirigió una dormitada mirada en mi dirección.

Lentamente saboreé con mis ojos los contornos de su figura. Era delicada, de estatura promedio y complexión delgada.

'¡Ohhh!'

En ese momento, al ver su rostro detenidamente mi cerebro dejó de trabajar.

"Có- q-qué?" Se escapó de mis labios.

La bella durmiente era hermosa como su apodo lo sugería, con nariz perfilada, largas pestañas, y largo cabello castaño. Pero por alguna razón estaba vistiendo un uniforme de varon. Al principio pensé que era una blusa, pero al observarlo en su totalidad noté que se trataba de un gakuran.

Su rostro era bastante atractivo. Su mirada daba cierto aire de galantería que no cuadraba del todo con una mujer, tiene un poderoso brillo en sus ojos color almendra. Ella tiene una forma de mirar hacía adelante sin titubear.

Yo la reconozco.

'No h-hay f-forma...'

Era Kaburi.

Mi amigo más cercano. El protagonista de esta historia. El chico que secretamente luchaba contra las criaturas sobrenaturales que acechaban en nuestra ciudad, quien en su interior tenía sellado al 'Emperador Dorado.'

"Ah..."

Kaburi bostezó estirando sus brazos sobre su cabeza. Los efectos en su escote fueron... interesantes.

Mis ojos siguieron sus movimientos de las montañas gemelas con rapta atención.

¡Hey, Dios. ¿Qué clase de broma es esta? ¿¡Qué demonios le hiciste a Kaburi!?

"Heh... Ranma?"

La criatura con el rostro de mi amigo me saludó con una pequeña sonrisa en su rostro, la misma sonrisa taciturna siempre. Al parecer él... ella no había notado que algo andaba mal.

"¿Y ahora qué, hoy también decidiste saltarte el examen? Eso no está bien, sabes? Conociéndote, seguro lo hiciste para recolectar más información acerca de nuestras compañer-!"

É- Ella siguió mi mirada, que hasta ahora ha estado enfocada en un solo lugar.

Tsunemori palideció al darse cuenta que su pecho se encontraba expuesto.

Ella subió la mirada una vez más, encontrándose con mis ojos. Poco después, bajó de nuevo su mirada, para después volver a mirarme.

Yo simplemente no podía decir nada. Incluso olvidé como respirar.

El sonido del reloj en la pared parecía hacerse más ruidoso, envolviendo el silencioso espacio en un insoportable sonido intermitente.

Tic

Tac

Tic

Tac.

Kaburi tomó aliento y...

"¡Kyaaaaaaaaaaa!"

No tarde en también tomar aliento y gritar yo también.

Fue un sonido agudo y agonizante.

"¡No me mires! ¡No puedes ver! ¡No es lo que crees! ¡Esto no es lo que parece!"

Tsunemori entró en pánico.

¡Qué bueno! Al menos yo no era el único.

No podía entender lo que estaba sucediendo, no quería entender.

"¡No tengo senos! ¡Esto es producto de un.. a-apóstol!" Ella trató de convencerme mientras frenéticamente se abotonó su gakuran.

"¡Es una ilu-ilusión, sí! ¡Soy un ho-hombre! ¡Un hombre entre hombres!"

Incluso si dices eso, ese par son más grandes que las de Tendo.

"¡Detente! ¡Te dije que no me vieras!"

"Arghhh ¡Ranma, eres un idiota!" Dijo con un sonrojo.

Ella me lanzó una almohada.

No traté de evadir, ni siquiera parpadeé, solo me limite a mirarla fijamente como si un demonio hubiera robado mi alma.

¡Tengo que estar soñando! ¿Verdad?!

¿Díganme que sí?!


No tengo la más mínima idea de como actuar ante esta emergencia sin precedentes.

Incluso después que Kaburi huyó al borde de las lagrimas no sé que hacer. Me quedé como tonto, pasmado mirando la puerta de enfermería, sin saber siquiera qué sentir.

'Qué demonios fue eso?'

La espontaneidad de la que tanto me enorgullecía me había abandonado. Era como si fuera un novato que no conocía sus lineas, un fracaso.

Incluso ahora, siento como si todo hubiera sido un sueño, una ilusión. Desafortunadamente, está era mi realidad. La almohada en el suelo delataba la agría verdad.

"De verdad era Tsunemori? No me habré equivocado?"

No. Ella me saludo, incluso conocía el sórdido secreto de mi bloc de notas.

Tsunemori Kaburi es el protagonista de esta historia. Se supone que era un héroe entre héroes, un paragón de virilidad.

Él no es alguien que entre en pánico y grite 'Kyaaa!', él es alguien a quien los demás hombres debíamos admirar y a la vez envidiar.

Nunca antes me había sentido tan... perdido. ¿Acaso había caído en la trampa de los reverse-trap?

Si Kaburi realmente era una mujer... Significa que la imagen que tanto he protegido, la posición que tanto he codiciado ha perdido todo valor, ¿y cómo no?

El que Kaburi fuera una mujer no era problema, podía vivir con eso y continuar siendo su amigo sin problema. El verdadero problema había sido mi manera de interactuar con 'él', pues le había tratado como un hombre más, aconsejándole las estupideces que me decía mi mamá de pequeño.

Mi posición en elenco, si es que tal cosa existía siquiera, se había convertido en una cosa retorcida y extraña.

"Ojalá no me hubiera enterado de nada..."

'¿Quizás Kabuti tiene una hermana gemela?'

Sacudí la cabeza. No tiene caso.

Me levanté de la cama, recogí la almohada y la coloqué en su lugar.

No me debo inmiscuir. Esperaré hasta que Kaburi me diga la verdad, si intenta mentirme le seguiré la corriente y si decide no volver a hablarme lo aceptaré.

Después de todo soy simplemente un extra.

Que las heroínas -falsas- se resuelvan ellas solas


Notas del Autor:

Perdón por el RETRASO, les diría mis excusas pero no serían suficientes para la vergüenza que siento y por el tiempo tan largo entre un capitulo y el otro.

Pues he aquí una revelación, ¿inesperada? pues no lo sé, espero y haya logrado sorprender a más de uno, y todavía falta otra gran revelación que será muchísimo más grande, aunque todavía falta un poco para llegar allá.

Cualquier horror ortográfico o gramatical me avisan, que siempre se me escapa uno o dos o unas cuantas docenas.