Era una noche fría en el adorable pueblo de Privet Drive, en el número 4 de la localidad. En una alacena debajo de las escaleras se encontraba un joven de diez años, ojos verdes, pelo azabache y una peculiar cicatriz en su frente en forma de rayo; el cual se encontraba completamente dormido sin darse cuenta de lo que sucedía a su alrededor.

Una luz completamente dorada alumbro afuera de su puerta y su luz lograba filtrarse a través de las rendijas de su puerta, esta rechinaba al ser abierta, en donde se aprecia a un joven de 19 años con ojos esmeralda que lo observa con una mirada analítica.

—Harry —susurra.

—Harry —vuelve a llamar.

Harry empieza a despertar al oír su nombre en esa voz que se le hacía muy conocida, parpadeo un poco para poder acostumbrarse a la oscuridad y vislumbro unos ojos verdes.

—¿Quién eres? —pregunta un poco temeroso al observar una mirada tan parecida pero a la vez tan diferente a la suya.

—Soy tu yo del futuro —responde—. De ocho años en el futuro para ser más exactos. El motivo por el que estoy aquí es para cambiar mi pasado, tu presente y futuro. Sé que en estos momentos no me crees, pero mis memorias pasaran a ti, todo lo que se y lo que hice; sé que usaras muy bien esta información —dice mirándolo directamente a los ojos.

Un fuerte dolor de cabeza azoto a Harry, provocando que poco a poco fuera quedándose dormido y lo último que escucho fue...

—Cuidado con los Weasley y Dumbledore —y cayó en un profundo sueño.