Los personajes y la historia de Five Nights at Freddy's pertenecen a Scott Cawthon. La trama de esta historia y sus personajes son de mi autoría.


Máquina

—Hola.

—...Hola.

Sonrió inconscientemente y sus ojos se elevaron hasta conectar con los del animatrónico ante ella. Sin brillo, a vista de cualquiera, pero los más profundos y celestiales para ella.

—Y buenas noches.

Y su sonrisa se ensanchó, creyendo que aquello era un saludo formal.

¿Pero qué era esa sensación?

¿Dolor...?

...

Ruth pasó llave a las puertas de cristal y en completa oscuridad se dirigió hacia su oficina. El camino ya se lo sabía de memoria.

Se sentó y encendió algunas luces, las que estaban a su control, y procedió a monitorear las cámaras del local, como su contrato le exigía.

Ruth tuvo muchos trabajos a lo largo de su juventud. La dedicación que ponía a su carrera universitaria le impedía ser constante en cualquier empleo que requería cierto nivel de responsabilidad, por lo que no era raro verla saltando de trabajo en trabajo, de oficio en oficio, rebuscando el dinero para poder mantenerse sin sus padres. Si había algo que Ruth apreciaba, era su independencia.

Las fiestas y tonterías de gente joven no le iban. Las vacaciones no eran un sinónimo de descanso, sino de tiempo extra para hacer dinero. ¿Salir de noche? Nada que ver. Si sus amigos querían verla, debían ir a visitarla en casa. Además, todos sabían que sus noches estaban ocupadas.

El cargo de guardia nocturno en Freddy Fazbear's Pizza definitivamente encajaba con los requisitos de Ruth para un empleo. Sólo eran seis horas en la noche, lo que le daba tiempo en el día de hacer sus cosas o incluso asistir a otro trabajo, buscaban gente joven como ella, no exigían mucha experiencia laboral y otorgaban algunos cupones para pizza semanalmente a sus trabajadores. El pago no era sobresaliente, pero algo era algo.

Poco más de una semana era lo que le faltaba para cumplir tres meses en su laburo, y ese era tiempo más que suficiente para enterarse de la verdadera historia detrás de ese tenebroso lugar al que se exponía cada madrugada.

Tantos niños, tantas personas inocentes, tantas vidas perdidas por un solo criminal que lo inició todo... Ruth era incapaz de sentirse tranquila allí.

Contrario a sentir miedo o similares, se embargaba de pena cada vez que entraba al local. Creía mucho en energías, espíritus, el color del alma y esas cosas, y sin dudas la sensación de aquella pizzería no era nada agradable. Era de profunda tristeza, impotencia, dolor, y no le sorprendía el porqué.

De alguna forma u otra desarrolló una extraña curiosidad hacia los animatrónicos que rápidamente escaló hasta una atracción, hacia uno de ellos específicamente. Sí, intentaban matarla noche tras noche, y sí temía por su vida, pero con el don de la palabra muchas veces había logrado detenerlos, conversar con ellos, conocerlos...

No eran asesinos. No eran malas personas. Eran almas atrapas, y sólo necesitaban la ayuda de un alma noble que se atreviera a ver más allá de las máquinas que hoy eran.

Cierto día de su segunda semana, cuando apenas le tomaba el ritmo a eso de encender luces y ponerse la máscara, Freddy llamó su atención.

Desgastado y maloliente, anhelando con villanía acabar con cada guardia de seguridad, igual que sus compañeros, por algún motivo no tenía la misma expresión que el resto, lo sabe ella que los vio muy de cerca. Aquel gesto de frustración que rozaba con lo macabro en Foxy, la desesperación en Chica y Bonnie ante la falta de varios de sus miembros, incluso las sonrisas plásticas y falsas que llevaban estampadas los escalofriantes Toys, nada de eso. El oso la miraba con ojos suplicantes, recitando un rezo mudo en busca de auxilio que para Ruth no fue difícil identificar.

—No te temo...

Se había acercado a él con la máscara puesta, y cuando tocó su abdomen felpudo recibió una mirada curiosa del muñeco, expectante.

—Quiero ayudarte. Puedo hacerlo, si me dices cómo.

Freddy nunca se había topado con alguien así. Palabras suaves y quebradizas como esas nunca habían sido dirigidas hacia él, a menos que estuvieran suplicando por su vida. Quizás por no saber cómo era correcto reaccionar, se contuvo lo suficiente para dejarla continuar.

—Soy Ruth.

—Yo soy Freddy Fazbear.

Noche tras noche la escena se repetía. Freddy no hablaba de lo que le pasó o de lo que sentía, pero parecía disfrutar de la compañía humana. Aunque se limitaba a responder de manera tajante y nunca le dio información de los asesinatos más allá de la que se podía conseguir públicamente, sus charlas, algunas más triviales que otras, llevaron a Ruth a sentir algo más allá de la curiosidad y la pena con las que actuó en un primer momento.

No es como si no hubiera intentado ofrecerles apoyo a todos los demás, e incluso había logrado mantener conversaciones inteligentes con varios de ellos, pero el que permanecía a su lado siempre era el oso, el original, el protagonista de la empresa, y ahora también de sus sueños.

La chica sintió una conexión, un lazo que acababa de nacer pero que era lo suficientemente fuerte como para saber que no moriría, no con facilidad. Aunque tosco y a veces agresivo, y algo torpe en cuanto a emociones humanas, la relación de ambos alcanzó cierto nivel de confianza en el cual él no le impedía a Ruth invadir su espacio y acercarse a él.

Ella estaba maravillada, sumamente complacida por la idea de acertar su hipótesis sobre la vida y sentimientos que podían poseer los animatrónicos, emocionada y orgullosa de sí misma por hacer lo que ella consideraba que estaba bien, y enamorada de un robot que aparentemente era capaz de entender algo tan complejo como el cariño.

No le molestaba ser obvia, ni ante Freddy ni ante nadie. Hablaba toda la noche, risueña, con quien se paseara cerca de la oficina, y aunque no se atrevía a salir o a bajar la guardia, siempre recibía a todos con palabras bonitas y emoción propia de una niña, siempre con máscara y linterna en mano, nunca dejando de dar cuerda a la caja musical.

—Le amo.

Los últimos días, su respuesta era la misma si le preguntaban sobre el oso maltrecho.

—Hola.

Por ello se acostumbró a no temerle, a dejarle pasar a la oficina casi sin cuidado, a darle la espalda confiando que él nunca le haría daño.

—...Hola.

Freddy nunca pareció oponerse. Siguió la corriente siempre y, quién sabe por qué, le escuchó atentamente y respondió algunas de sus incontables preguntas curiosas.

Esa noche, antes de despedirse de ella, Ruth peinó su cabello distraídamente con sus dedos y le sonrió, sus mejillas sonrosadas acentuaban la imagen viva y alegre que siempre tenía.

—Y buenas noches.

...

La vida siempre la había tratado bien.

Tuvo una familia maravillosa, que habrían dado todo por ella y más. Notas sobresalientes en una buena universidad, no era difícil si eras una chica lista, dedicada, estudiosa, en buen vecindario, con buena gente rodeándola.

Bonita, amigable, sencilla, trabajadora, humilde, quien la conocía le tomaba cariño; tal vez a veces podía ser algo distraída, extremadamente espontánea, incrédula o tomar confianza muy rápidamente, ¿pero quién la iba a culpar? Sus defectos se veían tan opacados por sus virtudes que si no eras cercano a ella, era difícil notarlos.

¿Qué hacía que una niña que lo tenía todo llegase a esa situación?

Eso mismo. Compasiva y empática como sólo ella, nunca pudo estar tranquila sabiendo del sufrimiento eterno que torturaba a quienes la rodeaban. La niñez increíble que ella vivió... ellos jamás podrían saber cómo se sentía jugar sin preocupaciones. ¿Y se supone que tenía que ignorarlo?

Debía hacer algo al respecto.

Con intenciones tan nobles, ¿por qué alguien como ella merecía aquel castigo?

Ver entre lágrimas la borrosa imagen de Freddy escudriñando entre sus entrañas hizo que sus últimos segundos de vida se perdieran en un "¿qué hice mal?".

Evidentemente se había equivocado. Con él, con todos ellos, con todo en lo que alguna vez había creído, tal vez. El dolor punzante se apagaba junto con su mente y no le permitía pensar con claridad.

Al final, Ruth nunca pudo verificar cuál fue el verdadero error en su hipótesis. Si Freddy realmente era un ente tan despiadado, capaz de pasar momentos a su lado que fueron cuidadosamente atesorados en el corazón humano que le amaba para luego asesinarla a sangre fría, o si el objeto frente a ella sólo seguía sus protocolos mal programados, activados luego de verla sin la máscara, llevándola a su inminente muerte justo después de descubrir que se había enamorado de una máquina. Sólo una máquina.


H O L A

ADIVINEN QUIÉN VOLVIÓ

Parece que publico algo anualmente. Y sí, por como vamos no los culpo por pensar eso.

Pero hey, sigo viva que es lo importante, y escribiendo para este fandom muerto asfhd

Como habrán podido identificar, este fictober, al contrario que el año pasado, no será un spin off de Mocosas Metiches. Quizás algunos capítulos sí lo sean, o algunos personajes de allí hagan presencia en algún one-shot. De ser así lo avisaré, pero todos los capítulos estarán hechos para que puedan entenderse independientemente de cualquier otra de mis historias.

Dicho esto, me despido hasta mañana, con la esperanza de que este año sea un poquito más responsable y haga todo a tiempo akjdfgksa

Culo si no dejas review.

Sayonara!