Los personajes y la historia de Five Nights at Freddy's pertenecen a Scott Cawthon. La trama de esta historia es de mi autoría.


Libre

Caída la noche, el temor a ser amedrentados y abusados aumentaba.

Por ello se escondían en el único sitio que aún era suyo de aquella vieja pizzería, rezando porque sus opresores se mantuvieran en calma y lejos de ellos. Era irónico, y triste, el cómo habían pasado de ser la atracción principal, los favoritos de los niños, los muñecos más queridos, a chatarra inservible que sólo guardaban en caso de necesitar repuestos.

El silencio fúnebre hacía aún más tenso el ambiente, pues todos bien sabían que cuando los gritos agónicos del guardia cesaran, cualquiera de los Toys podría ir a buscar problemas en Parts & Service sólo por matar el aburrimiento, por saciar su sed de sangre, por realzar su complejo de superioridad, por solapar sus problemas de falta de atención, o por todas las anteriores.

Bonnie se removió incómodo en su sitio al escuchar pasos en el pasillo. Al ser incapaz de ver por lo dañado que ya estaba, cualquier movimiento extraño que captaba con sus otros sentidos le ponía nervioso.

—No pasa nada —le calmó Foxy, con su voz distorsionada, acercándose un poco a él para que no se sintiera solo—. No van a entrar.

Intentó calmarse, pero aún oía pisadas cercanas y aquello no solía ser una buena señal. Era normal que le asustara, no quería perder otro de sus brazos.

—Esto es una mierda —gruñó Chica, tan bajo como podía, aunque su voz se oía fuerte debido a la poca funcionalidad de su caja de voz—. No deberíamos estar aquí por culpa de esos muñecos maricas con sus colores chillones y sus pestañas largas.

Las quejas de la gallina podían ser molestas, pero tenía motivos para hacerlas. Nunca habían hecho nada para merecerse el maltrato de los Toys, el estar confinados a ese asqueroso cuarto y a verse sometidos como un grupo de niñitos débiles y cobardes.

No tenían oportunidad contra sus versiones 2.0. Eran más pequeños, pero su metal era fuerte, mientras los viejos se caían a pedazos. Aunque Chica mantenía firmemente que sólo eran fuertes porque siempre estaban juntos, y que si encontrasen a uno de ellos solo podrían darle una buena lección.

La puerta abriéndose de par en par la hizo callarse inmediatamente, Bonnie tembló en su sitio mientras todos veían, nerviosos, al que había pateado la puerta y había roto la cerradura del tirón, por tercera vez en lo que iba de mes.

Toy Bonnie, con expresión seria, pasó su mirada por cada uno, de ellos disfrutando del temor que imponía, hasta finalmente llegar a Chica y clavar sus ojos en ella.

Le reprendió por algunas de sus palabras como si fuera una niña desobediente, ella se encogió en su sitio y bajó la mirada, asustadiza, aunque el gesto iracundo y las ganas de levantarse y hacerle frente permanecían, y no eran pocas.

Asintió con la cabeza, aún sin verle, y esperó tontamente a que él se retirara quizá luego de un par de insultos y amenazas. Sin embargo él permaneció en la habitación y posó la vista en su antecesor, que giraba su cabeza a todos lados sin saber exactamente de dónde venía la voz debido al eco, temblando en su sitio.

—Deja de moverte así, ciego imbécil, que todo tu cuerpo chirría y el ruido me molesta —escupió, sin cambiar su gesto—. Y ustedes cállense, sus idioteces se oyen desde afuera y si vuelvo a oírlos vendré a enseñarles a respetar mis órdenes.

—No tienes que tratarle así —aunque se arrepintió inmediatamente después de pronunciar sus palabras, Foxy no pudo contenerse de defender al pobre conejo, que sólo parecía aumentar su inquietud con cada segundo.

Una simple contestación fue provocación suficiente para desatar la ira del de ojos verdes. Se acercó al zorro sin chistar, le tomó del cuello y le lanzó fuera de la sala, airado. Intentaron detenerlo pero los otros Toys, atraídos por el barullo, ya habían acudido y estaban más que dispuestos a amedrentar Olds, como tanto les gustaba hacer.

—Este déjenmelo a mí —ordenó Mangle, empujando a Freddy dentro de Parts & Service nuevamente luego que nadie pareciera tomarle importancia.

Cerró la puerta tras de ella, aunque la cerradura ya no sirviera, y apenas verse a solas con el oso, cambió su expresión malvada a una de alivio.

Le abrazó fuertemente aunque él no le correspondiera, y esperó pacientemente a que pudiera pronunciar alguna palabra. Entendía que estuviera muy molesto con ella.

—Dejen de hacer esto —imploró, con gesto suplicante.

—No depende de mí —trató de convencerle—. Hago lo que puedo para mantenerte a ti a salvo. No puedo hacer mucho más.

—Sí puedes —insistió, tomándola de los hombros—. No eres mala, Foxy, puedes ayudarnos.

—Entiende que ponerme de su lado sería sentencia de muerte para mí. Lo siento, pero en mis prioridades estoy yo, y luego tú. Tus amigos no entran ahí.

Decepcionado, le dio la espalda, sin ganas de hablar mucho más con ella. Aunque entendía que actuara de forma egoísta, cuando se estaba en la situación de Freddy y nadie quería ayudar era bastante desalentador.

—Voy a quitarte algunas partes —murmuró, apenada.

El oso ni se inmutó, sólo se dejó hacer. Conocía el proceso, Mangle le desarmaría un poco y ambos fingirían que le había torturado. No era la primera vez que lo hacían.

Cómo desearía que cada vez que sus amigos perdían partes de su cuerpo fuera de la misma manera que él.

—Veré cómo están los demás y trataré que no les dañen mucho, ¿de acuerdo? —Suspiró al no recibir respuesta, dirigiéndose a la salida—. Cuídate, no te busques problemas. Te quiero.

Una vez solo, Freddy se llevó las manos al rostro, rabioso, impotente, triste. ¿Hasta cuándo tendrían que soportar aquello? Ni siquiera sabía por qué los Toys les odiaban tanto.

Quería a Mangle, pero se sentía demasiado culpable de verla sólo en secreto, de ser el único que se salvaba de la gran mayoría de escarmientos. Bonnie ya ni siquiera tenía su rostro y él seguía entero y en buenas condiciones.

Sólo le quedaba esperar y, entre tanto, prepararse psicológicamente para ver qué nuevo destrozo harían con los cuerpos de sus compañeros, tratando de suprimir el pensamiento latente y creciente dentro de él, recordándole permanentemente el amargo recorrido a lo largo de toda su historia en la que al final el destino sólo le recalcaba que jamás serían libres.


SOY LIBRE.

De hecho este capítulo se llamaba "libre" porque la temática la podía escoger yo, pero mientras escribía me di cuenta que podía darle un sentido literal y pues aquí está.

Feliz Haloween y feliz aniversario a Freddy y Nozomi.

Sayonara!