Los personajes y la historia no me pertenecen, esto es solo una adaptación sin fines de lucro. Por lo tanto todos los derechos son propiedad de Amii Lorin.
Los personajes son de Rumiko y tampoco me pertenecen :'v
El libro es de la serie oro de "Violena; los romances del extasis" de 1983.
El libro tiene 10 capítulos y voy a subir un capitulo por página.
Espero les guste.
La alarma del reloj despertador sonó a las cuatro y media. Un ligero gemido precedió a la pálida mano que emergió desde abajo de la colorida colcha para apagar el reloj. Con un bostezo, Kag de desperezó y se sentó sobre la cama. El penetrante sonido del teléfono la despabiló con brusquedad. ¿Quién diablos llamaba a esta hora? Levantó el auricular.
-¿Hola?
-¿Kag?
La voz ronca de su amiga Kikyo era casi irreconocible.
-Si, por supuesto, soy yo -contestó- ¿Por qué hablas en voz baja?
-No lo hago a propósito - replicó Kikyo- Oh, Kag, no puedo ir.
"¿No puedo ir?" A Kag le tomó varios segundos registrar aquellas palabras.
-¿Qué quieres decir con que no puedes venir? - exclamó a los gritos- Ya hemos pagado el viaje. El autobús partirá dentro de una hora y media. No estoy para chistes Kiky.
-No estoy bromeado. Estoy enferma, achu. He pasado toda la noche con dolor de garganta y ahora tengo temperatura muy alta. Mi madre dice que no me permitirá ir a las montañas por el fin de semana. -se detuvo para toser.- A decir verdad, no estoy con ánimos para discutir con ella. Lo único que deseo es permanecer acostada y morir. Lo siento, Kag.
-No seas tonta- la reprendió con dulzura.- No es tu culpa. -Hizo un gran esfuerzo por disimular su desilusión.- ¡Qué mala suerte! ¿Crees que te devolverán el dinero?
-Mamá telefoneará a Sango para contarle lo sucedido -explico.- Saqué un seguro en caso de que surgiera una eventualidad como ésta. ¿Tu no lo hiciste? - preguntó con voz cansada.-
-No -rio Kag-. El viaje era de por sí bastante caro y, como casi nunca me enfermo, ni siquiera consideré la posibilidad. Pero me alegra que tú si lo hayas hecho.
-Oh, Kag -suspiro-. Me siento muy mal por arruinarlo todo. Espero que la pases bien.
Kag se mordió el labio inferior. Su amiga estaba a punto de llorar. ¿Por qué mantenida levantada a Kikyo si era obvio que debía estar en la cama?
-Claro que si. Habrá mucha gente joven en el autobús y en el albergue. Cuídate. Te llamaré a la vuelta.
Kikyo prometió recuperarse y dijo a su amiga que esperaría su llamada con ansiedad. Antes de colgar, dejo escapar un quejido lastimoso.
-Oh, Kag, tenia tantas ganas de ir...
La expectativa y el entusiasmo de los últimos días se desvanecieron con aquellas palabras de Kikyo, Kag se preguntó cómo haría para arreglárselas sola en el albergue para esquiadores. Era la primera vez que iba. Presintió que aquel largo fin de semana resultaría un desastre. Miro el reloj y dio un salto. Si no se apuraba, perdería el autobús.
Tomó un desayuno ligero y se movió con sigilo para no despertar a sus padres. Subió una segunda taza de café a su habitación. Se puso un par de vaqueros, unas botas de gamuza de tacones altos y un jersey que resaltaba los tonos azulados de sus cabellos. (Nota: Jen, que es la protagonista, tiene el pelo colorado, asi que cuando se refieran a ello en el resto de la historia voy a poner cosas como " pelo azulado")
Revisó por tercera vez la maleta blanca para asegurarse de que no había olvidado nada. Luego, la cerró y guardo la llave en su bolso. Se dirigió al baño en puntas de pies. Sus esfuerzos fueron en vano. Mientras daba el toque final a su maquillaje, alguien llamo a la puerta del baño.
-¿Estas lista, Kag?- pregunto su madre-.Son las cinco y veinticinco.
-Un segundo- respondió. Se pintó los labios y sonrió a su imagen en el espejo. ¿Cuándo llegaría el día en que podría salir de su casa sin que su madre lo advirtiera? Ojalá nunca se le ocurriera fugarse por la ventana de su habitación. Jamás tendria éxito.
Los ojos azules adquirieron un extraño brillo divertido ante la idea. Se esparció el lápiz labial, sacó la lengua al espejo y dejo el baño. Su madre la esperaba en la puerta de entrada con la maleta en el suelo, el bolso en una mano y la chaqueta de esquí en la otra.
-Tal vez te rompas una pierna- acotó su madre mientras entregaba la chaqueta nueva que Kag habia adquirido especialmente para ese viaje-, pero al menos no tendré que preocuparme si te pierdes en la nieve. Cualquiera te encontraría si llevas este abrigo. - añadió al tiempo que meneaba la oscura y azulada cabellera.
-Escucha mamá - sonrió Kag-. En cuanto la vi, me enamore de ella. Además, era la única que quedaba. Por fortuna, de mi talle - agrego al tomar la brillante chaqueta roja con rayas de un color rosado intenso.
-Lastimará los ojos de la gente- concluyo su madre -. Ahora vete o perderás el autobús.
-De a cuerdo. -tomó la maleta y el bolso, y beso a su madre.- portate bien -bromeó y salio a la fría mañana. Se volvió y añadió:- Tendré mucho cuidado.
Mientras conducía a través de las oscuras calles, maldijo la calefacción del auto. ¿Por qué todo se descomponía al día siguiente de comprarlo? Habia terminado de pagar el Mustang el mes anterior y justo ahora, en el mes mas frio del año,la calefacción decidía averiarse. Unos minutos más tarde, rogó para que el limpiaparabrisas no se acoplara a la huelga de la calefacción. Accionó el botón y suspiro al comprobar que funcionaba a la perfección.
Se detuvo frente a un semáforo en rojo. "Primero se enferma Kikyo y ahora llueve", pensó con amargura. "¿Qué más falta?"
Lanzo una rápida mirada a su reloj pulsera: las cinco y media. Llegaría con tiempo de sobra.
Tomó la calle que conducía a las oficinas Barton. Por fortuna, había poco transito a aquella hora temprana. Se relajó al ver el letrero que indicaba: Barton, Ingenieros de la Construcción y Asociados. La playa de estacionamiento de la compañía estaba casi vacía.
Estaciono el automóvil al lado de un viejo camión. Levantó la vista. "¿Adónde está el autobús?" se preguntó.
En ese instante, como si su pensamiento hubiera sido escuchado, el autobús entro a la playa de estacionamiento y se acercó a la breve hilera de coches estacionados en un extremo del lugar.
Antes de que el vehículo se detuviera, la gente descendió de los automóviles y tomó sus respectivos equipajes. La quietud de la mañana se quebró con un sinfín de risas y voces alegres. Kag se apeó y sacó la maleta del baúl.
Se unió a la fila delante de la puerta abierta del autobús. El grupo aguardaba a que el guía los llamara por sus nombres y luego subieran las maletas.
-Sí, si es que se anima a dejar la pista para principiantes- comentó un joven.
-La idea de beber café caliente frente a un crepitante fuego me parece maravillosa- dijo una mujer de unos cuarenta años a su joven y delgado acompañante.
-Estar comprometido no es tan bueno como imaginas- afirmó un hombre muy apuesto que estaba delante de Kag. Conversaba con otro hombre igualmente de atractivo-. ¿Puedes creer que me hizo jurar que no miraría a otra mujer durante cuatro días?.
Kag odiaba escuchar las conversaciones ajenas pero, en ese momento no podía ni sabía como evitarlo.
-¿Por qué no vino con contigo?- preguntó el otro hombre
-En primer lugar, no sabe esquiar- contestó el primero con evidente disgusto-. Y además, unas amigas habían planeado darle una despedida de soltera este fin de semana. Se suponía que era un secreto pero ella lo sabe desde hace varias semanas. Honestamente los juegos de las mujeres son suficientes para incitar a un hombre a la bebida.
-O a las pistas de esquí- agregó el otro.
La ligera sonrisa que Kag habia comenzado a esbozar, desapareció con las siguientes palabras:
-Desde luego, hay ciertos juegos femeninos que incitan al hombre de otra manera... Me refiero a los juegos de la cama, naturalmente.
-Si, claro. Pero debes olvidarte de eso una vez que le pones el anillo de diamantes en el dedo - murmuró el otro mientras se adelantaba en la hilera-. De pronto, se vuelven puras y desean esperar. Eso enloquece a cualquier hombre normal.
Kag se sonrojó. Las siguientes palabras las llenaron de ira.
-Supongo que habrá más de una mujer disponible en el albergue. Tendrás cuatro días para borrar todas tus frustraciones.
Por fortuna, la conversación se interrumpió cuando el guía les permitió ascender al autobús. " ¡Qué hombres desagradables!" penso Kag mientras se acercaba a una joven que sostenía una planilla en las manos.
-¿Tú eres Kagome Higurashi? - le preguntó la joven. Kag asintió- Lamento que Kikyo no haya podido venir. Debe haber algún microbio suelto. Seis personas cancelaron el viaje esta mañana, incluyendo a Kikyo y al guía de la agencia de viajes. Bien, seguro que disfrutarás el fin de semana, Kag. Ya puedes subir.
-Gracias- murmuró y ascendió al autobús. Anduvo por el estrecho pasillo y siguió de largo cuando vio un asiento libre justo detrás de los hombres que habían estado delante de ella en la hilera. Se dirigió hacia el fondo. Se sentó al lado de la ventanilla y puso el bolso en el asiento vacío que correspondía a Kikyo. Se echó hacia atrás y disfrutó de la intensa calefacción del autobús.
Recorrió con la mirada a los demás pasajeros. Se preguntó cuántos de ellos serían empleados de la compañía y cuáles serían invitados especiales. Al igual que muchas otras empresas, Barton planeaba varios viajes por año para los empleados e invitados. Se elegían los itinerarios con mucha precisión y el costo era, por lo general, muy razonable.
Era la primera vez que Kag emprendía una excursión de este tipo. En esa oportunidad, el destino era el albergue para esquiadores en el estado de Nueva York. Kikyo, en cambio, habia visitado varios lugares en los últimos años: Williamburg en Virginia, Mystic Seaport en Connecticut, la ciudad de Nueva York, y hasta habia esquiado en Vermont. Siempre habia insistido en que Kag la acompañara, pero ésta no había podido desligarse de sus compromisos para viajar con su amiga. Por fin, se pusieron de acuerdo. Las últimas semanas, no hicieron más que hablar de la excursión que compartirían.
Con un suspiro, Kag continuó examinando a los demás pasajeros había alguna gente mayor, la casi totalidad del grupo la conformaban los jóvenes, en especial muchachas. Frunció el entrecejo al recordar el comentario acerca de las mujeres disponibles que se encontrarían en el albergue. Decidió que se mantendría alejada de aquel hombre durante todo el fin de semana.
Sus compañeros de viaje parecían muy alegres y amenos. Se gritaban de un extremo al otro del autobús. "Me divertiré", penso Kag.
Tenia veintitrés años y se sentía satisfecha con su vida. Su rostro era hermoso y la pequeña nariz salpicada de pecas le daba un aire muy saludable y especial. El largo y esbelto cuerpo evidenciaba mucho ejercicio y un excelente estado físico. Pero, lo que más llamaba la atención, era la frondosa cabellera azabache con destellos azulados que enmarcaba el rostro y resaltaba las delicadas facciones.
No se dejaba llevar por los arranques emocionales. Era una chica agradable y siempre dispuesta, que miraba el mundo con serenidad. Trabajaba como secretaria para dos jóvenes abogados y trataba con toda clase de personas. Los demas empleados de la oficina eran encantadores. A Kag jamás se le había cruzado por la mente el hecho de que observaba el mundo a través de cristales color rosa.
Miró el reloj pulsera. Eran más de las seis. ¿Por qué se demoraba la partida? Agitó la cabeza y se reclinó en el asiento. En ese momento, la conversación a sus espaldas prorrumpio en risas y agitación. Alguien le rozó el cabello.
-¡Oh, lo siento! - exclamo una joven.
Kag se volvió y sonrió con comprensión.
-No es nada- le aseguró a la muchacha que parecía tener su misma edad. Esta sonrió a Kag con dulzura y la miró con ojos verdes y brillantes.
- ¿Tú eres Kag, la amiga de Kikyo Shikon?- Preguntó con tono sorprendido.
-Si, ¿Cómo lo sabías?
-Oh, Kiky te mencionó varias veces- sonrió- Y describió tu cabello. Jamás podría pasar inadvertido. ¿Pero dónde está Kiky?- Frunció el seño.- Si no se apresura, el autobús la dejará.
-No vendrá. - Explicó Kag y luego detallo la causa.
-¡Qué lástima! Estaba muy entusiasmada con el viaje. - Meneó la cabeza y agregó- Eso quiere decir que estás sola. Si quieres, puedes quedarte con nosotras. Yo soy Ayame Ookami y ella es Tsubaki Snake- dijo mientras señalaba a la muchacha a su lado- Trabajamos en el mismo departamento que Kiky.
-Hola - respondió Kag-. Y gracias. ¿Están seguras de que no las molestaré?
-Claro que no - rió Ayame- Tsubaki y yo acordamos no estorbarnos si aparece algo interesante.
-¿Algo masculino, quizás?- bromeó Kag. Rio cuando las dos jóvenes asintieron con la cabeza.- Me plegaré al acuerdo.
-Si es que llegamos a destino... - refunfuñó Tsubaki-. ¿Qué diablos están esperando?
Kag se volvió. En ese instante Sango se acerco al conductor y exclamo:
-¡Vamos!
La puerta se cerró, el hombre destrabó el freno y el enorme vehículo comenzó a moverse con lentitud a través de la playa de estacionamiento. Antes de que Sango se sentara, varias personas gritaron su nombre. Kag se volvio hacia Tsubaki con ojos curiosos.
-Sango es la encargada de la excursión- Explicó Tsubaki-. Me imagino que todos querrán saber la causa de la demora.
Sango recorrió el pasillo y se detuvo para conversar con algunos pasajeros. Cuando llegó a su asiento, se dejo caer con una sonrisa.
-Lamento que nos hayamos retrasado. - comentó a los jovenes a su alrededor- Estaba esperando que llegaran dos personas. - Se encogió de hombros-. Tal vez se quedaron dormidos. No podemos esperarlos más. Ah, a propósito, ha dejado de llover y de a cuerdo con lo que me informó el conductor, tendremos nieve durante todo el fin de semana.
Los ojos se volvieron hacia las ventanillas. Habia comenzado a nevar, pero era casi imposible distinguir nada a causa de la oscuridad que reinaba afuera.
-Si eso es nieve- Murmuró Ayame- No debe ser muy espesa. No puedo verla.
Kag recordó que su padre siempre decía que las tormentas de nieve más terribles comenzaban de esa manera. " Después de todo", penso, " lo que más necesitaríamos será nieve."
Una vez llego a la carretera, el autobús tomó velocidad. Kag accionó el botón para reclinar el asiento y se acomodó. La excitada conversación a su alrededor fue disminuyendo de a poquito. Mecida por el monótono ruido del motor y las suaves murmuraciones de los pasajeros, se quedó dormida.
El vehículo se sacudió con brusquedad. Kag se enderezó y miró por la ventanilla. Todavía seguía nevando en la forma regular.
-Buen día- dijo Ayame desde el asiento de atrás-. Te estaba por despertar. Dentro de unos minutos, nos detendremos para desayunar.
-Mmmmmm... exelente idea. - Se llevó una mano a la boca un bostezo. Miró su reloj pulsera. -¡Mi dios, dormí más de una hora!
- Todos hicieron lo mismo- le informo Tsubaki-. Están por despertar en cualquier momento.
-Deben tener hambre- agregó Kag mientras se enderezaba.
Se arreglo el despeinado cabello y miró por la ventanilla. La carretera estaba húmeda ya que no habia caidocaído tanta nieve. Un automóvil se puso al lado del autobús. Sobre el portaequipaje, llevaba un par de esquíes.
"Otro más que va a esquiar", penso Kag mientras dirigía la vista al interior del coche. Lo unico que podía ver eran las piernas del conductor y una mano sobre el volante. Era extraño, pero la visión de esa mano la hizo estremecer. En aquellos breves instantes en el que el coche pasó al autobús, la imagen quedó grabada en la mente de Kag. La mano era grande, y la joven presentía qur los dedos que se aferraban al volante eran fuertes y firmes. Sin embargo, la muñeca era pequeña y delicada. Por un segundo, casi pudo sentir el contacto. Algo tembló en su interior. El automóvil se perdió de vista.
Se reprendió por ser tan fantasiosa y alejó aquella imagen de su mente. La voz de Sango a través del micrófono la sobresaltó.
-Atención- pidió-. Nos detendremos en un par de minutos para tomar el desayuno. No deseamos prolongar la parada por más de una hora, así que, por favor, sean puntuales.
Mientras hablaba, el conductor giró y entró en la playa de estacionamiento de un restaurante.
-No se preocupen si hay mucha gente. Nos esperan con todo listo. Por favor, firmen el vale que les dará la camarera y entréguenmelo antes de regresar al autobús. Gracias y disfruten el refrigerio. - Con estas palabras, desconectó el micrófono y tomo asiento.
Mientras el autobús buscaba un lugar donde estacionar, Kag se percató de la presencia del coche que los había pasado en la carretera. Recordó la visión de aquella mano y reprimió un escalofrío. " Tal vez ahora pueda unir la mano con un rostro y un cuerpo determinado", pensó con una sonrisa.
Cuando entró en el restaurante, la idea se le antojó más que difícil. El lugar estaba repleto y la mayoría eran hombres. A menos qur examinara las manos derechas de todos los hombres, no tendria la más remota posibilidad de dar con el que deseaba conocer.
De acuerdo con lo que Sango les había dicho, el personal del restaurante los estaba esperando y condujo al grupo a un comedor vacío en el extremo del edificio. Cuando Kag dejó el comedor cincuenta minutos después, el automóvil ya se había marchado.
Otra vez en camino, se acomodó en el asiento para disfrutar el largo viaje que le esperaba. A medida que se dirigían hacia el norte, la nieve se volvía más espesa y era casi imposible distinguir el paisaje.
Los pasajeros al fondo del autobús comenzaron a cantar. De inmediato, todos se unieron a la canción, excepto el conductor que estudiaba la carretera con atención y expresión preocupada.
Habían cantado durante un largo rato cuando la primera ráfaga de viento azotó al autobús. Un pesado silencio de abatió sobre todos.
-Espero que se mantengan a flote.
El comentario produjo el efecto deseado. Las risas aliviaron la tensión que dominaba el ambiente. La segunda ráfaga no fue tan fuerte y eso pareció complacer a los viajeros.
Kag miraba por la ventana. No podía creer lo que veía. Un blanco manto de nieve sese extendía por doquier. Ni siquiera podia vislumbrarse la carretera. La visibilidad era nula y el autobús parecía estar cubierto por una espesa capa de nieve.
Estaba intranquila. No podia quitar los ojos de la ventanilla. ¿A dónde estaban? Se mordio el labio e hizo un esfuerzo por identificar los alrededores. Sabía que se encontraban en el estado de Nueva York, había visto la señal cuando cruzaron la línea divisoria entre los estados de Nueva York y Pennsylvania. Una tercera ráfaga sacudió el autobús. Kag se aferró a su asiento con fuerza.
-Me estoy poniendo nerviosa- comentó Ayame-. Creo que estamos en una zona montañosa y la ultima vez que pude ver el camino me pareció muy estrecho.-Si lo que quieres es asustarme - interrumpió Tsubaki-, lo estas logrando.
El vehículo osciló. Un escalofrío recorrió el cuerpo de Kag. Era evidente que el ómnibus se movía cuesta arribaarriba con mucha dificultad. Esto aumentaba el nerviosismo que ya sentían los ocupantes.
Cuando alcanzaron la cima y la ruta se normalizó, se escuchó un suspiro de alivio general. Sin embargo, al segundo siguiente, comenzaron a descender la cuesta.
-¡Oh, Dios! - exclamó una mujer
-Por favor, no se alteren- sugirió Sango por el micrófono-. Nuestro conductor, Miroku, ya tiene suficientes problemas para mantener al ómnibus en el camino. Como verán, nos encontramos en medio de una tempestad. Se le hace muy difícil controlar la dirección de vehículo. Que no cunda el pánico. Puedo asegurarles que Miroku está haciendo maravillas al volante. La mejor forma de colaborar es permaneciendo serenos. ¿Alguien tiene una pregunta que formular?Una docena de voces prorrumpieron al instante, Sango volvió a conectar el micrófono.
-De a uno, por favor- replicó-. Usaremos el método escolar de levantar la mano.Una docena de manos se levantaron.
-¿Tendremos que regresar?- preguntó un hombre.
Sango conversó en voz baja con el conductor antes de responder.
-No hemos llegado a una decisión al respecto. - Levantó para acallar los comentarios.
-Les diré cuál es nuestra situación actual- continuó con decisión-. Hace dos horas que estamos atravesando esta tormenta. La pregunta es: ¿ En que dirección se mueve? Si decidimos regresar, ¿Saldremos de ella? Y si continuamos adelante, ¿Qué sucederá? Lo ignoramos. Nos detendremos en la próxima gasolinera y lo averiguaremos. Hasta entonces, no tenemos otra alternativa más que seguir.Mientras Sango hablaba, el camino se había normalizado. Desde atrás de Kag, fue Tsubaki quien hablo.
-¿El panorama se ve tan malo desde el parabrisas como desde nuestras ventanillas?Sango suspiró. -No los engañaré- susurró-. No sé si han advertido que algunos coches se han salido de la carretera. Miroku tiene la ventaja de conducir un vehículo más grande que le permite tener una mejor visión del camino.
Sango desconectó el micrófono y se acercó al conductor. Luego de unos minutos, el autobús salió de la carretera. Se escucharon varios gritos de alarma.
-No se asusten.- los tranquilizó Sango- Entraremos en un garaje.Cuando el motor se detuvo, Miroku dejo su asiento y descendió. Un bullicioso ruido resonó en el interior, todos hablaban al mismo tiempo.
Kag miraba por la ventanilla con asombro. No se veía mucho y lo poco que se distinguía la asustó. Había dos coches estacionados muy cerca del autobús. Se preguntó como habia hecho Miroku para no llevárselos por delante, ya que ambos estaban casi totalmente cubiertos de nieve. Todavía nevaba con intensidad.
-Es aterrador, ¿no es cierto? - susurró Ayame.
Kag se volvió y contemplo el pálido rostro de la joven.
- Sí- murmuró.
Luego de diez minutos, el conductor regresó. Sostuvo una breve conversación con Sango y luego tomo el micrófono en sus manos.
-Bien amigos, esto es lo que sucede. - El tono de confianza de su voz no logró tranquilizar al grupo.- Tenemos un problema. Como les informo Sango, el pronóstico meteorológico anunciaba nieve, aunque nada como esto. La tormenta viene de Canadá y ha tomado a todos desprevenidos.Un nervioso murmullo recorrió el autobús.
-Creo que deberíamos regresar- exclamo una señora con intranquilidad.
-No escaparemos de la tempestad- explico Miroku-. De acuerdo con el último informe, la tormenta llega hasta Virginia. En este momento, el foco se encuentra sobre Nueva York y Pennsylvania. El dueño del garaje tiene una radio y ha recibido información de que una serie de motociclistas y automóviles han tenido que detenerse a causa de la nieve.-¿Nos quedaremos aquí?- preguntó la misma mujer.
-No.-Respondio Miroku
Kag observó al conductor y llegó a la conclusión de que el hombre le gustaba. Continuó hablando a pesar de los comentarios que suscitaron sus últimas palabras.
-Hay un motel a unos veinte o treinta kilómetros de aquí. - Se detuvo para tomar aliento y su rostro adoptó una expresión de determinación. -Nos dirigiremos hacia allá.
Ay hasta acá el primer cap. No se olviden, si les gusto claro está, comentar.Supongo que para la semana que viene les voy a subir el siguiente capítulo xD
Saludos 3