Capítulo 1: Mi pesadilla empieza
POV Bella
Mi nombre es Isabella Marie Swan, princesa de Forks y futura esposa del heredero multimillonario: Edward Cullen. Actualmente tengo 19 años, de hecho, los cumplí hace exactamente siete meses. Según mis padres, este era el momento, la hora y el lugar perfecto, yo no podría decir lo mismo, solo pienso ¿a quién lo obligan a casarse en pleno siglo XXI?... Parece que a mí… Mis padres y mis futuros suegros planearon este compromiso desde que tenía tres años, apuesto a que lo estaban pensando desde que nací y usaron la crisis económica como excusa. Me hacían ir a estúpidas citas con él y pasar el tiempo como si en serio hubiera algún tipo de química entre nosotros. Ellos estaban ciegos o aparentaban no ver que nosotros no nos llevábamos bien y si lo hacíamos era por ellos.
Edward Anthony Cullen, era el "soltero" más codiciado de Forks: tenía dinero y según algunos comentarios femeninos, también era atractivo, con su cabello cobrizo indomable y sus ojos verdes, a parte de su blanca sonrisa; o por lo menos eso escuchaba muy a menudo, nunca me detuve a observarlo detenidamente. Él era soltero entre comillas porque como ya lo mencioné antes, estamos comprometidos desde que tenía tres años, aunque nadie en el pueblo sabe la verdadera historia, a parte de nosotros. Nosotros anunciamos nuestro compromiso hace cuatro meses, lo bueno fue que él no tuvo que pedir mi mano porque ya se daba por hecho de que yo sería su esposa sin importar mi opinión. Tuvimos que inventar una sarta de mentiras para los reporteros y algunas otras para la familia, diciendo que todo había sido especial y mágico, que estábamos realmente enamorados el uno del otro… Pfff como si eso fuera cierto.
El tipo no me caía ni remotamente bien. Sí, debo admitir que tenía algo atrayente, pero era demasiado aburrido, monótono, calculador, frío y la educación militar que había recibido solo aumentaba dichas características en él. Sin mencionar que era absolutamente arrogante, pedante, creído, fastidioso y soberbio. Yo conocía cada aspecto de él y de su vida, así como él -desgraciadamente- conocía todo sobre mí. Nunca nos llevamos bien, me gustaba pensar que yo soy el tipo de persona relajada, que solo disfruta de divertirse y pasarla bien, salir con personas, ver el mundo, ir a fiestas — ¿Qué hay de malo en eso? — Según yo, todos deberíamos ser así, tenemos que vivir la vida y si no, — ¿Con qué objetivo estamos aquí? — Teníamos que vivir la vida loca, como lo decía Ricky Martin.
Cuando yo era más joven y no sabía nada de este estúpido matrimonio, soñaba con mi príncipe azul o algo así. No me importaba si no tenía dinero, lo único que quería era que me amara y que viviéramos juntos y felices por siempre. Pensaba -erróneamente- que como yo era una princesa ese deseo no sería algo imposible. Después de todo, en mis cuentos, cosas así siempre les sucedían a las princesa; pero a mí no, este no era un cuento de hadas como los que me había leído mi madre o Sue. No es que odiara a mis padres por hacerme esto, jamás haría una cosa así, no quería casarme con alguien a quien no amo y tampoco podía hacer nada para evitarlo. Eso me dolía mucho, pero más saber que a mis padres no les importa lo que sienta, si no, más bien, asegurar un buen futuro para mí.
Como fuera, disfruté de un largo baño en mi tina mientras me atormentaba un poco con toda la situación que vivía. Estaba hundida en mis pensamientos aun sabiendo que esto no tenía vuelta atrás. Suspiré pesadamente y salí de la tina, me puse mi bata y envolví mi cabello en una toalla para luego cambiarme y maquillarme en mi habitación, me senté frente a mi tocador, viendo mi cara frente al espejo. Intenté sonreír, al menos para practicar cuando alguien llegara y no me viera con esa horrible cara que tenía. Pero mi intento salió al revés: Vi solo una pequeña mueca, que más bien parecía triste y forzada en mi piel más pálida de lo normal. Cuando subí mi vista a mis ojos, había unas enormes ojeras debajo de ellos. Me horroricé aún más y cogí rápido la base en mi tocador para aplicarla en mi rostro antes de que alguien me viera.
Entonces escuché el sonido de la puerta, terminé de ponerme el maquillaje como si fuera mi segunda piel, supuse que era mi madre la que estaba afuera. Suspiré pesadamente.
— Adelante — Dije sin ninguna emoción en particular.
Tanto mi rostro como mi voz estaban neutrales, no mostraban ningún signo de alegría pero tampoco tristeza. Solo estaba resignada a vivir la vida que me esperaba. No me había preparado lo suficientemente rápido como para comenzar a mentir. Ni siquiera en lo más fácil para mí, que era modular el tono de mi voz.
Jessica, "mi mejor amiga" entró a la habitación con una sonrisa en su rostro. Al menos ella no era demasiado perceptiva. Apostaba lo que fuera a que a ella le importaba poco mi estado emocional. Siempre tuve la impresión de que ella estaba conmigo solo por el estatus social que yo pudiera traerle y por los chismes que ella pudiera averiguar de las demás personas en el pueblo. Por el resto, dudaba mucho que algo de mi parte, le importara sinceramente.
— No puedo creer que te vayas a casar hoy — Dijo conteniendo las lágrimas y luego me abrazó. Quizá ella estaba siendo mejor actriz que yo en ese preciso momento.
— Yo tampoco lo creo — Dije con el mismo tono que había usado antes.
Ella se quedó mirándome tratando de entender mi expresión y frunció el ceño pareciendo confundida, abrió su boca para decir algo pero yo me adelanté a explicarle
— Quiero decir, Edward Cullen es el hombre más codiciado de Forks, no puedo creer que tenga la fortuna de casarme con él — Traté de sonreír, para hacerle creer mi gran mentira. Al menos, sin saberlo, ella me estaba ayudando a mejorar mi actuación y las mentiras que iba a decir, antes de encontrarme cara a cara con mi familia y el resto de mis seres queridos.
— En eso tienes razón — Animó ella con una sonrisa enorme — Cualquier mujer daría lo que fuera por tenerlo aunque sea por un segundo… incluyéndome, pero eres mi amiga, jamás te haría eso y me gusta verte feliz- Sonrió de nuevo y empezó a ayudarme con mi maquillaje
Y ahí estaba la dichosa mejor amiga que tenía. Se había dejado caer ella sola. Me quedé en mi puesto mirándola a través del espejo, con una sonrisa completamente fingida, que podría parecer real para cualquiera — ¡Pues te lo regalo, te puedes quedar con él!. A mí no me interesa — Pensé. Mi interior gritaba de ira y yo solamente sonreía para que no notara que me sentía sumamente impotente por no decir lo que realmente pe pensaba. Ella no sabía cuántas ganas tenía de anular este estúpido compromiso — Nadie lo sabía — Suspiré ante mi último pensamiento. Quizá Edward lo sabía, pero él se encontraba en la misma situación que yo.
…
Me sorprendo de mí misma cuando miento, a veces parece que en serio estoy diciendo la verdad y no es que me enorgullezca decir que me he vuelto una gran mentirosa, pero las circunstancias me llevaron a ello; como dice el dicho — "La práctica hace al maestro" — y yo tenía que practicar todos los días: frente a mis padres y frente al pueblo.
Al único que no le tenía que mentir era a Edward, eso era lo único que me hacía querer estar con él. Puesto que con él podía ser yo misma, no tenía la necesidad de mentirle porque él ya sabía toda la verdad y la compartía conmigo. Sabíamos que no nos gustábamos y que ni siquiera nos llevábamos bien, pero tratábamos de ponernos de acuerdo en los días que se supone que saldríamos y la hora en la que volveríamos. El resto del tiempo nos ignorábamos para tratar de hacer la convivencia más llevadera.
Puede que Jessica fuera mi mejor amiga -entre comillas-. Ella era la única persona que me escuchaba y fingía interés en mí a parte de mis padres. Era lo más cercano a una mejor amiga. Nunca creí en esos cuentos de las mejores amigas, siempre habrá alguien que te apuñale por detrás cuando no lo estás viendo. Pero esto estaba bien por ahora. Digamos que esta era una relación de intereses, ambas teníamos momentos en los que necesitábamos desahogarnos y sacar todos nuestros sentimientos a flote y allí estábamos.
Sin embargo, yo no le podía contar todo; solo nos buscábamos cuando era realmente necesario y ya, hasta ahí va todo al menos por mi parte. Jessica terminó con mi maquillaje e iba a empezar a arreglar mi cabello. Alguien tocó la puerta mientras Jessica quitaba la toalla de mi cabeza.
— Adelante — Dije tratando de parecer más animada, ya tenía que empezar a fingir que estaba feliz.
Sue, mi niñera, la que después de un tiempo se convirtió en mi mucama personal, entró a la habitación con una sonrisa. Ella era muy especial para mí, siempre sabía cuándo algo malo me sucedía. Ella solo me daba apoyo porque yo no le podía contar a nadie sobre mi situación, me sentía mal de tener que ocultárselo a ella. De todas maneras, ella nunca me presionaba. Con tantos años cuidándome y conociendo mi manera de ser, me respetaba, quería y me protegía de cualquiera que fuera la situación.
— Mi princesa, le traje su vestido. Su madre dice que estará aquí pronto — Sonrió.
— Gracias Sue, déjalo por allí — Señalé el sofá que estaba al lado de mi escritorio — Y ya te dije que no me gusta que me llames así, solo Bella… y deja de usar el usted y todo eso, no me gusta — Usé un tono serio, odiaba mucho que ella me hablara así, ella era la persona en la que más confiaba a parte de mis padres.
Jessica soltó un bufido. Siempre me decía que Sue no tenía por qué ponerse a mi "nivel" o nuestro nivel -en el caso de ella-. Siendo que nosotras dos hacíamos parte de la realeza y clase alta de la sociedad, ella no tenía el derecho de hablarnos como si fueran iguales a nosotros porque ellos eran la clase baja y, tal vez se nos podía pegar alguna de las enfermedades. Siempre rodaba los ojos cada vez que Jessica empezaba con sus malditas analogías egoístas y altivas.
— Pero, es por respeto — Dijo Sue, sacándome de mis pensamientos y, de paso, excusándose mientras colocaba el vestido donde yo le había indicado.
— Sue no necesito que me hables así, eres de mi entera confianza— Ella bajó su cabeza pero seguía sin aceptarlo – Está bien, si te gusta tanto respetarme, es una orden que dejes los formalismos conmigo — Eso sonó más frío de lo que imaginé, pero era necesario hacerlo, después, cuando dejara los formalismos completamente, me disculparía con ella por hablarle de esa forma.
— Si, mi prin… — Al escuchar eso, levanté mi rostro y arqueé una ceja. Ella suspiró vencida — Bella, no te demores mucho, tu madre ya viene — Terminó.
— Gracias — Me limité a decir y ella salió de la habitación.
Volví a mirar al espejo. No pude evitar pasar mis ojos por el forro donde estaba guardado mi vestido de boda. Yo había soñado este día de todas las maneras existentes posibles, incluso alcancé a pensar que me quería casar en la luna con un apuesto extraterrestre. Lo imaginé TODO, menos esto. Aunque, tenía que admitir que en cierta forma, Edward era algo parecido a un extraterrestre: Solo se entendía él mismo y mi vida sería miserable.
— En serio, Bella, no entiendo cuál es la acción de caridad que estás llevando a cabo con Sue. Digo, dejarla que esté contigo en eventos de altura y que te acompañe en tus tiempos libres y dar paseos en el parque es una cosa… Pero permitirle que se comporte como alguien de nuestro mundo, es otra cosa completamente diferente — Comentó peinando mi cabello.
— Ella ha estado conmigo desde que nací, la quiero como si fuera parte de mi familia. Por eso siento raro cuando ella empieza a tratarme como si yo fuera superior…
— ¡Lo eres! — Fui interrumpida por su chillido.
— Como sea, nunca lo entenderías — Zanjé el tema con un tono frío para que ella no continuara con la conversación.
Jessica se encargó de mi peinado. Era bastante sencillo, solo lo tenía un poco recogido en la parte de atrás y mi cara quedaba totalmente descubierta. Me fui al baño para ponerme el vestido, también era sencillo, la parte de arriba era en forma de corazón, tenía un lazo lila que pasaba por mi estómago y terminaba en mi espalda con un moño. Por último, el vestido llegaba hasta el piso, no se notaba que en vez de zapatillas de tacón llevaba unas zapatillas bajas, agradecí por ese detalle, ya que hoy no tenía muchas ganas de usar zapatos altos.
Salí del baño y Jessica me vio con una sonrisa — Ese vestido te queda bastante bien — Dijo sin dejar su sonrisa.
Yo asentí y le sonreí. Pronto oí que mi puerta se abría y esta vez no tenía ninguna duda de que sería mi madre la que estaba entrando. Me volteé para confirmar mis sospechas.
— Hija, estás preciosa — Entró y me abrazó, una lagrima rodó por su mejilla y la limpié mientras le sonreía — ¿Estás lista? — Me preguntó sonriéndome. Miré a Jessica un poco dudosa y ella asintió. Me dirigí hacía donde estaba mi "amiga" — ¿Puedes dejarme un momento a solas con mi madre? — Le pregunté despacio y en tono bajo, ella asintió de nuevo y salió de la habitación con una sonrisa en su rostro.
Mi madre se acercó a mí — ¿Qué te pasa? ¿No estás feliz? — Acarició una de mis mejillas rosadas por el colorete.
— ¿Puedo ser completamente sincera contigo? — Me mordí el labio.
No estaba segura de lo que estaba a punto de hacer, pensar que no me quería casar era una cosa pero decirle a mi madre que esa decisión me haría completamente infeliz, era otra muy diferente. Además de que se lo había ocultado por años… Esa era mi única esperanza y en caso de que ella quisiera escucharme, le diría todo lo que siento
— Claro, cuéntame que te sucede — Su mirada se volvió comprensiva y entonces yo bajé la guardia y me dispuse a decirle, era ahora o nunca.
— Mira, lo que sucede es lo siguiente — Tomé aire para relajarme un poco y lo solté de una vez — No me quiero casar.
Ella se quedó viéndome, al principio parecía que creyera que era una broma, vio mi rostro lleno de decisión y allí entró en estado de shock. Se sentó en la silla más cercana tratando de comprender lo que le había dicho, cuando por fin parecía en sintonía conmigo ella hizo una mueca expresando confusión, yo me adelante
— Madre, yo no lo amo… No quiero casarme con alguien a quien no amo — Me sentí liberada luego de que dije eso, como si me hubieran quitado un gran peso de encima, algo que guardaba hace mucho tiempo y por fin salía a flote.
Mi madre se quedó mirándome — Pero, siempre parecían tan cercanos y… Tenían citas a solas… Pensé… Que tú lo amabas — Dijo confundida.
— Exacto, todo el mundo lo piensa porque ustedes nos comprometieron y nosotros solo fingíamos. Actuábamos la mayor parte del tiempo para que ustedes estuvieran felices, pero yo no lo amo, él es muy diferente a mí, solo lo soporto por ese estúpido acuerdo, porque ni siquiera me cae bien — Y me seguía liberando. Decir eso en voz alta fue… lo mejor que pude haber hecho.
Ella siguió en la silla, intentando procesar todo, admito que no era fácil. Edward y yo hacíamos un gran trabajo fingiendo que nos amábamos como todo el mundo decía, pero de puertas para adentro era una cosa totalmente diferente.
Mi madre al fin se levantó luego de unos minutos, acarició mi mejilla, sus ojos me demostraban comprensión y llegué a tener alguna esperanza de que todo esto se terminara, de que ella cancelaría la boda, hasta que habló.
— Siento hacerte esto, sé que no es lo que tú quieres, pero no hay ninguna manera de que podamos anular el compromiso, se firmó hace muchos años y ya estaba establecido. Solo podría haber una forma en la que ustedes dos no estén juntos y es que convivan por seis meses como marido y mujer. Luego se podrán divorciar. Lo malo es que tú te quedarás con la mitad del dinero y los ingresos de la empresa. Sin embargo el trono le pertenecerá a los Cullen en caso de que eso suceda — Terminó con la mirada baja.
Yo me desilusioné, no era lo que pensaba que iba a oír. Quería algo más inmediato — Entonces así será, solo unos cuantos meses más y toda esta farsa se acaba — Dije dándome por vencida y me dirigí hacía la puerta para empezar con todo esto. Entre más rápido empezara, más rápido terminaría.
Mi madre se acercó de nuevo a mí, puso una mano en mi hombro antes de que yo abriera la puerta, me volteó suavemente, haciendo que la mirara
— ¿Eso es lo que en serio quieres? —Yo suspiré y abrí mi boca para decirle mi respuesta pero ella se adelantó — Quiero decir, no sabes si Edward te ama y si es así tal vez podrían intentarlo… Tal vez, te encerraste en la idea de que no lo amas porque odias la forma en la que los comprometimos — Dijo tratando de parecer calmada y comprensiva.
— Primero que todo, si es lo que quiero… Segundo, yo tampoco le agrado a Edward, ya establecimos lo que sentimos el uno por el otro y aún si me amara eso no cambiaría la situación. Yo quiero tener la posibilidad de amar y ser amada y tampoco lo puedo condenar a él a una vida infeliz conmigo. Él, a pesar de todo, no me ha hecho nada malo y no se merece esto — Terminé de hablar y ella parecía más convencida de lo que le decía pero su sentimiento de tristeza no se iba.
Salí de mi habitación y me dirigí hacía el gran pasillo, bajé las escaleras lentamente mientras me sostenía del barandal, levanté mi vista de los escalones y mi padre estaba al final con una cámara en su mano. Yo sonreí verdaderamente al verlo y lo siguiente fue un flash nublando mi vista. Tenía suerte de estar sujetada al barandal y si no me hubiera caído en ese momento. Cuando estuve en el último escalón, mi padre me tendió su mano y me sonrió.
— Estoy muy orgulloso de ti. Serás la mejor reina que Forks haya tenido, confío en ti plenamente hija — Y como si ya no me estuviera sintiendo lo suficientemente mal él se acercó a mí y me abrazó. Me sentí como una vil cucaracha, todo sería más fácil si desde un principio Edward y yo nos amaramos como todo el mundo creía.
Terminado el abrazo, yo sonreí — Gracias.
Solo me limite a decir eso, no estaba muy segura de lo que estaba pasando con la locura que había en mi mente y tampoco sabía que más decir. Él me mostró su sonrisa de nuevo y me llevó hasta la limusina que nos esperaba afuera. Mi madre llegó unos minutos después y entonces, procedimos a iniciar el viaje hasta la capilla, el cual a mí se me hizo extremadamente rápido Había pensado en dormir lo que durara el viaje para llegar con la mente más despejada y tranquila, pero no tuve tiempo de eso y cuando lo noté ya estaba tomando el brazo de mi padre para que me llevara al altar.
Todo estaba decorado exquisitamente, mi madre y Esme se encargaron de todo lo que era la planeación de la boda. Todos los días se juntaban y discutían algo nuevo sobre el gran evento del pueblo. A mí no me importaba en lo absoluto aunque tenía que fingir interés, después de todo, yo era la que me iba a casar y hasta ese día en especial noté que todos los esfuerzos que habían hecho salieron a la perfección. La recepción -que aún no la veía en directo- y la capilla no pudieron ser escenarios más hermosos.
Me distraje pensando en todo eso, apenas noté a los invitados o la sonrisa fingida que Edward tenía en su rostro. Con el tiempo aprendí a reconocer los gestos de Edward sabía cuándo él mentía, cuando sonreía falsamente; solo tenía que detallar ciertas actitudes en su cara que nadie más notaría. Bueno, estaba eso y el hecho de que él sonreía muy poco desde que empezó con su educación militar.
Llegué a mi puesto, mi padre puso mi mano sobre la de Edward y susurró — Sé que eres un buen muchacho y confío en que la cuidarás bien — Ambos sonrieron.
Mi padre se fue. Edward y yo miramos hacía el frente con las manos aun juntas, en ningún momento nuestras miradas se cruzaron, ni por error.
La mayor parte de la ceremonia, solo me concentré en mis pensamientos, no tenía ningún interés en oír lo que nos tenía que decir el sacerdote: Se basaría principalmente en el amor y eso era lo que menos quería escuchar.
Mi mente vagó por toda clase de lugares y recuerdos. Era difícil olvidar las partes en las que Edward estuvo involucrado, con él conviví casi por toda mi vida. Exceptuando los últimos cuatro años en los que pude ser un poco libre gracias a su idea… Por lo menos mi futuro esposo era inteligente, ese era un punto a su favor. Con el tiempo, encontraríamos la forma de anular este compromiso o divorciarnos, lo que sea, no me importaba el poder o el dinero, yo solo quiero ser feliz.
— Acepto — Dije olvidándome de todo lo que pasaba a mi alrededor.
Miré a Edward a los ojos como si en verdad nos amaramos. Solo nosotros sabíamos que no era así. Él contestó lo mismo unos segundos después. Lo que dije fue prácticamente de forma mecánica, me lo había mentalizado tantas veces que ahora se hacía sencillo decirlo sin sentirlo. No escuché ninguna palabra de la ceremonia y supongo que fue la mejor decisión que pude tomar.
El sacerdote dijo — Bien, si no hay nadie que se oponga a esta unión espiritual, los declaro marido y mujer. Puede besar a la novia — Terminó haciendo una pequeña venía hacia nosotros.
Mierda, no pensé que esto pasaría tan pronto. Me concentré en todos los detalles de la boda, excepto este. No estaba lista para besarlo. No lo había besado en lo que llevábamos de conocernos. En las reuniones familiares, solo nos dábamos pequeños besos en la mejilla y eso era mucho pedir.
Me di cuenta de que me estaba dejando llevar por el pánico y si seguía así, no demoraría en empezar a hiperventilar. Traté de dejar mis nervios de lado, Edward se acercó a mí sigilosamente, sus ojos me pedían permiso para poder besarme. A parte de todo lo que pensaba de Edward, él era un caballero, no me obligaba a nada y se lo agradecía.
Cerré los ojos y asentí levemente procurando que nadie lo viera, acortamos la distancia entre nosotros hasta quedar a unos pocos centímetros de diferencia. Suspiramos y nuestros labios se juntaron por un par de segundos mientras toda la familia y amigos aplaudían felices. Nos separamos creyendo que ya era suficiente el tiempo que habíamos pasado con nuestros labios juntos. Volteamos a ver a todos los presentes con una sonrisa y luego corrimos "felizmente" como recién casados atravesando el pasillo. Yo aventé el ramo y no me fijé en la persona que lo recogió. subimos a la limusina y cuando se cerraron las puertas nuestras sonrisas desaparecieron.
Nos quedamos sumidos en el silencio, el conductor llegó y se acomodó en su lugar — Bien, señor y señora Cullen, sus padres me han dicho que quieren tener algo de tiempo a solas antes de la fiesta ¿Les gustaría que los lleve a algún lugar en especial?
Yo no sabía nada de eso, miré a Edward confundida y él tomó la palabra inmediatamente.
— Si, llévenos a las afueras de Forks, donde empieza el bosque — Dijo calmadamente.
Eso me demostró que él si lo sabía y apuesto a que también había sido él, el que lo había planeado. El conductor asintió y subió el vidrió para darnos algo de privacidad. Por suerte, ese vidrio era a prueba de ruido y si le gritaba a mi nuevo esposo, nadie nos escucharía. Me giré para verlo de frente y puse una mirada seria, él solo se quedó quito en su puesto, ignorándome, como si no le importara.
— ¿Me puedes…?
Él levantó una mano y no me dejó terminar. Luego, tomó la palabra de nuevo. Eso era lo que más me molestaba, que me mandara callar como si yo fuera un animal. Se puso sus gafas oscuras.
— Ahora no te voy a decir nada, todo lo sabrás en su momento — Usó un tono frío y se cruzó de brazos.
Bufé. Ese tipo era imposible. Todo con él era absolutamente imposible. Ya no me iba a dejar atormentar por eso, yo hice lo mismo que él. Me puse mis gafas de sol, me crucé de brazos e ignoré su presencia en todo el viaje, el cual se me hizo eterno.
El conductor estacionó la limusina cuando llegamos. Edward abrió la puerta y salió del auto para luego tenderme su mano y ayudarme a salir, después de todo teníamos que seguir con la mentira de que éramos un par de recién casados enamorados. Caminamos tomados de la mano hasta donde se encontraba el conductor.
— Se puede ir, le llamaré cuando estemos listos para ir a la fiesta — Dijo Edward en tono serio -como todo lo que se refería a él-.
Vimos que la limusina se alejaba y en cuanto no la vimos más soltamos nuestras manos. Edward empezó a caminar delante de mí y yo solo lo seguía como una estúpida mientras me preguntaba qué era lo que tenía planeado hacer. Duramos así unos 7 minutos aproximadamente, hasta que no me aguanté más, tenía que saber lo que él estaba pensando hacer. Sí, lo conozco lo suficiente como para asegurar que él sería incapaz de hacerme algo malo, pero también sé que es calculador, cuenta con una educación militar y eso me asusta un poco. Me adelanté a su paso y me puse firme.
— Llevamos varios minutos caminando ¿Puedes decirme de una vez para qué carajos me trajiste al bosque? — Pregunté con un evidente tono de enfado
A él parecía no importarle, solo giró su cabeza hacía el frente y siguió caminando. Instantáneamente, dejé de seguirlo y me crucé de brazos. Él lo notó unos segundos después y se quedó viéndome como pidiéndome una explicación
— ¿Qué? No pienso ir a ningún lado hasta que no sepa el motivo ni el lugar — Casi grité, completamente furiosa.
Él se quedó mirándome de nuevo y sonrió. La primera sonrisa "sincera" que he visto en mucho tiempo. Luego se puso en frente de mí.
—Siempre has sido curiosa, no me sorprende que esta vez te enfades porque no te digo a donde vamos y con qué propósito — Contestó.
Me quedé firme en mi lugar, tal vez un poco atontada por la sonrisa que me había acabado de mostrar, era deslumbrante… Me recordé a mí misma que no podía pensar en él de esa forma, — ¡Basta! — grité en mi mente. Seguramente él estaba interesado en hablar otro tipo de cosas conmigo y yo imaginándome lo que no era y dejándome llevar por sus "encantos".
Edward se acercó a mí y tomó mi mano. Ese gesto me tomó por sorpresa, era la primera vez que me tocaba sin la necesidad de que alguien ajeno a nosotros nos viera — ¿Qué le pasa a este tipo? ¿Qué quería de mí? — comencé a ponerme realmente nerviosa por primera vez en la presencia de Edward. Fruncí el ceño al sentir su toque y él volvió a su actitud seria
— Lo sabrás cuando lleguemos, nos falta poco — Soltó mi mano de nuevo y siguió caminando como si nada hubiera pasado.
Yo me quedé allí de pie, inmóvil, no sabía que pensar, en un momento parece odiarme y luego me sonríe y me toma de la mano. Eso no tiene sentido. Se supone que si odias a una persona quieres estar lo más lejos de ella posible. Me tomó unos segundos recuperarme de mi estado de shock y volver a seguir a Edward como una oveja mansa e ignorante a la cual estaban a punto de llevarla al matadero. Así me sentía aunque no sabía por qué.
Caminamos un par de minutos más y llegamos a un claro, con muchas flores por doquier, llegaba el sol directamente a nuestros ojos y alumbraba el bello paisaje que teníamos en frente — ¿Qué era todo esto? ¿Por qué Edward me traería aquí? — Observé la belleza del lugar, mientras podía, esto no duraría para siempre y juré aprovechar mi vida al máximo, sin importar que estuviera casada con Edward.
Él se puso de mi lado y dio un paso hacia adelante — ¿Y bien? — Preguntó arqueando una ceja, yo no entendía a lo que se refería.
— ¿Y bien qué? — Pregunté como si nada sin siquiera verlo.
— ¿No me preguntarás por qué estamos aquí? — Dijo como si fuera más una pregunta para él.
— Sé que me lo dirás de todos modos, o si no, no tendríamos esta conversación para empezar — Traté de ignorar el hecho de que estaba aquí, solo quería disfrutar del paisaje… Qué lástima que estuviera aquí mí no deseado esposo.
— Touché — Cerró sus ojos y suspiró — Vengo aquí muy seguido, me ayuda a relajarme y siento que aquí puedo ser quien soy — Mantenía cerrados sus ojos y una pequeña sonrisa en sus labios.
— Si es así, no entiendo que hago aquí — Yo seguía a la defensiva, él se volteó a verme con una expresión de confusión — Me refiero a que este es un lugar muy privado para ti ¿Por qué querrías compartirlo conmigo?
Bien, le dije. Era una de las preguntas que amenazaban con volverme loca. Probablemente no me dé la verdadera explicación, pero al menos me queda el consuelo de que lo intenté. Además, no podía negar que yo también estaba disfrutando del paisaje, el aroma de las flores, la plenitud y extrema armonía que se sentía solo con respirar y estar en aquel prado.
Me miró — Ahora eres mi esposa, se supone que no debo tener secretos contigo — Dijo como si fuera obvio.
Con esa última frase me dejó totalmente desarmada. En ese momento tenía la guardia abajo y no sabía que hacer al respecto, en lo único que pensaba, era que él me quería volver loca. Mi punto era que, Edward y yo solo conversamos cuando es necesario y nos dejamos de rodeos, solo decimos el motivo de la conversación y lo discutimos. Hasta ahí, ahora viene aquí y me habla de su lugar privado, de sus sentimientos y me incluye en ellos ¿Qué le pasa?
— ¿Qué pretendes con todo esto? Ya estamos casados, no tenemos que hablar de sentimientos o cosas por el estilo, solo dime qué quieres de una vez por todas — Indagué en tono demandante.
No me gustaba estar hablando de esto con él. Se suponía que era lo que una pareja normal haría y allí estaba el error, nosotros no éramos una pareja normal, solo éramos un par de conocidos que se habían casado por intereses en común. Porque sus padres los habían comprometido cuando usaban pañales y ninguno de los dos tuvo el valor de decir la verdad, así que decidieron fingir.
— Si, lo admito, no te traje por esa razón… Solo quería ver si esto funcionaba para ti.
Bajó la cabeza y se tiró al suelo quedando recostado contra el césped… Esto era único, el Edward Cullen que yo conocía jamás haría eso, primero tendría que obligarlo a estar en una fiesta antes que él se recostara sobre el césped usando su smoking de gala. Definitivamente tenía razón al decir que aquí se comportaba como era realmente. O, yo era la que se estaba volviendo loca.
Me acomodé a su lado, dejando algo de espacio entre nosotros — ¿Funcionaba? — Dije en tono de burla — No importa si funciona o no, nuestros padres nos comprometieron y ahora estamos casados. No importa lo que queramos, ni mucho menos lo que pensemos. Solo importa que el pueblo vea a la realeza de Forks como una familia invencible — Por fin, pude decir lo que sentía desde que me dijeron que estaba prometida a Edward, me había liberado de otra gran carga y se sentía tan bien.
Edward se sentó más rígido y fijó su vista en el suelo, yo hice lo mismo pensando que tal vez había sido demasiado sincera, hasta que sentí su vista clavada en mi
– No me refiero a eso- Dijo tratando de parecer calmado – Ya sabemos que la boda fue un arreglo y tendría que funcionar así quisiéramos o no. Lo que quiero decir es que solo haremos nuestras vidas más miserables si vivimos en constantes peleas — Soltó el aire que contenía en sus pulmones y siguió hablando – Te traje aquí porque aunque sé que somos muy diferentes para agradarnos, solo quiero intentar llevar una buena convivencia contigo, sin ningún tipo de normas… Obviamente tendremos que fingir frente a los demás, pero cuando estemos solos, como ahora, solo quiero que intentemos llevarnos bien.
Su mirada cambió de dirección, ahora solo estaba apreciando el paisaje y yo estaba tratando de procesar todo lo que me dijo —¿Quería que intentáramos llevarnos bien? ¿Por eso me trajo? — Pudo haberme dicho eso en otro sitio, no necesariamente aquí, pero bueno, él tenía razón, si no lo hacíamos solo nos estaríamos arruinando nuestra vida con peleas innecesarias.
— Por mi está bien — Dije haciendo que él volviera a fijar su vista en mí. Suspiré — Ahora debemos hablar de otro asunto — Usé un tono serio y algo apenado. Él asintió haciéndome entender que podía seguir con el tema — Se supone que ahora tenemos una fiesta por nuestro compromiso — Él hizo una mueca de desagrado, sabía que no le gustaban las fiestas e iba a ellas más por obligación que por placer — … Y después tenemos nuestra luna de miel, se supone que debemos ir a algún lugar juntos y hacer lo que una pareja de recién casados hace en su luna de miel — Me sonrojé un poco, Edward y yo, jamás hablábamos de estos temas y era extraño tener que hacerlo por primera vez, sentí que él se tensaba a mi lado y luego se relajó.
— Entiendo a lo que quieres llegar. No podemos cambiar cual sea el lugar al que iremos pero podemos hacer algo mejor, disfrutar nuestras vidas separados. Será una excelente luna de miel si podemos tener algo de libertad para nosotros — Trató de sonreír.
No era la respuesta que yo esperaba, era mejor, dos semanas libre… Eso sonaba bastante bien, cada uno por su lado y solo regresaríamos al hotel cuando lo necesitáramos. Estaba muy feliz, me encantaba saber que si bien mi matrimonio fue arreglado, me había casado con un hombre brillante que lograba entender lo que necesitábamos ambos y que con él, las explicaciones sobraban, solo hacían falta un par de palabras para que nos pusiéramos de acuerdo
— Entonces, nos alojaremos en el mismo hotel, saldremos todo el día si queremos pero tenemos que estar de vuelta a más tardar a la una de la mañana y debemos coordinar lo que diremos cuando volvamos de nuevo — Terminó diciendo y recostó su cabeza de nuevo contra el césped de nuevo, mientras yo permanecía sentada con mis piernas estiradas
— Es un buen plan, estar en un lugar donde nadie nos conozca y no tengamos que fingir. Aunque siento que debo decirte algo.
Me tensé un poco, me sudaron las manos y los nervios volvieron a inundar mi cuerpo. Fijé mi vista en un pequeño capullo que tenía en mis manos, como si fuera lo más importante de todo el mundo. La verdad, era que tal vez me estaba escondiendo: Imaginando que ese capullo era un fortaleza imparable y yo estaba dentro de él. Sin que nada me pudiera afectar o herir. Edward se sentó rígido de nuevo en su lugar y su mirada se clavó en mí, se veía cauteloso y esperando lo peor. Tomé la iniciativa haciéndome la valiente.
– Antes de la boda, le dije a mi madre sobre la relación que llevamos… Que no nos amábamos y que todo es mentira — Respiré de nuevo y él se tensó más.
— ¿Por qué hiciste eso? — Dijo con furia — Acordamos que eso solo lo sabríamos nosotros, para no hacer sufrir a nuestros padres — Me miró de nuevo como tratando de contener su rabia hacía mí, cerró los ojos y respiró — No tenías ninguna necesidad de hacer eso, ahora ¿Qué se supone que le diremos cuando regresemos? ¿Algo cómo? … "oh sí, todo fue perfecto, nos enamoramos en dos semanas" — Dijo en tono irónico y volvió a su cara furibunda — Por favor, no se tragará ese cuento tan fácilmente. Además, ella no guardará silencio, se lo dirá a mi madre y ella a mi padre, y luego él se los dirá a Charlie ¿Eso era lo que querías? — Suspiró de nuevo y pasó su mano derecha por su cabello, una clara señal de que estaba realmente enfadado y yo estaba en problemas.
Me mordí el labio con arrepentimiento - Antes de la boda estaba con los nervios a flor de piel, no me quería casar y pensé que si le decía tal vez ella encontraría la forma de cancelarlo todo. Tenía la leve esperanza de que a ella le importara lo que yo sentía — Bajé la mirada recordando todo lo que me dijo con respecto a que debía casarme.
— Por favor, Isabella, sé consiente, si a ellos les importara lo que sentimos no estaríamos aquí — Suspiró — En serio, trato de entender, pero no puedo ¿Por qué echar a la borda todos estos años de actuación? — Preguntó enojado.
— Entiéndeme, estaba desesperada, ninguno de los dos nos queríamos casar y eso fue lo único que se me ocurrió para evitarlo — Él levantó una mano y me interrumpió.
— ¿Consideraste al menos consultarlo conmigo? — Su tono sonaba especialmente raro.
Había hecho aquella pregunta como si estuviera — ¿Dolido?... —No eso no era, el Edward Cullen que yo conocía era muy orgulloso para admitir que estaba dolido y además, — ¿Por qué estaría dolido? — Seguramente lo estoy confundiendo todo, si, eso es
— ¿Para qué? ¿Tú consultas alguna de tus decisiones conmigo? — Pregunté incrédula — Fuera de eso, yo no lo planeé, salió, no pude evitarlo… Y no me preguntaste si quiera lo que me dijo respecto a eso — Dije tratando de desviar el tema, pero sabía que no se le olvidaría fácilmente, cuando él tenía algo en la cabeza era casi imposible sacárselo.
— Eso que acabas de admitir también me afecta a mí, así que sí, debiste consultarlo conmigo antes de hacer esa estupidez — Estaba completamente molesto y si no dejaba de gritarme yo también me iba a molestar — Hubiera sido más sencillo si lo dijeras en medio de la boda con todo el público presente. Incluso lo hubieras puesto en tus votos ¿Qué tal algo así? "Acepto, pero me estoy casando con Edward Cullen porque me comprometieron con él, es más, lo odio" ¿Te suena mejor? — Dijo en tono sarcástico, soltando un bufido.
- YA BASTA DE GRITAR, LA ÚNICA RAZÓN POR LA QUE LO HICE FUE PARA TENER ALGUNA ESPERANZA DE QUE NO SE LLEVARA A CABO LA BODA, NO LO PLANEÉ POR ESO NO TE CONSULTÉ NADA- Me levanté furiosa.
Mi vestido largo me estorbaba, pero no me importó, como pude me puse de pie y empecé a caminar, hasta que sentí una mano en mi brazo.
— No te vas aún, tenemos muchas cosas que discutir y no puedes llegar sola a la fiesta después de la boda ¿Te imaginas lo que dirán?... Nosotros vivimos de eso, Isabella.
Él habló un poco más calmado, pero por su tono de voz sabía que seguía molesto conmigo, Edward solo me llamaba "Isabella", cuando lo estaba. Suspiré resignada y me volteé a verlo. Tomé valor para hablarle de nuevo. Ahora que lo pensaba, había sido una excelente idea venir al bosque, de ese modo podíamos gritarnos y tratar temas como "este" y nadie lo sabría.
— Bueno, ya que te calmaste, puedes decirme lo que ella te dijo cuándo le confesaste eso — Dijo en tono demandante.
Trató, inútilmente, de ocultar su interés — ¿Perdón? ¿Me estaba dando permiso para que le dijera? ¿Acaso se lo pedí? — Eso era lo que más me enfermaba de él. Se creía con el poder y la autoridad de mandarme, de decirme lo que podía hacer y lo que no, como si ser tres meses mayor que yo lo convirtiera en un ser todopoderoso, como si yo fuera de su propiedad, estaba loco si pensaba que yo me iba a dejar de él.
— Primero que nada ¿Me estás dando permiso de que te lo diga o me estás pidiendo el favor? No entiendo muy bien el tono de tu voz — Traté de calmarme. Él hizo una mueca de confusión — No me gusta cuando me dices que hacer y que no, yo hago lo que yo quiero ¿entendido? — Me puse firme frente a él — Puede que yo sea tu esposa "legalmente" pero nunca seré de tu propiedad, nunca te rendiré pleitesía como lo hacen las demás personas, yo te conozco más que nadie en este maldito pueblo y sé cuáles son todos tus defectos, no eres tan perfecto como se lo haces creer a todo el mundo — Ahora sí, me estaba saliendo de mis casillas, mi tono sonaba un poco calmado pero literalmente estaba que echaba humo por mis orejas.
— ¿Qué? ¿En serio vas a iniciar una pelea por eso? Es una tontería, no tiene sentido — Pareció indignado por la forma en la que le hablé. A mi pesar, él tenía razón, yo estaba haciendo una tormenta en un vaso de agua y sabía que no teníamos mucho tiempo para estar solos aquí. Estaba oscureciendo, así que era mejor hablar rápido y dejar todo claro desde el comienzo.
Suspiré aceptando que todo lo que me dijo era cierto – Si, lo siento, es que no me gusta que me digan que hacer y tú estás muy acostumbrado a ello — Volví a retomar el tema — Como te pudiste dar cuenta, mi madre no hizo nada para anular el compromiso; pero antes de la boda, me dijo que podíamos divorciarnos en unos meses. Tendríamos que permanecer como rey y reina de Forks por seis meses y luego estaba en nuestras manos si queríamos seguir con eso o no. En caso de que no lo hiciéramos, tú te quedarías con el trono y yo me quedaría con la mitad del dinero y la mitad de las ganancias de la empresa.
— ¿No te importa? — Dijo como si estuviera sorprendido.
— ¿A qué te refieres?
— Quiero decir, ¿No te importa que yo me quede con el trono y tú solo obtengas la mitad de lo que mereces realmente? — Parecía indignado, como si no fueran justas las condiciones del divorcio.
— No, no me importa… Yo solo quiero ser feliz Edward… A penas nos divorciemos tomo el dinero y me voy, nunca volverás a tener noticias mías, no pondré resistencia. Los dos sabemos que nunca me importó ni el trono ni el poder y sería muy feliz de hacer lo que tengo planeado, mato dos pájaros de un solo tiro. No me tendría que preocupar por el trono y además me separo de ti — Cada vez que salía una palabra de mi boca me ponía más feliz. Estaba realmente dichosa de que en algunos meses más pudiera ser una mujer libre. Nunca más pondría un pie en Forks y viviría mi vida como siempre lo soñé.
Se rascó la nuca — No sé cómo tomar eso. Por una parte separarnos sería algo bueno. Por otro lado, tú no tendrías ni la tercera parte de lo que mereces. Eso me haría sentirme miserable, como si te estuviera quitando algo que es tuyo. El poder pertenece a tu familia y yo sería como una especie de villano que lo roba y pretende que es suyo — Bajó la cabeza. Este lugar en serio hacía que él expresara todos sus sentimientos, jamás lo había visto actuar así y expresar todo eso, iba completamente en contra de todo lo que él mostraba que era su personalidad. -al menos eso parecía, porque no conocía al hambre que estaba a mi lado-
— No estás robando nada. Yo no quiero ser reina de Forks y te concedo el poder a ti, no hay nada de malo en eso — Me sentía mal de verlo así. Tan vulnerable y expuesto, él no me caía bien pero tampoco me gustaba que se culpara por algo que ni siquiera podía controlar. Todo lo que le dije era cierto. Yo solo quería divertirme y vivir mi vida, en cambio él… yo sabía que él podía y quería gobernar Forks, no lo dudaba ni un segundo. El pueblo no podía quedar en mejores manos.
— De todas formas no me gusta, pero tendré que ceder — Comentó, sumido en sus pensamientos, como si estuviera convenciéndose a él mismo en lugar de a mí.
— Debemos volver ya, en otra ocasión pensaremos mejor lo que vamos a decir — Solo lo dije para liberar la tensión y además, que ya había pasado bastante tiempo, para este momento ya deberíamos estar en la fiesta.
Edward sacó su celular y llamó al conductor que nos había dejado a la entrada del bosque. Unos minutos después, terminó la llamada. Nosotros caminamos de prisa y en silencio, teníamos poco tiempo antes de que él llegara de nuevo y tuviéramos que empezar a actuar. Para cuando llegamos hasta la entrada del bosque, la limusina ya estaba esperándonos, mi vestido estaba un poco manchado por el colorante del césped, al igual que el smoking de Edward, solamente agradecía que llevara zapatillas bajas y si no, realmente habría sido muy malo tener que caminar por el bosque usando tacones.
Edward tomó mi mano en cuanto notó la presencia del conductor. Él mismo abrió la puerta, esperó hasta que yo me acomodara para entrar y sentarse en su lugar. La voz del conductor nos sacó de nuestros pensamientos — Próxima parada, fiesta de compromiso — Dijo con un tono de evidente alegría, él parecía más feliz que nosotros por nuestro casamiento y ni siquiera lo conocíamos. Edward mantenía su brazo por mi hombro con su actitud anterior, frío y calculador.
— Les daré algo de privacidad — Dijo de nuevo el conductor y procedió a subir de nuevo el vidrio.
Edward y yo nos alejamos automáticamente. Nos cruzamos de brazos, sin mirarnos… Todo volvía a ser como antes, solo que ahora estaba casada con aquel hombre al que no soportaba y tenía que mantenerme así por seis meses más, solo rogaba que el tiempo se pasara lo más pronto posible.
Listo! Este es el primer capítulo del fanfic. Lo quería editar y subir antes, pero no tuve tiempo en la semana ni siquiera de mirarlo. Por todo lo que tengo que hacer decidí que actualizaría el fic todos los domingos, ya que yo estoy leyendo esta historia al mismo tiempo que ustedes.
¿Qué les pareció? ¿Algún review para mí? Quería empezar con la contraparte de la historia: Bella y Edward odiándose y además que la boda no fuera el final feliz del cuento, sino que fuera "el principio de la pesadilla".