EPÍLOGO

POV Bella

Cerca de las ocho y media de la noche, Rosalie y yo estábamos en mi habitación exhaustas y recostadas sobre mi cama. De repente, mi celular comenzó a sonar persistentemente sobre mi escritorio, sabía que debía moverme por más que mi cuerpo me pidiera a gritos que me quedara en mi lugar y con las pocas fuerzas que me quedaban, estiré mi brazo, tomé mi celular sin siquiera ver el número y contesté la llamada.

— ¿Hola?

— Bella… acaba de ocurrir algo terrible. Te lo diré, pero tienes que prometerme que te tranquilizarás primero — Ahí estaba la voz que hace tanto tiempo no escuchaba y a la que sin duda había extrañado. Se oía desesperada, nerviosa y triste, no fue así como imaginé que la escucharía de nuevo.

— Edward, no me asustes y dime ¿Qué pasó? — Pregunté levantándome de golpe de mi cama y haciendo que Rosalie se moviera un poco para ver que yo estuviera bien.

— Promete que estarás calmada — Dijo con un tono serio.

— LO PROMETO PERO HABLA YA — Casi que le grité, lo que demostraba que efectivamente, yo no estaba para nada calmada.

Oí su suspiro del otro lado de la línea y me desesperé más, sabía que él no me contactaría a menos que yo así lo quisiera o que fuera realmente importante. Hubo un silencio de diez eternos segundos hasta que él habló — No es fácil para mí decirte esto pero Charlie está muy mal por la noticia y me pidió que lo hiciera, que yo te dijera para que volvieras… René… ella está en el hospital central de Forks, está a punto de morir y solo pide hablar contigo — Dijo con la voz entrecortada.

Mi corazón dejó de latir y me sentí desvanecer, de un momento a otro ya estaba tirada en el suelo, Rosalie estaba a mi lado y escuchaba la voz de Edward diciendo mi nombre a través del teléfono. Las lágrimas no tardaron en hacer acto de presencia y lloré como nunca había llorado en mi vida. Rosalie solo me preguntaba lo que estaba pasando pero yo era incapaz de hablar, me sentía demasiado débil como para repetir lo que Edward me había dicho.

— ¿Qué pasa? ¿Bella?... ¿Qué tienes? ¿Quién era? ¿Qué te dijo? — Rosalie me hacía varias preguntas mientras intentaba hacer que yo reaccionara.

Yo permanecía en la misma posición, mis ojos estaban fijos en la pared blanca de mi habitación, mi mano derecha estaba sobre mi cabeza mientras mi mano izquierda sostenía el teléfono celular contra mi oído.

— Bella ¿Estás bien?... Hermosa, dime que estás bien — Escuché la voz de Edward a lo lejos, por más que intentaba responderle no podía, estaba en shock y no coordinaba ni una sola palabra. Edward se quedó en silencio por un momento y luego dijo — Me prometiste que estarías calmada, piensa en nuestro bebé.

Eso último hizo que yo saliera de mi estado de shock, el solo pensar que mi hijo o hija podría salir afectado por el estado en el que me encontraba (aunque fuera de pocas semanas) me ponía muy mal y yo tenía que ser fuerte y soportar lo que fuera.

— Estoy bien Edward, tomaré el primer avión a Forks, te veo en unas horas — Le respondí rápidamente.

— Envié el jet privado hace unas horas, no debe tardar en llegar al aeropuerto principal de Londres. — Se me escapó un sollozo y por supuesto que Edward lo escuchó — Por favor Bella, sé que te estoy pidiendo demasiado porque esta situación no es sencilla pero debes ser fuerte, hazlo por tu madre, por el bebé y por... mí, porque no podría vivir en un mundo en el que no existieras — Dijo de manera tierna, sentía su apoyo a pesar de que él se encontraba a miles de kilómetros.

— Ok, lo intentaré… Nos vemos pronto — Dije con la voz rota.

Me levanté del suelo y comencé a correr por toda la habitación buscando las maletas de vuelo y empacando mi ropa. Claro, no iba a ser mucho porque volvería a Londres en cuanto me sintiera con fuerzas. En eso, las lágrimas corrían por mi rostro libremente y yo no hacía ningún intento por limpiarlas.

Rosalie me miraba y me preguntaba que me sucedía y lo que me había dicho Edward para que yo estuviera tan mal, pero yo no le podía decir; no quería repetirlo, me negaba a que fuera cierto y tenía un nudo enorme en mi garganta.

Yo sabía que este día llegaría, mi madre me había informado sobre su enfermedad terminal, así que se supone que no debía haberme sorprendido de tal forma, pero igualmente era mi madre de la que estábamos hablando y no quería que me dejara sola… Al menos, no tan pronto… Yo quería que ella conociera a su nieto o nieta, quería que la viera crecer, tenía muchos planes para que hiciéramos las tres juntas y la verdad no me esperé que este día llegara tan pronto.

No recordaba absolutamente nada, mi mente estaba en blanco, me sentía tan débil que hasta la más ligera brisa de viento podría derrumbarme. A lo lejos oía voces, algunas las reconocía y otras se me hacían extrañas, cosa que me asustaba porque la verdad no tenía ninguna idea de donde me encontraba. Mi cuerpo no me respondía, solo sabía que estaba acurrucada en algún lugar y no sabía cuál era porque mis ojos estaban tan hinchados que mis parpados me pesaban y me impedían ver lo que sucedía a mí alrededor.

De pronto, sentí como un olor familiar se expandía hasta acariciar mis fosas nasales y colarse profundamente en mi alma — No estoy sola — Me dije a mi misma con una ligera esperanza de que algo positivo pudiera sucederme al fin.

Con esa idea en mente, me obligué a abrir mis ojos y levanté mi vista, lo primero que pude visualizar fue el fuerte mentón de Edward, él me estaba cargando en brazos fuera del avión. Me acurruqué más en su pecho porque, de alguna manera sentía que él me daba paz y tranquilidad, aparte de eso, si él estaba a mi lado me sentía con más fuerza y apoyo para enfrentar esta situación.

— Rose, es que todavía no entiendo porque le diste eso… ¡Mírala! Está inconsciente — Decía Edward en tono de reproche y obviamente de preocupación por mi estado, aunque él todavía no notara que yo ya había despertado.

— Ella estaba pasando por una crisis nerviosa. No tienes idea de cómo se alteró cuando la llamaste y yo me preocupé tanto… No sabía qué hacer para que se calmara — Rosalie trató de defenderse y todo lo que decía era cierto.

De alguna manera agradecí que me hubiera dado ese medicamento porque ahora me sentía más calmada, pero no por eso dejaba de estar preocupada por el estado de salud de mi madre.

Cuando Edward estuvo a punto de decirle algo más a Rosalie, decidí que ya era el momento de que supiera que yo ya había despertado. Me moví lentamente en los fuertes y musculosos brazos de mi marido y esperé a que él bajara la mirada para que notara que yo estaba abriendo los ojos.

— Mi vida, despertaste… ¿Cómo te sientes? — Me preguntó en tono cariñoso.

Me removí un poco y refregué mis ojos con mis manos para aclarar mi vista — Mmmm bien ¿Cuándo iremos a ver a René? — Pregunté un poco más animada.

— No podemos ir así — Dijo Rosalie.

— ¿A qué te refieres?

— Ella tiene razón — Dijo Edward en tono autoritario — Primero debemos ir a que te vea un doctor y luego vamos con René.

Al final de unas cuantas palabras, Edward me dejó en el suelo y logré convencerlos, tanto a Rosalie como a Edward, de que no necesitaba ir a un doctor y que lo que más quería en este momento era ir a ver a mi madre. Ellos solo asintieron a regañadientes y me hicieron prometer que luego de que viera a René, yo iría a ver un médico para que me examinara y de paso me dijera si ese tranquilizante que yo había tomado durante el vuelo tenía alguna implicación con el embarazo.

Edward trajo su volvo y estaba estacionado a pocos pasos de la pista de aterrizaje, por lo que no nos demoramos mucho en llegar a él e iniciar nuestro camino hacía el hospital general de Forks. A medida que pasábamos por el pueblo se oía murmurar a muchas personas desconcertadas preguntando si era cierto que yo me encontraba fuera del pueblo y que la ex reina René Dwyer Swan estaba internada en el hospital.

Comencé a temblar en cuanto estuve de pie, observando la puerta de la habitación en la que se encontraba mi mamá, no sabía con lo que me iba a encontrar y tampoco sabía si lo resistiría. Tomé un gran suspiro y puse mi mano sobre el pomo de la puerta pero antes de abrirla, sentí una mano masculina sobre mi hombro.

— Debes ser fuerte, mi vida — Escuché la voz de Edward sin siquiera girarme para verlo.

Bajé mi cabeza y entonces una lágrima rodó por mi mejilla — Lo sé — Dije resignada.

— Yo estaré aquí para ti, nunca te dejaré sola — Él me tomó por los hombros e hizo que me volteara. Yo seguía con la vista baja así que él levantó mi barbilla con su dedo índice, haciendo que nos miráramos fijamente — En la salud y en la enfermedad, hasta que la muerte nos separe — Recitó con una sonrisa.

Me sentí más segura y más fuerte después de escuchar a Edward. Me giré nuevamente y esta vez tomé el pomo de la puerta con más decisión, sin vacilar abrí la puerta y me encontré a mi madre postrada en la camilla junto a una bomba de oxígeno y muchos cables conectados a su cuerpo.

Charlie estaba a su lado estrechando su mano mientras mantenía la cabeza baja, se oían pequeños sollozos por su parte. Me asombré, pues nunca lo había visto en ese estado emocional; él era un hombre fuerte y esta era una de las pocas ocasiones en las que removía la barrera que había en su corazón y mostraba sus emociones a flor de piel.

Volví la vista a mi mamá quien tenía los ojos cerrados pero la máquina que estaba situada a su costado izquierdo mostraba que su corazón seguía palpitando. Una lágrima se escapó de mi ojo y no pude evitar sollozar silenciosamente, solo Edward pudo escucharlo y puso una mano en mi hombro para luego abrazarme por la cintura. Me recargué contra su pecho y traté de contener las lágrimas, sin embargo no lo logré del todo puesto que se me escaparon unas tres o cuatro que limpié rápidamente…

Me quedé allí, en el umbral de la puerta abrazada por Edward mientras observaba a mi mamá muriendo lentamente y lo más doloroso era que yo no podía hacer nada para evitarlo, con gusto daría mi vida por la de ella si fuera necesario pero este no era el caso y me sentía tan impotente.

Poco a poco René abrió los ojos lentamente y una ligera sonrisa se formó en su rostro, empezó a mover su mano con mucha dificultad y entonces Charlie levantó su rostro desesperado buscando la mirada de René. Luego se dio cuenta de que yo estaba con Edward y relajó su expresión, haciendo un gesto con su cabeza para que entráramos a la habitación. Me acerqué a mi madre situándome al lado derecho de la camilla para poder ver a mi padre de frente.

Charlie no estaba en sus mejores días, se le notaba el cansancio y la tristeza que estaba sintiendo, las ojeras y el cabello revuelto lo hacían más notable. Aun así, él seguía al lado de mi madre sin despegarse de ella ni un solo día, según me comentó Edward, el mismo Charlie Swan se había encargado de mover cielo y tierra para conseguir que su esposa fuera tratada por dos de los mejores especialistas en el mundo y había ordenado que los médicos se trasladaran a Forks para que mi madre no tuviera que viajar.

A él no le importaba el precio que tuviera que pagar mientras viera que ella estaba feliz y llena de vitalidad. Sin embargo, todos sus esfuerzos fueron inútiles puesto que mi madre no respondía a ninguno de los tratamientos que le realizaron durante los meses que yo estuve fuera y en las últimas terapias los médicos declararon que a René Dwyer Swan le quedaban apenas unas horas de vida.

René estiró su mano con mucho esfuerzo tratando de tomar la mía, entrelazamos nuestras manos. Yo le sonreí con tristeza, aquella sonrisa no llegaba hasta mis ojos porque veía el esfuerzo que estaba haciendo ella para poder mantener los ojos abiertos y sonreírme como lo estaba haciendo.

— No se preocupen por mí… Yo estaré bien y tengan presente que los cuidaré desde dondequiera que esté — Nos sonrió a papá y a mí.

— No puedo llevar una vida sin ti — Dijo mi papá aferrándose a su mano.

— Gracias por todo Charlie. Gracias por la vida que me diste a tu lado, por todo el amor que me demostraste. Te amo con todo mi corazón, con toda mi alma y nunca dejaré de hacerlo. Me diste todo lo que pude necesitar y más. Estaré siempre con ustedes, en sus corazones.

— No quiero que nos dejes. Por favor, haz un último esfuerzo — Probé en decir sintiéndome egoísta porque yo sabía todo lo que ella estaba sufriendo por su enfermedad y era mejor que descansara en paz a que siguiera sufriendo mientras estaba "viva".

Ella se volteó a verme — Isabella… Mi hermosa Bella — Acarició el dorso de mi mano con delicadeza — Tú eres el mejor regalo que pudo darme la vida, no puedo describir lo feliz que me siento al ser tu madre. Me enseñaste muchas cosas, hija y no quiero que pienses que me voy, no quiero que pienses que te dejaré sola porque como ya te lo dije, estaré contigo siempre aunque no me veas — Hizo una pausa y tomé aire, para ese momento mi cara ya estaba bañada en lágrimas y Edward me reconfortaba acariciando mis hombros suavemente, demostrándome que él estaba allí. — Solo quiero que seas feliz, hija mía. Vive tu vida, equivócate si lo crees necesario pero no dejes ir nunca lo que de verdad te importa o te apasiona — En ese momento ella miró a Edward y me sonrió. —Edward, te quiero. Por favor cuida muy bien de mi hija y… Díganle a los demás que fue un placer conocerlos.

La sonrisa que débil que tenía en su rostro no se borraba, o por lo menos así fue durante algunos segundos, el mismo número de segundos en los que tuvo sus ojos abiertos. Pronto, la máquina que monitoreaba los latidos de su corazón, nos informó que ella nos había dejado.

Me aferré a su mano y comencé a llorar, apreté mis ojos lo más fuerte que pude como si con eso pudiera menguar el dolor que estaba sintiendo. Luego de un minuto de estar llorando sobre ella, sobre su cuerpo sin vida; Edward me giró hacía él e hizo que mi cara quedara contra su pecho, me abrazó lo más fuerte que pudo sin hacerme daño mientras dejaba pequeños besos sobre el tope de mi cabeza.

Sabía que esto estaba siendo duro también para él, prácticamente nos criamos juntos y nuestras madres eran muy unidas, por lo tanto, era de esperar que yo sintiera a Esme como mi madre y Edward sintiera René como la suya. Charlie también estaba llorando desconsolado.

Para cuando salimos de la habitación todos nuestros familiares estaban en la sala de espera y se acercaron a nosotros para abrazarnos, no nos hicieron preguntas ya que, era más que obvio lo que había ocurrido… Edward no me dejó sola ni un segundo, no me soltó ni me apartó de su lado aun cuando Rosalie y Alice se acercaron a mí para abrazarme y darme su apoyo.

Después de la muerte de mi madre, todo fue muy duro para mí, estuve bastante deprimida por semanas y pensé que la mejor decisión que podía tomar era volver a Inglaterra y seguir con mi vida allí, así que así lo hice.

Me quedé en Forks solo tres días mientras se realizaba el funeral, volví a Inglaterra y me encerré en mí misma: No hablaba con nadie a menos que fuera absolutamente necesario y como era de esperarse Rosalie me acompañó a mi viaje de vuelta así como también lo hicieron Edward y Emmett.

No pude convencer a Edward de que yo estaría bien solo con Rosalie y los tres días que pasé en Forks, él coordinó todo en el parlamento para poder estar ausente por un tiempo indefinido en el que yo me recuperara parcialmente de la pérdida que había tenido. Ninguna de mis excusas o argumentos hicieron que Edward cambiara de opinión con respecto a que yo podría cuidarme sola y estaría bien sin él por lo que él viajó conmigo y Emmett con Rosalie.

Al volver se crearon varios rumores sobre nosotros y no era muy difícil adivinar quién los había empezado pero para ese entonces a nosotros no nos importaba. Por lo menos a mí no me importaba porque yo estaba supremamente deprimida; lloraba todos los días, en las noches tenía terribles pesadillas, el recuerdo de mi madre se mantenía presente y al mismo tiempo distante; no comía ni podía dormir razón por la cual mi rostro estaba demacrado. Edward, Rosalie y Emmett siempre hacían que yo comiera o trataban de distraerme.

Pasaron algunos meses y yo podía salir a la calle y disfrutar de una buena conversación con Rosalie, inclusive me reía de algunas de las bromas que Emmett le jugaba a Edward pero yo sabía que todas estaban planeadas justamente con el propósito de que yo me olvidara de mi depresión.

A medida que pasaba el tiempo la depresión se iba yendo y yo sentía ganas de vivir porque ya se estaba empezando a notar mi embarazo y eso me recordaba que tenía una razón por la cuál debía seguir. Además de que mi mamá hubiera querido que yo disfrutara de mi embarazo al máximo…

Una tarde, estando en Inglaterra le hablé a Edward de que no seguiría más tiempo con esta depresión y quería disfrutar de mi embarazo, ya tenía seis meses y mi barriguita estaba mejor que nunca, yo estaba muy feliz aunque todavía no supiera que género sería mi bebé; a pesar de que no me gustaran las sorpresas quería que esta fuera una de ellas. Edward se emocionó demasiado en cuanto le conté y fuimos a todos los centros comerciales buscando tiendas especializadas en ropa para bebé y de maternidad, aparte de todo lo que necesitaríamos como juguetes o la cuna y los biberones.

Edward y yo estábamos muy felices por lo que nuestro tiempo en Inglaterra se prolongó más tiempo del que esperábamos y se puede decir que ya habíamos vuelto a ser los mismos de antes. Nuestra relación había vuelto a ser la misma.

Emmett y Rosalie también estaban felices juntos y pasaron tres meses siendo amigos para después convertirse en novios oficiales; esa noche la celebramos por lo alto mientras estuvimos en la casa, invitamos a Alice y a Jasper para que vinieran y después no pudimos decirles que se fueran, así como ellos tampoco querían irse.

ALGÚN TIEMPO DESPUÉS…

Solté un grito desesperado sintiendo que me estaban partiendo a la mitad — Edward Cullen, te juro que no dejaré que me toques de nuevo ¿Me entendiste? — Chillé al mismo tiempo que apretaba su mano con toda mi fuerza y apretaba mis ojos.

— Cálmate, amor. Ya llamé a una ambulancia y no debe tardar — Me respondió en tono nervioso.

Edward salió de la habitación en la que nos encontrábamos para revisar porque tardaba tanto la ambulancia y, en caso de que fuera necesario, llamar a otra para que viniera lo más pronto posible porque yo ya no me aguantaba el dolor que sentía y pensaba que en algún momento me iba a morir si no era atendida.

Agradecí al cielo y a todos los santos cuando escuché que Edward entraba a la habitación diciendo que la ambulancia ya había llegado; los paramédicos no perdieron el tiempo y me llevaron hasta la camilla para luego subirme a la ambulancia. Edward se fue a mi lado en la parte de atrás, se notaba el nerviosismo y la preocupación en sus ojos ya que la última vez que tuvimos el control con el doctor nos había dicho que el parto podía ser riesgoso y también cabía la posibilidad de que alguno no sobreviviera durante el parto. Yo también estaba muy preocupada, solo quería que todo saliera de la mejor manera posible.

— La reina Cullen tiene cinco centímetros de dilatación — Decía uno de los paramédicos que iba al lado de Edward.

— Intente calmarse, señora. Estamos a pocos kilómetros de llegar al hospital — Me dijo el conductor de la ambulancia.

— ¿CÓMO QUIERE QUE ME CALME? ¿HA ESTADO EMBARAZADO ALGUNA VEZ?— Le grité al conductor.

Yo estaba demasiado tensa y nerviosa por la posibilidad de que mi parto pudiera ser en una ambulancia, hablaba sin pensar. Además de que las contracciones cada vez se hacían más fuertes y azotaban mi cuerpo con mayor frecuencia, yo estaba contando los segundos para llegar al dichoso hospital y salir de todo esto.

Edward pasó un paño húmedo por mi frente lo que hizo que me relajara — Respira, sé que ninguno de nosotros sabe lo que sientes pero trata de estar calmada. Así se nos pasará el tiempo más rápido y en menos tiempo del que pensamos estaremos en casa recordando todo esto — Me dijo con una sonrisa que realmente me tranquilizó.

Asentí a sus palabras y tomé una bocana de aire, seguido llegamos a nuestro destino y los paramédicos me trasladaron rápidamente a la sala de partos. Edward corría detrás de la camilla se tropezó con algunas personas por estar detrás de mí, entró conmigo y sujetó mi mano demostrándome su apoyo incondicional.

— Reina Cullen, quiero que respire y puje cuando yo le diga — Escuché que alguien me decía a lo lejos. Yo asentí y luego de unos segundos escuché la voz de nuevo — Puje.

Hice mi mayor esfuerzo para hacer lo que me estaban pidiendo, pujé todas las veces que fuera necesario y en el último momento sentí que ya no podía más. Mi cuerpo estaba demasiado débil, no podía mover ni siquiera un músculo y fuera de eso mis parpados estaban comenzando a cerrarse.

Apreté mis ojos con fuerza y con mayor decisión tomé la mano de Edward, lo miré a los ojos y él me sonrió; Solté todo el aire que contenía en mis pulmones y pujé por última vez. Volteé mi rostro para ver a Edward y él solo sonreía viendo al frente, pronto mis sentidos se nublaron al escuchar el sonido más hermoso de este mundo. Después de eso no pude seguir luchando y me dejé llevar por el cansancio de mi cuerpo, cerré mis ojos sintiendo como una sonrisa se formaba en mis labios.

— Bella, mi amor… Despierta — Escuché la voz de Edward y poco a poco fui abriendo los ojos.

Cuando lo vi, no podía creer lo que tenía ante mí: Era la imagen más hermosa y tierna que hubiera podido imaginar. Edward estaba en la habitación que me habían asignado en el hospital, estaba en frente de mí con una resplandeciente sonrisa. Ethan, mi hombrecito de cinco años estaba al lado de su padre y a su vez, Edward sostenía a Nessie y a Carlie en sus brazos, una a cada lado. Él se acercó hacía mí sonriéndome y puso a mis mellizas recién nacidos en mis brazos, las dos eran hermosos y la sensación de tenerlos por primera vez en mis brazos era algo inexplicablemente genuino y perfecto.

Edward se acercó a mí y besó mi frente – Gracias mi vida, por hacerme el hombre más feliz del mundo – Dijo mirando a nuestros hijos.

Ya estaba en mi casa, por fin me habían dado de alta luego del parto que aunque fue riesgoso, todo salió de lo mejor y ninguno de mis bebés sufrió ningún daño así como yo tampoco había sufrido de ninguna manera.

Lo que no me esperé al llegar fue que Alice había organizado una fiesta sorpresa por el nacimiento de mis bebés y porque todo había salido un éxito. Rosalie me abrazó en cuanto llegué y casi me quitó a Nessie de los brazos; ella estaba muy feliz con todo esto y Emmett también hizo que Edward le tendiera a Carlie.

Las mellizas pasaron de brazo en brazo por largo tiempo, no mostraron estar molestas o cansadas, todo lo contrario solo se reían y movían alegremente sus piecitos y sus manitas. Fue muy divertido estar con toda la familia, aunque todavía sentía el vacío de mi madre quería que ella viera todo esto y lo disfrutara junto a mí; al pensar en eso una pequeña lágrima recorrió por mi mejilla y la limpié tan rápido como pude; Esme se acercó a mí y me sonrió con dulzura.

— Cariño, yo sé que es duro… Yo también extraño mucho a René — Me dijo abrazándome.

— Quería que ella viera todo esto — Dije conteniendo las lágrimas mientras veía a mi hermosa Nessie en mis brazos.

— Ella lo está viendo desde donde quiera que esté y te aseguro que está muy feliz por esto — Me sonrió.

Esme y yo cambiamos de tema. En unos minutos llegó Carlisle a consentir a una de sus nuevas nietas, le hizo muchos pucheros y mimos haciendo que ella sonriera, no tardó mucho en mostrarle sus hermosos ojos verdes igualitos a los de Edward.

Pronto Edward hizo acto de presencia con Carlie en sus brazos. Inmediatamente, Esme tomó en brazos a la pequeña Carlie y luego Alice quiso cargarla unos cuantos minutos. Jasper que estaba al lado de Alice, le empezó a hacer mimos y al fin ella abrió sus ojitos mostrándonos unas hermosas esmeraldas verdes, todos mis hijos habían sacado los ojos de su padre pero al menos tenía el consuelo de que Ethan tenía el color de cabello igual al mío y según Edward, su nariz también era igual a la mía.

Los invitados a la "fiesta sorpresa" no tardaron mucho tiempo en irse porque sabían que yo estaba cansada y que eran los primeros días de las mellizas en casa por lo que les costaría tiempo acoplarse, en realidad la fiesta se hizo para que toda la familia pudiera conocer a las nuevas integrantes, ya que desde que murió mamá, la familia había crecido mucho…

Habían pasado exactamente cinco años en los cuales mi Ethan había nacido. Luego de su nacimiento, Alice y Jasper nos sorprendieron con la noticia de que se iban a casar y un año más tarde Alice dio a luz a Chloe. A los siete meses pareciera que Alice y Rosalie se hubieran puesto de acuerdo porque las dos quedaron embarazadas, pero dos meses antes de que Rosalie nos anunciara su embarazo Emmett le propuso matrimonio. El caso fue que el bebé de Rosalie nació dos semanas antes que la bebé de Alice. Rose y Emmet nombraron a su hijo Harry y Jasper junto con Alice nombraron a su hija Elizabeth.

Después de un año, la familia se creció aún más porque Alice nos dio la noticia de que estaba embarazada de nuevo y dio a luz a un hermoso niño llamado Alexander. Unos meses después Emmet y Rosalie nos dijeron que tendrían gemelos, una niña llamada Nikki y un niño llamado Kellan. Yo ya me estaba haciendo a la idea de que pronto quedaría embarazada porque todas mis amigas estaban en su época y por muy raro que pareciera quería volver a tener todos los buenos y malos síntomas del embarazo. Luego de cinco años me enteré de que estaba embarazada de mis pequeñas mellizas: Carlie y Reneesme (a quien le decíamos Nessie de cariño), porque Edward y yo juntamos el nombre de nuestras madres y de nuestros padres.

Estaba pensando en lo mucho que amaba a Edward por hacerme la mujer más feliz del planeta, en la habitación de las mellizas mientras le daba su biberón a Carlie y Nessie dormía plácidamente en su cuna. Edward estaba trabajando en el parlamento y por estos días tenía mucho trabajo, nunca me llegué a imaginar que lo extrañaría tanto, ni en mis más locos sueños podía pensar que yo pudiera sentir siquiera cariño por un hombre con el cual me habían emparejado mis padres y que, según yo, él tenía todas las características que harían que yo lo desechara de inmediato; Pero en cuanto él me mostró su verdadera personalidad me pregunté como pude estar tanto tiempo segada, él era un hombre protector, tierno, sensible, cariñoso, caballeroso y lo más importante: Me amaba — ¿Cómo no me podría enamorar de alguien así ? — era un hombre ideal.

Cuando noté que Carlie estaba dormida la dejé en su cuna y me quedé un rato observándola, un minuto después sentí que unos conocidos brazos me rodeaban por la cintura. El olor cautivante de Edward hizo que casi me derritiera ante él y me apegué a su pecho, él dejó un beso en mi mejilla.

— Buenas noches, Señora Cullen — Dijo con una hermosa sonrisa.

— Buenas noches, Señor Cullen ¿Cómo te fue el día de hoy? — Pregunté mientras me daba la vuelta para besarlo.

— Bien, pero hubiera estado mejor si Ethan, Nessie, Carlie y tú hubieran estado conmigo. Los extraño mucho y los días se me hacen eternos ahora que tengo tanto trabajo.

— Lo sé, mejor vamos a la cama y te hago un masaje para que te puedas relajar y olvidar de todo el stress.

Él sonrió, nos dirigimos hacia la puerta y notamos que Ethan estaba de pie al frente de ella, con una mano sostenía a su osito de peluche y con la otra se restregaba un ojito.

— ¿Qué pasa, campeón? Deberías estar dormido a esta hora — Le dijo Edward mientras lo levantaba del suelo.

— No puedo mimir — Hizo un puchero.

Edward y yo nos miramos sin decir nada, solo sonreímos mostrando que teníamos la misma idea en mente. Fuimos a la habitación de Ethan, Edward lo recostó y lo arropó mientras yo me dirigía a la repisa donde estaban todos sus cuentos y escogí su favorito "pinocho". Edward y yo le leímos el cuento hasta que nuestro hijo quedó profundamente dormido y nosotros procedimos a ir a nuestra habitación.

Edward se quitó la camisa y se sentó al borde de la cama en eso yo me puse detrás de él y comencé a masajear su espalda. Sentí como sus músculos se relajaban y sonreí, puse mi rostro sobre su hombro sin dejar de masajear su espalda.

Edward siempre fue un hombre muy importante en mi vida aunque yo me negara a reconocerlo porque nunca le di la oportunidad de que al menos habláramos sin que termináramos en alguna discusión sin sentido. Para la época en la que yo "odiaba" a Edward no tenía conocimiento del maravilloso hombre que tenía en frente y en cambio me la pasaba haciendo berrinches de niña consentida.

Edward habló sacándome de mis pensamientos — ¿En qué piensas, mi cielo?

— En lo afortunada que soy por tenerte a mi lado — Le sonreí y luego dejé un pequeño beso sobre su hombro derecho.

— Te amo — Dijo volteándose para besarme dulcemente.

— Te amo — Sonreí sobre sus labios.


Chan Chan Chan... ¿Qué tal les pareció? Por mi parte, estoy triste porque acabé con esta historia, pero también estoy feliz por las que vienen. Peor todavía no es el fin, mañana publico el último outtake.

Muchas gracias a todas las que me apoyaron con la historia, las que comentaron y pusieron like, fav y follow. SALUDOS Y BESOS ENORMES DESDE COLOMBIA. Nos leemos mañana, y en mis otras historias si quieren. *-*