OUTTAKE
POV Bella
"Edward Cullen dice: Mi vida, yo solo quiero tu felicidad, aunque estés lejos de mí"
Eso fue lo último que me dijo Edward hace un mes exactamente, después de eso, no volvimos a tener contacto.
*Flashback*
Rosalie y yo nos quedamos estáticas, observando la puerta que había atravesado Emmett y Edward hace varios segundos. Casi al mismo tiempo en el que la puerta impactó contra el marco, ella y yo tragamos saliva ruidosamente y nos dejamos caer en el suelo de rodillas sin decir ni una sola palabra, ambas estábamos concentradas en nuestros pensamientos.
Por mi parte, había dos hechos que no abandonaban mi mente ni por un segundo: En primer lugar, no estaba del todo segura de que había hecho lo correcto al pedirle a Edward que nos distanciáramos un tiempo, yo lo amaba con todo mi corazón y sabía que no podía vivir sin él, mucho menos lo iba a hacer ahora que sabía la verdadera razón de todo el caos que se había formado entre nosotros y lo comprendía. De hecho, si yo hubiera pasado por esa amenaza, habría actuado de la misma manera en la que Edward lo hizo… Solo estaba segura de que no quería volver a entregarle mi corazón a Edward para que lo hiciera mil pedazos y yo quedara como una fracasada llorando por lo que pudo ser y no fue.
La propuesta de alejarnos surgió luego de que estuve sentada en la banca mientras Edward y yo nos mirábamos fijamente en completo silencio. En realidad, veía en su mirada el amor que él sentía por mí y la veracidad de sus palabras, aun así me seguía preguntando — ¿Él sería capaz de volver a dañarme? — . Necesitaba dejar de ser tan dependiente de él
Entonces se me ocurrió esto; la mejor forma de saber si realmente podríamos vivir juntos y formar una familia era esa, separarnos y descubrir qué era lo que sentíamos por el otro. Si él me esperaba yo estaría convencida de que nosotros habíamos nacido para estar juntos y entonces nada nos podría separar de nuevo: una idea algo irónica pero, a mi juicio, muy acertada.
Solo esperaba que esa fuera la mejor elección y que no me terminara arrepintiendo, aunque para ser sincera, en este momento mi corazón me estaba recriminando por haber rechazado a Edward: Él había viajado desde Forks y, prácticamente, se había puesto de rodillas ante mí para que volviera junto a él y yo lo rechacé — Fuiste una estúpida, Swan. Si lo hubieras aceptado, en este momento estarías feliz junto a él — Me decía la voz de mi subconsciente. Al reconocerlo, otra escurridiza lágrima se asomó y rodó por mi mejilla pero la limpié antes de que Rosalie pudiera verla -cosa que dudaba porque ella estaba en su mundo-.
El segundo hecho que tenía en mi mente y que mantenía mi corazón palpitando incontables veces por segundo, era ese maravilloso beso que nos habíamos dado Edward y yo en el jardín. Fue algo tan mágico que hasta se podía comparar con nuestro primer beso; en el cual, ni él ni yo sabíamos lo que estaba sucediendo, de lo único que estábamos seguros era de que sentíamos una potente atracción hacía el otro y nuestros ojos brillaban de emoción.
*Fin del Flashback*
Era sábado, Rosalie y yo estábamos en nuestro día de aseo, ella y yo limpiábamos hasta el último rincón de la casa y eso, normalmente, nos tomaba todo el día porque la casa era bastante amplia para albergar solamente dos personas. Ya en la noche, ella y yo nos relajábamos con masajes o baños de espuma.
De igual modo, no era que yo hiciera mucho: Rosalie se excusaba siempre diciendo que yo estaba embarazada y no debía hacer tareas pesadas. Por lo tanto, ella terminaba haciendo casi todo el aseo y yo la miraba mientras hacía tareas sencillas como limpiar algún mueble o ir por algún producto de aseo.
No podía discutir contra ella, yo sabía que yo era testaruda pero ella era mucho peor que yo y siempre me terminaba ganando con cualquier excusa, la que usaba frecuentemente era "Bella, vas a cumplir un mes de embarazo, debes cuidarte. Los primeros meses son los más importantes". Yo, pensando en el bienestar de mi bebé, siempre cedía… Hoy no iba a ser la excepción.
Eran cerca de las dos de la tarde, nosotras no habíamos almorzado, solo teníamos planeado pedir comida tailandesa dentro de media hora, ambas nos encontrábamos en la cocina. Ella limpiaba el piso con un paño húmedo y yo estaba limpiando algunos muebles. Repentinamente, escuchamos el timbre de la puerta y Rosalie levantó su cabeza en dirección hacia la entrada.
— Déjalo, yo iré a ver quién es — Le dije con una sonrisa.
Ella me detuvo al instante y se puso de pie — Tú no puedes, estás…
No la dejé terminar la frase, estaba cansada de que me dijera lo mismo cada vez que yo iba a hacer algo — Rose, ya sé que estoy embarazada pero eso no significa que sea inválida… Además solo tengo que caminar unos cuantos pasos hasta la puerta y ni siquiera me ha crecido la panza como para que me digas que eso es un impedimento. Yo iré a ver quién es — Respondí en tono firme.
Ella no hizo más que bajar su cabeza de manera resignada, sonreí victoriosa y caminé hasta la puerta.
Estaba vistiendo simplemente unos shorts de jean, una blusa negra de tirantes y mis vans del mismo color que la blusa. Mi cabello estaba alborotado y recogido en una cola de caballo. Solo esperaba que no fuera alguien importante o me moriría de la vergüenza porque me viera en estas fachas. La sociedad londinense era muy refinada y exquisita, Rosalie y yo ya conocíamos a la mayoría de nuestros vecinos y no queríamos causar una mala impresión.
— Buenas tardes, Isabella. Me alegra tanto encontrarte en casa — Dijo Margaret con una sonrisa.
A ella nunca la contratarían de actriz. Estaba más claro que el agua que esa tipa no me soportaba y que la sonrisa que me estaba mostrando era fingida. Ella pensaba que Rosalie y yo teníamos alguna especie de relación más allá de la amistad -si es que entienden lo que digo-. Dado que ella no disimulaba que estaba enamorada de Rosa hasta la médula, yo tenía que aguantarme sus celos injustificados.
— Oh, hola — Dije pasando una mano por mi cabello tratando de arreglarlo pero parecía imposible.
— Esperamos no estar importunando de ninguna manera — Comentó Jane, inspeccionando mi aspecto físico de arriba abajo. Ella levantó una ceja pero no dijo nada más.
— No, no… De ninguna manera — Negué con mis manos y con mi cabeza – Solo que hoy es nuestro día de hacer aseo y por eso estamos con esta vestimenta tan simple — Traté de sonar tan refinada como ellas. A pesar de todo, me importaba mucho la aceptación que ellas me dieran dentro de la sociedad. Sonaba estúpido y dependiente, pero me agradaba caerle bien a la gente que me rodeaba y hacía lo posible por que resultara lo mejor.
— Pensé que ustedes habían contratado algún servicio de limpieza — Volvió a hablar Jane mirándome con desprecio.
— No. De hecho a Rosalie y a mí nos sobra mucho tiempo y también nos gusta asear la casa juntas, además nos ahorramos el dinero… Así que es mejor así — Sonreí sinceramente.
Margaret me mandó una mirada llena de furia y luego la enfocó en otro lugar, mientras Jane parecía más reacia y me miraba como si yo fuera inferior a ella.
— De casualidad ¿Se encuentra tu amiga Rosalie? — Preguntó Margaret con un brillo en los ojos.
Me rasqué la cabeza — Si, iré a buscarla… Pero que grosera soy, pasen a la sala principal y yo iré con Rosalie en un segundo — Me hice a un lado para que ellas siguieran.
Llegué hasta donde estaba Rosalie terminando de limpiar la alacena y ella me sonrió, no tardó en preguntarme quien había llegado y por supuesto que se molestó cuando le dije de quienes se trataba; a mi amiga rubia no le agradaban ni un poco las dos chicas que se encontraban en nuestra sala. Ella casi salió en tónica de pelea a exigirles que se fueran de nuestra casa, pero yo la detuve a tiempo e hice que se calmara antes de que saliera a hablar con ellas o, mejor dicho, a pelear con ellas.
*Flashback*
Llevábamos dos perfectas semanas viviendo en Londres, la relación entre Rosalie y Emmett no podía ir mejor: ellos decidieron volver a empezar como amigos y se contactaban vía internet. Al principio hablaban dos o tres veces a la semana pero después su contacto se hizo más frecuente y no había un solo día en el que no usaran la web cam y se contaran todo lo que habían hecho en el día, algunas veces duraban hasta dos horas hablando.
Edward y yo adoptamos la misma técnica que habían inventado Rose y Emmett, hablábamos todos los días vía internet y algunas veces nos conectábamos por skype para poder vernos. No lo podía negar, lo extrañaba mucho pero me prometí a mí misma que seguiría con esto hasta que mis sentimientos fueran claros y así lo haría.
La bienvenida en este país fue muy agradable, sobre todo por dos chicas que vivían a unas calles de nosotras, pero ellas vivían por separado: Jane vivía con su novio a dos calles y Margaret vivía sola en una pequeña pero lujosa casa a una calle de la nuestra.
El día después de que Edward y Emmet se fueran, ellas llegaron a nuestra casa y se presentaron con nosotras, nos llevaron un exquisito pastel de chocolate y tomamos el té juntas. Margaret era una chica alta, de cabello rojizo y ondulado, tenía los ojos grandes y oscuros, la nariz pequeña y respingada, su cara tenía forma ovalada exceptuando la parte del mentón, donde terminaba en punta. Jane tenía los ojos un poco más pequeños que los de Margaret y el color era un hermoso azul turquesa, su estatura era media (me llevaba varios centímetros pero era más baja que Rosalie), llevaba el cabello recogido finamente en una coleta alta pero se podía ver que era liso y además era un poco más claro que el de mi amiga. Ambas iban vestidas formalmente con unas blusas elegantes, faldas de tubo y tacos de diez centímetros, sin mencionar los accesorios de diseñador: como gafas oscuras, sombreros, pendientes y otros.
Las dos eran muy refinadas, demasiado para mi gusto y se excedían en algunos comentarios, no les importaba nada más que no fuera su bienestar y por lo que pude escuchar, ellas pasarían por encima de cualquier persona para conseguir lo que querían, o al menos eso me dio a entender Margaret cuando dijo "Yo derribaré cualquier obstáculo que se me presente y si hay alguna persona que se interponga en mi camino. El que vaya a luchar contra mí es mejor que se dé por vencida desde el inicio, porque puedo ser muy intimidante cuando me lo propongo" y Jane la secundó al instante; Margaret se quedó mirando a Rosalie y le sonrió de manera coqueta.
Casi no me importó el comentario que había escuchado proveniente de Margaret porque ellas hicieron hasta lo imposible para que nosotras nos sintiéramos cómodas en el vecindario y hasta nos presentaron a algunos de sus amigos, a pesar de que ellas eran un poco creídas a mí me agradaron y creo que lo mismo pasó con Rosalie. De alguna manera, el ambiente era agradable cuando estábamos con ellas y tampoco quería crearme una impresión falsa antes de conocerlas por completo así que trate de dejar todos mis prejuicios a un lado.
Al otro día, Rose y yo salimos de compras para llenar nuestra despensa con la comida que íbamos a consumir en este mes. Sucedieron varias cosas extrañas; cada vez que pasábamos cerca a las personas que vivían próximos a nosotras, se quedaban mirándonos como si fuéramos bichos raros y hasta una señora mayor nos dijo que "nosotras no éramos aptas para la sociedad". Rosalie y yo nos miramos sin entender y pensamos — ¿Qué quiso decir con eso? — Hasta que, en la noche nuestro vecino Tom nos explicó que nuestras "buenas vecinas" Margaret y Jane le habían comentado a todo el vecindario que nosotras éramos pareja y que habíamos venido para alejarnos de toda las personas que nos discriminaban por eso. Nuestras mandíbulas se desencajaron al escuchar eso y desde entonces hemos estado evitando a esas dos chicas, hasta ahora.
En la noche hablé con Edward, él y yo estábamos un poco decaídos así que los silencios entre nosotros eran muy frecuentes. Después de un minuto el apareció como "desconectado" sin siquiera avisarme que se iba a ir, se me hizo algo extraño pero no le dije nada, después de eso leí el mensaje que terminaría con nuestra comunicación… Al menos por ahora.
Me sentí muy triste y me atormenté toda la noche pensando en que el comportamiento de Edward tal vez tendría que ver con que alguna persona especial había entrado a su vida o quizás estaría pensando que yo estaba feliz aquí en Londres y jamás volvería a su lado. Miles de ideas, interrogantes y pensamientos negativos inundaron mi mente, hasta pensé en tomar un vuelo en ese mismo momento para volver a Forks y ver con mis propios ojos lo que estaba pasando.
Luego de pensarlo mejor me arrepentí, dándome cuenta de que esta solo era una prueba: Edward y yo debíamos aprender a estar lejos del otro y si lo lográbamos, nunca más nos volveríamos a separar. Solo hasta que pensé en eso último, logré dormirme sintiéndome un poco más tranquila y feliz con el pensamiento de ver de nuevo a mi esposo.
*Fin del Flashback*
Y aquí estaba yo, tratando de convencer a Rosalie para que saliera a saludar sin romper la cara de ninguna de las dos vecinas que estaban sentadas cómodamente en nuestra sala.
— Vamos Rose, solo nos sentamos frente a ellas, charlamos un poco, ellas se irán cuando se cansen de nuestra aburrida plática y todo seguirá como antes. Nosotras seguiremos evitándolas — Le dije con mi más adorable sonrisa.
— No quiero verle la cara a ninguna de las dos "personas" que inventaron tremendo chisme entre tú y yo, no conforme con eso vienen a nuestra casa como si nada hubiera pasado. No voy a salir a saludarlas sin darles antes un derechazo en sus hipócritas rostros, para que aprendan que nadie se burla de Rosalie Hale — Se cruzó de brazos con pose firme. Traté de hacerle un puchero como niña chiquita y junté mis manos pero ella seguía rígida en su posición — ¿Por qué tu interés en caerle bien a todo mundo? — Me preguntó arqueando una ceja.
Me encogí de hombros. Ella seguía de brazos cruzados y empezó a mover su cabeza de un lado para otro en forma de negación. Luego de unos segundos se detuvo abruptamente
— Está bien, haré eso que dices solo si me dejas hacerles un par de bromitas inofensivas mientras ellas permanezcan aquí, con eso no les quedarán ganas de volver — Sonrió malignamente — Oh y más vale que Margaret no me mire las piernas y el trasero de nuevo o me las tendré que arreglar contigo — Dijo lo último en modo de advertencia.
Asentí sin decir nada más preguntándome en qué clase de "bromas inofensivas" estaría pensando rose, al final suspiré rendida; conociéndola, nuestras queridas vecinas terminarían odiándola por eso.
En cuanto llegamos a la sala de nuevo, Margaret y Jane parecían bastante interesadas hablando sobre un tema en específico pero cuando nos vieron llegar, se quedaron mudas de repente y sonrieron en nuestra dirección tratando de parecer casuales.
Margaret saltó de su asiento para ir a abrazar a Rosalie.
— Oh, Rosalie, querida, no sabes lo mucho que me alegra verte de nuevo… Hola — Después de estrecharla en sus brazos, le dio un beso en cada mejilla y se quedó observándola como si ella fuera una obra de arte.
Al principio, Rose permanecía paralizada y no le dijo nada pero después se soltó del agarre de Margaret y se excusó en el saludo que tenía pendiente con Jane, aunque yo notaba como mi amiga seguía temblando en su lugar por la muestra de cariño tan explícita que le había dado Margaret.
Terminada la sesión de saludos, Rose y yo nos sentamos en un sofá que estaba al frente del que ocupaban nuestras "invitadas", Rosalie se veía demasiado incómoda porque Margaret no dejaba de mirarla a ella y a su extraordinario cuerpo, se notaba que a Margaret no le importaba en lo más mínimo el tema del que estábamos hablando.
Luego de diez minutos de conversación sobre temas triviales y de poca importancia como vestidos, zapatos y las últimas tendencias de moda en general, Rosalie se levantó de su puesto, se notaba la ira que estaba sintiendo porque su cara estaba tan roja que parecía que iba a estallar y aunque, trataba de disimular su mirada asesina con Margaret, no lo lograba, estaba demasiado molesta para ello.
— Disculpen, iré a traer un poco de té helado con limón — Dijo levantándose de su puesto con mucha elegancia.
— Déjame ir a acompañarte — Le sugirió Margaret, al mismo tiempo que empezaba a ponerse en pie.
Rosalie hizo una seña con su mano para que se detuviera — No, gracias. Iré yo sola — Sus dientes estaban apretados y en su rostro había una sonrisa que no pude descifrar muy bien: había rabia en ella, no obstante, se asomaba un poco de maldad.
Margaret pareció desilusionada por el comentario de Rosalie pero no dijo nada al respecto y volvió a su puesto en el sofá. Agradecí al cielo que Rosalie no hubiera tardado tanto aunque a mí se me hizo eterna la espera con esas dos mujeres al frente mío, parloteando sobre el supuesto estado de embarazo de una de nuestras vecinas que se había acabado de mudar hace unos pocos días. Yo solo pensaba — ¿Es que acaso estás dos le inventaban historias a todas las personas nuevas de este vecindario? Y si todo lo que decían acerca de la pobre chica fuera cierto ¿Por qué les tendría que importar? — Realmente no me importaba mucho puesto que ni siquiera había hablado con ella.
Rosalie llegó con una bandeja de plata y la puso sobre la mesita del centro, pudimos ver una jarra y cuatro vasos de vidrio (la mejor cristalería que teníamos) con el té helado que nos había prometido aparte de un plato con galletas de nuez, o eso supuse porque Rosalie las había preparado hace ya un rato.
— Muchas gracias — Dijo Margaret tomando una galleta para darle una ligera mordida. Luego me sorprendió la actitud de Rosalie cuando ella misma le tendió el vaso de té helado, yo creo que hasta Margaret se sorprendió porque sus mejillas se sonrojaron en cuanto sus dedos alcanzaron a rozarse.
Después de que mi amiga le tendiera el vaso de té a Margaret, se levantó de su puesto para servir la bebida de Jane en el vaso y tendérselo a ella; todo iba tan bien como se podía hasta que Rosalie se tropezó con algo (o al menos eso nos hizo creer) y derramó todo el contenido del vaso sobre el atuendo exclusivamente costoso que llevaba Jane. Ella se levantó de golpe extendiendo sus manos.
— OH DIOS ¿CÓMO PUDISTE? ¿SABES CUÁN EXCLUSIVA Y DELICADA ES LA TELA QUE ACABAS DE ARRUINAR? — Le gritó Jane a Rose con la cara roja como un tomate, no había ninguna duda de que la "bromita inofensiva de Rosalie" no le había hecho mucha gracia a Jane y si eso era lo que planeó para ella, no me quería imaginar que había planeado para Margaret.
— Ella no lo hizo a propósito — Dijo Margaret en tono bajo. Claro, con la intensión de defender a Rosalie sin saber lo que le esperaba a ella.
— ¿CÓMO TE ATREVES A DECIR ESO? ¿NO VES LO QUE LE HIZO A MI NUEVO VESTIDO ORIGINAL DE CAROLINA HERRERA? — Gritó Jane a su "amiga" mientras trataba, inútilmente, con sus manos de quitar el rastro de la bebida.
Rosalie estaba haciendo su mejor actuación de parecer arrepentida mientras ayudaba a limpiar a Jane.
— El daño está hecho. Supongo que lo enviaré a la lavandería o si no, compraré otro similar, no te preocupes — Jane forzó una sonrisa en mi dirección y luego miró a Rosalie con recelo — Tengo una cita con mi novio y debo irme ya, Margaret ¿Me acompañas? — Dijo de repente.
Margaret empezó a jugar nerviosa con sus manos — Yo… mmm… bueno, no te podré acompañar, quisiera quedarme un rato más… Claro, si a Bella y a Rosalie no les incomoda mi presencia — Sonrió tímida ante Rosalie.
— Por supuesto que no nos incomoda tu presencia. Eres más que bienvenida aquí — Se apresuró a decir Rosalie con una sonrisa maligna en su rostro.
Margaret sonrió de forma soñadora al ver la sonrisa de Rosalie y como le pedía esta última que se quedase un tiempo más. Jane se fue de nuestra casa sin decir nada, se podía ver que seguía molesta con Rosalie porque al último momento empezó a sospechar que lo de su vestido no había sido precisamente un accidente, pero Rose se supo librar de eso a tiempo y no se puso en evidencia.
Margaret, Rosalie y yo nos quedamos en la sala. Después de haber limpiado los rastros de té helado del suelo y del mueble, seguimos hablando sobre chismes de famosos y cosas por el estilo, nada importante y a decir verdad muy aburrido pero la invitada parecía feliz, así que Rosalie y yo fingíamos que también lo éramos.
Margaret me miraba de cierta forma extraña y para ser sincera, yo también me sentía como haciendo mal tercio pero cada vez que intentaba irme, Rose se las ingeniaba para hacer que me quedara un rato más.
— ¿No te apetece otra galleta, Margaret? — Preguntó Rosalie tendiéndole el plato a la aludida.
Margaret puso las manos en su estómago y suspiro — Está bien, pero que sea la última… Estas galletas van a arruinar mi estricta dieta — Dijo a manera de broma con lo cual Rose y yo fingimos una risa. — Rosalie, estás galletas están exquisitas ¿Dónde las compraste? — Preguntó Margaret bastante interesada.
— Yo las preparé, es una receta de familia — Respondió Rosalie con una sonrisa tan grande que sus mejillas se hinchaban. Margaret se sorprendió y siguió comiendo — No se me da mucho la cocina pero los ingredientes son sencillos, solo lleva harina, huevos, nueces, leche, azúcar y otros — Rosalie sonrió.
— Espera un momento… ¿Dijiste nueces? — Preguntó Margaret a lo que Rosalie asintió inmediatamente, sin decir ni una palabra — No pude ser, soy alérgica a las nueces.
Ella se levantó de su puesto y tomó su bolso rápidamente, buscando algún medicamento. Pero ya era tarde, sus labios se comenzaron a poner rojos luego se inflamaron y seguido se inflamaron sus mejillas; en menos de tres minutos toda su cara parecía un globo, sin mencionar las terribles ampollas que tenía en las manos. Esa mujer no se comparaba en nada con la que había visto momentos antes, estaba completamente irreconocible.
Rose no se contuvo y soltó una pequeña risita — Te ves terrible — Margaret quedó en shock y miró a Rosalie con los ojos abiertos, esta última no pudo soportarlo más y se echó a reír — Que ni se te ocurra volverme a mirar como lo estabas haciendo hace un par de minutos ¿me entendiste? — Rosalie arqueó una ceja y casi que la amenazó.
— ESTO ES POR TI — Margaret se puso de pie y me gritó — TODO ES POR TI — A penas se le entendía lo que hablaba.
— Esto… — Contestó Rosalie señalándola de manera calmada — Es para que la próxima vez vayan a inventar chismes sobre el presidente de Estados Unidos y no de mí. Bella y yo no tenemos nada más que una amistad, de hecho ella está casada y mi NOVIO me está esperando en Forks — La mandíbula de Margaret se desencajó al oír la palabra "novio" y Rosalie sonrió — Oh, se me olvidaba… ¿Puedes pedirle disculpas a tu amiguita Jane de mi parte? Dile que no volverá a suceder porque ustedes no volverán a pisar esta casa ¿Entendido? — Lo primero lo dijo en tono hipócrita y luego volvió a su pose amenazante.
Me sentía muy orgullosa de Rose, nunca la había visto actuar de la manera en la que lo había hecho hoy, totalmente firme y decidida, una mujer simplemente bella que no se dejaba derribar por nada ni por nadie.
Margaret tragó saliva y yo no pude evitar soltar una pequeña risita, se notaba el miedo en sus ojos; hubo un momento en el que sentí pena por ella, de seguro se sentiría dolida porque no fue correspondida con su amor hacía Rosalie pero al recordar todo lo que tuvimos que pasar por el hecho de que ella y Jane se habían puesto de chismosas por el vecindario, el remordimiento abandonó mi cuerpo y volví a sonreír.
Rosalie caminó hacia la puerta con paso firme y la abrió para que Margaret se retirara, ella solo bajó la cabeza y se marchó no sin antes decirle a Rosalie — Lo lamento — Con cara de pesar, a lo que esta última solo bufo y no le prestó la más mínima atención.
Rosalie y yo seguimos en plan del aseo luego de la inesperada visita que nos habían dado nuestras vecinas; si, era cierto que ellas no eran bienvenidas en nuestra casa pero sí que supieron alegrarnos el día y nos dieron más ganas de terminar con los quehaceres del día.
Reímos recordando todo lo que había pasado en la visita de hoy, Rosalie solo hacía imitaciones graciosas de Jane tratando de limpiar su vestido y yo me burlaba de la cara inflamada de Margaret, el solo pensar que tendría que atravesar el vecindario luciendo de esa forma, me hacía reír aún más.
Esta vez si es el fin!
Ese era el outtake que les tenía preparado para cerrar con broche de oro el segundo fic que he escrito. Espero que les haya gustado mucho. Como siempre muchas gracias por todo su apoyo, no olviden comentar y nos estaremos leyendo en otras de mis historias.
Saludos desde Colombia.