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Capítulo Veinticuatro
"Amelia es una perra rompecorazones"


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El poco tacto de Tangle nunca le significó un verdadero problema hasta ese momento en que las cosas se torcieron irremediablemente en su contra.

Sonic se consideraba un tipo promedio —mentalmente hablando— no era un geniecillo como Tails, aunque tampoco era un idiota como Knuckles que no captaba las cosas al primer intento. El era mas bien un tipo normal.

Uno que no destacaba mucho en los estudios pero si en las habilidades sociales y amorosas —irónicamente—.

De todas formas y contra todo pronóstico logró obtener una licenciatura y salir adelante con su vida como un adulto próspero y lleno de vitalidad.

Sin embargo en algún punto las cosas se torcieron y ahora estaba sentado en una cafetería en una especie de reencuentro con su mejor amiga de la fraternidad hablando de amores y de engaños.

Del amor que sentía por Amy y que dicho sea de paso fue rechazado y ahora, como cereza sobre su tarta de desgracias ahora ella venía a decirle que todo en su vida estaba basado en una mentira.

Ok no todo, pero si una gran parte de lo que creía sobre si mismo era una farsa completa y ahora se venía enterando de una forma muy estúpida.

Porqué... ¿Cómo carajos le venía a decir que le mintieron sobre hacerse un procedimiento quirúrgico? No tenía sentido, incluso se sentó sobre bolsas de hielo por cuatro días debido al dolor que eso le produjo.

No tenía sentido, era impensable, inconcebible.

Simplemente no tenía ni pies ni cabeza y Tangle y sus tonterías eran eso, tonterías que le afectaban mucho mas porque estaba sentimental.

—No juegues...—pidió—No estoy de humor...—era real, lo último que necesitaba en ese momento eran sus chistes sin gracia y más aún si involucraban asuntos delicados.

Tangle sin embargo no se rió ante esto.

Había algo en su mirada desequilibrada que en el fondo le indicaba que no mentía, que había verdad en sus palabras y Sonic supo en ese momento que algo no estaba bien.

Había sucedido algo de lo que no tenía recuerdo y lo hizo sentir mareado y muy ansioso al respecto.

—Por favor dime que es una broma, porque no tiene ni puta gracia—se estaba alterando y Tangle se tensó—Dime que no es cierto—.

No quería alterarse, de verdad que no estaba en sus planes llamar la atención de todos los comensales en la cafetería, pero las cosas no siempre son como uno lo desea y con todo y lo mucho que Tangle trató de calmarle, no lo logró.

Tantas emociones negativas juntas en un periodo de tiempo tan corto dejaron atrás al tipo buena onda y desinteresado para darle paso al neurótico malvibroso que tenía horas sin dormir y un corazón roto.

Víctima de las circunstancias, quizá...


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—Creo que deberías calmarte...—Storm y su aparente tranquilidad le sabían a mierda.

Esa actitud tan pasiva le hervía la sangre; ¿Cómo carajos se atrevía a exigirle que se calmara?

Después de todo lo que sucedió lo menos que necesitaba era estar tranquilo.

Quería venganza, así de simple y sencillo.

De poco le valía que apelara a su buen juicio. Ya había perdido la dignidad, su trabajo y por si fuese poco todo ese lío de sus sentimentalismos ya no le daban para mas.

Estaba ahí tirado en el suelo repleto de sus propios fluidos mientras su asistente trataba —tontamente— de animarlo, quería llorar.

—Cierra el puto pico de una vez, carajo—todo daba vueltas y se notaba—Voy a vengarme Storm, te juro que ese hijo de perra me va pagar todo esto...—.

Incapaz de pronunciarse al respecto, Storm trató de cambiar el tema.

—Hoy hace mucho calor, ¿no?—.

Se estaba esforzando para que las cosas bajaran de intensidad, aunque el jefe no pensaba lo mismo.

Sería muy idiota de su parte fingir que no estaba al tanto de muchas de las cosas que estaban sucediendo en la vida del joven verde.

Sobretodo porque no era la primera vez que algo así sucedía.

Jet tenía esa clase de personalidad explosiva y tempestuosa en la que nada ni nadie importaba una vez que estaba furioso y quería saciar ese instinto asesino que le precedía.

Básicamente el chico era un peligro para si mismo y quería evitar las consecuencias.

—Lo mato, te juro que lo mato—al tratar de ponerse en pie, sus piernas entumidas lo llevaron al suelo otra vez—Ayúdame—le era muy fácil exigir la atención de Storm el cual solo pudo suspirar.

Negarse siempre estaba en sus posibilidades, pero el chico le importaba lo suficiente como para no dejarlo así.

Al tomarle de la mano de un solo tirón lo puso en pie.

—Sería prudente que lo pienses y tomes un baño—pidió—Al menos esta vez —seguía insistente.

Y siendo el tipo que era, lógicamente se negó.

No tenía interés en otra cosa que no fuese saciar ese dolor recalcitrante que le jodía el alma.

Shadow debía pagar; el maldito se burló, lo utilizó y menosprecio durante años sus sentimientos; era momento de devolverle el favor.

Porque se lo merecía...

¿Verdad?

—Trae las llaves, nos vamos—el tampoco iba a ceder a su cometido.

Aún con todo, el fortachón ya tenía claro que no dejaría que las cosas escalaran aún más —por el momento—.

—Debo insistir en que tome un baño y prometo que lo llevaré a donde me pida—.

Ofuscado Jet trató de negarse.

—Con un demonio, ¿Por qué insistes en...?—el aroma a orina mezclado con vómito le llegó de lleno haciéndole callar—Ok, lo haré porque quiero, no porque me lo pides tú—.

Al dirigirse a la regadera, el grandote lo dejó a solas al fin. Entró sin desvestirse y el frío del agua le hizo tiritar.

Shadow...

El muy maldito...

Entonces un golpe crujió entre los azulejos de la regadera y sus lágrimas amargas se fundieron entre las gotas de agua cayendo sobre él.

El dolor en sus nudillos no se comparaba con el ardor en su corazón. Ese ardor penetrante que taladraba sus entrañas sin saciedad.

Aceptar que Shadow no sentiría nada por el era humillante.

Y no por el hecho de no ser correspondido —sí, si le dolía— sino por todos los años que perdió. Todos los años que dejó detrás de un sin sentido.

De alguien que jamás valoró su esfuerzo.

—Carajo...—lloró amargamente—¡Maldito seas, Shadow The Hedgehog!—Lo maldijo con todas sus fuerzas y tristemente su dolor no disminuyó.

Nunca importó...

Aún hurgando en sus recuerdos, en lo mas profundo de esa mente trastornada no había nada, ni un solo momento, una palabra, un gesto de cariño sincero.

Todo estaba lleno de supuestos, de ilusiones que nacían de una necesidad.

Necesidad de un pobre idiota solitario que no tenía a nadie más.

Se había aferrado a Shadow como las estrellas se aferran al cielo, tan fuerte como las montañas al suelo y con la misma intensidad de un huracán de verano.

Así de intenso era su amor; de pasional y sincero y ese bastardo jamás lo valoró.

Para Shadow, Jeremy The Hawk solo era un peón más. Un juguete que en algún momento dejaría de ser útil y podría deshacerse de él si así lo veía conveniente.

Porque nunca lo ocultó. Nunca tuvo reparo en hacerle saber que no le interesaba que sucedería con él.

Era risible a estas alturas, pero sucedió.

Tristemente se dejó envolver por el amor ciego e incondicional que sentía por ese malnacido y todos sus desplantes pasaban desapercibidos en pro de sus cualidades.

Era un líder nato y cualquiera quedaría maravillado ante sus habilidades y conocimiento.

Era difícil no ceder ante aquellos ojos rubí que le miraban hasta el alma en cada encuentro.

Aún así lo maldecía...

El muy maldito lo hipnotizó.

Salió de la regadera y se vistió de mala gana mientras repasaba mentalmente el odio que tenía sobre el moreno.

Al carajo la vida, el amor y su disque alianza.

Todo podía irse a la mierda, no le importaba si terminaba en prisión o incluso si moría en el intento, iba a hundir a Shadow en el abismo mas profundo de dolor y miseria y al menos así sentiría un poco del dolor que el venía arrastrando.

Si su dolor era suyo, sería bonito...

—Jefe, ¿Todo esta bien?—desde afuera de la habitación Storm le llamó.

Abrió la puerta sin mediar palabra y se encaminó a la salida dispuesto a comenzar su venganza.

Storm solo pudo guardar silencio.


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La sensación de que algo estaba terriblemente mal con su vida seguía ahí; recordándole que era un idiota por dejarse envolver en esa situación una y otra vez.

Y sí, si lo era...

Renunciar a las costumbres era difícil; de un momento a otro su vida tal como la conocía había dado un giro de 180° grados y seguía sin acostumbrarse del todo —en el fondo— a dejar de lado lo que tantos años le costó construir.

Blaze y lo que simbolizaba en su vida le tenían prisionero del pasado y el tal vez. Tantos años juntos tenían peso en su psique y le dolía.

Miró a la joven dormida en la cama que antes compartían y la arropó en un gesto instintivo y cariñoso.

Estaba muy mal seguir fomentando este comportamiento autodestructivo, lo sabía.

¿Pero qué debía hacer en todo caso? Ignorar aquellos llamados al final solo traerían desgracia y temía por la salud mental de la chica en cuestión. Temía que se hiciera daño y ser él quien cargara con la culpa de no haber hecho algo.

Ella pedía su ayuda y a regañadientes acudía a salvarla de ella misma.

Era tóxico y enfermo, pero no había más opción. Ignorarla estaba fuera de su naturaleza y eso le ofuscaba.

Era patético...

Verse reducido a este juego de tira y afloja una y otra vez sin posibilidad de salir.

Tan humillante.

Pero era Silver; el tierno, el buen chico de nobles sentimientos que ayudaba a los demás sin esperar nada a cambio.

Se odiaba a sí mismo por ello...

Entonces su teléfono sonó y al ver el remitente se sintió incluso más imbécil por dejar pasar tanto tiempo.

Atendió el llamado y la voz de Melinda lo hizo temblar.

Tengo 45 minutos esperando por ti—Reprochó—Espero que tengas una buena excusa para esto...—.

Decirle que estaba ayudando a su ex-novia borracha a llegar a casa seguramente no sería algo que considerara como buena excusa así que se mordió la lengua para no emitir tonterías al respecto.

En vez de eso murmuró algo sobre papeleo extra y un remedo de disculpa y cortó la llamada mientras salía de su antiguo hogar sin mirar atrás.

Cerró la puerta principal y subió al auto. Debía darse prisa o su madre se pondría furiosa.

Entonces recordó a Amy y nuevamente se abofeteó mentalmente por hacerla esperar a ella también.

Blaze ponía su mente de cabeza...

Condujo durante quince minutos más y al llegar al complejo de la rosada pensó en alguna forma de justificar su retraso.

Al llegar a la puerta llamó un par de veces, pero ella no respondió al instante.

Quizá estaba molesta por hacerla esperar, en el peor de los casos lo estaría ignorando, aunque ese no era su estilo.

Llamó de nuevo y la puerta se abrió al fin dejando ver a la chica con cara adormilada.

Estaba ligeramente despeinada; se notaba cansada.

La idea de llevarla a ver a su impetuosa madre de pronto ya no parecía tan buena y trató cortésmente de decirle que no era necesario acudir si se sentía cansada.

Amy en cambio solo negó; ya se había cambiado para la ocasión y quedarse en casa ya no era una opción.

Rumbo al auto ella tomó asiento en silencio y observó por la ventana perdida en sus propios pensamientos.

No estaba molesta, ni siquiera había notado el retraso, simplemente no tenía nada bueno que decir.

Silver sin embargo creyó todo lo contrario.

—A-Amy—le llamó nervioso y ella observó de reojo—Perdón por hacerte esperar—por quinta vez se disculpó—A veces pierdo la noción del tiempo—.

—No te preocupes...—No estaba tan elocuente como otras veces, pero al menos le respondió—El trabajo es absorbente...—.

Mentirle le sabía mal, ella había sido tan buena con él. La observó; estaba ajena a toda su enajenación mental y optó por cambiar el tema para aliviar la tensión.

—¿Cómo va tu día Amy? ¿Lograste descansar como dijo el Doctor?—.

Que Silver supiera lo que le sucedió ya no le sorprendió del todo. Seguramente fue Shadow quien informó de su estado y ahora todos en la empresa sabían que estaba "enferma". Aún con todo sabía que Silver preguntaba con genuino interés.

—Un poco, sí—omitir todo el asunto de Sonic y Shadow era lo mejor que su alma y mente necesitaban—Necesitaba vacaciones forzosas—.

No era una broma así que ninguno se rió ante esto, aunque ambos concordaron silenciosamente en que era verdad.

Al cabo de un rato llegaron a una residencia bastante amplia y bonita que a ambos les trajo muchos recuerdos. La vieja casa de Silver —que a estas alturas solo tenía de viejo el mote— les esperaba.

La cara de tensión en el rostro del albino se hizo evidente y ante ese debate mental que traía a cuestas ella decidió intervenir.

Lo conocía lo suficiente y sabía que la figura de su madre siempre fue amenazante para él.

Lo poco que recordaba de Melinda era la imagen de una mujer seria y de carácter fuerte. Pocas fueron las veces en que pudo verla de cerca, pero siempre le pareció una figura de autoridad y si basaba sus impresiones con las cosas que Silver le contaba podía pensar que esa señora era muy estricta.

Tomó la mano del chico y por primera vez en toda la tarde sonrió con sinceridad.

—Todo saldrá bien, tranquilo—el apoyo moral que trataba de brindarle al parecer fue lo bastante útil como para hacerlo bajar del auto y tomarla de la mano mientras se acercaban a la entrada.

Frente a la puerta Amy le hizo señas para que tocara el timbre.

Dubitativo Silver presionó el botón y aún sin soltar su mano esperó a que su madre abriese la puerta. El cálido tacto de su mano sobre la suya les dio energías renovadas y aunque ninguno dijo nada, ambos lo pensaron.

Cuando la puerta se abrió la figura de una mujer de edad madura se hizo presente e instintivamente soltaron su agarre al tiempo en que los brazos de Melinda aprisionaban a su retoño en afán maternalmente asfixiante.

—Mi niño, mi pequeño niño—Melinda le abrazaba con fuerza—Te he extrañado tanto, tanto—Feliz, la albina seguía sin soltarlo.

Silver estaba ahí absorto en un cúmulo de sensaciones que no supo definir. Primero estaba la culpa de no haber visto a su madre por tanto tiempo, después la sorpresa ante tal recibimiento y finalmente el bochorno por tales mimos a los que nunca estuvo acostumbrado.

¿Quién era esa mujer y dónde estaba Melinda The Hedgehog?

Al soltarlo al fin reparo en la presencia de la chica Rose y para sorpresa de los recién llegados, saludo felizmente a la joven.

—Amelia Rose...—Hablo y la tomó de la mano para acercarla a ella y verle más de cerca—Cuanto has crecido...—la última vez que había visto a la madre de Silver tenían diez años—Eres la viva copia de tu madre—.

Amy sonrió y Silver se removió levemente incómodo. El tema de los padres de Amy era algo que no solía abordarse entre ellos y la sola mención le ponía de nervios al no saber cómo es que ella se lo tomaría.

Sabía que era un asunto delicado, después de todo el comprendía el sentimiento. Tal vez no en el mismo grado de intensidad, pero ambos sabían lo que era la pérdida a temprana edad y cuán difícil se volvía vivir con ello.

—Un gusto verla de nuevo, señora The Hedgehog...—Amy devolvió el gesto y entraron en aquella residencia tan bonita y arreglada.

Poco o nada se parecía a la casa que solía visitar en su infancia. Había tanto a donde mirar que no sabía qué hacer.

Silver en tanto se mantenía callado y silencioso pensando en que sucedería después.

—¿Quieren un poco de té?—Amablemente se ofreció y ambos fueron conducidos a la sala de estar donde fotografías de Silver siendo un niñito estaban colocadas por toda la habitación—Tomen asiento, vuelvo en un momento—.

Al obedecer se sentaron uno frente al otro y tras unos segundos de silencio fue el quien se sintió en la necesidad de hablar.

—Amy yo de verdad...—ella le hizo callar al instante cuando tomó su mano y una sonrisa en su rostro lo calmó.

—No te preocupes, tu mamá parece ser una mujer muy agradable, disfruta el momento y no te preocupes por mí—.

Sabía que la única razón por la que él la trajo era porque necesitaba sentirse respaldado.

Era halagador que acudiera a ella para sentirse seguro, aunque un poco raro también.

Cuando Melinda regresó con una bandeja llena de galletas sirvió el té y tomó asiento en la cabecera de la mesa.

—Me alegra que estés aquí, hijo—sonrió—Hay tantas cosas que quiero hablar contigo, pero creo que terminaríamos aburriendo a Amy con esto así que empecemos con lo obvio...—bebió de su té—Planeemos mi fiesta de jubilación y tu cumpleaños número 27—.

La noticia le pareció maravillosa, una celebración siempre era motivo de alegría —al menos en su familia les gustaba comer y beber bajo cualquier pretexto—. Miró a Silver y este no parecía nada emocionado ante las palabras de su madre.

Había algo en su semblante que indicaba que estaba molesto y eso era raro viniendo de él.

—Madre...—Habló el joven para sorpresa de ambas—Estaré encantado de ayudarte con tu reunión, pero por favor... No te molestes en celebrar mi cumpleaños, sabes lo que opino al respecto—Estaba siendo bastante frío lo cual no pasó desapercibido para ninguna de las féminas presentes en la habitación.

Amy no pudo opinar al respecto, aunque era plenamente consciente de que estaba hablando muy en serio.

Melinda en cambio no tenía intenciones de cambiar de parecer.

—Muy bien...¿Esa es tu última palabra?—el asintió —Pues, es una pena...—Melinda suspiró—De verdad esperaba pasar tiempo de calidad contigo planeando un día tan especial para ambos...—sonaba compungida y automáticamente el rostro de Silver se suavizó.

—Está bien, madre...—se rindió al fin—Pero solo será por esta ocasión—puntualizó.

No le gustaba la idea de que su madre se saliera con la suya con respecto a su cumpleaños, pero también sabía que se lo debía muy en el fondo.

Amy suspiró siendo testigo de aquella dinámica tan particular entre madre e hijo y bebió de su té pretendiendo no darse cuenta del obvio chantaje emocional que acababa de suceder.

El paralelismo que Melinda le trajo con Blaze le mareó de pronto. La taza de té entre sus manos tembló ligeramente y el ruido que produjo captó la atención de Silver que la observó preocupado.

—¿Estás bien, Amy?—cuestionó al verle nerviosa—¿Necesitas agua?—.

Melinda también le observó curiosa y avergonzada negó.

—Estoy bien, Silv... Solo me mareé un poco...—.

Al tratar de responder el celular del joven irrumpió en aquella reunión. Se excuso de forma rápida y se alejó de la mesa para atender el llamado.

A solas con Melinda pudo sentir su mirada color ámbar sobre ella analizando cada una de sus facciones como si buscase algo en particular.

Incómoda, decidió que debía hablar y distraer la atención de la doctora.

—Hoy hace un buen clima... ¿No?— Una forma muy tonta de romper el hielo, pero fue lo único que se le ocurrió.

—Bastante—respondió—Incluso me dio tiempo de regar mis amapolas—Y aunque seguía observándola su semblante era mucho más tranquilo y relajado—Las amapolas son mis flores favoritas... Me recuerdan a esa época en donde era joven, soltera y llena de esperanzas de un nuevo futuro—.

Las amapolas también le gustaban, eran flores bonitas, tristemente jamás pudo hacerlas florecer en el jardín de la abuela.

—Me gustan los tulipanes—se atrevió a decir—Ojalá tuviera el tiempo y el espacio para poder cuidar de un jardín...—.

—Tomarse el tiempo para los pequeños placeres de la vida siempre es importante...—habló con naturalidad—Pasé los últimos 30 años absorbida en las paredes del hospital y recién me doy el tiempo de hacer lo que quiero, aunque me duele la espalda cada que estoy agachada—bromeó.

—Me alegra que al fin pueda darse un respiro y disfrutar de lo que le gusta, señora...—.

—Sólo dime Melinda—pidió—Aún no soy la abuela de nadie para sentirme tan anciana y ser una señora—el sentido del humor de esta mujer le resultó confuso, aunque aun así se rió —Ahora, me gustaría que me aclararas una duda, si no te importa—.

No podía negarse ni aun queriendo así que no le quedo más remedio que aceptar.

—Espero serle de utilidad, Melinda—.

La aludida asintió gustosa y miró hacia ambas direcciones cerciorándose de que su hijo no llegase de imprevisto.

—Quisiera que me aclarases la situación actual de mi hijito, sino te importa—.

—¿Situación?—.

—Sentimental, claro está—obvió—¿Qué tan cierto es eso de que terminó con esa abogada pretenciosa?—.

No iba a andarse con rodeos ni fingir que su nuera —o ex-nuera según fuese caso— le agradaba. Nunca fue un secreto que no le caía bien y que no quería que ella y Silver compartieran tiempo juntos.

Lastimosamente su hijo tenía esa manía de llevarle la contra y aún con todo lo dicho se aferró a esa mujer.

Para Amy la cosa se complicaba porque si bien sabía que ellos dos no estaban juntos, dudaba que Silver deseara que su madre supiese de su rompimiento gracias a ella.

—Puedes confiar en mí querida, no le diré nada, lo prometo—.

De todas formas, no podía decirle mucho porque Silver poco o nada había hablado al respecto. Después del rompimiento no supo más y ahora que estaba peleada con Sonic dudaba que se enterase de lo que sucedía con Blaze.

—La verdad es que no se mucho al respecto...—Y lo poco que sabía no lo diría—Aunque efectivamente, ellos han terminado... Al menos eso es lo que Silver ha decidido compartir conmigo—Admitió a medias.

Todo ese asunto del engaño no era algo que ella debiese saber así que ahora no venía al caso.

Complacida ante la información que acababa de confirmar Melinda sonrió.

—Gracias, Chaos—Al fin sus plegarias habían sido escuchadas y esa relación se terminó —No tienes idea de lo mucho que deseaba que esto fuese verdad—.

Durante años esperó que en algún punto su hijo al fin abriera los ojos y se alejase de esa mujer. Razones para ello tenía muchas, pero la primera y principal radicaba en su personalidad.

—Debes pensar que soy una mala madre por atentar contra la felicidad de mi hijo...—.

No lo pensaba, no del todo al menos.

—No, claro que no—respondió.

Justo en ese momento Silver volvió y su rostro denotaba molestia.

—¿Sucedió algo, cariño?—Melinda se aventuró a preguntar y este solo se encogió de hombros, cortando de tajo cualquier intento de mencionar el tema.

Era evidente que lo que sea que hubiese sucedido en esa llamada le puso de mal genio.

Ambas mujeres se observaron confundidas sin saber cómo debían abordar al albino frente a ellas. Tenía los hombros tensos y su mirada naturalmente apacible y despreocupada ahora estaba ensombrecida por la molestia y frustración.

—Disculpen un momento, necesito sacar mis últimos panecillos del horno —La anfitriona se fue y Amy dudó en preguntar qué sucedió.

Su lado naturalmente curioso clamaba por cuestionar que sucedió y que fue lo que le puso tan alterado; por otro lado, el ser curiosa era justamente lo que le había metido en tantos problemas últimamente así que el dilema en su interior se incrementó.

Preguntar o no preguntar, ahí estaba la interrogante y fue el mismo Silver quien decidió abrirse ante ella en un aparente desahogo o intentó de.

—Blaze llamó—no le miraba al rostro y eso le indicó que se sentía culpable—Estaba ebria y me rogó que la ayudara a volver a casa...—

Sin mucho que aportar, Amelia decidió guardar silencio y permitirle continuar.

Al parecer lo único que quería era ser escuchado y le daría esa satisfacción.

—Soy un idiota, Amy...—sus ojos se encontraron con los de ella e inmediatamente agachó su mirada—Es decir, terminé llevándola a su casa, dejé esperando a mamá y a ti también... ¿Y todo para qué?—la decepción en su rostro era contagiosamente frustrante—Para que sus padres me culpen de todo, como si yo hubiese decidido enviar todo al carajo—.

Si antes había decidido guardar silencio esta vez su boca se había sellado de forma automática sin saber a ciencia cierta que podía decir ante esta situación.

Si bien la idea de que acudiera en ayuda de Blaze cada vez que intentara autosabotearse no le parecía del todo prudente, tampoco podía juzgarle porque ella hizo muchas veces lo mismo; intervenir en el autosaboteo ajeno.

Así que sabía cómo se sentía el arrepentimiento de salvar a alguien que tal vez no merecía el esfuerzo.

Y aunque tenía plena conciencia de que la chica en cuestión posiblemente no merecía tantas atenciones, no iba a externarlo.

Aún le quedaba el mínimo de respeto por su amigo y empatía por sus problemas —además de que ya era una perra mentirosa, ya no podía darse el lujo de ser entrometida—.

En cuanto a Silver...

El solo estaba ahí sentado observando a la nada mientras sus puños se contraían con fuerza tratando de reprimir la ira que le albergaba. Porque en el fondo, muy dentro de aquella mente fantasiosa y delirante siempre trató de llevarse bien con los padres de su ex-pareja.

Durante años trató de todas las formas habidas y por haber que estos le aceptaran como el novio de su hija y le consideraran como alguien digno de merecerla.

Nunca fue un secreto que ellos creían que era un Don Nadie. Incluso cuando se enteraron de que su madre era la Directora del hospital más importante de la ciudad su descontento aumentó.

"¿Ser hijo de una neurocirujana y terminaste haciendo las invitaciones del cumpleaños de algún mocoso?" aun recordaba las palabras de su ex-suegro la noche en que obtuvo su título.

Conseguir ese pequeño trabajo le había costado su esfuerzo y las palabras despreciativas que ese hombre le dedicó fueron recibidas en silencio como una especie de "crítica constructiva" como Blaze lo denominaba.

Agachar la mirada y asentir en silencio se volvió un ritual casi obligatorio durante cada convivencia con la familia The Cat. Blaze nunca se lo dijo —al menos no abiertamente— ni él se lo preguntó; era como un secreto implícito en su relación que ambos decidieron omitir.

—¿Silver?—Amy le llamó y su burbuja de pensamientos se rompió—¿Todo bien?—.

—Sí... lo siento, solo pensaba...—.

Melinda volvió y entre sus manos traía un platón con ensalada caprese que colocó sobre la mesa.

—Nada mejor que una buena comida para afinar los detalles de la celebración, Silver cariño, ¿Podrías traer los cubiertos?—.

Asintió obediente como era su costumbre y se abrió paso a la cocina dejando a las mujeres a solas nuevamente.

—Amelia querida—de nuevo le hablo y esto la tensó—Me gustaría tomarme el atrevimiento de pedirte un favor—al sentarse los ojos color miel de la matriarca la observaron—Por favor, no permitas que esa mujer vuelva a la vida de mi hijo...—.

Decir que esas palabras no le perturbaron sería mentir vilmente y pese al esfuerzo por guardar la compostura, la mujer hablaba muy en serio.

Y aún con todo y lo mucho que apreciaba a Silver —y de ese pensamiento absurdo de desear un hijo suyo— no se sentía con la autoridad moral para intervenir en sus decisiones.

A ella tampoco le gustaría la idea de que esa relación se reanudara —por muchas razones que no quería obviar— pero no debía —ni quería— intervenir.

Ya había causado suficientes problemas y daños al volverse cómplice de Sonic.

—Señora Melinda, yo no...—al tomar sus manos, los ojos suplicantes le hicieron callar otra vez.

—Sé que es una petición difícil...—concedió—Y sé que no puedo intervenir en la vida de mi hijo, es un adulto y después de tantos años me dejó muy en claro que cuando se le mete algo a la cabeza nada lo hará cambiar de opinión...—.

Ambas podían estar de acuerdo en ello, Silver era así, alguien necio hasta la raíz que tenía convicciones que solo se veían modificadas cuando sus sentimientos estaban en juego.

El haberse aferrado tantos años a una relación tan desgastante eran el claro ejemplo de ello y lo último que necesitaba era orillarlo a cometer tonterías por presionarle demasiado.

Melinda sonrió y continuó en su petición.

—Su padre era igual...—esa oración llamó su atención—Sus padres se oponían tajantemente a que se casara conmigo; creían que me aprovechaba de él y que no valoraba su esfuerzo por estar tan metida en mi carrera profesional—.

Era evidente el paralelismo que estaba puesto sobre la mesa y Amy pudo intuir por donde iban sus intenciones.

Blaze era como ella, una mujer que preferiría su carrera y su éxito personal por encima de cualquier cosa, incluso si eso le costaba su relación y Silver era la clase de chico que lo aceptaría con tal de complacerla por creer que eso era lo correcto.

Con esta nueva información referente al padre de su amigo las cosas tenían un poco de sentido. Y aunque no se atrevió a preguntar abiertamente, podía hacerse a una idea de que la relación de sus padres no debía ser muy diferente a la que tenía con Blaze.

Después de todo muchas veces los patrones se repiten y los hijos buscan inconscientemente una pareja parecida a uno de sus padres.

—Sería ridículo de mi parte fingir que esa mujer no tiene similitudes con mi yo de hace 20 años...—confesó—Y es justo por eso que sé que no es la mujer indicada para él—.

Lo cierto es que ella no tenía ni la menor idea de que sería lo "ideal" porque ni ella misma tenía un prototipo ideal de hombre.

—Melinda... La verdad no sé qué decirle—admitió—Silver es alguien muy importante en mi vida y lo último que quisiera es que alguien le dañe...—eso era real—Pero no puedo interferir en su vida sin provocarle algún conflicto—.

Arruinar lo poco que mantenía en esa amistad era lo que mantenía su cordura y sus ganas de mantenerse al margen para no echarlo a perder.

Ya no tenía a Sonic, ya no serían amigos ni podría hablar con él nuevamente.

Tampoco tendría a Shadow, él le odiaba y con justa razón.

Silver sería su único amigo y confidente y no deseaba perderle a él también.

—Lo entiendo perfectamente—Concedió la mujer mayor—Por favor, no lo dejes solo...—.

Ambas se observaron, había paz y la completa certeza de que sería así.

—Listo, comamos —Silver llegó con los platos y los tres comieron en silencio.


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—¡Mami!—el pequeño Maurice corría desesperado tras el auto de sus padres mientras lágrimas saladas corrían por sus orbes.

Los pies le dolían y su respiración era agitada. Sus seis años y emociones desbordantes no le dejaban moverse con normalidad. Al verlos girar al final de la calle se detuvo y sus rodillas tronaron en el suelo.

Algo hizo crack, quizá fue uno de sus huesos frágiles, posiblemente sus pantalones se rompieron debido al desgaste.

¡Sucias mentiras! Se dijo entre lloriqueos; sus pantalones estaban bien y sus rodillas, aunque raspadas también lo estaban. Aquel sentimiento de tristeza que le albergó solo fue su corazón rompiéndose otra vez.

—Maurice—su hermano llegó hasta el aún más cansado y jadeó—¿Por qué huiste de ese modo?—.

Que no respondiera solo puso en alerta al adolescente; al fijar su atención su pequeño hermanito lloraba amargamente cubriendo su rostro con ambas manos tratando de ocultar las lágrimas inútilmente.

—Mamá se fue...—lloró—Mañana es mi cumpleaños y ella se fue...—.

Despertó de golpe al sentir el frío recorrer su cuerpo de la cabeza a los pies. Al fijar la mirada una enfermera sostenía un catéter en sus manos.

—Qué bueno que despiertas, ¿Cómo te sientes?—la enfermera le habló con amabilidad y su atención se centró en esa mujer.

Era evidente que estaba en el hospital, así que preguntarlo sería muy estúpido, aún con todo no entendía que estaba haciendo ahí. Recordaba haber hablado con Tangle y de pronto esa sensación de pesadez le invadió y todo se volvió oscuridad.

—Sufriste un colapso—con calma le explicó algunas cosas que tenían sentido, aunque otras tantas le parecieron tonterías si era honesto.

Solo necesitaba dormir y volvería a la normalidad.

—¿Cuándo podré irme a casa?—.

Solo quería irse, tomar un baño y volver a dormir. Había tenido suficiente por un día y necesitaba descansar. Tenía el corazón roto, por primera vez en mucho tiempo una mujer le rechazaba y rompía su corazón y ya había perdido por completo la práctica.

Se sentía un poco patético, pero no había otra forma de describir lo que sentía en ese momento.

Era tan idiota, tan estúpidamente predecible que le dolía el corazón de solo pensar en que Amy debía estar odiándolo.

La máquina que estaba conectada a su dedo comenzó a soltar pitidos que le asustaron y una nueva enfermera entró en la sala para tratar de calmarle. Algo le había explicado de su estado y no tener sobresaltos, irónicamente estar en ese hospital le ponía aún peor.

—Su amiga aún le espera afuera, le diré que pase para ver si puede levantarte un poco el ánimo—Sonrió la mujer y al ella salir, Tangle entró con su mirada preocupada y ese tronido de dedos que precedía a su nerviosismo.

—H-hola Blue...—Estaba dudosa de que debía decir—¿Cómo te sientes?—Pregunta estúpida pero de todos modos obligatoria.

Sonic no respondió dándole silenciosamente aquella respuesta; se sentía extrañamente culpable por haberle causado tal sobresalto, aunque en su legítima defensa ella de verdad creyó que él no se habría tragado un cuento tan tonto.

Eran universitarios que pasaban la mayor parte de su tiempo alcoholizados sin pensar en nada más que divertirse y las fiestas que se acumulaban diariamente se prestaban para realizar acciones imprudentes.

Durante una de esas fiestas y tras un pequeño incidente con una chica que había rechazado a su ebrio mejor amigo Knuckles y ella creyeron que se sería divertido aprovecharse del estado etílico del joven y la patada en sus partes nobles para hacerle pensar que había sido esterilizado.

La enfermera colaboró de muy buena gana; ambos se rieron y aunque Sonic se asustó en un inicio después lo tomó bastante bien.

En algún punto perdieron el interés y fue algo que se quedó ahí; en una anécdota más de borrachos, como aquella vez en que Knuckles casi se moría atropellado por el tren porque se quedó dormido muy cerca de las vías, o aquella vez en la que ella casi se casaba con un anciano por un reto tonto en el que la metieron.

Sí, no eran los mejores amigos del mundo, pero ese no era el asunto en este momento.

Después de tantos años Sonic estaba molesto y sumamente confundido por lo que acababa de enterarse, aunque ya se sospechaba que sus males tenían nombre y apellido y que solo era una excusa para dejar salir su dolor.

—¿Estás molesto?—Se aventuró a preguntar y aunque él no le respondió inmediatamente esta vez ella no iba a parar—Sé que la cagamos, de verdad... pero creo que ya pasó demasiado tiempo para lamentaciones...—justificó—Y siendo honesta, en el fondo creo que no es solo esto lo que te tiene tan mal... ¿no?—.

Al darle una leve mirada ella ganó terreno y conociéndola solo hurgaría más y más con sus preguntas capciosas e imprudentes y más temprano que tarde le sacaría la verdad.

—Supongo que sí...—dijo escueto y cansino.

Había mucho en su mente, primero la empresa y todo el fiasco de esa maldita de Fiona y el dinero, después Amy y el inminente rechazo a sus sentimientos recién descubiertos —aceptados— y ahora Tangle y sus tonterías de hace diez años solo añadieron un clavo más al ataúd en el que se sentía encerrado.

No estaba molesto —bueno, quizá un poquito— se sentía más bien confundido y nervioso. Había pasado años creyendo que era estéril y de repente se enteraba que no era así. Que estuvo a nada de ser padre en más de una ocasión y que se había salvado por mera suerte.

Eso era algo difícil de digerir para cualquiera, en especial él que ya estaba mentalmente frágil desde unos días atrás.

—Lo siento Blue, de verdad jamás pensé que esto podría escalar a este punto después de tantos años...—era sincera y lo agradecía—.

—No estoy molesto... no contigo al menos—.

—¿Con Knuckles?—

—Tampoco—

Esto llamó su atención; si no estaba molesto con ellos por aquella mentira entonces su teoría al parecer era real. Fiel a su instinto, Tangle se atrevió a preguntar.

—¿Entonces con quién?—La pregunta ya estaba hecha y solo cabía esperar. En el peor de los escenarios el solo ignoraría su pregunta y cambiaría de tema, sea cual sea el resultado al menos lo había hecho y nadie podría decirle que no hizo el intento.

Tras pensarlo unos segundos Sonic decidió que no podía humillarse más en ese día así que solo lo soltó.

—Conmigo...—Confesó—Creí que tener sexo con Amy calmaría mis estúpidos celos al enterarme que estaba interesada en alguien más...—exponerse era emocionalmente agotador y la máquina lo evidenciaba—Estaba tan furioso cuando ese idiota de Shadow se atrevió a fijarse en ella que deseaba desesperadamente alejarla de él...—seguía hablando y Tangle solo escuchaba en silencio—Creí que sólo lo hacía para protegerla...—.

La mención de Shadow le daba un nuevo sentido a toda esta historia; para Tangle ese moreno de mirada odiosa no le resultaba tan extraño.

Aún con los años sabía que las rencillas entre Sonic y él seguramente no se solucionarían nunca.

Lo que sí era una sorpresa es que un tipo como Shadow se fijara en alguien como Amy. Alguien tan linda, dulce y considerada no era el tipo de mujer que alguien tan huraño y de pocas pulgas como Shadow consideraría para prospecto de mujer.

Incluso Tangle que no le conocía de prácticamente nada podía llegar a esa conclusión y si Sonic decía que le preocupaba ese aparente interés sus razones debía tener.

Esos dos siempre fueron rivales, tenían una historia profunda que era difícil de ignorar. Ella era muy cercana a Sonic, pero ni aun así le terminaba de quedar en claro porque había comenzado esa enemistad.

Había rumores de que Sonic estuvo interesado en la rubia novia de Shadow, incluso algunos iban más allá y alegaban que el cobalto estaba muy enamorado de Shadow y que era por eso por lo que se odiaban a morir, la teoría de "si no puedo tenerte, entonces te odio" estaba ahí.

Desde luego que Sonic siempre negó fervientemente todas y cada una de estas acusaciones y a ella no le quedaban dudas para suponer lo contario.

—Pero la amo...—De nuevo lo dijo en voz alta y suspiró—Es patético, ¿no crees?—Se estaba haciendo el rudo, pero no le resultaba—Yo nunca me fíe del amor y mírame como estoy ahora... soy patético—.

—Oh Blue, no digas eso...—Trató de animarlo—Es algo complicado... pero creo que puedes... puedes...—él la interrumpió.

—¿Arreglarlo?—sonrió—¿Hacer qué me escuche si trato de insistir?—era irreal, más de alguien como ella—Es de Amy Rose de quien hablamos...—.

Y cuando se le metía algo a la cabeza...

De cualquier modo, darse por vencido era algo que no cuadraba con el Sonic que ella conocía. Quizá los años le habían hecho madurar y eso lo respetaba, pero aún con el corazón por los suelos no debía dejarse vencer tan fácilmente.

—¿Vas a rendirte sin luchar por la mujer que amas?—Quizá sonaba dura, aunque no lo pretendía—No es propio de Sonic The Hedgehog dejar que las adversidades le detengan...—.

Tampoco era propio de Sonic que le rompieran el corazón o que una mujer lo rechazara pero ahí estaban las evidencias y no podía negarse ni aun queriendo hacerlo. Apreciaba el esfuerzo que Tangle hacía por subirle el ánimo, pero nada de lo que ella dijera solucionaría sus problemas con Amy.

Se sentía mal consigo mismo y eso era todo. Necesitaba algún tiempo pare recobrar la compostura y renacer de las cenizas como siempre lo había hecho.

Era un asunto difícil porque había perdido a alguien vital en su vida, pero eso sucedía todo el tiempo y debía aceptarlo como el hombre adulto que era y dejarlo ir.

Con suerte se le pasaría en un mes o dos...

—¿Eso significa que dejarás que ella se aleja de ti sin siquiera pedirle una disculpa?—.

Sin comprender del todo a donde quería llegar Sonic se removió incómodo en su camilla de hospital.

—Tangle, aprecio mucho que intentes subirme el ánimo, pero la verdad sé que es mejor dejar las cosas así... no quiero molestarla más y hacer que...—

—Si ella de verdad te importa tanto como dices, debes ir tras ella y dejar que tus acciones hablen por si solas—Le aconsejó—A veces las mujeres no quieren palabras sino acciones...—Ella lo miró con seriedad—Y si algo conozco de Pinky es que ella sabrá escucharte aun cuando parezca que no es así...—.

Al pronunciar estas palabras la enfermera que anunciaba el fin del horario de visitas se adentró en el pequeño espacio y Tangle salió despidiéndose de un Sonic pensativo y silencioso.

Buscar a Amy...

¿Sería eso una buena idea?.


.

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Sentado frente al computador sentía que las ganas de vomitar le quemaban el esófago y que terminaría ensuciando todo su escritorio; inhaló y exhaló tanto como pudo y se puso de pie para aligerar el mareo.

Cuando Mephiles salió de la oficina le dejó una encomienda a la que no podía negarse y debía darse manos a la obra, aunque estuviera sintiendo que se moría con cada respirar.

Le dolía la cabeza y nada en su computador le parecía coherente en ese momento. Sabía que trabajar en ese estado era negligente, pero ante la premura de solucionar sus problemas no le quedaba más remedio que esforzarse el doble ante esta situación tan bochornosa y molesta.

Aún si eso significaba no dormir...

El hombre de negocios estaba exigiendo cosas que sabía que eran suyas y no podía solo negarse y decir que no. Ni Rose ni el Faker estaban en ese momento para relegarles la responsabilidad y el idiota de Silver no tenía idea de cómo hacer eso, así que no le quedaba más remedio que ser el mismo quien se encargara de eso.

Inhaló de nuevo y tomó asiento frente al computador para seguir llenando esos informes lo mejor que su vista borrosa y cansada le permitió.

La mente le daba vueltas y las palabras de Mephiles seguían revoloteando por ahí. Sabía —porque nunca fue un secreto— que el tipo se oponía a todo eso y que solo buscaría un pretexto —cualquiera que fuera— para echarle en cara que era un idiota y que sus ideas lo eran aún más.

Ya no se lo tomaba como algo tan —tan— personal, sí, era consciente de lo mucho que su padre lo odiaba —era mutuo— y de que no dudaría en ningún momento en enviarlo a la cárcel si la situación lo ameritaba.

Y que fuese tan contundente solo apremiaba sus deseos por solucionar cuanto antes ese problema para liberarse de esa molesta presencia que no dejaría de rondar la empresa hasta obtener lo que quería.

Los números que se mostraban en la pantalla le produjeron acidez; no importaba cuanto se estuviese esforzando, nada de esto le hacía sentido y no le quedó más remedio que parar.

Quería golpear el aparato frente a él y destruirlo debido a la frustración que tenía sobre sus hombros, pero aún con eso las cosas no iban a mejorar así que solo suspiró. Extrañamente se estaba tomando con demasiada calma lo que estaba sucediendo y eso era cuanto menos curioso viniendo de él.

Quizá estaba demasiado cansado y no tenía energía para hacer uso del derroche emocional del que era poseedor, pero estaba hastiado y solo quería irse a su casa a dormir. Al carajo la empresa, los números y Mephiles.

Todos podían besarle el culo en ese momento...

Apagó el monitor y tomó su maletín de forma apresurada; al apagar la luz de su oficina salió del edificio sin mirar atrás. No había traído su auto y su celular estaba roto y sin batería así que solo le restaba caminar.

Al avanzar un par de pasos alguien le detuvo.

—¿Shadow?—Esa voz...

Giró sobre sus talones solo para encontrar a esa fastidiosa mujer mirarle con curiosidad y sorpresa.

Instintivamente frunció el ceño con intenciones de alejarse de ella, desafortunadamente para él, ella le llevaba la ventaja debido a su estado.

—Que gusto verte...—Sonrió y se acercó hasta el para detener su caminar—No tuve tiempo de agradecerte por acompañarme a la boda...—

Esa mujer le desagradaba y nunca se molestó en ocultarlo; lo que si le resultaba sorprendente era que no parecía notarlo —o se hacía la loca— y eso si era extraño, aunque no era algo que fuese su problema.

Hostil como era su naturaleza se alejó de ella aumentando los pasos de su caminar y ella al parecer le seguía desde una distancia prudencial.

Detuvo su andar y ella hizo justamente lo mismo; furioso al sentirse perseguido se giró de nuevo dispuesto a decirle un par de cosas a esa entrometida mujer.

—¿Qué carajo quieres de mí?—No tenía aditivos ni palabras bonitas que fingir con ella.

Para sorpresa de Shadow —sarcasmo— ella no se inmutó.

—Si te digo la verdad, pensarás que miento—sonrió—Pero te lo diré de igual modo porque considero que mentirte es una pérdida de tiempo ante mis intenciones—aún seguía sin perder la sonrisa, para exasperación del moreno—Por si no lo has notado, me gustas...—

Shadow no respondió.

Lo sabía, sí. Aunque eso no hacía que resultara menos incómodo que de costumbre. Siempre estuvo al tanto de los sentimientos de esa chica hacía él; nunca fue alguien discreta, ni Rouge pudo mantenerlo en secreto una vez que se enteró.

Sin embargo, como ya lo había recalcado hasta el hartazgo esa chica no le agradaba. No tenía una razón concreta, solo era así y ya. A veces alguien te desagrada simplemente porque coexiste en el mismo mundo que tú y no hay una razón lógica para eso.

Y para Shadow la cosa estaba muy clara, ella no le gustaba ni tampoco la quería cerca de él.

—¿No dirás nada?—.

¿Qué podía agregar a esta situación? Ni siquiera él y su falta de empatía ante los sentimientos ajenos podía ser tan cruel para solo decirle que le caía mal y alejarse —se lo daba a notar, pero decirlo con palabras era otra cosa—.

Al prestar atención en esa pelirroja Shadow notó que sus mejillas estaban sonrojadas y que tampoco le quitaba la mirada de encima. Debía concederle que al menos tenía valor.

—No hay nada que decir...—La sinceridad era su némesis principal, aunque no quería ser del todo desagradable, en el fondo sabía que esta era la única opción para que esa mujer se alejara de el—No—.

—¿No?—

Si se hacía la idiota, le salía perfecto...

—A tus sentimientos...—obvió—No a tus intenciones y no a cualquier posibilidad o escenario en el que plantees la idea de que estemos juntos—añadió—No estoy interesado en ti...—.

Tikal asintió, ya lo sabía.

—Lo sé...—No parecía afectada por sus palabras y eso le dio curiosidad.

¿Qué era lo que pretendía entonces con decirle eso?

—Adiós—No iba a perder más tiempo en una conversación sin sentido, pero ella le detuvo otra vez.

—Sé que gustas de Amelia Rose...—Shadow la observó y ella sonrió—Y sé cómo ayudarte para que ella también guste de ti...—.


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—Entonces está decidido, la recepción será a las 7:00, no lleguen tarde—La mujer tenía una sonrisa de oreja a oreja y los despedía desde la puerta.

—No madre, no me lo perdería por nada...—quizá el sarcasmo no era uno de sus talentos, pero se esforzó muchísimo para que no se notara.

—Un gusto verla de nuevo, Melinda...—Amy se despidió de la señora y esta a su vez le devolvió la sonrisa.

Al subir al auto, ambos se permitieron relajarse al fin. Aquella visita había sido bastante agotadora y aún con todas las buenas atenciones que recibieron de la madre de Silver, ambos se sentían abrumados por lo que sucedió.

Silver tenía una fiesta que celebrar —y que, de paso, no quería hacerlo— y Amy sabía que esa mujer le confiaba de algún modo la integridad de su único hijo —o sea, su mejor amigo— y eso le ponía de nervios.

Quería a Silver y siempre cuidaría de él sin importar las circunstancias, aunque esta vez la cosa cambiaba drásticamente. Debía cuidarlo de una situación en la que de un modo absurdo estuvo involucrada y eso le ponía de nervios.

Pensar en cómo se sentiría el pobre cuando se enterara de lo que sucedió —y de cómo es que ella terminó embarrada de en eso— le ponía los nervios a flor de piel. ¿Cómo podría explicarle a Silver que no fue su intención guardarle un secreto como ese? Lo viese por donde lo viese siempre terminaría mal parada y eso le ponía mal.

—Amy...—de pronto Silver habló y ella salió de su martirio mental—Yo... creo que te debo una disculpa...—

—¿Una disculpa?—.

Sin mirarle al rostro y mientras conducía con rumbo al hogar de la chica Silver trató de encontrar las palabras que expresaran mejor su sentir.

—Por arrastrarte a casa de mi madre y ponerte en esa situación tan incómoda...—respondió—Sé que te pidió que cuidaras de mí, lo sé... no tienes por qué ocultármelo... y lamento mucho que eso haya sucedido—.

—¿Tu... nos escuchaste?—.

Había escuchado la mitad de la conversación, a decir verdad, aunque no se necesitaba ser un científico para saber a qué se refería y a donde es que quería llegar. Su madre siempre se opuso a su relación con Blaze y hasta hace un tiempo habría creído que eso simplemente eran patrañas y mentiras.

Y, pese a no tener del todo claro si su corazón amaba a Blaze tanto como unos meses atrás si podía darle la razón a su madre en que ella no valoraba sus esfuerzos.

—Lo lamento mucho, de verdad... no sé ni siquiera porque te pidió algo como eso... es decir yo... yo soy un adulto y... y...—

La mano de Amy sujetando la suya fue suficiente para entender que ella aceptaba sus disculpas. Los orbes color miel del muchacho se toparon con ese par de esmeraldas que le decían silenciosamente que todo estaría bien.

De resto nada importaba; de pronto era como si toda la preocupación acumulada se liberara de cuerpo y ese simple roce de sus dedos contra los suyos fue suficiente.

Miró a la mujer que tenía a su derecha y está también le miraba con tranquilidad; había algo que quería decirle, aunque las palabras no salieron de su boca y ella tampoco pregunto nada más.

El resto del viaje transcurrió en silencio y aunque quiso encender la radio para aligerar ese mutismo las manos le hormigueaban y pensó en que se distraería del camino tontamente.

Cuando llegaron al hogar de la chica trató de acompañarla hasta la puerta, pero ella se negó.

—Estaré bien, no te preocupes...—cerró la puerta y se alejó—Nos vemos pronto—Y se perdió entre los complejos departamentales mientras Silver se quedó pensativo durante un largo rato.

¿Qué había sido eso? El hormigueo seguía en sus manos y la sensación apremiante de seguir hablando con Amy seguía ahí. ¿Debió haber insistido y seguir hablando con ella? ¿De verdad hizo bien respetar su decisión? Muchas preguntas le llegaron de golpe y la sensación de que algo le faltaba llegó de pronto a su pensar.

Al encender el auto de nuevo logró recuperar un poco la compostura, al menos lo suficiente para llegar a su departamento y ser recibido por Orión sonriente y feliz.

Luego de media hora en el que se dedicó a ordenar unas cosas y darle cena al pequeño Chao decidió que lo mejor sería dormir y dejar que todo el ajetreo mental se quedara en pausa por un momento.

Ver a su madre nuevamente lo puso muy feliz; sin embargo, no podía pasar por alto ese asunto de la "fiesta" y tampoco aquella plática que sostuvo con Amy y sus deseos de evitar que él y Blaze regresaran.

En el fondo no podía culparla por preocuparse por él, en el fondo después de muchos años podía darle la razón en una cosa y era en que no se equivocaba cuando decía que Blaze no le amaba ni la mitad de lo que él le amaba a ella.

Era triste reconocerlo, pero la cosa era así y pese a que unos días atrás eso le habría hecho llorar como una Magdalena, ahora las cosas se sentían distintas y podía verlo desde una perspectiva mucho más centrada y racional.

Sí, las cosas con su ex-novia no funcionaron y quizá ella había sido bastante cruel al momento de terminar aquella relación tan larga, pero no le guardaba rencor.

Contrario a lo que se podía creer, en el fondo se sentía incluso culpable de que todo terminase de ese modo; es decir, el mismo de un modo u otro había terminado insistiendo tanto para que Blaze al fin le diese una oportunidad y cuando al fin sucedió no hizo otra cosa que hostigarla con su amor cursi y asfixiante.

Ella amaba profundamente a Sonic, fue su primer novio y simbolizaba de alguna forma todas las cosas que ella consideraba "atractivas" —si es que se le podía llamar así— en un hombre. Y bueno, además de compartir el género y la estatura poco había que le hiciera similar a Sonic.

No podía estar enojado con Blaze por tener sentimientos antes de que ellos iniciaran su relación; tampoco podía enojarse porque fue el quien arruinó todo en primer lugar. Con los años había reflexionado bastante sobre las acciones que había cometido en esa época de su vida y lo cierto era que no le enorgullecía haber hecho lo que hizo en ese entonces.

Sí, estaba celoso cuando se enteró que ella tenía un novio que no la conocía de prácticamente nada y que solo había llegado a su vida temporalmente y aun así había logrado conquistarla completamente sin el menor esfuerzo; en cambio él tenía mucho tiempo esperando que ella le diera una mínima esperanza y esto nunca sucedió. Ni aún con todos los detalles y atenciones que le mostró ella prefirió a Sonic.

Ahora que lo veía con los ojos que la madurez le había otorgado habría deseado abofetearse a sí mismo por haberse denigrado tanto en ese entonces. Recordaba haber pensado en lo patético que se sentía y lamentarse en su habitación por no ser lo suficientemente "atractivo" para que Blaze le notara.

Desde luego que tampoco ayudo mucho el hecho de que esta última le ignorara como si no hubiese sido alguien en su vida e hiciera de cuenta que no lo conocía. Eso le destruyó, no iba a negarlo a estas alturas y mucho menos después de todo lo que aconteció después.

Durante medio semestre ella había hecho de cuenta que el no existía, incluso cuando trató de acercarse para pedirle alguna explicación ella simplemente se marchó dejándole vacío y sin saber cómo debía tomarse aquel rechazo tan cruel.

Todo era tan pueril...

Y se arrepentía demasiado por todo lo que hizo; tanto que incluso en el fondo deseaba jamás haberse involucrado con Blaze.

No obstante, aún quedaba esa sensación, ese escozor y sentimiento de cariño y familiaridad que había entre ellos —al menos de su parte lo estaba— que se negaba a dejarla ir. Algo le mantenía atado a esa mujer y a estas alturas ya no entendía que era lo correcto.

Lo cual era tan contradictorio, pues en su interior albergaba sentimientos de profundo amor y devoción por esa mujer y al mismo tiempo le guardaba rencor.

Estaba mal de la cabeza, de eso ya no le cabía la menor duda.


.

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El límite de la enajenación mental a la que se estaba sometiendo se iba prolongando en medida que esa molesta mujer se acomodaba las enaguas y se disponía a sonreír victoriosa al haber cumplido su cometido.

En algún punto trato de frenar sus más bajos instintos, pero el cansancio, el enojo y toda esa ira contenida simplemente explotó y terminó arrastrando a esa extraña mujer a un callejón para acorralarla contra una pared mugrienta y terminar fornicando con ella.

Ahora, mientras se acomodaba los pantalones y el raciocinio llegaba de nuevo hasta él no le quedó más remedio que guardar silencio dispuesto a irse sin más.

No tenía nada que hablar con ella, había sido un error y debía irse antes de que alguien le viera ahí. Al dar el primer paso ella le detuvo y la sonrisa de satisfacción en sus facciones le asqueó.

—Espera un momento—Aún trataba de recobrar el aliento—No estaba en mis planes conseguir esto, pero no me voy a quejar—Shadow solo rodó los ojos hastiado de esa situación—Creo que tienes una oportunidad con Amy si sigues mis consejos—.

Ella estaba bastante atrasada con respecto a las noticias de su vida amorosa; era evidente que no iba a exponer su fracaso y mucho le diría que esto último le sentó fatal.

—No necesito tus consejos—Fingió indiferencia y tomó su olvidado maletín—Esto fue solo una muestra de mi generosidad, no vuelvas a acercarte a mí—Al darse la vuelta y avanzar a la salida ella no le detuvo nuevamente.

—No te preocupes...—Su tono era bajo, pero él aun así le escuchó—Ambos sabemos quién pretendías que fuese, ¿no?—

Pretender...

Mientras su despliegue de hormonas y emociones reprimidas salía de su sistema las imágenes de la rosada en posiciones sugerentes se formaban en su mente con tanta claridad que en algún punto aquella cabellera naranja se perdió en la lejanía y los mechones rosados se fundieron entre sus dedos.

Entre cada embestida podía ver ese frágil cuerpo rosado ser consumido por sus más bajos instintos y su excitación aumentaba cada vez más.

Ese cuerpo rosado en el que entraba y salía con desesperación; en donde mordía y succionaba el cuello de esa chica con desesperación sin importarle las marcas que dejaría al día siguiente y apretujaba sus senos con más fuerza de la debida logrando sacar gemidos entrecortados.

Amelia Rose estaba en su mente; entre sus más profundos deseos y fue a ella a quien le hizo el amor.

¡Mentira!

Esa no era Amy y él lo sabía bien, tampoco había hecho el amor con ella, solo se dejó guiar por la calentura de su cuerpo y se quitó las ganas.

Y como las ganas que eran y que se fueron cuando eyaculó en el suelo era momento de irse porque ya no le quedaba más por hacer.

—¿Pensabas en Amy, no?—Le retó—Sé que estás interesado en ella, es bastante obvio—.

Detuvo su andar solo para mirarle con resentimiento; había logrado obtener su atención —de mala manera— y aun así abusaba de su suerte comportándose como una mujer misteriosa cuando no tenía nada de eso encima de ella.

—Tú no sabes nada...—

—Eso no significa que lo que digo no sea verdad—seguía en su intención—Mi hermano y cuñada opinan lo contrario—.

Ahora tenía sentido como es que ella sabía...

Ya se encargaría de reprender a esa boca suelta de Rouge; ahora lo importante era mantener la boca cerrada de esa mujer.

—¿Qué es lo que quieres?—Directo trató de intimidarla, pero ella no retrocedió ni un paso.

—¿No es obvio?—

El juego no era divertido y aunque tuvo que contenerse de maldecir Shadow negó.

—Es evidente que no...—

—Te propongo un trato—los ánimos renovados de la chica le asquearon—Te ayudaré a que Amy se fije en ti... y a cambio tu seguirás haciéndome el amor el tiempo que sea necesario—.

¿Qué carajos?

Esa mujer debía estar muy loca si pensaba que además de lo que ya había sucedido entre ellos dejaría que ella le manipulara de ese modo.

—No—Y esta vez ya no le dejó continuar.

Salió de aquel callejón sin intenciones de mirar atrás; lo último que necesitaba era tener a esa loca tras de él.

Que sí que había acostado con ella en un momento de debilidad, pero ello no significaba absolutamente nada.

Nada... ni siquiera una partícula de algo, solo que tenía ganas y ella se las había quitado, eso era todo.


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A la mañana siguiente cuando preparaba el desayuno recibir el un mensaje de Silver era lo que menos pudo haber esperado.

El joven le pedía su ayuda —convenientemente— para escoger algunas cosas en el restaurante que su madre había elegido para el festejo.

Meterse de nuevo en esos asuntos no le parecía tan tentador; aunque tal como cabría esperar terminó respondiendo con un "está bien" y de nuevo saldría con el joven por la tarde.

Le agradaba hacer cosas buenas por Silver, aunque involucrarse tanto en su vida podía llegar a ser contraproducente.

Sabía que ella había establecido ese nivel de complicidad en el momento en que le presentó a su familia y dejó que conviviera con ellos de forma tan entrañable. Incluso en el grupo familiar cuestionaban cómo se encontraba el albino.

Era extraño como su familia había aceptado al muchacho como si le conocieran de toda la vida. Su familia a veces podía ser extraña y no negaría esto último.

Fuere como fuere de todas formas no podía negarse por mucho que lo intentara así que solo le restaba esperar a que la tarde llegara. Por lo pronto tomaría su desayuno y trataría de arreglar un poco su casa para conseguir un poco de paz mental.

Hacía demasiado tiempo que no se tomaba el tiempo para organizar sus cosas y una fina capa de polvo cubría los adornos en sus estantes.

—Eres muy negligente Amelia Rose—se lamentó en la cocina y mordió el hotcake que había preparado.

Era en momentos como este cuando notaba lo solitaria que podía llegar a ser su vida algunas veces. Estar sumergida en el trabajo le hacía olvidarse de tantas cosas, como limpiar o cuidar su apariencia personal.

Estos últimos habían sido tan caóticos y estresantes, pero habían servido para poner en perspectiva toda su vida. La pelea con Sonic y el malentendido con Shadow le hizo replantearse las cosas con respecto a esa absurda idea de tener hijos y deseó abofetearse así misma por haberlo pensado en un inicio.

Aún con lo mucho que habría deseado tener una familia sabía que no era el momento y debía mantenerse concentrada en salir adelante de los problemas que tenía en estas circunstancias.

Tampoco pretendía negar que su pelea con Sonic no le afectaba; incluso había soñado con él en algún punto de la noche.

Seguía pensando en el cobalto; en cómo estaría y contrario a lo que podría pensarse en este momento estaba dudando de si había tomado la decisión correcta.

Estaba mal, lo sabía y por ello se abstenía de intentar contactarlo para ser ella quien remediara la situación.

Aunque de todos modos se sentía culpable...

Verlo llorar le estrujó el corazón.

En todos los años que tenía de conocerle jamás le había visto tan expuesto y vulnerable.

Nunca le había visto llorar...

Eso debía significar muchas cosas, ¿No? Que Sonic se abriera ante ella —sin ninguna connotación sexual de por medio— debía ser un indicativo de lo mucho que él estaba arrepentido.

En todos sus años de amistad jamás había hablado abiertamente de sus sentimientos y mucho menos de ese "amor" que clamaba sentir por ella de forma tan repentina.

Era posible que mintiera, era Sonic después de todo, aunque también estaba esa mínima posibilidad..


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Cuando llegaron a la dirección acordada Jet bajó de la camioneta mientras Storm le seguía algunos pasos detrás. Aquel edificio con fachada de burocracia no levantaba ningún tipo de sospecha.

Al entrar al recibidor un par de sujetos fornidos les detuvieron y aunque Storm hizo el intento de que esto no sucediera, estos le superaron fácilmente.

—Sólo uno—Dijo uno de ellos y al par de recién llegados no les quedó más remedio que acatar las órdenes que les daban.

Jet sabía que esto podía ser una trampa si querían que se separara de su mano derecha; y ante la atenta mirada del fortachón entró en aquella oficina que olía a tabaco y especias.

Había un escritorio y una señorita de cabello verde tecleaba algo en su computador.

—Buen día, ¿tiene una cita?—La chica que tenía el gafete de Cosmo le sonrió con amabilidad y el confirmo su pregunta con un asentimiento—Pase por favor, señor Hawk—.

Siguiendo el camino que indicaban las flechas, reparó en los muchos reconocimientos y obras de arte que había en las paredes.

Quien sea que fuese ese tipo estaba muy interesado en que se supiera que tenía un doctorado en economía y finanzas y un diplomado en administración de empresas.

Esto por alguna razón se le hizo extrañamente familiar, pero no le dio importancia y siguió su camino como estaba previsto. Después de caminar durante aproximadamente tres minutos llegó a un ascensor que era custodiado por otro par de gorilas que le miraron como un bicho raro.

No hizo falta que dijese cuales eran sus intenciones; ellos se hicieron a un lado y le permitieron el acceso. Dentro del aparato solo había un botón que conducía a la parte más alta del edificio. Cuando bajó había otro pasillo en donde el final estaba una puerta igualmente custodiada.

Obteniendo el mismo resultado, uno de los guardias llamó a la puerta y desde adentro un "pase" se escuchó.

El tipo le abrió la puerta y Jet entró en aquella oficina elegante en tonos monocromáticos y detalles carmín.

Frente a él estaba ese sujeto del bar mirándole con una sonrisa pretenciosa en el rostro y una mirada de autosuficiencia.

—Bienvenido, toma asiento por favor—cuando lo hizo el tipo le extendió un cigarrillo que Jet negó—Me alegra que hayas decidido venir—Iba tranquilo con sus pretensiones y aunque no tenía prisa, Jet no tenía paciencia para los negocios.

Lo que sea que tuviese que decirle debía decírselo ya o perdería interés. Estaba demasiado enojado con todo a su alrededor y solo necesitaba un pretexto para estallar y dejar salir toda la furia que aún tenía dentro.

—Al grano—tenía los brazos cruzados y evitaba mirarlo directamente—Tengo cosas que hacer—.

El tipo ni siquiera se inmutó ante su actitud hostil; en vez de eso solo hecho a reír provocando que el joven verde se ofuscara aún más.

¿Quién carajos se creía este bastardo? ¿Cómo se atrevía a burlarse de él? Estaba más que dispuesto a darle un puñetazo en esa cara de niño bonito, pero no pudo predecir lo que diría ese sujeto a continuación.

—¿Fuiste rechazado por tu amante, Jeremy?—Las palabras de ese tipo le descolocaron por completo y sus manos antes empuñadas y dispuestas a atacar cayeron a ambos lados presas de la más pura sorpresa—Ambos tenemos un objetivo en común, Jet...—Inició el discurso que tenía planeado ante la mirada de desconcierto de su invitado—Ambos queremos aniquilar a Shadow The Hedgehog, ¿no es así?—.

Jet no se atrevió a emitir un solo sonido porque aún no salía de su asombro. En todos los años que tenía de estar tras ese imbécil jamás le había dicho a nadie del amor que sentía por él.

Miró al tipo que tenía frente a él buscando desesperadamente alguna señal que indicara de donde podía conocerlo o como carajos se había enterado de aquel secreto que tenía en su interior.

Consciente del estupor que causaba en el joven, aquel que se hacía llamar Infinite tomó de su escritorio una carpeta con papeles y fotografías que le entregó.

—Preparatoria Mobius, aún se hacía llamar "Gerald"—Jet seguía sin responder—Ahí conoció a un jovencito huérfano que salvó de suicidarse y que tomó como su perro faldero—Se burló entre las memorias de Jet—Lo hizo hacer su trabajo sucio una y otra vez, ¿y todo para qué? ¿Para que el hijo de puta prefiriese una vagina escuálida y desabrida?—

—Cierra la puta boca—No estaba de humor para burlas y pese a que él también era un hijo de puta, con los muertos no se metía y esa chica nunca le hizo nada para merecer esos insultos—Tú no sabes ni una mierda—.

—Te equivocas, Jet...—Su tono cambió—Tú y yo tenemos mucho más en común de lo que crees...—Infinite le tomó del cuello de la camisa y lo levantó de un tirón—A ambos nos jodió la vida ese hijo de perra—al soltarlo, Jet cayó de culo contra el suelo—Ese miserable bastardo debe pagar...—Desde donde se encontraba su mirada se posó en el aturdido pajarraco—Y sé que tú puedes ayudarme a que esto suceda—.

Ayudar...

¿Por qué rayos querría volver a trabajar para alguien? El no volvería a ser el subordinado de nadie, mucho menos de un tipo que no conocía de nada.

—Vete a la mierda—Había perdido parte de su orgullo cuando cayó al suelo, pero igualmente se levantó airoso dispuesto a salir por donde había llegado—Yo me encargaré de él—.

Además, ese tipo parecía un asesino en serie y que tenía problemas mentales.

—Te sugiero que lo pienses con detenimiento, Jet...—Sentado al fin, Infinite se relajó—Ambos sabemos que Shadow The Hedgehog tiene el suficiente poder para ser custodiado las 24 horas del día y que difícilmente podrías acercarte a él una vez que decida que no le sirves más—.

Eso era verdad; a veces olvidaba que el maldito tenía un padre rico que le cuidaba el trasero y limpiaba su cagadero cuando lo tenía hasta el cuello y él no podía ayudarlo.

También era evidente que pese a lo mucho que lo odiase en este momento él no tenía los recursos para lidiar con todo lo que implicaba saltar esa seguridad.

El tipo que estaba frente a él parecía de esos ricachones que no les importaba gastarse la vida con tal de salirse con la suya; ahora que repara mejor en este detalle su gesto se suavizó un poco.

Porque, aunque no le gustase admitirlo, el tipo tenía razón; solo no podría ni tocarle una uña a ese maldito.

—¿Qué sugieres, entonces? ¿Qué haga de tu sicario y qué lo mate?—ironizó el verduzco e Infinite solo rió.

—Quiero que seas mi socio—Dijo al fin—Por mucho que me cueste admitirlo, eres el único que tiene un trato directo con él y que podría acercarse lo suficiente para dar el siguiente golpe—.

Con todo ese discurso, a Jet no le quedó más remedio que reír. Una estrepitosa y molesta carcajada que no hizo otra cosa que revolverle las entrañas y provocar en el tipo una mueca de molestia.

Cercanía...

¿Alguna vez tuvo una cercanía con Shadow? Desde luego que no. Sonaba tan hilarante que ese tipo salido de la nada se acercara a él con promesas absurdas e ideas incluso peores.

Lo suyo con Shadow era un servicio al cliente, por mucho que le hubiese pesado con los años y todas esas muestras de interés que se esforzó encarecidamente por mostrarle, nunca surgieron el efecto que habría deseado.

Shadow salvó su vida, sí. Pero para él nunca significó nada.

A estas alturas incluso podía asegurar que no lo consideraba ni como alguien tolerable y que su relación endeble seguía únicamente por esa facilidad que tenía para limpiar con rapidez todo lo que el ensuciaba.

Infinite seguía esperando una respuesta de su parte y Jet seguía callado, perdido en sus propios recuerdos. Tenía dolor, mucha resaca y la plena consciencia de que lo que sea que eligiera terminaría por sellar su destino de un modo u otro.

Para bien o para mal sabía que era momento de actuar.

Negarse siempre estaba sobre la mesa y nada le impedía decirle que no a ese sujeto que le miraba con impaciencia. Por el contrario, sí decía que sí todo su estatus Quo cambiaría irremediablemente.

De pronto la idea de hundir a Shadow en la miseria más profunda ya no le parecía tan tentadora y todo su enojo inicial se había esfumado. Quizá era contradictorio, —lo era— en su interior albergaba sentimientos de profundo resentimiento hacia ese idiota, pero también de amor y lealtad.

—Permíteme ponerlo en términos que puedan familiarizarte mucho mejor—Al retomar la palabra, Infinite no parpadeó en un ningún momento—Acabaremos de una vez por todas con ese Jr. fanfarrón y ambos obtendremos justicia—.

Acabarlo...

Imposible le hubiese resultado no poder preguntar lo siguiente.

—¿Quieres que yo haga tu trabajo sucio?—ironizó—Lo siento, pero los líos de faldas no están en mi contrato —se burló.

Porque si el sufría por amor, seguramente ese tipo también.

No había una razón más lógica que un amante despechado —y desequilibrado—.

—Aunque no veo problema en hablar de mis gustos personales cuando se trata de negocios, me temo que no es por ello por lo que deseo eliminar a esa piedra en mi zapato—.

Muy bien, eso ya era suficiente para captar su atención.

—Ya te digo yo que vas a necesitar abrir más el pico si quieres interesarme en tu juego...—.

—No lo esperaría de otro modo...—dándole la espalda el empresario se pasó una mano por el cabello como método de relajación —Digamos que... Shadow The Hedgehog se llevó algo importante para mí y quisiera devolverle el favor...—.

Dicho de ese modo cobraba un poco más de sentido aquella revancha que el tipo buscaba; aunque eso no significaba que aceptaría relacionarse tan fácilmente. Por muy enojado que estuviese con ese bastardo de la publicidad nada le aseguraba que lo que esté tipo extraño le decía fuese verdad.

Para Jet de nada le valdrían unas simples palabras bonitas y promesas que no le beneficiarían en nada. Porque matar a ese malnacido solo sería el inicio de un nuevo martirio.

—Y como yo lo veo, ambos tenemos motivos suficientes para que esto suceda...—.

Motivos si, las ganas era otro asunto.

—Muy bonito tu discurso...—se acomodó en la silla y gruñó debido al dolor de cabeza —Shadow es un bastardo que aplasta los sueños de todos... ¿Y qué?—su mal humor había aumentado exponencialmente—Necesitas una cifra de seis ceros para que me lo considere...—.

Porque su amor por el dinero era mucho más fuerte que lo que sea que tenía por el otro idiota.

Comprendiendo al fin a donde quería llegar Infinite sonrió con superioridad. Sus blancos y alineados dientes le dieron a Jet un ligero escalofrío que prefirió ignorar.

Con la chequera en mano escribió una cantidad en el papel que posteriormente firmó con tranquilidad.

—¿Esto es suficiente para contratar tus servicios?—.

Sus dedos temblaron ligeramente sin poder disimular la emoción y sorpresa que le generó tal cantidad de dinero en un espacio tan pequeño.

¿Qué podía decir? Era un avaricioso de mierda y nunca trató de negarlo.

—Dame detalles—cedió al fin ante la tentación que aquella cantidad significaba.

Ahora Shadow podía irse al carajo y besar su emplumado trasero verduzco.


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Al salir del hospital encendió su celular con intenciones de llamar un taxi y llegar más rápido a su departamento.

Cuando abrió la aplicación, la pantalla de llamada saltó de pronto y sin pensarlo deslizó para aceptarla.

—¿Sí?—.

Algunos ruidos se escucharon del otro lado de la línea y la bocina del aparato vibró.

S-Sonic...—esa voz inconfundible le hizo fruncir el ceño inconscientemente y por poco cuelga en ese instante—¿Por qué?...—la chica del otro lado de la línea parecía llorar desconsoladamente.

—Escucha, yo no entiendo que es lo que estás diciendo está vez...—eso sí era verdad —Pero ya nos causamos suficientes problemas, no creo que debas seguir llamándome—.

Eso también era real; se habían jodido mutuamente y no tenía ningún sentido seguir haciéndolo.

Tuvieron un acostón interesante, pero fuera de eso ella no le interesaba. Quizá era cruel de su parte ser tan tajante con esa chica, pero ya la había cagado muchísimo con Amy debido a su calentura y lo último que necesitaba era seguir fomentando esas conductas.

Había sido un patán, lo admitía. Y en honor a la verdad de disculparía con ella como es debido.

—Lo siento, ¿De acuerdo?—la cabeza le dio vueltas al recordar su intimidad—Por todo...—.

No puedes...—ella continuó—Nos amamos... ¿Recuerdas? Soy tu chica perfecta... La llamarada de tu corazón —ella hablaba y a juzgar por su tono, lloraba al hacerlo.

Pese a lo que podría creerse, Sonic podía recordar aquellas palabras con nostalgia.

Blaze era su chica; la llamarada de su corazón y todo lo cursi que se dicen los novios jóvenes cuando se gustan y se quieren inocentemente.

Ella le gustaba...

Pero él ya no era el Sonic que ella estaba buscando.

Dijiste que me amarías—de nuevo le acusó—Tú y yo...—lloró más fuerte—Casi fuimos padres...—Confesó.

De nuevo la sensación de pesadez se instaló en su cuerpo y las palabras no se conectaron correctamente desde su cerebro hasta su lengua.

¿Padres? ¿¡Qué carajos estaba diciendo esta mujer!? No tenía sentido porque él era...

Mierda, tenía sentido pensarlo con la reciente —y para nada asimilada— información que Tangle le había dado.

Cobraba sentido, un morboso y aberrante sentido que ella le estuviese diciendo esas cosas.

¿¡Por qué te quedas callado, maldita sea!?—ella gritó de nuevo—Perdí a nuestro bebé mientras tú te largaste a pasar el fin de semana con esa tal Ames—.

Era demasiada información en un periodo de tiempo tan corto; ¿Cómo es que ella sabía lo del fin de semana? Y mejor aún, ¿Cómo conocía a Amy?

Muchas preguntas le llegaron de pronto y aún sin poder articular palabras, ella seguía atacándole una y otra vez con reproches y palabras hirientes.

Eres un maldito Sonic, un maldito que solo juega con los sentimientos—ella chilló—Me dejaste sola...—.

Por mucho que la culpa lo pudiese consumir si algo había dejado en claro desde su texteo era justamente eso, que no habría exclusividad.

Ni compromiso, ni nada que pudiera parecer algo más que lo que era, un cachondeo extramarital.

—¿Estás escuchando lo que dices? ¡Jamás hablamos de algo serio!—se exasperó—Por Chaos...—podía reconocer que era un cabrón, pero mentiras nunca le dijo—Mira, lamento lo que paso, ¿Sí? No era mi intención herirte ni nada de eso, pero lo nuestro fue sexo casual...—aseveró—Lamento si en algún momento dije o hice algo que pudo hacerte entender lo contrario, pero no es así —.

El silencio del otro lado de la línea se prolongó por varios segundos antes de que ella cortara la llamada sin despedirse.

Tenía sentido si estaba molesta, entendía si lo odiaba, incluso si quería golpearlo.

Pero esa era la realidad; ser honesto era lo único de lo que podía valerse en este punto y aunque no estaba orgulloso de sus acciones pasadas —ni de las consecuencias que esto generaba— de resto solo le quedaba resignarse.

Bien o mal ya no podía dar marcha atrás y por mucho que se arrepintiera el daño ya estaba hecho y solo podía mirar hacia delante lo mejor que pudiese.

Aún si ello significaba aguantar algunos insultos de Blaze y su roto corazón.

Tal vez estaba mal, pero en su defensa podía argumentar que los lineamientos siempre estuvieron ahí.

Al final fue ella quien terminó mezclando sentimientos del pasado con algo que no debió suceder nunca.

Y bueno, al menos podían estar de acuerdo en que era un maldito desconsiderado...

Y a riesgo de sonar aún peor se alegraba un poco de que ese embarazo no se hubiese desarrollado.

Después de todo, ¿Qué futuro podría esperarle a un bebé concebido ante esas instancias? Nada bueno sin duda alguna.

Retomando sus intenciones de tomar un taxi Sonic supo que lo suyo no era la empatía.

O simplemente las mujeres no estaban destinadas para el...

Fuese lo que fuese, en este punto solo quería irse a casa y dormir. Ya idearía un plan de contingencia por la mañana.


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Al tomar asiento en los sillones de piel, estos hicieron un chirrido que la hizo reír suavemente.

Shadow, quien estaba sentado en el sillón que estaba justo al frente no disimuló la cara de pocos amigos que estar con esa mujer le generaba.

Impaciente y hostil, la miraba de arriba abajo esperando que lo que sea que tuviese que decir saliera de su boca y dejase de hacerle perder el tiempo con su psicología barata y sus risillas molestas.

—¿Y bien?—insistió claramente el moreno —¿Vas a quedarte ahí sentada o me dirás de una jodida vez lo que quiero saber?—.

Sin perder la calma Tikal se tomó su tiempo para responder, exasperándole aún más.

Lo cual lo convencía que lo hacía con toda la intención de cabrearle.

—A ti te gusta Amy...—inició al fin—Mi hermano y cuñada tienen opiniones divididas al respecto... Por un lado, Knuckles cree que no eres digno de ella porque no tienes paciencia para tratar con alguien como ella...—

Poco le interesaba lo que rojo opinara de él, pero en efecto, la paciencia no era una de las virtudes de las que hacía gala.

—Muy instructivo...—

—Mi cuñada cree que puedes enamorarla jugando al protagonista de novela juvenil...—ambos guardaron silencio ante lo estúpido que eso sonó—Aquí lo importante sería definir que es lo que esperas tú...—

Vaya...

Primera cosa sensata que salía de esa mujer.

¿Qué era lo que sentía por Amelia Rose?

Definirlo con palabras no le daría esa satisfacción que tanto necesitaba, porque las palabras no podían abarcar a cabalidad todo el amor que había en su interior.

Porque sí, estaba convencido de que amaba a esa mujer profunda e irremediablemente.

—¿La amas?—.

—Sí—respondió sin vacilar.

Y era ese amor que sentía por Amelia Rose quien le tenía escuchando toda la fanfarria de esta mujer.

Hablaba de Rouge, también de Knuckles, pero nada terminaba de tener sentido para él.

Una cosa nada tenía que ver con la otra, porque sus opiniones eran irrelevantes en sus sentimientos.

Si bien había optado por tomar los consejos de su mejor amiga en un intento de suavizar sus interacciones con la fémina, lo cierto es que seguirle la corriente a Rouge terminó por joderlo todo.

De haber seguido sus instintos las cosas hubiesen sido distintas, porque partirle la cara a ese entrometido del Faker siempre era una opción viable para él.

—Vaya, costó mucho menos de lo que creí que lo admitieras—confesó—Aunque si te soy sincera, aún tengo mis dudas, pero ese no es el punto...—divagó—Si tus sentimientos son tan fuertes como dices, la única razón por la que estés de malhumor es porque ella te rechazó, ¿No es así, Shadow?—.

Evidentemente no respondió de inmediato, aunque tampoco hizo falta que dijese algo más.

Su cara era lo suficientemente obvia para darle la respuesta que ella estaba esperando, para su molestia.

—No respondió...—Admitió al fin con la intención de exponerse aún más.

—Ya veo...—y mientras su cabeza se movía de un lado a otro, tarareó una tonada melosa—Siempre creí que ella estaba interesada en Sonic...—la sola mención de ese nombre le asqueaba—Aunque tampoco habría descartado a Silver... No sé, es un placer culposo imaginarlos juntos—de nuevo divagó—Bueno... De cualquier forma creo que tienes un mínimo de oportunidad... Si lo que dices es verdad y Amy no respondió, significa que cómo mínimo se plantea tu confesión, aunque no sabe como responder, es alguien tímida después de todo...—.

La timidez y Amy Rose eran un nuevo sinónimo que se había inventado recientemente; en todos los años que tenía de conocerle todavía no era capaz de hablarle sin que las mejillas se le transformasen en manzanas.

Era tímida y extrañamente no le desagradaba tal cualidad.

—Y que se supone que debo hacer, Sontag...—

—Ponerla muy celosa, cariño—sus dientes formaron una sonrisa coqueta—Si Amy está interesada no dejará que nadie se acerque a ti sin oponer resistencia—.

Podía tener razón...

—Y supongo que esperas que debo darle celos contigo, ¿No?—.

—Supones bien...—.

Él solo suspiró.

—Olvídalo, habrá otras formas...—se negó.

—Tal vez...—concedió—Imagino que eres lo suficientemente abierto socialmente para conseguir a cualquier mujer que quieras, ¿No es así?—lo instó, animosa.

Sabía que ella intentaba burlarse, pero sí. No tenía ningún problema para conseguir a una mujer dispuesta a estar con él.

—Tienes razón... tienes razón, no dudo de tus habilidades, pero creo que puedo serte útil—.

Hablaba con tanta seguridad; dando por hecho tantas cosas. O era muy tonta, o de verdad tenía la solución a sus problemas. Lo que sea que estuviese sucediendo le intrigó lo suficiente como para permitirle seguir con discurso.

—Conozco a Amy desde que era una niña, puedes confiar en mi—.

Su naturaleza desconfiada le impedía aceptar completamente lo que ella trató de explicar.

Era real, conocía a Amy desde que era una niña y no dudaba de que en algún punto hubiesen compartido tiempo juntas, no obstante; ambas tenían años sin convivir en un mismo espacio.

Todos cambian y ella no era la excepción.

—En el hipotético caso de que acepte tu propuesta, ¿Qué sacas tu con todo esto?—.

Tikal era una mujer extraña en muchos sentidos, siempre sonriendo con mucha calma a cuestas lo cual le ponía de nervios.

Nadie en su sano juicio podía ser tan sosegado.

—Sigamos sosteniendo encuentros casuales hasta que ella te acepte...—.

—Creo que algo le está sucediendo a tu cerebro—de nuevo esa propuesta le parecía tan absurda—Sólo fue una vez y no se repetirá nuevamente—Le aclaró—Ahora, si lo que pretendes es convencerme de que eres la mejor opción para revelarme secretos de Rose, la respuesta sigue siendo no...—

No llegaba a ser tan ruin como para permitir que las cosas se volvieran de ese modo, aún con lo desesperado que podía llegar a sentirse por su necesidad de ser aceptado por la rosada.

Sí, aceptar los consejos de Rouge fue una mala idea desde un inicio; tenía en claro que no fue una de sus mejores ideas y que pudo pecar de iluso al pensar que su mejor amiga podría solucionar algo en su vida, pero no, no fue así.

Tarde se dio cuenta de su error y terminó destruyendo su auto en el proceso y además le dolía la mano.

—¿Tan seguro estás de que puedes ganarle a Sonic?—

Esa perra tenía agallas...


.

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—A veces simplemente me siento avergonzado por ambos, Sonic—Tails era honesto; su mayor cualidad y al mismo tiempo el peor de sus defectos, según su mejor amigo.

Sentados frente a la mesa de la cocina el par de amigos bebían una taza de café mientras el menor de ambos miraba con desaprobación al mayor.

Había llegado a casa después de terminar esa llamada y lo primero que encontró fue al chiquillo con el teléfono en mano y una factura del hospital reflejada en la pantalla.

No le quedó más remedio que admitir lo que sucedió; desde la madrugada con Amy, hasta los secretos que Tangle —y sus posteriores consejos— recibidos en el trayecto.

—Finalmente, Blaze me llamó de camino aquí y no se sonaba muy bien...—Finalizó la odisea, para su infortunio.

Bajo el escrutinio de Tails quien aún se mantenía callado bebiendo café; lo que sea que tuviese pensado decir se alargaría por lo menos una hora. Los ojos azules del muchacho se posaron sobre los suyos y al dejar la taza sobre la mesa algo parecido a una mueca se instaló en su rostro.

Con ambos en silencio la tensión —para Sonic— creció lo suficiente para inquietarle; que Tails le estuviese observando sin decir nada no era natural; normalmente a media palabra ya le habría interrumpido y sermoneado según fuese el caso, pero esta vez parecía ¿decepcionado? ¿molesto? la expresión en su rostro era indescifrable y eso le inquietaba.

No entender que era lo que estaba tratando de decirle sin hablar era frustrante; lo suyo no era el lenguaje no verbal ni la lectura de las acciones al parecer.

Tails solo estaba ahí, mirándole y evidentemente eso no terminaría del todo bien.

—Suéltalo ya...—Hablo desesperado—Dilo, solo dilo, joder...—

Ya no podía con la culpa sobre sus hombros.

—¿Decir qué?—Tails seguía sereno e inmutable, lo cual lo cabreó.

—¡Qué soy un asco!—Vociferó—No necesitas jugar tus mierdas psicológicas conmigo, sé que lo piensas... sé qué crees que soy un idiota—.

Tails seguía sin inmutarse, lo cual le molestó aún más. Quizá se debía a que ya estaba sensible de antemano, pero la actitud que el menor mostraba le alteraba los nervios.

Normalmente no hubiese tenido problema para lidiar con ello, pero esta vez se sentía asediado; sentía que aquella mirada solo le recordaba lo hijo de perra que había sido y lo mucho que lo había cagado.

Que la mirada de su mejor amigo le juzgaba como un sucio patán y que en efecto, no era más que eso; un patán que había herido a las mujeres que se relacionaron con él durante toda su vida.

—No pienso eso, Sonic—Al fin habló—¿Por qué lo haría?—

—¡Porqué herí a la mujer que amó!—Se apresuró a responder—¡Porque no puedo comprometerme con nada!—Ante esto último, su voz se quebró—Porque temo que me dejen solo otra vez...—Al fin salió de sus labios aquella verdad que tanto se negaba a admitir.

Todas sus barreras emocionales y su deseo de no enamorarse de nadie —o fingir que no estaba enamorado, mejor dicho— era única y exclusivamente por temor a estar solo otra vez. Confiar su corazón a una mujer le volvía vulnerable; le ponía en una posición que le destruiría emocionalmente otra vez y se negaba a pasar por lo mismo.

Le tomó años aceptar que su madre fue emocionalmente distante durante años y que sus descuidos —aunque justificados— hirieron su corazón de niño pequeño y que nunca sanaron correctamente.

Sabía que estaba mal, que debía dejar atrás el pasado y centrarse en el presente y fue por eso —y por su inestabilidad emocional— que pudo solventar una relación con Sally durante tantos años, aunque el matrimonio siempre estuvo fuera de sus planes.

—Y me siento como mierda por eso, Tails...—

A estas alturas no lloraría porque le quedaba un atisbo de dignidad que no perdería ante Tails, pero al menos pudo soltar esa carga tan grande que venía arrastrando tras de sí.

Aún sí no lo pensó de ese modo se alegraba de que por lo menos algo bueno salió de todo esto y que al fin tenía en claro que amaba a Amy Rose.

—Me alegra que al fin pudieras aclararlo, Sonic—Tails sonrió al fin y su mano se estrechó con la suya dándole ese reconforte que silenciosamente necesitaba—Sé que es difícil, que tomó mucho tiempo y que fue doloroso, pero me alegro de que puedas entenderlo al fin...—.

Ambos sonrieron nostálgicos; pues de pronto todo lo acontecido parecía tan lejano y sin importancia.

—Gracias, viejo... lo aprecio mucho—.

De nuevo en silencio a Sonic no le quedó más remedio que beber su café; ya había dicho todo lo que tenía dentro y aunque hubiese deseado decirlo de un modo menos hostil, ya no había marcha atrás.

Por fortuna Tails parecía complacido ante esto.

—Entonces...—rompió el silencio y se aclaró la garganta—¿Qué harás ahora? No es propio de ti rendirte ante los problemas y Chaos sabe que ahora que tienes claro que ella es tu alma gemela debes hacer algo para estar a su lado—.

La sinceridad de Tails era una sus cualidades y también uno de sus mayores defectos...

Y Sonic, quien en ese momento no estaba al máximo de sus capacidades mentales se vio obligado a abrir la boca para cuestionar en que rayos estaba pensando.

Sabía —porque al final no estaba diciendo ninguna mentira— que él tenía razón, que él era Sonic y Sonic no se rendía ante nada sin al menos dar su mayor esfuerzo; aunque en este caso no tenía ni pies ni cabeza intentarlo porque Amy le había prohibido hablar con ella.

Básicamente le había mandado al cuerno y por respeto a ella intentaría respetar su decisión.

¿Para qué incomodarla aún más con sus sentimientos rotos? Es decir, a estas alturas ya le quedaba más que claro que ella ya no sentía nada por él.

—Esta vez no, Tails...—respondió—Ella ya no me quiere en su vida...—al recordar de nuevos sus palabras, el corazón se le estrujó—Le dije que la amaba y rechazó mis sentimientos... creo que ya no hay más que hacer...—.

Tenía sentido, aún con lo necio que podía llegar a tornarse algunas veces, Sonic sabía que esta vez debía respetarla.

Lo último que quería era volver a hacerle daño; aún si con ello el sufría el proceso. Le parecía un precio justo a pagar después de tantos años molestias y rechazos.

—Eso es muy maduro de tu parte, Sonic—le concedió el menor—Y sin duda te apoyaría con esa decisión...—hubo una pausa que llamó su atención—Si no hubiese visto que Amy está tan enamorada de ti, como tú lo estás de ella...—.

Silencio...

Abrió la boca para responder, pero la cerró de inmediato al no poder aclarar los pensamientos que se formaron en su mente; decir que la emoción y la sorpresa que esas palabras le produjeron sería un eufemismo muy barato y de mal gusto para describir la expectación que eso le generó.

Habló de amor y sentimientos y por primera vez en toda su vida estaba genuinamente emocionado por gustarle a una chica y ser correspondido.

Aún a pesar de que Tails le observaba y podía pensar que era ridículo de su parte emocionarse por eso, no le importó.

Miró a su mejor amigo y de nuevo las palabras se le atoraron en la garganta porque no sabía cómo podía decir todo lo que su corazón estaba albergando.

Y se sentía un poco tonto si era honesto consigo mismo...

—Debe ser difícil para ti lidiar con el amor...—se burló un poco—Pero no tengo la menor duda de que eso es así... y aunque entiendo perfectamente su descontento y por qué no te quiere cerca, considero que deberías hablar con ella una vez más y aclarar todo...—.

Tenía sentido...

¿Pero por dónde empezar? Se sentía como un novato en todo lo que estaba sintiendo, casi como si volviese a ser un adolescente inexperto pidiéndole consejos a su padre sobre la chica que le gustaba.

Aunque ya no tenía nada de adolescente y frente a él no estaba su padre, sino su mejor amigo —y que encima era mucho menor que él—.

—Sólo dile la verdad, Sonic...—Tails seguía hablando y esto lo tensó un poco—Ser honesto con ella es lo único que puede ayudarte...—.

No planeaba mentirle de todas formas, aunque decirle la verdad no era algo que estuviese en sus planes tampoco.

Abrirse ante Amy era una oferta tentadora, pero sumamente peligrosa, sobretodo tomando en cuenta la inestable tregua que tenía con Shadow. Sabía que si abría la boca cualquier consideración que ese tipo tenía hacía él se iría a directamente al infierno.

¿Valía la pena arriesgarse?

—No serías el Sonic que conozco si no te lanzas de cabeza al precipicio para luchar por Amy...—

Tails tenía razón...

—Gracias viejito, lo aprecio de verdad...—.


.

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Estar sin trabajar volvía su cerebro perezoso y le obligaba a tener sueño y dormir; sabía que si la abuela la encontrara recostada en el sillón sin hacer nada le habría pateado el trasero en búsqueda de que no estuviese desperdiciando un día tan bonito como ese.

Es decir, podía poner al día sus cosas personales, limpiar su departamento o salir a beber un café con alguno de sus amigos —broma— pero en vez de eso estaba en el sillón sintiendo pena de sí misma.

Y aunque había pasado media mañana limpiando las zonas más visibles, ahora estaba de nuevo recostada presa de la apatía y desdén.

Seguía sintiéndose mal por lo sucedido con Shadow y encima el asunto con Sonic y el dinero no le dejaba tranquila tampoco.

Había mucho ruido en su cerebro y aunque trató de convencerse a sí misma de que todo mejoraría y podría salir adelante, había algo que le oprimía el pecho.

Algo parecido a un mal presentimiento; una mala jugada del destino se venía, podía sentirlo en lo más profundo de su corazón y sabía que sin importar cuanto se lo negase a sí misma no iba a deshacerse de esa sensación.

Porque a eso que ella le llamaba presentimientos, su terapeuta le llamaba ansiedad generalizada y sobreanalizamiento, algo que le venía acompañando desde la muerte de sus padres.

Había logrado mantenerlo a raya durante mucho tiempo y con la ayuda de los abuelos pudo mantener una vida relativamente normal, sin embargo, después de mudarse y empezar esa vida de adulto que tanto había soñado todo vino cuesta abajo.

Una relación fallida tras otra y la completa certeza de que sería la solterona de la familia le hicieron volver a sus viejas costumbres de sobreanalizar todo lo que sucedía en su vida y lo que los demás pensaban/decían sobre ella.

Era difícil, pero se las arregló también para terminar la universidad y conseguir un trabajo medianamente decente —en donde presionaban constantemente y sus niveles de estrés crecieron tanto, que por poco se moría de un colapso—.

Nada de eso importaba en este momento, pero pensar en el pasado le hacía poner los pies sobre la tierra y le recordaba lo solitaria que era y lo difícil que le resultaba tomar decisiones y seguir con su vida.

Desde luego que no podía quejarse de todo, tenía un hogar, un trabajo y podía mantenerse a sí misma sin dificultades; no obstante, los problemas bajo el tapete seguían ahí y todo lo acontecido estos últimos días servía como recordatorio de lo pésima que era para decir no.

Si hubiese dicho no cuando Sonic la arrastró a todo ese fiasco con Silver nada de esto hubiese sucedido y ahora no estaría sintiéndose culpable consigo misma y con el pobre albino quien era el más inocente en esta situación.

En su lugar estaba ahí sintiéndose cucaracha mientras las horas pasaban y su "cita" con Silver seguía ahí. —si es que se le podía decir cita a una salida para concertar una reservación en un restaurante y otros detalles igualmente aburridos— aun así, no importaba como lo nombrase o que era lo que creyese de eso, de todos modos, lo haría porque sentía que era su deber.

Silver era su amigo y lo menos que le debía era un poco de apoyo ante una situación difícil; sabía que él también estuvo pasando por dificultades y aunque no podía solucionar su vida, le hacía sentir un poco mejor aliviar sus penas.

Al menos con él las cosas seguían medianamente estables; no podía decir lo mismo de Shadow, a quien estuvo tentada a llamar para tratar de disculparse, pero sabía que ni iba a contestarle, ni ella tampoco podría decir ni media palabra antes de que colgara, aterrada por su reacción.

Le debía una disculpa sincera y una explicación ante su comportamiento; sabía que Shadow no hizo otra cosa que ser un buen sujeto con ella, que había sido amable y atento y sobretodo, sincero.

Que se había tomado un montón de molestias que no debía con tal de cuidar de ella y lo único que pudo hacer cuando el decidió hablarle de sus sentimientos fue huir y guardar silencio.

No fue la mejor de sus decisiones —ninguna de ellas en realidad era buena— sin embargo, esta hirió al moreno y se arrepentía completamente de lo sucedido.

¿Por qué tenía que ser tan cobarde? Desde que Shadow comenzó a interesarse en ella no hizo otra cosa que huir de él y poner barreras emocionales que el rompía con facilidad y aun así lo rechazó de alguna forma.

—Eres una idiota Amy...—seguía martirizándose por lo sucedido.

¿Por qué no podía solo aceptar a Shadow y ya? Él la quería, la protegería y sería una pareja que con la cual crecería, siempre lo supo y por muchos años imaginó lo bonito que sería estar con alguien así.

Lastimosamente ahora que la vida le estaba presentando la oportunidad no sabía cómo reaccionar...

Ironías, muchas ironías la estaban envolviendo y eso la frustró.

Cuando el teléfono sonó la opción de no atender siempre estaba ahí, pero no quería ser grosera porque seguramente sería Silver quien le hablaba para preguntarle como se encontraba y no quería preocuparlo todavía más.

Tomó el auricular y contestó con un escueto "diga", esperando que quien sea que estuviese llamando fuera breve.

Amelia, Amelia mi vida... ¿Cómo estás? ¿Cariño, estás bien?—La voz de la abuela del otro lado de la línea la tensó ligeramente—¡Te he estado llamando y no contestas! Llamé a tu trabajo y me dijeron que estabas en reposo después de salir del hospital... ¿qué te ha pasado, mi niña? ¿por qué no respondes? ¿estás bien?—La Rose mayor le atacaba con muchas preguntas haciéndole imposible responder.

Después de dos minutos de mutismo, al fin pudo hacerse un hueco entre la preocupación y los regaños para dar una respuesta.

—Estoy bien—mintió—Sólo tuve unos días difíciles y tuve que bajarle a mi ritmo por el estrés—Le dijo y la mujer pareció creer en esto—No te preocupes, solo debo descansar y estaré bien...—Le tranquilizó.

Ay querida niña, siempre eres tan descuidada...—le reprendió—Trabajas demasiado, ni siquiera tienes tiempo para llamarle a esta pobre vieja, que se la vive preocupada por ti—.

No era inusual los reproches de su abuela debido a esa manía que tenía por querer estar siempre presente en su vida, aun así, Amy no podía enojarse con ella.

—Te lo compensaré pronto...—prometió—Sólo debo arreglar unos asuntos y te visitaré toda una semana—.

Esto pareció complacer a la matriarca, pues el tono de su voz cambió a uno más tranquilo y relajado.

Es bueno saberlo, tu abuelo y yo estamos ansiosos por salir al lago como cuando eras niña...—recordó—Hablando del lago y esas cosas... hay algo que quiero decirte y creo que no debo esperar más tiempo porque te molestarás si te enteras por alguien más que no sea yo...—La señora Rose guardo silencio y del otro lado de la línea la voz del abuelo se escuchó levemente dándole ánimos de continuar.

—¿Abuela?—Que guardara silencio era una señal de que planeaba darle malas noticias y eso le preocupó un poco—¿Todo bien?—.

No sé cómo vayas a tomarlo, mi niña—ahora su abuelo tomó el mando de la conversación—Pero Dalia y Lukas Moore están buscándote...—Dijo al fin y aunque entendía el tono preocupado con el que el señor Rose hablaba, algo dentro de ella sabía que tarde o temprano eso parecía.

El matrimonio Moore se había mantenido fuera de su vida durante años por intervención de sus abuelos y aunque nunca consideró que esto fuese una mala idea —porque pese a lo raro que podía parecer, sabía que sus abuelos nunca harían nada para dañarla— sabía que en algún momento los Moore intentarían entrar a su vida de un modo u otro.

Después de todo eran sus abuelos maternos y después de que sus padres —específicamente su padre— cortejara a su madre, ellos decidieron que no querían que un ser "inferior" como lo denominaban, estuviera en la vida de su hija y trataron por todos los medios habidos y por haber que esa relación terminara.

Supo —por historias que los abuelos le contaron después— que le ofrecieron mucho dinero a su padre para que saliera de la vida de su hija y dejara que contrajera matrimonio con un hombre rico de Italia.

Cosa que evidentemente no sucedió, o ella no estaría en este momento ahí sentada.

—Abuelo...—Habló de pronto y para sorpresa de los mayores, ella estaba tranquila—No hay nada que temer, ya no soy una niña...—les tranquilizó—Si los señores Moore quieren hablar conmigo, está bien... no hay nada que temer...—.

Entendía su preocupación; durante algún tiempo sus padres trataron de mantener en secreto su nacimiento por temor las represalias que los abuelos Moore podían llegar a tomar.

Sabían que nunca estuvieron de acuerdo con que ella naciera, básicamente porque ello significaba que ella heredaría todo lo que habían construido en su imperio —porque era alguna de esas cláusulas raras de un contrato sobre el primer nieto o algo así— y pese a que a estas alturas no le interesaba el dinero de esos señores, si le causaba un poco de curiosidad que podían querer.

Ya no era una niña que se preguntaba por ese lado de su familia; aunque no negaría que eso le daría el cierre a muchas preguntas que se hizo durante su infancia.

Aun así... no quiero que te hagan daño...—confesó su abuela retomando la llamada—¿Qué rayos quieren? ¿De pronto les interesas? No tiene sentido, no pueden planear nada bueno, ese par es maligno, mi niña... no creo que debas relacionarte con ellos—.

La preocupación en sus abuelos era comprensible; durante mucho tiempo el miedo a que los Moore pelearan por su custodia siempre estuvo en el aire y aunque afortunadamente eso no sucedió, ambos sabían que tarde o temprano volverían a aparecer.

Aunque siempre esperaron que eso no sucediera, sabían que ese asunto del heredero estaba ahí y cuando su única hija murió, todo el peso de aquella herencia recaería en ella, para su pesar.

No te acerques a ellos, no dejes que esos malditos se atrevan a dañarte...—su abuela sonaba tan desesperada y angustiada, casi a punto de llorar—Promételo Amelia, promételo... promete que no vas a acercarse a ese par...

Entendiendo que la angustia en Areetha Rose no iba a apaciguarse, Amy decidió que no quería preocuparlos más.

—Está bien, no debes preocuparte... no hablaré con los Moore—.

Y aunque eso calmó a la abuela, la duda en su interior no hizo más que crecer...


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Silver no se consideraba a sí mismo como un hombre de papeleo, sin embargo, no negaría que no era tan difícil como siempre creyó.

Al acomodar las listas de los nuevos pedidos pensó en Shadow y los cientos de pedidos que debió autorizar en el tiempo que tenían trabajando; una cantidad bastante elevada si consideraba el promedio que entraba diariamente.

Normalmente lo suyo eran cosas más artísticas y coloridas, pero esto no estaba tan mal.

Después de una noche de sueño intermitente se sentía extrañamente motivado y tranquilo; Blaze había dejado de llamar después de dejarla en su casa y pese a la molestia que le generó que los padres de ésta le hablasen, ahora se sentía mejor.

Ni siquiera la idea de que tenía que arreglar detalles sobre la "fiesta" le ponían de mal humor, así que aprovechó toda esa tranquilidad para hacer su parte del trabajo y que todo estuviese en orden.

Aunque no había rastros de Sonic, sabía que Shadow estaba en su oficina poniéndose al día con todo lo que estaba retrasado; Cream estaba terminado de enviar archivos faltantes.

Todo parecía tan tranquilo; solo un poco más y todo quedaría bien...

La puerta se abrió y Cream entró con algunas carpetas en sus manos; había una sonrisa adornando su rostro y por alguna razón pensó que se veía adorable.

—He terminado con las declaraciones y concesiones, necesito que firmes esto y podré entregarlo al señor Shadow...—al entregarle las carpetas sus dedos rozaron los suyos y el sonrojo en la joven fue evidente.

—Claro, dame un momento—abrió la primera carpeta y le dio una hojeada, al abrir la segunda hizo lo mismo y con las otras igual—Muy bien, todo en orden—Para suerte de ambos, ya tenía un sello con su firma para facilitar el proceso—Listo—al entregarle de nuevo los archivos, esta vez evito el contacto con sus manos—Gracias Cream, eres muy amable—.

Aunque decepcionada, ella solo sonrió y salió de la oficina a continuar con sus labores. De nuevo a solas Silver se sintió un poco incómodo ante lo que acababa de presenciar.

Quizá eran imaginaciones suyas —no era la primera vez que pensaba erróneamente sobre alguien— y Cream solo estaba siendo amable con él.

Fuese lo que fuese decidió que no era momento de pensar en ello y debía continuar con sus actividades.

Media hora después —y para su propia sorpresa— su escritorio estaba limpio y su computador libre de pendientes. Aún restaban dos horas para salir y recoger a Amy en su departamento para ir a sus diligencias.

Pensó durante un momento en que podía invertir su tiempo y removió entre sus cajones por algo que acomodar o simplemente pudiera entretenerle. En el fondo, detrás de todos sus materiales de trabajo y carpetas de pendientes, descansaba su sketchbook que había olvidado que tenía.

Lo tomó con cuidado para darle un vistazo; en su mayoría las gruesas hojas estaban en blanco, porque el material que debía utilizarse eran acuarelas o esos rotuladores a base de alcohol.

La idea de dibujar algo le vino a la mente; podía hacer un dibujo rápido con las acuarelas que tenía guardadas en otro de sus cajones y dejar que el tiempo pasara; o solo podía ponerse a limpiar su oficina y aprovechar el tiempo.

No pasaron más de dos minutos para abrir otro cajón y sacar su estuche dispuesto a recordar su época universitaria y dejar que la creatividad fluyera otra vez.

Tenía mucho tiempo sin pintar algo bonito; normalmente sus dibujos se limitaban a los trabajos en la empresa y cuando hacía algo por gusto solo era algo sencillo a lápiz que terminaba en la basura porque no era relevante.

Hubo una época en la que soñaba con ser un gran acuarelista y vivir de su arte; incluso había ganado algunos concursos regionales y de la universidad, sus maestros insistían en que tenía un gran futuro por delante y que su talento era digno de admirar.

Muchas de sus obras descansaban en las paredes de su antiguo hogar y otras tantas en casa de su madre.

Abrió el estuche y tomó uno de sus pinceles; no tenía nada en mente, pero sería divertido improvisar. Una línea aquí, un óvalo acá. De pronto el color rojo le vino a la mente.

—Amy...—ella y el color rojo eran una especie de sinónimo que en su cabeza tenía sentido.

Entonces pensó en llamarla y saber como estaba y si seguía en pie su idea de acompañarlo. Al presionar la tecla marcar se sintió levemente nervioso al esperar que ella respondiera.

—¿Hola?—Amy respondió y de fondo el ruido de agua cayendo le dio a entender que estaba tomando un baño.

—Eh, Amy... ¡lo siento, lo siento! solo quería saber cómo estabas—se justificó—Lo siento, te dejaré tranquila...—a punto de colgar, el ruido del agua cesó.

Tranquilo, está bien... he terminado—Ella respondió—Estoy bien, no me quejaré... ¿qué tal estás tú?—.

Más tranquilo Silver suspiró.

—He terminado todo el trabajo y estoy al día—relató—Y... no sé... deseo dibujar un rato—Aún con el pincel en mano, dudó en preguntar—Amy... ¿qué te viene a la mente cuando piensas en el color rojo?—Preguntó.

Para Amy ya no era inusual que el hiciera preguntas sin un contexto particular; aún con todo le parecía enternecedor la forma en que podía distraerse incluso más fácil de lo que ella lo hacía.

Pienso en tulipanes—respondió.

Con Silver daba lo mismo hablar del clima o de la inmortalidad, siempre se las arreglaba para cambiar el tema de formas hilarantemente insospechadas.

Con la respuesta de ella en mente tuvo claridad; un jardín lleno de tulipanes rojos podía verlo en su mente y pronto estaría en el papel.

—Gracias, Amy... ¿Paso por ti a las 6:00?—.

Sí, no veo porque no...—.

Y tras despedirse centró toda su atención en dibujar aquella imagen que Amy planteó.

Naturalmente el no hubiese asociado los tulipanes con ella, en todo caso habría pensado en rosas rojas, algo que consideraba iba mas acorde con la imagen que tenía de ella.

Pero ese era otro asunto y aquí lo importante era dibujar.

Después de terminar el boceto ahora solo restaba poner color.

Una tonalidad aquí...

Otra por allá; dejarse envolver por la sensación que las pinceladas le brindaban le hacía sentir fuera del mundo.

Era como vivir en las nubes y moldearlas a su gusto; una sensación difícil de describir pero que le ponía feliz.

El tiempo pasaba volando y nada importaba cuando estaba pintando.

Al terminar dejó el cuaderno sobre el escritorio y dejó que este se secara. Miró el reloj en su celular y aún le restaban 40 minutos para ir por Amy.

Tiempo suficiente para dejar que la pintura se secara y poder darle ese pequeño presente como símbolo de su amistad.

Jamás le había obsequiado una de sus pinturas y recién se daba cuenta de este detalle; incluso a Shadow le había entregado una en algún cumpleaños que no recordaba y pese a su poca expresividad este lo exhibía en su oficina.

La punzada de culpabilidad le dio consciencia de lo mucho que había descuidado su amistad con Amy y todo el tiempo que perdió sumido en su relación con Blaze.

Amy nunca se hubiese prestado para provocarle problemas con su ex-novia y aún así se tenía mal. Había dejado su amistad de lado y se habían perdido muchos momentos divertidos.

Ahora que lo pensaba con detenimiento el nunca había conocido algún novio de Amy, al menos no nada serio y eso lo extrañó un poco.

Sabía —porque alguna vez le escuchó comentarlo con Sonic— que tenía citas ocasionales, pero nada lo suficientemente serio como para considerarlo como un novio.

Era extraño, ella era muy linda y bastante amable; también era atenta y excelente cocinera lo cual —según su lógica— la volvía un excelente partido.

¿Por qué alguien se privaría de salir con una chica como Amy?

—Que tonterías piensas, Silver—se reprendió a sí mismo al pensar en la vida amorosa de su mejor amiga y alejó aquellos pensamientos porque no eran asunto suyo.

Si Amy no quería un novio o una pareja no iba a juzgarla ni tampoco le preguntaría la razón. Entendía que era su intimidad y que quizá se sentía mejor de ese modo.

Sí, seguramente era eso, quiso pensar y tomó de nuevo aquel dibujo dispuesto a firmar su trabajo con su nombre y fecha.

Al guardar el dibujo en un dosier de color café, recogió sus cosas para dejar su oficina en orden.

10 minutos después salió de ahí, encontrándose con Shadow en el camino quien no parecía muy contento.

Ambos se observaron, Silver le dio un amago de sonrisa y Shadow lo ignoró como era su costumbre.

Al llegar a la puerta, este último espero a que saliera para cerrar con llave la entrada del edificio. Al cerrar de nuevo le sonrió a su colega deseándole una buena noche.

—Nos vemos mañana, Shadow—le dio la espalda y tecleó el número de Amy para indicarle que estaba de camino a su hogar.

Sin darse cuenta la mirada penetrante del moreno estaba sobre él como un par de cuchillos que amenazaban con ejecutarlo.

No era raro que Shadow le mirara de ese modo así que no dudó en preguntar si se le ofrecía algo más.

—Te escuche decir que visitarás a Rose...—iba directo y sin aditivos como era típico en Shadow.

Silver no tenía motivos para mentir así que confirmo sus palabras con un movimiento de cabeza; visitaría a Amy, si.

No tenía nada de raro, ¿No?

Y los ojos rubí seguían sobre él sin perder detalle de sus expresiones, intimidándole.

—¿Sucede algo, Shadow?—dudoso se animó a preguntar.

Y el que su compañero no respondiera fue una señal de interés. ¿Por qué a Shadow le interesaría algo así en primer lugar? Hasta donde sabía el no era alguien que se molestara en preguntar por la agenda social de los demás, incluidos ellos tres.

Incluso se atrevía a pensar que secretamente se alegraba de que ninguno de ellos intentara socializar con él.

—En lo absoluto...—respondió para darse la vuelta y empezar a alejarse de el sin despedirse.

Visiblemente confundido, decidió que no indagaría mas al respecto. No tenía tiempo para cuestionarse que rayos pasaba con Shadow pues perdería su reservación.

Dentro del auto encendió la radio y la estación pop ayudó en gran medida a que se olvidara de ese asunto tan peculiar.

Siete minutos después apareció frente a la puerta de la joven y llamó un par de veces al timbre.

La puerta se abrió y Amy salió con su bolso al hombro y le dio un saludo poco efusivo.

—¿Todo bien?—incluso alguien tan distraído como él podía notar que ella no parecía sentirse bien.

—Sí, estoy bien...—al subir al auto, Silver sintió la tensión en el ambiente.

Sabiendo que Amy no tenía razones para mentirle, decidió no volver a insistir.

El camino al restaurante fue silencioso; y pese a intentar en mas de una ocasión iniciar una conversación ella estaba lo suficientemente distraída como para responderle de forma habitual.

Algo estaba molestándola, de eso no le quedaba duda alguna.

Bajaron del auto aún en silencio; en la entrada un hombre amable —posiblemente el gerente— les dio la bienvenida antes de iniciar el recorrido.

Aquel recinto, además de ser un restaurante contaba con un salón de eventos con estilo francés.

Las mesas y candelabros combinaban de forma perfecta y la iluminación le recordaba a una película romántica.

—¿Cuántos invitados integrarán su velada?—el hombre le pregunto.

Su madre había dicho 20; eso sumado a los invitados que el quisiera agregar.

Al ser alguien de un círculo social muy reducido, no sería un número muy elevado.

—Veinticinco—al tomar nota, el hombre le entregó el menú—Por favor, elija los platillos que desea en su velada...—

Con tantas opciones —y poco conocimiento— no supo que elegir en un primer momento.

—Amy—Hasta ese momento ella estaba distraída observando la decoración del lugar—¿Crees que podrías ayudarme a escoger un menú adecuado?—.

Si se basaba en sus precarios conocimientos sobre gastronomía terminarían comiendo pizza de microondas y esas comidas en 5 minutos que hacía con regularidad.

—¿Estás seguro?—era una decisión importante, no quería intervenir en aquel compromiso pues significaría restarle mérito a sus decisiones.

—Debo insistir—seguía firme en su idea, la gastronomía no era lo suyo y de algún modo u otro debía integrarla a la ecuación.

Quizá era un poco egoísta de su parte el pedir algo de esa magnitud, pero confiaba ciegamente en que ella tomaría una decisión más que estupenda.

Si algo conocía de Amelia Rose era lo fácil que le resultaba hablar de cocina e ingredientes. Para ella era un pasatiempo, casi un placer.

—De acuerdo...—decidió que sería cortés con su amigo, después de todo era un día especial y no quería importunarlo con su negatividad—Puedes tomar escalopes cocidos a la vinagreta...—ella hizo una mueca al ver el menú—Tortellinis de langosta...—seguía leyendo y Silver sonreía.

Ella seguía escogiendo comidas hasta finalmente llegar al postre.

Había armado todo un menú balanceado y en esencia delicioso con el que Melinda estaría complacida.

—Gracias, Amy—.

—No hay de qué...—de nuevo su atención se centró en el arte de aquella sala de reuniones—Es tan bonito...—abstraída por tanta decoración y gusto elegante.

Cualquiera que hubiese diseñado ese sitio le podría dar 5 estrellas.

—¿Quieres quedarte a cenar?—preguntó, amable—Es lo menos que puedo hacer por arrastrarte a esto—bromeó.

Sabiendo que no podía negarse, ambos salieron de aquella sala y tomaron asiento en una mesa alejada de la multitud.

Cuando otro de los meseros llegó a su mesa, Silver tomó el mando —por increíble que pudiese parecer— y ordenó risotto, gazpacho de espárragos y filete término medio.

—Esto... Silver... No es necesario que hagas esto, en serio—le preocupaba un poco que él gastase demasiado dinero en comida.

Menos si lo gastaba en ella.

—Un gusto no tiene nada de malo—el respondió y el deja vú que eso le produjo le mareó.

Una frase muy similar, en un contexto casi igualitario.

—¿Te sucede algo, Amy? Has estado actuando raro toda la velada...—la voz de Silver le trajo de nuevo a la realidad y se reprendió mentalmente por preocuparlo absurdamente—Si algo te esta molestando puedes decírmelo, de verdad...—.

Cosas que le molestaban había muchísimas.

Tantos problemas, tantas situaciones que sobrepasaban sus límites de tolerancia y que le obligaba a fingir que nada sucedía por temor a empeorar mas las cosas.

No quería que Silver se enterara de lo mucho que le dolía mirarlo a la cara luego de recordar aquel incidente en el que terminó de traicionar su confianza.

Tampoco se sentía mentalmente estable como para ayudarlo a organizar un festejo tan íntimo y familiar; pero no iba a decirle que no.

Aún cuando su sentido común le rogaba por huir y encerrarse en su habitación por la ansiedad que estar en un sitio tan concurrido le producía.

Ni tampoco cuando la culpa y todos esos malos sentimientos se apoderaban de su corazón por traicionar al único amigo que le quedaba.

Se sentía como una perra rompecorazones...

Porque lo era, sin duda alguna no era mas que una maldita insensible que aplastaba los sueños de todos desde que vino al mundo, empezando por sus padres que se vieron obligados a casarse porque ella venía en camino.

Era una perra rompecorazones porque ella terminó con Mighty —y se alegró secretamente— cuando él ingresó a la universidad y tuvo que mudarse.

Se odiaba...

Y se odiaba más al pensar en lo mucho que sus abuelos habían sufrido luego de que sus padres murieran y estos se hicieran cargo de ella. Todas esas peleas legales y el miedo constante a que les quitarán su custodia.

Era la peste en tonalidades rosadas...

Había roto el corazón de Shadow con sus idioteces y dejó a Sonic con un corazón roto también.

¿Podía ser mas mezquina?

—¿A-Amy?—Silver advirtió en las lágrimas que se escapaban de sus mejillas—¿Estás bien? ¡Por favor no llores! Dejaré de hacer preguntas tontas, lo prometo... Pero por favor no llores, lo siento Amy... no quería que te sientas de ese modo, Chaos... Soy un idiota—.

Ahora el se culpaba y sus palabras produjeron exactamente el efecto contrario. Logrando que las lágrimas corrieran con mas fuerza y molestia.

Estaba arrastrando a alguien inocente a su círculo de crisis y decadencia emocional...

¿Podía ponerse peor?

—Amy por favor—Silver de nuevo le habló—Sabes que si lloras, yo lloraré—y lejos de ser una amenaza sin sentido los ojos color ámbar de su acompañante se tornaron acuosos porque se estaba esforzando por no llorar...

Y si antes tenía dudas de si era una perra, ahora lo confirmaba al 100%.


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Después de media hora salió de aquella oficina con mas preguntas que respuestas; mientras que en el bolsillo trasero de su pantalón descansaba un sobre —ahora arrugado y maltratado— con billetes de alta denominación como pago adelantado por el acuerdo que acababa de aceptar.

Storm le esperaba dentro del auto mientras se comía una hamburguesa.

Tomó asiento justo a su lado y el fortachón le sonrió entregándole una también.

—¿Cómo fue todo?—quiso iniciar una conversación, aunque Jet no estaba para esas cosas.

Sin mediar palabra tomó aquel alimento y le dio una mordida y luego otra de forma brusca dejando que aquel sabor grasiento envolviera sus pensamientos por unos minutos más.

Había aceptado aquel trato y ahora tenía mas dinero del que alguna vez había obtenido en alguno de sus "trabajos" lo cual significaba que había hecho la elección correcta.

¿No?

Por años estuvo detrás de un idiota sin remedio que no valoró sus esfuerzos por hacerle feliz y protegerle de sus propias mierdas.

Y ahora estaba sentado en el estacionamiento de un edificio lujoso con un sobre lleno de dinero y la sensación de que la había cagado hasta el fondo.

Storm estaba a su lado fielmente en silencio en la espera de que su jefe decidiera que era momento de hablar.

Algo pasaba sin duda alguna y con el tiempo había aprendido que la paciencia era una virtud y que debía emplearla con Jet.

El señorito estaba cansado, de notaba con solo verlo en su mirada; y el tic nervioso que le acompañaba al comer.

Lo que sea que hubiese sucedido no pintaba para ser una buena noticia.

Miró a su subordinado por una fracción de segundo y este a su vez también le miraba de reojo, incrédulo.

—Storm—Al fin habló y el aludido esperó—¿Alguna vez has tenido la sensación de que no importa cuanto te esfuerces, siempre habrá una piedra en tu zapato?—no esperaba una respuesta, mucho menos tenía en claro que era lo acababa de preguntar —Creo que la he cagado...—.

—Todo tiene solución—no era fácil romper el espíritu del robusto—Estoy seguro que sea lo que sea, conseguirás solucionarlo—Le sonreía con simpatía y a Jet solo le quedó un vacío en el pecho luego de tan pocas palabras.

No merecía a un amigo como el, eso era todo...

—Vamos a casa, necesito algo de beber—.

Sin protestas obedeció a su líder y encendió el auto un momento después. El camino silencioso no hizo sino aumentar ese sentimiento de preocupación por la actitud tan poco comunicativa del joven verde.

No era usual que guardara silencio por tanto tiempo, incluso cuando estaba molesto o preocupado, Jet tenía esa extraña manía de hablar hasta por los codos. Siempre había algo que decir.

Algo de lo cual quejarse y maldecir en todo la extensión que su léxico le permitiese expresar.

Estar en ese prolongado silencioso era un claro indicativo de que cosas malas se avecinaban.

Al llegar a la guarida ambos bajaron y Jet solo se encerró en el desastre de oficina sin intenciones de hablar.

No le interesaba el olor a vómito y a alcohol fermentado. Nada era importante en ese momento; sacó de su bolsillo aquel sobre con dinero y lo lanzó sobre su escritorio, colérico.

Quiso gritar, maldecir con todas sus fuerzas y después destruir su existencia con mas alcohol y analgésicos para olvidarse de sentir.

Pero no se movió; no hizo ni un solo movimiento después de esto y se quedó ahí parado observando el escritorio frente a él.

¿Por qué su la vida tenía que ser tan estúpidamente complicada?

Estaba frustrando; harto de tener que lidiar con aquellos sentimientos que nunca le habían traído nada bueno a su vida y solo aumentaban su miseria individual.

Storm siempre decía que el amor te vuelve libre, que ese sentimiento de calidez en el interior siempre trae consigo bendiciones y felicidad.

Irónicamente amar a Shadow solo le había traído desgracias.

Porque siempre supo que no iba a corresponderle y aún así de aferró.

Sin importar que tan pusilánime se sintiera consigo mismo; aún perdiendo su dignidad en el proceso.

Todo deje de esperanza...

De nuevo miró aquel sobre y sintió ganas de reír sin gracia, consciente de pronto de lo que acababa de hacer.

Debía darle fin...

Porque seguir gritando a solas por besos que solo imaginó solo iba acabar con él.

Los ecos de un amor que nunca fue...

Que de nuevo le provocaron ganas de llorar como un chiquillo con el corazón roto y las esperanzas perdidas de un mañana que nunca vendría.

Porqué no tenía el valor...

—Control, Jet, control...—se abofeteó para que las lágrimas dejasen de salir.

Sentado en su escritorio se permitió suspirar.

Aspirando el aroma de todo lo asqueroso que había en su oficina, aunque eso no le importó.

Del cajón tomó una agenda y un cigarrillo para encenderlo de mala gana y garabateó la fecha del día consciente de que el tiempo en su misión empezaba a correr.

"Dos semanas" había dicho el tipo; solo le daría dos semanas para cumplir su cometido y luego todo terminaría de una vez por todas para el y Shadow.

Porque se lo entregaría a ese infeliz y ambos lo verían acabado...

¿Eso quería, no? Ver a Shadow sufrir; sumido en su propia miseria con tal de pagar todo el daño que les hizo.

Shadow lo merecía...

De verdad que se merecía pudrirse en lo más profundo del averno y arder ahí por toda la eternidad.

Entonces...

¿Por qué seguía sin sentirse satisfecho? Tenía dinero y la plena certeza de que el bastardo pagaría por todo el dolor que le causó.

Y aún así...

Aún así, en el fondo de su alma podrida y desdeñosa no quería que ese maldito sufriera.

Maldita sea...

¿Por qué seguía aferrándose a ese imposible? De pronto todas las instrucciones que ese tipo le había brindado dejaron de tener sentido y solo podía pensar en lo mucho que habría deseado decirle que no.

No obstante, también estaba esa sensación aplastante y mierdera que solo quería venganza.

Esa que quería que pagara por todo pasarse su dignidad por el culo todos esos años y el poco interés.

Jet sabía que era lo que debía hacer; aunque eso terminara de aplastarle el corazón.


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Llegar a su casa era una sensación que le pesaba; pero decidió ignorarlo porque el cansancio era mucho más grande que cualquier otra cosa en ese momento.

La oficina, Mephiles y sus propios sentimientos se podían ir a la mierda por lo que restaba de la noche.

Necesitaba dormir y eso era todo.

Después del fiasco en el que se había convertido su vida los últimos días su capacidad para dormir parecía haber desaparecido y ya le estaba cobrando factura a su sanidad mental.

Haber aceptado acostarse con esa molesta mujer no hizo sino aumentar sus sentimientos de rechazo y culpabilidad; porque sí, se arrepentía en grande de haberse cogido a la hermana del cabeza de rodilla.

Porque eso hizo, cogerse a una mujer sin aditivos y miramientos; de forma casi instintiva y poco pudorosa. Algo que estaba muy lejos de pertenecer a él.

Porque no era tan vulgar como el Faker como para dejar que sus instintos le dominaran y andarse con esas estupideces.

Pero pasó...

Y sentía mucho asco de sí mismo por ser un idiota primitivo.

Se dió un largo baño como si el agua pudiese enjuagar la inmundicia que sentía dentro de sí.

Al salir se lanzó en la cama y observó el techo durante un largo rato, dubitativo. Absorto en el cúmulo de sensaciones que asfixiaban su tráquea y no le dejaban respirar con naturalidad.

Qué estupidez...

Sentirse de ese modo le provocaba acidez, ganas de golpearse así mismo por ser un pendejo y dejar que algo como eso le dominara.

Porque había pasado años lidiando con ese sentimiento tan básico y creyó que podía solo prescindir de ellas con autocontrol.

Se había equivocado y ahora esa desagradable mujer buscaría la manera de sacar provecho de su desliz.

Algo que sin duda le provocó deseos de maldecirla sin dudar.

No supo en que momento se dejó arrastrar por esa estupidez, pero estaba seguro que se arrepentiría vilmente si de atrevía a andar por ahí hablando de más.

La información la volvía poderosa y lo triste es que mucha de ella la había obtenido de otras fuentes —que no podía eliminar—.

Aún con todo la perra tenía agallas como para atreverse a retarlo precisamente a él.

"¿Te aterra pensar que Amelia Rose no caerá ante tus encantos?" esa tipeja de burló.

Pero debía reconocerlo, la maldita tenía un punto y uno muy bueno en realidad.

"Debemos admitirlo... Sonic y tu se vuelven unas bestias carentes de cerebro cada que comparten un mismo espacio"

Le costaba admitir que eso podía llegar a ser verdad; el Faker le ponía de malas con su sola existencia y no ayudaba el hecho de que siempre iba por ahí haciéndose el gracioso a la menor oportunidad.

Quizá sonaba estúpido —porque lo era— pero verle solo le provocaba ganas de golpearlo.

Era como una fuerza invisible obligándole a tirarle los dientes y desaparecer esa sonrisa pretenciosa de sus labios.

Un comportamiento reprobable sin duda alguna, ante eso no tenía justificación.

El era mucho mejor que ese estúpido de piernas chuecas y no debía dejarse envolver ante sus absurdas provocaciones.

Le costaba trabajo, de eso no había la menor duda, pero se esforzaba muchísimo en que no se notara.

Era evidente que no estaba haciendo un buen trabajo si alguien como esa loca que estaba obsesionada con el podía notarlo a simple vista.

Y eso era lo que le cabreaba todavía más.

Ser incapaz de contener sus estúpidas emociones que pasaban de la euforia a la tristeza absoluta y le dificultaba controlarse.

"Sé realista" ella le dijo "Amy Rose no cederá ante ti... No sin que encuentres la manera de captar su atención".

Escuchar los consejos de esa mujer era perder el tiempo; aún sabiendo que nada de eso serviría optó por seguir escuchando hasta donde podía llegar.

"Debes ser mucho mas discreto" aconsejo "Conociendo a Amy, buscará la forma de evitar encontrarse contigo el mayor tiempo que le sea posible por temor y vergüenza"

Habló de muchas cosas que en este punto no recordaba, pero tenía razón en una cosa sumamente específica que le fastidió reconocer.

"Debes ser sutil..." fue su consejo y pese a que no la echó a patas en ese mismo instante esa mujer se permitió darle una última sonrisa antes de salir por cuenta propia de su hogar.

Después del shock inicial Shadow pensó en lo estúpido que debía verse en ese momento al tomarle tanta importancia a los delirios de esa loca mujer.

Sin embargo, sabía —muy a su pesar— que mentiras no había dicho y que en efecto, Amy le evitaría aunque la vida le fuera en ello.

Seguramente le creería enojado —en este momento ya no lo estaba— y no querría acercarse por temor a su reacción.

No la culpaba, cualquiera con dos gramos de cerebro era justamente lo que debía de hacer. Aunque ella no era cualquiera en su vida y necesitaba urgentemente hacérmelo entender.

El cómo era el dilema que aquejaba a su mente y para su pesar el sueño terminó por ganarle esta vez.


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Silver le miraba preocupado y con los ojos en igual de circunstancias; sabía que debía parar antes de que las cosas salieran de control y lo lastimara con su egoísmo.

Tenía tantas cosas en la mente que le era imposible fingir ante el; pese haberse esforzado y tratar de ser una buena amiga, las cosas tarde o temprano iban a reventar y lo sabía muy bien.

Todo ese derroche emocional mal encaminado y que su terapeuta le había recalcado solo le estancaba cada vez más y ahora, sumada a la lista de las desgracias de Amelia Rose, llegaban los Moore y sus posibles repercusiones.

Y no porque le preocupara el hecho de que trataran de convencerla de algo a lo que claramente se negaría. Sino mas bien el pensar en como esto afectaría la tranquilidad de los abuelos y como debían sentirse al respecto.

Miró a Silver de nuevo y este trataba desesperadamente de mantener el control de sus propias emociones. El era una esponja, siempre terminaba absorbiendo el humor de quienes le rodeaban y ella no era la excepción.

—Lo siento, Silver...—Cuando por fin se digno a hablar, trató de limpiar las lágrimas con el dorso de su mano—Es solo que... Hay demasiadas cosas en mi mente...—se sinceró.

—Sabes que puedes contarme—le instó—Hablarlo te hará sentir mejor y yo... Yo quiero que te sientas mejor—.

Definitivamente no merecía a alguien como Silver en su vida; siempre dispuesto a ayudarla aún cuando sabía que era una causa perdida.

Era su turno de ser menos egoísta y trató de arreglar todo el desastre que ocasionó.

—Hice algo malo, Silver...—sorprendida ante su propia sinceridad, ella continuó—Creo que herí a dos de mis amigos profundamente...—Shadow y Sonic llegaron a su mente—Y no tengo la menor idea de que debo hacer...—confesó.

Aunque silencioso, el le tomó de las manos en un apretón reconfortante. En ese momento nada de lo que el dijese la haría sentir mejor, pero saber que cómo mínimo le estaba escuchando ya era mas que suficiente en ese momento.

Que le diera apoyo moral era apreciable, sobretodo tomando en cuenta que no se sentía con la capacidad de brindarle toda la verdad.

—Todo saldrá bien—le aseguró—Cualquiera estaría mas que encantado de ser tu amigo—aseguró—Y si ese par no lo ve así es enteramente su problema—reafirmó.

Era enternecedor ver al albino tratar de apoyarla pese a todo; sabía que podía contar con él y eso le dio calidez.

—Gracias, Silv... De verdad lo aprecio—ahora fue su turno de sonreírle algo que el correspondió.

Cuando el camarero llegó con los alimentos ambos comieron en silencio.

Sabía que debía disculparse por semejante escena tan bochornosa, aunque no se le ocurriera ni como ni donde empezar.

Por su lado, el albino se debatía mentalmente sobre si debía o no preguntar cómo se encontraba.

Era evidente que la chica se sentía agobiada y que el y su manía por meterla en sus asuntos familiares solo habían contribuido a echarle mas leña al fuego de un modo u otro.

¿Qué sería lo correcto en todo caso? ¿Hablar? ¿Guardar silencio? Estaba debatiendo mentalmente los pros y contras de su dilema cuando el sonido del celular de su acompañante capturó la atención de ambos en la mesa.

Miró el aparato y al distinguir el nombre "Sonic" seguido de "llamando" algo en su interior revoloteó sin control.

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Continuará...
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