De nuevo, debo mencionar que esta historia cuenta con muertes explícitas, se ruega discreción.

Espero disfruten.


II RONALD

Bellatrix estaba frente a ellas, riendo maniaticamente mientras lanzaba maleficios contra Ginny, Luna y ella. Aunque había esquivado cada ataque, sabía que no estaba luchando bien, su mente divagaba entre hechizos y maleficios que había aprendido en libros prohibidos y la imagen del cuerpo inerte de Harry en los brazos de Hagrid.

A pesar de estar luchando, podía ver como George y Lee Jordan derrivaban a Yaxley, como Hagrid lanzaba a Walden McNair al otro lado de la habitación, Aberforth Dumbledore aturdiendo a Rookwood y Ron, Neville, Percy y el señor Weasley rodeaban a Thicknesse y otro mortífago que no pudo reconocer.

Lord Voldemort estaba cerca, siendo atacado por Minerva McGonagall, Horace Slughorn, Kingsley Shacklebolt y Remus Lupin. Los cuatro atacaban con agilidad y poder, pero no estaban ni cerca de derrotar al Señor Tenebroso. Este incluso lograba protegerse, atacar y lanzar unos cuantos maleficios a otros guerreros, que por una cuestión de suerte, no habían logrado asesinar a nadie.

Una luz verde pasó a su izquierda, no fue tan cerca, pero logró asustarla y hacerle ver que tenía que dejar de pensar en los otros, en Harry y enfocarse en la batalla. La bruja estaba divirtiéndose con ellas, como si fuera fácil luchar contra tres y decidiera jugar con sus presas. La mujer le repugnaba, sentía como la cicatriz causada por su tortura palpitaba como si reconociera a Bellatrix Lenstrange.

Una luz amarilla golpeó su hombro izquierdo, lanzó un grito de dolor, pero la adrenalina hizo que no se detuviera. Escuchó la voz de Ron, gritando su nombre, estaba alejándose de su padre y los otros, para acercarse a ellas y ayudarle. Le reconfortaba saber que Ron iba a estar con ella, batallando juntos como lo habían hecho desde primer año.

Su mente, ahora más enfocada, pensó en el maleficio de un libro de la sección restringida, de esos que Dumbledore había sacado de la biblioteca y lo lanzó hacia su oponente, que alcanzó a esquivarlo por poco.

- ¡Insolente sangre inmunda! - gritó Bellatrix entre enojo e histeria - ¿quieres otra sesión de tortura?

Bellatrix lanzó una Maldición Asesina y la luz verde que brotó de la varita de su contrincante pasó a solo un par de centímetros de Ginny, que alcanzó a mover un poco su cabeza.

- ¡MI HIJA NO, PERRA!

El grito de la señora Weasley era autoritario y fuerte, pero no alcanzó a llegar a Bellatrix antes que Ron que con agilidad se colocó frente a Hermione, Luna y Ginny.

- ¡No volverás a tocar a Hermione! - la enfrentó el pelirrojo - nunca más.

Hermione sintió un escalofrío al ver como Ron se enfrentaba a la mano derecha de Lord Voldemort. Quiso dar un paso al frente y luchar junto a Ron, pero este movió su mano dejando en claro que no quería ayuda. Hermione agarró el brazo de Ginny con una mano y con la otra sujetaba su varita como si estuviera lista para intervenir. La señora Weasley sujetó el otro brazo de Ginny y al igual que Hermione tenía su varita, lista para la batalla.

- ¿Qué tenemos aquí? - rió Bellatrix con evidente maldad - un traidor enamorado, ahora podrás seguir el camino de tu hermano y dejar a tu madre sin otro hijo.

No hubo tiempo para intervenir, Ron empezó a lanzar un hechizo tras otro, con una agilidad que Hermione jamás había visto en él. Bellatrix tardó en reaccionar, sorprendida de que el generalmente reactivo amigo de Harry Potter no se sintiera afectado por sus palabras.

- No podemos dejar que luche solo - sollozó Ginny sujetada de su madre.

- Si intentamos ayudarle podemos distraerlo y perder - murmuró Hermione que obviamente estaba considerando todas sus posibilidades - si lanzamos hechizos, puede caerle una maldición a él o podemos armar un escudo que por error ayude a esa asquerosa harpía.

- Tenemos que darle alguna ventaja - insistió Ginny.

- Apunta al piso, atrás de Bellatrix - sugirió Ginny - es imposible que el hechizo llegue a Ron y...

- ... hará que Bellatrix se tropiece - terminó Molly apuntando con su varita.

El hechizo fue certero, medio metros atrás de Bellatrix, que ni siquiera notó como las piedras a sus pies se deformaban. Ron aprovechó el momento de avanzar para que la bruja psicópata retrocediera, lanzando un hechizo enceguecedor que obligó a Bellatrix a dar un paso atrás, haciéndola tropezar con las piedras que Molly había deformado.

Ron no se confió, lanzó un hechizo asfixiante justo al pecho de Bellatrix y Hermione se sorprendió de notar que Ron si la estaba escuchando cuando le comentaba sobre hechizos que podrían serles útiles en caso de una batalla. El gritó de Bellatrix se escuchó por un segundo antes de ser ahogado por el hechizo que le quitaba el aire de su cuerpo. Al fin la protagonista de sus últimas pesadillas iba a desaparecer para siempre y todos gracias a Ron.

- ¡Ron! - gritó Ginny sacándola de sus pensamientos - No, Ron.

Bellatrix había alcanzado a hacer un último movimiento, lanzando un objeto a Ron que lo hizo caer al piso. Hermione se soltó de Ginny y corrió hacía el pelirrojo sin importarle si alguien podía atacarla. Hermione no escuchó el gritó de Lord Voldemort por la muerte de Bellatrix Lestrange, ni como Harry salía de debajo de su capa de invisibilidad y lo encaraba para que este no lanzara un hechizo contra a Hermione que estaba pegada al cuerpo de Ron.

En el pecho del pelirrojo había una daga incrustada, idéntica a la que Bellatrix había utilizado en ella, la misma con la que Dobby había muerto. Una daga gemela y si contaba con las mismas cualidades que la de su hermana, estaba tan maldita que ella na podría hacer nada por Ron. Intentando olvidar el hecho de que sabía que no funcionaría, Hermione extrajo la daga del pecho de Ron y empezó a lanzar todos los hechizos de medimagia que conocía.

- Hermione - tosió Ron con sangre en la boca - ella... ella.

- No, Ron, no - sollozó Hermione abalanzándose sobre el pelirrojo - no.

- Nunca más va a... a hacerte daño - balbuceó Ron - nu.. nunca m... más.

- Ron - rogó Hermione - Ron, no me dejes.

Entre sus brazos, Hermione sintió como Ron dejaba de respirar y sin importarle lo que pasaba a su alrededor, se aferró aún más al pelirrojo y empezó a llorar desconsoladamente.


Mira las estrellas, escribe un poema y salta en un pie.

Simona Polle