Me desperté antes que la alarma para ir a la escuela, proseguí a desactivarla silenciando el teléfono, me gire para poder observar el techo y me senté en la cama mientras veía el sol salir. Hoy me desperté un poco más muerto que de costumbre, con el estómago vacío pero sin hambre, y sin saber exactamente qué hacer.
Sintiéndome estúpido por lo que había hecho.
— ¿Cómo podría disculparme? —Murmuré agobiado mientras pasaba mi mano entre mi pelo— Perdí el control de mis emociones, si —Intenté armar un argumento en voz alta— Pero… ¿Cómo justifico empujarlo? Ni siquiera tiene… pies y cabeza este asunto.
Me hundí debajo del enredón, intentaba entender mis sentimientos pero no llegaba a poder ordenar las palabras en mi cabeza, todo era un remolino lleno de miedo, enojo y tristeza. Sentía como la vida me había arrebatado todo lo que era para mí, pero tampoco sé que pasara ahora. El corazón se me estrujaba, ¿Fue un ataque de celos? Nunca antes los había sentido.
Espera, ¿quitarme? Si era justo lo que quería, estaba agobiado de estar con Tweek y que la gente me mirara como si fuera un espectáculo; Quería ser invisible y lo conseguí. ¿Pero a qué precio?
Me senté en la cama observando el silencio de la habitación y la puerta de entrada, no conseguía generar una idea o conseguir la voluntad para afrontar toda esta situación.
— ¿Sabes qué? —Exclamé en voz alta mientras de un salto me pare en mitad de mi habitación— Me importa todo una mierda.
La alarma no iba a sonar, me vestí y baje a hacerme el desayuno. Mientras calentaba el agua para hacer té, escuché pasos suaves descender del primer piso. Mentalmente me preparé para el castigo de mis padres, pero al girarme solo me encontré con unos ojos cansados… pero molestos.
— ¿Qué fue lo que paso? —Preguntó mi hermana mientras se sentaba en la mesa y señalaba su taza de cebra— ¿Por qué nadie quiere decirme nada?
Entendí la señal y prepare el desayuno para ella también, deje las tazas de té en la mesa y algunas galletas que había dejado la señora Tweek ayer en la tarde— Simplemente cosas de adultos.
—Tú no eres adulto.
La mire, realmente estaba preocupada— ¿Mama te dijo algo? —Negó con la cabeza— ¿Y papa?
—Nadie me dijo nada, ¿no escuchas cuando te hablan? —Contestó prepotente— ¿Por qué mama se durmió llorando?
La pregunta me perforo el corazón, no estaba listo y realmente no supe como reaccionar—No es tu puto problema.
—Vete a la mierda, Craig. —Hizo un gesto obsceno y volvió a preguntar— ¿Tiene algo que ver con Tweek?
Me levanté de repente y golpee la mesa con todas mis fuerzas, tirando el té sobre la mesa— ¡Lo empuje! ¿Eso querías oír? —Bajé la voz —Lo empuje.
Ella miro en silencio, por primera vez su vista se veía confundida y las lágrimas comenzaron a formarse en sus ojos. ¿Cuándo iba a detenerse todo esto? Mi hermana se levantó y Salió corriendo hacia el dormitorio de mis padres.
Simplemente tome mi mochila y Salí por la puerta de la cocina, hacia el patio. Salte la verja de los vecinos y camine hacia la calle, ojee mi celular y aún faltaba una hora para entrar a la escuela. Fije como destino un callejón en el centro de South par, y trote hasta llegar a él.
Unos minutos por la cuidad y finalmente llegue a destino. Me senté en el piso sucio y permanecí ahí. Pude ver como los copos de nieve volvían a caer sobre la cuidad, apenas estaban abriendo los locales y no había niños en los alrededores.
No sabía qué hacer, en mi mente solo tenía una bola de estambre sin principio ni fin que rebotaba de un lado a otro. Entiendo, en parte, lo que eta sucediendo.
Me vi en una posición nueva donde había sentimientos nuevos y no supe con reaccionar. Eso tiene sentido, algo irreal, pero sentido al fin y al cabo; Pero estoy reaccionando demasiado mal a la mínima provocación.
—¿Hola? ¿Craig?
Me sobresalte, gire mi vista y ahí estaba el niño judío, con un aspecto preocupado e intrigado.
—Hey… —Salude sin moverme.
—¿Oye, estas bien?
—No es asunto tuyo.
Kyle se sentó a mi lado y puso su mano sobre mi hombro —Se que no somos los mejores amigos, pero quizás pueda ayudarte.
—No tienes idea de lo que paso.
En ningún momento estábamos sonriendo, nuestros gestos eran neutrales. El judío reviso su bolsillo y saco su teléfono, esculco un poco y me mostro unos mensajes— Ya eres tendencia. ¿Rompieron con Tweek?
Me congelé— ¿Qué?
Revise el teléfono y no podía creer lo que estaba viendo. Volvíamos a ser tendencia en el pequeño pueblo de South park.