—Sí, todo está bien.
—¿Segura? Tu voz se escucha algo apagada.
Mikasa aclaró su garganta antes de continuar.
—Ya te he dicho que estoy bien. No debes preocuparte, mamá. Te marco otro día. Te quiero, adiós.
Colgó y arrojó su celular sobre la mesita de noche. Posteriormente, caminó hacia la pequeña sala de estar, se lanzó al sofá y tomó su plato lleno de fideos instantáneos.
No todo estaba bien.
Suspiró junto a una mueca y dejó los fideos a un lado. Su madre no estaría muy contenta si viera su cena. Mikasa miró su desaliñado apartamento. Contenía lo necesario para una persona, pero no en las mejores condiciones. Aunque, no podía exigir mucho con un precio tan barato.
Trató de distraerse viendo la televisión pero no dio resultado. Se recostó en el sofá observando fijamente el techo mientras escuchaba las voces del desconocido programa. Proyectaba su estadía en Paradise como la oportunidad de sobresalir y poder ayudar a su familia, mas no fue así.
Llegó a la gran ciudad gracias a una beca que con mucho esfuerzo consiguió. Estudiar en la universidad de Paradise era su sueño. Sus padres al enterarse, no ocultaron su emoción y con cálidos abrazos, la felicitaron. Su hija tendría la oportunidad que ellos no pudieron tener. Al llegar a la ciudad, Mikasa se enteró que la beca solo cubría los gastos escolares y todo lo que estaba fuera de ello, no lo cobijaba. Pensó en pedirle ayuda a sus padres pero al recordar que la situación del pueblo y su familia no era la mejor, no podía darse el lujo de pedirles una residencia. Sin embargo, no desistió de llamarlos, y les contó todo, asegurando que podría manejar la situación. El tener casi veinte años le indicaba que debía ser más independiente.
Logró conseguir un trabajo en una cafetería y en un restaurante para tener dinero suficiente para subsistir. Su pequeño apartamento no era el más elegante, ni mucho menos el más bonito, pero su precio era bajo y su ubicación era en un vecindario seguro, cerca de la estación de metro y de autobús.
Desechó el resto de fideos —mentir le había quitado el hambre—, lavó los platos y se dirigió a su habitación. Encendió su celular y observó la foto que tenía con sus padres de fondo, se prometió a sí misma que a final de semestre los visitaría, pero por ahora solo se concentraría en mantener la beca. Verificó su alarma y se dispuso a dormir, mañana sería un largo día.
(***)
Mikasa odiaba los lunes. No por el hecho de que fuera el primer día de su larga semana (solo una parte), lo odiaba por ser su día de mala suerte cada semana.
Al salir de su apartamento, el dueño del edificio le recordó que debía pagar la renta la próxima semana, ella solo asintió y siguió su camino. Suspiró al recordar que aún no tenía el dinero completo. Continuando con su pésima suerte, el metro se retrasó, lo que provocó que llegará tarde a clases.
—Mikasa, ¿estás durmiendo bien? Luces agotada —comentó Sasha, mientras se dirigían a su próxima clase.
—Eso trato.
—No deberías sobre esforzarte tanto.
—Lo intentaré.
Sasha le dedicó una sonrisa y Mikasa una mirada cálida. Valoraba que su amiga se preocupara por ella.
Después de terminar sus clases, se encaminó a su primer trabajo.
A las tres y media de la tarde, la cafetería se hallaba abarrotada de gente. Todo el personal estaba ocupado, caminando de un lado a otro sirviendo café y preparando sándwiches o postres. Mikasa trotaba de mesa en mesa tomando y sirviendo pedidos. Se sentía agotada, lo único que quería era dormir y despertar el siguiente año.
La tienda fue quedando vacía con el pasar de la tarde para alivio de todos. En ese entonces, Mikasa se acercó a limpiar una de las mesas. Mientras lo hacía, accidentalmente dejó caer uno de los vasos plásticos al piso. Lamentablemente, el vaso aún contenía un poco de café, lo que hizo que ensuciara el piso y parte del zapato de un cliente que se encontraba concentrado leyendo un libro.
—Fíjate en lo que haces —le recriminó.
—Mis disculpas, lo limpiaré enseguida.
Antes de voltearse para buscar el trapeador, logró escuchar un "despistada" por parte de él.
—¿Qué ha dicho?
—Despistada —el extraño sujeto nunca removió el libro de su rostro.
Mikasa trató de calmarse, se sentía muy cansada para discutir con un cliente, simplemente fue al almacén de limpieza, tomó el trapeador y se dispuso a limpiar. Mientras lo hacía, Lisa, una de sus compañeras, se tropezó con ella, ocasionando que soltara el trapeador y el palo golpeara la cabeza del chico que cuidadosamente aseaba sus zapatos con un par de servilletas. Este último, quitó el trapeador de su cabeza y lo arrojó con desdén al suelo causando un estruendo que asustó a Lisa y sorprendió a Mikasa.
—Por favor, discúlpenos, fue un accidente —tartamudeo Lisa.
—Este lugar está lleno de empleados torpes e incompetente. No volveré aquí jamás.
Acto seguido, se levantó, tomó su libro y se dirigió a la salida, no sin antes dedicarles una mirada fulminante a ambas chicas. Mikasa no se cohibió, y la devolvió sin importar cuan profundos fueran sus ojos azules.
—Ese tipo da miedo —comentó Lisa nerviosa una vez que lo vio alejarse.
—Prefiero que no vuelva, ese tipo de clientes traen malas vibras al lugar.
Después de ese accidente, Mikasa siguió limpiando.
(***)
En su segundo trabajo pudo estar un poco más tranquila, por suerte el restaurante no solía llenarse los primeros días de la semana. Aunque en los fines de semana era un caos. Mikasa disfrutaba trabajar en el restaurante oriental. Se llevaba bien con el chef al ambos compartir sangre asiática, él era muy amable con ella y ella lo ayudaba en la cocina cuando el restaurante estaba lleno, sin importar que tuviera que hacer doble trabajo.
De un momento a otro, la campana de la puerta sonó indicando la llegada de un nuevo cliente. Aún somnolienta, Mikasa lo atendió. Curiosamente, el cliente portaba una capucha sobre su cabeza que ocultaba parte de su rostro. Pidió su orden para llevar y se sentó en una de las mesas cerca de la ventana, colocándose sus auriculares.
En lo que el chef preparaba la orden, Mikasa se dirigió a él para brindarle un vaso con agua en lo que esperaba. El restaurante tenía esa tradición. En el momento en que el cliente giró para agradecerle, Mikasa abrió sus ojos sorprendida al verlo sin la capucha.
—¡¿Tú de nuevo aquí, grosero?!
El joven se exaltó y miró a ambos lados, tratando de averiguar a qué persona desafortunada le estaban gritando. Se paralizó al notar que era él.
—¿Yo? —preguntó tímidamente, apuntándose con un dedo, pero Mikasa no lo escuchó.
—¿Vienes a quejarte del personal de este lugar? ¿O dejaras de venir aquí también?
—Disculpa, pero no sé de qué me hablas —trataba de calmarla, ignorando los ojos curiosos que los observaban— ¿te conozco?
Mikasa dejó de hablar y parpadeó rápidamente al analizar al chico; usaba lentes, sus ojos no eran del todo azules, su peinado era diferente e incluso su voz.
—Oh...
Intentó de justificar por su error, mas el llamado de su jefe indicando que la orden ya estaba lista no se lo permitió. Aún cohibido, el joven la siguió a la caja.
—Perdóneme —se disculpó, entregándole la orden—, lo confundí con una persona muy desagradable con la que me topé esta tarde. Debió ser por mi falta de sueño y el estrés que...
—Tranquila —la interrumpió— No te preocupes, entiendo. Solo trata de ser más cuidadosa la próxima vez —él le dedicó una leve sonrisa mientras pagaba su pedido. Mikasa gentilmente se la devolvió, aquel chico emanaba un aura agradable.
—Tenga buen día —dijo mientras el joven salía por la puerta.
—Igualmente —soltó, dedicándole un ademán de despedida.
"No sabes cuánto espero tenerlo" se dijo a si misma antes de darle la cuenta a otro cliente.
(***)
Llegó a su casa a las nueve de la noche. Entretanto buscaba cansinamente la llave para abrir, vio un sobre en la entrada.
"Señor milles, entiendo lo importante que es el dinero, pero una carta ya es demasiado"
Abrió la puerta y la lanzó sobre la mesa, ignorándola. Ya le pagaría. Colocó sus cosas sobre su cama y se dirigió al baño para darse una larga ducha.
Salió con su pijama puesta mientras se secaba el cabello con una toalla. Se encaminó a su calendario y vio sus deberes para mañana. Gruñó al leer que tendría que hacer horas extras en la cafetería para completar la renta.
Hizo sus deberes, estudió un poco y se dirigió a su cama para finalmente dormir.
Mañana también sería otro largo día.
(***)
Desde hace tiempo he querido escribir algo con esta trama. Pensé un One shot pero sentí que podía salir mejor un fanfic.
Espero le den una oportunidad, mucho amor y que este primer capítulo haya sido de su agrado. Este es solo el comienzo.
No sé exactamente cuántos capítulos tendrá, sin embargo serán más de 5 cofcofnocomosanotherlifecofcof .
Tratare de ser constante y lo digo porque en dos días empiezo clases virtuales (kill me pls) y estaré ocupada.
Tengo varias ideas para este fanfic así que estoy muy emocionada.
Bueno eso es todo.
Las quiere
Val