Advertencia: todos los personajes son de la gran Austen pero la historia es mía. Siempre me pregunté como vivirían sus pasiones los personajes de O&P, sin adaptaciones ni historias alternativas, trataré de seguir la línea de acontecimientos de la película de 2005, centrándome en las partes donde me habría encantado verlos flaquear un poquito más.

Si te ofenden este tipo de contenidos, te ruego que no lo leas, pero si también crees que corría electricidad entre estos dos desde el primer día, adelante, disfruta :)

Capítulo 1 "Conociéndola"

La primera vez que Fitzwilliam Darcy vio a Elizabeth Bennet, el mundo pareció detenerse por unos segundos. En un pestañeo, más rápido de lo que le habría gustado, logró advertir un peinado hecho sin demasiada pulcritud que dejaba entrever destellos castaños bajo la opaca iluminación que tenía la concurrida asamblea; un par de ojos chispeantes que más allá de bonitos eran hipnotizantes, marrones, brillantes, protegidos bajo una espesa capa de pestañas que al levantarse formaban una preciosa expresión en conjunto con las cejas arqueadas que enmarcaban su mirada y le daban ese aire de misterio, elegancia y auténtica seducción.

Nariz fina. Labios no demasiado gruesos, lo justo para no robarse el protagonismo pero sí para robarse otra clase de pensamientos vergonzosos de admitir en voz alta.

Un cuello largo que concluía con un par de clavículas bien definidas donde bien se podía depositar una decena de besos, o dos, o cien.

El vestido esmeralda se asía férreamente al par de pechos turgentes que sobresalían un poco por encima de la fina línea del escote, formando un diminuto canalillo que revelaba el inicio del tesoro oculto.

Cintura estrecha, cadera levemente pronunciada, como para asirse de ella con determinación mientras le contaba los lunares de la espalda.

Cuando cayó en la cuenta de lo inapropiado de sus pensamientos y de que el resto de la concurrencia, ignorante de sus observaciones, esperaba a que fuera presentado, sacudió la cabeza un instante y se limitó a pasear su vista alrededor del salón.

Las presentaciones fueron dadas, después intentó pasar desapercibido entre los demás sin tener gran éxito en el intento. Notaba el aumento de presión en su torrente sanguíneo cada vez que le asaltaba la imagen de la desconocida de hacía unos minutos, ahí, desprendiéndose por instantes de su bien construida moral, se imaginó recorriendo con su lengua un camino invisible desde sus labios hasta sus pechos, se preguntó un par de veces si los pezones que se ocultaban bajo la tela serían rosados o de tonalidad marrón, esperaba que fueran grandes, sensibles a sus dedos, a su lengua, a su entrepierna...

Entrepierna que palpitaba a esas alturas, de pura excitación. Menos mal el atuendo largo y formal de esta noche permitía el viaje libre de sus impuros pensamientos sin exponerse a miradas indiscretas.

Cuando Charles Bingley osó interrumpir sus cavilaciones, su rostro ya de por sí tenso, se tradujo a un rictus de incomodidad e indiferencia, y ante su insistencia por que socializara con los presentes, no le quedó otra alternativa que utilizar las palabras más severas que se le ocurrieron en el momento, sobre todo cuando fue consciente que a quien quería que solicitara un baile, era la misma joven que inexplicablemente lo había enfermado de pasión nada más verla.

- No lo suficientemente guapa para tentarme. Había espetado, sintiéndose el peor de los mentirosos pero satisfecho de que su amigo no hubiera notado el ligero rubor que cubrió sus mejillas cuando al declararlo, encontró su mirada con la de ella, deseando profundamente no haber sido escuchado por el objeto de sus tentaciones.

Las siguientes horas transcurrieron en lo que a él le pareció una eternidad, cuando tuvo la oportunidad de ser presentado ante ella, entre la incontenible excitación que le provocaba Elizabeth y los desafortunados comentarios de su madre haciendo referencia a los atributos de su hija mayor y detalles que le parecían vulgares para comentar ante un grupo de desconocidos o ante cualquiera, su actitud no mejoraba, estaba deseando internamente poder retirarse a Netherfield, encerrarse en sus aposentos y liberar toda la energía acumulada entre sus piernas a causa de la señorita frente a él, que por cierto, recién había hecho alusión al comentario despectivo dicho a Bingley un rato antes sobre su tolerable belleza, evidenciando que lo había escuchado y haciéndolo sentir una vergüenza casi evidente, sin embargo, para su fortuna, ella se había dado media vuelta y se había retirado con una reverencia; dejándolo ahí, con mala compañía, avergonzado y con el irrefrenable deseo de ver más allá de la tela de su falda, pues el paso enérgico con en el que atravesó el salón a su partida, le permitió recrearse unos instantes en el trasero redondo que lograba adivinarse con el movimiento.

A partir de ese momento, solo esperaba la hora de partida y tratar de olvidarse por completo de lo mucho que le habría gustado compartir su cama esa noche, desprovistos de prendas y cubiertos únicamente uno con el cuerpo del otro, sudorosos, agitados y exhaustos después de haberle hecho el amor en todas las maneras posibles.

Las probabilidad de que algo así sucediera era prácticamente inexistente, pero esa noche se permitiría imaginarse eso y mucho más con tal de aliviar la opresión que sentía bajo la tela de sus pantalones desde que sus ojos la encontraron.