Disclaimer: Este es el primero de una serie de relato de Una Canción de Hielo y Fuego. Todo esto pertenece a George RR Martin. Yo solo juego un poco.
Relato #1
"Una realidad donde Arya y Jon Stark reinan en el norte como el Rey y la Reina en el Norte y Riverlands"
Jon observó como una fina capa de hielo cubría el suelo. Su respiración provocaba un viento helado y podía sentir la cara fría. Pero nada de eso importaba. El invierno era tan parte de él que ahora el frío era casi imperceptible, tan acostumbrado como estaba. Después de la Larga Noche le siguió una pequeña época de invierno que cubrió la totalidad de los Siete Reinos, desde el Norte a Dorne. Todo era una tierra de invierno perpetuo. Afortunadamente para los sureños, que no estaban acostumbrados a ásperos climas y vidas prácticas guiadas hacia la supervivencia en vez de una vida donde el lujo y los excesos eran la prioridad, el invierno no duró tanto como temían, la primavera llegó. La llamaron "La Eterna Primavera". Algo idealista en su opinión pero tenían su racionamiento: los cultivos parecieron multiplicarse, el clima era perfecto, no había guerras o amenazas y por fin podían vivir bajo una reina que de verdad le importara el reino. Daenerys Targaryen era una buena reina, tal vez no perfecta pero nadie lo era. Se preocupaba por su gente, era protectora y bondadosa pero firme y determinada cuando la situación lo necesitara.
Descubrir que era su sobrino había sido un choque total. Toda su vida creyó no ser más que el bastardo del norte. Fue a la Guardia Nocturna a buscar honor; y muchas cosas ocurrieron; se convirtió en Lord Comandante, dejó a la gente libre pasar la pared, lucho contra caminantes blancos, se convirtió en el Rey en el Norte, luchó en la guerra por el amanecer y luego todos los siete reinos lo conocieron como el hijo legítimo de Rhaegar Targaryen y Lyanna Stark. Pasó de ser un bastardo al heredero del trono de hierro. Y eso causó problemas.
Daenerys era muchas cosas, pero tranquila no era una de ellas. A sus ojos Jon era un peligro. Nacido y criado en Westeros, tenía el apoyo del norte y Riverlands, después de matar al Rey de la Noche, tenía el apoyo de todo Westeros si quería reclamar el trono. No ayudó que Jon se haya unido a Rhaegal y hubiera luchado en su espalda. Con Cersei vencida y ejecutada públicamente, Jon era el último obstáculo que la separaba de un trono que siempre creyó sería suyo legítimamente.
Hubo discusiones. Unos querían a la reina dragón, otros al salvador. Fue entonces que Jon se adelantó y en frente de los principales cabezas de las casas, abdico y le cedió el trono. Estaba cansado de la guerra y no iba a luchar por un trono que ni siquiera quería. Sin embargo, las discusiones siguieron, esta vez el tema fue el norte. Los lores y ladys del norte (y algunos de Riverlands) se mantuvieron firmes en su independencia, alegando de haber luchado por ella y no estar dispuestos a abandonarla ahora.
Daenerys tuvo que ser calmada por Tyrion Lannister (la mano de la reina), lord Varys, Missandei y, sorprendentemente, Olenna Tyrell. Todos acordaban que era mejor dejar ir al Norte y Riverlands que provocar otra guerra. Daenerys protestó; Jon podía recordar muy bien su cara de absoluta rabia cuando le dijeron que tenía que abandonar dos de sus siete reinos. Fueron días tensos y todos parecían pensar que en cualquier momento se libraría otra batalla. Los del Norte y los de Riverlands parecían estar en guardia y se mantenían para si mismos. Y fue en una tarde tranquila en la que Jon estaba sentando en los jardines de la Fortaleza Roja después de una agitada reunión que Varys y Tyrion Lannister se le acercaron con una propuesta atroz.
Querían que se casara con Daenerys, a su forma de ver era la única forma de librar a Westeros de otra guerra y por fin poder disfrutar de la paz.
-Quieren que me case con mi tía –casi siseo Jon viendo fijamente a los dos hombres parados en frente de él.
-Los Targaryen… -empezó Varys.
-¡No soy un Targaryen! –Replicó Jon sin dejar que continuara –Puedo haber nacido de Rhaegar Targaryen, pero soy un Stark– "Soy un Stark" palabras que jamás creyó poder decir, ahora prácticamente las gritaba a la cara de la araña y el diablillo.
No sabía que vieron en su rostro o que significaba la mirada que compartieron entre ellos, pero esa fue la única vez que tocaron el tema. La idea de casarse no era horrorosa para Jon como parecían creer. No, la idea de casarse con Daenerys era lo que no soportaba.
Daenerys era hermosa, de eso no había duda. Una de las mujeres más hermosas que había visto, pero su forma de ser lo repelía. Podía ser mandona y parecía creer que su opinión era la única que importaba. No lo malinterpreten, era compasiva y bondadosa pero eso contrastaba con una necesidad de tener la razón y no querer que nadie la mandara. Era una mujer de aspecto valyrio que sabía que ella mandaba y no quería que nadie la contradijera. Además, parecía que Daenerys pensaba que era demasiado serio y poco apasionado. Si solo supiera.
Al final a Daenerys le tocó ceder. Y así fue como Riverlands y el Norte se separó del resto del reino y fue conocido como Las Tierras de Invierno. Con una rápida despedida y poca fanfarria los del el reino del norte volvieron a su hogar. Cuando llegó a Winterfell fue que las cosas volvieron a complicarse.
Todos estaban divididos sobre quién debía reinar. A pesar de que la voluntad de Robb lo legitimaba como un Stark, el descubrimiento de su sangre Targaryen sembró dudas. Bran, Rickon y Arya eran Stark legítimos. Decir quien debía mandar fue un caos. Fueron días largos y agotadores, había pasado toda una luna antes de que los Stark pudieran sentarse en el gran comedor junto a sus abanderados y discutir: descartaron a Bran por su incapacidad de continuar la línea Stark, pareció decepcionado pero no sorprendido, a su lado Meera Reed le tocó el hombro en gesto de consuelo, eso pareció animarlo lo suficiente como para ver el resto de la discusión cómodamente con su mano sosteniendo la de ella, Jon tuvo que sonreír ante la imagen; Rickon, con su temperamento rápido y fogoso, fue rápido en gritar que no quería ser el rey de nada, nadie lo corrigió, había crecido con Osha en Skagos y era demasiado salvaje para los lores y ladys, después de toda una vida de esconderse y luchar merecía descansar y no ocuparse de un puesto para el que nunca se le preparó. Todo pareció reducirse a él y a Arya, pero entonces Lord Manderly preguntó.
-¿Y qué pasa con Lady Sansa?
La habitación permaneció en silencio un momento antes de que Lord Glover respondiera
-El Rey Robb en su voluntad sacó oficialmente a Lady Sansa de la sucesión, ni ella ni sus hijos o cualquiera de sus descendientes tiene derecho el trono de invierno. No podía dejar que el reino cayera en manos de los Lannister.
Lady Maege intervino después
- Lady Sansa pudo haber sido una mujer Stark pero se casó con el diablillo, eso la convirtió en una Lannister. De lo último que me entere, vive en el Valle con su prometido Harrold Hardyng, será la próxima Lady del Valle ahora que Lord Robin Arryn murió a causa del invierno y su prometido es el siguiente en la línea. Además, piensen mis lores y ladys, en serio quieren darle la corona a alguien que no estuvo con nosotros cuando más lo necesitamos. Pudo haber convencido a su prometido de haber mandado sus tropas a ayudar en la Larga Noche, pero muchas otras casas del sur lo hicieron.
El salón se sumió en el silencio más absoluto hasta que Lord Flint se levantara y su voz resonara sobre todos el comedor.
-Arya Stark luchó. Junto a nosotros. Su manada de lobos y la Hermandad sin Estandartes fueron invaluables en batalla. Su lobo huargo salvó a cientos de nuestros soldados. Ella misma es una de las luchadoras más feroces que he visto. Si alguien merece reinar, es ella
Lord Karstark intervino rápidamente
-Y Jon Stark asesinó al bastardo del Rey de la Noche. Si alguien merece la corona es él.
Un hombre grande y pelirrojo con un pez negro enmarcado en su armadura se levantó y reclamó la atención de todo el salón. Brynden Tully habló por todo Riverlands
-Arya es sangre de mi difunto hermano Lord Hoster. Lady Arya liberó a los prisioneros de guerra en Harrenhall, junto con la hermandad vengó la Boda Roja y ahora la Casa Frey está extinta, símbolo de lo que ocurre cuando se meten con un Stark. Fue declarada la reina por Lady Stoneheart antes de fallecer definitivamente y posee la corona del difunto Rey Robb. Para nosotros, ella es la que debe mandar
Los lores Blackwood, Bracken, Mallister, Whent y los demás gritaron apoyaron a Blackfish. Fue entonces que hubo lo que pareció una guerra de gritos entre lores y ladys del Norte y Riverlands. El comedor parecía estremecerse por sus gritos y lo único que podía hacer Jon era observar desde su asiento.
Recordaba perfectamente cuando por fin pudo volver a reunirse con Arya.
Después de que el Dios Rojo lo trajera de vuelta gracias a Melissandre. Stannis Baratheon prometió sus tropas a cambio de la lealtad del norte y el reconocimiento como legítimo rey de los siete reinos; Jon aceptó y tomado las tropas Baratheon, a la gente libre, reclutando a los vasallos aun leales a la Casa Stark, pero sobre todo a la pequeña niña valiente de Ned, fue tras el bastardo Bolton. Fue en medio de la noche que sus hombres lo buscaron exclamando que lo que parecía todo un ejército se acercaba a ellos. Jon, con la mente demasiado agitada como para dormir, salió en un momento a controlar lo que pasaba.
Esa sería una imagen que jamás borraría de su mente.
En la espalda de un lobo increíblemente alto de aspecto salvaje una mujer se sentaba orgullosa. Su cabello oscuro le llegaba un poco más debajo de los hombros siendo sostenido por los extremos, usaba ropa de montar con botas de cuero, una capa de piel la protegía del frío. Su rostro alargado mostraba juventud pero no mostraba nada, su cara era inexpresiva. Sus ojos grises miraron cautelosamente a todos en el campamento. Era como imaginaba debió lucir Visenya Targaryen o la reina Nymeria: peligrosa, letal y absolutamente deslumbrante. Lucía majestuosa, si le preguntaban a Jon.
Y la vista detrás de ella era casi igual de impresionante que ella misma. Lo que parecía la totalidad de las fuerzas de Riverlands estaban a su espalda. Banderas con sus emblemas se alzaban orgullosas. Jon miró rápidamente antes de fijarse en lo que parecían cientos de lobos rodeándolos. Todos quietos, parecían listos para atacar en cualquier momento.
Una bandera le llamó la atención. Un hombre enorme montado a caballo justo al lado de la mujer, tenía colgado en su espalda lo que parecía un martillo de guerra, su cara estaba escondida por un casco en forma de toro con cuernos alzándose al cielo mientras que en sus manos sostenía una gran pancarta de un lobo huargo cenizo corriendo sobre campo de plata. El símbolo de los Stark.
Le tomó solo un segundo darse cuenta de quién era la mujer sentada en el regazo del lobo huargo.
Solo Arya Stark podría aparecer montada en la espalda de un lobo huargo con todo un ejército siguiéndola.
Las cosas habían pasado demasiado rápido en opinión de Jon. El bastardo Bolton nunca tuvo a Arya Stark, sino a una impostora. Ese pobre excusa de hombre se atrevió a tomar el nombre de Arya para tomar Winterfell. No fue hasta casi el amanecer que pudo robar un momento para verla a solas.
Arya había crecido. Ya no era esa niña de rodillas rasguñadas y cabello desordenado que recordaba. Se miraron un momento. El bosque a su alrededor pareció tomar una aliento, mirándolos. Y entonces ambos corrieron. No lejos, si no a los brazos del otro. Arya ni siquiera lo pensó antes de saltar y enrollar sus piernas en su torso. Sus brazos le rodearon la cintura mientras que rodeaba su cuello con los de ella.
Después de tanto tiempo por fin estaban juntos de nuevo.
De ahí las cosas empezaron poco a poco a mejorar. Ganaron aplastantemente lo que se conocería como La Batalla de los Bastardos. Hombro contra hombro. Mientras blandía su espada y sentía a Arya a su espalda jamás se había sentido tan vivo. Los dos fueron torbellinos en el centro. Una fuerza imparable alimentada por la furia y la tristeza de su separación junto con la euforia y sentido de pertenecía que su reunión les había otorgado. La cabeza de Ramsay Bolton rodó justo cuando se acercaba el atardecer.
Winterfell le pertenecía a los Stark de nuevo y la casa Bolton estaba extinta.
Fue como un golpe en el pecho volver a ver Winterfell. Especialmente en sus condiciones tan decadentes. Todo fue lento a partir de ahí, el sur parecía demasiado ocupado en conflictos internos como para poder meterse en asuntos del norte. Empezó una reconstrucción con lista de daños y reparaciones. La gente estaba aterrorizada después del mandato de los Bolton y fue un trabajo lento lograr que ayudaran y se dieran cuenta que ahora que los Stark estaban ahí, ya nada les pasaría. Fue lento y agotador, pero tenía a Arya a su lado. Después de una larga discusión con sus abanderados junto con la asesoría bien intencionada de Davos Seaworth y la intervención casual de Tormund se tomó una decisión: Jon sería el Rey en el Norte. Naturalmente él discutió. Era un título que no le pertenecía. Arya debía reinar, no él. Jon quería que Arya reinara. Pero todos sus comentarios y quejas se derrumbaron cuando Arya le mostró una corona: era bastante simple, un círculo abierto de bronce con runas de los Primeros Hombres, coronado de nueve clavos de hierro negro forjado en forma de espadas largas. Una corona sin lujos o pretensiones, perfecta para un rey de las tierras de invierno. Era la corona que usó Robb antes de morir.
Con una delicadeza que no mostraba seguido y mucho menos frente a consejeros y abanderados, Arya la colocó suavemente sobre su cabeza. Todo estaba en absoluto silencio. Nadie parecía siquiera respirar.
-Una vez dijiste que querías ser el Lord de Winterfell. Ahora serás el rey –proclamó Arya. Sus palabras parecían atravesar toda la habitación como si las hubiera gritado.
-Pero… tú, tú debes –Arya colocó una mano en su hombro y lo miró fijamente a los ojos. Sus ojos grises parecían plata a la luz de las velas. No sabía qué emoción mostraba su rostro o porque su pecho parecía apretarse. Solo sabía que no podía apartar la mirada de esos ojos que lo tenían atrapado.
-Quiero que reines –esta vez sus palabras fueron susurradas. Solo unos pocos que estaban cerca podrían escucharla – Quiero que le demuestres a todos lo que yo he sabido durante toda mi vida. Que no hay nadie mejor que tú para liderar.
Se quedó mudo.
Con una última mirada Arya se apartó y alzando a Aguja proclamó.
-¡Jon es el Rey en el Norte! Desde este día hasta su último día.
Y fue casi una reacción en cadena. Uno a uno, todos los lores, ladies, caballeros e incluso la gente libre, se levantó de su asiento y alzando sus armas al aire repitieron el mismo mantra una y otra vez:
-¡Rey en el Norte ¡Rey en el Norte! ¡Rey en el Norte!
Declarado rey y con Arya justo a su lado mirándolo con lo que solo podía ser orgullo brillando en sus ojos, Jon se sintió más fuerte que nunca.
Aun así, Rey o no, Jon siempre acudía a Arya por consejos, guía o una visión diferente. Arya era su segunda al mando. Su consejero de mayor confianza, un oído honesto y una compañía invaluable. A pesar de ser oficialmente el rey, un solo hombre tiene un límite de cosas que puede hacer, así que se repartieron las tareas y se encargaron de hacerlo lo mejor posible.
Fue un época de reconstrucción tanto para el norte como para ellos mismos. Arya y el estaban más juntos que nunca. Más unidos y fuertes. Oficialmente tenían habitaciones separadas pero era un secreto a voces que todas las noches uno se colaba en la habitación del otro. Ambos eran lo que el otro necesitaba. Después de tanto tiempo solos y sin en quien poder confiar, estaban casi desesperados por la compañía del otro.
Los días eran largos y agotadores. Las noches demasiado cortas. Demasiado que hacer y poco tiempo. Afortunadamente la vida pareció decidir que se merecían un tiempo de respiro y se permitieron concentrarse exclusivamente en el Norte. Poco a poco empezaron a abrirse al otro. No fue rápido o todo de una vez, fue un proceso que tomó días. Se contaron por lo que habían pasado, lo que habían vivido y porque decidieron volver a retomar Winterfell. Fue casi chistoso cuando admitieron sus razones
-Escuche que te habían matado en Castle Black, quería vengarte y hacer pagar a los Frey y a los Bolton por traicionar a Robb. Volví por ti –admitió Arya una noche envuelta en sus brazos. Su cuerpo caliente y perfectamente acomodado al suyo.
Y él mismo dejó todo atrás, había muerto incluso, porque pensaba que Arya era cautiva de un demente con fama de sanguinario. Era casi hilarante notar que ambos volvieron por el otro.
-A veces, distintos caminos llevan al mismo castillo
Arya lo habían besado suavemente por todo el rostro en respuesta. Y Jon sentía que todo en el mundo está bien con ella en sus brazos. No había caminantes blancos, problemas de mandar todo el norte, no tenía que encontrar una forma de que las reservas de comida crecieran mágicamente y no tenía que ser el intermediario entre la gente libre y los lores del norte y Riverlands. Nada de Lord Comandante, Azor Ahai, Lady de Winterfell u hombres sin rostro. Solo eran Arya y Jon.
Pero entonces las lunas pasaron y todo cambió, otra vez.
Jon empezó a notar cosas que antes no había notado; objetivamente sabía que Arya se había convertido en una mujer bella, pero ahora podía notar que la hacían una belleza y lo admiraba. No usaba vestidos, su figura se enmarca en bonitos pantalones y ropa de montar. Sus ojos eran penetrantes y capaces de hacer congelar al hombre más grande. Y su forma de luchar era algo digno de admirar. Parecía bailar; esquivaba, saltaba y atacaba en solo un segundo sin sudar. Era rápida, feroz y parecía que podía vencer a cualquiera.
Y no fue el único que lo notó.
Jon se fijó en cómo los ojos de algunos hombres de la gente libre paraban en su figura, como soldados del norte la contemplaban con respeto y algo más en sus ojos, los del Riverlands eran más obvios, parecían pensar en ella como una especie de diosa. La admiraban y respetaban. Blackfish tuvo que reprender a varios soldados por quedarse viendo a la nieta de su hermano en algunas ocasiones. Los soldados de Stannis Baratheon estaban demasiado ocupados calentándose y volvieron a tomar fuerza como para preocuparse por Arya Stark. Quiso tomar a todos y cada uno de esos hombres que se atrevieron a verla con ojos lujuriosos y dejar que Ghost se encargará. No lo hizo. Pero las ganas no le faltaron.
No fue sino hasta que vio a Arya junto al nuevo herrero conviviendo tan cómodamente que supo que lo sentía eran celos. Y no celos de hermano con su hermanita pequeña. No, eran celos de un hombre que odiaba que los demás miraran a su mujer. No estaba seguro cuando fue que la línea de hermanos se había borrado y empezó a ver a Arya de esta nueva forma.
Sabía que estaba mal, pero eso no evitó que lo que sentía creciera y creciera.
Pero no hubo tiempo para nada. Los muertos se acercaban. La reina dragón había embarcado en Dragonstone. Cersei Lannister tenía el control de los siete reinos. Stannis Baratheon estaba vez más furioso después de observar como el norte se revelaba y las noticia de la Reina Dragón y Cersei llegaban a él. En solo una día tomó sus fuerzas y partió a King's Landing dispuesto a cortar su suministro de comida y obligar a Cersei a salir y enfrentarlo. Sin las fuerzas Baratheon podían tener el lujo de servir más comida, más hombres pudieron refugiarse del frío adentro del castillo y algo de tensión se desvaneció con la partida del rey ciervo. Davos Seaworth y, desgraciadamente, Melissandre se quedaron como intermediarios. Demasiado en poco tiempo y Jon solo quería a Arya a su lado. Y las sorpresas y noticias no pararon.
En lo que pareció una tarde como cualquier otra, Bran Stark apareció junto a Meera y Jojen Reed con su lobo huargo Summer. Su hermano pequeño seguía lisiado pero no parecía molestarlo, parecía que algo más reinaba en él. No le tomó mucho tiempo explicarle de sus sueños y de cómo ahora era el Cuervo de Tres Ojos. Jon se aseguró de demostrarle que nada había cambiado y seguía siendo su amado hermanito. Bran se mostró feliz de volver a casa pero con cada día que pasaba mostraba más y más su preocupación por la inminente batalla contra el Rey de la Noche. Necesitaban dragonglass, eran la única otra arma conocida capaz de acabar con un caminante blanco.
Pero no tenía tiempo casi ni de pensar. Pronto a ellos se unió Rickon Stark con Osha y Shaggydog como acompañantes. Vestía ropa de gente libre, su expresión era cautelosa, en su mano una hacha afilada parecía amenazar con clavarse en el cuello de cualquier que intentara acercarse demasiado. Era más salvaje que nunca. Más hombre libre que niño de una noble casa.
Cuando los demás vieron a Jon, Arya, Bran y Rickon juntos una sensación de finalidad lleno el ambiente. Era tiempo de lobos.
Los Stark estaban juntos y más fuertes que nunca.
Aun con Bran y Rickon de vuelta, Jon siguió reinando. Necesitaban un rey guerrero. Luego se tomarían las molestias con los protocolos. A veces veía a Rickon y Arya entrenar en el patio. Ambos eran buenos, pero Arya era mejor. Donde Rickon era fuerza bruta, desenfreno y ardor, Arya era casi obsesivamente controlada, sus ojos nunca moviéndose de su objetivo.
No fue hasta que la noticia de que Cersei Lannister había derrotado a Stannis Baratheon que algo cambió entre ambos. La encontró en el Árbol de Dioses, puliendo a Aguja, sus manos moviéndose automáticamente mientras sus ojos parecían estar en cientos de distancia.
-¿Crees que Cersei Lannister se atreva a atacarnos?
No se esperaba esa pregunta
-Tenemos cosas más importantes de qué preocuparnos que de Cersei Lannister
Se sentaron junto al otro. En silencio. Minutos, e incluso horas, podrían haber pasado antes de que Arya interrumpiera el silencio
-Tenía una lista –dijo – una lista con los nombres de las personas que jure justicia. Algunos murieron antes de poder llegar a ellos, otros murieron por mi mano. Cersei la encabeza
-¿Eso es lo que quieres hacer? –preguntó Jon. Sin juzgar, solo preguntando
-Es lo que se necesita hacer
-Está bien, entonces lo harás. Conmigo a tu lado
Los dos pasaron por demasiado. Otra muerte no era nada para ambos, especialmente si era Cersei Lannister. Un silencio más pesado se instaló entre ellos. Mientras miraba a Arya se admitió a si mismo que nunca habría alguien más hermoso o que amara más que ella.
Ygritte fue su primer amor, su romance de verano si se le podía nombrar así. Con ella conocía su cuerpo, sus sentimientos y lo que deseaba. Pero siempre hubo una pared entre los dos, que Ygritte pareció ignorar. Y, sin importar cuanto la quisiera, no estuvo dispuesto a abandonar sus votos por ella. Ni por ella, ni por Ned o Robb. Solo Arya.
"¿Te acostarías con tu hermana?"
Nunca había respondido directamente a esa pregunta. Solo la desvió. Recordó comparar a Ygritte con Arya. Ambas feroces, ambas guerreras. Pero solo una lo hizo abandonar sus votos a la Guardia Nocturna.
Arya siempre fue su prioridad y siempre lo sería.
"No sabes nada, Jon Snow" Y cuánta razón tenía.
Jon volvió a fijarse a su alrededor cuando sintió un aliento cálido en el rostro. Sin saber cómo o cuando Arya y él ahora compartían un mínimo de espacio. Sus ojos grises, por primera vez, mostraban vulnerabilidad. Jon la conocía mejor que nadie, sabía que tenía una increíble capacidad de mantener la cara estoica y esconder sus sentimientos, sabía que sus palabras podían ser más afiladas que una espada, que tenía pesadillas y sueños lobo igual que él. Se estaba permitiendo ser frágil, solo con él.
Antes de ser consciente de lo que hacía, Jon acercó más su rostro y solo con un pequeño momento de vacilación, besó a Arya.
Fue como encontrar agua después de una sequía. Algo que deseaba tan desesperadamente pero no lo sabía. Fue un beso delicado, tentativo. Ambos esperando a como reaccionara el otro. Ninguno se apartó. En cambio, se juntaron aún más. Las manos de Arya estaban enredadas en su cabello mientras la tenía sujetada por la cintura. Nunca un beso se sintió mejor. Cuando el aire les falto, se retiraron con lentitud. Se miraron y las palabras sobraron.
Desde ahí las cosas solo parecían crecer y crecer. Su amor el uno por el otro nunca había más fuerte. Cuando se enfrentaron a Daenerys Targaryen y su ejército lo hicieron juntos, parados orgullosamente con su gente detrás. Jon, con su corona y pieles, lucía como debieron lucieron los antiguos reyes de invierno. Arya, a su lado, lucía tan fría y letal como el mismo invierno. Ambos era una visión.
Hubo altercados, con Jon negándose a doblar la rodilla. Arya se encargó de coordinar la extracción den drangolass y su transporte. Gracias a Davos, el dragonlass fue traído al norte y las armas hechas con el material no tardaron en crearse frenéticamente. A Jon no le agradaba el acompañante de la Reina Dragón, Jorah Mormont era un hombre que vivía de horas prestadas. Debió morir por la espada de Ned Stark hace mucho tiempo. Missandei era callada y no intervenía por lo que no tenía una opinión sobre ella. Fue bueno volver a ver a Tyrion Lannister después de todo eso tiempo. Cuando lo vio, le dirigió una mirada de la cabeza a los pies y exclamó casi sonriendo
-Y el bastardo se convirtió en rey
No tardó en responder
-Y el enano en mano de la reina
Ambos se miraron serios antes de sonreírse el uno al otro. Su odio por los Lannister parecía no extenderse a Tyrion, le complacía notar que el agrado era mutuo. Le agradaba Tyrion, pero no podía decir lo mismo de su reina. Daenerys era un dragón: ardiente y capaz de arrasar con todo por lo que quería. Sus tantos títulos lo tenían harto después de escucharlos repetidamente en cada presentación. Era buena y compasiva, podía notarlo. Pero sus ideales y pensamientos eran demasiado diferentes como para tener algo más que una tensa relación cordial.
-Le gustas –le dijo Arya una noche que yacían abrazados cómodamente en su cama. Sus cuerpos estaban cuerpos por sus ropas pequeñas y no había espacio entre ambos. Ante sus palabras su mano se detuvo, dejando de acariciar su cabello.
-¿Qué? –Fue lo único que tan elocuentemente pudo responder
Arya se presionó sobre su pecho, casi acostada sobre él. Sentir su cuerpo entrenado y cálido envió una ola de sentimiento directo a la parte baja de su pelvis. ¿Cómo podía afectarlo tanto y no notarlo?
-Daenerys. Le llamas la atención
-Imposible
Arya alzó una ceja. Casi podía escucharla decir "eres un estúpido"
-No he notado nada. Bueno, nada además de que quiere que me arrodille ante ella
Arya soltó un bufido divertido
-Sí, estoy segura que quiere que te hinques ante ella
Sus ojos brillaron peligrosamente. En un instante la tenía presionada con la cama. Su cuerpo sobre el de ella. Su cuerpo cubriéndola mientras sus manos sujetaba las de ella sobre su cabeza. Sus narices se tocaban y su aliento se mezclaba. Aun así, su expresión permaneció impasible. La sensación de tenerla debajo de él, era casi agonizante. Sabía que se lo estaba permitiendo. Jon no era ingenuo. Sabía que si quisiera podía ponerlo de rodillas en un segundo y acabar con él en el siguiente. Y saber eso lo hacía aún más emocionante, porque sabía que ella quería esto, que lo permitía pero solo con él.
-No me importa Daenerys o lo que quiera, no me importa su reinado o sus deseos. Me importas tú, solo tu
Beso suavemente su frente antes de empezar a bajar lentamente hasta llegar detrás de la oreja y darle un pequeño beso
-Es una belleza
-Tal vez, pero tiene un defecto
Sus labios rozaban tentativamente su cuello, acariciándolo, haciéndola desear más. Su aliento helado envió un estremecimiento por todo su cuerpo.
-¿Cuál?
Sus narices se alinearon. Sus ojos se encontraron.
-Ella no es tu
Su deseo mutuo era casi tangible. Fue una noche que nunca olvidaría. Fue la primera noche que pudo llamar a Arya completamente suya. Nadie, ni un estúpido herrero fornido podría quitársela.
Con ese pequeño dato dado por Arya, Jon empezó a comportarse más fría y formalmente posible. Y considerando a como era antes, ahora era un témpano de hielo enfrentándose a un fuego descontrolado. Sus asesores notaron su actitud al instante, los de Daenerys tardaron un poco más. Con su tratamiento frío y completamente formal, todos parecieron adoptar una actitud similar. Los Dothraki y los inmaculados tenían su propia sección, no se juntaban con las tropas del Norte o Riverlands. Pronto Daenerys notó su actitud activamente seria. Al principio trató de aligerar el ambiente pero cuanto se dio cuenta que no era un hombre que se presta a bromas casuales lo dejo de lado, para luego mostrar quien era en realidad: un reina que venía a conquistar los Siete Reinos, y quería al Norte.
Con la amenaza de los caminantes blancos, todos sus esfuerzos se concentraron en enfrentar a los muertos. Llegaron tropas de todos los Siete Reinos; los Martell enviaron soldados guiados por Arianne Martell y las conocidas Serpientes de Arena, los Tyrell enviaron a Garlan Tyrell junto a sus hombres, Stormlands envió una tropa a pesar de estar en números rojos respecto a soldados, los caballeros del Valle comandados por Littlefinger llegaron solo unos días después de los Tyrell. Llegaron soldados de todos los rincones del reino, pero hubo dos ocasiones en las que se sorprendió, y aun no estaba seguro si era algo bueno o algo malo; la primera: Jaime Lannister llegó con todo un ejército de Westerlands, junto a él llegaron Brienne de Tarth y su escudero Podrick Payne; la segunda, Asha Greyjoy llegó con los nacidos de hierro a sus espalda. Después de una discusión con Bran, estuvo de acuerdo en brindarles alejamiento, especialmente después de ver lo encantada que parecía Arya con Brienne y como entrenaban juntas en cada momento que tuvieran disponible. Solía colocar atención a lo que hacía Arya, por lo que no fue difícil notar que Jaime Lannister parecía incapaz de apartar sus ojos de lady Brienne. Compartieron una mirada sobre las mujeres que entrenaban, una especie de comprensión paso entre ambos. Se dieron un asentimiento el uno al otro y no dijeron nada.
Con Asha fue distinto, la chica era ruda y posiblemente la mejor navegante de los Siete Reinos, pero era burda y no temía decir exactamente lo que pensaba. Con Jeyne Pool y Theon Greyjoy recluidos en una habitación juntos, no sabía qué hacer con la hermana del traidor. Arya parecía divertirle la tosca nacida de hierro, por lo que calló y lo dejo así, por ahora.
Arya le contó cómo se había topado con el Sabueso. Él y Arya tenían una extraña relación que no entendía del todo. Parecían odiarse, se insultaba y actuaban como si no se toleraban, pero se comprendían y casi se podía decir que había cuidado y algo de afecto entre ellos si no fueron tan tercos y lo admitieran.
El Norte, Riverlands, Gente Libre, Hermanos de la Guardia Nocturna, La Hermandad sin Estandartes, Stormlands, Westerlands, Dornish, Caballeros del Valle, Reach, Nacidos de Hierro, Dothraki, Inmaculados, gigantes, lobos huargos y dragones. Por primera vez estaban unidos y peleando por un mismo lado. De alguna forma lograron ganarle a la muerte. Cuando la Larga Noche llegó todos tenían sus armas hechas de drangonlass: espadas, flechas, hachas, lanzas, cuchillos, martillos y muchas más armas. Eran el ejército más grande que alguna vez se haya visto. Gracias a los dioses que el Reach había estado de acuerdo en brindar comida o la comida no alcanzaría para todos.
Nunca hubo lucha más importante que esa. Era vivos contra muertos. Y lo único que podían decirle a la muerte era Hoy No.
La pelea fue desordenada, las trincheras se incendiaron y en un momento parecieron estar rodeados. Jon, montando en Rhaegal, solo pudo tratar de retrasarlos. Daenerys montaba a Drogon furiosamente a unos metros de distancia. Una manada de lobos aullaban incansablemente, enfrente de ellos Arya Stark peleaba más feroz y letal que nunca. Bran, con sus poderes de cambiapieles, controlaba a Viserion en el cielo mientras Summer se quedaba junto con algunos nacidos de hierro a protegerlo. Rickon, sin apartarse de Osha, peleaba más vigorosamente junto a Shaggydog que nunca, él y su lobo parecían más uno mismo que dos entes aparte. Cuando se encontró con el Rey de la Noche, el clima pareció enfriarse aún más. La pelea fue larga y desgastante, con cada paso que daba se sentía cada vez más cansado.
En algún punto Arya se había unido a él, protegiéndolo de los muertos que trataban de alcanzarlo. Gracias a ella pudo llegar al Rey de la Noche. Pero jamás se le ocurrió que el Rey de la Noche podría orquestar todo un plan en plena pelea. Sin saberlo, el Rey de la Noche logró que Jon se descuidara y el espacio y el tiempo parecía detenerse mientras veía a Longclaw atravesar a Arya.
El cuerpo de Arya cayó con un golpe seco al frío hielo.
Nunca en toda su vida había estado tan furioso como en ese momento. Mientras veía el cuerpo de la mujer que amaba caer inerte una ola de calor lo llenó. Tardó un segundo en entender que no era él exactamente, era su espada. Longclaw estaba en llamas. Y con el cuerpo de Arya tirado detrás, Jon enfrentó al Rey de la Noche por última vez.
Cuando la cuchilla lo atravesó y se desintegró en miles de pedazos, Jon no sintió nada. Nada importaba si la había perdido a ella. Todos parecían conmocionados, incrédulos casi, mientras veían a Jon alcanzar el cuerpo del Arya y acunarla en brazos. Todo eso… por nada.
Nadie hablaba, nadie se atrevía siquiera a respirar demasiado duro.
El suave roce de una tela contra el hielo lleno el silencio sepulcral que invadía todo el lugar. Melissandre se agachó a su lado y lo miró fijamente antes de hablar. Sus palabras resonaron por todo el lugar, no había persona que no la escuchara.
-Eres Azhor Ahai renacido. Cumpliste tu deber – Melissandre lo miraba con admiración, parecía estar a punto de caer de rodillas en cualquier momento
-¿Y eso que me trajo? Ella se ha ido
El cuerpo en sus brazos aun permanecía caliente. Sus ojos cerrados ya no mostraban su hipnótico color gris. Aguja yacía a unos metros. En alguna parte del campo de batalla, Nymeria aulló. Los demás lobos no tardaron en seguirla.
Melissandre observó a Arya atentamente
-Nissa Nissa se ha sacrificado. Esta vez, la oscuridad se ha ido definitivamente –Melissandre lo observó, pareciendo juzgándolo – Solo una vida puede pagar otra vida. Estas ves… el final puede ser diferente
Con todos observando y escuchando, Melissandre empezó a rezar. Su cuerpo empezó a convertirse de una sensual mujer a una encorvada y arrugada anciana. Su cabello blanco caía sobre su cara. Por todo el lugar todos parecieron ahogarse con su propio aire
-Esta es tu última oportunidad, rey Jon. Que se sepa quién lo hizo. Que R'hllor sea alabado y agradecido. Este es su último acto para ti.
Su collar brillo solo un segundo antes de apagarse. Ya no brillaba. El cuerpo de Melissandre cayó a un lado. Con la respiración sostenida y con más esperanza que razón, Jon esperó.
Arya volvió a la vida con una fuerte inhalación de aire.
A su alrededor todos los soldados empezaron a animar. Aplaudían, gritaban, algunos saltaban. Habían ganado. Vencieron a la muerte. Sin embargo, hubo bajas: Jorah Mormont murió como vivió, defendiendo a su reina; Sir Bronn de Blackwater había caído defendiendo (ante los ojos atónitos del hombre) a Tyrion Lannister, Sir Barristan Selmy cayó con su juramento en boca, defendiendo a los inocentes indefensos; Theon Greyjoy murió corrigiendo su más grande error, salvando a Rickon de ser empalado. Sir Beric Dondarrion y Thoros de Myr se fueron juntos cuando se sacrificaron para prender la última trinchera y permitir que todos los demás se refugiaran detrás de fuego. Y no fueron los únicos: todos habían sufrido bajas. Daenerys tuvo un golpe muy fuerte en especial, su dragón Viserion había sido asesinado después de que una horda de muertos se le lanzara encima.
No había un solo reino que se haya salvado de la devastación.
Otros estaban vivos pero heridos: Tormund tenía una gran herida en el pecho que amenazaba con matarlo pero siendo como era, solo se quejó de estar inmovilizado y se contentó acompañado de su familia. Garlan Tyrell había perdido un ojo. Las Serpientes de Arena lucían vendas ensangrentadas. Jaime Lannister y Podrick Payne sufrieron un golpe en la cabeza que los dejó inconscientes y ahora estaban siendo atendidos mientras Tyrion y Brienne esperaban. La misma Brienne lucía una venda en brazo y pierna izquierda. Ned Dayne tenía un corte que le atravesaba el rostro desde la frente hasta la mejilla, su vendaje estaba ensangrentado y solo podía rezar para que su ojo aun funcionara. Y los heridos eran más. Casi se le corta la respiración cuando vio a Rickon con la cabeza ensangrentada mientras Osha lo atendía atentamente. El pobre Sam corría de un lado al otro tratando de ayudar lo más posible junto con el otro Maestre de Winterfell. Junto a ellos, Satin Flowers atendía lo mejor que podía.
Pero nada de eso le importaba a Jon.
Lo único que importaba era que Arya vivía. Su herida desapareció como si nunca hubiera existido y ahora también ayuda a controlar a los heridos y se aseguraba de que todos tuvieron comida y vino después de la batalla de sus vidas. Durante todo ese momento, Daenerys trató de hablar con él sobre el próximo movimiento pero no podía apartar sus ojos de ella, aterrado de solo pensar que si la perdía de vista todo sería un sueño y ella se habría ido.
Los inmaculados y los Dothraki sufrieron bajas también. Daenerys se vio obligada a tomarse unos días de descanso mientras sus soldados se recuperaban. Sin embargo, en medio del desorden, Bran lo llamó. Junto a él estaba Sam. Ambos lo miraban abiertamente
-¿Qué ocurre? –preguntó Jon al ver que ambos continuaban mirándolo y no decían nada.
Sam y Bran compartieron una mirada
-Jon… ¿qué sabes de tu madre? –preguntó Sam.
Y entonces todo se fue al infierno. De nuevo.
Hijo de Rhaegar Targaryen y Lyanna Stark. Su padre… su tío le había mentido. Jon podía entenderlo, era eso o que el Rey Robert lo asesinara con apenas unos días de nacido. Pero no pudo evitar preguntarse qué hubiera pasado si las cosas fueran diferentes, si desde el principio supiera de su sangre real, tal vez eso habría atenuado a Lady Catelyn y su trato frío y despectivo. Tal vez pudo haberse sentido más cómodo en su propia piel y sentir que merecía algo. Pero eso también significaba que tal vez no habría tomado sus votos a la Guardia Nocturna, podría nunca haber conocido a Tormund y a la demás gente libre, tal vez nunca se hubieran enterado del Rey de la Noche y estarían muertos. Jon nunca fue de los que pensaban que todo sucedió por una razón divina, pero con esto casi podía verlo. Era necesario en el muro, con la guardia.
Y qué pasa si al saber su origen de nacimiento las cosas hubieran cambiado tanto que su relación con Arya se viera afectada. Solo pensarlo le hacía doler el pecho. No, todo estaba mejor así. Las cosas pudieron ser mejores pero lo que tenían estaba bien.
No contó con que Missandei pasara justamente en el momento de la noticia y fuera corriendo a contárselo a su reina.
La reacción de Daenerys fue… explosiva. Estaban en el solar que le había pertenecido a su pa- tío anteriormente. Ahora era suyo. Bran con Meera a su costado, Sir Davos, Tormund, Howland Reed, Sam, Satín y Arya estaban a sus costados, en silencioso apoyó. Parada enfrente de él luciendo como quisiera tirarlo a sus dragones, Daenerys lucía más indignada que nunca. A su alrededor Tyrion, Varys, Missandei y Grey Worm permanecían callados, rígidos en su lugar.
Howland Reed dio su declaración juramentada. Él junto a Ned Stark lo encontraron en la Torre de la Alegría, momentos antes de que su madre sucumbiera ante el sangrado. Sam mostró el escrito con el que se había topado en la Ciudadela, de un Septón que había oficializado la boda, convirtiendo a Lyanna Stark en la segunda esposa de Rhaegar Targaryen. Y entonces Bran contó lo que había visto gracias a sus poderes. Declaraciones, documentos firmados y dos testigos, Jon Snow era irrefutablemente el hijo del Príncipe Plateado y La Loba del Norte.
Se le acusó de querer el trono. El, tranquilo y sereno, lo negó.
Naturalmente Daenerys no le creyó.
Al final, tan agotados como estaban todos, decidieron que era mejor enfrentarse a la última amenaza antes de arreglar la sucesión del trono. A regañadientes Daenerys estuvo de acuerdo. Ninguno podía saber que, durante toda la discusión, la mente de Jon vago. Si era un Targaryen por sangre, eso podría significar que… tal vez él podría…
Sus ojos vagaron hacia una silueta específica en la habitación. Arya le devolvió la mirada. Tal vez alguien si sabía lo que pensaba.
Fueron días tensos en los que tanto Daenerys como Jon evitaban activamente al otro. Lo prefirió así. No fue sino hasta que todos empezaron a irse devuelta a sus hogares, que Daenerys decidió que era hora de por fin tomar el Trono de Hierro.
Hubo una reunión con los norteños. Al final se tomó la decisión más sensata en opinión de Jon: la gente libre se quedó en Winterfell, no pelearían por algo que no les concernía. Y no fueron los únicos en quedarse, muchos sino la mayoría de los norteños dieron una excusa para no ir y Jon, entendiendo perfectamente lo que estaban haciendo, les agradeció por luchar a su lado y les permitió volver a sus hogares y terminar de curarse.
Tal vez no era muy ético u honorable pero siendo justos, de todos los norteños eran lo que habían sufrido más. Aldeas habían sido diezmadas, la comida escaseaba, sus hogares eran un desorden frenético y necesitaban prepararse para el invierno. Porqué, guerra o no, el invierno siempre llega. Tyrion le dirigió una mirada sabionda cuando explicó porque sus números bajos. Varys pareció especialmente divertido desde su lugar.
Dejó a Bran a cargo, confiando en los Reed para ayudarlo si lo necesitara. Howland Reed en persona le prometió cuidar de sus primos mientras estaba fuera.
-Cuídese en el sur, mi rey –Le advirtió Howland antes de partir- La dos últimas veces que un Stark ha ido al sur, nunca ha ido bien.
Le hizo una reverencia y se marchó.
Jon se preguntó qué tan bien conocía a su abuelo Rickard y su tío Brandon. Y qué significaba para él Lyanna y Ned Stark.
Con la advertencia en la parte posterior de su mente en todo momento, él y Arya partieron con la Reina Dragón. Con solo unos cuantos norteños que no habían salido tan lastimados junto a la Hermandad sin Estandartes, los lobos y Riverlands viajaron a King's Landing. En el mes que duró el viaje, se mantuvieron para si mismos, aun sin poder creer que esa sería la última pelea y por fin podrían descansar. En todo el viaje, Jon permanecía tercamente al lado de Arya.
Una noche antes de llegar a su destino y enfrentarse a lo que esperaba sería la última batalla, Jon rodeó a Arya en sus brazos y no se movieron en toda la noche. Sin saber que les avecinaba el futuro, quería pasar cada instante junto a ella.
-Estaré con el Sabueso –dijo de la nada Arya
-¿Qué?
-El ira a buscar a su hermano, la Montaña. Iré con él.
-Pero…
-Tú tienes que encargarte de que no haya bajas de nuestro lado, ya hemos perdido a demasiados.
Y ambos callaron. Arya era la loba salvaje del norte, incontrolable, indomable. Jon solo podía estar a su lado. A pesar de su entrenamiento con los Hombres sin Rostro, Arya nunca había dejado de ser ella; protectora, leal, luchadora. Él sabía que Arya, a su extraña forma, apreciaba al Sabueso. Y también sabía que donde fuera La Montaña, iría Cersei Lannister.
Con Tyrion Lannister al lado de la Reina Dragón y Jaime Lannister aun en Winterfell recuperándose extrañamente lento de sus heridas junto a Brienne de Tarth. Cersei Lannister estaba sola.
La batalla, si se le puede decir así, fue rápida y sin complicaciones. La flota de Euron Greyjoy fue desmantelada por Drogon y Rhaegal. Cuando los ciudadanos los vieron llegar y notaron quienes eran, parecieron ponerse de acuerdo para darles espacio libre. Todos se encerraron en sus hogares o en el primer edificio que encontraran. Si eso no era muestra de lo detestada que era Cersei no sabía lo que era. Tyrion Lannister advirtió del fuego valyrio debajo de la ciudad y como sabía que Cersei no dudaría en usarlo. El Septo de Baelor fue prueba suficiente.
Arya Stark y Sandor Clegane fueron los responsables de evitar que la ciudad se perdiera como una fogata, gracias a que llegaron justo en el momento cuando se disponían a incendiarlas.
Con los saqueos estrictamente prohibidos. Los ciudadanos quedaron ilesos y la ciudad quedó de pie. Con la Montaña muerto, el maestre Gyburn encerrado y Cersei a encadenada y encerrada en las mazmorras. Daenerys Targaryen se sentó en el Trono de Hierro.
Garlan Tyrell (uno de los pocos lores que siguió a Daenerys al King's Landing) se mostró mortalmente asesino cuando la vio encadenada y despojada de su corona. Jon tardó un momento en recordar que su hermana Margaery y su hermano Loras habían muerto por Cersei. Arianne Martell tomó la cabeza de La Montaña y la puso en una pica. Después de demasiado tiempo, Elia Martell y sus hijos estaban vengados.
Las principales casas mandaron representante a jurar lealtad a la nueva reina. Olenna Tyrell estaba especialmente interesada en tener una charla con Cersei, le concedió. Todo la fortaleza roja se enteró de cómo los gritos de Cersei resonaron cuando Olenna admitió haber envenenado a Joffrey. Encadenada como estaba, Cersei solo pudo gritar y forcejear mientras Olenna salía tranquilamente de la mazmorra.
Tyrion la observó atentamente la próxima vez que se encontraron
-Espero que no haya rencores. Hice lo que hice por mi familia
-Acosta de mi destierro –replicó Tyrion.
-Y ahora eres la mano de la reina. Solo necesitabas salir de la sombra de tu familia para brillar.
Y eso fue todo lo que se dijo sobre el tema. A nadie le importaba lo que Olenna había hecho.
Y no fue el único que pagó por sus crímenes. Gracias a un cuervo de Bran y las palabras de Varys, Littlefinger fue encarcelado y hallado culpable de traición a Ned Stark y ser uno de los precursores de la Guerra de los Cinco Reyes. Fue puesto en una celda justo al lado de la de Cersei.
Daenerys dictó una ejecución pública.
Lo que pareció la totalidad de King's Landing se presentó a presenciar la ejecución de Cersei Lannister. Daenerys estaba sentada recta y orgullosa en el asiento más alto del lugar, a su lado Grey Worm y Missandei. A sus costados los lores y ladys de todos los siete reinos contemplaban la ejecución. Jon y Arya en representación del Norte, Brynden Tully en representación de Riverlands, Olenna y Garlan Tyrell por el Reach, Arianne Martell representando el Norte, Asha de las Islas de Hierro, Tyrion Lannister como Mano de la Reina y Lord de Westerlands, Harrold Hardlyn por el Valle y finalmente Gendry Baratheon junto a Mya Baratheon, los bastardos legitimados, en representación de Stormlands.
A pesar de encontrarse una gran cantidad de gente en un mismo lugar. Nadie hacía ruido, todos demasiado ansiosos por ver.
Con Drogon y Rhaegal volando en el cielo, sus siluetas a veces oscurecían el lugar. Una sombra en forma de dragón, nunca más acertado.
-Cersei Lannister por sus crímenes contra los Siete Reinos. Por tus acciones en contra la Casa Stark y la Casa Tyrell, por tus negligencia para con el reino. Por tus crímenes a los ojos de la Fé, yo Daenerys Stormborn de la Casa Targaryen, Reina de los Ándalos, los Rhoynar y los Primeros Hombres, Señora de los Siete Reinos y protectora del Reino, te condeno a morir. A morir en frente del pueblo que oprimiste y el reino que usurpaste. ¿Alguna última cosa que decir? Si admites tus crímenes, tal vez los Siete serán indulgentes, porque nosotros no lo seremos.
Jon se preguntó si Ned Stark había estado en esta misma situación: arrodillado frente a una multitud deseosa por su sangre, luciendo demacrado, ojos inyectados de sangre y una espada que amenazaba su cuello
Cersei Lannister alzó la mirada y dijo sus últimas palabras
-Escúchame rugir
Daenerys entrecerró los ojos y le dirigió una mirada a Arya. Habían hablado personalmente y llegado a un acuerdo. Sin mostrar nada en su rostro, se levantó y tomó la espada que le ofrecía Grey Worm. Era Widow's Wail. Una de las dos espadas hechas por Ice, la espada ancestral de la Casa Stark.
Arya Stark se levantó sobre Cersei Lannister y dio su condena.
-Valar Morghulis
Y la espada cayó sobre su cuello. La cabeza rodó unos metros hasta detenerse.
Arya lo miro. Estaba hecho, su lista estaba completa. La Casa Stark estaba vengada y ahora todos sabían lo que ocurría cuando se metían con un lobo.
La ejecución de Qyburn y Petyr Baelish sucedió rápido y sin mas escandalo.
Y fue así como días después de abdicar públicamente al trono y renunciar a sus derechos sobre él, días de discusiones sobre el Norte, Riverlands y su independencia, se encontraría a Varys y Tyrion en los jardines y le darían esa sugerencia de matrimonio con la reina. Una sugerencia ridícula en su opinión, no solo porque había renunciado al trono y ahora tenía un reino propio sino también porque él y Daenerys escasamente se toleraban. Ella y Arya habían llegado a una especie de entendimiento y respeto mutuo pero con él era diferente, parecía creer que en cualquier momento se levantaría y usurparía su trono. Viendo hacia atrás, Jon se preguntaba si esa mirada entre Varys y Tyrion significaba que sabían o sospechaban porque de su renuencia en casarse con la reina.
Ahora, como su propio reino conocido como Las Tierras de Invierno, todos estaban ansiosos por partir. Jon incluido.
-Es divertido como el pasado parece repetirse cada vez –le había dicho Olenna Tyrell antes de partir. A su lado, Garlan lo miraba por el único ojo bueno que le quedaba mientras que en el otro lucía un parche negro. Lucía como un pirata muy bien vestido.
Jon, con Davos junto a él, se volteó hacia la anciana.
-¿Disculpe?
Olenna Tyrell sonrió. Parecía genuinamente divertida.
-No entiendo que tienen las lobas, parecen tener un don para atontar a un dragón – le dirigió una mirada conocedora, de esas que solo una mujer de su edad podía lograr – El honor y la justicia intachable de un Stark con el poder de un Targaryen. Serás un rey muy interesante. Buena suerte, su majestad.
Y con eso ella y su nieto se fueron.
Le dio a Davos una mirada confundida pero hasta él tenía ese brillo conocedor en los ojos. Davos alzó una ceja y sonrió de lado. Sintiéndose incómodo de repente, Jon dio una débil excusa y salió casi corriendo. Encontró a Arya luciendo extrañamente complacida.
-¿Qué?
Cuando notó que la observaba con curiosidad, relajo la cara y no dejo que nada pasara.
-Nada
-¿Nada?
-Puede que el Sabueso me haya hecho saber que vendrá al Norte con nosotros
Jon pudo sentir como su boca quería sonreír. Pero, por respeto a la cuidadosa actuación de Arya, lo trató de controlar.
-¿Ah sí?
-Sí, al parecer no tiene nada que ver con King's Landing y sus venenosos habitantes
Y si Arya lució una sonrisa afectuosa por pensar en el Sabueso, Jon no dijo nada y ella no lo admitió.
Cuando por fin dejaron King's Landing, Jon no pudo evitar el suspiro de alivio. Mirando las caras suavizadas a su alrededor supo que no era el único. No habían sufrido bajas cuando ayudaron a tomar la capital, pocos heridos y todos podían ir a un ritmo considerable devuelta al Norte.
Y eso los había llegado justo donde estaban: discutiendo quién debía reinar. Él o Arya. Los lores de Riverlands discutían con los del Norte e incluso la Gente Libre. Jon y Arya compartieron una mirada, sin saber qué hacer.
La serena voz de Bran cortó la discusión
-¿Y si hubiera otra alternativa?
Bran lucía una sonrisa, cuando lo miro casi pareció listo para reírse. A su lado, Meera sonreía más discretamente.
Los lores y ladys se calmaron, volvieron a sus asientos y observaron atentamente a Bran.
A su lado, Howland Reed habló
-No estarás sugiriendo… -su voz se calló y pareció comunicarse con la mirada. Bran asintió y Howland se vio pensativo.
-Podría funcionar
-Si quieren compartirlo en cualquier momento de ahora al próximo invierno sería bueno –exclamó ruidosamente Tormund.
-Están sugiriendo un matrimonio – explicó Lady Mormont exasperada, al parecer harta de su cara de confusión. Miro de Arya a Jon – Podría funcionar. Primos y no hermanos, ambos lucen como clásicos Stark. Ambos luchadores y han hecho mucho por sus tierras. Me parece una buena idea
Poco a poco todos los demás dieron su consentimiento. En todo ese momento Jon estaba sufriendo un ataque en su interior. Casarse…con Arya
La miró desde su lugar. Ella ya tenía sus ojos puestos en él.
-¿Entonces qué piensan? Ambos serás reyes y no habrá problemas de sucesión
-Me parece bien –la voz de Arya era tranquila y controlada. Nadie podía decir que estaba pensando
-Me parece bien – y si alguien notó que su voz salió demasiado emocionada, nadie dijo nada. Aunque se ganó sonrisas sabiondas de Davos, Tormund y lo que parecía la mitad de sus abanderados.
Y ahora con todo dicho y acordado, la vida en las tierras de invierno se tranquilizó. La paz era algo que no había vivido en años y casi parecían perdidos sin tener una amenaza que enfrentar. Todos acordaron quedarse para presenciar la boda entre sus reyes. Ese día Jon llevaba una capa con lobos huargos cocidos, un peto con el símbolo de los Stark en el pecho, Longclaw en su cadera, guantes y botas de cuero. Se veía como un típico Stark. Nunca antes estuvo tan orgulloso de su aspecto.
Howland Reed oficiaría la ceremonia a su pedido personal. Los lores y ladys del Norte y Riverlands, junto con la gente libre y, curiosamente, Jaime Lannister junto a Brienne de Tarth y Podrick Payne, estaban en el bosque de dioses, todos bien vestidos, listos para dale paso a una nueva era con nuevos reyes. Bran, Meera, Jojen, Rickon y Osha estaba justo al frente. Nymeria, Ghost, Summer y Shaggydog se sentaban tranquilos a sus lados.
Cuando Arya apareció, sosteniendo el brazo del Sabueso, Jon pudo jurar que el bosque entero y las demás personas desaparecieron. Arya era hermosa de una manera salvaje e indomable como el norte mismo. Pero ahora viéndola venir a él, Jon estaba seguro de afirmar que no había mujer más hermosa que la que pronto sería su esposa.
Arya usaba un vestido blanco puro, lucia rosas de invierno cocidas a su vestido y los huargos en pecho y hombros. Tenía el cabello recogido en un bonito moño, con una sola flor azul como decorado. Se veía como la representación física del invierno. Etérea e intocable.
Por el jadeo colectivo supo que no era el único en pensarlo. Sandor lucía extrañamente orgulloso de entregarla.
Las palabras fueron dichas, los votos jurados. Y Howland Reed colocó en sus cabezas dos coronas, en la suya su corona anterior y en la de Arya una nueva que había mandado a hacer especialmente para ella: era simple, dos lobos huargos se enfrentaban con una pequeña espada justo en el centro, las tres figuras estaban sujetas por rosas de invierno. Después de haber mandado a reformar Ice y que la Casa Stark haya tenido de vuelta su espada ancestral, no dudo en decirle al herrero que destinara un poco de su acero varlyrio a una corona digna de una reina. Ice estaba de vuelta un poco más pequeña, y ahora su reina tenía una corona que duraría generaciones.
-Lores y Ladys – Exclamó Howland Reed- Déjenme presentarles a Jon y Arya Stark, los nuevos rey y reina de las tierras de invierno. Que los dioses bendigan su reinado
La ovación que le siguió fue tan fuerte que la gente en el castillo seguro la escuchó.
Eso fue hace ya muchísimas lunas. Enfrentaron el invierno que le siguió a la Larga Noche. Estabilizaron sus tierras y sus lores. Le otorgaron tierras propias a la gente libre. Se aseguraron de que su reino no sufriera hambruna o necesidad. Y eso tomó tiempo. Muchas cosas pasaron en ese tiempo. Y ahora estaba parado justo donde hace ya tanto tiempo estuvo Ned Stark viéndolo a él y a Robb instruir a Bran con arco y flecha. Ahora él quien observaba.
-¡Te dije que pusieras lo pies al costado, no al frente!
-¡Pues si explicaras bien no tendrías que hacerlo dos veces!
Jon suspiro. Amaba a sus hijos pero a veces podrían ser un puñado de energía incontrolable.
-Tú no fuiste un maestro del arco y flecha a su edad, Eddard. Ten paciencia con tu hermano menor. Torrhen, es arco y flecha, no un hacha, contrólate. – su voz resonó por el lugar, haciendo saltar a sus dos hijos. Ambos le dirigieron una mirada avergonzada antes de volver a entrenar, esta vez más calmados. Su hijo mayor, Eddard, había llegado al año de su matrimonio. Fue una hermosa sorpresa. Cabello oscuro, cara alargada con ojos grises, era alto y delgado. Tenía un gran parecido con su contraparte, pero solo tenían su apariencia en común. Eddard había heredado toda su sangre lobo de su madre. Torrhen era una versión en miniatura de él, pero sus ojos eran de un bonito color morado. La única prueba de su ascendencia Targaryen. Era más calmado pero poseía un genio comparable con el de su padre.
Y no eran sus únicos hijos. Después de Eddard, tuvieron hasta su segundo día del nombre antes del próximo embarazo. Y sí que fue una sorpresa: Cregan y Alysanne Stark nacieron en una noche de tormenta. Debió ser un augurio pero nadie lo sospechó. Esos mellizos era una horda de descontrol salvaje, amaban a su tío Rickon, que venía a visitarlos desde las aldeas salvajes junto a su esposa, una mujer libre llamaba Helga, que de alguna forma logró domar al lobo salvaje; tenía dos hijas pequeñas, Lynara y Lysara, ambas igualitas a su padre. No era raro ver a Rickon y a su esposa correr detrás de sus pequeñas por todo el castillo en un buen día.
Después de Eddard, Cregan y Alysanne, seguía Lyanna: una chica que se parecía (gracias a los dioses) a él. No lo malentiendan, amaba a sus hijos salvajes pero era tranquilizador tener al menos a una hija capaz de pensar antes de actuar y que no requiriera estar detrás de ella todo el día. Lyanna prefería pasar su tiempo acompañado al maestre Sam y era más una erudita que una luchadora. Su apariencia era típica Stark, a excepción de un mechón de cabello blanco que solía caerle a la cara. De su loba tranquila, seguía Torrhen, quien ahora volvía a discutir con su hermano mayor. Antes de que pudiera volver a regañarlo, Sandor Clegane con Artos Stark montado en su espalda, interfirió. Artos era su hijo menor y parecía seguir a su padre y su hermana Lyanna en carácter. Sin embargo, eso no evitaba que fuera travieso y de vez en cuando se escapaba de sus clases con Satin para poder ver a sus hermanos entrenar o seguir al Sabueso. A su sorpresa, Sandor nunca se quejaba ni replicaba cuando Artos llegaba por su atención.
Jon observó divertido como Eddard y Torrhen saltaban en sus lugares ante el regaño del Sabueso. Artos le dirigió una mirada divertida desde su espalda. Le guiño un ojo a su hijo menor antes de sentir un par de manos rodearlo. Sus brazos rodearon automáticamente el cuerpo delgado de su esposa. Los años habían sido amables con su esposa. Parecían haberla suavizado, no es que lo se lo fuera a decir a la cara. Seguía siendo la loba salvaje del Norte. La Reina Lobo. La reina de las tierras de invierno. Su esposa.
-¿Volvieron a discutir?
-Como si hicieran otra cosa
Ambos compartieron una risa antes de mirar atrás cuando oyeron una silla arrastrarse por el piso. Bran Stark se acercaba con su esposa, Meera detrás. No tenían hijos, pero con la frecuencia con la que cuidaban de sus sobrinos ganas no tenían. Casi todo el castillo se había adaptado a la silla con ruedas de Bran así que Meera fácilmente podía llevarlo a un lado a otro sin problemas.
-¿Problemas? –preguntó Bran
-Como si no lo supieras –replicó Meera a su esposo. Ambos compartieron una mirada de cariño antes de volverse a sus reyes
-Cregan y Alysanne, terminaron su entrenamiento con lanza por el día. Les permití irse temprano por la fiesta –les explicó Meera, como entrenadora y una de las encargadas de la seguridad de Winterfell, se encargaba de entrenar a sus hijos. – Demasiado ansiosos por ver a sus primos, no podían atención
Arya frunció el ceño
-Le he dicho cientos de veces que cuando entrenen deben poner atención. Se pueden lastimar
-Tranquila, querida –Jon tomó a Arya por la cintura y la acercó a él – Solo están emocionados por ver a sus primos
Bran y Meera se rieron hasta una estruendosa voz los interrumpió
-Entonces es una alivio que por fin estemos aquí – Rickon Stark llegó en grandes zancadas hasta ellos. Compartieron una sonrisa antes de abrazarse. Era un hombre alto, naturalmente delgado e incluso en su adultez seguía inquieto. Su aspecto seguía siendo la de un hombre libre, su barba espesa y cabello largo lo convertían en lo que se imaginan cuando se hablaba de la gente libre –No fue un viaje fácil, Helga quería parar por cada aldea que pasábamos y Lynara y Lysara estaban ansiosas y no se quedaban quietas –hizo una cara de dolor exagerado que los hizo reírse a todos
-Mira quien habla–dijo Bran, sonriendo a su hermano menor.
Rickon bufó fingiendo estar ofendido.
-Y mis sobrinos no eran los únicos ansiosos por verse. Debieron ver cuando Lysara y Lynara se encontraron con Joanna, Edwyn y Selwyn –fingió estremecerse – Esos cinco más Cregan y Alysanne. Una pesadilla
-Joanna, Edwyn y Selwyn no son tan malos. Son niños buenos–replicó Meera. Sentía cierta debilidad por la mayor, Johanna.
-Y eso se le puede agradecer a la madre. Pobre de nosotros sí solo Jaime los criara
Todos compartieron una risa aunque sabían que era verdad. Jaime Lannister era un padre consentidor, una ramita era más fuerte que él cuándo se trataba de sus hijos. Adoraba pasar tiempos con ellos, especialmente con su hija mayor, Joanna. Era una chica alta, cabello rubio y unos hermosos ojos azules como su madre. Pero era todo Jaime en lo demás. Edwyn y Selwyn tenían ojos verdes pero se parecían más a su madre que a su padre. Y, no era de extrañarse con Jaime Lannister y Brienne de Tarth como padres, los tres niños eran genios con la espada.
Brienne era la capitana de la guardia del castillo, su esposo Jaime era el maestro de armas. Rechazando su título de Lord de Westerlands, Jaime decidió permanecer en el norte después de la Larga Noche junto con Brienne. Arya le había contado como Sandor le contó que una vez Jaime pasado de cosas admitió estar feliz con vida lejos de las artimañas del Trono de Hierro en un lugar con líderes justos y buenos, donde pudieran criar a sus hijos en paz. Brienne y Jaime habían sido leales, buenos y honorables en todo su tiempo sirviéndolos, vivían permanentemente en el castillo. Algunas veces visitaban la Isla de Tarth pero no duraban mucho antes de volver. Sus hijos se criaban al lado de sus propios hijos, volviéndolos más hermanos que compañeros. Los niños no conocían Casterly Rock y Jaime no tenía ninguna intención de llevarlos.
Casi como si los hubiera invocado, Jaime Lannister cubierto con una capa con su emblema personal: una mano de oro, su espesa barba servía para cubrirlo del frío, su cabello rubio estaba debidamente recortado, a su lado caminaba su esposa en armadura con el símbolo de la guardia del castillo; un lobo mordiendo una espada. Cuando los vieron no tardaron en acercarse.
-Mis reyes –Se inclinó respetuosamente Brienne, seguía tan correcta y honorable como siempre. Jaime se inclinó un poco antes de hablar
-Parece que nuestros hijos ya se encontraron. Temo por Winterfell con todos juntos
-Tu y yo juntos –Davos Seaworth se acercó a paso rápido. Después de la Larga Noche y ver cómo eran las cosas en el Norte, decidió mudar a su familia completa. Vivían en el castillo. Sus hijos parecían felices a pesar del frío y su esposa era la encargada de los sirvientes. El mismo Davos era la mano derecha del rey y la reina. Dirigió una mirada abajo y sonrió –Aunque tengo que admitir que una de las cosas que más me gusta es verlos juntos, a veces es increíble lo rápido que pasa el tiempo. Y verlos me lo recuerda
Todos bajaron la mirada hacia el lugar donde pareció ser la zona de reunión de todos los niños.
Eddard se había sentado junto al Sabueso con Artos en el regazo, ambos hablaban tranquilamente mientras Artos escuchaba y balanceaba las piernas de vez en cuando. Cregan, Joanna, Lynara y Selwyn hablan casi a los gritos, emocionados de verse de nuevo, se ubicaban a un costado cerca de las armas. Lyanna estaba junto Torrhen, Alysanne, Edwyn y Lysara contando tranquilamente que habían hecho; estaban más cerca del blanco del tiro con arco. Desde su lugar en las alturas todos tenían un lugar privilegiado para observarlos.
A veces era casi surreal verlos, observar cómo hablan, cómo entrenaban, como disfrutaban de su vida. Ninguno había pasado penas en su vida, tenían vida buenas, fueron protegidos desde pequeños, tenían toda una familia que los amaban y les habían enseñado a luchar sin distinción. Eran niños de verano y, con suerte, nunca verían un invierno o una guerra.
-Esa generación será conocida como la más pacífica – Bran anunció de un momento a otro. Todos se volvieron hacia el hombre en su silla. Sus ojos miraban sin ver – Niños criados juntos, como hermanos, más fuerte que la sangre. Leales, justos y buenos –Bran parpadeo rápidamente antes de volver en si. Su mirada se dirigió a Eddard y luego a los demás –Sí, serán una generación envidiable.
Brienne y Arya compartieron una mirada, ambas parecieron relajarse ante las palabras del Cuervo de Tres Ojos.
-Bueno, es bueno saber que nunca hijos crecerán para ser buenos y justos –dijo Jaime. Los años lo habían cambiado, pero la llegada de sus hijos fue el último paso que necesito para convertirse en un hombre completamente nuevo – Tyrion ha escrito sobre querer conocerlos – Él y su hermano pequeños habían mantenido correspondencia a lo largo del tiempo. Todo había sido perdonado y ahora su relación era más sincera que nunca.
-Tal vez la Reina Dragón permita que su mano se tome un tiempo libre –Consideró Meera con las manos sobre los hombros de Bran.
Rickon se cruzó de brazos y bufó incrédulo.
-Sí, claro. Daenerys no se atrevería a perder a su mano
-Rickon tiene razón –Siguió Arya – Con toda su familia aquí, no querrá arriesgarse
-Se me había olvidado que Tyrion no es el lord de Westerlands, se lo pasó a Martyn Lannister, el último hijo de su tío – Recordó Jon. A su lado, Jaime asintió
-Sí –confirmó Jaime – Martyn Lannister, el último hijo de mi tío Kevan, el que menos se esperaba ha heredado Casterly Rock –dio una rápida risa – Recuerdo que era un buen muchacho. Imagino que ser la Mano de la Reina y al mismo tiempo que el Lord de Westerlands era demasiado para mi hermano.
-Debió ahogarse en estrés y no en vino como tanto le gusta –comentó Jon sonriendo y provocando unas cuantas risas.
-Jaime envíale una invitación oficial a tu hermano. Ha pasado un tiempo, seguro quieres volver a verlo. Y los niños estarán felices de conocerlo –dijo Arya dándole una pequeña sonrisa al hombre rubio.
-Muchas gracias, su majestad –agradeció Brienne – Estoy segura que Lord Tyrion lo agradecerá
Jaime y Brienne no perdieron el tiempo para ir a mandar la carta. Era una improbable pero hermosa pareja. Brienne hacia a Jaime una mejor persona y lo impulsaba a mejorar cada día. Eran increíbles padres, dedicados y amorosos. Les enseñaban a sus tres hijos por igual y, a su sorpresa, tenían una buena relación con los demás lores y ladys del reino. El Jaime Lannister que conoció hace mucho tiempo había desaparecido, quedando su mejor versión. Y por su lado Brienne cumplió su sueño de ser un caballero reconocido y respetado a la vez que formaba una familia con un hombre que la amaba. En su opinión, le había ido muy bien a la pareja de rubios.
-Bueno, creo que iré a buscar a Helga –dijo Rickon – Será bueno pasar tiempo juntos, ella y Osha han estado ocupadas ayudando en la aldea. Y si no es eso son las niñas exigiendo la atención de su madre y su abuela. Nos vemos, hermanos
Rickon había formado su propia familia después de ser separado a la fuerza de la suya demasiado temprano en la vida. Sus hijas llamaban a la mujer que lo protegió y cuidado como un hijo, abuela. Y era cierto, Osha era la madre de Rickon, a la forma salvaje Osha lo había adoptado, criado, alimentado y educado. Eso también significaba que vivían juntos y Osha se quedaba a cargo cuando Rickon iba a visitarlos en Winterfell. Su esposa Helga era una chica increíblemente dulce, a pesar de ser una mujer libre, su temperamento calmado y tranquilo contrastaba con el de Rickon. Él, Osha, Helga, Lynara y Lysara era los Stark libres.
-Creo que es mejor que vaya y le diga a mi esposa que empiece con los preparativos de la cena de esta noche. La fiesta por el día del nombre del príncipe Artos será muy buena, lo aseguro. Ahora, si me disculpan, mi rey, mi reina. –Ser Davos no perdió tiempo antes de apresurarse a buscar a su esposa
Meera y Bran compartieron una mirada. A veces era como si pudieran comunicarse por sus pensamientos. Y con los poderes de Bran, tal vez era posible. Jon nunca estuvo seguro y nunca se atrevió a preguntar.
-Iremos a saludar a nuestros sobrinos – Anunció Meera antes de tomar a Bran, que les dedicó una sonrisa - Nos vemos en la cena, mis reyes
Y estaban solos de nuevo.
-¿Alguna vez había pensado en tener a Lannister viviendo con nosotros? –preguntó sonriente su esposa
-Tanto como pensé en ser el rey algún día
Arya le dirigió una sonrisa. Tanto años y aún lo controlaba con solo un gesto. La acercó a su pecho y bajó lentamente la cabeza
-Nunca lo pensé pero ha sido lo mejor que ha pasado – A pesar de los años, los ojos de Arya no habían cambiado –Te amo, mi loba salvaje
-Y yo a ti, Jon
Y sus labios se unieron. Siempre pensó que nunca habría persona que amara más que a Arya, pero entonces sus hijos llegaron y ese amor se incrementó para abarcarlos a todos. Más que una corona o un reino, tenía una familia. Una familia que jamás creyó poder tener. A veces, en ese justo momento en que se despertaba, pensaba que era un sueño, que se levantaría en el Guardia Nocturna apunto de enfrentar al Rey de la Noche y probablemente morir luchando. Pero no, luego Arya se movía a su lado y los recuerdos volvían. Habían sido años prósperos. Su reino prosperaba, tenía acuerdos comerciales con Essos y el y su reina se aseguraban de reinar con justicia. Sus abanderados nunca fueron más felices.
Jon no era tonto, sabía que su nombre y el de su esposa se quedarían en la historia. Su pelea con lo el Rey de la Noche lo había asegurado. Quería que lo recordaran como un buen rey, tal vez el mejor, pero sobre todo deseaba que recordaran su afecto por Arya Stark, como murió y volvió a la vida solo por ella. Quería que se cantaran canciones sobre la Reina Lobo, como luchó en la espalda de un lobo huargo y como conquisto al Lobo Blanco desde antes de saberlo. Quería que sus hijos vieran un amor sincero entre sus padres, para que tuvieran un modelo de qué clase de amor buscar y no conformarse con menos.
Todos los días se esforzaba para ser un buen rey, un buen padre, un buen esposo pero sobre todo una buena persona." El amor es la muerte del deber" le dijo hace ya tanto el Maestre Aemon, sin imaginarse que podría llegar el momento en que sería el amor lo que lo alentaba a cumplir con su deber.
Tuvo que separarse de Arya cuando silbidos y exclamaciones vinieron de abajo. Eddard, Cregan y Alyssane chiflaban mientras que los otros niños se reían a carcajadas. Incluso Sandor reía. Escucho otras risas. Viendo a un lado, Rickon, Helga, Davos, Brienne, Jaime, Bran y Meera se reían mientras los miraban. Ghost, Nymeria, Summer y Shaggydog rodeaban a los niños.
-Y es por eso que no podemos dejarlos un minuto a solas –grito Rickon con Helga acunada en sus brazos.
A su alrededor todos rieron más fuerte. Jon incluso pudo escuchar risas de los sirvientes y guardias que pasaban justo en ese momento. Incluso Arya río y el no tuvo otra opción que tratar de esconder su sonrisa en el cabello de su esposa. Con la risa resonando por el castillo, Jon junto su frente con la de Arya.
-Gracias
-¿Por qué? –preguntó Arya rodeando su cuello con los brazos.
-Por todo. Por ser tú
No sabía cómo explicarlo. No sabía cómo explicar que se sentía tan feliz que podía estallar. Que cuando la veía con sus hijos quería llorar de la felicidad. Cómo, a pesar de que había días pesados y duros, siempre se acostaba junto a ella y eso era suficiente para contentarlo.
Pero con Arya nunca necesitaron sobre explicar las cosas. Se entendían sin decir palabras. Su reina asintió. Ambos lo comprendían. Arya apoyó la cabeza en su pecho mientras Jon la abraza por la cintura. Ahí, parados sobre todos, viéndolos interactuar en armonía, sintieron que todo lo que hicieron y todo por lo que pasaron valió la pena, porque todo eso los llevo justo donde estaban.
Siendo el Rey y la Reina de los tierras de invierno.
Siendo Jon y Arya Stark
Siendo familia.
A veces, diferentes caminos llevan al mismo castillo. Y si tuviera que volver a pasar por todo, solo para terminar aquí con Arya en sus brazos, sus hijos jugando con sus primos y mejores amigos, rodeados de personas que los amaban y los respetaban entonces volverían a hacerlo.
Porque todo valdría la pena.
DESCENDENCIA
-Hijos de Jon y Arya
Eddard Stark - Primogénito, el mayor, el heredero, nombrado en honor al Eddard Stark "el lobo tranquilo", Lord de Winterfell anterior. Tiene 15 años. Cabello oscuro, cara alargada y ojos grises. Alto y delgado. Típico Stark. Eddard heredó la sangre de lobo de su madre.
Cregan y Alysanne Stark - El segundo hijo y la primera hija, nombrados en honor a Lord Cregan Stark "El Viejo del Norte" y Alysanne Blackwood "Aly La Negra". Mellizos. Alysanne nació primero y luego Cregan. Tienen 13 años. Típico aspecto Stark: cara alargada, ojos grises y cabello oscuro. Son altos para su edad. Ambos heredaron la sangre de lobo. Incontrolables, salvajes, suelen escaparse de sus lecciones para entrenar en espada y lanza con su madre y tía Meera.
Lyanna Stark - Segunda hija, nombrada en honor a Lyanna Stark "La Loba", la madre de su padre. Tiene 11 años. Cara alargada, ojos grises y cabello oscuro. Tiene un mechón de cabello blanco gracias a su sangre Targaryen. Naturalmente tranquila. Más una erudita que luchadora. Una loba tranquila. Entrena con arco y flecha con su padre.
Torrhen Stark - El tercer hijo, nombrado en honor al antiguo Rey Torrhen "El Rey que se Arrodilló". Tiene 10 años. Cabello oscuro, cara alargada pero con ojos morado gracias a su sangre Targaryen. Naturalmente tranquilo pero con un temperamento igual al de su padre. Entrena en arco y flecha con su hermano y lanza con su tía Meera
Artos Stark - Cuarto y último hijo, nombrado en honor a Artos Stark "El Implacable", el guerrero más temible de su época. Tiene 7 años. Cabello oscuro, cara alargada y ojos grises. Tranquilo y sereno, sigue a su padre en carácter. Suele escaparse de sus clases para ver entrenar a sus hermanos. Tiene una relación especial con Sandor "El Sabueso" Clegane, el hombre lo protege y lo cuidado sin preguntar. Empezó su entrenamiento con El Sabueso.
-Hijos de Rickon y Helga
Lynara Stark – Primogénita, primera hija, nombrada así por la esposa de Cregan Stark y Lady de Winterfell, Lynara Stark. Tiene 12 años. Cabello castaño, heredado de su madre, ojos azules y cara redonda. Heredó la sangre de lobo de su padre. Es salvaje, enérgica y ama entrenar con hacha y lanza.
Lysara Stark – Segunda hija, nombrada en honor a Lysara Karstak, esposa de Artos Stark. Tiene 10 años. Cabello rojo, ojos azules y cara redonda. Heredó la sangre de lobo de su padre pero puede ser tranquila. Prefiere el arco y flecha.
-Hijos de Jaime y Brienne
Joanna Lannister – Primogénita, primera y única hija. Primera Lannister en nacer en las tierras de invierno. Son conocidos como "Los Lannister del Norte". Nombrada en honor a Joanna Lannister, la madre de su padre, antigua Lady de Casterly Rock. Tiene 14 años. Era una chica alta, cabello rubio y ojos azules. Lucia igual a su padre, era toda una belleza. Un genio como su padre con la espada.
Edwyn y Selwyn Lannister – Primer hijo y segundo hijo. Gemelos. Nombrados en honor a Edwyn Tarth "El Lucero de la Tarde" último Rey de Tarth y Selwyn Tarth "El Lucero de la Tarde" Lord de Tarth. Tienen 12 años. Cabello rubio, ojo verdes y caras cuadradas. Altos y naturalmente fornidos. Igual que su hermana mayor, genios con la espada
DATOS: Pequeñas cosas que me parecieron curiosas cuando escribía este relato.
Dato 1: Me demore un total de tres días en escribir este solo relato. Literal escribía día y noche. Termine con dolor de espalda.
Dato 2: Buscar nombres fue más difícil de lo que pensé. Tuve que irme al árbol genealógico de las Casas y buscar los que más me gustara y tuvieran una buena contraparte.
Dato 3: Así es más o menos como yo sueño que acabe Canción de Hielo y Fuego. Imposible, lo sé, pero soñar no cuesta nada.
Dato 4: ¿Notaron como solo uno de los hijos de Jaime y Brienne tiene nombre Lannister? Bueno, esto se debe a que, mirando el árbol de los Lannister me di cuenta de las pésimas personas que eran. No me gusto la mayoría y los otros me dejaron sin cuidado. Los Tarth no son muchos pero son buenos, y eso fue suficiente para mí.
Dato 5: No traje mucho a Sansa a esto porque, en serio, no creo saber escribirla. Mi visión de ella puede estar sesgada por el Show y no quiero poner ese personaje que es básicamente una copia de Cersei y Littlefinger, ella no es así en los libros y no quiero escribir sobre ella por eso.
Datos 6: Mis conceptos y nombres están en inglés. Así me los sé y se me hace super extraño cuando los escucho o leo en español.
Datos 7: Casi se me olvidan Qyburn y Littlefinger, trato de ser lo más detallada posible y agregar varias cosas pero si me salte algo, disculpen, hice lo mejor que pude.
Dato 8: Los herederos Tyrell son lisiados de alguna forma. Acabo de caer en cuenta; Willas con su pierna y ahora Garlan sin un ojo jajajaj pobres, y también sin Loras y Margaery. Me pareció chistoso pero de una forma cruel jajaja
Espero que les haya gustado este relato. Fueron un total de 35 páginas en Word y casi 14.000 palabras jajaja. Espero que haya valido la pena.
No duden en dejar su comentario.
Se aceptan solicitudes de relatos.
No duden en explicar su idea y con mucho gusto la escribo y lo subo. Prometo esforzarme.
De nuevo, espero que les haya gustado.
PDS: No tengo Beta, así que ven algún error perdonenme, en serio revise lo mejor que pude.