La Hija Mayor (Parte 3)

Disclaimer: Todo pertenece al universo de Una Canción de Hielo y Fuego de George RR Martin. Yo solo juego un poco.

Relato #2

"Una realidad donde Arya Stark es la hermana mayor, pasan más tiempo en King's Landing, todos ven como la loba salvaje crece y con algunos corazones inesperados atrapados, algunas cosas cambian… y otras no"


Se que me demore una eternidad, pero mejor tarde que nunca.

La verdad es que tuve un tremendo bloqueo con esta parte. Quería poner tanto que no sabía ni por dónde empezar.

Además, mi abuelo murió y vivía con él entonces el cambio fue muy duro. (además la universidad fue una mi*rda y se comió mis ganas de escribir)

Así que este capítulo lo dedico a mi abuelo, que fue el hombre de mi vida y siempre lo amare.

Espero les guste como finaliza este relato.


PARTE 3

POV Howland Reed

En un momento estaba tranquilo sentado comiendo un pedazo de cordero asado, mientras los demás norteños esperaban por su lord y al siguiente hubo gritos, estruendos y solo pudo ver a Ghost corriendo detrás un Jon frenético. Howland, sorprendido, se quedó paralizado en su lugar.

¿Qué demonios había pasado?

No tardó mucho en escuchar las órdenes de su lord; empaquen y corran a Los Gemelos. Todos saltaron de sus lugares y en menos de lo que cualquiera habría esperado estaban listos para partir. Howland notó, mientras se montaba a su caballo, que algunas de las demás casas también parecían frenéticas. Willas Tyrell había reunido a sus hombres en un santiamén mientras cojeaba hacia su propio caballo, Jaime Lannister estaba ya partiendo, Blackfish estaba correteando a sus hombres a la vez que les gritaba algo e incluso Daenerys Targaryen daba órdenes de empacar y empezar a marchar en los próximos minutos.

De nuevo, ¿Qué demonios había pasado?

El ritmo que daba Jon era totalmente rabioso, los demás con dificultad le seguían el ritmo. Justo al lado del Guardián del Norte, Ghost corría y Howland casi pudo jurar que ese lobo huargo estaba emocionado. Justo detrás de todos los norteños, corrían las demás casas. Algunas con más insistencia que otras. Debieron ser toda una visión; las casas más importantes de Westeros junto a su reina, corriendo como locos por el camino real.

-¡Mi Lord! ¿Qué ocurrió? -Gritó Howland por encima de todo el ruido.

Por un momento, Jon no contestó, y Howland creyó que no lo oía. Pero entonces Jon lo volteó a ver y la mirada en sus ojos hizo que casi se detuviera; nunca lo había visto con tanto… fuego; en sus ojos se encontraba una fuerte determinación que parecía arrasar con cualquier otro sentimiento o pensamiento. Jon estaba listo para atacar, la pregunta era a quién o a qué quería tan desesperadamente llegar el Guardián del Norte. Fueron las siguientes palabras las que hicieron que Howland insistiera a su caballo a ir más rápido.

-Mi hermana está de vuelta

Y solo existía una hermana por la que Jon Stark lo dejaría todo y correría como si lo estuvieran persiguiendo un caminante blanco. Arya Stark estaba de vuelta. Y de alguna manera, pensó Howland mientras daba una rápida mirada a todo el ejército que corría con desenfreno, logró hacer que todos perdieran la cabeza. Aunque, si Arya se parecía algo a su tía, entonces que los dioses tengan piedad por el pobre alma que intentará interponerse entre Jon y Arya.

Jon, entre gritos, le explicó lo ocurrido. Howland casi se ríe. No sabía si porque la situación le resultaba algo graciosa o por pura histeria. Jon había extinguido a la Casa Bolton y ahora su hermana hizo lo mismo con la Casa Frey. A su parecer, la Boda Roda había sido vengada.

Dio una agradecimiento silencioso cuando casi llegaban, era una suerte que la noticia no les llegará cuando estaban a días de Los Gemelos. Estaba seguro de que su Lord los dejaría a todos atrás e iría corriendo incluso sin caballo hasta Los Gemelos sin pensarlo dos veces, y a él, el viejo Howland Reed, no le quería de otra que irse corriendo junto a él para asegurar su protección. No envidiaba al pobre idiota que tendría que haber lidiado con todos si ese fuera la situación. Eso y que no creía que sus caballos resistieran un trote tan fuerte por días y no solo horas.

Lo primero que oyeron al acercarse fueron gritos, el estruendo de espada contra espada y el sonido de un aullido tan penetrante que hizo que varios hombre se volvieran de un preocupante tono blanco. Tan rápido como llegaron, se detuvieron. Distraídamente notó como las demás casas los alcanzaban y empezaban a bajar de sus caballos. Era un día frío, una ligera lluvia caía y algo de niebla rodeaba el lugar. Pero aun así, la visión era clara; en medio de Los Gemelos se estaba librando una batalla. Ni siquiera sabía quienes eran. Jon se bajó de su caballo y con Ghost a su lado, empezó a caminar lentamente hacia las torres. Howland fue inmediatamente con él, le hizo un rápido movimiento a Alys Karstark para que se hiciera cargo de los norteños. Alys, entendiendo rápidamente, le devolvió el gesto. A ellos, se unió Jaime Lannister que parecía haber saltado de su caballo, corrió hacia ellos mientras intentaba ver a todas partes a la misma vez; Willas Tyrell venía acompañado de dos escoltas, su ritmo mucho más tranquilo y sereno, con su actitud calmada casi parecía que no fue uno de los que más corrió hasta Los Gemelos. Con una rápida mirada atrás, Howland observó como Daenerys, luciendo algo desordenada, caminaba con sus guardias a los lados, Tyrion Lannister parecía estar haciendo un sobreesfuerzo para no salir corriendo del lado de la reina. Todos lucían nerviosos y con frío, los únicos a los que el clima no afectó era a los norteños.

Al fondo los demás soldados esperaban por instrucciones, los líderes de las demás casas acaban de llegar y veían atentamente lo que sucedía. Poco a poco empezaron a acercarse. Brienne de Tarth, Arianne Martell, Asha Greyjoy y Littlefinger estaban a unos metros de la reina Daenerys observando atentamente a su alrededor, mientras que la misma reina estaba a unos pocos pasos detrás de ellos. Gray Worm y Sir Barristan tenían sus armas listas por si alguien hostil se acercaba.

Todos se detuvieron cuando Ghost mandó la cabeza hacia atrás y lanzó un largo aullido.

Otro, igual de fuerte, no tardó en contestarle. En el momento en que un hombre los vio y empezaba a acercarse, una enorme mancha oscura cayó sobre él y con solo una mordida el hombre estaba muerto. Un enorme lobo huargo los veía atentamente con unos ojos demasiado inteligentes.

Los acompañantes de Willas Tyrell sacaron su espada, algunos otros también. Howland pudo ver como Littlefinger casi parecía querer correr en la dirección opuesta. Todos parecían listos para que la gran bestia atacara en cualquier momento, todos menos Jon. Que veía al lobo como si fuera un mismísimo niño del bosque.

-¿Nymeria? -El susurro de Jon pasó sobre todo el ruido. Y fue todo lo que bastó para que el gran lobo se acercara a él. Jon alzó lentamente la mano y esperó. Por un momento, nadie se atrevió a respirar. Con suavidad el lobo, al parecer llamado Nymeria, bajó la cabeza y dejó que Jon la acariciara. Su lord soltó un quejido y acarició con ambas manos a la gran loba huargo.

A su lado, Ghost se acercó y los dos grandes y temibles lobos procedieron a saltar encima del otro como si fueran dos cachorros. Jon soltó una risa ahogada y volviendo su atención a la batalla que aún se libraba a unos metros de ellos, le habló a Nymeria.

-Nymeria, niña -se acercó a los lobos que aún jugueteaban entre ellos - Dime, niña. ¿Dónde está Arya? Si tu estas aquí, Arya no debe estar lejos. ¿Dónde está?

Nymeria, obviamente, no respondió. Solo soltó otro aullido y volvió a jugar con Ghost. Jon suspiró y empezó a mirar por todo el lugar.

El lugar era zona de guerra; cuerpos tirados cada pocos pasos, el olor a sangre era espeso en el aire y se oían gritos de batalla y otros de dolor. La lluvia solo parecía acentuar el sentimiento de pesadez. Los Gemelos jamás fueron una estructura digna de historias fantásticas, pero ahora lucía como un lugar salido de la peor pesadilla. Howland encontró que no lo molestaba, Los Gemelos eran el lugar donde la Casa Stark fue traicionada, para él era justicia su condición tan decadente y casi en ruinas.

-¿Quiénes son estas personas? ¿Por qué pelean? -todos se volvieron ante la reina Daenerys, la única que se había atrevido a cortar el silencio entre el grupo. Miraba al grupo con el ceño fruncido. Howland apenas pudo detener un resoplido, una reina que no conoce el pueblo que dice mandar.

-Son Frey, su majestad -respondió igual de rápido Littlefinger- hijos, nietos, esposos, la casa Frey es la más poblada. Por lo que vi luchan contra los que parecen la Hermandad Sin Estandarte. Ahora la pregunta es… ¿Por qué? se suponía que no había más Casa Frey

Antes que cualquiera pudiera siquiera terminar de entender lo que el pequeño hombre había dicho, Nymeria y Ghost se pararon de un salto y corrieron hacia la batalla. Ahí, justo en medio de cuatro hombres que trataban de atravesarla con sus espadas, estaba una mujer esquivando hábilmente cada estocada. La mujer se movía con una velocidad y gracia increíble, ninguno de los golpes de los hombres lograban siquiera rozarla, casi parecía estar bailando. En un momento se agachó y con una velocidad y fuerza increíble dio media vuelta, alzó su mano y su espada atravesó el ojo de uno de los hombres. Cayó al piso con un grito y no se volvió a mover. Al ver eso los otros tres hombres solo parecieron luchar con más fuerza. Aun así, la mujer se mantuvo serena y confiada.

El sonido que salió de la boca del Guardián del Norte fue suficiente para hacerle saber a quien veían.

Jon dio dos pasos al frente y fue como un hombre moribundo viendo al paraíso. Ya no lucía como el Guardián del Norte, Lord Stark o el hombre que pronto enfrentará a un ejército de muertos. Lucia de su edad, no un hombre, un muchacho que lo había perdido todo y ahora un poco de ese pasado volvió a él.

Jaime Lannister, Willas Tyrell e incluso Tyrion Lannister se habían acercado, casi inconscientes, para tener una mejor visión de la mujer que luchaba tan apasionadamente. En una maravillosa muestra de inteligencia, Arya Stark se lanzó al piso justo cuando la espada de uno se dirigía a ella. La espada terminó atravesando el pecho de otro hombre que se acercaba por la espalda. Sin perder el tiempo, Arya volvió a pararse y de un solo movimiento atravesó la garganta del primer hombre. Así, dos hombres cayeron al piso muertos. Solo faltaba uno. Esa pelea fue un poco más interesante; con un movimiento de muñeca fluido, Arya sacó una larga daga y continuó luchando con una espada en su mano derecha y una daga en su mano izquierda.

El hombre no tenía oportunidad, lo único que podía hacer era estar a la defensiva. Y eso no lo ayudó mucho tiempo, rápida como un lobo, Arya logró arrebatarle la espada de la mano y sin dudas le cortó la garganta con la daga. Arya Stark se detuvo en ese momento y tomó grandes bocanadas de aire. A su alrededor todos se quedaron en silencio mientras veían a la chica que logró vencer a cuatro hombres el doble de su tamaño sin problemas. Y entonces, ante la vista de todos, un hombre salió justo detrás de ella, en sus manos una espada más larga que la propia Arya se alzaba en el aire, balanceándose justo a su cabeza.

-¡Arya! -el grito de Jon lo hizo saltar a todos - ¡Detrás de ti!

El grito provocó que Arya mirara, pero a ellos, no al hombre. Cuando vio a Jon, se quedó congelada en su lugar. A Jon sólo le tomó un segundo entender que su presencia la había sorprendido y que ese hombre iba a atravesar a su pequeña hermana antes de que pudiera reaccionar. El Guardián en el Norte empezó a correr y solo un instante después él y los demás lo siguieron. Pero fue innecesario, porque justo cuando el hombre bajaba la espada, lo que lucía como un gigante apareció de la nada y atravesó al hombre con un gran martillo de guerra. El martillo le había dado justo en el pecho, el hombre cayó al piso con el torso completamente destrozado y no volvió a moverse.

La sorpresa los hizo detenerse a todos. Jon estaba estático en su lugar, aliviado. Jaime Lannister, que había desenvainado su espada, la bajo lentamente mientras miraba intensamente al hombre. Willas apenas llegaba corriendo lo más rápido que su pierna se lo permitía.

Incluso Tyrion Lannister se había adelantado, jadeando pero luciendo aliviado.

Arya le dirigió unas palabras al gran hombre, por el ceño fruncido en su cara, no debieron ser palabras de agradecimiento. Fue entonces que el gran hombre se quitó el casco de toro que traía puesto y fue como si el pasado volviera a reírse a sus caras. Lo que solo podía ser la segunda venida de Robert Baratheon le lanzó a Arya Stark una sonrisa dentuda, intercambiaron rápidas palabras y el chico lanzó una risa tan estruendosa que resonó por todo el campo. Arya le dio un empujón, el enorme hombre ni siquiera se movió. Eso solo hizo que el hombre volviera a soltar risa tan fuerte que llevó sus manos a su estómago.

El hombre pareció burlarse de ella, pero cualquiera con un par de ojos podría notar la forma en que la veía; sus ojos eran increíblemente dulces cuando se fijaban en ella, la mirada como si fuera una diosa, como si fuera ella quien colgó las nubes en el cielo. Incluso su sonrisa era extrañamente dulce para alguien de su tamaño. Todo en él parecía girar en torno a la chica a su lado. Howland dio un rápido vistazo a su lord. Y mientras veía los ojos de Jon Stark arder, casi pudo ver los fantasmas de otras tres personas.

Fue entonces cuando Arya pareció recordar porque se distrajo y casi mecánicamente se volteo hacia ellos. Al ver el cambio de humor en ella, el chico alto de cabello negro y unos distinguibles ojos azules, también los miro. Con su ceño fruncido y martillo en mano parecía listo para defender a la mujer a su lado en cualquier momento.

Howland sintió que lo devolvieron al torneo de Harrenhal hace ya tanto tiempo. El pasado lo veía directamente a los ojos. Porque solo podían ser Lyanna Stark y Robert Baratheon renacidos parados justo frente de él.

Por el sonido de los jadeos de algunos, ellos también lo habían visto.

Por primera vez, Howland notó que Blackfish también estaba entre los demás lores y ladies. Llegó en grandes zancadas hasta ellos, pero se detuvo cuando llegó al lado de Jon. Si sus ojos se abrieran más bien podría ser un pez real. Parecía perder el aliento mientras su mirada entre las dos figuras frente a ellos. Con un suave jadeo, dijo lo que solo los que habían estado en el Torneo de Harrenhal, habían visto.

-Lyanna -y miró al gran hombre que los miraba atentamente con su martillo de guerra sobre su hombro, listo para atacar - Robert

Que los dioses tengan piedad.


POV Tyrion

Su vida, Tyrion había aceptado hace muchos años, era una jodida comedia. O un drama. En toda su vida fue testigo de desgracia tras desgracia. Pero la peor, en su opinión, fue el enorme dolor que le provocó su casa a la Casa Stark. Él era el primero en admitir que los Stark eran gente más bien rara, pero esa era su mejor cualidad. Porque raro no quería decir algo malo. Y en el caso de los Stark, esa rareza era la que los había mantenido con vida. La niña pequeña, Sansa, era la niña más educada y frágil que había conocido en su vida, pero esa personalidad de paloma encerrada fue lo que logró que sufriera daños mínimos en King's Landing, fue lo que logró que viviera lo suficiente antes de huir de la capital. La escalofriante pero interesante habilidad de Bran Stark logró salvarlo a él y a su hermano menor, y el mismo niño, Rickon, en su desenfreno y bestialidad logró sobrevivir.

Y luego estaban los dos Stark más singulares de todos. Jon dejó atrás su título de bastardo y ahora el hombre gobernaba todo el norte, además de ser el líder no oficial de los salvajes. Jon Stark fue de lo más bajo hasta convertirse en un hombre digno y honorable. Su pelea por Winterfell fue algo que viajó como chispa por todo Westeros. Ese hombre, sin saberlo, se había ganado el respeto de varios lores y ladies. Pero todo eso fue a causa de algo, en nombre de alguien.

Arya Stark fue el detonante de que Jon lograra hacer lo imposible. Solo por ella. Por todo el reino se hablaba de cómo el Guardián del Norte unió a hombres imposibles de juntar y los llevó a luchar por lo más importante para él: su hermana pequeña. Lo mataron por eso, pero el Lobo Blanco (como lo llamaban a sus espaldas) fue más terco y logró vencer a la muerte solo para volverse incluso más determinado y lleno de ira para completar su objetivo. Tyrion mismo fue testigo. Cuando llegó al norte por primera vez en muchos años, lo primero que vio fue un hombre endurecido por el dolor, alto y serio. La cicatriz que le atravesaba el ojo solo lo volvía más animal a sus ojos. Ese hombre dio hasta su vida por Arya. Ese pensamiento le causó malestar, ese hombre hizo hasta lo imposible por Arya, mientras él solo se limitó a lamentar su pérdida, pensar en ella y seguir con su vida.

Y era imposible no pensar en Arya Stark. Su desaparición lo dejó pensando por varias lunas. ¿Cómo? ¿Cómo pudo lograr evadir a todos los guardias y seguridad? Durante años no se oyó ni el más mínimo susurro de la mayor de las chicas Stark. Cuando Tyrion volvió a Westeros junto a la Reina Dragón, una de las primeras cosas en saber fue como la chica Stark había contraído matrimonio con el bastardo Bolton. Cuando lo supo, su alma bien podría haber dejado su cuerpo. Arya Stark, la misma chica que aún sostenía gran parte de su corazón, estaba casada con el que se rumoreaba era un monstruo. Tal era su crueldad que susurros de su comportamiento llegaron hasta Dragonstone.

Cuando por fin llegó al norte y Jon mismo le contó la verdad, soltó un suspiro de puro alivio. Ese monstruo jamás tuvo a la chica lobo, solo a un vil copia. Sin embargo, ese mismo hecho dejaba más preguntas sin respuestas. ¿Dónde estaba Arya Stark? ¿Dónde se escondió todos estos años?

Bueno, pensó distraído Tyrion, una de sus preguntas ya estaban resueltas. Arya Stark estaba justo al frente. Luciendo… más ella misma que nunca. Era mayor a como la recordaba. Era más alta, más fuerte y más hermosa que nunca. Solo pudo sonreír cuando vio lo que usaba; Pantalones marrones, botas de cuero hasta la rodilla, una camisa gris debajo de una coraza de metal que tenía al lobo huargo de la Casa Stark justo en el pecho. Su cabello estaba recogido por los lados, cayendo un poco más abajo de los hombros. Su cara estaba sucia, estaba sudando y lucía desaliñada. En su mano, su pequeña espada, Aguja, lucía como una extensión de su brazo.

Arya Stark estaba de vuelta.

Ante la extraña exclamación de Blackfish algunos parecieron mirar más intensamente a las dos figuras frente a ellos. El enorme hombre cubierto por una armadura que debía pensar una tonelada, mirada con el ceño fruncido a todos. Pero ninguno como Jon.

Antes de que cualquier pudiera decir o hacer otra cosa, el Guardián en el Norte, salió corriendo. Todos vieron como Jon Stark atrapó a su hermana menor en un abrazo tan grande que la escondió por completo de la mirada de todos. El gigante al lado, pareció pensar un momento antes de bajar el martillo y alejarse unos pasos, aunque sus ojos nunca dejaron a la pareja que se abrazaba fuertemente en medio de un campo de batalla.

-Debo suponer que esa es la famosa Arya Stark -dijo la reina mientras observaba con atención.

-Así es, su majestad -respondió Willas Tyrell, mirando casi sin parpadear. -Esa es Arya Stark

Jon por fin se alejó de Arya. Y Tyrion vio la sonrisa más grande que alguna vez había visto en el rostro de la loba. Lucia radiante, feliz. Y no era la única. Todos quedaron sorprendidos cuando el taciturno y amargo lord del norte, sonrió tanto que bien podrían dolerle las mejillas. Sus ojos brillaban y todo en él parecía suavizarse. Los dos movían la boca con rapidez, hablando casi contra tiempo.

-Bueno, creo que es hora de conocer a la mujer que hizo correr al Guardián del Norte -Respondió la reina Daenerys. Y con sus guardias justo a su lado, empezó a acercarse hacia los dos Stark.


POV Gendry

Arya Stark llegó en una tormenta.

El invierno se acercaba y cada día era más frío que el anterior. Fue en la noche, cuando él se refugiaba en el calor de su forja que pasó. Sudaba y su atención estaba en el martillo en su mano, oyó la puerta abriéndose y ni siquiera se molestó en voltear. No sería la primera vez que uno de los niños del lugar viniera a decirle que se perdió la cena.

-Dile a Jeyne que cenare más tarde, que me lo deje sobre una mesa y luego iré. Ya les he dicho que no quiero ver a nadie

Nadie contestó, un silencio espeso tomó lugar y Gendry pudo sentir un escalofrío subiéndole por la espalda. Una extraña sensación lo invadió y tomando con más fuerza su martillo, dio media vuelta.

-¿Ni siquiera a mi, toro estúpido?

Y el corazón de Gendry se detuvo.

Arya Stark estaba justo al frente. Mayor, más alta, más hermosa. Estaba de vuelta y él estaba absolutamente congelado en su lugar.

Vio atentamente como se acercaba a él; se quitó la capa y la dejó en la mesa. Sus ojos seguían siendo iguales, pero algo en ella era más… peligroso. Emanaba un aura de peligro seductor, como ver a la muerte seducirte para que caigas en su trampa. Gendry se consideraba atrapado.

Arya se acerca hasta que sus respiraciones pudieron tocarse. Ella estaba… era.. Gendry no podía siquiera pensar en una palabra para describirla. Todo el enojo, la rabia y la absoluta ira que sintió durante todo este tiempo pareció dejar su cuerpo de golpe, la sensación de cansancio lo invadió y el puro alivio lo dejó sin aliento. Arya estaba aquí, con él, a salvo.

Todo estaba bien.

-¿Qué pasa? ¿No estás feliz por verme? -Arya era una buena mentirosa, pero Gendry la conocía. Y fue por eso que notó el dolor debajo de las palabras burlonas. Y la idea de herirla fue lo que lo despertó. En un instante estaba paralizado viéndola y al siguiente la tenía en sus brazos, abrazándola tan fuerte que probablemente era incómodo, pero no le importo. Arya estaba de vuelta y lo único que importaba era que viera lo feliz que lo hacía. Arya no reaccionó al principio, pero luego, con lentitud, sus brazos se alzaron y lo rodearon por el cuello. Gendry lo acercó más a él, casi queriendo fundirse en sus brazos.

Escondió la cabeza en su cuello y respiro. Naturaleza, bosque, ella. Arya. Toda Arya.

Que importaba si parecía desesperado por su presencia, si no podía apartarla o siquiera hablarle. No necesitaba palabras con ella. Ella entendía, siempre lo hacía.

Ni siquiera recuerda la reunión con los demás. Recuerda palmadas en la espalda y un comentario de como seria mejor de tratar ahora. Eso no le importaba, lo que importaba y en verdad recordaba era que Arya no se había separado de él en cualquier momento. Gendry estaba fielmente parado a su espalda, observándola, cuidándola. Todos le dieron una mirada antes de saludarla. No le importo.

Sus primeras palabras después de tanto tiempo fueron en medio de la noche.

Igual que antes, dormirían juntos. Ambos estaban en su habitación al lado de la fragua. Su cama no era la más grande, por lo que él estaba de lado mientras ella ocupaba el lado de la pared. Estaba recostada sobre su brazo y aunque se le estaba durmiendo no se atrevía a quitarlo. Arya solo usaba un camisón y Gendry pantalones, era una noche fría así que usaban la colcha más gruesa que tenía.

Arya se estaba durmiendo cuando pasó. Sus brazos la rodeaban y miraba atentamente al techo, casi asustado de irse a dormir y descubrir que todo fue un sueño.

-Estas conmigo otra vez - empezó con la voz ronca por falta de uso- No vuelvas a irte, por favor

Hubo un momento de silencio antes de que Arya se acercara más a él. Y apoyara la cabeza en su pecho, una de sus piernas estaba sobre las de él y sus brazos lo rodeaban. Estaba casi encima de él. El calor de sus cuerpos era maravilloso.

-Nunca más, Gendry. Nunca más

Esa fue la primera vez que durmió profundamente en mucho tiempo. En toda la noche no la soltó, siempre manteniendo sus cuerpos juntos. Arya no se quejó, al contrario, pareció esconderse con su enorme cuerpo y dejarse envolver por su calor.

Gendry estaba en paz.

No más rabia, no más ira. Solo Arya.

Siempre fue Arya. Y no volviera a dejarla ir, no sin él a su lado.

Los siguientes días fueron una ida y venida de Gendry jamás separándose de Arya y la misma loba planeando la caída de la Casa Frey. A cualquier otro hombre le horrorizaría escuchar a su lady planear una emboscada para luego cometer un asesinato en masa. Gendry solo estaba satisfecho con tenerla al lado, el resto ya era irrelevante. Además, la Casa Frey había cometido la más alta traición. Era normal que Arya quisiera justicia para su familia caída. Gendry conocía a Arya mejor que cualquiera de los otros, él sabía la clase de persona que era y estaba seguro que Arya solo iría detrás de las personas que asesinaron a su familia.

Ella era incapaz de herir a personas inocentes. Era buena, compasiva y agradable. Sí, era feroz, letal y valiente, pero no era mala. La maldad parecía incapaz de manchar a Arya Stark. Durante su vida Arya había visto mucha crueldad, demasiada en opinión de Gendry, pero no la contaminó, solo la volvía más fuerte. Cada herida era una lección y cada lección te hace más fuerte. Y Arya Stark era la persona más fuerte que conocía.

Con toda la Hermandad sin Estandarte a su lado junto a la manada de lobos de su loba Nymeria, Arya estaba lista para partir a los Gemelos. Y Gendry estaba listo para ir con ella. Él mismo le hizo una coraza, quería crearle una armadura completa pero ella se negó, diciendo que solo se pondría en su camino. Gendry no discutió. Cuando llegaron a los Gemelos se escondieron, fue en la noche que su plan se llevó a cabo; él, Arya y otros pocos se infiltraron y abrieron las puertas. Después fue solo cuestión de tiempo, todos los Frey estaban dormidos y los pocos guardias fueron rápidamente asesinados. Los llevaron a todos al comedor, el mismo comedor donde Robb Stark había muerto. Y Arya dio su sentencia.

Todos los involucrados con la Boba Roja morirían. Los demás esperarían en las mazmorras, esperando por su juicio. Y se hizo; los hombres fueron llevados a fuera, los hicieron arrodillarse y Arya les dejo decir sus últimas palabras, la mayoría eran ruegos de clemencia, de cobardía en su opinión. Arya, Gendry y otros dos hombres se encargaron de cumplir la sentencia. Al final, solo quedó Walder Frey. Y eso era personal. Con toda la hermandad mirando y lobos merodeando, el anciano se arrodilló y cuando abrió la boca le escupió directamente a la cara a Arya.

Tuvo que ser retenido por dos soldados para no quitarle la cabeza él mismo.

-Por tus crímenes contra la Casa Stark, contra las leyes de los hombres, yo Arya Stark de Winterfell, en nombre de Eddard de la Casa Stark, Lord de Winterfell y Guardián del Norte, de Robb de la Casa Stark, Rey en el Norte, te sentencio a muerte, Walder Frey

Y luego la cabeza de Walder Frey rodó hasta sus pies.

Gendry sintió una pequeña oleada de satisfacción vengativa cuando la pateó al lodo.

Se enviaron cuervos, anunciando la caída de la Casa Frey. Fue dos días después que todo se descontroló. Los Frey encarcelados lograron salir de sus celdas en compañía de antiguos guardias. Y en un instante era un campo de batalla. Con su armadura y su fiel martillo de guerra en mano, Gendry pasaba como un toro furioso. Sus enemigos caían de un solo golpe mientras marchaba con ferocidad. A pesar de su gran tamaño parecía volar por el lugar, su martillo de guerra chocaba contra cabezas, pechos y a veces brazos. En cualquier momento le molestaría esa clase de demostración de bestialidad, pero tenia que encontrar a Arya. Cuando la pudo encontrar un hombre se le acercó sigilosamente por detrás mientras que ella miraba congelada algo a la distancia. Gendry no tuvo ni que pensarlo, cargó con furia y alzando su martillo mató al imbécil que planeaba herir a Arya. Como él era él y ella era ella, lo primero que hizo después de salvarle la vida fue burlarse. Ella le respondió con la misma agresividad. Y todo estaba bien.

Hasta que un hombre vino corriendo y antes de que Gendry pudiera reaccionar tomó a Arya en sus brazos. Dio un paso al frente, listo para separarlo. Fue entonces que notó que Arya misma lo abrazaba, casi con desespero. Los miro frunciendo el ceño ¿y ese quien era? ¿Quién tocaba a Arya con tanta libertad? Pero solo tuvo que darle una segunda mirada, y alejar sus sentimientos, para darse cuenta que el hombre que abrazaba a Arya no era otro que Jon Stark.

Su hermano.

El bastardo legitimado convertido en Guardián del Norte.

Fue todo lo que necesito para quedarse en su lugar y vigilar desde ahí.

Cuando se separaron vio la sonrisa más grande y llena de felicidad que alguna vez había dado Arya Stark. Era hermosa. Tuvo que apartar ese extraño sentimiento en su estómago y concentrarse en quedarse en su lugar. Fue entonces que los demás llegaron, una mujer que se presentó como la reina Daenerys Targaryen y lores y ladys de todo Westeros.

Gendry se movió incómodo en su lugar cuando noto que le lanzaban miradas de forma constante. No dijo nada, solo se quedó a un lado y esperó pacientemente por Arya.

Arya no se separó de Jon.

Después de presentaciones y explicaciones, acordaron quedarse en los Gemelos. Todos fueron a organizar sus habitaciones antes de tener que encontrarse en el comedor. Gendry apretó su martillo con más fuerza cuando noto a algunos lores viendo con demasiada atención a Arya. Ante eso, se posicionó justo detrás de ella y espero lucir lo suficientemente amenazante. Por la cara de algunos supo que lo logró.

Un hombre que solo pudo ser Tyrion Lannister se acercó y miró con atención a los tres. Hasta que sus ojos se desviaron a Arya y una suave sonrisa apareció.

-Bueno si no es la loba desaparecida, no sabe lo feliz que estoy de volver a verla, mi lady

Arya le dedicó una sonrisa. Era obvio que era un amigo.

-También estoy feliz de verte, Tyrion. Los años han sido buenos contigo. Y no me llames así, sabes que no me gusta

Tyrion dio una sonrisa demasiado feliz en opinión de Gendry.

Dando una excusa pobre Jon interfirió y rápidamente llevó a Arya lejos. Naturalmente, Gendry fue detrás de ellos. Cuando Jon lo notó le dirigió una mirada dura.

-¿Algo en que pueda ayudarte?

Ante el tono agresivo de su hermano, Arya lo volteo a ver y le dedicó una rápida sonrisa.

-Jon, está bien. Ven -lo tomó de la mano y se acercaron a él - Jon, déjame presentarte a Sir Gendry Waters. Gendry, el es Jon

Y ante su mirada esperanzada, Gendry no tenía más opción que ser amable, o al menos educado. No es que fuera su fuerte.

-Es bueno conocerlo, mi lord. Arya me ha contado mucho de usted

Jon Stark entrecerró los ojos y asintió con desgana. Tal vez no le gustaba que se refiriera a su hermana de forma tan informal, pero a Gendry no le interesaba. ¿Era un acto deliberado para que todos supieran que estaban unidos? tal vez ¿lo siguiera haciendo? sin duda.

-Me gustaría decir lo mismo, pero sería mentira. Es bueno conocerlo, Sir Gendry

Solo se limitó a asentir, le dirigió una rápida y significativa mirada a Arya y se alejó unos pocos metros. Podría verlos perfectamente, pero no oía nada.

Eran bastante parecidos, bien podrían ser gemelos si tuvieran la misma edad. Pero donde Jon era oscuro e intimidante, Arya es seductora y gentil. Los dos eran fuerzas de la naturaleza, pero era Arya quien resaltaba con su carisma y belleza. O al menos eso pensaba Gendry. Hablaron un rato más, antes de empezar a dirigirse al comedor. Él, Arya y la hermandad ya tenían sus habitaciones listas. Fueron los últimos en llegar, la Reina, su mano y los lores y ladies ocupaban la larga mesa que se alzaba sobre todo el lugar. Arya se alejó de Jon y los guio a un lado, los dos se sentaron justo al lado del otro, a sus extremos estaba la hermandad. Harwin miraba de él a Arya y luego a Jon, cuando se topó con su mirada él solo negó con la mirada y tomó un sorbo de cerveza.

Y luego siguió la típica reunión de lores donde cada segundo era más aburrido que el anterior. Vio a su costado, Arya estaba impasible pero él podría decir que también prefería seguir luchando contra los Frey que sentarse a oír una reunión.

- ¿Cómo estás? -preguntó con el tono de voz más bajo que pudo. Sus miradas se encontraron y Gendry se perdió en ese tono gris. Se veía cansada pero su mirada era tranquila, calmada, como si un peso la abandonara.

-Te lo diré cuando lo sepa

Gendry le sonrió y tomó su mano debajo de la mesa. Pudo sentir cómo su cuerpo se relajaba. Se permitió un momento de orgullo antes de seguir hablando.

-Oye, imagino que debe ser abrumador volver a ver a tu hermano. Está bien, todo está bien. Tienes derecho a no saber como sentirte

Algo en ella pareció aflojar, el suspiro contó una historia de dolor.

-Es solo… creí que no lo vería hasta ir a Winterfell. Encontrarme tan… inesperadamente fue abrumador. Estoy feliz, tan feliz pero a la vez siento que todo es un sueño y que lo volveré a perder cuando despierte

Pudo ver la fragilidad que tanto escondía, ese miedo de perder a otro ser amado. Arya era la persona más fuerte que conocía, era cierto, pero aún era joven. No era más que una niña cuando se vio obligada a huir. Era fuerte, pero no indestructible. Y en esos momentos de fragilidad era donde él estaba listo para interceder.

-Entiendo - y lo hacía. Fue lo mismo que sintió con ella.

Y por cómo lo miró, supo que ella sabía a lo que se refería. Le dio una suave sonrisa y él se la devolvió. Sus manos entrelazadas se posaban en su pierna, Gendry solo pudo rezar para evitar algún accidente. Gendry solo pudo parar y obsérvala. Su mirada luminosa, su sonrisa suave y su mano callosa, todo dirigido a él. En ese momento fue que se dio cuenta que no podía vivir otro día sin ella a su lado. Arya era todo lo que quería. Cuando estaba luchando con el estúpido impulso de agacharse y acercarse a ella (porque estaban en medio del comedor con un montón de gente a su alrededor) sintió una pesada mirada sobre él.

Arya empezó a charlar con el hombre a su derecha y aprovechó ese momento para mirar discretamente por todo el comedor. Buscando quien lo miraba. Disimulo tomando un trago de su copa. Y fue cuando lo encontró. Pero no era solo uno; Willas Tyrell lo observa con una mirada astuta mientras bebía de su copa, Tyrion le dirigía mirada esporádicas mientras seguía hablando con la reina y luego eran los dos últimos, y los peores; Jaime Lannister parecía a punto de pararse a golpearlo, a su lado la mujer enorme lo sostenía por un brazo mientras le susurraba rápidamente y Jon Stark lo miraba como un lobo viendo a su presa.

Su mano derecha aún sostenía la mano de Arya. Y al parecer esos cuatro hombres lo sabían. Y no les gustaba. Sintió un apretón y rápidamente volvió a ver a la mujer a su lado. Ella le dirigió una mirada curiosa. Solo le sonrió y negó con la cabeza. Le entrecerró los ojos y murmuró un "después". Pareciendo satisfecha volvió a su anterior conversación. En ningún momento retiró su mano. Y Gendry no sería el primero en hacerlo.

Aun sentía esas miradas, solo las ignoró y comió mientras le hablaba a Arya después de en cuando. Todos en la hermandad sabían que la única persona con la que era decente era Arya, así que ninguno se molestó en intentar integrarlo a la conversación. Cuando la comida acabó la reina anunció que mañana por la tarde decidirían el destino de los Gemelos ahora que todos los hombres Frey estaban muertos. Ya era tarde y era mejor descansar. Gendry no necesito que le dijeran más. Se alejó un momento para hablar con Harwin y esperó a un costado mientras Arya hablaba con Jon.

Jon pareció aceptar algo de mala gana y casi a regañadientes dejó ir a Arya. Lo compadeció, sabía lo que era enfrentarse a la terquedad de esa loba. Cuando se acercó a él, Jon le dirigió una mirada desconfiada. Justo cuando él y Arya salían del comedor, pudo ver como Willas, Jaime y Tyrion parecían querer acercarse a la mujer a su lado. Gendry no avisó nada y solo siguió su camino.

Gendry entró a su habitación y Arya fue rápida en decir que ya volvía y salir casi corriendo por la puerta. Decidiendo que era demasiado problema moverse, se dejó caer en la cama y empezó a quitarse su armadura. Puso su martillo en la mesa y como pudo fue quitando pieza por pieza. Era una armadura pesada, pero para él estaba bien, su fuerza era mayor. Aun así, dejó salir un suspiro de alivio cuando por fin se encontró libre del peso libre. Se lo quitó todo y terminó en unos simples pantalones, más cómodos y ligeros.

Gendry se tomó un momento para estirarse. Le dolía la espalda y no podía esperar para ir a dormir. Justo en ese momento, la puerta se abrió. Arya entró con algunas cosas bajo su brazo. Eran todas sus pertenencias. Con el fin de mantener las apariencias, él y Arya oficialmente tenían habitaciones separadas y algo lejanas. Sus cosas estaban en su habitación, pero siempre dormía con él. A veces él iba y otras ella venía.

-Van a necesitar todas las habitaciones disponibles, es innecesario ocupar una habitación cuando no la uso.

Gendry solo asintió, esperando no verse tan emocionado como se sentía.

Sereno y seguro, Gendry se repitió mentalmente, sereno y seguro.

Se paró en una esquina y miró diligentemente a la pared mientras se cambiaba. Y maldita sea, jamás se cansaría de verla en su camisón, lista para irse a dormir junto a él. De forma automática Arya se recostó en su pecho mientras él la rodeaba con sus brazos. El mundo podría acabarse y Gendry estaría de acuerdo, todo lo que necesitaba era a Arya.

A la mañana siguiente lo despertó un suave golpe en su puerta. Arya, aun dormida, estaba de lado mientras él la abrazaba por detrás. Asegurándose de no despertarla, se levantó despacio y fue hacia la puerta. Un escalofrío le recorrió mientras una brisa de aire le envolvió el pecho desnudo.

Cuando abrió la puerta no se encontró con nadie más que con Willas Tyrell.

Al verlo, el chico Tyrell se vio terriblemente sorprendido. Dio un paso atrás y pareció verlo de arriba a abajo.

-Lo siento, Sir. Creo que me equivoqué de habitación.

Ante eso, Gendry solo pudo suspirar. Malditos lores con sangre azul.

-¿Exactamente a quién buscabas? -su voz era ronca y no ocultaba su fastidio.

-Buscaba a Lady Stark. Pero obviamente me dieron indicaciones erróneas

Y cualquier tipo de letargo que sintiera se fue al instante en el que el Tyrell habló.

-Buscas… a Arya

Y fue todo lo que necesito para entender que el Lord sentía algo por Arya. Lo siguiente que hizo fue mezquino y, viendo al pasado, arriesgado y estúpido. Pero su rabia era tanta que actuó antes de poder racionar; dio un paso al costado y abrió más la puerta. Dándole una clara vista a la cama.

Arya aún yacía de lado, cubierta en su mayoría pero con la piernas libres a la vista. Su cabello despeinado y cara roja podrían dar una impresión sugerente. Y por la cara que hizo Willas Tyrell fue exactamente lo que pensó. Pareció pensarlo de nuevo y le dirigió una mirada. Su rostro se transformó en una mueca de desprecio ante su apariencia; imagino que su pecho desnudo y pantalones colgados precariamente de su cintura solo indicaba una sola cosa. Y una parte de Gendry quería que eso fuera exactamente lo que pensara. Agradeció tener algunos rasguños en el pecho, ayudaban en su propósito (la verdad se los había hecho en su forja, pero eso no lo tenía porque saber).

-Ahí esta. ¿Algún mensaje que quieras que le pase?

Gendry estaba consciente que estaba siendo mezquino e incluso imprudente, pero en lo único que podía pensar era en asegurarse de alejar al hombre parado frente a él de la mujer que descansaba en su cama. Debió verse muy satisfecho consigo mismo por la mirada que le dirigió. Willas Tyrell necesito un momento para recomponerse y hablar con una voz clara y tranquila. Gendry sabía que era un acto.

-Perdón la intromisión, Sir Gendry. Hablaré luego con ella

E incluso el mismo Gendry debía admitir que la sonrisa que le dirigió al pequeño Lord frente a él fue demasiado burlona.

-Por supuesto que lo harás

Con eso, el tullido dio media vuelta y trato de parecer sereno. Pero Gendry veía claramente sus manos en puños y su espalda más rígida que una tabla. Cerró la puerta y volvió a la cama. Volvió a abrazar a Arya y soltó un suspiro placentero cuando ella se acomodo en sus brazos. Aun era temprano, bien podría dormir un poco más.


POV Jaime

Jaime detestaba la política. Nunca fue un hombre para la política, prefirieron la espada cualquier día. Pero hoy tenía un odio particular. En medio de todo la prisa, Jaime no pudo dirigirle ni una palabra a Arya Stark. Como odiaba la maldita burocracia. No pudo verla hasta el día siguiente, mientras caminaba con Tyrion por el campamento de los soldados. Tyrion se aseguraba de que todo estuviera en orden y Jaime solo quería distraerse. Fue en medio de eso que se encontraron con Jon Stark. El hombre parecía tenso, casi como si quisiera salir corriendo de donde estaba parado con uno de sus hombres. Jaime no tenía una opinión clara del Guardián del Norte. A veces era demasiado a su padre y en otras ocasiones era demasiado… oscuro. Parecía quedarse en una línea gris que Jaime no podía entender. Admitía que la primera vez que lo vio cara a cara después de tantos años casi se ahoga con el aire. Sus ojos eran exactamente el mismo gris plata que la loba que tuvo en sus brazos hace ya tanto tiempo. La verdad, era que todo en él era igual a ella. Su cabello oscuro, la forma de su rostro e incluso tenía esa mirada de melancolía que tanto le dolía mirar en un rostro diferente. Bien podrían ser gemelos. Jaime tuvo que reprimir un escalofrío ante el pensamiento.

Ayer, cuando por fin pudo volver a verla, quiso correr, abrazarla y jamás volver a dejarla ir. Pero se le adelantaron, y el lobo tomó su lugar. Creyó que después de la cena podría acercarse y casualmente hablarle para luego… bueno, eso se daría con naturalidad. Pero entonces vio algo que lo horrorizó; el fantasma de Robert Baratheon volvía a atormentarlo. El chico era tan sutil como una puta en un Septon. Sus ojos no la abandonaban por más de un minuto, siempre estaba cerca de ella, casi parecía su perro guardián. Y era idéntico al antiguo rey: altísimo, fornido y lleno de músculos, cabello negro junto con unos impactantes ojos azules. Era como ver a Robert Baratheon en su mejor momento, cuando extinguió una dinastía legendaria y asesinó al príncipe dragón.

Notó fácilmente como sostenía su mano debajo de su mesa. Brienne tuvo que calmarlo, diciéndole que no estaba en posición de armar un escándalo. Ella sabía toda la historia con la chica lobo, en medio de su delirio por su mano perdida lo contó todo. Tal vez saber que estaba enamorado de una mujer que no era su hermana fue lo que la ayudó a verlo como un hombre bueno. Además de que la idea de otra mujer rebelándose y optando por el camino de la espada hizo que le agradara automáticamente. Se fue a la cama furioso y a la mañana estaba aún más enojado cuando no la encontró por ningún lado, la habitación que le habían dicho era de ella estaba ocupada por un lord del norte. Y sin saber dónde más buscar, resultó acompañando a su hermano a revisar el campamento.

Y mientras su hermano se acercaba hacia el Guardián del Norte, a Jaime no le quedó de otra que seguirlo. El hombre al lado de Stark los noto y se apresuró a despedirse. Dejándolos solos.

-Tyrion -saludó secamente Jon- Sir Jaime

-Buenas tardes, mi Lord. ¿Cómo dormiste? -preguntó con cortesía Tyrion, mientras Jaime se resignaba a escuchar una aburrida conversación desde el costado. Siguieron caminando mientras charlaban y cada vez se alejaban más de los demás. Jaime se limitó a escuchar mientras miraba a los soldados a su alrededor.

-Tan bien como habría de esperar en este lugar

-¡Oh, sí! Lamento la pregunta insensible

Jon dio un suspiro y por un segundo vio lo cansado que estaba en realidad, antes de que volviera a poner su típico semblante frío. Malditos santos Stark.

-Esta bien, no te culpo Tyrion. Entiendo

Parecía buscar a alguien por todo el lugar mientras le contestaba. Tyrion pareció interesado y aceleró un poco más el paso.

-¿Buscas a alguien?

-A mi hermana - respondió aun mirando a su alrededor. Ante esto, Jaime dio un paso adelante y puso atención - No la he visto desde ayer, pensé que podríamos romper el ayuno juntos pero no supieron indicarme su habitación y no me la he encontrado.

Eso interesó a su hermano menor.

-No supieron indicarte su habitación…

Jon contestó mientras aún buscaba con la mirada.

-Olvide preguntarle ayer y la habitación donde me señalaron estaba ocupada por uno de mis hombres. La he estado buscando desde entonces. ¿La han visto por casualidad?

Y aunque sus palabras eran serenas, se veía intranquilo. Jaime tuvo que contenerse para no responder que si la hubiera visto, no estaría ahí parado junto a ellos. Fue en ese momento que otra voz se unió a ellos. Willas Tyrell caminaba hacia ellos luciendo extrañamente inexpresivo. Lucía… casi enojado.

-Tal vez deberías ir con su guardián

Eso los detuvo y voltearon a verlo con diferentes niveles de confusión.

-¿Qué quieres decir? -preguntó Tyrion.

-Esta mañana quise hablar con Lady Arya, en King's Landing solíamos pasar algo de tiempo juntos y pensé que sería bueno volver a charlar con ella viendo que hace tiempo no la veía y quería saber como estaba - respondió Willas con naturalidad. Jaime quiso golpearlo en su perfecto rostro. Como si alguno de los tres fuera tan idiota como para creer eso - Así que le pregunté a uno de los hombres de la Hermandad Sin Estandarte donde estaba su líder, pensé que ellos mejor que nadie podrían saberlo. Y bueno, tenía razón - y Willas no se veía nada satisfecho. Jaime se preguntó con algo de diversión si Arya lo había mandado a volar. Tuvo que reprimir una risa mientras pensaba en la flor rogando por atención a la loba.

-¿Y…? -instigo Jon.

Con cada frase que decía Willas se veía mas y mas enojado.

-Efectivamente la encontré. Pero no estaba sola. Cuando toque a su puerta el soldado que tenía el casco de toro fue quien me abrió. Tenia entendido que era el herrero de la hermandad, bueno al parecer no solo es eso

Y Jaime sintió que podría estallar de la absoluta furiosa que lo invadió.

-Sir Gendry te abrió la puerta -repitió Tyrion - Bueno, puede que estuviera hablando con ella, no hay porque precipitarnos con conclusiones -pero incluso él se veía disgustado, ni él mismo creía lo que decía.

-Bueno, mi lord. Pocas son las suposiciones que puedo hacer después de lo que vi

-¿Qué viste? - Era la primera vez que Jaime hablaba. Su voz mostraba su enojo.

Tyrion le dirigió una larga mirada antes de volver su atención al Tyrell.

-Vi como ese hombre abría la puerta medio desnudo, luciendo como si se hubiera puesto algo deprisa. Cuando me disculpe por equivocarme de habitación, pregunto a quien buscaba y cuando le respondí… bueno, me dejo ver como Lady Arya yacía durmiendo en su cama

Jaime podría matarlo. No, no podría, lo haría. Mataría a ese imbécil que creyó que podría tocar a Arya. Y luego iría a hablar con ella, a preguntarle si esa noche que pasaron no significaba nada para ella o si siquiera lo recordaba. Dioses, sonaba como un jodido niño verde, pero era lo único que podía pensar. Necesitaba moverse, encontrarla, no quedarse a chismorrear como una anciana.

Tyrion estaba callado.

Jon estaba inquietamente quieto y en silencio a un lado.

Willas solo los miraba.

Jaime trataba de pensar en una excusa medio creíble para salir corriendo a buscarla. Pero no se le ocurría nada.

Fue cuando Jon habló.

-Gendry -su voz era casi un gruñido, salvaje y furioso.

Ante eso los tres se voltearon.

Ahí estaba Sir Gendry Waters; ayudando a mover unos barriles hacia una carretilla. Los barriles de cerveza eran la mitad de su tamaño y dos veces su anchura, pero aun así Gendry se los colgaba en el hombro como si fueran plumas. El chico era altísimo, más que cualquiera de los cuatro, era ancho y musculoso. Tenía el pecho al descubierto (¿Qué no tenía camisas?), estaba sucio y sudoroso. Su cabello negro le caía sobre la cara y parecía estar concentrado en su trabajo. No tenía nada de especial, alto, pelinegro y de ojos azules, había muchos así. Su apariencia no era nada especial, en absoluto. Y por lo que entendía su actitud era peor, al parecer apenas daba un gruñido como respuesta y pasaba el resto del tiempo en silencio. Nada atractivo y menos agradable. Pensar que ese gigantón, ese pedazo de excusa de hombre, pasó la noche con Arya era… era… ¿Dónde demonios estaba su espada cuando la necesitaba?

Willas observaba al bastardo con resentimiento, Tyrion estaba inexpresivo mientras lo veía y Jon… él lucía absolutamente furioso. Antes de que cualquiera de ellos pudiera acercarse o siquiera hablar Arya Stark apareció. Venía arrojando una manzana arriba y abajo. Se sentó en unas de las carretillas y sacó un cuchillo de su bota. Hasta allí pudieron oír su grito cuando llamó al bastardo. Arya cortaba la manzana mientras él se le acercaba.

Cuando estuvo frente a ella, todo en él cambió. Su postura se relajo y adoptó una mirada más relajada, juguetona incluso. Desde el lugar que estaban paradas podían ver perfectamente la amplia sonrisa que dio el bastardo. Arya le ofreció un pedazo de manzana y Gendry la tomó deliberadamente lento mientras se acercaba aún más a ella. Se apoyó de costado y mientras mordía su pedazo de manzana la miraba intensamente. Estaba casi encima de ella y a Arya no pareció molestarle, demasiado cómoda con su presencia.

Gendry sonreía como un estúpido, demasiado amplio, demasiado gentil, demasiado sincero. Bien podría tener un letrero en la frente que dijera que estaba loco por la mujer a su lado. Y eso estaría bien, en King's Landing fueron varios los hombres que se acercaron a Arya con intenciones pasionales. Pero esta vez era diferente, porque antes ella se limitaba a ser educada y contestar lo justo y necesario. El problema era que Arya le sonreía. Se notaba que confiaba en el gigantón. Cuando Gendry alzó una mano para apartarle el cabello del rostro, ella solo lo miró con aprecio.

Jaime pudo haber vomitado.

-Parece que el gusto por las mujeres del norte es de familia -espeto con acidez Willas.

-¿Qué? -preguntó Jon.

-Estuve preguntando aquí y allá -comenzó Willas luciendo resentido- Y resulta que Sir Gendry Waters no es otro que el hijo bastardo del Rey Robert Baratheon. Con tantos bastardos es casi imposible hacer un conteo, incluso seguirles la pista, pero no hay que ser un genio para ver a la cara a un Baratheon y reconocerlo. Tienen una apariencia -pareció escupir- bastante distintiva y una personalidad aún peor

Jaime podría jurar que alguien allá arriba de verdad lo odiaba. ¿Era en serio? ¿Un bastardo Baratheon enamorado de una chica Stark? Esto no era una de esas estúpidas historias que tanto le gustaba leer a su hermano, no podía ser cierto. ¿Cuáles eran las posibilidades? ¿En serio perdería a la mujer que amaba por un Baratheon… Otra vez? Esta vez no lo permitiría.

-Siempre me ha resultado fascinante como la historia tiende a repetirse -comenzó Tyrion con una voz extrañamente cansada, lucía derrotado e incluso algo desolado - Esperemos que esta vez no resulte en una tragedia

Y mientras observaba como el bastardo Baratheon empezaba a guiar a Arya hacia la fragua del lugar, deseo estar en su lugar.


Pudo encontrarse cara a cara con Arya Stark después de la cena. La larga reunión concluyó que las mujeres Frey se quedarían con el castillo con algunas condiciones: durante el resto de sus vidas jamás cobraría un centavo a la Casa Stark y otras pequeñas cosas, lo que más resaltó fue que, bajo el reinado de Daenerys Targaryen, no se aceptarían tales actos horripilantes como lo fue la Boda Roja. Estaban advertidas, otro paso en falso y le daría el castillo y el título a otro lord. Las mujeres no parecieron molestas, más bien emocionadas de estar al mando.

Lo único positivo de tan tediosa reunión fue observar a Arya bailar fácilmente entre tantos ladys y lores. Era intuitiva, práctica y feroz. Su lengua era aguda, rápida y siempre parecía poder decir lo correcto en el momento adecuado. Tenía una particular forma de envolver la atención a todos a su antojo y las palabras salidas de sus labios sonaban como la verdad más razonable. No solo era una guerrera letal, también una diplomática muy capaz. Littlefinger pasó un momento particularmente difícil con ella. Jaime admite para sí mismo que tuvo que ocultar una carcajada cuando el pequeño hombre se presentó.

-Es bueno verla, mi lady. A pesar de su desafortunada desaparición he oído mucho sobre usted. Estoy seguro que nos llevaremos muy bien -la sonrisa de Littlefinger solo podía verse en una serpiente lista para atacar- Después de todo he cuidado de su hermana pequeña en el Valle durante un tiempo, estoy seguro que querrá saber de ella

Ante lo ultimo sus ojos grises se entrecerraron. Sea lo que sea que haya visto en el hombre no le gusto. Y la mujer nunca había temido en insultar a alguien.

-Lord Baelish, mi padre me contó mucho sobre usted. Especialmente de su encuentro con mi tío Brandon

Mientras la cara de Littlefinger se congelaba, Jon Stark trataba de no reírse bebiendo vino. No le sirvió

En medio de la cena, varios lores estaban borrachos, otros estaban casi dormidos en su asiento y Jaime casi podía sentirse morir del aburrimiento. Con una rápida mirada al lugar notó al instante que faltaba una mujer de cabello oscuro y ojos grises. Arya no estaba. Jaime volvió a repasar la habitación; Sir Gendry estaba sentando con algunos de la Hermandad con cara de puño, Jon estaba sentado junto a Howland Reed, Willas estaba junto a Tyrion, los dos habían llegado a alguna clase de entendimiento raro que Jaime no podía entender, ambos estaban bebiendo mientras lucían como un cachorro pateado. ¿Qué demonios les pasaba?

Pero eso no importaba.

Con la mayor sutileza que logró, se paró de su asiento y salió de la habitación. No está seguro de lograrlo, pero al menos nadie lo detuvo. Encontró a Arya en los establos, sus manos acariciaban suavemente a su enorme loba huargo, Nymeria. La primera en notarlo fue la loba, sus inquietantes ojos amarillentos lo vieron por un momento antes de cerrarse y volver a acomodar la cabeza en el regazo de su ama.

-¿Vas a quedarte viéndome toda la noche o te vas a acercar? -Sus palabras lo hicieron casi saltar en su lugar.

Arya estaba sentada en el piso con la cabeza de Nymeria en su regazo. Se veía tranquila. Cuando no respondió, se volteó y por primera vez en mucho tiempo sus ojos plata chocaron con él, fijos en él, solo en él. Sin pensar mucho en lo que hacía, Jaime se acercó a ella, se sentó a su lado y miró fijamente sus manos, tan delicadas pero tan capaces de tanto. Jaime sabía que sus manos eran rasposas, después de tanto tiempo entrenando con espadas debían serlo, pero eso era lo único rasposo en ella; su cuerpo era suave, tan delicado y aparentemente frágil. Su manos eran una muestra de la chica misma. Fuerte pero rodeada por una suavidad innata.

-Ha pasado un tiempo -dijo Arya, casi a tientas. Sus palabras sonaron tranquilas, pero sus ojos no abandonaron a su loba. Estaba nerviosa. Jaime se alegró de poder leerla después de tanto tiempo.

-La última vez que nos vimos nosotros… - y Jaime no supo cómo continuar. La última que se había visto fue la noche anterior a que todo se fuera al demonio, se besaron e hicieron más de lo que cualquiera de los dos estaba dispuesta a admitir en ese momento. A comparación su reunión era casi anticlimática. Como no supo como continuar, Jaime optó por cambiar el tema - ¿Dónde has estado?

Arya le dio una suave pero triste sonrisa.

-Por muchos lados

-¿Y donde es eso?

-Es una larga historia

-Entonces es una suerte que todo lo que tenga ahora es tiempo - replicó Jaime obstinadamente.

Y entre susurros y miradas vacías Arya Stark le contó dónde había ido todo este tiempo. Jaime sintió que podía gritar, quería tomar su espada y destruir todo lo que tenía al frente. Siempre fue una persona de emociones fuertes, pero logró controlarse. Una reacción exagerada podría hacer que Arya se callara. Y él quería saberlo todo. Quería saber cada oportunidad en la que le había fallado, todo momento en que no la protegió, que no estuvo ahí para ella, no la abrazo y le dijo que todo estaría bien por mas tonto que fuera. Saber que estuvo en Harrenhal le retorció el estómago. Cuando hablo de sus momentos junto a Gendry y otro niño llamado Hot Pie, Jaime apretó la mandíbula y no dijo nada. El imbécil ese fue quien la consoló, quien estuvo para ella, y por mas que estaba agradecido porque Arya no estaba sola, odiaba que fuera Sir Gendry bastardo quien estuvo con ella. Y la Boda Roja… Arya tuvo que tomarse un momento para seguir, Jaime se lo agradeció.

Estuvo ahí, Arya estuvo ahí. Viendo como el cadáver de su hermano era humillado, como su casa era hecha cenizas por los Frey y su padre. Si hubo una ocasión en la que Jaime se sintió avergonzado de su apellido, fue en ese momento. Viendo como el rostro de la mujer que amaba se retorcía en dolor y sus ojos se aguaron por algo que causó su propia casa.

Y después… Bravos.

Jaime no estaba seguro de que pensar de Bravos siendo honesto. Todo era casi irreal, demasiado fantasioso para ser real y no algo salido de un libro de cuentos. Los Hombres sin Rostro lo incomodaron, especialmente cuando uno de ellos parecía resaltar. Jaqen H'ghar.

Que lo dioses no permitan que ahora tenga que estar pendiente de un Hombre sin Rostro además de un bastardo herrero

Pero, en cierta forma, Jaime podía entenderlo. Arya era magnética, hechizante. Era auténtica, y eso era más de lo que se veía normalmente. No había falsedades con ella, ni dobles intenciones, ni nada. Lo que veías era lo que había. Era desesperante pero a Jaime le encantaba esa sinceridad innata de ella. Alejo rápidamente el pensamiento de que Ned Stark era igual.

Cuando terminó, ambos se quedaron en silencio. Lo miraba pero sus ojos no se detenían demasiado en él, acaricia a Nymeria casi obsesivamente y parecía inquieta. Estaba nerviosa. Nerviosa por él, por lo que él pensaría. Jaime hizo lo único que se le ocurrió; tomó su mano y se la llevó a los labios, dándole un suave beso dejó sus manos unidas en su regazo.

-Has pasado por mucho - Jaime nunca fue el mejor con las palabras, ese era su hermano. Así que trato de mostrarlo de la forma en que conocía; con su cuerpo. Sus ojos no se apartaron de los de ella, le dio una sonrisa y apretó su mano - Me alegra mucho tenerte aquí

Y fue todo lo que necesito para que Arya le sonriera. Como antes, nada de títulos o expectativas. Solo Arya y Jaime.

-Parece que tu también pasaste por mucho -dijo suavemente Arya. Sus ojos miraron el muñón en su muñeca. Jaime hizo una mueca y trato de esconderlo.

-Si bueno, al final mi lengua me metió en problemas… - Pero fue interrumpido. Arya tomaba con delicadeza su brazo, su falta de mano no le molesto. Solo lo tomó y casi indecisa, se lo llevó a la mejilla, su calor le recorrió el muñón hasta llegarle al brazo. No le desagradaba, ni le daba asco, no le rehuía. Para ella no era signo de debilidad. Con sus ojos suaves y comprensivos, Arya hablo

-Cuéntame

Y lo hizo. Le contó todo. Habló de cómo por muchos años fue medio hombre pero que ahora lo demostraba físicamente. De cómo desde su partida sentía que tenía que hacerlo mejor, ser mejor, porque eso era lo que él quería ser para ella. De cómo lo había sacado del agujero oscuro donde estaba encarcelado y poco a poco empezó a luchar para salir. Durante todo el rato, sus manos estuvieron unidas. Arya estaba en silencio, oyendo con atención, incluso la loba huargo parecía estar escuchando.

-Sir Jaime… yo - Arya se mordió el labio, casi incapaz de seguir.

-¿Qué?

-Es que tengo una pregunta, pero no creo que te guste -admitió mientras jugaba con sus manos en su regazo.

-Tal vez, pero dime. No me enojare

Arya lo miró y pareció meditarlo. Un suave y pesado suspiro salió de ella. Jaime supo que no le iba a gustar nada.

-¿Por qué? ¿Por qué Cersei? Lo pensé durante un tiempo, es tu hermana, tu hermana gemela. Y en serio trato de comprender qué circunstancias podría llevar a que la vieras… de forma diferente. Pero no lo logró, y yo solo… solo quiero entender

Dioses ya llévenme

Estuvo a un paso de no contestar, pero no pudo. Había pasado por demasiado, hecho demasiado. Por una vez, alguien merecía su honestidad. Incluso mejor si era Arya.

-Porque… porque siempre fue así -Jaime se tomó un momento para respirar y continuo - Desde el día en que nací fuimos Cersei y yo. Siempre estuvimos juntos. Creo que cuando mi madre murió todo cambió. Cersei era más apegada, mi deber era cuidarla así que lo alenté. Pero crecimos y poco a poco ese amor se fue deformando, a Cersei nunca le gusto que otras chicas me vieran o pusieran su atención en mi. Era rápida en humillarlas y hacer que se alejaran, incluso si sabía que yo nunca les hacía caso. Y entonces… ya había sucedido antes, pero fue durante la rebelión de Robert que fue un punto de inflexión. Como guardia real mi lugar era con el rey y mi hermana no perdió el tiempo en convertirse en la reina. Cersei siempre me quiso, pero nunca tanto como deseo una corona. Ahora nos tenía a ambos; su ansiada corona y a mi. Y yo lo permití, durante años permitió que su amor fuera mi motivación, todo lo que hacía... lo hacía por ella. Me convenció de que éramos dos partes de un todo, que siempre seriamos ella y yo, que estar juntos era lo natural. Y le creí, en serio que le creí. No veía en la clase de persona que era con ella a mi lado, para hacerla feliz estaba dispuesto a todo. Y lo hice, cometí tantas atrocidades. Por supuesto sabes que fruto de eso fueron Joffrey, Myrcella y Tommen.

Jaime vio como el rostro tranquilo de Arya se retorcía en una mueca de disgusto ante el nombre de Joffrey. No la culpaba. Con el corazón aliento rápido y las manos jugando inquietas con las de ella, Jaime continuó.

-Nunca fueron mis hijos, en realidad no. Cuando Joffrey murió no sentí nada, sentí lástima por Cersei, pero personalmente no sentí nada por Joffrey. Estaba casi aliviado que alguien tan cruel ya no estuviera para atormentarnos. No fue hasta que tu llegaste que empecé a ver con claridad - ante eso la cabeza de Arya se levantó y lo observó con atención - Lo de Aerys… jamás lo había contado, me llamaste héroe y sentí que podría ser lo que siempre desee ser mientras crecía; un verdadero caballero. Tu forma de ser y actuar fueron una patada a todo lo que creía. Empecé a ver con claridad y no me gustó lo que vi. Vi en lo que me convertí y lo odie. Vi a Cersei y me perturbó, creo que nunca antes había sido tan claro. Nunca me ha amado a mi, Cersei ama su corona, ama el poder, se ama así misma más de lo que nunca podrá amar a nada más. Y… bueno, pasó lo que pasó, perdí mi mano y me sentí perdido, fue gracias a Brienne que logré seguir. A ella y a ti

-¿Qué? -pregunto casi en un susurro. La loba se veía inusualmente suave, sus ojos grises brillaban y Jaime no sabía si era luz de la luna o algo más.

-Arya durante todo este tiempo no te apartaste de mi mente. Esa última noche que compartimos juntos siguió dando vueltas en mi cabeza cada día. Solo pensaba en que si era lo suficientemente fuerte podría volver a verte

Arya nunca se había visto más bella. Sus ojos grises brillaban en lágrimas, lo veía casi asombrada. Como si no creyera que podía ser tan amada, tan apreciada.

-¿Qué? Pero… yo nunca pensé - Jamás se había visto mas humana que en ese momento - creí que lo olvidarías, que yo no… significaba tanto

Jaime soltó una risa sin humor. Su mano buena viajó hasta su mejilla, acariciándola suavemente.

-Significas todo para mi. No sabes lo mucho que me aterraba pensar en ti durante estos años, pensar en ti muerta o algo peor era suficiente para quitarme el aire. Se que no soy lo que mereces -uso su muñón para señalarse completo - Estoy lisiado, llevo muchos pecados encima y probablemente soy uno de los hombres más odiados en todo Westeros, pero… pero quiero estar aquí, contigo

-Jaime -su voz era un susurro casi inexistente. Sus ojos se desviaron a su boca y fue todo lo que necesito para inclinarse y besarla.

Y así Jaime Lannister sintió que volvía a ser a un hombre completo y no solo trozos destrozados de un mendigo.


La conquista de King 's Landing fue como la había esperado. Cersei era terca, ahí nada nuevo. No le extrañó que tuvieran que forzar la entrada a la ciudad, la gente se apartó de su camino y los dejó pasar. Fue Arya Stark quien capturó a Cersei junto a Sandor Clegane, que se encargó de La Montaña. Por lo que oyó, fue una batalla cruel, bestial casi. Al final Sandor ganó y la cabeza de su hermano colgaba de una pica. Jaime solo pudo dar una media sonrisa cuando pasó por el lugar. La espantosa muerte de Elia y sus hijos estaba vengada. Y ese monstruo ya no podría atormentar a nadie. Esperaba que se pudriera en los siete infiernos.

Aplastaron a las fuerzas de Cersei y tomaron el castillo. La mujer gritaba, maldecía y juraba por todo el lugar mientras era arrastrada a la fuerza. Los dos inmaculados permanecían impasibles ante la mujer descarriada que se horrorizó, pero no estaba sorprendido, su hermana no era mejor que el Rey Loco. Lo único que lamentaba es haber sido tan ciego y permitir que su relación fuera más allá de una relación de hermanos.

Todos se reunieron en el Salón del Trono y observaron como su hermana era expuesta por sus crímenes. Y no fue la única; Petyr Beilish y el maestre Qyburn le seguían detrás.

Hubo un momento de silencio cuando Cersei fue sentenciada, era un silencio de expectativa, todos querían verla muerta. Jaime estaba parado junto a Tyrion, representando al Occidente. Estuvo mirando al frente sin ver en realidad, usó sus años como Guardia Leal y se permitió refugiarse en su mente.

Su estancia en Kings' Landing lo estaba ahogando. Como odiaba ese lugar, todo lo que veía era sangre, fuego y muerte. Los tres criminales fueron sentenciados y se les dio una ejecución pública. Jaime se mantuvo en el fondo, en silencio y sin moverse de su lugar. Ni siquiera parpadea cuando Cersei empezó a gritar por él justo antes de que su cabeza rodara. No era tonto, sabia que para Cersei ese acto fue como haberla matado el mismo.

Por el día todo era ajetreado y casi un borrón, lo bueno venía en la noche.

Arya y él permanecieron juntos en su habitación, en la misma cama en la que hace ya tanto tiempo la había besado y acariciado. Era casi como si el tiempo no hubiera pasado, pero eran diferentes. Arya era mayor, Jaime estaba roto pero quería vivir. Se quedaron juntos tanto como podían; caminatas por los jardines, entrenar juntos, hablar abrazados justo antes de ir a dormir. Algo había cambiado entre los dos, entre ellos existía una especie de entendimiento; estaban con el otro.

No trataron de ser sutiles, ni de disimular. A ninguno de los dos le importaba mucho la decencia en este punto. Por lo que no le debió extrañar que un día donde estaba sentado pacíficamente en uno de los mausoleos del jardín se le acercara su hermano. Tyrion se notaba rígido, un aura de tristeza lo rodeaba.

-Entonces, hermano. ¿Quieres contar qué pasa entre tu y Arya Stark?

Jaime siguió limpiando su espada sin darle mucha importancia.

-¿A qué te refieres, Tyrion?

-¡Ya basta Jaime! -Su hermano jamás le alzó la voz. Que lo hiciera fue suficiente para hacer que lo miraba sorprendido- No te hagas el tonto, se que no lo eres. Hay algo entre tu y la chica Stark. Si crees que nadie en el castillo lo ha notado entonces eres más ingenuo de lo que creía

Jaime suspiro mientras apartaba la espada. Al parecer era hora de confesarlo todo. Ni él ni Arya estaban siendo tímidos, a ninguno le importaba entrar a las habitaciones del otro y se buscaban continuamente.

-Siéntate, Tyrion. Es una historia algo larga

Y fue suficiente para que su hermano menor lo mirara con aprensión, casi miedo. Con pasos lentos se sentó a su lado y Jaime empezó a hablar. Le contó cómo él y Arya parecían haber encontrado un igual en el otro, un compañero, como pasaron las tardes entrenando y acercándose cada vez más. Habló de cómo con el otro se sentían en paz y como ella lo hacía mejor persona; ella lo hacía querer ser una mujer persona, un mejor hombre. Parecía no poder detenerse, no sabia que tenia tanto que decir. Siempre se había burlado de esos hombres que parecían casi cantar sobre la mujer que amaban, pero ahí estaba él; dando una retahíla sobre cómo amaba a su loba salvaje. Se perdió contándole a su hermano pequeño de cómo era ella quien lo alentó a vivir todos estos años, de cómo era ella quien reinaba sus pensamientos y como le hizo ver la horrible persona que era al lado de Cersei y como gracias a ella fue que encontró la fuerza y convicción para apartarse de su hermana completamente.

Durante todo ese tiempo Tyrion escuchó en completo silencio. Casi parecía no respirar. Cuando terminó Tyrion le dio una sincera pero triste sonrisa.

-Me alegro mucho de que hayas encontrado al amor de tu vida, hermano. Estoy muy feliz por ti - fue todo lo que dijo y Jaime notaba que lo decía en serio. Pero también se veía con el corazón roto. Estaba feliz por él, pero también se veía desconsolado.

-Gracias, Tyrion -respondió Jaime en voz baja - Pero… no puedo evitar pensar que algo no está bien. ¿Algo que quieras contarme?

Tyrion lo miró un momento. Estudiando, midiendo algo en el.

-Espero no me odios, Jaime. Porque no sabría qué hacer si lo haces

Tyrion abrió la boca y con cada palabra que salía Jaime sentía que el corazón se le hundía. ¿Qué posibilidades había? De todas las mujeres que existían…

Cuando su hermano terminó de hablar se sumaron en un silencio solemne.

-¿Me odias? -preguntó Jaime con cautela.

Tyrion lo miró tan rápido que pudo haberse caído de su asiento.

-¿Qué?

-¿Me odias, Tyrion? - preguntó Jaime de nuevo - Me enamore de la mujer que amas. La vida nunca ha sido justa contigo y admito que no hice lo suficiente para ayudarte… o protegerte. Y ahora esto. Dime Tyrion ¿me odias?

Tyrion lo miraba estupefacto, fue entonces cuando sus ojos se llenaron de lágrimas. Alzó la mano y le dio unas palmadas suaves en el brazo.

-Eres un tonto, Jaime -A pesar de sus palabras, Tyrion le sonreía - Jamás podría odiarte. No te preocupes, hablo en serio, estoy muy feliz por ti. Arya merece a alguien bueno, no puedo pensar en alguien mejor que tú. Y bueno -su hermano lanzó una carcajada llorosa pero real - Y creo que serás bueno con ella, solo alguien igual de luchador que ella podría alguna vez amarla y ser amado de vuelta. Jaime, no pienses en mí en esto. Se feliz con ella. Te doy mi bendición si eso es lo que quieres

Jaime lanzó una risa seca y jugó con sus manos mientras una pregunta se le atoraba en la garganta. Miró a su hermano y con una ola de valor preguntó

-¿Entonces no te molestaría que quisiera pedirle que se case conmigo?

Tyrion solo le sonrió.

-Será la boda del siglo, hermano. Espero haya mucho vino


Cuando dejó King 's Landing Jaime se sintió libre. Mientras pudiera jamás volvería a poner un pie en esa maldita ciudad. La Reina de los Siete Reinos llevaba a su reino al norte. Lord Stark insisto en irse lo más rápido posible y sus abanderados estuvieron de acuerdo. Arya también, Jaime no dudó en seguirla. A pesar de que le sonaba a cuentos infantiles, sabía que la batalla de su vida sería en el frío norte. Jaime no se separó de Arya en todo el recorrido. Lord Stark y el bastardo -nada-guapo-por-cierto herrero le lanzaban miradas frías, se veía que querían asesinarlo. Tyrion le lanzaba miradas de aliento y se limitaba a ser su apoyo constante como siempre lo había sido.

Cuando llegaron al Norte fue todo un espectáculo ver a Arya reunirse con sus hermanos menores. Corrió hacia ellos y los abrazó con tanta fuerza que pudo haberlos sofocado. Pero los dos niños no se quejaron. Bran y Rickon la abrazaron con la misma fuerza. A un costado Jon Stark miraba todo con una sonrisa acuosa.

-Los Stark siempre han sido bastante particulares -comentó Tyrion a su lado.

-Y tal vez por eso siguen juntos a pesar de las posibilidades -musitó Jaime.

-Cierto -dijo Tyrion- debes sentirte feliz, pronto será tu buena familia

-Tyrion, ni siquiera le he dicho nada. Además Lord Stark parece más dispuesto a quitarme la cabeza con su espada que a aceptarme como su buen hermano

-Los Stark son una familia unida, hermano. Solo demuéstrale que quieres lo mejor para su hermana, que la honrarás y respetarás y todo estará bien. Te lo prometo

Pasaron días preparándose para la batalla. Él y Arya ya no se molestaron con tecnicismos. Compartieron la misma habitación y nadie dijo nada. Entrenaban juntos, comían al lado del otro, por la noche hablaban y se conocían cada vez más. Puede que todos estuvieran en las puertas de la muerte, pero Jaime nunca se había sentido mejor. Es cierto que podrían morir, pero se sentía libre. Fue una tarde donde se encontraba en el patio viendo a los salvajes entrenar junto a los dothraki que Jon Stark se le acercó.

-Sir Jaime -la oscura figura del Guardián del Norte se acercaba a él. Sus ojos grises lo miraban con intensidad - Debemos hablar

Siguió al Lord Stark hasta su solar, se sentaron frente al otro y la habitación quedó en silencio. Jaime miró al hombre frente a él; el lobo blanco, el bastardo convertido en lord.

-Creo que sabes porqué estás aquí -dijo lentamente Stark.

-Creo que tengo una idea

Jon le dio una sonrisa, pero no había nada de amable en él. Veía resentimiento, casi odio.

-Entonces puedes explicarme qué te traes con mi hermana

Y Jaime siendo el hombre impulsivo que era hablo sin dudar.

-Quiero casarme con ella

La fachada de frialdad de Jon se quebró por un momento, su cara mostró su sorpresa. Pero luego esa sorpresa se volvió ira.

-¿Y crees que puedes hablar conmigo y te la daré sin pensar?

-Jamás me atrevería a actuar a sus espaldas. La respeto y sé que clase de persona es. Si me caso con ella, será porque ella lo desea, no porque alguien le dijo que lo hiciera.

Lord Jon le dirigió una larga mirada. Aún se veía enojado, pero estaba en conflicto.

-¿Pasa algo entre ustedes, no es así?

Si Jaime Lannister fuera un hombre menor, que no tuviera tanta experiencia y no estuviera seguro de lo que quería, se hubiera sentido intimidado por la mirada que le dirige Jon Stark. Era la mirada de una lobo cazando a su presa.

-Se podría decir eso, sí

Eso no le gusto.

-Explícate -demandó Jon.

Y tuvo que hacerlo, esta vez lo hizo de forma consciente, sin meterse en sus pensamientos. Contó todo de la forma más neutral que se le ocurría en el acto. Había cosas que el hermano mayor de Arya no necesitaba saber. Habló con calma, lento y pausado, asegurándose de que Jon entendiera lo que decía. Cuando terminó el hombre frente él estaba frunciendo el ceño, pero no con ira sino con tristeza.

-No sabía que Arya tenía a alguien desde King 's Landing -dijo con la voz pesada - Eso… pone las cosas en perspectivas

Jon cerró los ojos y tomó una respiración tan profunda que parecía pedir fuerza a los dioses. Cuando abrió los ojos y lo miro, Jaime se sorprendió de lo que vio en él; tristeza, una absoluta y total tristeza. Parecía devastado. Como si hubiera perdido el corazón. Jaime sintió que se congelaba en su lugar. Esa clase mirada solo la había visto en otro hombre; Robert Baratheon, era la mirada de total desolación que tenía cuando hablaba de Lyanna Stark. Jaime tenía un presentimiento, pero no podía, no debía, ser real.

De nuevo, ¿Cuántas eran las posibilidades? Los dioses deben odiarlo. Parecía que la retribución de todos los años pecando con Cersei por fin lo alcanzaron. No podía haber otra razón de porque Jon Stark estaba enamorado de su hermana.

Casi quería reírse por pura desesperación.

-¿Ella también te ama? -preguntó el lobo blanco con la voz ahogada.

-¿Qué? -preguntó desconcertado Jaime.

-No juegues conmigo, es obvio que la amas -trago y sigo hablando, aunque lucía como si una daga lo apuñalará en el pecho- Se nota que la amas, la forma en que hablas de ella y todo lo que me has contado. La amas y ahora la pregunta realmente importante es ¿ella te ama a ti?

Jaime trago.

-Eso espero

Jon dio una media y rota sonrisa. Lucía como un hombre que le habían robado el corazón.

-Lo hace -susurró Jon- si no lo hiciera no permitiría que… hagas lo que haces. Arya te ama

La frase se dijo con tal tristeza que Jaime casi temió que pudiera llorar. No sabría lo que haría si pasara. Era un dolor palpable, como una herida abierta. Pero esta herida no se arreglaría con vendajes y tiempo de reposo. Seguiría ahí profunda y asfixiante.

El Guardián del Norte se enderezo y lo miró con tal intensidad que Jaime se quedó paralizado en su asiento.

-Promete que la protegerás -Jon demandó casi con desespero - Promete que serás bueno con ella, no trates de controlarla o amarrarla. Déjala ser libre. Promételo

Jaime estaba mudo.

-Promételo, Jaime Lannister. Promete que harás todo en tu poder para hacerla feliz, honra tus votos y jamás la engañes. Promételo

Y solo había una respuesta que podía brindar.

-Lo juro

Y ese era el voto más importante de su vida. Jaime lo sabía y Jon también al parecer, cuando se recostó en su silla y lo miró con resignación. Dejó de lado sus sentimientos y deseos y lo aceptó.

Jon Stark a pesar de estar enamorado de Arya acepto no tenerla, acepto mantenerla solo como una hermana y verla estar con otro hombre, todo en nombre de su felicidad. Jaime no lo admitiría en voz alta, pero ese fue el momento en que se dio cuenta que Jon Stark era un mejor hombre de lo que él alguna vez fue.


La lucha contra los muertos fue una ronda de confusión, terror y adrenalina. Jaime solo veía muertos vivientes por donde mirara, el cielo se iluminaba con el fuego de los dragones y el viento llevaba los aullidos de la manada de lobos.

Los no luchadores estaban refugiados fuera de Winterfell. Solo unos pocos no peleadores permanecían en el lugar. Era la lucha de sus vidas y maldita sea si no estaba asustado. Luchó espalda contra espalda con Brienne, a lo lejos podía ver a Podrick luchar junto a un grupo de salvajes. ¿Y Arya? Arya parecía un rayo yendo de allá para acá con una velocidad increíble. A su lado su loba huargo Nymeria luchaba con la misma ferocidad que su dueña. Pelearon por lo que se sintió días, hordas y hordas de muertos. Entonces cuando sentía que no podía más, Arya llegó y asesinó al Caminante Blanco con el que peleaba.

-Espero no te moleste que interviniera. Te vi algo en apuros

-Ja ja, que chistosa. Si tienes tiempo para reírte de mi, es que no estas peleando lo suficiente

Arya le dirigió una sonrisa, se pusieron espalda contra espalda y pelearon ferozmente. Todo acabó de un momento a otro. Viendo que ya no estaban en peligro tomó a Arya en sus brazos y la abrazo. Demasiada cansada como para hacer otra cosa, Arya le devolvió el abrazo. Los se sentaron en un costado, agotados y heridos, pero vivos.

Estaban vivos, por algún milagro estaban vivos y Jaime no tenía intenciones de dejar ir a Arya. Todos parecían estar en shock. Todos quietos en sus lugares, vio como algunos caían al suelo del agotamiento. Ganaron. Podían vivir para ver otro día.

Jon fue quien derrotó al Rey de la Noche.

Cuando todos empezaron a moverse rápidamente se extendió la noticia de que fue el Guardián del Norte quien los había salvado. Arya lloraba mientras lo abrazaba, Jaime trataba de detener las lágrimas abrazándola lo más fuerte que podía. Pero él mismo sentía los ojos llorosos. Todos se reunieron en el comedor y empezaron a ver quien logró sobrevivir. Hubo bajas; solo quedaban la mitad de los inmaculados, los dothraki sufrieron fuertes bajas el clima parecía haber ayudado, Garlan Tyrell había caído defendiendo a dos hermanas Mormont, gracias a su sacrificio fue que Jon logró acercarse al Rey de la Noche. Sería recordado como un héroe. Las fuerzas del Reach habían sufrido altas bajas, Willas Tyrell trataba de sobrellevarlo todo pero se notaba que la pérdida de su hermano le estaba afectando. Jorah Mormont también fue uno de los caídos, al igual que dos Serpientes de Arena; Obara y Tyene Sand. La princesa Arianne se notaba afligida por la pérdida de dos de sus primas, mientras que su hermana Nymeria lucía devastada. No podía imaginar lo que era perder a un hermano tan querido...

Ante el pensamiento, Jaime se levantó y buscó con la cabeza frenéticamente a Tyrion. Lo encontró tomando vino en la mesa alta.

Sus ojos desiguales estaban puestos en él. Cuando lo vio, Jaime solo pudo sonreír mientras deseaba mostrarle lo aliviado que estaba. Tyrion entendió, alzó la copa hacia él y bebió con una sonrisa. Jaime pudo relajarse mientras se sentaba de nuevo y abrazaba a Arya contra el. Tyrion le dirigió un suave asentimiento. Bran y Rickon Stark entraron a la sala con movimientos frenéticos, cargaron hacia Arya y por poco la tumban por la fuerza con la que se arrojaron hacia ella. Al menos Rickon, Bran en su silla tuvo que ser más moderado. Bran Stark fue una ficha clave en su victoria, gracias a sus poderes logró controlar a uno de los dragones y ayudarlos.

Bran miró entre él y Arya y le dirigió una mirada sabionda. Parecía que tenía la aprobación de otro Stark. Mientras Arya consentía a Rickon, Bran se acercó a él.

-Jaime Lannister, ha sido un tiempo -comentó pasivamente el niño en silla de ruedas.

-Si, lo ha sido -dijo Jaime- Bran, lo sien…

-Esta bien, no importa

-¿Qué? Obvio importa, no puedes caminar por mi culpa -replicó Jaime con dureza.

-El hombre que cometió tal acto hace mucho tiempo desapareció -explicó Bran con suavidad - Las cosas pasan por algo, Sir Jaime. Pero si lo atormenta, déjeme decirle que está bien. Todo está perdonado. Solo hágame un favor

Desconcertado, Jaime preguntó.

-¿Qué?

-Trate bien a mi hermana. Haga eso y considere su deuda pagada

Estos Stark, todos parecían querer que se sintiera como el hombre inferior. Su moral superior lo cansaba, en serio.

-Delo por hecho

-Perfecto entonces

Después de la victoria contra los muertos le siguieron días casi tranquilos. Él y Arya, por primera vez en mucho tiempo, se permitieron relajarse. La fiesta que le siguió fue una que nunca olvidaría, hombres y mujeres borrachos por todos lados, aliviados de haberle ganado a la muerte. Jon Stark siendo aclamado como un héroe. Pero por supuesto que no podía quedarse tranquilo, la vida no era tranquila.

Casi debió haber esperado que algo pasara. Su vida no podía ser tan buena. Ante los ojos atónitos de los Siete Reinos, Bran Stark reveló la verdadera herencia de Jon Stark, que no era un Stark, era un Targaryen. Esto fue respaldado por Howland Reed, Maege Mormont, Ethan Glover y Samwell Tarly, quien tenía documentos traídos de la Ciudadela que mostraban el matrimonio entre Rhaegar Targaryen y Lyanna Stark.

Por supuesto que era un Targaryen, ¿por qué no? Háganle la vida a Jaime Lannister más dura, no importaba lo que él quisiera.

Le siguieron días tensos, estuvo junto a Arya y Tyrion mientras la Reina Dragón parecía rugir por su trono. Y tenía cierto sentido: Jon fue criado en Westeros, era un Lord querido y admirado por todos y su reciente puesto de Héroe del Amanecer le daba el peso suficiente para ir por el Trono de Hierro si así lo quisiera. Fue Varys quien recomendó la mejor opción; un matrimonio político entre Daenerys Targaryen y Jon Stark.

Jon fue rápido en negarse. La reina se veía increíblemente ofendida desde su puesto. Jon alegó no tener ningún deseo del trono y no querer volver a King 's Landing en su vida, dejó claro que su lugar era en el Norte y en el Norte se quedaría. Hubo quejas pero el tema que más sobresalió fue el tema de herederos y la continuación de la Casa Targaryen.

-Tenía entendido que la Reina era estéril -proclamó Jon con descaro - Así que no creo que eso importe mucho

Si la Reina pudiera arrojar a su sobrino como carnada a su dragón lo habría hecho en ese mismo instante.

No importó que tanto le pelearán, que tanto se quejarán y que argumentos le dieran, Jon fue inflexible. No se casaría con Daenerys. Jaime reprime el sentimiento que le decía que era porque ahora, como Targaryen, podía ir tras Arya.

Pero no fue así, Arya le contó en el calor de la noche como Jon se acercó a ella y le aseguro que sin importar que él siempre sería su hermano y nada lo cambiaría. Y que no tenía intenciones de marcharse del Norte. Jon tuvo una reunión con sus abanderados norteños y por alguna razón se le permitió ingresar y sentarse al lado de Arya. Los norteños eran directos y no se molestaban con cortesías.

-¿Y los Stark? -Pregunto Maege Mormont. Esa era una mujer que Jaime no temía decir que respetaba - Solo un Stark puede líder Winterfell

Varios asentamientos le siguieron. Jaime casi ríe, esta era una clase de lealtad que su padre sólo pudo soñar tener.

-Y siempre será así, se lo puedo prometer mi lady - aseguró Jon.

-¿Como? -Pregunto Wyman Manderly- Quiero decir, espero no se ofenda Lord Bran, pero no puede tener hijos. Lady Sansa está en el Valle y todos supimos que se casó con el diablillo -ante esto varios lo miraron, Jaime no se movió

Jon parecía casi divertido.

-Bueno es bastante sencillo, mi lord. Haré mi heredero a cualquier hijo que tenga mi hermana Arya. Rickon es apenas un niño y no le daré cargas que no son suyas. Ha pasado por mucho, merece algo de tranquilidad

Jaime pudo ahogarse con el aire en ese momento.

-Pero mi lord, su hermana ya no sería una Stark si tuviera un hijo, estaría casada con otra casa -replicó perspicazmente Barbrey Dustin.

-Eso se resuelve bastante fácil, de hecho, mi lady. Cualquier hombre con el que mi hermana decida casarse tomará el nombre Stark, así los Stark continuarán y tendré un heredero. Por supuesto, esto si a mi hermana le parece bien

Todos voltearon a ver a Arya y Jaime sintió fuertes miradas sobre él. Traté de ignorarlas lo mejor que pudo. Sus ojos se encontraron con los de Jon, el hombre le dio un asentimiento.

Ese hombre…

-Esta bien -la voz de Arya lo sacó de sus pensamientos.

La mano de Arya se apretó en su pierna y Jaime solo pudo rezar para que significara lo que él creía (deseaba) que significa. La cena llegó después y Jaime tuvo que guardar sus comentarios. La cena fue un asunto tranquilo, habían sido días movidos y todos parecían estar a un paso de quedarse dormidos en su lugar. La única que parecía tener energía era la Reina que lanzaba miradas agrias a Jon que cenaba plácidamente junto a Tormund Giantsbane. Jaime cenaba al lado de los demás hermanos Stark, su propio hermano, Brienne y Podrick. Brienne y Arya se llevaban como anillo al dedo, eran muy parecidas y encontraban emocionante toparse con otra mujer guerrera.

Fue en la noche que Jaime se encontró sentado frente al fuego de su habitación. El invierno había llegado, esperaba que no durará tanto, imaginaba que con la ida del Rey de la Noche el invierno no sería tan crudo. Solo usaba su pantalón, la habitación estaba lo suficientemente caliente como para sentirse cómodo sin tanta ropa encima. Tenía tanto en mente, no sabía ni por dónde empezar.

La puerta se sonó y Arya se abrió paso en la habitación. Rápidamente se quitó las botas y la larga capa de piel de oso que usaba y se acercó a él. Jaime extendió una mano y con suavidad atrajo a la mujer a su regazo.

Ella lo beso suavemente y apoyó la cabeza en su cuello.

-¿Estás bien, Jaime?

-Si, solo pensando

-Eso nunca es bueno -dijo con una sonrisa. Jaime replicó chocando sus hombros, Arya soltó una risa y lo beso en la mejilla.

Había pasado días pensando en cómo hablarle, en como se lo diría. En cómo reaccionaría. En cómo sería su futuro.

-Arya, tengo que hablar contigo

Arya, de repente seria, se enderezo y lo miro impasible.

-Habla

Jaime era un luchador, no un poeta, pero podía hacer el esfuerzo.

-Arya durante todos estos años lo único que he hecho es anhelarte. No soy bueno con las palabras así que tendrás que perdonarme por no saber cómo expresarme y poder decirte todo lo que quiero, pero creo que bastará diciéndote que… eres la mujer más feroz que he conocido, buena y amable. Me cambiaste la vida, Arya Stark. Lo que trato de decir es, se que es algo prematuro y estaría bien si me rechazas pero considerarías convertirme en mi esposa

No dijo nada. Jaime podía sentir como temblaba por anticipación. Entre más su silencio se alargaba sus nervios crecían cada vez más. Antes de que Jaime pudiera decir que mejor lo olvidara y fueran a dormir, Arya lo sorprendió besándolo.

Sus suaves labios eran una balada en una noche tormentosa.

oh dioses, empiezo a sonar como uno de esos estúpidos cantantes. Solo le faltaba el peinado horrible y un arpa.

-Creí que me ibas a dejar -dijo Arya una vez se separaron.

-¿Qué?

-Es solo que.. cuando Jon dijo que cualquier que se casara conmigo tomaría mi apellido creí que tu…

Jaime lanzó una risa seca.

-¿Creíste que huiría?

Arya no dijo nada.

-¡Por los dioses! de verdad pensabas que te dejaría

Arya se mordió los labios en su nerviosismo y Jaime casi pierde el hilo de la conversación.

-Se que tu familia y apellido significan mucho para ti

-Tyrion significa algo para mi. Los demás pueden irse al demonio, bueno tal vez no mi tía Genna ella es...buena, siempre aceptó a Tyrion

Arya río y empezó a acariciarle la cabeza. Sus dedos eran mágicos en su cabello.

-Espero, no me has respondido. No me importa tomar tu apellido, de hecho seria bueno salirme de la sombra que trae el apellido Lannister

-Hablas en serio -murmuró suavemente Arya. Sus ojos color plata lo miraban con atención, se veía incrédula, como si la idea de que alguien la amara y estuviera dispuesto a todo por ella fuera inimaginable.

-Nunca antes he hablado tan serio. Cásate conmigo, Arya Stark

Con un suave beso, Arya aceptó.


Epílogo

10 años después

Después de tanto tiempo fue raro estar en paz. En ocasiones se despertaba esperando que alguien entrara en su habitación ordenándole ponerse su armadura y que saliera a pelear. Nunca pasó. Pasaron diez años desde la Batalla por el Amanecer. Así la habían nombrado, la pelea del siglo. Todo Westeros vivió el invierno por dos años antes de que diera paso a la primavera. El invierno más corto en toda la historia de Westeros.

Daenerys reinaba en paz, a pesar de su temperamento era una buena reina, justa y confiable. Se había casado con Monford Valeryon y para sorpresa de todos, la Reina logró embarazarse y llevarlo a término. Se decía que fue un embarazo duró, el parto casi la había matado. El maestre le dijo que sería el primer y único hijo que tendría alguna vez. A la Reina no le importo. Rhaella Targaryen nació en plena primavera. La heredera del trono del hierro era una niña de 5 años que gozaba de tener padres que la amaban y un derecho por nacimiento demasiado grande para sus pequeños hombros.

Personalmente, a Jaime le gusto mucho el nombre de la niña.

Y hablando de niños.

-¡El brazo arriba, Ned! ¡Te quitarán la espada si la sigues bajando!

-¡Ya entendí, papá! -respondió Ned Stark mientras practicaba con su espada.

Ned era su hijo mayor. Tenía 9 años y le recordaba mucho a Tyrion a esa edad. Su cabello era oscuro como el de cualquier Stark, pero sus ojos eran verdes. Era alto para su edad y era el heredero del Norte. Era un buen niño, un niño muy bueno. Siempre paciente y amable. La sangre Stark corría fuerte en él, aunque su temperamento le recordaba más a su hermano pequeño. Jaime lo agradeció mucho.

-Tal vez si pusieras más atención a las clases con la tía Meera no serias un desastre con la espada -gritó una voz femenina fuerte y bulliciosa.

Su hija mayor tenía lo que a los demás les gustaba decir "sangre de lobo". Johanna era la gemela de Ned. El día de su nacimiento pudo sentir una picada en el pecho, pero no se lo dijo a nadie. Aunque tenía la sospecha de que Tyrion y Arya lo sabían.

-¡Cállate Johanna! -replicó Ned a su hermana que se acercaba a él mientras sostenía una espada de hierro vivo. Johanna era todo Stark, desde su constitución hasta su apariencia, pero era la hija que más le recordaba a él mismo a esa edad. Era un prodigio con la espada y no perdía el tiempo en retar a toda persona para demostrarlo.

Ned y Johanna eran gemelos que lucían bastante iguales, pero tienen personalidades totalmente opuestas. A Jaime a veces le preocupaba que llegarán a los golpes algún día. Arya decía que se preocupaba demasiado. Pero es que sus hijos eran lo más preciado que tenía en su vida, junto a su esposa claramente. Le encantaba cuidarlos, enseñarles lo que sabía y ayudar en su entrenamiento.

-Espero que no estén peleando porque si bajo y los veo peleando los mandó a los dos a ayudar en las cocinas - la dulce voz de su esposa gritó sobre todo el ruido del patio.

Desde arriba Arya Stark miraba ceñuda a los dos niños que de repente se veían muy inocentes y dulces. Detrás de ella venía Jon Stark sonriendo divertido.

El Guardián del Norte y él llegaron a una especie de acuerdo conforme pasaron los años. Jon era un muy buen tío y eso era todo lo que era, se negó a casarse no importa cuantas cartas de compromiso le llegaran. Jaime no era tonto, sabia la razón detrás del rechazo al matrimonio. No eran amigos, más bien aliados, compañeros en el mejor de los casos. Los dos aceptaron su amor por su esposa y no lo volvieron a sacar a la luz. Jon parecía feliz de consentir a sus hijos. Él y Tyrion parecían tener una competencia sobre quién era el tío favorito.

-En vez de estar peleando porque no entrenan en serio. Voy a traer a su tía Meera y ambas probaremos que tanto han avanzado. Espero que no se hayan descuidado

Los dos niños aceptaron. Y mientras Johanna se veía emocionada, Ned lucía casi estreñido. Arya dio medio vuelto y camino hacia la biblioteca, segura de ahí encontraría Meera junto a su esposo, Bran.

-Quita esa cara de tragedia, Ned. No será tan malo -dijo Jon mientras se acercaba, en sus brazos estaba un pequeño niño -Mejor ven y te organizo ese peto, está demasiado suelto, niño

Acercándose al hombre, aceptó la carga ligera. El niño no era otro que Torrhen Stark, su segundo hijo. Tenía 6 años y era el que se parecía más a él; su cabello era rubio y sus ojos verdes. Era un niño salvaje e incontrolable, pasaba demasiado tiempo con su tío Rickon.

-¡Papá! -grito Torrhen. Casi rebotaba en sus brazos, era pequeño pero su energía compensaba la falta de fuerza.

-Hola hijo, ¿tuviste una buena mañana con Sandor?

-¡Nymeria! Grrrr -su hijo gruño y alzó las manos en forma de garras tratando de explicarle que Sandor, Nymeria y él pasaron la mañana en los establos junto a los bebés lobos huargos. Nymeria tuvo una camada de cuatro cachorros hace pocas lunas y aún eran pequeños cachorros que no se separaban de su madre.

Jaime se rio, acomodo a su hijo en sus brazos mientras le gruñía. Su hijo lanzó una carcajada mientras se lanzaba a abrazarlo.

-Tanto tiempo rodeado de lobos te ha afectado, hermano- proclamaba Tyrion Lannister mientras se acercaba. El Guardián del Oeste le sonreía mientras veía a su hijo saltar a saludarlo. Su pobre hermano casi es lanzado al suelo por el efusivo abrazo de su hijo. Pero logró mantener su equilibrio mientras se reía y abrazaba al niño.

El mismo Tyrion no tenía hijos y aprovechaba cada oportunidad que su puesto como Lord Lannister le permitía para ir al Norte y pasar tiempo con sus sobrinos.

-Mírate, levantado antes de medio día, eso es nuevo -dijo Jaime sonriéndole.

-Fue un viaje largo, hermano ingrato. Estaba cansado. Además no se de que te quejas, no vine a verte a ti, vine por mis sobrinos.

Y lo que ocurría era que todos sus hijos amaban a Tyrion. Todos amaban tenerlo cerca, siempre dispuestos a sentarse y escuchar las historias que su tío les contara. Oyeron pasos y ambos dieron la vuelta para ver como Arya se acercaba junto con Meera Stark. En sus brazos estaba su último hijo; Tyrion Stark. Era un bebé de apenas un año. Hasta ahora era un bebé tranquilo, pero conociendo a su prole Jaime no esperaría nada menos que un terremoto cuando creciera.

Cuando su hermano se enteró que nombraron a su hijo menor por él lloró mientras cargaba al pequeño recién nacido. Su cabello era oscuro y sus ojos parecían que se quedarían en el típico gris Stark.

-Pero si no es otro que mi tocayo -exclamó alegremente Tyrion. El pequeño bebé parecía adormilado, cuando vio a su tío le extendió los brazos. Arya cumpliendo los caprichos de su hijo menor, le entregó con suavidad el bebé. No pasaron ni dos minutos antes de que su hijo cayera dormido sobre el hombro de su hermano.

-También es bueno verte, pequeño -dijo Tyrion con una cara seria.

Meera y Arya se rieron mientras iban por Ned y Johanna. Haciéndole señas a su hermano, juntos fueron a sentarse a un costado, felices de ver a las mujeres entrenar a los dos niños.

-Aun es pequeño, duerme casi todo el tiempo… aunque dijo su primera palabra hace algunas lunas. Parece que el nombre no es lo único que compartirá contigo -le contó Jaime mientras acomodaba las pieles que cubrían a su hijo.

Tyrion miró al bebé en sus brazos y luego a Ned, Johanna y Torrhen. Dio una sonrisa pacífica mientras arrullaba al bebé.

-Son buenos niños -lo miró con lo único que podría ser orgullo - tus hijos son niños dulces, feroces pero bueno

-Y eso es todo lo que algún vez quise

Tyrion sabía de su completo pánico de que alguno de ellos saliera como Joffrey, temía que fuera su sangre la que pasará ese gen homicida. Tyrion tuvo que tranquilizarlo mientras casi lo pateaba para que fuera a apoyar a Arya, quien estaba dando a luz a los gemelos en ese momento. Pero los dioses fueron buenos con él y sus hijos eran lo más alejado a Joffrey que uno podía pedir. Era cierto que tenían "la sangre de lobo" como decía Jon, pero eran buenos, educados y amables. Solo podía esperar que siguieran así.

-Por cierto, no se si te interesara saber pero Lady Baratheon está esperando su primer hijo -le contó sutilmente su hermano.

-Ja, así que finalmente se rindió -respondió Jaime burlonamente.

-Bueno, los Baratheon son tercos, deberíamos saberlo. Gendry es igual a su padre, le tomó tiempo aceptar que perdió a Arya. Al menos ya siguió adelante, eso es bueno

-Si, aunque no creo que Lady Baratheon haya estado muy feliz todo este tiempo

Ned y Johana estaban peleando entre ellos mientras Arya y Meera les daban comentarios de vez en cuando. A un costado estaba Torrhen, quien se sentaba cómodamente en Ghost. A su lado, Jon le habla con tranquilidad. Seguramente explicando que hacían sus hermanos.

-Shireen siempre fue una buena mujer -explicó Tyrion- aunque no debió ser fácil estar casada con un hombre que deseaba a otra

-Imbécil -musitó por lo bajo mientras veía a su hijo mayor caer al suelo y a su hija gritando por su victoria.

-Algún día tendrás que superar tu odio por Gendry

-Pero ese día no es hoy

Eso le sacó una carcajada a su hermano. Se veía relajado, siempre estaba así cuando venía a visitarlo. Jaime nunca había ido a Casterly Rock con sus hijos, ese lugar hace mucho tiempo dejó de ser su hogar y solo le traía recuerdos amargos. Estaba feliz quedándose en el Norte con su familia.

Arya se acercó a él, dejando a los niños con su tía. Saludo a su hermano mientras se sentaba a su lado. Jaime le pasó un brazo por la cintura y se acercó a él. A veces temía despertar y encontrarse en King 's Landing, Robert en el trono y él siendo solo un guardia real. La vida era buena, el reino estaba en paz, tenía una esposa que amaba e hijos que adoraba. Su relación con su hermano era mejor que nunca y él tenía un entendimiento con Jon.

Al final el león dorado logró tener una familia que se amara. Logró dejar atrás las cadenas que lo ataban y se convirtió en el caballero que siempre quiso ser.

Esperaba que si Sir Arthur Dayne pudiera verlo estuviera orgulloso.

Tal vez incluso su madre también lo estaría.

-¿Qué tanto piensas, Jaime? -le preguntó su esposa. El solo le dio una suave sonrisa mientras la besaba en la coronilla. Ella le correspondió apoyando la cabeza en su hombro.

-En lo buena que es mi vida


Dato 1: El amor tiene tres formas, y los demostré con Jon, Gendry y Jaime

Jon - el amor que nunca fue

Gendry - el amor que pudo haber sido

Jaime - el amor que conquistó

Dato 2: Amo la relación de Tyrion con Jaime, estos dos merecen lo mejor. Espero haberles hecho justicia.

Dato 3: Me dolió lastimar a Jon, es de mis favoritos y sentí el corazón partiéndose cuando lo escribía.

Dato 4: Hay tan pocas historias buenas (y terminadas) con Jaime que decidió que sería él el interés amoroso final. Se lo merece.

Dato 5: Inicialmente planeé que Gendry muriera en la batalla contra los otros, pero no pude hacerle eso. Lo amo demasiado y sería demasiado cruel, así que me fui por la siguiente opción; volverlo una clase de Robert por su resentimiento por casarse con otra mujer que no fue su loba Stark, pero Gendry logra aceptarlo al menos y seguir adelante. Aunque sigue amando a Arya y nunca dejará de hacerlo.

Dato 6: Tyrion está realmente feliz por ser tío, poco a poco superó su enamoramiento por Arya y ahora la ve como nada más que una hermana

Dato 7: Efectivamente Jon sigue amando a Arya, pero jamás confesó sus sentimientos románticos por ella. El único que lo sabe es Jaime y así está bien para los dos hombres.

Dato 8: En mi mente tengo el canon de que cuando crecieron Torrhen Stark y Rhaella Targaryen se enamoraron y se casaron.

Dato 9: No planee nada con Willas, les dejo a su consideración lo que pasó con él jaja


Por cierto, estoy pensando que el próximo What If sea de femJon y Jaime. Siempre me han gustado esa clase de historias, pero lamentablemente hay muy pocas y la mayoría no están terminadas. ¿Qué dicen? ¿Alguna idea? Dejen sus sugerencias en los comentarios.

Espero que les haya gustado, me esforcé mucho.