Disclaimer: Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer, pero la historia es completamente mía. Está PROHIBIDA su copia, ya sea parcial o total. Di NO al plagio. CONTIENE ESCENAS SEXUALES +18.


Capítulo beteado por Melina Aragón: Beta del grupo Élite Fanfiction.

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Prólogo

"Dime que perderlo todo fue lo que te salvó

Dime que al fin has probado la libertad.

No me mientas

Lo veo en tus ojos…"

—Clementine Von Radics, "Letter from Hades to Persephone".

Un bastardo como él no merecía lo que tenía en frente. No, no lo merecía. Aun así, ¿cómo alejarse?

Hades contempló a Perséfone desde la lejanía. Su inocencia y suavidad, arrodillada entre los campos y cultivos, sobrevolaba ante sus ojos, acostumbrados a la agonía y el dolor.

La quería. ¿A qué costo?

Desplegó sus alas, dispuesto a llevarla a su averno, su hogar… su todo.

Perséfone contemplaba sus cultivos, manteniendo la paz de sus acciones. Sonrió al sentir su presencia; estaba esperándolo.

Hades se perdió ante cada aspecto de ella y se agachó para alcanzar su pequeño cuerpo. Las caricias fueron instantáneas y Perséfone cerró sus ojos, sabiendo que era peligroso, pero ignorándolo al mismo tiempo.

.

Isabella Swan había hecho una promesa: ser la esposa del hombre más importante de la política y la historia del mundo; era su única oportunidad. Ambos sabían que tras aquel acuerdo había secretos que distaban arbitrariamente del romance, pero eso solo lo sabían ellos.

Aunque esa promesa no parecía fácil.

Inmiscuirse en la vida de los Cullen era una ardua tarea que significaba peligro, quitarles el poder era una sentencia de perdición y muerte. Isabella apenas era consciente de sus enemigos, sobre todo cuando comprendió que debía enfrentarse al peor de todos, el importante senador Edward Cullen, un hombre catorce años mayor que ella, misterioso, dominante, acostumbrado a su inmenso poder y a controlar cada aspecto de su vida… e incluso la de los demás.

En el instante en que Edward supo de la existencia de aquella mujer, sabía que no podía permitir que una jovencita sin escrúpulos se entrometiera en su camino. Quitarla del medio parecía una tarea sencilla e iba a lograrlo, aun cuando un instinto depredador crecía cuando estaba con ella, cada vez limitándolo y llevando su odio a una atracción abismante que, por primera vez, no podía controlar.

Isabella sabía que debía desafiar a Edward, pero ¿a qué costo? Tenerlo en frente no era como lo imaginaba, su cuerpo le advertía lo que era capaz de provocarle y aquello le aterraba. Nunca había sentido algo así con un hombre, menos aún por uno como él.

La certeza absoluta era que ninguno era capaz de ceder, aun cuando la atracción entre ambos, dura, erótica y bestial, los hacía presos el uno del otro, perdiéndose y condenándose a un infierno que tarde o temprano los envolvería en un espiral de perdición.

Lo más peligroso era que, tarde o temprano, los sentimientos harían su aparición y cada paso que daban hacia adelante los mantendría en un limbo lleno de secretos y una pasión desbordante que no podrían dejar atrás.

¿Quién iba a perder su poder primero?

.

"Mi respiración estaba agitada. Sabía que estaba aquí.

Escuché sus pasos y la puerta cerrándose.

Mi corazón iba a desgarrarse.

Edward se dirigió directamente hacia mí y sostuvo el aliento. Sus manos enguantadas se mantenían tensas, a la espera de mi confirmación. Me arrodillé ante él y supliqué con agonía que lo hiciera.

—¿Estás segura? —inquirió, acariciando mis cabellos.

Asentí, mirando sus ojos oscurecidos.

Sonrió y se agachó delante de mí, acariciando mis labios. Cerré los ojos y lamí sus dedos, sabiendo que había perdido mi batalla hacía mucho tiempo. Edward comprendía que esta lucha seguiría su camino y no importaba cómo, uno de los dos perdería sin remedio, solo que, justo en ese momento, nada de eso nos importaba.

—Estamos hechos el uno para el otro —murmuró, oliendo mi cuello y besándome en el instante—. Tú eres mi perdición y yo tu miseria.

Temblé al sentir sus manos grandes apretando mis senos y bajando con lentitud por mi cuerpo.

Quería decirle que no, quería ser fuerte y olvidarme de lo que me provocaba. Nada de eso era posible, simplemente su olor me enloquecía.

—¿Sigues estando segura de esto? —me preguntó al oído.

Me estremecí.

—¿Tienes alguna duda al respecto? Te odio —musité—. Pero quiero todo contigo —sentencié.

Tragó y sonrió de forma muy débil.

Entonces, me besó."


Buenas tardes, les traigo una nueva historia. El Bastardo senador. Esta será una historia increíblemente erótica, intensa, con un romance que las hará vibrar, se los aseguro. Este es un Edward dominante, oscuro y misterioso, de esos que a mí francamente me fascina escribir. Bella es una mujer de armas tomar a pesar de su corta edad. No se imaginan lo que viene y la magia de este interesante senador

Espero verlas en esta historia, que me acompañen con su cariño y su entusiasmo, de verdad que estoy super emocionada por entregarles esta historia que tanto ha querido ver la luz. Espero leerlas y luego traerles algo más esta misma semana, solo espero a ver su entusiasmo

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Cariños para todas

Baisers!