Atracción


Era innegable que Kyouka sentía más que amistad hacia Atsushi. Ella misma lo sabia.

Era un amor un tanto infantil, pero profundo.

Su madre le había dicho una vez que cuando encontrara al chico ideal, serían múltiples cosas lo que captarían su atención: su mirada, su cabello, su sonrisa, sus manos, etc. Esos eran rasgos de atracción física, puesto que el amor también podían nacer de algunos actos como; que le tome la mano, la lleve a comer, o incluso que la lleve en una cita a pasear por la ciudad o le gane un peluche en una maquina.

No iba a negar que Atsushi era bastante apuesto y que le gustaban sus ojos, su sonrisa, que su cabello le pareciera bonito (pese a ese raro y mal cortado flequillo) y que susxmaños pese a no ser las más suaves le gustaban. Tampoco iba a negar que se divirtió mucho durante su primera cita. Pero eso no fue lo único que hizo que ella se enamorara de el, sino que también, el hecho de que la haya salvado. Sonaba Cliché y lo sabia, pero era verdad, por más tonto que sonara.

El la había salvado de la oscuridad y le había mostrado la luz que siempre había querido. Mas, no fue solo eso. Las experiencias y momentos que habían compartido, todos y cada uno de ellos, había influido, ya sea una crepa que el le haya comprado, que le acariciara la cabeza o la abrazara.

Todavía era un amor infantil, puesto que ella tenia solo catorce años. Kyouka esperaría que pasaran los años, y cada experiencia que viviesen juntos, haría crecer su amor.

En los años futuros, ella esperaba que pudiera aprender a amar como era debido, porque ahora, la mejor manera en la que sabia mostrarle lo mucho que lo apreciaba, era peleando por él; no eran las típicas peleas de celos que seguro manejarían la mayoría de las chicas de su edad, eran peleas de verdad, en las que sus vidas estaban el peligro.

Así que si, Kyouka sabia perfectamente que era una niña de catorce años a la que le atraía, su compañero de trabajo. Atsushi era mayor que ella, el ya tenía dieciocho años, pero los años pasarían, y ambos crecerían aun más, hasta convertirse en verdaderos adultos y los cuatro años de diferencia se sentirían cada vez menos. Y seria en ese momento en el que quizás, solo quizás ella pudiera declararle sus sentimientos; y si es que tenia suerte, el le correspondería.

En el caso de que el no tuviera los mismos sentimientos que ella tenia por él, solo le pediría que la dejara permanecer a su lado y seguir salvándolo cada vez que lo necesitase. Si eso pasaba esperaba que pudieran seguir siendo amigos.

Perdida en sus pensamientos, no noto cuando Dazai entro a la habitación en la que se encontraba.

—Kyoka-chan, ya va a comenzar la reunión —sonrió levemente al ver que la la niña se sorprendió y enseguida cambio su rostro por uno serio nuevamente. —Atsushi estaba preocupado.

Ante la mención del chico su rostro se suavizo, lo que no paso desapercibido por la persona a su lado, quien solo atino a sonreír con picardía como si adivinara lo que pasaba por la cabeza de la niña.


—Ahhh, tengo hambre. La reunión fue bastante larga, a decir verdad. —dijo un chico de inusual cabello plateado a su compañera, que caminaba a su lado. Al notar que Kyouka no respondía se preocupó. —¿Kyouka-chan, ocurre algo?

—No —respondió cortante, intentando que Atsushi no se preocupara, fallando en el intento.

No es que ella se hubiera dado cuenta esa tarde de sus sentimientos hacia el 'hombre tigre', pero su conversación con Dazai la había dejado pensando.


Después de avisarle sobre que pronto comenzaría la reunión, Dazai se que quedo sonriendo pícaramente, incluso después de que ella se encaminara en dirección a la puerta.

—¿Ocurre algo? —pregunto extrañada.

—No. —Respondio firme pero con una extraña tranquilidad en su cara. —No te preocupes, todo saldrá bien.

Alguien podría tomar lo que Dazai dijo como si se refiriera a la reunión, pero algo le decía que no era así. Extrañada salio de la habitación. El parecía estar implicando que sabia lo que estaba pasando por sus pensamientos. Era extraño.


Atsushi, sabiendo que algo le ocurría a su compañera, pero que ella no le diría exactamente que, se decidió a animarla de la manera más simple pero efectiva posible.

—Ven. Vamos a comprar unas crepas —le sonrió cálidamente.

Sin darle tiempo para responder, Atsushi rápidamente la tomo de la mano mientras se hecho a correr en dirección al centro de la ciudad.


—Ten —El chico los extendió la mano entregándole la crepa a Kyouka.

La chica no sabía que clase de cara había puesto como para que Atsushi comenzara a reír. A de seguro le brillaban los ojos. Un pequeño sonrojo no tardo en aparecer en su cara para luego soltar una pequeña risa junto a él.

—Ven, vamos a casa —le hizo una seña para que lo siguiera.

—Si.

A casa. Ya se sentía como en casa. Estando con Atsushi se sentía como en casa y así era feliz.

Si Dazai ahora era el cómplice de sus sentimientos no importaba, porque ella era feliz en momentos simples como esos.

Las demás chicas de su edad estarían soñando con actores de películas. Pero ella ya tenia a su príncipe azul a su lado, pero que no la trataba como una damisela en apuros (de hecho ella misma lo había salvado a el varias veces).

No eran un príncipe y una princesa como en los cuentos, eran Atsushi y Kyouka. Y si tenia que esperar para tener un futuro con el, lo haría porque valdría la pena.

Y si pese a no haber confesado sus sentimientos ya era feliz de compartir una caminata hacia su casa; las confesiones podían esperar unos años.

—Si. Vamos a casa —y lo siguió para seguir caminando a su lado.


Debo decir que me gusta bastante este ship, pero no en el momento, es decir Kyouka tiene 14 y Atsushi 18 años, por eso me los imagino juntos cuando ambos ya sean adultos.

Así que me declaro AtsuKyou shipper :D.

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