Luna de miel al limón: Parte II

La noche era joven y ellos aún más. Mientras besaba a su esposa, Ash introdujo su miembro erecto en su interior haciéndola gemir de placer.

—C-creía que íbamos a ducharnos. —dijo Lylia mientras besaba el cuello de su marido.

—El plan no ha cambiado. —dijo Ash en tono misterioso. Con su miembro aun en el interior de su esposa, la cogió en brazos y la llevó hasta la ducha.

Allí la posicionó contra la pared mientras el agua caía encima de ambos. Ash, viendo a su esposa completamente mojada y con aquella mirada pura pero a la vez llena de lujuria, hizo que no pudiese aguantar más.

Sus embestidas fueron rápidas y fuertes desde el primer momento, haciendo que Lylia se sintiese en el séptimo cielo con cada una.

Ash la besó, haciendo que sus lenguas jugase la una con la otra mientras sus embestidas no perdían su fuerza o velocidad.

Las manos de Lylia arañaban su espalda mientras que sus piernas se cruzaban en la espalda de su marido, obligándole a profundizar sus embestidas, llegando a tocar la zona más profunda de su zona íntima.

Tras terminar el beso, Ash bajó la mirada para observar como los bellos y grandes pechos de su esposa rebotaban con cada embestida. No pudiendo evitarlo, bajó su cabeza para saborearlos como había hecho tantas veces desde que comenzó la luna de miel. Nunca se cansaría de su sabor, suavidad y flexibilidad.

Lylia gritó de placer al notar como la lengua y labios de su marido trabajaban sobre sus pechos, con ferocidad pero a la vez con cariño.

—Siempre atacas mis pechos… ¿tanto te gustan? —preguntó Lylia con una pequeña risa mezclada con jadeos de placer.

—No tienes ni idea.

No queriendo quedase atrás, Lylia acarició el mojado cabello de su marido mientras le daba suaves mordiscos en el cuello, queriendo marcarlo como suyo y de nadie más.

Aquellos suaves mordiscos y los deliciosos pechos de su esposa fueron demasiado para Ash, quien dio una última embestida, corriéndose en la zona más profunda de su esposa, quien al notar el calor de su blanca esencia también sufrió el clímax, dejando que su mente alcanzase aquel preciado e íntimo placer.

Haciendo un gran esfuerzo, Ash cerró el grifo de la ducha y se quedó allí, pegado a su esposa mientras ambos disfrutaban del post-orgasmo.

—Eres deliciosa. —dijo Ash con la lujuria todavía dominando su voz.

—Ha sido increíble —respondió Lylia—. Pero me hubiese gustado seguir un poco más.

—Tus deseos son órdenes para mí. —dijo Ash.

—¿Qu…? —Lylia no pudo terminar la pregunta, pues para su sorpresa notó como el miembro de su marido seguía duro en su interior.

Su mirada esmeralda se cruzó con la castaña de su marido.

—Cuando acabe contigo no vas a poder andar en días.

Lylia tan solo le dirigió una mirada seductora y muy provocadora.

Ash no dudo más y se separó de su esposa, para posicionarla a cuatro patas sobre el suelo de la ducha. Acto seguido se introdujo de nuevo en ella y comenzó a embestirla con fuerza desde atrás.

Lylia gritó de placer, pues en esa posición el miembro de su marido estaba literalmente tocando golpeando su zona más profunda todo el rato.

Ash agarró sus brazos para tener un apoyo al dar cada embestida.

—Esta es tu posición favorita, ¿verdad?

Lylia no podía responder debido a las olas de placer que recorrían su cuerpo cada segundo. Aun así consiguió echarse hacia atrás y giró la cabeza lo suficiente como para besarlo.

Ash soltó sus brazos y acarició sus pechos con ambas manos mientras reducía un poco la fuerza de sus embestidas. Ambos comenzaron un beso en el cual sus lenguas luchaban por la predominancia.

Sin tener un claro ganador, ambos se separaron y sus lujuriosas miradas volvieron a encontrarse.

—¡Más rápido! —le exigió Lylia,. Notando como uno de los mayores orgasmos de su vida se acercaba.

—Como desees.

Ash dejó sus pechos y agarró sus suaves caderas. La velocidad y fuerza de sus embestidas fue tal que el sonido podía oírse por toda la ducha.

El orgasmo que sufrió Lylia a los pocos segundos la hizo gritar como nunca. Ash notó como las paredes del interior de esposa apretaban y masajeaban su miembro mientras este era bañado por el orgasmo de su esposa.

Con un último esfuerzo Ash se corrió de nuevo dentro de ella. Con cada espasmo, daba una embestida, asegurándose de que su esencia llegaba sin problemas a la zona más profunda de su esposa.

—C-cinco veces en un día… —dijo Lylia asombrada y con una gran satisfacción en su voz—. ¿H-has tenido suficiente?

—Contigo nunca es suficiente…Pero sí, creo que necesito descansar si quiero hacerlo otras cinco veces más mañana. —dijo Ash algo cansado pero igual de satisfecho.

—Eres incorregible. —dijo Lylia dándole un suave beso en los labios. Beso que Ash respondió con la misma suavidad y cariño.

—Al final no nos hemos duchado. —se quejó Lylia al terminar el beso.

—No te preocupes, aún podemos hacerlo. —dijo Ash con una pícara mirada.

FIN