Las noches en la casa Tendo eran de todo menos aburridas. Desde ataques de practicantes de artes esotericas hasta incursiones de mujeres celosas, los vecinos de la familia Tendo lo habían visto todo. Habían varias fechas en las cuales los más cuerdos decidían huir a otra prefectura, una de ellas era año nuevo.
En dicho día, cuatro mujeres muy hermosas se reunían en el mismo lugar, y donde ellas solían estar sus indeseados pretendientes también lo hacían, las mujeres tenía un objetivo en común; disfrutar el día al lado de cierto hombre.
Ranma era el (des)afortunado objetivo de los sentimientos de las cuatro chicas, cosa de la que se quejaba cuando podía, aunque estuviera viviendo el sueño de muchos hombres. En la noche de hoy el joven de la coleta no haría tal cosa pues sus pensamientos estaban en otro lado.
"Ve y dile lo que sientes. ¡Las mujeres odian a los hombres indecisos!" Ranma le comentó, animando a su rival de mil batallas.
El hombre de la badana sacudió la cabeza. "Ca-cállate, imbécil. Akari t-te va a escuchar!" Regañó con un sonrojo de vergüenza y ebriedad, ignorando que él había hablado con mucha más fuerza.
Ranma esbozó una sonrisa enervante. "Así que te avergüenza hacerlo, P-chan~" Preguntó con un brillo en sus ojos. "No te daba vergüenza meterte en la cama de Akane y ahora dices que temes hablar con Akari. ¿Acaso quieres que te devuelva el favor?" Propuso con un tono sacarino, cosa que culparía totalmente al alcohol que corría por sus venas.
"¡A Akari no la tocas!" Amenazó, a pocos instantes de que la situación se tornara violenta.
"¡No puedes aguantar ni una pequeña broma! Deberías convertirte en gallina en lugar de cerdo." El ojiazul se quejó de mala gana antes de sentir un escalofrío recorrer todo su cuerpo.
"Qué es eso que acaban de escuchar mis oídos, Ranma-sama." Una voz fría y amenazante se coló en lo que hasta ese momento había sido una amena conversación entre amigos.
"La única persona que dormirá con Airen ser Shampoo!" La amazona advirtió, afilando su espada con un brillo maligno en sus ojos.
"¡RAAAANMAAA! ¿¡Qué rumores raros has estado esparciendo sobre mí!?" Cierta peliazul avanzó con un expresión de violencia inminente.
Mediodía. La hora de el almuerzo, y la hora en la cual los parásitos de la sociedad y los sin oficio se levantaban. El día de hoy, Ranma se unió a dicho sector.
El asesino de Saffron, destructor de montañas y maestro de Umisen-ken yacía derrotado en un lugar extraño.
"Ughhhh." El insensato hombre masculló haciendo una mueca, su boca tenía un desagradable sabor agrío y su cabeza retumbaba en cuenta atrás, como si estuviera amenazando con estallar.
'¿Qué demonios pasó anoche?' Se preguntó, forzando a su dolorida mente a recordar. Lo último que recodaba era estar celebrando la fiesta de fin de año en el Dojo.
"No puedo recordar..." Pronunció con incredulidad mientras se sentía sumamente cansado, como si hubiera corrido un maratón.
'Seguramente esto sea obra de Kuno y Mousse...' Concluyó mientras haló de su sabana con resignación, sintiendo como su migraña empeoraba.
El artista marcial sudó con nerviosismo. Bajó la mirada mientras observaba a su cuerpo horrorizado.
¿Por qué cojones estoy en pelotas?!
La mirada de Ranma recorrió por la desconocida habitación en busca de una respuesta a sus inquietudes.
Paredes blancas, cortinas de lino doradas, una pequeña mesa de noche, una gran cama en forma de corazón y un bulto en forma de persona al otro lado de la cama cubierto entre sabanas rojas.
¡No! ¡No puede ser! Debe ser una broma. ¿no habré..?!' Él se paró de la cama como si estuviera en llamas.
'¡¿Será Akane, Shampoo o Ukyo?! Sin importar cual de ellas sea las otras dos me van a matar! ¿¡Y si es Kodachi!?' Pensamientos horripilantes pasaron por la cabeza de Ranma a la vez que la paranoia empezaba a hacer de las suyas .
El artista marcial respiró profundamente mientras tomaba su palpitante cabeza entre sus manos. '¡Debo calmarme! Puede que no hubiera sucedido nada... Vamos cabezota, tienes que recordar'
¡Es inútil! ¡No funciona!
"Auuu~" Las sabanas color carmesí empezaron a moverse, a la vez que la persona que dormía bajo de ellas empezaba a despertarse...
Ranma sudó frío, contemplando la idea de usar una de las técnicas prohibidas de su padre.
"¿Qu-qué hago aquí?" Pronunció de manera incierta la mujer de cabello largo, haciendo que el artista marcial de la trenza perdiera la concentración necesaria para formular cualquier clase de pensamiento coherente.
La mujer pasó su mirada por toda la habitación hasta posarse en él.
"Oh... Así que no estaba soñando..."
"Co-Cologne." Escupió el nombre de la mujer, sintiendo como si hubiera envejecido décadas en un instante.
"Piensa positivo, Ranma. No hay manera que hicieras algo con ella, es imposible. Esto debe ser parte de alguno de los macabros planes de la vieja momia..." El hombre de la coleta susurró patéticamente en un lastimero intento de convencerse a sí mismo.
Ranma asintió con recuperada confianza, su mirada vagó por la habitación en busca de algo que apoyara su hipótesis.
Era una simple habitación de hotel, su ropa y la de ella se encontraba regada por toda la habitación.
¡Mierda!
Como artista marcial su cuerpo era su templo y le conocía a perfección. Por ello, no tardó en notar extraños dolores en zonas extrañas de su cuerpo, además de múltiples rasguños y mordidas que cubrían parte de su cuello y espalda.
Una parte de él murió en ese momento.
Ranma se dejó caer al suelo con una mirada vacía.
"¿Qué me hiciste?" La matriarca ancestral de las amazonas susurró, cubriéndose con la sabana recatadamente.
"¿Qué te hice?" Él repitió a la vez que una expresión de indignación se apoderó de sus facciones, recuperando un poco de la vitalidad que le caracterizaba. "¿Qué me hiciste TÚ a mi!? Mira como me dejaste!" Espetó mientras señalaba las numerosas heridas y abrasiones que cubrían su espalda.
Ella rió, no el usual cacareo de vieja loca, sino como una mujer enamorada. El sonido de su dulce risa resonó por la habitación del hotel, poniéndole los pelos de punta al artista marcial de la trenza en el proceso.
"Tal parece que ambos no divertimos un montón..." Susurró mientras un sutil sonrojo cubrió sus arrugadas mejillas. "Promete no contarle a nadie lo que sucedió, a ninguno de los dos le conviene que se sepa nada..." "
Ranma asintió con una mirada de alivio, optando por ignorar lo primero por el bien de su cordura.
"Esto es algo que planeo llevarme a la tumba." Murmuró con expresión agría.
"Muy bien." Ella pronunció con una sonrisa mientras se levantaba de la cama, dándole un vista privilegiada de todo su esplendor a cierto artista marcial. "¿Sabes? en casa, tengo un poco de agua del hombre ahogado."
Ranma cerró los ojos, sintiendo como aquéllo se quedaba grabado en sus retinas.
"¿Y?" A pesar que su sentido común le gritaba que no era una buena idea, una parte de él se permitió sentir esperanza ante lo que parecía implicar la anciana.
"Ambos sabemos que no me lo darás así como así... ¿Qué quieres a cambio del nannichuan?"
Ella acercó su arrugado rostro al de él lentamente. "Qué mal pensado eres. Tenía pensado obsequiártela como regalo de bodas cuando te casaras con Shampoo. Teniendo en cuenta que tal cosa ahora suceda es bastante improbable, quizás debería dártela. Después de todo, la pequeña 'Ranko' no tendrá cabida en nuestra vida juntos." Su cálido aliento con aroma a jinseng chocó contra sus labios.
Ranma no aguantó más, tomó su pantalón, una sabana y salió huyendo de la habitación sin importarle su falta de ropa.
Mientras saltaba por la ventana, no pudo evitar sentir como lagrimas de mortificación se acumulaban en sus ojos. Se había creído dispuesto a todo, pero la proposición de la anciana le había golpeado duramente, había cosas que incluso él no estaba dispuesto a hacer...
Al menos, no mientras estuviera sobrio.
¡Arghhhhh!
El artista marcial limpió sus labios de vomito con un gesto de desagrado.
"Me siento fatal. No sé si es por la resaca o por que hice algo asqueroso" Masculló con sentimientos encontrados.
Hijo, no permitas que el alcohol saque lo peor de ti...
Ranma soltó un suspiro recordando las palabras de su sabia y santa madre mientras observaba la puerta de la casa Tendo.
'Tan solo ha pasado un día pero me parecen siglos. ¿Algún día volveré a ser el mismo de antes? ¿Alguien sabrá algo de lo que 'paso' entre la momia y yo?'
"Ranma."
¡!
"R-Ryoga!" Carraspeó. "¡No me des esos sustos hombre! si lo haces de nuevo me encargaré de dejar viuda a Akari."
El susodicho se sonrojó. "¡No juegues con eso!" Espetó con cara de pocos amigos. "Akari y yo casados!? JaJaJa~" Su rival se carcajeó como tonto mientras fantaseaba con la criadora de cerdos.
Ranma carraspeó, habiendo recuperado la compostura.
"¿Disfrutaste la fiesta de anoche?" Preguntó con mirada socarrona, decidido a sacarle la información que pudiera a su amigo.
"Hm. No tanto como tú, eso lo tengo claro."
"¿A q-qué te refieres?"
Ryoga señaló a Ranma, observando con una mirada inexpresiva el actual 'atuendo' de su rival, que consistía en un pantalón negro y una sabana roja que cubría su cuello y espalda como si de una capa se tratase.
"¿Dónde pasaste la noche, Superman?"
"¿N-n-no sé? Desperté al lado de un co-co-contenedor de basura... Supongo que b-bebí demasiado. Jajajajaja~"
"¿Te divertiste mucho?" Ahora era Ryoga quien le preguntaba.
"La verdad es que no recuerdo, supongo que entre trago y trago me olvidé de todo. Tenía la esperanza que tú pudieras ayudarme a recordar..." Admitió con vergüenza, rascando su cabeza.
Ryoga palmeó su espalda. "¿Que harías tú sin mi, eh?" Masculló de mala gana. "La señora Nodoka se marchó pronto, diciendo que tenía sueño. Poco después, fui al baño un momento y me perdí-"
"Típico de ti, P-chan."
Ryoga le ignoró y continuó narrando. "-cuando regresé la fiesta ya había terminado y Hinako, Nabiki y el Dr. Tofu eran los únicos que quedaban en el Dojo."
Ranma asintió con decepción. "Gracias." Susurró con una expresión decidida. Llegaría al fondo de esto aunque le costara la vida.
'¿¡Qué demonios pasó anoche?!' Era una pregunta que evadía al artista marcial de la trenza. Meditar no había servido para encontrar las respuestas a su dilema, por ello había llegado a la conclusión que debía acudir a otra persona que pudiera contarle lo qué realmente había sucedido la noche anterior.
Nabiki era su primera opción. Sin embargo, estaba tan trastocado que no confiaba en poder hablar con la mercenaria sin arruinarlo, además que su cuñadita tenía un olfato de sabueso para los secretos ajenos.
El buen doctor Tofu era el indicado, pero para su infortunio, Ranma no logró encontrarle en su clínica.
Afortunadamente, él tenía en mente a la persona adecuada en quien podía confiar, una persona que jamás se aprovecharía de él, una persona que siempre estaba dispuesta a ayudarle.
Ranma entró en la cocina de los Tendo y allí encontró a la mujer que sería su salvación.
Kasumi se encontraba de espaldas cortando con precisión los vegetales para la cena.
"¡Kasumi! ¿Cómo estás?"
La mayor de las hermanas Tendo continuó con sus labores sin voltear a verle, su dedicación para con su familia era admirable. "... Bien y tú?"
"Fabuloso."
...
"Sabes... acerca de lo que pasó anoche-"
El constante sonido del cuchillo se detuvo abruptamente. "Es mejor no hablar de eso." Ella soltó un suspiro. "Hagamos como si éso nunca sucedió."
¿¡Acaso ella me vio haciendo eso y aquéllo?!
"Esto no puede quedar así, por favor hablemos de lo que pasó ayer."
"¿Estás seguro?" Ella secó sus manos en su delantal.
"Sí."
Ranma tragó saliva.
Kasumi se volteó, y por primera vez Ranma pudo observar su expresión. Su expresión estaba retorcida por la mortificación, mientras lagrimas apenas contenidas amenazaban escapar de sus ojos color avellana.
"Akane no merece estar pasando por esto. Es tan injusto..." Ella susurró mientras mordía su labio con aprensión.
La conciencia del artista marcial se retorció.
Quizás fue culpa lo que hizo que Ranma colocara su mano sobre el hombro de la mujer, en un intento de reconfortarla.
"No te preocupes. Yo... yo le contaré todo a Akane y a Soun. Es mi responsabilidad lo que sucedió y por ende debo asumir las consecuencias." Prometió con estoicismo, aunque por dentro se estuviera muriendo de miedo. 'Quizás debería salir en un viaje de entrenamiento por unos cuantos días... o años.'
Kasumi le abrazó.
"Me alegra no haberme equivocado contigo, Ranma-kun." Ella sonrió, no era la sonrisa gentil habitual era algo más, más profundo, con más significado y sentimiento.
¿huh?
"No es justo que sólo tú seas el que confrontes a nuestras familias..."
"De q-"
Ella le silenció colocando uno de sus dedos sobre sus labios.
"Lo que sucedió anoche es responsabilidad de ambos. Yo sabía a lo que me atenía al involucrarme con el prometido de mi hermana y aún así dejé que me hicieras esto y aquello." Admitió con un tierno sonrojo.
"K-k-k-Kazumi?!"
Ella se rió ante su expresión de pescado fuera del agua.
"Así que ambos debemos asumir juntos nuestro justo castigo, ¿no te parece?" Pregunto de forma retorica. antes de continuar. "Tengo un buen dinero ahorrado, en el peor de los casos podríamos empezar de cero en otro lado..."
'¡Esto tiene que ser una broma, no hay forma que me propasara con Kazumi! Ni el enfermo de Happosai se atrevería a tocar a alguien tan puro... Esto debe ser un malentendido. SÍSÍSÍSÍSÍ...'
Convencido, Ranma se zafó de los brazos de Kazumi, golpeando con su cabeza la pared de la cocina.
Sangre cubría su visión mientras decenas de astillas se hundían en su piel "¿Dónde estoy? ¿¡C-cuál es mi nombre?!"
Las palabras no habían terminado de escapar de sus labios cuando notó un cambió en el aire. Escalofríos recorrieron el cuerpo del hombre con 'amnesia'.
"Oh."
Kazumi se volteó dándole la espalda, a la vez que tomaba el cuchillo entre sus manos.
"Quizás lo mejor es que yo también olvide..." Susurró acariciando el filo de la hoja con su dedo indice.
¡En mi vida me voy a poder olvidar de esto!
Ranma retrocedió tragando saliva.
Después de huir de la casa Tendo, Ranma vagó sin rumbo por el vecindario de Nerima. Ranma miró sus brazos por enésima vez, cerciorándose que las mangas de su camisa cubrieran sus brazos por completo.
La conversación con Kasumi le había dejado con más preguntas que respuestas. Ranma se consideraba una persona con autocontrol, prueba de ello era que a pesar de tener a cuatro atractivas mujeres detrás de él nunca había cedido a sus bajos impulsos, siempre eligiendo mantener las distancias para evitar mancillar su honor, y el de ellas. Demonios, lo más lejos que había llegado era besar a Shampoo! y Ahora, se suponía que debía creer que por un par de tragos se había propasado con Cologne y Kasumi!
"Insólito... ¿Acaso me están jugando una broma?" Ponderó, negándose a aceptar la realidad.
"¡Ranchan!"
La voz de su mejor amiga le sacó de su ensimismamiento.
"Uchan..." Carraspeó. Ukyo vestía ropa casual, un pantalón de tela color negro, una camisa azul y su siempre presente bandolera.
Su amiga se inclinó en dirección a él, invadiendo su espacio persona mientras observaba las vendas que cubrían su cabeza.
"¿Qué haces aquí?" Preguntó tontamente.
"Esa es mi linea." Ella sonrió. "Después de todo, estás frente a mi negocio. ¿Tenías tanta hambre que tu estomago te guió hasta aquí, eh?"
Él asintió con la cabeza. "Algo así."
"Bueno, pasa."
Ranma siguió a la chef de okinomiyaki dentro de su negocio.
El restaurante estaba vacío. Quizás por la hora o simplemente por tratarse de año nuevo.
"¿Y bien, qué deseas?" Ella preguntó, mientras agarraba una de sus espátulas.
Ranma le detuvo. Era extraño pero no tenía apetito, no cuando el tan solo mirar a los ojos de su amiga le revolvía el estomago de la culpa. "Hablar, sólo quiero que hablemos."
"¿Estás bien?"
"Sí..." Respondió. "Quiero hablar de lo que sucedió ayer." Su voz retumbaba de incertidumbre y dudas.
Ella frunció el ceño, pensativa. "¿A qué te refieres?"
La respuesta de Ukyo le calmó un poco. Estaba tan paranoico que por un momento creyó que ella también le saldría con lo mismo que Kasumi.
"Bebí demasiado y no recuerdo mucho de lo que sucedió ayer."
Ella frunció el ceño. "No es bueno que dejes que el alcohol te controle, mucho menos con la zorra de Shampoo cerca."
'De ella no es la única que debí cuidarme.'
"Tienes toda la razón, Ucchan. ¿No te acuerdas de nada más?"
"Lo siento. Ayer algo me sentó mal y me marché bastante temprano. Tú y Konatsu me escoltaron a casa y poco después caí rendida en mi cama. Siento no poder ayudarte con eso, Ranchan."
Ranma soltó un suspiro entre cansado y aliviado.
Al ver la expresión de su prometido, la chef se apresuró a añadir.
"Quizás Konatsu sepa algo." Ukyo ofreció tentativamente. "¡Oii, Konatsu!"
El susodicho apareció de la nada ante el 'llamado' de su ama y señora.
"¿En qué puedo servir?" El kunoichi preguntó.
"Ayuda a Ranchan a recordar." Indicó. "Iré a buscar los ingredientes de la salsa del día en el almacén." La mujer dijo antes de marcharse.
Ranma se relajó imperceptiblemente en cuanto su amiga se marchó. Con una prometida tan cerca se sentía al borde de un precipicio, si Konatsu sabía algo ya se lo hubiera contado a su empleadora, pero no estaba de más confirmar.
"Ven y siéntate." Él le indicó, manteniendo un ojo en la puerta del almacén.
El travestí obedeció, sentándose frente a él. "Tu descaro no conoce limites." Pronunció con admiración y desagrado a partes iguales.
Ranma abrió los ojos de par en par.
"¿A qué te refieres?" Preguntó.
El rostro de Ranma era un libro abierto para el experto en las artes del engaño.
"Increíble. Es verdad que no te acuerdas..."
Ranma asintió mientras rascaba su cabeza con una expresión de vergüenza en su rostro.
"¡Qué injusto! Yo soy quién no debería recordar nada!" El kunoichi espetó haciendo un puchero. "¡Pero no! Yo lo recuerdo todo, absolutamente todo!" Admitió con una expresión afligida en su rostro. Le destrozaba conocer la verdad y no poder contarle nada a su ama.
"Lo si-siento?"
"Como quisiera poder olvidar la sensación de tus labios sobre los míos. ¡Cómo deseara olvidar como me hiciste tuya! Pero no, Todo se quedó grabado en mi alma al igual que tus caricias sobre mi piel.."
¡¿Huh?!
El artista marcial de la trenza se levantó de su asiento con una expresión ilegible. "Que bro-broma tan desagradable, Konatsu."
El Kunoichi le detuvo, halando de su brazo con fuerza. "No estoy bromeando."
"¿Q-q-q-q-q-q-q-qué?! ¿Pero si los dos somos hombres?!" Ranma tartamudeó rápidamente con una expresión de agobio, antes que su rostro se deformara a la vez que una idea horripilante pasó por su mente.
"¡¿los d-dos eramos ho-hombres, verdad?!¿¡ VERDAD?!" Preguntó con histeria, a la vez que agarró a Konatsu por el cuello de su camisa sin saber si sería mejor haber hecho eso como 'Ranko'.
El kunoichi soltó una carcajada de autodesprecio. "Eso lo hace todavía peor. Si hubiera estado con tu forma maldita quizás me hubiera divertido un poco..."
Rnama sintió como su cordura se escapaba entre sus dedos.
'¡JaJaJaJaJaJaJaJaJa! Que bromas tan tontas haces Konatsu!" Carcajeó locamente "Sabes, conozco una muy buena broma llamada 'Hiryu Shoten Ha', ¿quieres que te la enseñe?"
Al ver que el otro hombre no le creía Konatsu soltó un suspiro de resignación a la vez que empezó a narrar con lujo de detalles. "Dejamos a la señorita Ukyo en su habitación. Fui a preparar té a la cocina, y tú me seguiste. Te ofreciste a ayudarme y acepté, mientras me agachaba para buscar las hojas del té tu mano se posó en mi entrepier-"
"AGHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!" Ranma huyó despavorido, gritando por todo el camino como si una manada de gatos le estuviera persiguiendo, sin duda alguna él hubiera preferido tal destino.
Decir que Ranma tenía revuelto el estomago sería un eufemismo. Sus dudas se habían disipado, y aunque no lo quería reconocer una parte de él intuía que todo era verdad. Su honor dictaba que debía hacerse responsable, ¿pero cómo demonios haría tal cosa? si hubiera tenido relaciones con una sola persona sería bastante simple, pero como todas las cosas en su vida sus problemas solían venir en paquetes.
Él se sentía fatal, la culpa y el asco, eran tan grandes que no podía disfrutar el hecho de haber perdido su V-card. Ranma sabía que debía ser castigado, por ello, había acudido a la persona adecuada.
El tocó la puerta de su juez y verdugo. Observó con ansiedad el patito de madera mientras el sonido de pasos se acercaba.
La puerta se abrió sin ceremonias.
Akane frotó sus ojos con la manga de su pijama color amarillo. "Buenos días, Ranma."
'¿Día? Si son las 2 de la tarde...'
Ranma respiró profundo, preparado para confesar sus pecados y afrontar las consecuencias a la mujer que había creído amar, a la mujer que había traicionado una y otra vez la noche anterior. Aunque el artista marcial estaba dispuesto a lo peor no se atrevía a mirarle a los ojos.
"Ayer hice cosas que me apenan profundamente." Admitió haciendo una reverencia. "Con mis acciones he traído deshonor a mi familia, y lo que es peor, a la tuya. Te he deshonrado e irrespetado, cosa que lamento con toda mi alma. Por ello, el compromiso entre nuestras casas no debe continuar, me aseguraré de expiar mis pecados y remunerar a tu familia de la manera que el señor Soun considere apropiada." Las palabras salían de él como si fueran clavos pasando por su garganta.
"¿De qué estás hablando?"
"..."
Ella tomó su mentón entre su mano, haciendo que él la mirara a los ojos por primera vez.
"¿Cómo te atreves a decirme eso ahora? " La mujer preguntó con lagrimas apenas contenidas. "No dejaré que te vayas después de haber pasado por tanto... ahora menos, después de haber hecho aquéllo contigo ayer."
Ranma jadeó de sorpresa. La expresión de Akane era algo salido de un doujinshi, sus pupilas tenían forma de corazón mientras una pequeña sonrisa cubría sus labios.
"No te dejaré ir, jamás lo haré." La peliazul proclamó jalando de la trenza de Ranma para evitar que éste escapara de su agarre.
"¿A-Akane?" Tartamudeó.
Ella no le escuchó, estando distraída en sus ensoñaciones. "Keichi me parece un bonito nombre para nuestro primer hijo, ¿Tú que crees?"
"¿Hi-hijo?"
"Hijos. Me gustaría tener once, aunque si prefieres tener más no me molestaría..."
Once?!
Mientras era arrastrado a la cama, Ranma no sabía si sentirse privilegiado o asustado.
OMAKE
"Ay! Mamá..." Ranma se quejó mientras sobaba su adolorido cuerpo. Él no había tardado en descubrir que la habilidad de Akane en el sexo eran iguales a sus habilidades culinarias; le encantaba experimentar pero el resultado final terminaba resultando doloroso para ambas partes. Nadie le había interrumpido en el acto, lo que era un pequeño milagro, aunque considerando sus gritos no era de extrañar que hubiera traumatizado a los demás habitantes de la casa Tendo.
El artista marcial arrastró sus pies en dirección a la cocina, que para su fortuna se encontraba vacía.
Tomó un vaso de agua, que bebió con avidez mientras preparaba algo para comer.
A mediados de bocado Nabiki apareció.
"..." Ella abrió su boca, pero de sus labios no salió ningún sonido.
En otro momento, Ranma hubiera disfrutado de la expresión de vergüenza de su cuñadita, pero dada su situación, él se sentía mucho más avergonzado de ella.
"¿Quieres un poco?" Ante el incomodo silencio ofreció uno de los emparedados que había preparado.
Ella asintió, acercándose tímidamente a él.
"Gracias."
"¿Me creerías si te digo qué no sé cómo las cosas cambiaron tanto?"
"No."
"Pues aunque no lo creas es así. Las cosas cambiaron tan repentinamente y por mi culpa, a pesar que esa nunca fue mi intención. Sé que desear que las cosas vuelvan a ser como eran no es más que un estúpido sueño pero aún así... Intenté asumir mi responsabilidad pero no funcionó. ¿Ahora que se supone que haga?"
Ella le miró fijamente por lo que parecieron horas.
"Huye. Vete de Nerima y no vuelvas nunca."
La propuesta era tentadora, era como un manantial ante los ojos de un sediento.
"Sí. Tienes razón, estando yo aquí no haré más que prolongar el sufrimiento que he causado. Lo mejor es que me vaya por un tiempo a meditar como expiar mis culpas." Él reconoció mientras un poco de esperanza volvía a sus ojos.
"A cambio llévame contigo."
"Et tu, Nabiki?"
Notas del Autor:
Un corto one-shot, no muy original pero con un ligero toque de parodia en lugar del típico drama. Debo admitir que mientras escribía la parte de Kasumi me vi tentado a deshacerme del plot inicial y convertir a la historia en una de romance prohibido.