II


Mimi dejó la residencia de su mejor amiga con la nostalgia a flor de piel.

Caminó unas cuadras hasta la parada del autobús y llegó justo a tiempo para subirse al que la llevaría al complejo de departamentos donde Taichi y Koushiro vivían. Fue hasta el fondo del transporte mientras intentaba mantener el equilibrio entre su cuerpo y la caja que llevaba, a eso sumado el peso de su gruesa ropa de invierno y que el desconsiderado del chofer se atrevió a reiniciar su camino antes de que ella pudiese sentarse.

— Desconsiderado — Murmuró indignada — Odio cuando hacen eso.

Dejó con molestia la caja en el asiento de al lado y se acomodó su bufanda de modo que le sirviera como almohada para el camino, ya que con las calles congeladas el transporte público se movía más lento por precaución por lo que sería casi media hora de viaje.

Ella había visto la constante batalla interna que tuvo Miyako, cada vez era más difícil hacerla sonreír y cuando hablaba de Koushiro sus ojos ya no tenían el brillo especial que demostraban al inicio de aquella relación. No la vio molesta, ni quejarse ni una vez sobre el pelirrojo, siempre argumentaba que en sus discusiones o nadie tenía la culpa o que la culpa era de ambos; cada vez hablaba con más resignación, la ilusión en sus palabras se disipaba, nadie podría decir si Koushiro Izumi era su novio o solo un compañero de la universidad a quien frecuentaba.

Si bien Miyako era su mejor amiga, Kou también era un gran amigo. Dulce, un poco torpe al socializar y definitivamente se había vuelto más considerado al no ignorar a las personas cuando tenía en frente su estúpida laptop como lo hacía cuando era niño.

Debido a esa situación en la que ambos son sus amigos cercanos ella no podía tomar ningún lado. Y le hubiera gustado tener alguien con quien hablar sus preocupaciones, pero no podía hacerlo con Miyako porque se trataba de ella, y la otra persona con la que podría hablar era con Taichi, pero... no era una opción.

Con Hikari la comunicación era mínima pues la menor de los Yagami se mantenía muy ocupada, sobre todo desde que estudiaba en otra universidad.

A pesar de tantos años de amistad se sentiría incómoda y estaba segura de que pondría incómodo a Yamato si lo llamaba para hablar de una relación ajena; Sora siempre estaría ahí para conversar, pero al igual que Hikari y Yamato… no, al igual que todos estaba ocupada.

Si lograban reunirse después de un par de meses era todo un logro.

Takeru se había mudado a una residencia estudiantil.

Y siquiera pensar en buscar un lugar en la apretada agenda del preocupado Joe sería grosero porque el pobre estaba muriendo con su último año de medicina y sus extenuantes horarios de práctica clínica.

Estuvo por quedarse dormida en dos ocasiones, pero afortunadamente logró estar en sus cinco sentidos cuando el transporte se detuvo en su parada. Al menos el chofer sí tuvo la educación de esperar a que ella bajara debidamente porque de lo contrario, si ella hubiese terminado en el suelo con las cosas de Koushiro esparcidas por el suelo, oh, pobre miserable que tendría que escucharla un buen rato.

Se acomodó el bolso en el hombro y fue directo al edificio esperando que sus amigos estuvieran ya que no había pensado en la posibilidad de que no hubiera nadie ahí.

Salió del ascensor, se apresuró a llegar y tocar la puerta del segundo departamento a la derecha.

Parpadeo repetidamente cuando la persona que le abrió no se trataba de ninguno de los dueños.

— ¿Daisuke? — Dijo mostrando su evidente sorpresa.

— Llevas varios meses sin verme, ¿Y esa es la forma de saludar?

Mimi entró mientras el moreno le sostenía la puerta, dejó la caja en el suelo y se dio la vuelta para darle un abrazo que Daisuke correspondió al instante — Lo siento, no me imaginé que estarías aquí. Es bueno verte de nuevo, ya me hacías falta. Deja de viajar tanto, o mejor, viaja y llévame contigo.

Él terminó por reírse, al menos hasta que una voz desde la sala preguntó quién había llegado.

La castaña recogió la caja a pesar de que Daisuke le dijo que lo dejara llevarla y lo siguió hasta la sala.

— Llevas la vida buena — Comentó al ver a Taichi recostado en el sofá con un enorme tazón de palomitas sobre su abdomen. Yagami sonrió con descaro y como respuesta se llevó un puñado del snack a su boca.

— Tengo lo que resta de la semana libre de clases, así que no molestes. Merezco un tiempo de ocio.

— Hazte a un lado o me siento sobre ti — Mimi le sujetó el brazo en un vano intento de hacerlo moverse.

— Las damas dicen que soy cómodo.

— ¿Acaso me perdí de algo? — Preguntó Daisuke al notar ese intercambio de algo más que palabras. Podía ser un poco despistado, pero incluso él podía notar la burbuja de "solo para nosotros" que esos dos tenían en ese momento.

Al final Taichi se hizo a un lado para que Mimi se sentara, y no solo eso, ella le quitó el tazón y comenzó a comer como si llevara meses sin comer palomitas — No seas así, Dai. Estoy comiendo.

— Sí, estás comiendo mis palomitas. Y no, viejo. No hay nada entre nosotros. Ya tengo suficiente drama en este lugar como para agregarle más — Dijo mirando a sus espaldas a las puertas que conducían tanto a su habitación como a la de su compañero.

Daisuke frunció el ceño al no entender. Y la castaña suspiró mientras comía porque ella sí que sabía.

— Justo por eso es por lo que estoy aquí — Ella señaló la caja que estaba frente a Taichi.

— ¿Y eso es…?

— Cosas que Kou ha dejado con el tiempo en casa de Miyako.

— ¿Ya empacó sus cosas? — Taichi abrió sus ojos con incredulidad ante el puchero triste de Mimi — Veo que no es la única que quiere olvidarse de todo por un tiempo.

— ¿Kou ya empacó? No puedo creerlo.

— ¿Me quieren decir de qué diablos están hablando? No estoy pintado en la pared — Se quejó Daisuke cruzado de brazos. Odiaba cuando era la única persona en no saber lo que estaba pasando.

Estuvo a punto de responder, pero entonces cayó en cuenta de que Daisuke había llegado justo ayer cuando Miyako recién llegaba de terminar su relación y posiblemente lucía vulnerablemente afectada, así que… ¿Cómo podía él no saber lo que sucedió? — ¿En serio no lo sabes? ¡Esto pasó ayer, Dai!

— Ya dejé claro que no sé, joder — Todo aquello solo lo estaba confundiendo más. Tenía que ver con Miyako, pero qué. ¿Y qué habían empacado? — Dime tú, Taichi.

— Ya, perdón. Pero es que tú deberías saberlo — Se excusó mirándolo extrañado — Estás viviendo con Miyako. Y no me acostumbro a la idea a pesar de que lo sé hace tiempo. ¿Por qué no viniste aquí?

— No te salgas del tema, Taichi.

— ¿Pueden dejar de discutir y decirme qué carajos pasó ayer?

— Miyako y Koushiro terminaron.

Y todo tuvo sentido para Daisuke. La expresión plana de Miyako, el que se haya comportado tan pasiva cuando él solo seguía quejándose por haberlo hecho pasar frío y no contestar sus llamadas.

Y aquella amabilidad tan impropia de ella para con él.

— Así que se trata de eso — Dijo robándole palomitas a Mimi — ¿Y esa caja tiene las pertenencias de Koushiro?

La castaña suspiró mientras asentía — Sí. Miya me pidió que las trajera en su lugar porque al parecer acordaron tomar un poco de distancia. Estos dos acaban de separarse y lo primero que piensan es que eso nos va a incomodar.

— En parte es cierto — Dijo Taichi ganándose un codazo por parte de su amiga — Sabes que sí, Mimi.

— Ellos deberían enfocarse en sentirse bien con su decisión y seguir adelante. Y más les vale comportarse como siempre cuando estemos en un mismo lugar con ellos.

— Lo dices como si nos reuniéramos todas las semanas. ¿Tienes idea de hace cuánto no hablo con Yamato por más de cinco minutos? Y eso que nuestras facultades no quedan tan lejos.

— Eso se escuchó demasiado homosexual, viejo.

— Claro, ¿Estás seguro de que con eso de "dicen que soy cómodo" no te referías a tu bromance con Yama? — Preguntó con una sonrisa sugerente.

Taichi estiró el brazo y pellizcó la pálida mejilla de la muchacha — Muy chistosa. A lo que voy es que no nos reunimos casi nunca porque nadie tiene tiempo.

— Pudiste poner como ejemplo a Hikari.

— A ella la veo más seguido, Daisuke. Es mi hermana.

— Dios, todo esto es muy triste — Declaró Mimi dejándose caer sobre el hombro de Taichi. El mayor ahí presente miró más de cerca la expresión de su amiga y pudo notar la verdadera preocupación en sus ojos.

La entendía, pero para los amigos existía un límite en lo que podían y no hacer en una relación ajena.

— En algún momento tendrás que irte, ¿Le llevas sus cosas a Miyako? Lo que dejó aquí es realmente poco.

— Estaba pensando en irme ya. Hay algo que debo comprar antes de volver.

Daisuke se levantó y fue por su mochila y una bolsa de tela que probablemente también era de Miyako. Se despidió de ambos castaños y salió del apartamento no sin antes escuchar la petición de Mimi de que vigilara a Miyako por si necesitaba algo.

— ¿Cómo está Kou?

— Es difícil decirlo. Ayer llegó muy callado, apenas pude sacarle una pequeña plática.

— ¿Sabes dónde está?

— Debe estar dormido. O sino ahogándose en trabajo para no pensar en otra cosa.

Mimi dejó su lugar junto a Taichi, y se encaminó a la habitación de Koushiro.

— Mimi.

— ¿Qué pasa? — Se dio media vuelta cuando sus manos tocaron el pomo de la puerta encontrándose con la expresión seria de Taichi.

— ¿Tú estás bien?

— Sí, gracias por preguntar, Tai — Contestó con una sonrisa apagada antes de entrar y cerrar la puerta detrás suyo.


La habitación de Koushiro estaba a oscuras, un tenue rayo de luz se colaba por la ventana a través de un espacio que las grises cortinas dejaban entre sí, eso y la débil iluminación de la lámpara de lava color purpura que yacía en el escritorio eran lo único que lograban dejar ver algo allí.

Justo por eso distinguió una figura debajo de las cobijas.

Mimi suspiró, fue a abrir las cortinas para ver algo más que siluetas, regresó sobre sus pasos para ir a sentarse en el borde de la cama.

— Hola, Kou — Dijo dando una palmada en lo que parecía ser la espalda del pelirrojo.

Koushiro se removió un poco y se hizo más al rincón de la cama, alejándose de Mimi.

— Kou — Llamó por segunda vez.

Y no obtuvo respuesta.

Dejó salir una risa incrédula y arqueo una ceja — Koushiro Izumi, ¿Me estás ignorando?

Ella maduró, sabía que el mundo no giraba en torno a su persona y mucho menos que todos debían dejar sus asuntos solo porque Mimi Tachikawa lo decía, pero ¿Cómo podía ser tan grosero de no responderle? Estaba ahí única y exclusivamente por él.

— Sé que no estás dormido, tu respiración no es tan pausada. Sal de ahí ahora mismo.

Esta vez lo escuchó suspirar. Se destapó y se giró para encararla y dejarla ver unas feas ojeras que se marcaban en su pálido rostro.

— Dame unas horas, Mimi — Pidió él en voz baja — Apenas conseguí quedarme dormido.

— Estuviste con tu estúpida computadora toda la noche, ¿No es así?

Se acomodó para sentarse, al apoyarse contra el respaldar de la cama miró a Mimi con pereza — ¿Cuándo vas a dejar de tenerle rencor a una computadora? Tú también tienes una.

— Solo que yo no soy una obsesiva y menos la uso para desvelarme con o sin justificaciones válidas — Contestó con los brazos cruzados.

Después de ese pequeño argumento quedaron en silencio. Podía pasar horas quejándose de la mala costumbre de su amigo, pero esa no era la razón por la que estaba ahí. El aspecto triste y cansado de Koushiro le recordaba que él también estaba pasando un momento difícil.

Esa era la diferencia entre Miyako y él.

Miyako dormía para no pensar, en cambio Koushiro se ocultaba detrás de su computadora para no hacerlo.

Empujó al oji negro para que le hiciera espacio en la cama y se sentó a su lado, llevándose consigo también una cobija porque en verdad estaba haciendo frío.

— ¿Cómo te sientes?

— ¿Cómo podría sentirme, Mimi? Me siento el patán más grande del mundo — Dijo con amargura. Podía ser una persona no tan expresiva en términos de su rostro, pero su voz siempre transmitía cómo se sentía. Ahora se podía percibir dolor y culpa en ella.

— No eres un patán, Kou. El que hayan terminado no fue culpa de nadie, solo pasó.

— Fui yo quien le habló para encontrarnos. Fui yo el que quiso definir nuestro rompimiento.

— Es algo que ambos necesitaban para seguir adelante. Ante todo, ustedes siempre serán amigos. Debe de haber un fin para que su amistad continúe, incluso si al principio es difícil. No has dejado de querer a Miyako, siempre lo harás… solo que no de la misma forma, pero sí con la misma intensidad.

— Lo sé — Koushiro cerró los ojos, sin embargo, se arrepintió casi al instante. La razón por la que prefirió trabajar toda la noche fue porque cuando intentaba dormir en su mente se reproducían como una película todos los recuerdos que compartió con Miyako — Es solo que… maldita sea, esto es insoportable.


Daisuke una vez dentro del ascensor presionó el botón correspondiente al piso del departamento de Miyako.

Luego de irse de la residencia que sus amigos compartían él decidió ir a hacer unas compras de ciertos artículos que iba a necesitar para su estancia dentro de "los territorios" de su amiga de cabellos lilas. Claro estaba que también compró algunas cosas para la despensa puesto que él al tener un considerable apetito se la pasaba comiendo durante el día, aunque no es como si fuera a pasar la mayor parte de su día ahí.

Esa misma tarde fue a reportar su regreso a la academia gastronómica a la que asistía para que le dieran el visto bueno y así continuar con sus estudios dentro de Japón ya que los últimos meses él estuvo de intercambio en otras academias en Inglaterra e Italia. También visitó el restaurante en el que estuvo trabajando medio tiempo antes de irse del país; gracias a que el dueño era el ahijado de uno de sus primos mayores pudo recuperar el puesto como subordinado de cocina y podría comenzar en dos días.

En términos generales podría decirse que fue un día productivo para él.

El moreno se dio cuenta que el ascensor pasó de su piso cuando vio que este ya había hecho el viaje hasta la última planta y ya iba de regreso a la primera, además de la señora que estaba esperando que dejara de bloquearle la pasada, vaya que tenía mala cara.

Carraspeo incomodo y recogió las bolsas que traía consigo para salir de inmediato.

Solo le faltaba ganarse los regaños de una anciana por el resto de su estancia allí.

Una vez dentro del departamento todo estaba a oscuras. Así que, o Miyako no estaba o probablemente estuviera en su habitación ajena a todo lo demás.

No le dio mucha importancia, prendió las luces, fue a la cocina y descargó la pequeña despensa que compró, tomó una de las manzana que lucían demasiado tentadoras dentro de la nevera, recogió la otra bolsa que llevaba y pasó directo a su habitación.

Se cambió de ropa por algo más cómodo y encendió su laptop para comenzar a trabajar en el reporte que debía entregar sobre su experiencia y conocimientos obtenidos en el intercambio.

Estuvo al menos medio hora exprimiendo parte de su memoria para redactar todo aquello que vivió, hasta que escuchó un sonido amortiguado que provenía de la habitación de Miyako.

Entonces recordó que tenía que devolverle las pertenencias que dejó con Koushiro.

Suspiró con pereza mientras se levantaba y tomaba la bolsa.

Fue hasta la puerta contigua, llamó dos veces y esperó la respuesta que llegó casi al instante.

Era una buena señal que estuviera despierta, de lo contrario hubiese tenido que enfrentar la ira de un sueño interrumpido.

Al abrir lo primero que vio fue a la muchacha sentada sobre su cama con su espalda contra la pared. Tenía la laptop sobre una almohada en sus piernas.

Miyako se le quedó viendo expectante. Había unos pequeños círculos oscuros debajo de sus ojos, y con solo ver su postura podía deducirse que estaba realmente cansada. ¿Qué tan intensa era con sus estudios para estarse desvelando cuando claramente se moría del sueño?

Miyako estaba loca.

— Oye, ¿Pasa algo?

La voz de su amiga lo hizo volver a la realidad.

Ante la falta de respuesta ella arqueo las cejas y volvió a hablar — Viniste por algo, ¿No?

— Ah, sí. Esto es tuyo — Caminó hasta estar frente a ella y dejó la bolsa junto a sus piernas

— ¿Mío? — Preguntó viéndolo extrañada.

— Por eso ayer actuabas tan extraño — Dijo con una expresión que la peli morada no supo interpretar.

Como seguía sin entender de lo que hablaba Daisuke, Miyako abrió la bolsa, descubriendo algunas de sus pertenencias, eran cosas pequeñas: una loción para el rostro, una manta, un par de libros, y algunos artículos de maquillaje.

Su expresión se apagó al entender lo que aquello significaba, una sonrisa apagada se curveo en sus labios para terminar por desaparecer y soltar un profundo suspiro.

Sintió que la esquina del colchón de la cama se hundía, y al levantar la mirada se encontró con el semblante contrariado del moreno.

— Veo que fuiste a saludar a los chicos — Miyako se estiró para dejar su laptop sobre el escritorio, sus otras cosas las dejó en la silla giratoria.

— No entiendo, Miyako — Daisuke se cruzó de brazos, mirándola con atención. No había dejado pasar el hecho de que la peli morada deliberadamente pasó por alto su comentario — Terminaste con Koushiro, pero estás tan… tranquila. Después de Mimi eres la persona más lloro… sensible que conozco. Si realmente su relación acabó por qué no… este… — Ok. Hasta para él sonaba raro estarle preguntando por qué no estaba llorando. ¿No era mejor así? ¿Ahorrarse escuchar el llanto dramático de su amiga?

— ¿Por qué no estoy llorando? — Terminó ella la pregunta con algo de diversión por la vacilación del moreno — Lo mismo me he preguntado… ¿Por qué estoy siendo tan insensible si terminé con Koushiro? Debería estar hundiéndome en un mar de lágrimas, debería sentir que mi mundo se acaba, pero no es así… — Conforme hablaba su cabeza iba inclinándose, sus ojos mirando sus piernas estiradas a lo largo de la cama — Hace tanto veía esto venir que ahora que finalmente sucedió… más bien… — Su voz se quebró y Daisuke lo notó de inmediato, su expresión cambió y prestó más atención al semblante de Miyako — Soy una gran insensible, una estúpida, dejé que esto llegara demasiado lejos…

— Oye, no seas tan dura contigo misma — El moreno se acercó para sentarse junto a ella — No sé lo que pasó entre ustedes, la verdad no tengo ni la más mínima idea porque ni siquiera estuve aquí los últimos meses. Miyako, el hecho de que no estés llorando no significa que lo que pasó no te importe. ¿Me entiendes?

Miyako enfrentó la mirada de Daisuke en cuanto sintió la mano de él sobre su brazo. Esta vez sus ojos se cristalizaron por el caos de emociones que la agobiaba.

El nudo en su garganta se soltó junto con las lágrimas y sollozos que lo secundaron. Miyako abrazó sus piernas para ocultar su rostro siendo consciente de que probablemente Daisuke haría burla de ella por finalmente demostrar que sí era una llorona, sin embargo, contrario a lo que esperaba, sintió el brazo del moreno rodearle los hombros y su mano dejar pequeñas palmaditas.

Daisuke no dijo nada durante todo el rato que su amiga lloró.

Había momentos en lo que simplemente había que liberar la tristeza sin recurrir a vías de escape como lo eran las bromas o el sarcasmo.