"Pensé que solo era un juego…"

Y al final de todo no había más que silencio y oscuridad.

El negro impenetrable a su alrededor lo rodeaba repentinamente, como caído en un profundo sueño, sin embargo él se sentía consciente y más despierto que nunca. No podía escuchar nada más que su propia respiración agitada y sus latidos veloces, y pronto el metal cayendo al suelo con un eco estridente.

Algo estaba mal. No es así como se supone que las cosas terminarían, no es así como recordaba que las cosas terminaban, tampoco supuso que así es como sería. Lo invadía una sensación de inseguridad y… ¿Culpa? Miró sus manos manchadas de sangre y polvo, cayendo en la innegable conclusión que al principio parecía una broma, pero que ahora que era real lo inquietaba y perturbaba.

Los maté a todos.

Se reprochó a sí mismo en voz baja, tembloroso. Estaría mintiendo si dijera que no fue voluntario lo que había hecho, es más… Llegó a disfrutarlo bastante en el momento, pero al igual que todas las adicciones o alegrías artificiales esas solo eran sensaciones fugaces que se deshacían en el aire apenas terminaba y lo devolvían a su viejo yo habitual, tan inestable como arrepentido.

Ahora se daba cuenta de que no había valido la pena, y el peso en sus hombros se sentía como algo que difícilmente podría ocultar o ignorar mientras más pensaba en sus amigos y familia haciéndose polvo ante sus maliciosos ojos.

No sabía por qué de repente estaba en un entorno meramente vacío, solo pensaba en encontrar rápidamente un punto de guardado con el cual resetear todo para regresarlo a la normalidad, y solo así tal vez, sentirse menos estúpido por haberlo hecho por segunda vez.

Pero no importaba a qué dirección voltease o qué tanto caminara, no había más que él y su desesperación, y en cuanto pretendía alejarse de su sitio inicial, terminaba volviendo a él al encontrar el cuchillo ensangrentado.

Gritó frustrado, dándose la vuelta para volver a intentarlo por el otro lado. Todavía tenía la esperanza de revertir esta horrorosa situación y volver todo a la normalidad, de recuperar el preciado final feliz por el cual tanto había trabajado y que al mismo tiempo él mismo tiró por la borda por el morbo.

Apenas se había alejado para cuando empezó a escuchar para su desconcierto una serie de risas cavernosas y agudas provenientes de todos lados, pero daba por seguro que le pertenecía a una sola persona. Dio vueltas en su lugar, volteando para encontrar a la persona que reía y cada vez lo hacía más fuerte en medio de una histeria y locura palpables, pero no veía a nadie.

Apretó las manos contra su pecho mirando más sigilosamente con el corazón latiendo con fuerza hasta que la risa se detuvo, mas el miedo y la incertidumbre no lo abandonaban y le advertían que algo pasaría.

Segundos después de esperar y soltar un suspiro agotado, escuchó algo que le heló la sangre. Oía pasos acercándose y finalmente…

–Por aquí, amigo.

Un grito abandonó su garganta, en medio de la sorpresa volteó hacia la dirección de la voz y con tanta torpeza que tropezó sobre sus pies y cayó sentado. Levantó la mirada y fue entonces que pudo verlo.

Era… Una persona, un humano. Él sonrió con una mirada de un color inhabitualmente carmín que parecía de cristal, inmutable como el vacío mismo en el que reposaban. Tenía piel clara, mejillas rosas, un suéter verde con una raya amarilla y pantalones y botas altas café.

Su cabeza se ladeó al costado y parpadeó ondeando sus largas y frondosas pestañas negras, volcando sus mechones castaños y lacios hacia sus hombros y por fuera. Mirándolo mejor, por su cuerpo desarrollado se daba cuenta de que era un adolescente de su edad, sin embargo la mirada juguetona e inquietante que le dedicaba aparentaba lo opuesto.

Se quedó en silencio un momento, permitiendo que aquel extraño se acercara hasta que sus pies tocasen el cuchillo y eso llamase su atención, mirando el objeto si perder su sonrisa. Él se agachó tomándolo, y con rapidez le hizo cortar el aire para llevarlo a su costado, trayendo a sus oídos el sonido metálico que ya conocía lo suficiente desde hoy. Era el sonido que anunciaba la muerte.

–Saludos. –Volvió a hablar, su timbre de voz era agudo mas no insoportable, era melódico, pero la forma tranquila en la que hablaba le ponía los nervios de punta. –Soy Chara.

Fue cuando mencionó su nombre que Frisk sudó en frío y un escalofrío recorrió su espalda mientras el otro humano agudizaba la mirada al notar su miedo.

Se había metido en un enorme problema.

. . .

Frisk se volteó por una última vez hacia la puerta que lo trajo a Snowdin, estaba sumido en sus propios pensamientos, sus dudas sobre qué es lo que haría Toriel a continuación ahora que había abandonado las ruinas. A simple vista siempre le pareció que la pobre mujer cabra no tenía mucho que hacer en un lugar tan pequeño a comparación del resto del subsuelo, sin compañía más allá que sus libros o monstruos pequeños que se movían de un lado a otro esperando por cruzársele.

Honestamente no se había detenido a pensar en eso hasta ahora, no porque no le importara en lo absoluto, sino porque la última vez estaba muy acongojado como para detenerse en detalles como esos, recordaba haberse despedido entre lágrimas de la pobre mujer. Esta no fue una excepción, ser demasiado sensible era algo por lo cual siempre lo habían reprochado, tan solo que esta ocasión podía estar seguro de que volvería a ver a su nueva madre monstruo, por lo que podía tomarse la molestia de pensar en esa clase de tonterías.

Después de haber vuelto a pasar por lo mismo valoraba más cada pequeña acción de Toriel. Había estado muy molesto con ella las últimas dos veces por un sentimiento que al final del día no valía la pena y no se comparaba a todo el amor maternal que esa maravillosa monstruo le había dado en un día y que superaba por mucho el amor que había recibido en la superficie de parte de otros humanos.

Ella no merecía nada de lo que le hizo, ni tampoco lo que pensó de ella y nunca dijo. Se prometía a sí mismo que no importaba qué ocurriría de ahora en adelante, sería un buen hijo, no desobedecería, sería amable, no le reprocharía por tratarlo como un niño a pesar de que su altura no dejaba a evidencia que ya no lo era. Haría las cosas bien.

Se sobó los brazos siguiendo el camino que lo llevaría hacia Snowdin, no recordaba que fuese tan frío ¿Será que pensar con la cabeza fría le ayudaba a notarlo? Qué curioso, alguien que conocería de nuevo a continuación habría amado ese juego de palabras.

Miró la rama que se interponía en su camino y cruzó evitándola, la primera vez no le había prestado tanta atención por lo cual se asustó demasiado cuando al avanzar algunos pasos más la escuchó romperse, sin embargo ahora se mantenía sereno y seguía caminando como si nada.

Escuchaba sus pasos seguirlo, pero fingió no saberlo y avanzó hasta el puente de madera que lo esperaba más adelante y se detuvo antes de cruzarlo cuando las pisadas se volvieron más pesadas que antes. No se volteó, pero añoraba hacerlo y lanzarse contra el monstruo para abrazarlo, sin embargo no lo haría. No, no podía, tenía que seguir al pie de la letra lo que se supone debía de hacer, además… No creía que fuese capaz de recordarlo, y en su lugar tampoco le gustaría que un extraño se metiera en su espacio personal de esa manera.

–Humano. –La voz a sus espaldas le llamó con una lentitud escalofriante. Así es como la habría descrito sin haberla oído antes, ahora era diferente.

Frisk evitó hacer ruido con su respiración y controlar los colores de su rostro, se dijo que no era momento de hacer el tonto y arruinarlo todo. Solo no podía dejar de pensar que luego de todo ese tormento escuchar una nueva voz amiga que despertaba emociones positivas en él era algo reconfortante.

–¿No sabes cómo saludar a un nuevo amigo? Date la vuelta y estrechemos las manos.

Frisk se dio la vuelta encontrándolo con la mirada y sonrió amistoso aceptando el gesto. Ni siquiera se sorprendió cuando luego de ello el sonido ridículo del cojín de broma llenó el lugar, ya lo estaba esperando, por alguna razón el factor sorpresa le parecía volverlo más divertido, aunque sin él tampoco dejaba de parecerle chistoso. En sí era algo estúpido, pero era un tipo de broma tan mala que hasta da risa.

Él se empezó a reír de su propia jugarreta, alzando la mano para señalarle el artefacto. –El viejo truco del cojín en la mano. Siempre es divertido. –Se carcajeó un par de veces más, aparentemente cómodo después de escuchar por sus risas bajas que la broma había gustado. –Cómo sea. Eres un humano ¿Verdad? Eso es hilarante. –Frisk alzó una ceja en respuesta, aún le costaba comprender ese comentario. –Soy Sans, Sans el esqueleto.

Frisk llevó sus dos manos al frente, entrelazándolas mientras con una sonrisa seguía escuchando en silencio. Sans seguía hablando y explicaba cosas que ya sabía, pero no se cansaba de oír. De hecho estaba feliz.

Le alegraba volverlo a ver.

. . .

Estimado Sans;

Hola, primero que nada. Sé que te estás preguntando quién soy, pero no te preocupes, no te quiero hacer dar muchas vueltas ¡Nos conocimos hoy! Soy el humano que te encontraste en la entrada a Snowdin.

Te escribo esto porque pienso que conocer gente me ayudará un poco a ponerme al corriente sobre cómo son las cosas por aquí abajo. Sé que podría haberle enviado esto a Papyrus, pero no creo que él esté dispuesto a darme algún tipo de recorrido por el momento, más bien parece que quisiera encerrarme o algo así. De todos modos él me agrada, pero no le digas, será mejor que él se dé cuenta por sí mismo.

No quiero alargar mucho esta carta, seguro que tienes muchas cosas que hacer, aunque no sepa a seguridad qué son. No hace falta que respondas si no quieres o estás ocupado, simplemente pensé que podríamos empezar con el pie correcto, no estoy teniendo esa suerte con los demás monstruos que me he topado. Parece que no soy bueno en esto de conocer nuevos amigos ¿No te gustaría hacer una excepción? Por favoooor, te prometo que soy alguien muy divertido ¡Me gustan mucho las bromas! Es solo que no soy tan expresivo ni tampoco muy hablador.

En fin, será mejor que lo deje hasta aquí. Probablemente te vea más tarde, eso espero.

Atentamente:

–¿Uh? –A medio nombre, Frisk se extrañó al ver que la tinta había dejado de salir desde los dos puntos y sacudió el bolígrafo volviendo a presionar la hoja, pero nada. Un gruñido dejó sus labios, agitando de nuevo con más fuerza. –¡Vamos! ¡No es posible!

Justo a su costado las risas aumentaban de volumen, haciéndolo fruncir más el ceño para voltearse hacia el dueño, quien parecía estar en el séptimo cielo de la comedia por la forma en la que se retorcía sobre el aire y limpiaba sus lágrimas. Frisk bufó dejando que siguiese burlándose, es lo mínimo que merecía hacer.

–Tu vida es una serie de chistes y mala suerte, Frosk. –Soltó el fantasma, diciendo mal su nombre a propósito para provocarlo, pero el humano de suéter azul seguía intentando escribir su nombre pacientemente. –¿Me vas a decir que tomaste un bolígrafo a medio terminar de la casa de mamá o qué? Eres un desafortunado.

–No, mamá dijo que era nuevo. –Murmuró. Toriel nunca le mentiría, sin embargo no descartaba más opciones. –Tal vez se congeló.

–Eso sería muy gracioso, el bolígrafo se congela antes de que puedas escribir tu nombre. Si no estuviera muerto ya, creo que me moriría de la risa.

Frisk suspiró pesadamente, dejando al fantasma seguirse riendo. Admitía que esto era increíblemente desafortunado, pero a él no le hacía tanta gracia. Al final se rindió y guardó el bolígrafo, doblando la carta. No creía que hiciera daño no escribir su nombre, no es como si alguien lo hubiese sabido hasta el final de su aventura.

–¿Qué? ¿Se la vas a dar así nada más? Qué valiente de tu parte, jugarás con él a las adivinanzas. Casi hasta puedo sentir el romance flotando. –Soltaba sarcásticamente y con sorna, viéndolo avanzar su camino.

Frisk se detuvo al escuchar a Chara y se llevó el dedo índice a los labios como si lo estuviese pensando. –De hecho… Esa es una buena idea, Chara. Gracias.

El fantasma se quedó sorprendido por un momento, tanto así que muy tarde se dio cuenta de que Frisk ya se había alejado unos cuantos pasos. –¿Qué? ¡No se supone que tomes en cuenta mis ideas! ¡No te estoy ayudando, mocoso! ¡Trato de hacerte la vida a cuadritos!

–Lo sé. –Aclaró seriamente, no necesitaba que Chara le recordara su propósito después de todo lo que había pasado anteriormente. –Pero sigue siendo una idea que me sirve, no me matará agradecerte por eso.

El fantasma de ojos carmín abrió la boca para decir algo, pero no encontró las palabras y prefirió callarse. Era mejor así, todavía le costaba encontrar los momentos oportunos para hacer miserable a su acompañante.

–De nada.

Sin nada más que decir, continuaron avanzando hacia Snowdin.

Frisk sonrió, alcanzaba a ver a Sans cerca.

I'll send you the next letter to you soon!