"Qué extraño... ¿Te he visto antes?"

Sans finalmente tuvo tiempo de relajarse unos minutos después del "pequeño enfrentamiento" que presenció entre su hermano y el humano caído, hace no más de cinco minutos. Bostezó agotado y se apoyó en un árbol cerca de un lago congelado que no cubría mucha extensión del camino, tratando de aprovechar ese fugaz momento de calma antes de que tuviese que volver a hacer acto de presencia para dar apoyo moral a Papyrus con sus puzles atrapa humanos.

Honestamente, no veía mucha razón en la emoción de Papyrus, pero tampoco quería bajarlo de las nubes simplemente porque podía ver que esto le hacía mucha ilusión ¿Y cómo podría ser tan cruel para romperle la burbuja? Sans era muchas cosas no gratas, pero un mal hermano mayor jamás, primero muerto.

Es solo que... Vamos ¿Qué no era este como el octavo niño caído en unos cuantos años? No era un inculto y entendía que el que un humano se dignara en bajar al subsuelo en miles de años era algo que comentar, no muchos quieren socializar con las criaturas con las cuales tu especie tuvo una guerra casi que bestial que acabó con millones de muertos y una raza desterrada. Pero vamos, tampoco era la gran cosa, o a lo mejor es así como él lo veía porque había tenido el gusto y el horror de conocer a las pobres almas desafortunadas que pasaron por este camino, desde la primera empezando con el niño que murió junto con el príncipe Asriel hasta el último que no llegó más lejos gracias al rey.

Ya conocía el proceso, lo había vivido muchas veces: Un nuevo humano llegaba, su vieja amiga lo cuidaba un tiempo hasta que este decidía seguir su camino para volver a casa y le hacía prometer cuidarlos durante el camino a pesar de lo mucho que odiaba prometer cosas, este intentaba defenderse siendo amable o yendo por la fuerza, algún monstruo lo asesinaba antes de salir del subsuelo y llevaban el alma a Asgore. Así era siempre, no había por qué esperar un cambio en ello. Ya no era emocionante si se sabía el final de la historia.

Tal vez por eso le daba tanta flojera ser parte de la cacería ¿Para qué? Si total alguien más se haría cargo tarde o temprano, y si no era así de todos modos nadie duraba mucho contra el rey Asgore.

No era solo eso, es que tampoco estaba muy emocionalmente involucrado en el odio hacia los humanos. No podía hacer la vista gorda frente al por qué de los demás, ya que era algo que remontaba hace muchos años y los perjudicó a todos de forma directa o indirecta, pero aun así... Qué desgaste y qué fatiga era tener que odiar.

Qué flojera ayudar, qué flojera sentir algo.

Igual así era mejor, evitaba que le doliera cuando inminentemente el humano fallecía. Hace mucho tiempo que no experimentaba dolor y... No quería volverlo a sentir, jamás.

Sans no se había hecho una reputación de alguien muy listo o perspicaz, y no culpaba a la gente por creer que no era así, al fin y al cabo él no se molestaba en desmentir nada y tampoco es como si tuviese a muchos amigos con los cuales hablar cosas muy profundas. La saliva también es un gasto que prefería ahorrarse a veces.

Así que en conclusión; no diría esto en voz alta pero... Llevaba dando vueltas al mismo asunto desde que el humano que llegó hace un rato volteó a mirarlo en el puente que llevaba hacia la ciudad de Snowdin.

Él no tenía memoria fotográfica, aunque sí lograba recordar las cosas esenciales y pequeñas de todo lo que le convenía, por eso mismo cuando el chico humano lo miró algo lo picó desde dentro. Había aprovechado bien cada segundo que estaba cerca para analizarlo con la mirada y hacer girar la ruedita de su cerebro con la ilusión de que eso lo llevara a un pensamiento claro y conciso ¿Quién demonios era el chico y por qué algo se le hacía tan familiar en él?

No es posible que lo hubiese visto antes, los humanos lloviendo del suelo eran casi tan inusuales como él podía decir, y tampoco creía posible que este fuese alguno de los que ya habían pasado por el subsuelo antes porque ellos murieron antes de poder abandonar este lugar. No descartaba la posibilidad de que fuese un zombie sin alma, pero tampoco le parecía posible dado que parecía ser muy expresivo y amable como para ser un no muerto sin consciencia.

¿A lo mejor se parecía a algún monstruo y ya? No... No, él los conocía a todos y no encontraba similitud alguna ¿Podría ser su voz? Ah... No, cierto, el chico no había dicho ni media palabra desde que se vieron ¿Quizás era mudo? Valía la pena preguntarle ahora que se estaba acercando.

–Hey, chico. –El humano se detuvo frente a él. Sans notaba ahora que era apenas un poco más alto. –Hay algo importante que te debo recordar. Mi hermano tiene un ataque especial. Si ves un ataque azul no te muevas, así no te herirá. –Explicó vagamente. Si bien no podía proteger a los humanos caídos de la manera tradicional, siempre se aseguraba de ponerles las cosas más sencillas. –Aquí te doy una buena manera de recordarlo: Imagina una señal de "alto". Cuando ves una te detienes ¿No? Las señales de "alto" son rojas, así que imagina que son azules en su lugar. Simple ¿Verdad? Cuando pelees piensa en señales azules de alto.

El humano asintió con una sonrisa amable. Sans volvió a quedarse absorto en sí mismo tratando de descifrarlo a él, sus ojos rasgados, gestualidad suave y la forma en la que caminaba pisando despacio, como cuidando no pisar a ningún insecto. Lo había visto antes ¿Dónde?

–Por cierto, antes de que te vayas... Ehm... –No sabía bien qué preguntar. Socializar con los humanos no era algo que acostumbraba a hacer, y si de por sí eso era difícil ahora que estaba confundido era peor. –Lo siento, es solo que creo que ya te había visto de algún lugar. Tonto ¿No crees?

El chico ladeó la cabeza a un costado arqueando una ceja, se le veía algo confundido, pero al final negó con la cabeza moviendo ligeramente su cabello castaño corto.

Sans suspiró pesadamente. –Sí, es un poco tonto. En fin, no te distraeré más.

Cerró los ojos y se volvió a apoyar cómodamente en el árbol, pero sentía como si la presencia del chico no se hubiese ido, lo que se confirmó cuando una leve brisa golpeó su rostro al tiempo que sonaba a un papel ondeando el aire. Abrió los ojos encontrándose con el chico humano ofreciéndole con ambas manos una carta. Por lo visto no tuvo tiempo de dársela antes de que volviese a tratar de descansar, así que no encontró más que llamar su atención moviéndola frente a él.

Le miró extrañado, y luego a la carta señalándose. –¿Para mí? –La tomó dudosamente, revisando en el reverso y el frente. Tan solo era un papel doblado, pero la intención era la misma. Él le asintió sonriendo. –Wow, este... Gracias, creo.

No le gustaba mucho recibir correspondencia, su buzón en casa estaba que estallaba de cartas y no se tomaba la molestia de abrirlas porque le daba flojera leerlas, pero esto ya era algo obligatorio, por no mencionar que le causaba intriga por qué motivo el chico le daría esto en vez de hablarle directamente.

Se quedó tanto pensando en ello que muy tarde notó que él se estaba alejando por el camino helado.

–¡Oye, espera! –El chico volteó con la misma expresión vacía. –¿Esto es de tu parte? –No podía evitar pensar repentinamente que esto podía ser de parte de su amiga al otro lado de la puerta. –¿Sabes que solo podrías...? No sé ¿Hablarme o algo?

Al principio obtuvo una mueca de confusión, pero después de ello el humano soltó una ligera risa que quedó atrapada entre sus dedos y se volteó para seguir su camino, dejándolo con nada más para responder que una sonrisa enigmática.

Sans se quedó patidifuso y con la cara de idiota sosteniendo la carta ¿Qué demonios? ¿Este chico no solo era mudo sino que sordo también? No, no creía que pudieran leerle los labios a alguien que no tiene.

Se alzó de hombros sin ganas de ir tras él, en vez de eso solo se volvió a acomodar y desdobló la carta. Estaba escrita con una letra cursiva muy prolija, incluso traía dos dibujos al final y al principio, un hueso junto a su nombre y una flor amarilla antes de: "Atentamente". Era algo demasiado detallista para dárselo a alguien que apenas conoces.

Sin saber por qué, inevitablemente se hallaba sonriendo mientras su mirada continuaba repasando el penúltimo párrafo de la carta donde el humano al parecer trataba de sobornarlo chistosamente con su gusto por las bromas. No iba a mentir, eso le convencía un poco.

Una sensación cálida y agradable se alojó en su pecho, sacándole una risa baja ¿No era acaso este humano muy formal y educado? Recordaba que los anteriores o se pasaban de temerosos o eran descorteces, eso o estaban en el medio donde eran más amigables pero conservando informalidad. Esto le resultaba peculiar, muy familiar, era una forma de expresarse que recordaba difusamente en una voz suave y gentil.

Leer la carta fue como ver una vieja foto familiar con Papyrus, pero una foto movida. Sentía nostalgia al mismo tiempo que confusión.

Pero todo lo que se sintió tan lindo se resquebrajó al momento en que no hubo nombre alguno después de "Atentamente". Un tic se le hizo en el ojo derecho, dando vuelta la hoja para ver si el nombre de su emisor no estaba escondido en otro lado, pero no había nada ahí. El nombre del chico humano seguía siendo una incógnita, y la sensación ahora era muy desagradable, era insatisfacción. Era un rompecabezas que no podía completar, una palabra que estaba en la punta de su lengua pero no salía.

Era un misterio oculto en un rostro sin mirada que leer, sin voz para interpretar, en este nuevo sentimiento aflorando de la nada.

Sans se pasó la mano por la cara, guardándose la carta en el bolsillo mientras se dirigía al puesto de Doggo esperando encontrar papel y lápiz allá.

. . .

Estimado humano;

Sans arrugó la hoja y la lanzó lejos soltando un bufido. No era buena idea empezar la carta así, no era su estilo y quería ser más original. Era ponerle pocas ganas el imitar el saludo del humano.

A su lado, Doggo lo ignoraba por completo mientras fumaba una de sus galletas en forma de hueso y se probaba unas gafas para la miopía. Él no tenía problemas en que usara cosas del puesto siempre y cuando no fuera una molestia, no le había dicho ni media palabra desde que se sentó ahí.

Querido humano;

Agradezco cordialmente la carta que me enviaste, sin embargo...

Sans volvió a arrugar la hoja volviéndola una bola y consideró quemarla para que nadie pudiese leerla.

¿Era en serio? ¿"Querido"? ¿"Cordialmente"? ¿A quién le enviaba esta carta? ¿A quién demonios trataba de impresionar con ese lenguaje tan pretencioso? Esto más bien era buen material si quisiera pedirle un favor al rey Asgore, y ni siquiera eso, él era un tipazo con el cual no hacían falta tantas bobas formalidades.

Mordió la punta del bolígrafo y se rascó la cabeza tratando de pensar en algo mejor. No estaba muy seguro de por qué de repente estaba dispuesto a responder la carta de este modo, tan pronto y poniendo tanto esfuerzo, pero quería aprovecharlo porque eran pocas las ocasiones donde se sentía con voluntad e inspiración.

Además, esto le daba más excusas cuando Papyrus preguntara por su trabajo.

Después de escribir y desechar un par de veces más, Sans por fin se resignó en escribir la carta de la misma manera en la que hablaría de frente con el humano.

Hey ¿Qué hubo, chico?

Debo decirlo, no soy el tipo de monstruo que adore enviar cartas o que lo haga muy seguido. El pueblo de Snowdin, que es donde vivimos" no es un lugar tan grande como lo son Hotland, Watterfalls o la capital de New Home, por lo que aquí todos nos conocemos y podemos visitarnos cuando queramos, claro que yo no soy de hacer eso porque tengo mucho trabajo que hacer y descansos que tener.

¿Sabes? Iba a empezar esta carta diciéndote quién soy, pero luego de pensarlo me doy cuenta de que es un poco tonto que diga esto puesto que yo soy el que te dio la carta. Hehe, pero bueno, cuando escribes algo ya no lo puedes borrar como en un mensaje de texto. No puedo evitar divagar cuando me pongo a escribir ¡Deberías haber visto las hojas que tiré! Te podría haber enviado una carta llena de palabras tachadas, pero no lo consideré justo luego de ver la carta que me enviaste. Podré ser algo flojo, pero tengo mis principios.

Además me conquistaste con los dibujitos, amiguito. Yo no puedo hacerlo porque mi energía llega a su límite, pero tengo estas increíbles pegatinas que obtuve trabajando en la escuela ¿A que no son adorables? Papyrus las colecciona, dice que hacen que todo se vea más cool, aunque a mi parecer cuando se despintan se vuelven algo deprimentes.

Espero que no te moleste que te llame colega, o cosas por el estilo, dado que apenas nos conocemos. Para algunos puede ser muy extraño, pero me estoy tomando la libertad ya que tus intenciones son amistosas.

Debo admitir que divertido conocerte, quiero decir, tu cara cuando te hice la broma esa en el puente. Incluso la risa que ahogabas cuando te escondiste de mi hermano y yo quería hacer de soplón. Es gracioso porque tienes ojos entrecerrados y siempre pareces estar serio, pero eso te debe ayudar a dar mejores sorpresas ¿Verdad? No puedo decir lo mismo, yo siempre sonrío, así que todos saben que soy un tipazo de lo mejor.

Me alegra que mi hermano te agrade. Él es un buen chico, solo trata de hacerse el malo porque anhela entrar a la guardia real y tal. Pero como te dije, no seas muy duro con él ni le tengas miedo, solo síguele el juego para caerle bien y quizá logren volverse amigos. Él no te hará ningún daño, no tratará de matarte, él no es capaz de hacer algo así ni con una mosca.

Por cierto… No hablas mucho.

No sé si eso me gusta o no.

No me malentiendas. Lo que quiero decir es que si no hablas tanto yo puedo hablar más ¡Lo que es genial! Me gusta eso. La gente callada escucha con bastante atención, eso se valora muchísimo, en especial cuando lo haces con la gente a la cual rara vez escuchan. Una vez leí en un libro que no es necesario ser un excelente consejero, hay personas a las que les basta con sentir que las escuchan y comprenden ¿Será que eres bueno en eso?

En mi caso solo deberías escuchar mis bromas, si te gustan tanto entonces me saqué el premio gordo, no muchos disfrutan de buenos chistes hoy en día ¡Hay mucha tensión! En especial en mi hermano. Cielos, ese tipo debería relajarse.

Volviendo a lo de que no eres… Muy hablador… Eso me deja con una pregunta que espero no te incomode ¿Eres mudo? Te lo pregunto porque no has hablado desde que nos conocimos. Si quieres usar el código de las señas conmigo está bien, yo me los sé. Tuve que aprenderlos cuando trabajé en esta escuela que te mencioné.

Es que… Aunque me gusta que me escuchen, eres el primer humano que cae en tanto tiempo ¡Seguro tienes mucho que contar de la superficie! Me interesa saber cómo viven los humanos hoy en día, ya que según lo que nos contaban desde niños; cuando empezamos a vivir aquí todavía había castillos, aldeas algo precarias y nada de electricidad, tecnología o internet.

Ya debería dejar la carta hasta aquí, me estoy cansando de escribir y está quedando más larga que la que tú me enviaste, pero antes… ¿No me dirás tu nombre? No creo que te llames "chico" o "humano" si me lo preguntas a mí, aunque sería gracioso.

En fin.Espero verte muy seguido en tu aventura.

¡Nos vemos, chico! Te desea suerte: Tu nuevo amigo, Sans.

Sans terminó de pegar la última pegatina y dobló la carta, sintiéndose orgulloso. Pocas veces le dedicaba tanto tiempo y esfuerzo a algo tan banal como escribir una carta, y para lo bien que le había quedado ya era motivo de enorgullecerse.

Miró a su lado, Doggo seguía ahí probándose las gafas. El vidrio debía de ser muy grueso y tener mucho aumento, porque hacían ver sus ojos más grandes de lo que eran, quizá demasiado. –Oye, colega ¿Son nuevas? Te quedan muy bien.

–¿Sans? ¿Cuánto tiempo llevas aquí?

–Un largo rato ¿No me viste?

Doggo se quitó las gafas y las miró soltando un gruñido. –Creo que necesito otras con más aumento.

–Entonces imagino que si te pregunto si viste por dónde se fue el humano me dirás que no sabes. –Soltó con ligereza, preparándose para irse.

–¿Humano? ¿Hay un humano?

–Olvídalo, colega. Mejor ve al oculista… De nuevo.

. . .

Frisk continuó caminando con el fantasma castaño farfullando insultos, había tenido una pequeña pausa hace un momento para hablar con un muñeco de nieve muy simpático que estaba al norte. Le sorprendía no haberlo visto la primera vez, era adorable, tanto que no pudo resistirse a hacerle el pequeño favor de llevar una parte de él a su aventura. Se preguntaba si el muñeco tenía consciencia dividida ahora ¡Los monstruos sin duda eran tan extraños!

Qué pena que su acompañante no quería discutir del tema.

–¿No es impresionante, Chara? ¿Cómo es que el muñeco sigue vivo y no le duele que me lleve un pedazo de él? –Preguntaba, observando fascinado el trozo de nieve que el señor muñeco le había ofrecido.

Chara resopló. –¿Yo qué sé? No me preguntes a mí, no soy un puto muñeco de nieve, Frosk. –Soltó fastidiado. Frisk le miró de reojo sin molestarse en corregirlo, ya lo había hecho antes y el fantasma de ojos carmín le había expresado lo poco que le importaba.

–No te ves feliz.

Chara se rio sarcásticamente para después gritarle. –¡Estoy atado a un pequeño bastardo como tú! ¡¿Por qué estaría feliz?!

Frisk le retiró la mirada de encima tan solo un pequeño instante, viendo a uno de los monstruos que hace poco había enfrentado y perdonado, luego la regresó. –Uhm... No lo sé, supuse que te alegraría poder ver a todos otra vez. Te imaginaba... Más feliz, en especial cuando pasamos a ver a mamá.

Sin responder nada, Chara le devolvió una mirada irritada junto con una mueca de desprecio como si su pregunta fuera de lo más tonta, por no decir que tenía una respuesta obvia que ya conocía. Frisk tardó un poco, y cuando entendió el mensaje correctamente decidió que era mejor seguir mirando el sendero y tratar de no enfadar más a su incorpóreo compañero. Tenerlo a su lado no era tan malo como él lo hizo ver al principio, pero no significaba que en ciertos momentos no le causara malestar.

–Perdona, lo había olvidado por completo.

–Harías mejor en no olvidarlo y dejar de aburrirme, mocoso. Escucharte hablar con muñecos de nieve no es mi ideal de diversión.

Como si el destino mismo hubiese oído a Chara, ambos observaron cómo al frente de ellos se encontraban los hermanos esqueleto, y entre ellos un puzzle que Frisk recordaba agradablemente. Ambos parecían muy ocupados hablando entre ellos como para notar su llegada.

–¡Eres un vago! ¡Pasaste toda la noche echándote una siesta! –Papyrus le reprendía molesto sin respuesta interesada de la otra parte, solo algo de burla en una voz juguetona.

–Eh... Creo que a eso se le llama "dormir".

–¡Excusas, excusas!

Frisk se rio para sí mismo muy entretenido, observando nostálgicamente a los dos hermanos, especialmente al mayor de ellos. Chara al notar esto rodó los ojos exageradamente y soltó un suspiro diciendo "Ugh, tienes gustos extraños".

Cuando Frisk fue notado, Papyrus habló. Sans por otro lado le miró un instante y después la desvió al costado con cierta incomodidad. Desconocía el por qué, pero ya lo pensaría más tarde cuando volviera a divertirse con Papyrus.

–¡Oh! ¡El humano ha llegado!

El proceso ya lo sabía. Papyrus se tomó el tiempo de explicar el puzzle del laberinto y sus paredes eléctricas, pero sin saber el pequeño error que cometería al pedirle que avanzara a través de él. Todavía le causaba algo de risa y pena verlo electrocutarse, sin embargo sabía que se recuperaba muy rápidamente de eso para echarle la culpa a su flojo hermano mayor.

–¡Sans! ¡¿Qué has hecho?!

–Creo que el humano debe sujetar el orbe.

–Oh, bien.

Frisk contuvo una risita viendo al esqueleto atravesar el laberinto dejando sus huellas sobre la nieve, revelando el camino correcto. Cuando tuvo el orbe y siguió el camino de la forma que debía, sonrió hacia él entregándoselo. Claro, él no se veía satisfecho con esto.

–¡Increíble! ¡Caracol escurridizo! Lo has resuelto muy fácilmente ¡Demasiado! –Entrecerró los ojos mostrando sus sospechas, sin notar que él mismo había dado la solución. –¡Sin embargo el siguiente puzzle no será fácil! ¡Lo ha diseñado mi hermano, Sans! ¡Seguro que te desconectará! ¡Yo sé que a mí sí! ¡Nyehehehe!

Sin más, se fue marchando alegremente, y Frisk nada más lo observó desde atrás, llevándose las manos a la espalda obviando inocencia.

Terminado este juego, estaba dispuesto a seguir avanzando pasando a Sans de largo. A pesar de que le picaba la curiosidad sobre si había leído la carta, no quería insistir ni molestarlo, las cosas serían mejores si venían de una forma natural y voluntaria. Claro que, antes de dejarlo atrás, él le llamó diciendo algo que ya conocía.

–Oye... Gracias. –Dijo genuinamente haciendo a Frisk voltear. –Parece que mi hermano se la está pasando bien. Por cierto ¿Has visto el traje que lleva puesto? Lo hicimos hace unas cuantas semanas para una fiesta de disfraces, es lo único que se pone desde entonces. No para de llamarlo "su cuerpo de combate". Vaya... ¿No es él genial acaso?

Con una sonrisa en los labios, él asintió dos veces y le levantó el pulgar. De nuevo no decía ni una sola palabra, y se daba cuenta de lo mucho que eso descolocaba a Sans, pero eso solo lo volvía más divertido.

Volvió a darse la vuelta para continuar, pero el nuevo llamado lo sorprendió.

–Espera, yo... –Sans se aclaró la garganta, resistiendo los extraños nervios que le provocaba la sonrisa inmutable del humano. –Antes de que te vayas, ten.

Tanto Frisk como Chara contuvieron el aliento cuando Sans al llevarse la mano a los bolsillos sacó un papel doblado y se lo ofreció, con incomodidad en su mirada.
Frisk se contuvo a voltear hacia su compañero fantasmal para ver si su reacción era igual a la suya, y miró la carta muy sorprendido.

A ver... Sería sincero, no esperaba que Sans le respondiera tan pronto ¿No habían pasado como unos diez minutos desde que se la dio? ¿Cómo es que el flojo Sans hacía está proeza de gran esfuerzo?

Sans se mostró inquieto con Frisk tan solo viéndolo como tonto y sin paciencia le entregó la carta, tomando sus manos erráticamente y acomodándolas al rededor del papel para que la sostuviera.

–No me mires de esa manera ¿Sí? Tú me diste la primera carta ¿No? No te iba a dejar sin una respuesta, no soy tan desinteresado como parezco.

Frisk todavía abrumado y con las mejillas ardiendo, por la cercanía y el contacto de sus manos con las del esqueleto, asintió rápidamente y dejó que él le soltara, suspirando agotado.

–Bueno, eh... Espero que lo aprecies, chico. No soy alguien que escriba mucho.

Frisk en medio de su inquietud negó con la cabeza, luego asintió, volvió a negar... Simplemente no sabía qué gesto hacer para decir que estaba bien. Todavía sentía cómo los dedos le hormigueaban de nervios y su impresión era tal que hasta podría haber abierto los ojos más allá de su propio límite para expresarlo.

–Jaja... Está bien, tomaré eso como un "Ok". No te robaré más tiempo ahora, nos vemos al rato.

Sin más que hablar, el humano se alejó unos cuántos metros hasta que la figura de Sans quedó en la lejanía. Solo entonces pudo ver a Chara, quien estaba igual de impresionado que él, con sus rojos ojos abiertos de par en par y la mandíbula colgando.

–Esto... No puede ser. –Susurró, como si lo considerara inaudito.

Volviendo su atención a la carta, el moreno sonrió y la abrazó suavemente contra su pecho cuidando no hacerle ninguna arruga. Si bien al principio esto de las cartas lo divirtió más a él por las reacciones nerviosas del esqueleto, este giro de tuerca no le desagradaba en lo absoluto. Es más, sentía como si todas sus preocupaciones desaparecieran en un instante y el frío a su al rededor no fuera más que su imaginación, porque ahora esta sensación cálida y maravillosa recorría su alma.

Chara se recuperó del shock nada más para volver a despotricar contra el chico de suéter azul. –¡No es posible que en menos de un rato ese tonto te haya escrito algo! ¡De seguro solo es una broma! ¡Sí, seguro que la hoja está vacía o escribió una mala broma, o dice que te odia! ¡Un flojo como él no puede...!

Y siguió gritando casi en el oído de Frisk por qué creía que la carta era un fraude y todo estaba mal, pero él le ignoraba sin esfuerzo alguno, sonriendo y suspirando mientras seguía su camino para poder leer la carta más cómodamente.

Chata finalmente se rindió y se cruzó de brazos, flotando cerca suyo con su expresión amarga como siempre.

No podía creer que Frisk tuviera tanta buena suerte en esto.

I'll send you the next letter soon!