Disclaimer: The Promised Neverland pertenece a Kaiu Shirai y Posuka Demizu.
CONSEJOS PARA UNA CITA
One-Shot ; RayAnna centric.
Decir que Ray estaba nervioso —o ansioso—, no le hacía justicia a todos los sentimientos que recorrían su cuerpo ahora mismo. Para nada. Nunca pensó que ir en su primera cita del reconocido Día de San Valentín con Anna sería tan emocionalmente difícil. Aunque por orgullo no lo admitiría, por supuesto. No necesitaba más "consejos" o gritos por parte de Emma; el último le había hecho doler bastante la oreja y no quería más problemas de los que ya tenía. Gracias.
—¡Ah, ya se! —Volvió a resonar la aguda y alegre voz de su mejor amiga, esta vez en su oreja izquierda; la chica antena se había cambiado de puesto.
—¡No grites! —Le gruño-susurro él ante las miradas molestas de los demás pasajeros del bus.
—Bueno, bueno —tomo una pausa—. ¡Pero es que ya se a donde más puedes llevar a Anna! —Y lo volvió a hacer.
—No voy a escuchar.
—Menosprecias mis consejos —hizo un puchero—. Vamos, no seas tan amargado, ciclope emo.
Hizo caso omiso al apodo por el que lo había llamado, resistiendo el impulso de llamarla antena. Hacerlo provocaría otra serie de gritos amistosos, lo que seguramente —según afirmaba él— llevaría a que los demás pasajeros los sacaran a patadas del bus… Y ciertamente, no los culpaba.
—Vamos, Ray, al menos escucha.
—Bien, perdón, anda, te escucho —se disculpó acariciando su cabeza.
Emma sonrió cálidamente.
—Pero antes, ¿podrías decirme porque estas tan ansiosa en aconsejarme?
—Norman y yo queríamos devolverte el favor.
—¿Ah?
—El año pasado cuando tuvimos nuestra primera cita de San Valentín, tú nos aconsejaste a ambos, lo recuerdas, ¿no?, tienes una memoria increíble.
—Sí, lo recuerdo. Pero para ser franco, preferiría que me ayudara Norman; tú eres muy gritona.
—Sí, lo sé, perdón. —Respondió lentamente a propósito—. Pero Norman dijo que estaría ocupado por unas horas antes de nuestra cita, así que escucharme a mí es todo lo que te queda.
—¿Pero no crees que si los ayude a ambos, soy capaz de hacerlo solo?
—Tú lees muchos libros, ya deberías saber del cliché de que las personas que dan buenos consejos no los siguen.
Ray se quedó callado. Realmente no tenía nada de argumentar ante esa lógica. Sin mencionar que se le había pegado la manía de Don con los memes.
Emma volvió a sonreír, pero esta vez, victoriosa.
—Iba a decirte que después de ir al cine, podrían comprar helado e ir a caminar a la plaza. Salir a caminar y conversar nunca es mala idea.
—¿Solo caminar, dices?
—Y el helado, no olvides el helado.
—Sí, sí, ya entendí.
—Bien —asintió orgullosa—. Como te decía, que salgan a caminar es una muy buena idea, así pueden conocerse mejor, ¿qué dices eh?
—Ah, mira, ya llegamos a mi parada —se levantó de su asiento, alzando levemente su mano en señal de despedida—. Nos vemos.
—¡Más tarde me dices como te fue!
—Si, si —se apresuró a bajar, ¿la razón? A. Emma había vuelto a gritar y B. Debía apresurarse para llegar al cine y encontrarse con Anna.
Ya cerca de su destino, pudo ver a varias parejas caminando. Pensó que Emma estaba en lo cierto y podría hacer lo mismo con Anna. Apenas llevaban saliendo dos semanas y como ella había estado un poco ocupada últimamente, no habían tenido la oportunidad de hablar apropiadamente. Conocerse y conversar sobre cosas triviales era lo menos que podían hacer.
— ¡Ah, Ray! —Lo llamo esa voz que ya bien conocía, dando la señal de que ya había llegado.
Respiro hondo, intentando tragarse sus nervios, para luego sacar a relucir su confiada sonrisa de siempre.
—Hola, Anna. Lamento la demora.
—No, no te preocupes —le sonrió.
—Sí, uh —y los nervios volvieron, con una simple sonrisa—. Y, ¿ya tienes una idea de que película quieres ver?
— ¡Si!
Bien, su cita había comenzado bastante bien, al menos la parte que él ya tenía planeada. Más tarde pensaría más en qué tipo de cosas podían hablar después de esto, al fin y al cabo, las películas no se veían solas y la idea de la cita era divertirse.
—No sabía que te gustaban las películas de acción.
—Sí, je je —rio ella nerviosa. Se alegraba de saber que él no era el único en ese estado—. A veces suelo ir a verlas con Emma y Gilda. Aunque Gilda disfruta más de la ciencia-ficción.
—Ya veo… —respondió con una sonrisa, ya tenía un dato que darle a Don a cambio de intercambiar sus turnos de ayudar al profesor una vez que vayan a clases. Ah, maldición, se había ido en su tren de pensamiento, debía volver a su plan—. Ah, ¿quieres ir a por un helado?
Finalmente dio marcha al pequeño plan que había empezado a formular una vez iniciados lo créditos de la película.
—¡Claro!
Y dada la bandera blanca, no había marcha atrás. Debía llevar una conversación trivial sin forzarla, sonaba bastante difícil a su parecer, obviamente no quería quedar mal con Anna en su primera cita. Con Emma y Norman no le habría costado nada, mas no llevaba mucho tiempo conociendo con profundidad a su actual novia. Ya eran amigos antes de que ella se le declarara hace un par de semanas, sí, pero no demasiado cercanos que se diga.
—¿ Y de que sabor les gustaría, jóvenes? —les pregunto alegremente el heladero.
—Yo frambuesa —respondió amablemente Anna—. ¿Y tú, Ray?
—Uhh, Café. Ahí tiene —le entregó el dinero.
—Aquí tienen jóvenes enamorados —les sonrió el anciano, entregándoles sus helados.
—Sí, gracias —respondieron al unísono levemente sonrojados.
Y el silencio se hizo. Es decir, ¿cómo deberían actuar si así es como los ven en su primera cita? Es decir, era San Valentín, el heladero obviamente les decía eso a todas las parejas que pasaban, pero aun así, eso no evitaba que se sintieran así de avergonzados, en el buen sentido.
—Y...¿Cual es tu color favorito? —se abofeteo mentalmente; no podría haber comenzado con una pregunta tan trillada como esa.
—Umm, celeste, creo —contesto pensativa—. En general, los colores pastel. ¿Y el tuyo, Ray?
—Diría que negro, pero no es un color.
—Me lo esperaba.
—¿Postre favorito?
—Bizcochos.
—¿Flor favorita?
—Girasoles.
—Pizza preferida.
—¿Es un interrogatorio? —rio divertida.
Y aquí fue donde oficialmente, la cago. Debía llevar una conversación trivial, no un interrogatorio.
—¡Esta bien! —grito Anna, pero no muy fuerte, interrumpiendo sus pensamientos—. ¡Un cuestionario será divertido!
Fue donde el corazón de Ray dio un vuelco —que afortunadamente logro ocultar— por segunda vez en ese día.
—¡Bien! —volvió a mostrar su sonrisa confiada.
—¡Ahora me toca a mí! —Levanto sus puños—. ¿Genero de libros favorito?
—Fantasía.
—¿Dulce o salado?
—Amargo.
—¿Té o café?
—Café.
—¿Asignatura favorita?
—Lenguaje.
—Ah, no se me ocurren más preguntas —dijo ya más tranquila mordiendo lo último que le quedaba de su helado.
—Está bien, yo tengo una; en las ferias, ¿te gusta más la rueda de la fortuna o las montañas rusas?
—Mmm, las montañas rusas.
—A mí también —sonrió—. Aunque me cuesta convencer a mamá y a Norman de que se suban. Emma lo hace sin dudar.
—¡Por supuesto! Y aunque después termina muy mareada, insiste en que volvamos a subir —suspiro sonriendo—. ¿Te parece si vamos la próxima semana?, yo invito.
—Sí, claro —respondió tranquilo, intentando ocultar la emoción de que había logrado conseguir una segunda cita.
—¡Ah, ya son las ocho! Me tengo que ir —comentó sobresaltada por no haberse dado cuenta antes de que hora era—. Adiós, Ray. Y... Feliz San Valentín —dijo eso último poniéndose de puntillas para darle un tímido beso.
—Ah... Si, Feliz San Valentín, adiós —fue lo único que logro articular aun sorprendido por la repentina acción de su novia.
Al final del día concluyo que Emma si daba buenos consejos después de todo y que cuando llegara a casa tendría que llamarla para contarle como le había ido.
Pero por ahora, solo se concentraría en todo lo que podía hacer en su siguiente cita con Anna. Y en que no sería mala idea invitarla a caminar y comer helado otra vez.