Kimetsu no Yaiba | Koyoharu Gotōge

Notas: Semi-AU. Canon divergence. Post-Muzan. Todos viven.

Trope: Hanahaki. Amor unilateral (al principio después ya no, o no sé, aún no lo decidí)

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Un día Giyuu tosió el pétalo de una flor.

Si le preguntan por qué, él contestaría «no sé» y de cuál flor diría «ni idea» (porque la gente normal no sabe el nombre exacto de todas. Hay muchas flores en el mundo y tiene cosas más importantes que aprender).

Sucedió cuando salía de la casa del Pilar del Sonido. Sintió algo molesto pasar por su garganta, que le hizo toser y soltar un pequeño pétalo violeta. Su primer pensamiento fue que tenía un color bonito, que quizá dormía con la boca abierta, o que había caído a su comida.

Pero la reacción que le dio Tengen fue más grave de lo que esperaba.

—Mierda —exclamó—, hombre ¿cómo es que siempre tienes una suerte de mierda?

—¿Eh?

No quiso explicarle nada y le dijo que Sanemi era el indicado para hacerlo. Dado que el pilar del viento, le afirmó, había pasado por ello y al final se "había curado".

Giyuu dedujo lo más importante: lo que tenía era una enfermedad, ¿Un pétalo podía llegar a enfermar?

Nada grave, pensó, solo debía ir con Kochou para pedir un medicamento.

—Ni pienses ir con ella —le dijo Uzui al empujarlo fuera de su casa. Curioso que no mencionó el nombre como si ya supiera en quién pensaba—, lo peor que podrías hacer es ir con ella.

—¿Por qué?

—Mierda, Tomioka —respondió meneando la cabeza, sin decirle nada más.

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Sorprendentemente, Sanemi no le cerró la puerta en la cara al verlo llegar. Después le soltó un escueto "Uzui me avisó por un cuervo" y no añadió nada más.

Fue la primera vez que lo trató lo más cercano a la amabilidad y aquello lo habría alegrado en una situación diferente, pero no esa vez. El aire de resignación y la pena en sus ojos le crispaba los nervios. Ambos actuaron como si él fuera a morir por algo tan absurdo como escupir el pétalo de una flor.

—Lamento decir que podrías morirte.

Ah, bueno, total y sí. La muerte es curiosa.

—¿Por qué? —volvió a preguntar, esa duda la hizo varias veces y esperaba al menos tener ahora suerte.

Sanemi le explicó, de forma lenta y solemne, que tenía una enfermedad extraña llamada Hanahaki (un nombre complicado que Giyuu olvidaría después), que consistía, en pocas palabras, escupir pétalos de flores debido a un amor no correspondido. La cosa podría ponerse grave y debilitar al enfermo al punto de la muerte, si su interés romántico jamás le correspondía. Un fastidio.

Hasta que lentamente comprendió lo segundo importante de todo esto: se había enamorado de alguien.

Y no solo se había enamorado de alguien, sino que además esa persona no sentía lo mismo.

Ah, de verdad que tenía una suerte de mierda.

—¿Entiendes la gravedad de esto? —le preguntó Shinazugawa, en un tono amable que sería la última vez que escucharía de su parte.

—Yo... —ordenó sus ideas y levantó la mirada al techo—, ¿me enamoré de alguien?

Al momento de escuchar eso, Sanemi se puso las manos a la cara de forma tan brusca que sonó como una bofetada.

—¡¿Eso es lo que te sorprende?! ¡¿Me estás jodiendo?! —le gritó, dando el fin del cazador amable y comprensivo. Giyuu se sintió aliviado—. ¿CÓMO NO SABRÍAS QUE LO ESTABAS?

—Ni de quién.

—Creí que era imposible ser más imbécil...

Y continuó gritando y exclamando todo tipo de groserías hacia su persona, el mundo, y él mismo.

Era una pena que Sanemi fuera un iletrado y no escribiera cartas, porque tenía en su repertorio un léxico de lo más completo.

—Uzui me contó que tuviste la misma enfermedad —mencionó en medio de los gritos, logrando impresionantemente que se callara, así que prosiguió—, ¿cómo te curaste?

Pero el pilar del viento no solo estaba hecho de carne, furia y arranques de amabilidad, sino también de melancolía. Eso le fue claro al ver su cara, porque en sus ojos se vio reflejado al haber perdido a alguien importante y entendió que fue una pregunta que no debió hacer.

—Falleció —una respuesta clara sin necesidad de adornarla—, al momento de que ella... murió, dejé de vomitar flores. Su muerte me permitió vivir, al parecer.

Giyuu asintió, lo entendía.

Lo tercero que entendió, muy importante también, es que probablemente moriría pronto.

¿Una pena? Sí ¿Una sorpresa? No realmente. Giyuu nunca esperó que viviría muchos años.

—Pero —agregó Shinazugawa—, no va a pasarte a ti. Podemos pedirle ayuda a Tamayo en esto.

—O a Kochou...

Sanemi negó de nuevo con la cabeza, pero a diferencia de Uzui, no lo miró con condescendencia.

—Mira —le dijo, con un tono que daba por zanjado ese tema—, primero descubre de quién estás enamorado y después, medita lo que harás ¿entiendes? Pero antes de eso, no se lo cuentes a nadie más, confía en mí esta vez.

Confiaba en él.

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Se sentía extraño no poder contarle a Shinobu.

A pesar de que, usualmente, no tenía nada que decirle porque ella era la encargada de llevar la conversación (de cualquier cosa, por más trivial que fuese. Ejemplo: si la luna se veía preciosa o no. ¿Eso a quién le importaba? A ella, al parecer). Él no era un fan de charlar pero, el hecho de que le quedaba poco tiempo de vida, era algo de lo que la otra persona quisiera enterarse. Tal vez.

Por otro lado, la enfermedad sonaba demasiado insólita. Estar enamorado ya era un fastidio, no ser correspondido parecía peor, y que además tendría que lidiar con una muerte larga y dolorosa ya era demasiado. Al menos moriría de forma diferente.

Igual, como ex cazador de demonios, ha sido testigo de sucesos más raros. Así que morir por flores no parecía tan descabellado... en comparación.

Giyuu pensaba todo aquello esa mañana caminando sin rumbo fijo hasta que, ridículamente, sus pasos lo llevaron hasta la Mansión Mariposa. Se quedó como un bobo frente a la entrada, mirando con el ceño fruncido el lugar, esperando que fuera una especie de ilusión como efecto secundario de su enfermedad de "vómito de flores". Porque entre todos los lugares que Sanemi le recomendó no visitar, era precisamente al que había llegado.

En el vano intento de darse media vuelta y pasar desapercibido, se encontró a las niñas de Kochou. La mayor de las coletas, que lo miraba con sorpresa, y las tres pequeñas con sonrisas traviesas.

—Tomioka-sama —saludó la mayor, con una inclinación de la cabeza—, ¿a qué debemos el honor de su visita?

—Él siempre viene —dijo una de las niñas, detrás de ella.

—Casi siempre —corrigió la otra, también escondida a su espalda.

—No es raro verlo aquí —agregó una más, sin ocultarse.

La mayor les dirigió una mirada de advertencia mientras las chiquillas respondieron con risas y salieron corriendo, cuchicheando entre ellas.

—Me parece —agregó la niña de las coletas, al ver que él no tenía intenciones de hablar, ni de moverse—, que no tiene cita el día de hoy con Kochou-sama.

—Cierto.

Se plantó un incómodo silencio que Giyuu no parecía querer romper. De hecho no tenía intención de nada, solo de irse, aunque sus pies seguían plantados en el suelo.

—¿Gusta que... llame a Kochou-sama?

—No.

—Oh.

La niña se veía más nerviosa que nunca y Giyuu recordó las palabras de Sanemi sobre, bueno, estar en cualquier lugar menos ese. Determinó que aquella extraña escena ya podría darse por concluida y que más le valía irse cuanto antes. Pero claro, sus planes nunca se llevan a cabo cuando cierta figura morada se atraviesa en ellas.

—Oh, vaya vaya, Tomioka-san —escuchó a su espalda y giró su rostro solo lo suficiente para alcanzar a verla de perfil—, qué agradable sorpresa que vengas sin avisar. Muy educado, de verdad.

—Kochou —la saludó, inclinó la cabeza y se dispuso a irse, hasta que sintió como su compañera lo detenía al sujetar su haori.

—Tengo tantas cosas pesadas que mover y es una suerte que estés aquí, tan dispuesto a ayudar ¿no es así?

Y sujetando delicada pero firmemente de su haori, lo llevó con ella hacia el interior de la Mansión Mariposa.

Giyuu no puso ninguna queja mientras movía los pesados muebles y archivos, pensando que mientras mantuviera el estado de "la enfermedad" en secreto, no habría problema. Sanemi le recomendó no contarle, pero no dijo nada sobre no pasar tiempo con ella. ¿no? Todo bien, todo correcto.

Claro que aún tenía pendiente descubrir sobre su persona enamorada, pero ¿realmente importaba? Para Giyuu, no.

De hecho estaba perfectamente bien si no descubría quién mierdas era y al final se moría entre vómito y pétalos. Así podría enfocarse en pasar tiempo con gente con quien se sentía más cercano, como Shinobu. Aún cuando no estaban haciendo nada impresionante, en el fondo, era agradable pasar tiempo juntos.

Sujetó una caja grande y le dio un vistazo rápido a su compañera, preguntándose si a ella le agradaría también pasar tiempo con él. Si, tal vez, cuando él muriera, lo extrañaría.

Pero quitó ese pensamiento de su mente al momento, era un deseo egoísta.

—Tomioka-san —murmuró Shinobu, mientras apilaba un montón de papeles de forma distraída—, dime la verdad ¿por qué has venido?

Giyuu se encogió de hombros.

—No lo sé.

—¿Ha pasado algo? —indagó sin mirarlo, concentrada en sus papeles.

—No.

Shinobu suspiró y terminó por apilar los papeles para tirarlos a la basura.

—Tomioka-san —le habló quedito, dándole la espalda al buscar y sacar más papeles de una caja—, si alguna vez te metes en un problema, sabes que puedes contar conmigo, ¿verdad?

Giyuu se quedó en silencio justo al cargar un pesado archivero, mirándola con las cejas elevadas.

Pudo haberle contestado con un "no", "sí" o "gracias", pero su cerebro consideró mejor quedarse en blanco.

—Mira —añadió Shinobu, dándose la vuelta al ver que seguía callado—, sé que acostumbrarse a esta nueva vida es... extraño. Vencimos a Muzan y seguimos vivos, pero los problemas siguen apareciendo. Ser el sobreviviente es lo más difícil.

Giyuu asintió, aún sin saber qué decir.

—Por lo tanto, Tomioka-san —añadió, cambiando el tono lúgubre por uno más animado, como si nada—. A pesar de ya no ser compañeros, tienes suerte de tenerme como mejor amiga. Sin mí...

—¿Mejor amiga? —la interrumpió, al final dejando en el suelo ese archivero.

La vio rodar los ojos, como si acabara de formular la pregunta más estúpida hecha del mundo de los ex cazadores de demonios.

—Claro —respondió con una sonrisa—. Tienes mucha suerte, Tomioka-san.

Giyuu la miró un momento y recordó su duda sobre si a ella le gustaba pasar tiempo con él, aún cuando fuera callado, taciturno y muy exasperante, según Obanai.

Al parecer la respuesta era sí, al menos para Shinobu.

Una emoción indescriptible se formó en su pecho, tentándolo a sonreír.

—Supongo —agregó sin verla, ocultando cómo la comisuras de sus labios formaban una pequeña sonrisa.

Pero ella lo vio hacerlo, le quedó esa impresión. Porque se había acercado hasta ponerse a su lado y con su dedo índice presionó su mejilla, hasta el final de su mueca que parecía sonrisa. Shinobu estaba muy cerca y su corazón se detuvo por un pequeño segundo.

—Es divertido pasar tiempo contigo, Tomioka-san.

Giyuu se quedó mirándola un momento y volvió a recolectar el archivero.

—A mí... —escogió sus palabras con cuidado—, también me gusta pasar tiempo contigo.

Shinobu parpadeó con sorpresa.

—Entonces, Tomioka-san, deberíamos pasar más tiempo juntos ¿qué me dices?

Y le tendió la mano, como si fueran a cerrar un trato, y él le tomó la mano, para sellar cualquier trato que ese fuese. Como sellar la amistad con el diablo porque su mejor amiga resultaba ser bastante retorcida, pero también alguien amable, bonita, trabajadora... y la chica más increíble que Giyuu había conocido alguna vez.

Así que, si por él fuera, su persona "amada" podría no conocerla nunca. Mientras estuviera con Shinobu en sus últimos días, su enfermedad dramática y letal no tenía importancia.

Apretó la pequeña mano de Shinobu y reprimió la tos de pétalos de su garganta.

Ese fue un buen día.

—Gracias, Kochou.

Los siguientes no tanto.

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TBC

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N/A:

YO SÉ QUE EL TROPE ES ANGST pero no pude tomármelo tan en serio. Morir porque alguien no te quiere de vuelta me parece que sería muy mñeh para Giyuu. Mi Giyuu no se pone triste por eso, le han pasado cosas peores.

Espero a alguien le haya gustado. Si tienen dudas se las contesto (la verdad ando con ganas de hablar con gente desconocida)

Esto tenía años en borradores, espero poder terminarlo. Solo quería que le diera el aire . Tengo miles que no han visto la luz del sol.

Nos leemos en el siguiente capítulo byeeeee

ヾ(•ω•`)o